Publicado en The Conversation
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Grandes empresas, como Nestlé, financian la investigación sanitaria en Sudáfrica: por qué es un error
Publicado: 3 de marzo de 2024
En 2021, el director del Centro de Excelencia en Seguridad Alimentaria de la Alianza Universitaria Africana de Investigación de la Universidad de Pretoria fue nombrado miembro del consejo de administración de la transnacional alimentaria Nestlé.
En aquel momento, un grupo de más de 200 académicos de alto nivel escribió una carta abierta sobre los conflictos de intereses. La cartera de alimentos de Nestlé, según admite ella misma, incluye más del 60% que no se ajustan a la definición de productos saludables.
En diciembre del año pasado, el mismo centro anunció que había firmado un memorando de entendimiento con Nestlé. En él señalaban su intención de "forjar una asociación transformadora" para configurar "el futuro de la investigación y la educación en materia de alimentación y nutrición" y transformar "los sistemas alimentarios de África".
No se trata de un caso aislado
En todas las universidades africanas, las empresas con productos nocivos para la salud financian la investigación y la educación relacionadas con la salud.
Nestlé, por ejemplo, "comparte conocimientos especializados" con "ocho universidades de África".
Entre ellas se encuentran el Instituto de Ciencia Aplicada y Tecnología de la Universidad de Ghana y el Centre Suisse de Recherches Scientifiques de Costa de Marfil.
Las actividades financiadas en virtud de acuerdos con universidades incluyen prácticas, seminarios y programas de formación, así como patrocinios para estudiantes de postgrado en investigación.
En Sudáfrica, Nestlé ha financiado un premio de pediatría para estudiantes de último curso de medicina de la Universidad de Witwatersrand. También financia una beca de gastroenterología pediátrica de dos años en la Universidad de Stellenbosch.
Prejuicios, aunque sean inconscientes
Es bien sabido que los vínculos financieros entre empresas e instituciones académicas dan lugar a conflictos de intereses.
Un documento de 2017, Industry sponsorship and Research Outcome, descubrió que "la financiación de la industria lleva a los investigadores a favorecer a las corporaciones, ya sea consciente o inconscientemente".
Aquellos que asesoran a gobiernos y organizaciones benéficas sobre política dietética advierten cómo "las asociaciones financieras o personales actuales o pasadas con las partes interesadas hacen que sea difícil distinguir el sesgo sútil e inconsciente de la impropiedad deliberadamente oculta."
En Sudáfrica, Nestlé ha financiado un premio de pediatría para estudiantes de último curso de medicina de la Universidad de Witwatersrand. También financia una beca de gastroenterología pediátrica de dos años en la Universidad de Stellenbosch.
Otra investigación encontró que de 168 estudios financiados por la industria, 156 (93%) mostraron resultados sesgados, todos a favor de los patrocinadores de la industria.
En 2018, alrededor del 13 % de los artículos de investigación publicados en las 10 revistas de nutrición más citadas estaban respaldados por la industria alimentaria y eran favorables a ella. Dicho respaldo a menudo se oculta.
Un problema creciente
El mundo se enfrenta a una pandemia de enfermedades no transmisibles -hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer-, todas ellas relacionadas con las consecuencias de una mala alimentación, como el retraso del crecimiento y la obesidad.
Una comisión de la revista Lancet para 2023 informa de que "sólo cuatro sectores industriales son ya responsables de al menos un tercio de las muertes mundiales", y uno de ellos es la alimentación insana.
Estos cuatro sectores industriales están ampliando sus mercados en África y en otros lugares del Sur global, donde la inadecuada regulación de la venta y comercialización de alimentos, bebidas, alcohol, tabaco y productos agroquímicos poco saludables ofrece oportunidades que las empresas pueden explotar.
Donde hay humo ...
Los productos comerciales más conocidos que perjudican la salud son los relacionados con el tabaco, ahora ampliamente regulados para disminuir los daños.
La industria tabaquera utilizó muchas tácticas para impedir su regulación. Financiaron investigaciones e instituciones enteras para producir "pruebas" que apoyaran a la industria o sembraran dudas sobre los efectos nocivos del tabaco.
En 2019, académicos de salud pública de la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, descubrieron que el departamento de psiquiatría había aceptado financiación de la Fundación Philip Morris por un Mundo sin Humo.
Posteriormente, el departamento canceló el contrato. Esto siguió a la indignación de la comunidad universitaria en general. En 2020, el Consejo de la UCT adoptó una política que prohibía a cualquier empleado aceptar financiación de la industria tabacalera.
En otro ejemplo, una investigación científica publicada en 1967 implicaba a las grasas saturadas como causa principal de las enfermedades cardiacas. Al hacerlo, restaba importancia al papel del azúcar. Tuvieron que pasar más de 40 años para que se descubriera que esta investigación había sido pagada por la industria azucarera.
La disminución de la financiación de la investigación en Sudáfrica obliga a los académicos a estar especialmente vigilantes. Debemos proteger nuestros centros de enseñanza superior de los sesgos de la investigación.
No basta con declarar estos intereses y suponer que así se eliminará el conflicto de intereses.
Por el contrario, los académicos de la salud pública necesitan desarrollar sistemas mucho más sólidos para gestionar los conflictos de intereses en todos los niveles del mundo académico.
Las estructuras de gobierno de las universidades necesitan mecanismos para responder a las iniciativas contrarias a la salud pública.
El Departamento de Pediatría y Salud Infantil de la Universidad de Ciudad del Cabo ha pedido que se ponga fin al patrocinio de las empresas de leche de fórmula infantil para la educación, la investigación o el desarrollo de políticas.
Un curso en línea y un conjunto de herramientas para comités de ética de la investigación sobre conflictos de intereses en la investigación sanitaria ofrecen algunas orientaciones práctica
Estas y otras iniciativas señalan el camino a seguir para que las universidades estén alerta ante los peligros de estas «relaciones de regalo» y estén mejor equipadas para proteger su integridad.
Lori Lake ha contribuido a este artículo. Es especialista en comunicación y educación del Instituto de la Infancia, Departamento de Pediatría y Salud Infantil, Universidad de Ciudad del Cabo.
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Big companies, like Nestlé, are funding health research in South Africa - why this is wrongPublished: March 3, 2024
In 2021, the director of the African Research University Alliance Centre of Excellence in Food Security at the University of Pretoria was appointed to the board of the transnational food corporation Nestlé.
At the time a group of more than 200 senior academics wrote an open letter, about conflicts of interest. Nestlé’s portfolio of foods, by its own admission, includes more than 60% that don’t meet the definition of healthy products.
In December last year, the same centre announced it had signed a memorandum of understanding with Nestlé. It signalled their intent to “forge a transformative partnership” to shape “the future of food and nutrition research and education” and transform “Africa’s food systems”.
This is not an isolated case.
Across African universities, companies with products that are harmful to health fund health-related research and education.
Nestlé, for example, “shares expertise” with “eight universities in Africa”.
These include the Institute of Applied Science and Technology at the University of Ghana and the Centre Suisse de Recherches Scientifiques in Côte d’Ivoire.
Activities funded under agreements with universities include internships, seminars and training programmes as well as sponsorships for graduate research students.
In South Africa, Nestlé has funded a prize in paediatrics for final year medical students at the University of the Witwatersrand. It also funds a two-year paediatric gastroenterology fellowship at Stellenbosch University.
Bias – even if it’s unconscious
Financial links between corporations and academic institutions are well known to lead to conflicts of interest.
A 2017 paper, Industry sponsorship and Research Outcome, found that “industry funding leads researchers to favour corporations either consciously or unconsciously”.
Those advising governments and charities on dietary policy warn how “current or past financial or personal associations with interested parties make it difficult to distinguish subtle, unconscious bias from deliberately concealed impropriety.”
Other research found that of 168 industry-funded studies, 156 (93%) showed biased results, all in favour of industry sponsors.
In 2018 around 13% of research articles published in the top 10 most-cited nutrition journals were backed by and favourable to the food industry. Such backing is often hidden.
A growing problem
The world is facing a pandemic of non-communicable diseases – hypertension, diabetes, cardiovascular diseases, cancer – all linked to the consequences of poor nutrition such as stunting and obesity.
A 2023 Lancet commission reports that “just four industry sectors already account for at least a third of global deaths”, one of which is unhealthy food.
These four industry sectors are expanding their markets in Africa and elsewhere in the global south where the inadequate regulation of the sales and marketing of unhealthy foods, drinks, alcohol, tobacco and agrichemical products provides opportunities for corporations to exploit.
Where there’s smoke …
The most well-known commercial products that harm health are tobacco-related, now widely regulated to decrease harm.
The tobacco industry used many tactics to prevent their regulation. They funded research and whole institutions to produce “evidence” to support the industry or sow doubt about the harmful impacts of tobacco.
In 2019 public health academics at the University of Cape Town in South Africa discovered that the psychiatry department had accepted funding from the Philip Morris Foundation for a Smoke-Free World.
The department subsequently cancelled the contract. This followed outrage from the broader university community. In 2020, the UCT Council adopted a policy disallowing any employee from accepting funding from the tobacco industry.
In another example scientific research published in 1967 implicated saturated fat as the main cause of heart disease. In so doing it downplayed the role of sugar. It took over 40 years to uncover that this research was paid for by the sugar industry.
The decline in research funding in South Africa means that academics need to be especially vigilant. We need to protect our higher education institutions from research bias.
It is not enough to simply declare these interests and assume that this will eliminate the conflict of interest.
Instead, public health academics need to develop much more robust systems to manage conflicts of interest at all levels of academia.
Governance structures at universities need mechanisms to respond to initiatives which run counter to public health.
The Department of Paediatrics and Child Health at the University of Cape Town has called for the end to sponsorship by infant formula milk companies for education, research or policy development.
An online course and toolkit for research ethics committees on conflict of interest in health research provides some practical guidance.
These and other initiatives point the way forward for universities to be alert to the dangers of these “gift relationships” and to be better equipped to protect their integrity.
Lori Lake contributed to this article. She is a Communication and Education Specialist at the Children’s Institute, Department of Paediatrics and Child Health, University of Cape Town.
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