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jueves, 18 de mayo de 2023

MÉXICO [debate nueva ley de CyT 5] Nueva ley de ciencia en México confronta a científicos y gobierno

 Publicado en SciDevNet


08/05/23
Nueva ley de ciencia en México confronta a científicos y gobierno
De un vistazo
  • Según científicos, la ley resta participación de académicos en el órgano de gobierno del Conacyt
  • Pero una de sus ventajas es priorizar el compromiso social de la ciencia
  • Sin embargo, irregularidades en el proceso legislativo opacan los contenidos de la ley




[CIUDAD DE MÉXICO] La primera Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (HCTI) ha aumentado la confrontación entre el gobierno y la comunidad científica en México.

Aprobada de manera intempestiva el pasado 29 de abril, la ley convertirá al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt). Pese al cambio de nombre, en lo fundamental seguirá siendo la institución de gobierno encargada de diseñar las estrategias para el desarrollo científico en México, además de establecer las agendas de investigación prioritaria.

Pero lo que ha sido fuente de críticas es que la agenda en HCTI estará dictada por el Conahcyt a través de una Junta de Gobierno con más funcionarios que científicos: de los 23 representantes que formarán parte de este órgano, solo ocho serán representantes de la comunidad científica mientras que 14 serán representantes del gobierno.

“La Junta de Gobierno pasará a ser el organismo más importante que defina el futuro del sector de ciencia, tecnología e innovación”, explica a SciDev.Net la economista Gabriela Dutrénit, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México.

Dada la importancia de esa Junta de Gobierno, se vuelve crucial saber cómo estará integrada. Y lo que ha causado inquietud en algunos sectores de la comunidad científica es que la ley no menciona a las principales universidades o centros públicos de investigación del país ni a academias o asociaciones científicas como parte de ese órgano, pero sí a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar).

En un contexto donde el presidente ha incrementado la presencia de la Sedena en distintos ámbitos, este hecho ha provocado acusaciones de militarización del sector científico.

En respuesta a este tipo de críticas que se venían dando antes de la aprobación de la ley, el Conacyt publicó un comunicado del 11 de abril en el que afirma que la ley “no contempla ningún particular como representante de la comunidad científica” para facilitar que la comunidad participe sin mediaciones.

La participación sin mediaciones “implica poner las instituciones públicas al alcance de la población en general y no sólo de unas cuantas personas u organismos que se arroguen representaciones ficticias”, dice el comunicado.

Además, prosigue el documento, “es falso que se militarice la política pública de HTCI” y aclara que si incluye a la Sedena y la Semar en la Junta de Gobierno es porque “ambas dependencias ejercen recursos del presupuesto federal destinado a actividades de HCTI. Además, existe una estrecha colaboración institucional con el Conacyt orientada a la atención de problemáticas nacionales, como el arribo masivo de sargazo a las playas mexicanas, entre otras”.

Para Dutrénit, no hay razones para hablar de militarización, pero sí de ausencia de voces diversas, específicamente de representantes de las entidades federativas del país. “La ley atenta contra el federalismo” ya que carece de vías para integrar las necesidades particulares de las entidades, señala.

Pero el Conacyt afirma en el comunicado que “ni las entidades federativas ni los municipios han estado representados en la Junta de Gobierno del Conacyt, así como el Conacyt tampoco lo está en los órganos de gobierno de las entidades federativas, en pleno respeto a los respectivos ámbitos de competencia”.

Distintos grupos de científicos han rechazado la ley porque al no mencionar explícitamente la meta de llegar al 1 por ciento del PIB para la ciencia y tecnología, disminuyen las posibilidades de que éste y futuros gobiernos lo cumplan.

Otra parte de la ley que ha provocado controversia es la referente a los temas que serán prioritarios para el nuevo Conahcyt, y que forman parte de los Programas Nacionales Estratégicos (PRONACES). Estos incluyen temas que promuevan una ciencia con un mayor compromiso social, como la investigación en inmunoterapias o problemas como la vivienda o migración.

Algunos ven en estos temas una mayor democratización del conocimiento. La investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, Liliana López, dice a SciDev.Net que la nueva ley visibiliza el derecho humano a la ciencia, el cual implica “la participación, goce y beneficio de las personas que no son parte de la comunidad científica”.

Pero, otros, como la Academia de Ciencias de Morelos (ACMor), dicen que puede limitar el apoyo a otras áreas de investigación. “Esto limita la libertad de cátedra y a la ciencia básica, al canalizar recursos, becas y demás apoyos solo a aquellos temas considerados como parte de los PRONACES. Además, la ley obliga a las universidades a realizar ciencia básica y de frontera, pero sin claridad en la ley ni garantizando que la autonomía universitaria será respetada”, dice la ACMor en un pronunciamiento.

“Se le va a dar prioridad a la investigación que está orientada por la agenda nacional, entonces ¿qué va a pasar con los que estudian matemática, física, astronomía? (…) Si no se sigue invirtiendo en ciencia se va a ir reduciendo esa base científica. No vamos a estar preparados cuando se quiera hacer nuevas investigaciones orientadas a resolver problemas. Se está sacrificando el futuro del país en esos términos”.
Gabriela Dutrénit, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México

Dutrénit celebra que la legislación hable de una ciencia más comprometida con la sociedad, pero advierte que puede afectar a la ciencia básica.

“Se le va a dar prioridad a la investigación que está orientada por la agenda nacional, entonces ¿qué va a pasar con los que estudian matemática, física, astronomía? (…) Si no se sigue invirtiendo en ciencia se va a ir reduciendo esa base científica. No vamos a estar preparados cuando se quiera hacer nuevas investigaciones orientadas a resolver problemas. Se está sacrificando el futuro del país en esos términos”, asevera.

En contraste, Liliana López observa varios aspectos beneficiosos de la ley, por ejemplo, que contempla el acceso abierto de las publicaciones científicas realizadas con apoyo del Estado o que se garantice el acceso a becas para estudiantes de posgrado en universidades del sector público.

El hecho de que no se mencione a los estudiantes de las universidades privadas ha sido criticado como “discriminatorio”. Liliana López argumenta que es necesario promover la igualdad en términos de “acciones para evitar que se constituyan grupos sometidos”. Es decir, apoyar a personas en posición de desventaja para que estén en igualdad de condiciones.

A pesar de que difieren en su visión de la ley, Liliana López coincide con Dutrénit en que el proceso legislativo por el cual se aprobó fue desafortunado.

La discusión de una ley para el sector data de hace cinco años, lapso en el que legisladores pertenecientes a distintos partidos políticos presentaron diversas propuestas de ley. Sin embargo, la aprobada se basa en una iniciativa enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador en diciembre de 2022 y para su aprobación se omitieron los espacios de debate que se tenían programados. El 25 de abril la iniciativa fue sometida a votación en la Cámara de Diputados sin haber cumplido los siete parlamentos abiertos en los que se iban a discutir sus contenidos.

Cuatro días después, sin haberse revisado por las comisiones correspondientes, la Cámara de Senadores aprobó la ley tras 14 minutos de debate y en una sesión de 10 horas en la que se aprobaron más de una decena de leyes promovidas por el presidente, sin la presencia de los legisladores de oposición.

Para el diputado del Partido Acción Nacional, agrupación política opuesta al gobierno, Juan Carlos Romero Hicks, quien promovió una ley distinta en materia de humanidades, ciencias, tecnologías e innovación desde el 2018, el resultado de las irregularidades en el proceso legislativo “es una redacción que va a ser muy vulnerable a litigios por violaciones de proceso, por violaciones de constitucionalidad”.

Para que sea efectiva, la nueva ley debe ser publicada en el Diario Oficial de la Federación*, cosa que aún no ha sucedido. Romero Hicks dice que se están gestando intenciones de impugnación en tribunales: “Lo iremos conociendo en las próximas semanas. Todavía no se promulga. Seguramente habrá una gran cantidad de amparos, posibles acciones de inconstitucionalidad y otras”, asegura.

*Actualización: La nueva ley fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 8 de mayo de 2023.

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net


MÉXICO [debate nueva ley de CyT 3] Amable, pero severa respuesta a algunos colegas universitarios

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/2023/05/14/opinion/015a1pol



Amable, pero severa respuesta a algunos colegas universitarios

José Raúl García Barrios*

Un grupo de investigadores del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, donde laboro desde hace más de 25 años, me invitaron a firmar una carta pública de desacuerdo con la Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (HCTI). Son parte de un grupo mayor de académicos que lamentan su aprobación. Respeto a estos apreciados compañeros pumas y comparto con ellos dos valores: el necesario avance del conocimiento y la autonomía del proceso. Aún así, difiero de ellos en los cuatro puntos que desaprueban, y aquí les doy una respuesta. Su oposición se debe a:

1. La forma en que fue aprobada, incumpliendo el compromiso de realizar siete foros consultivos en la materia, llevándose a cabo solo dos.

Mi opinión: Hubo más de 100 foros legislativos previos y en los dos foros consultivos sólo se reciclaron los argumentos expuestos. De hecho, todo lo señalado por mis colegas ya fue discutido en esos foros. La mayoría de los legisladores, con la legitimidad que les da una elección realmente democrática, aprobaron la Ley después de considerar que el tema estaba suficientemente discutido. Tras ello, la carta es de facto una petición de último recurso a la corte de la magistrada Piña, quien no representa el sentir popular y juega un papel reaccionario. ¡Un triste papel para los universitarios!

2. La inclusión de representantes de las fuerzas armadas en el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, que crea la nueva ley en sustitución del Conacyt, y la reducción en el mismo órgano de la representación de los académicos.

Mi opinión: La Ley fortalece las humanidades y la pluralidad de ciencias y tecnologías, refuerza el interés público y también la representación académica auténtica, a la par que deja en plena libertad al sector académico privado y público autónomo para desarrollarse según sus principios e intereses. Más a fondo, libera al Estado de su captura y elimina muchas fuentes de corrupción sistémica en las instituciones académicas (intenta separar el poder político del económico, como se separó el Estado de la Iglesia). Así, la Ley enmarca la política de Estado dedicada a proveer el derecho humano a la ciencia, avanzar la frontera del conocimiento y resolver los grandes problemas nacionales y, en el ámbito estricto que corresponde a esta política, no está mal que: a) se incluya a las fuerzas armadas para formular la agenda nacional, por su interés directo en el desarrollo científico y tecnológico en materia de seguridad nacional y pública, y porque hoy es posible una relación entre el sector militar y el académico que fortalezca el diálogo de saberes y la confianza mutua, y b) se democratice la decisión del sector académico, plural y diverso por naturaleza, frente al predominio de los sectores científicos ligados con el interés privado. La Ley establece, para quienes deban o decidan participar en el ámbito de competencia del Consejo Nacional, la obligación de reconocer, respetar y proteger el derecho humano a la ciencia y motivar el avance del conocimiento humanístico y científico al servicio de la humanidad y el pueblo de México.

3. La pérdida del objetivo de escalar el financiamiento a la investigación científica y humanística a un porcentaje concreto del producto interno bruto (PIB).

Mi opinión: El objetivo es demagogia. En realidad, el Estado no controla al PIB ni cuenta con los instrumentos para perseguirlo. El financiamiento a la investigación tiene un componente público y uno privado, y se espera que la contribución del segundo sea casi tres veces mayor que la del primero. En México la relación está invertida y corresponde al sector privado ponerse al día. A él debería ser enviada la demanda. En cuanto a la contribución pública, la Ley General establece que el Estado debe asignar recursos progresivos para lograr los tres objetivos mencionados. Incluye por primera vez mecanismos que impiden suspender el presupuesto para la investigación de frontera y obligan a becar a todos los estudiantes de posgrado de las entidades públicas. La Ley también establece que el gobierno federal fomentará la corresponsabilidad del sector académico privado y público autónomo en términos de la agenda nacional, pero respeta su libertad inherente o conquistada para decidir su participación. Si estos sectores toman las decisiones incorrectas, serán el mercado o la nación, según corresponda, quien juzgue y condene.

4. La posibilidad de exclusión, en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), de los académicos de universidades privadas que realizan investigación científica y humanística, ya que también contribuyen al avance del conocimiento.

Mi opinión: Contribuir al avance del conocimiento es necesario, pero no suficiente para recibir una beca del Estado. El SNI es ahora una entidad de un gobierno elegido por el pueblo, y es legítimo que sus incentivos se dirijan a fortalecer la nueva política de investigación-incidencia del Consejo Nacional. La pregunta es si las entidades privadas están dispuestas a participar con recursos abundantes o, por el contrario, su intención es aprovechar las becas del Estado para reducir el salario que pagan a sus investigadores. Con excepciones importantes, lo segundo parece ser el caso, y no se dan señales claras de desear contribuir a lo primero.

Reitero mi total respeto a mis colegas y sus valores, pero sé que estos mismos valores han sido violentados en nuestra universidad desde hace décadas, sin demasiada resistencia. Dejando en nuestras garras pumas nuestro propio destino, el ahora (felizmente) Conahcyt hace todo lo que puede para construir instituciones plenamente comprometidas con el avance del conocimiento de frontera humanístico y científico y la solución de los grandes problemas nacionales, entre los que está la captura de las instituciones académicas públicas, que ha sido apoyada y aprovechada por una élite.

Dedicado al movimiento estudiantil consciente: ayer, hoy y siempre

* Integrante del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.

viernes, 16 de diciembre de 2022

MÉXICO: iniciativa para cambiar al CONACYT en CONAHCTI...

Consulte la iniciativa en la Gaceta ParlamentariaIniciativa del Ejecutivo federal que expide la Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, y reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley Federal de las Entidades Paraestatales y de la Ley de Planeación



De 2013 a 2018, el gasto en investigación científica y el desarrollo experimental (GIDE) disminuyó de 0.43% a 0.31% del PIB:

Y la proporción de la inversión privada respecto del PIB en investigación e innovación tecnológica se redujo paulatinamente a partir de 2010 hasta llegar a alcanzar en 2018 el 0.05% del PIB:

Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación 1.png

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"De 2002 a 2018, bajo el supuesto fomento de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación, el Conacyt transfirió a empresas privadas más de 45,000 millones de pesos (42% del total de recursos destinados al financiamiento de las actividades de ciencia, tecnología e innovación en ese período). En su mayoría, eran grandes empresas nacionales y transnacionales que no requerían el apoyo del Estado, en tanto que, por sí mismas, tenían capacidad para invertir en actividades de ciencia, tecnología e innovación. En muchos casos, incluso, fueron empresas que no tenían base de ciencia y tecnología alguna, pero fueron beneficiadas con recursos públicos a fondo perdido.

En contraste, durante el mismo período, el apoyo a la investigación en ciencia básica fue de poco más de 7,000 millones de pesos, apenas una quinta parte de lo transferido al sector público, y en 2017 y 2018 no se dio un solo peso a la investigación en ciencia básica". 

Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación 2.png



"De igual manera, a través del Consorcio Nacional de Recursos de Información Científica y Tecnológica (Conricyt), el Conacyt promovió la comercialización del conocimiento mediante el pago a empresas editoriales internacionales para acceder a recursos digitales de información, entre los que se encuentran los artículos científicos de las personas investigadoras de universidades, instituciones de educación superior y centros de investigación derivados de investigaciones financiadas con recursos públicos. Es decir, el Estado no sólo financiaba investigaciones, sino que transfería recursos a empresas privadas para acceder a la información generada con recursos públicos.

Bajo este esquema, entre 2010 y 2018 se transfirieron más de 3,500 millones de pesos a empresas editoriales transnacionales. En 2017, mientras dejaba de apoyar la investigación en ciencia básica, el Conacyt realizó una aportación histórica de más de 700 millones de pesos al referido Conricyt. Cabe señalar que la administración de los recursos de este consorcio se realizaba a través de uno de los fideicomisos del Conacyt, y que, aunque se trató de una actividad sustantiva, su gestión y administración se delegó por completo a una estructura alterna de personal, excesiva e ineficiente, pagada con recursos del fideicomiso". 

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Consumarían “giro radical” con nueva ley de ciencia y tecnología

Por Nelly Toche
Miércoles 14 de Diciembre de 2022 - 21:25

El Ejecutivo federal envió la iniciativa a la Cámara de Diputados para sustituir el ordenamiento vigente por la Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación y transformar el actual Conacyt en Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación.

La propuesta incorpora el concepto de Humanidades al sector científico y al organismo que lo encabeza; redirecciona los recursos a la ciencia básica y de frontera; y reforma el sistema de becas y el Sistema Nacional de Investigadores.

El presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión una iniciativa con proyecto de decreto por la que se expediría la Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación. Con este documento se pretende sustituir a la cabeza de sector, que hasta este momento es el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y en su lugar se crearía el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (Conahcti). Además, la iniciativa supone reformas a la Ley Federal de las Entidades Paraestatales, a la Ley de Planeación y a la Ley Orgánica del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

El documento ya fue turnado a las comisiones unidas de Educación y de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Cámara de Diputados para ser dictaminada y a las comisiones de Gobernación, Población y Presupuesto y Cuenta Pública para su opinión.

De acuerdo con la exposición de motivos y las evaluaciones de impacto presupuestario emitidas por la Consejería Jurídica del Ejecutivo federal y de las dependencias de la Administración Pública Federal implicadas, el anteproyecto no implicaría impacto presupuestario adicional para el presente año fiscal ni subsecuentes, pero tampoco se autorizarían recursos adicionales para la transición.

El fundamento para estos cambios surge a partir de las reformas constitucionales aprobadas en mayo de 2019, para reconocer a través del Artículo 3° Constitucional fracción V, el derecho humano a la ciencia, entendido como el derecho de toda persona a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica, a partir de ahí se ordenó a la Cámara de Diputados emitir una ley en la materia.

La propuesta “radical”

El documento asegura que los tres sexenios de gobierno anteriores a este, crearon una política que favorecía a la industria privada. El documento hace una fuerte crítica asegurando que de 2001 a 2018, los acuerdos de investigación con la iniciativa privada permitieron la transferencia a empresas nacionales y trasnacionales de más de 45,000 millones de pesos, es decir, 42% del total destinado a ese rubro, monto que se entregó “bajo el supuesto de fomentar la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación”.

También señala como una mala práctica la operación de 91 fideicomisos en el sector, 26 constituidos por los Centros Públicos de Investigación y 65 directamente por los Fondos Conacyt de los cuales 35 se constituyeron en la modalidad de “mixtos”, 25 “sectoriales”, cuatro “institucionales” y uno de “cooperación internacional”.

La iniciativa hace además una crítica a la forma en que se distribuían las becas, al Sistema Nacional de Investigadores, considerándolo “desarticulado, con criterios elitistas y de evaluación productivista”; y habla de un “abandono” a la investigación en ciencia básica y de frontera, y del registro de propiedad intelectual pública.

 La actual administración federal se congratula de haber dado un “giro radical” a la política en materia de investigación científica, tecnológica, innovación y humanística. Asegura que es un logro la extinción de fideicomisos y transferir los recursos a la tesorería de la federación, además de haber implementado los Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces) para apoyar “esfuerzos organizados” de investigación.

La propuesta ahora es integrar un Sistema Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, que sería integrado por el Conahcti, la Secretaría de Educación Pública, las universidades, instituciones de educación superior y todas las dependencias y organismos federales que fomenten la investigación científica y el desarrollo tecnológico.

El anteproyecto explica también que se asignarían de forma universal becas a los estudiantes de las universidades públicas, sin embargo cuenta con llaves como garantizar este derecho sólo conforme a la disponibilidad de presupuesto, al no quedar como obligatorio un mínimo de presupuesto, ni tener asignaciones especiales en la Ley, esto queda en el aire.

Además se precisa que todos los recursos públicos que destine el gobierno federal para el fomento y apoyo de las actividades en materia de humanidades, ciencias, tecnologías e innovación “se canalizarán, preferentemente, de manera directa a las personas becarias humanistas, científicas, tecnológicas e innovadoras a través de programas presupuestarios, conforme a las disposiciones jurídicas aplicables”, y hacen hincapié en que “se abstendrán de crear fideicomisos, otorgar mandatos o celebrar actos o cualquier tipo de contratos que evadan lo previsto”.

 El documento incluye formular una “agenda nacional” en la materia, que “busque atender y afrontar las necesidades, problemáticas y retos de la sociedad”. Para ello marca temáticas específicas dentro del Sistema Nacional de Posgrados como la salud, agua, educación, cultura, vivienda, soberanía alimentaria, agentes tóxicos, contaminación, seguridad humana, sistemas socio-ecológicos, energía, cambio climático, y transición energética, entre otros, pero dejaría fuera a un número importante de investigaciones que no se encuentran en las prioridades gubernamentales.  

En este sentido se establecería que cada gobierno estatal y municipal elaboraría sus respectivos programas y tendría que prevenir que los esfuerzos del sector científico se enfoquen en fortalecer la “soberanía nacional, a partir de la consolidación de la independencia científica y tecnológica del país”.

La nueva Ley también contempla incorporar las bases generales del Sistema Nacional de Centros Públicos, que tendrían como objetivo principal “contribuir a la construcción de una sociedad más libre, igualitaria, justa y próspera”. Se habla de concebirlos como instituciones fundamentales para consolidar la “independencia científica y tecnológica del país”, para ello serían entidades paraestatales de la Administración Pública Federal con autonomía técnica y de gestión.

El sustituto del Conacyt 

 La nueva Ley pretende convertir al Conacyt en el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (Conahcti), sin embargo se establece que seguiría siendo un organismo público descentralizado del Estado mexicano, no sectorizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio; que gozará de autonomía técnica y de gestión bajo su propia normativa y que actuará como entidad asesora del Ejecutivo federal, especializada en articular las políticas públicas del Estado en la materia.  

Para ello contaría con una Junta de Gobierno integrada por las secretarías de Agricultura y Desarrollo Rural, Bienestar, Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Cultura, Economía, Educación Pública, Energía, Hacienda y Crédito Público, Defensa Nacional, Marina, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Relaciones Exteriores y Salud. A la sesión de esta junta podrían ser invitados los especialistas en la materia pero sin voto.

La dirección general sería designada como hasta ahora por el presidente de la República y contaría con un órgano de vigilancia integrado por una persona Comisaria Pública, designada por la Secretaría de la Función Pública, así como un órgano interno de control y otro consultivo.

La propuesta incorpora el concepto de Humanidades al sector científico y al organismo que lo encabeza; redirecciona los recursos a la ciencia básica y de frontera; y reforma el sistema de becas y el Sistema Nacional de Investigadores.

nelly.toche@eleconomista.mx


  

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