miércoles, 15 de mayo de 2024

ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País
https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-que-corte-relaciones-con-empresas-y-academias-cercanas-a-israel.html



Varios profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a Israel


Los docentes muestran su apoyo al movimiento estudiantil por Gaza en Madrid, que cumple su quinto día de acampada, al solicitar a la cúpula de la UCM una declaración de condena a Netanyahu y alto al fuego en Gaza

Juan José Martínez

Madrid - 10 may 2024



Los profesores han llegado al campamento universitario de Madrid minutos antes del mediodía de este viernes a reclutar a algunos estudiantes para el camino hacia el Rectorado. Solo un puñado se ha ofrecido, debido a que los organizadores del campamento habían convocado una asamblea de urgencia a las 12.30. Docentes y alumnos han conformado un grupo de 20, que ha llevado un dosier con 326 firmas al órgano de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) “para solicitar que pida el alto al fuego en Palestina, la denuncia ante el Tribunal Penal Internacional de Israel por la masacre y el boicot a todas las entidades asociadas con la guerra y el armamento que puedan estar radicados en la universidad”, en palabras de Eva Aladro, catedrática de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM y portavoz de los docentes.


La iniciativa del profesorado se enmarca en una serie de actuaciones en apoyo al Bloque Interuniversitario por Palestina —formado por asociaciones estudiantiles de las cuatro universidades públicas de Madrid—, que ha instalado un campamento en la sede de la Complutense en Ciudad Universitaria que este viernes vive su cuarto día.

La introducción al texto presentado por los catedráticos enumera cinco peticiones dirigidas al rector de la UCM: una condena “clara y explícita” de la destrucción deliberada de las universidades palestinas y el ataque a profesores, estudiantes y personal universitario; la petición de alto al fuego “inmediato y permanente”; la cancelación de toda colaboración con universidades israelís “que se relacionen con el genocidio de Gaza”; financiar programas para acoger a estudiantes y maestros palestinos; y la cancelación de toda colaboración con empresas o instituciones “que otorguen un apoyo directo o al genocidio en Gaza”.

Aunque el documento también solicitaba una reunión con el rector de la UCM, Joaquín Goyache, fue el vicerrector de Planificación, Coordinación y Relaciones Institucionales, José María Coello de Portugal, quien ha recibido a los profesores en un encuentro informal al interior del Rectorado. Víctor Alosno Rocafort, vicedecano de la Facultad de Ciencias Políticas, ha narrado a la salida de la reunión: “[El vicerrector] ha estado interesado por cómo está la acampada, le hemos contado sobre la comunicación que tenemos con el estudiantado y le hemos solicitado una reunión con el rector donde ya vamos a trabajar en temas concretos”.

Las firmas se han recogido a través de un documento en línea y la plataforma digital Change.org. El dosier contenía dos comunicados: el primero elaborado en abril por la Red universitaria por Palestina, firmado por 218 personas. El segundo, redactado en febrero en la Facultad de Ciencias Sociales y Sociología, en el que se pedía una condena al genocidio, un texto que también condenaba los atentados del 7 de octubre perpetrados por Hamás.

Los docentes enfatizan en la relación de la Universidad Complutense con el Banco Santander. Rocarfort, cuya facultad solicitó hace unas semanas al rectorado la suspensión de la cuenta institucional con esa entidad bancaria, ha explicado que un equipo de investigación de la universidad identificó “un informe sobre los vínculos del Banco Santander con la industria armamentística que está dotando de casas, aviones y drones al ejército de Israel en plena ofensiva en Gaza”. Este hallazgo desembocó en la carta que llego a manos del Rectorado.

Profesores vinculados al movimiento estudiantil

Los docentes han querido usar su rol de intermediadores entre el alumnado y el Rectorado para impulsar esta reclamación estudiantil. Ángeles Diez, profesora de la UCM, ha manifestado: “Tenemos una coordinación con ellos [los estudiantes] permanente, de tal forma que las reivindicaciones de ellos hacia nuestra comunidad universitaria y a nuestro Consejo de Gobierno coincidan con las reivindicaciones nuestras, para ser más eficaces a la hora de conseguir esa ruptura total de las relaciones con las universidades israelís y las empresas que colaboran con el genocidio”.

No es la primera vez que se han movilizado para secundar la manifestación estudiantil, que ya ha instalado cerca de 200 carpas en la explanada del Edificio del Estudiante de la UCM. Los profesores se han ofrecido a dictar cursos de filosofía, árabe e historia de la guerra en Palestina. Algunos docentes de comunicación incluso han dictado cursos para pulir en oratoria y logística a los miembros del Bloque Interuniversitario por Palestina, convertidos de la noche a la mañana en portavoces y gestores de ruedas de prensa.

Con megáfono en mano, algunos catedráticos han cambiado momentáneamente las aulas por la plaza, concretamente la quedada frente al campamento, frente a la estación de metro de Ciudad Universitaria, en cuyas escalinatas se sientan estudiantes, pero también curiosos, palestinos y otros docentes, que consignan en sus libretas lo más llamativo de estas lecciones improvisadas. Los profesores, además, han coordinado un calendario de tutorías en la improvisada sala de estudios del campamento, dado que la siguiente semana comienzan los exámenes y una de las principales preocupaciones de los acampados era no sacrificar sus notas y, en muchos casos, para mantener la beca.

Las manifestaciones de los profesores para respaldar a sus pupilos no se van a detener. “Hemos hecho esta mañana un comunicado en apoyo absoluto a su resistencia y esfuerzo, reconociendo su altruismo y capacidad de trabajo en esta acampada, porque ellos son los que están sosteniendo todo esto”, ha dicho la profesora Aladro, quien ha aclarado que los docentes seguirán dando talleres y tutorías. “Estamos aquí para lo que haga falta, hasta que ellos quieran”.


martes, 14 de mayo de 2024

Rebelión de los editores científicos

Publicado en Nature
https://www.nature.com/articles/d41586-024-00887-y 


Editores de revistas dimiten en masa: ¿Qué se consigue con estas salidas en grupo?


Las rebeliones editoriales parecen ir en aumento, a medida que los investigadores buscan más control sobre la comunicación académica.


Por Katharine Sanderson


A principios de este mes, los editores de la revista de lingüística Syntax anunciaron públicamente su dimisión en respuesta a los cambios en el proceso de gestión de manuscritos impuestos por su editor, Wiley.


"Hemos llegado a la conclusión de que nuestra posición como directores de la revista ya no es defendible", escribieron los directores Klaus Abels y Suzanne Flynn en una carta abierta a los autores y revisores de la revista el 9 de marzo. Añadían que las medidas diseñadas para reducir costes y hacer frente a la acumulación de artículos -en concreto, la asignación de tareas de corrección de textos de las que anteriormente se encargaba la oficina editorial independiente de Syntax a un equipo de producción sin conocimientos especializados de lingüística- significaban que la revista "ya no podía satisfacer las necesidades de nuestra comunidad".


Wiley afirma que seguirá publicando e invirtiendo en Syntax. "Todos los cambios que Wiley ha introducido en Syntax se han diseñado para facilitar la publicación puntual y de alta calidad de la revista", afirma Allyn Molina, vicepresidenta de desarrollo editorial. 


Se trata de la última manifestación de lo que parece ser una nueva forma de protesta: la dimisión masiva de editores académicos.


En lo que va de año, los directores de cinco revistas han dimitido juntos, según un recuento no oficial del sitio web Retraction Watch. En 2023 se produjeron 12 dimisiones, lo que supone un gran aumento con respecto a los años anteriores (en 2021 y 2022 se produjeron dos). El recuento comienza en 2015, aunque se han registrado casos anteriores.


No está claro si las dimisiones masivas van a ser aún más frecuentes, dice Michael Clarke, consultor editorial de la empresa de consultoría de gestión Clarke & Esposito en Washington DC. Pero añade que están recibiendo mucha atención. Según Clarke, muchas dimisiones masivas responden a cambios en los modelos de negocio de la industria editorial. 


Este fue el caso de los editores y miembros del consejo editorial de la revista Critical Public Health, publicada por Taylor & Francis, que dimitieron el pasado mes de julio. Judith Green, socióloga de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y antigua coeditora jefe de la revista, explica que la decisión se debió en parte a los planes de la editorial de hacer la revista de acceso abierto. "No es que nos opusiéramos al principio del acceso abierto", afirma. En cambio, los editores se oponían profundamente al modelo de cobro por procesamiento de artículos, en el que se cobra a los autores por publicar sus artículos en acceso abierto. El equipo decidió dimitir después de un año de discusiones con el editor sobre modelos alternativos sin llegar a un compromiso, dice Green. Un portavoz de Taylor & Francis remitió a Nature a un comunicado emitido en el momento de la dimisión, en el que se decía que la editorial estaba decepcionada por las dimisiones, pero que estaba deseando contratar a un nuevo equipo editorial.


"El gran tema [de las dimisiones masivas] es esta tensión de prioridades contrapuestas", afirma Ivan Oransky, cofundador de Retraction Watch. "Hay editores -la mayoría con ánimo de lucro- que exigen y requieren un crecimiento constante porque así lo exige el mercado de valores. Están los investigadores, académicos o editores en su mayoría, que defienden la calidad, la profundidad y el tiempo de revisión. Ésos están en la oposición". 


Más que una protesta


Clarke entiende que los editores descontentos tomen cartas en el asunto. "Si una comunidad académica desea controlar las decisiones empresariales de una revista, la mejor manera de hacerlo es poseer la revista", afirma. "Estas dimisiones masivas eran todos casos en los que los directores trabajaban en revistas propiedad del editor".


"La dimisión no es tanto la cuestión. La cuestión es crear un canal alternativo de comunicación académica de máxima calidad", afirma Abels, investigador lingüístico del University College de Londres.


Los grupos de editores que dimiten pasan a veces a fundar nuevas publicaciones, sobre las que tienen más control. Los antiguos editores de Critical Public Health están creando una nueva revista llamada The Journal of Critical Public Health, auspiciada por la Red Internacional de Salud Pública Crítica de Edimburgo (Reino Unido). Algo similar ocurrió con la dimisión en masa de los editores de la revista NeuroImage de Elsevier el pasado mes de abril, que desde entonces han creado otra revista alojada en la editorial sin ánimo de lucro MIT press.  


Stephen Smith, ingeniero biomédico de la Universidad de Oxford (Reino Unido), era redactor jefe de NeuroImage y ahora ocupa el mismo cargo en la nueva revista, Imaging Neuroscience, que se lanzó el pasado mes de julio. Está satisfecho con lo que ha salido de la dimisión masiva. "Las cosas van muy bien", afirma. "Hasta marzo de 2024, hemos recibido 700 propuestas y publicado 125 artículos".


Abels y sus colegas planean crear una nueva revista, bajo un modelo de acceso abierto al diamante en el que no se cobren tasas ni a los autores ni a los lectores, alojada en la Biblioteca Abierta de Humanidades de Birkbeck, Universidad de Londres. Dice que los editores se vieron impulsados a dimitir por otras dimisiones anteriores, pero añade que quienes se sientan tentados a dimitir deberían mirar más allá de utilizar la medida como protesta. En su lugar, deberían centrarse en encontrar un hogar para la nueva revista y la comunidad académica. Smith está de acuerdo: "Creo que nuestro movimiento es algo más que una simple 'protesta', que implica que los académicos carecemos de poder para cambiar directamente el sistema de publicación". Ese cambio puede lograrse, según Smith, "creando nuevas revistas abiertas, sin ánimo de lucro y con un alto nivel académico".



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Journal editors are resigning en masse: what do these group exits achieve?

Editorial rebellions seem to be on the rise, as researchers seek more control over scholarly communication.

Earlier this month, the editors at the linguistics journal Syntax publicly announced their resignations in response to changes to the manuscript-handling process imposed by its publisher, Wiley.

“We have come to the conclusion that our position as editors of the journal is no longer tenable,” wrote editors Klaus Abels and Suzanne Flynn in an open letter to authors and reviewers of the journal on 9 March. They added that measures designed to cut costs and tackle a backlog of papers — namely assigning copyediting tasks that were previously handled by Syntax’s independent editorial office to a production team without specialist knowledge of linguistics — meant the journal could “no longer meet the needs of our community”.

Wiley says it will continue to publish and invest in Syntax. “Any changes Wiley has made to Syntax have been designed to facilitate the timely and high-quality publishing of the journal,” says Allyn Molina, vice-president of publishing development.  

The move is latest such event in what seems to be an emerging form of protest: the mass resignation of academic editors.

So far this year, the editors of five journals have resigned together, according to an unofficial tally by the website Retraction Watch. This followed 12 such moves in 2023, a big increase over the preceding years (there were 2 such events in both 2021 and 2022). The tally starts in 2015, although earlier events have been recorded.

It isn’t clear whether mass resignations are set to become even more frequent, says Michael Clarke, a publishing consultant at management-consultant firm Clarke & Esposito in Washington DC. But he adds that they are getting a lot of attention. Many mass resignations, Clarke says, are in response to changes to business models in the publishing industry.   

This was the case for editors and editorial-board members of the journal Critical Public Health, published by Taylor & Francis, who resigned last July. The journal’s former co-editor-in-chief Judith Green, a sociologist at the University of Exeter, UK, says that the move was prompted partly by the publisher’s plans to make the journal open access. “It wasn’t that we were opposed to the principle of open access,” she says. Instead, the editors were deeply opposed to the article-processing-charge model, in which authors are charged fees to publish their papers open access. The team decided to resign only after a year of discussions with the publisher about alternative models failed to produce a compromise, Green says. A spokesperson for Taylor & Francis referred Nature to a statement issued at the time of the resignation, saying that the publisher was disappointed by the resignations, but was looking forward to recruiting a new editorial team.

“The big theme [of mass resignations] is this tension of competing priorities,” says Ivan Oransky, co-founder of Retraction Watch. “You have publishers — most of them are for profit — that demand and require constant growth because that's what the stock market requires. You have researchers — academics or editors, for the most part, who champion quality and maybe depth and time to review. Those are in opposition.”   

More than a protest

Clarke says that he can see why editors who are dissatisfied might take matters into their own hands. “If an academic community wishes to control the business decisions of a journal, the best way to do that is to own the journal,” he says. “These mass resignations were all cases where the editors were working on journals owned by the publisher.”

“The resignation is not so much the point. The point is creating an alternative top-quality channel of scholarly communication,” says Abels, a linguistics researcher at University College London.  

Groups of editors who resign sometimes go on to found new publications, over which they have more control. The former editors of Critical Public Health are in the process of setting up a new journal called The Journal of Critical Public Health, hosted by the international Critical Public Health Network in Edinburgh, UK. A similar outcome resulted from the mass resignation of editors at Elsevier journal NeuroImage last April, who have since set up another journal hosted by the non-profit publisher MIT press.  

Stephen Smith, a biomedical engineer at the University of Oxford, UK, was editor-in-chief of NeuroImage, and now holds the same role at the new journal, Imaging Neuroscience, which launched in last July. He is pleased with what came out of the mass resignation. “Things are going extremely well,” he says. “As of March 2024, we have received 700 submissions and published 125 papers.”  

Abels and his colleagues plan to form a new journal, under a diamond open-access model in which there are no fees for authors or readers, hosted by the Open Library of Humanities at Birkbeck, University of London. He says that the editors were galvanized to resign by earlier resignations, but adds that those tempted to resign should look beyond using the move as a protest. They should focus instead on finding a home for a new journal and the academic community. Smith agrees: “I think of our move as being more than just ‘protest’, which implies that we academics lack the power to change the publication system directly.” Such change can be achieved, Smith says, by “starting new journals that are open, not-for-profit, and have high academic standards”.

doi: https://doi.org/10.1038/d41586-024-00887-y

UPDATES & CORRECTIONS
  • Update 27 March 2024: This article has been updated to include comments from Wiley, which publishes Syntax.

lunes, 13 de mayo de 2024

El fracaso de los Acuerdos Transformativos

Publicado en The Scholarly Kitchen

https://scholarlykitchen.sspnet.org/2024/04/04/transitional-agreements-arent-working-what-comes-next/ 



  • La tasa de "conversión" o “transformación” de las revistas (de suscripción o híbridas) a Acceso Abierto “Gold”  es baja (con la excepción de algunas editoriales más pequeñas).

  • Al ritmo actual, de acuerdo según las tasas de conversión de revistas observadas entre 2018 y 2022, las 5 grandes editoriales tardarían al menos 70 años en convertir sus títulos de Acuerdos Transformativos a AA.

  • La cOAlition S reconoció la lentitud de esta transición al expulsar a 1,589 revistas de su programa de transición el año pasado (2023).

  • Aunque estos datos y conclusiones proceden del Reino Unido, cabe señalar que análisis similares realizados en otros lugares han llegado a las mismas conclusiones.

  • El Informe Anual 2023 de Plan S coincide plenamente con estas conclusiones: El AA Gold es la principal vía de acceso al AA, el híbrido está creciendo gracias a los Acuerdos Transformativos y Acceso Abierto el verde está en declive.

  • Queda por ver si la decisión de la cOAlición S de dejar de financiar los ATs a finales de este año repercutirá en estas tendencias.

  • Un informe del año pasado de la Asociación de Instituciones Suecas de Enseñanza Superior señalaba el riesgo de "quedar atrapados en una transformación permanente que favorezca a las grandes editoriales comerciales".

  • Los modelos actuales, incluidos los Acuerdos Transformativos están basados en la publicación de artículos son incompatibles con un ecosistema basado en principios equitativos de Ciencia Abierta, en parte porque incrustan aún más el artículo como unidad de valor. 

  • Esto crea una economía de crecimiento del artículo que exacerba la presión existente sobre los investigadores y el sistema de revisión por pares, y también crea un claro incentivo para que los editores impulsen el crecimiento del artículo con el fin de aumentar los beneficios.

  • Por otra parte, muchas sociedades han sentido la necesidad de estar bajo el "paraguas seguro" de una editorial más grande; la consolidación del mercado continúa con la adquisición de editoriales más pequeñas, y las cinco más grandes siguen dominando la producción.

  • Debemos dejar de centrarnos en el crecimiento incesante de la producción de artículos para mantener y aumentar los beneficios. Es malo para la ciencia y para los investigadores. 

  • No somos los únicos responsables de que el artículo sea la moneda de cambio de la productividad científica, pero podemos dejar de alimentar el fuego. Aumenta la presión sobre los científicos y el sistema de revisión por pares y ha dado lugar a la proliferación de revistas de baja calidad y depredadoras. 


Los acuerdos transitorios no funcionan: ¿Qué viene ahora?


Por ALISON MUDDITT

4 DE ABRIL DE 2024


 Hace ahora diez años que el Comité Conjunto de Sistemas de Información (Jisc) del Reino Unido puso en marcha su primer "acuerdo transitorio" (AT) con Springer Nature. Desde entonces, Jisc ha negociado y/o renovado 75 AT con 47 editoriales. (Nota terminológica: Utilizo el término "acuerdo transitorio" porque es el que emplea Jisc. También se habla de "acuerdos transformativos", aunque, como veremos, es discutible que hayan transformado algo. Véase el manual de mi colega Lisa Hinchliffe por si alguien necesita una recapitulación -primer-). Recientemente, Jisc ha llevado a cabo y publicado una revisión completa de los acuerdos de acceso a la información con el fin de conocer su eficacia en la transición a la AA, explorar el impacto de los acuerdos de acceso a la información en todo el mundo y evaluar si han alcanzado los objetivos del Reino Unido (véase el resumen ejecutivo aquí; el informe completo aquí executive summary here; full report here).


El Reino Unido, como todos los países, tiene su propia historia específica con la transición a la AA y es importante señalar que fue enviado por este camino desde el principio con la publicación del Informe Finch en 2012. En él se recomendaba "la publicación en revistas de acceso abierto o híbridas, financiadas mediante APC [tasas de procesamiento de artículos], como principal vehículo para la publicación de la investigación [financiada con fondos públicos]" y algunos lo consideraron, incluso entonces (by some), un caso de éxito de presión por parte de los mayores editores. No obstante, se nos han vendido colectivamente las TA como un mecanismo sostenible para la transición hacia el OA completo, por lo que merece la pena sumergirse en el informe de Jisc como estudio de caso.


¿Han cumplido los AT´s los requisitos del sector de la ES en el Reino Unido?


El panorama que se desprende del análisis de Jisc es matizado y complicado. No cabe duda de que se han producido avances y éxitos positivos, entre los que se incluyen los siguientes (todos los datos proceden del informe):


La proporción global de artículos OA publicados ha aumentado del 21% en 2014 al 46% en 2022. Los AT´s han ayudado al Reino Unido a realizar la transición más rápidamente que la tasa mundial, con un 50% de artículos publicados en AA en 2022.


Los AT´s han reducido y limitado los costes a nivel sectorial. Jisc estima que, para 2022, las instituciones de ES habrán evitado costes por valor de 42 millones de libras gracias a los acuerdos de AT. Los ATs también han permitido a un sector más amplio de investigadores publicar sus trabajos en abierto.


Pero es evidente que se han producido una serie de resultados menos positivos, como: 


  • La proporción de híbridos en el Reino Unido es más del doble de la media mundial, con un 21% (frente al 10% global), con un descenso constante simultáneo en Verde (de nuevo, una versión más exagerada de la tendencia mundial). En lugar de fomentar una mayor diversidad en los lugares de publicación, los ATs han contribuido a afianzar el híbrido con las editoriales más grandes.


  • En los últimos años (2021 y 2022) se ha producido un resurgimiento (o al menos, una retención) de los artículos cerrados. A pesar del crecimiento de la producción de AA, en las 38 editoriales estudiadas para el informe el 61% de su contenido seguía siendo cerrado.


  • Existe una gran preocupación por la sostenibilidad a largo plazo de los modelos basados en APC, tanto por la aceleración de los costes como por los graves retos a los que se enfrenta la ES en el Reino Unido (severe challenges faced by UK HE).



Basándonos en las tasas de cambio de revistas observadas entre 2018 y 2022, las cinco grandes editoriales tardarían al menos 70 años en cambiar sus títulos de AT a AA.


Lo más importante es la cuestión de si los ATs cumplen la promesa de su nombre de ser transitorias y transformadoras. En general, la tasa de "conversión" de revistas es baja (con la excepción de algunas editoriales más pequeñas). Lo más sorprendente, aunque no del todo, para mí fue el siguiente hallazgo: según las tasas de conversión de revistas observadas entre 2018 y 2022, las cinco grandes editoriales tardarían al menos 70 años en convertir sus títulos de ATs a AA. (En reconocimiento de la lentitud de esta transición, cOAlition S expulsó a 1.589 revistas (cOAlition S booted 1,589 journals) de su programa de transición el año pasado).


Y aunque estos datos y conclusiones proceden del Reino Unido, cabe señalar que análisis similares realizados en otros lugares han llegado a las mismas conclusiones. El Informe Anual 2023 de Plan S (Plan S’s Annual Review 2023) coincide plenamente con las conclusiones de Jisc: El oro es la principal vía de acceso al AA, el híbrido está creciendo gracias a los ATs y el verde está en declive. (Queda por ver si la decisión de la cOAlición S de dejar de financiar los ATs a finales de este año repercutirá en estas tendencias). Un informe del año pasado de la Asociación de Instituciones Suecas de Enseñanza Superior señalaba el riesgo de "quedar atrapados en una transformación permanente que favorezca a las grandes editoriales comerciales". Y un análisis reciente (recent analysis) basado en los acuerdos del Registro ESAC también descubrió que el cambio principal se producía de las revistas cerradas a las híbridas, sin que hasta el momento haya pruebas de que esto lleve a "invertir el sistema".


El fracaso de un enfoque basado en APC


Aquí es donde debo dejar claro que paso a mi análisis e interpretación, no al de Jisc. Siempre he sido escéptico respecto a los ATs, pero creo que el verdadero culpable no es tanto la propia AV como el modelo de pago subyacente: el APC. Los modelos actuales, incluidos los ATs, basados en la publicación de artículos son incompatibles con un ecosistema basado en principios equitativos de Ciencia Abierta, en parte porque incrustan aún más el artículo como unidad de valor. Esto crea una economía de crecimiento del artículo que exacerba la presión existente sobre los investigadores y el sistema de revisión por pares, y también crea un claro incentivo para que los editores impulsen el crecimiento del artículo con el fin de aumentar los beneficios. (Y sí, esto a su vez ha contribuido a los problemas de integridad de la investigación contra los que todos estamos luchando. No voy a cubrirlos por completo aquí, pero baste decir que las dificultades actuales de los editores que han crecido rápidamente a través de este modelo subrayan su fragilidad).


Un segundo problema importante de los ATs y APC es la carga administrativa. El informe de Jisc destaca la importancia de su sistema de gestión centralizada para ampliar el acceso abierto, pero señala que la carga administrativa aún persiste. La diferencia entre los ATs de las distintas editoriales hace que su gestión requiera muchos recursos y personal especializado. Dado que los presupuestos y las negociaciones de las bibliotecas siguen estando fuertemente vinculados al legado de las APC y se evalúan en función del coste por artículo (especialmente en Europa), a las bibliotecas y consorcios les resulta mucho más difícil adaptarse a modelos más nuevos e inclusivos. 


Dando un paso atrás, la lectura de este informe me ha recordado muchos posts y artículos que he leído a lo largo de los años identificando las posibles consecuencias imprevistas de cómo estamos gestionando la transición al AA. Yo mismo escribí uno (one of those) hace cinco años y es interesante reflexionar sobre mis tres principales preocupaciones de entonces a la luz de dónde nos encontramos ahora:


Muchas sociedades han sentido la necesidad de estar bajo el "paraguas seguro" de una editorial más grande; la consolidación del mercado continúa con la adquisición de editoriales más pequeñas, y las cinco más grandes siguen dominando la producción.


La creciente "mercantilización" de los registros académicos: Mi preocupación era que los ATs "corren el riesgo de bloquear el alto coste de las suscripciones en un futuro abierto y de reforzar el dominio del mercado de los actores más grandes, ya que los fondos de suscripción simplemente fluyen en su totalidad a nuevos modelos de acuerdo". Yo diría que esto es exactamente lo que hemos visto: muchas sociedades han sentido la necesidad de estar bajo el "paraguas seguro" de un editor más grande; la consolidación del mercado continúa con la adquisición de editores más pequeños (F1000, PeerJ y más), y, como el informe Jisc concreta, los cinco más grandes siguen dominando la producción. 


Los investigadores siguen sin comprometerse: Ni los mandatos ni los ATs han cambiado esta situación (el informe de Jisc también concluye que el comportamiento de los autores no ha cambiado). Y, de hecho, los ATs han facilitado mucho a los autores el cumplimiento de los mandatos de AA sin la fricción de las APC individuales. Aunque no cabe duda de que esto tiene un aspecto positivo, los ATs se negocian generalmente con las editoriales más grandes y, por lo tanto, sirven para afianzar el comportamiento tradicional de los autores sin necesidad de que éstos se enfrenten a problemas como la asequibilidad o la equidad.


La exclusión de la investigación producida en el Sur Global:  A medida que el AA Gold se ha ido imponiendo como modelo dominante, las desigualdades inherentes han aumentado exponencialmente, dejando fuera a grandes comunidades, especialmente en el Sur Global. Las exenciones han surgido como solución, pero no sólo son insostenibles al menos para las editoriales pequeñas y medianas -incluida PLOS- (they fail to meet the equity standard), sino que no cumplen la norma de equidad. En pocas palabras, no abordan las estructuras sistémicas que llevan a los autores a necesitar exenciones en primer lugar. Las propias exenciones están estructuradas para pedir a los más necesitados de un cambio sistémico que pasen por un aro que las comunidades más privilegiadas nunca ven.


Si no son los ATs, ¿entonces qué?


 Si los ATs parecen más permanentes que transitorios y no parece que vayan a producir una transformación a corto plazo, ¿cómo deberían responder las bibliotecas? Como era de esperar, dado su análisis, Jisc concluye que es imperativo encontrar nuevas formas de acelerar la transición que los ATs no han conseguido. Además, recomiendan:


  

  • una alineación en indicadores adicionales que demuestren un compromiso con la equidad, incluido el apoyo a modelos que no sean de APC.


  • utilizar las conclusiones del informe y otros indicadores a la hora de decidir dónde invertir, y garantizar que esas inversiones cumplan objetivos clave como la reducción de las barreras salariales y el aumento de la equidad.


  • Desinversión en los ATs menos rentables para financiar lo anterior. 


Todas estas son buenas sugerencias, pero yo diría que necesitamos un enfoque estratégico a largo plazo. Como se señaló durante una mesa redonda sobre el informe en la reciente reunión de RLUK (RLUK meeting), la combinación de las conclusiones del informe con los graves problemas financieros del sector de la enseñanza superior en el Reino Unido hace que sea el momento adecuado para lograr un cambio mucho más audaz.


Mientras las bibliotecas lidian con ello, me gustaría ofrecer dos principios básicos a tener en cuenta.



El primero es votar por sus valores. Las bibliotecas son socios clave en la defensa de un cambio del control comercial de la comunicación académica a modelos que estén mejor alineados con los valores fundamentales de la ciencia. Y aunque la defensa es importante, no es suficiente. Como concluye el informe de Jisc, es esencial que las bibliotecas (y otras entidades) inviertan en formas que se ajusten a sus objetivos y valores. Un ejemplo audaz de ello es el de las bibliotecas del MIT, que llevan cuatro años sin contrato con Elsevier y se disponen a reinvertir el importante ahorro obtenido en consonancia con los objetivos del Marco del MIT (MIT Framework). Para muchas bibliotecas, este tipo de decisión no es fácil (ni siquiera posible) de tomar. Cualquier ahorro sería rápidamente recuperado por la Administración - o simplemente no hay suficiente apoyo institucional. (Merece la pena señalar que una razón clave del éxito del MIT son los años de duro trabajo de creación de coaliciones entre la administración y el profesorado). Los bibliotecarios entrevistados durante la mesa redonda de la RLUK se hicieron eco de estos dos temas: la necesidad de replantearse el compromiso con las principales partes interesadas, especialmente los investigadores, y de ampliar el enfoque del AA a la ciencia abierta, la equidad y la asequibilidad. 


La segunda es analizar todas las posibles consecuencias. Esto es algo que nuestra industria no sabe hacer muy bien y hoy vivimos las consecuencias de nuestros fracasos en este ámbito. Incluyo a mi propia organización en esto: cuando se lanzó PLOS y se centró en las ciencias biomédicas, donde las grandes subvenciones eran habituales, cobrar a los autores una tarifa por publicar parecía justo y razonable si significaba que cualquiera podía leer y reutilizar el artículo. Pero no supimos prever el éxito que tendrían las APC, cómo explotarían este espacio los editores comerciales y lo poco equitativas que llegarían a ser. En una línea similar, la "renovada" política de la Fundación Gates ( “refreshed” Gates Foundation policy) entraña el riesgo de que, sin alternativas establecidas, sus beneficiarios vuelvan a publicar sus investigaciones tras muros de pago. Por eso es importante el trabajo que PLOS está realizando con el grupo de trabajo que hemos creado con cOAlition S y Jisc (working group we established with cOAlition S and Jisc) para facilitar los debates con las partes interesadas y tratar de impulsar el cambio en todo el sector.


Por supuesto, la responsabilidad no recae únicamente en las bibliotecas. A menudo he afirmado que los editores tienen más capacidad de acción de la que nos gustaría admitir y que, aunque no podemos lograr un cambio general de los sistemas por nuestra cuenta, podemos señalar el camino y hacer mucho para detener un mayor deterioro. Al fin y al cabo, tenemos cierta culpa de (have some culpability) haber llegado hasta aquí.


Debemos dejar de centrarnos en el crecimiento incesante de la producción de artículos para mantener y aumentar los beneficios. Es malo para la ciencia y para los investigadores.


Como punto de partida, debemos dejar de centrarnos en el crecimiento incesante de la producción de artículos para mantener y aumentar los beneficios. Es malo para la ciencia y para los investigadores. No somos los únicos responsables de que el artículo sea la moneda de cambio de la productividad científica, pero podemos dejar de alimentar el fuego. Aumenta la presión sobre los científicos y el sistema de revisión por pares y ha dado lugar a la proliferación de revistas de baja calidad y depredadoras. Aunque creo que esto es totalmente plausible ahora mismo en la mayoría de las grandes editoriales, si no en todas, el cambio al AA ha sido más difícil para las editoriales más pequeñas, especialmente las sociedades. Sin embargo, podría decirse que el enfoque casi exclusivo en el modelo APC es lo que está haciendo que esto sea mucho más difícil. Existe un número creciente de alternativas más adecuadas (clasificadas aquí por Tasha Mellins-Cohen helpfully classified here), junto con oportunidades para que al menos algunas sociedades creen nuevas fuentes de ingresos (como la monetización del contenido existente de nuevas formas). 


A largo plazo, debemos pensar en transformaciones mucho mayores. La IA va a cambiar radicalmente la forma en que se lleva a cabo la investigación, por lo que deberíamos esperar cambios similares en la forma en que se lee y se comparte la investigación. El viejo paradigma desarrollado hace décadas sobre la base de la impresión no sobrevivirá a esto. Los cambios en el ciclo de vida de la investigación acelerarán la necesidad de un sistema más flexible centrado en una serie más amplia de resultados de investigación, adecuadamente compartidos y evaluados en diferentes puntos del ciclo de vida. Y no creo que la fijación de precios por unidad sea siquiera una opción viable para apoyar este futuro.


Sé que muchos de mis colegas comparten muchas de mis frustraciones, y lo han hecho durante años. Y, sin embargo, la tasa de innovación real en la edición académica sigue siendo bastante baja ( innovation in scholarly publishing remains pretty low).  Se suponía que los acuerdos transitorios/transformativos eran precisamente eso, pero (como también reconoce el informe de Jisc), la mayoría de los editores han hecho poco por articular cómo es un mundo "transformado". Es hora de que articulemos claramente cómo vamos a satisfacer las demandas del futuro, junto con una hoja de ruta para llegar hasta allí.



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Transitional Agreements Aren’t Working: What Comes Next?

It’s now ten years since the Joint Information Systems Committee (Jisc) in the UK launched its first “transitional agreement” (TA) with Springer Nature. Since then, Jisc has negotiated and/or renewed 75 TAs with 47 publishers. (A note on terminology: I am using “transitional agreement” as this is the term used by Jisc. These are also referred to as “transformative agreements” – though, as we shall see, it’s arguable whether they have transformed anything. See my fellow Chef Lisa Hinchliffe’s primer if anyone needs a recap.) Jisc recently undertook and published a full review of TAs to understand how effective they have been in delivering an OA transition, to explore the impact of TAs globally, and to assess whether they have achieved the UK’s goals (see executive summary here; full report here).

The UK, like all countries, has its own specific history with the transition to OA and it’s important to note that it was sent down this path early on with the publication of the Finch Report in 2012. This recommended “publication in open access or hybrid journals, funded by APCs [article processing charges], as the main vehicle for the publication of [publicly funded] research” and was seen by some, even then, as a successful case of lobbying by the largest publishers. Nonetheless, we have collectively been sold TAs as a sustainable mechanism for transition to full OA, and so it’s worth diving into the Jisc report as a case study.   

Have TAs achieved the UK HE sector’s requirements?

The picture that emerges from Jisc’s analysis is nuanced and complicated. There have certainly been positive developments and successes, including the following (all data is taken from the report):

  • The global proportion of OA articles published has increased from 21% in 2014 to 46% in 2022. TAs have helped the UK to transition faster than the global rate with 50% of articles published OA in 2022.

  • TAs have reduced and constrained costs at sector level. Jisc estimates that by 2022, HE institutions avoided costs of £42m through TA agreements. TAs have also enabled a broader section of researchers to publish their work openly.

But there have clearly been a set of less positive outcomes, such as:   

  • The UK’s proportion of hybrid is more than double the global average at 21% (compared with 10% globally), with a concurrent steady decline in Green (again, a more exaggerated version of the global trend). Rather than encouraging more diversity in publishing venues, TAs have helped to entrench hybrid with the biggest publishers.

  • In recent years (2021 and 2022) there has been a resurgence in (or at least, retention of) Closed articles.Despite the growth in OA output, across the 38 publishers studied for the report 61% of their content was still closed.

  • There are significant concerns with the longer term sustainability of APC-based models based on both accelerating costs coupled with the severe challenges faced by UK HE.  

Based on the journal flipping rates observed between 2018 – 2022 it would take at least 70 years for the big five publishers to flip their TA titles to OA.

Most important is the question of whether TAs deliver on their promise of their name to be transitional and transformative. Overall, the rate of journal “flipping” is low (with the exception of some smaller publishers). Most shocking, if not entirely unsurprising, to me was the following finding: based on the journal flipping rates observed between 2018 – 2022 it would take at least 70 years for the big five publishers to flip their TA titles to OA. (In recognition of the slowness of this transition, cOAlition S booted 1,589 journals from its transition program last year.)

And while these data and conclusions are from the UK, it’s worth noting that similar analyses elsewhere have come to the same conclusions. Plan S’s Annual Review 2023 is entirely aligned with Jisc’s findings: Gold is the primary route to OA, Hybrid is growing thanks to TAs, and Green is in decline. (It remains to be seen whether cOAlition S’s decision to cease funding TAs at the end of this year will impact these trends.) A report last year from the Association of Swedish Higher Education Institutions noted the risk of “getting stuck in a permanent transformation that favors large commercial publishers”. And a recent analysis based on agreements from the ESAC Registry also found that the primary shift was from closed to hybrid journals, with as yet little evidence that this would lead to “flipping the system”. 

The failure of an APC-based approach

This is where I should be clear that I’m moving to my analysis and interpretation, not that of Jisc. I have always been skeptical about TAs, but I think that the real culprit is not so much the TA itself but the underlying payment model: the APC. Current models, including TAs, built on article publication are incompatible with an ecosystem founded on equitable Open Science principles in part because they further embed the article as the unit of value. This creates an article growth economy which exacerbates both existing pressure on researchers and the peer review system, and also creates a clear incentive for publishers to push for article growth in order to increase profit. (And yes, this in turn has contributed to the research integrity challenges we’re all battling. I’m not going to cover those fully here but suffice to say that the current difficulties at publishers who’ve grown rapidly through this model underlines its fragility.)

A second significant issue with TAs and APCs is the administrative burden. The Jisc report notes the importance of their centrally managed system for scaling OA but notes that the administrative burden still persists. The difference in TAs across publishers makes managing them resource-intensive and requires specialist staff. With library budgeting and negotiating still heavily linked to the legacy of APCs and assessed by cost per article (especially in Europe), it’s that much harder for libraries and consortia to adapt to newer and more inclusive models.

Taking a step back, reading this report reminded me of many posts and articles I’ve read over the years identifying the potential unintended consequences of how we’re managing the OA transition. I wrote one of those myself five years ago and it’s interesting to reflect back on my three primary concerns then in light of where we now find ourselves:

Many societies have felt the need to be under the “safe umbrella” of a larger publisher; market consolidation continues with the acquisition of smaller publishers, and the biggest five continue to dominate output.

The increased “marketization” of the scholarly record: My concern was that TAs “run the risk of locking in the high cost of subscriptions into an open future and of reinforcing the market dominance of the biggest players as subscription funds simply flow in full to new deal models”. I’d argue that this is exactly what we’ve seen: many societies have felt the need to be under the “safe umbrella” of a larger publisher; market consolidation continues with the acquisition of smaller publishers (F1000, PeerJ and more), and, as the Jisc report makes concrete, the biggest five continue to dominate output.  

Researchers remain disengaged: Neither mandates nor TAs have changed this (the Jisc report also finds that author behaviors haven’t changed). And in fact, TAs have made it far easier for authors to comply with OA mandates without the friction of individual APCs. While there is undoubtedly a positive aspect to this, TAs are generally negotiated with the bigger publishers and so serve to entrench traditional author behavior without any need for authors to confront concerns such as affordability or equity.

Hardwiring the exclusion of research produced in the Global South:  As Gold OA has taken hold as the dominant model, the inbuilt inequities have exploded exponentially, shutting out large communities – especially in the Global South. Waivers have emerged as a solution but not only are these unsustainable for at least small and mid-size publishers – including PLOS – but they fail to meet the equity standard. Simply put, they do not address the systemic structures that lead authors to need waivers in the first place. Waivers themselves are structured to ask those most in need of systemic change to jump through hoops that more privileged communities never see.   

If not TAs, then what?

If TAs seem more permanent than transitional and don’t appear to be delivering a transformation any time soon, how should libraries respond? Unsurprisingly given its analysis, Jisc concludes that it’s imperative to find new ways to speed the transition that TAs haven’t delivered. In addition, they recommend:

  • Alignment on additional indicators that demonstrate a commitment to equity, including support for non-APC models.

  • Using the report’s conclusions and other indicators when deciding where to invest – and ensuring that those investments deliver on key goals such as reducing paywalls and increasing equity.

  • Divestment from underperforming TAs to fund the above.  

Those are all good suggestions, but I’d argue that we need a strategic focus on the long game here. As was noted during a panel discussion of the report at the recent RLUK meeting, the combination of the report’s findings with the serious financial challenges in the UK HE sector makes this the right time to reach for much bolder change.

As libraries grapple with that, I’d like to offer two core principles to keep in mind.

The first is to vote your values. Libraries are key partners in advocating for a shift from commercial control of scholarly communication to models that are better aligned with the core values of science. And while advocacy is important, it’s not enough. As the Jisc report concludes, it’s essential for libraries (and others) to invest in ways that align with their goals and values. One bold example of this is the MIT Libraries who have now been out of contract with Elsevier for four years and are preparing to reinvest the significant savings in line with the goals of the MIT Framework. For many libraries, this kind of decision isn’t easy (or even possible) to make. Any savings would be rapidly recouped by the Administration – or there simply isn’t sufficient institutional support. (It’s worth noting that a key reason for MIT’s success is the years of hard work of coalition building across both administration and faculty.) The librarians interviewed during the RLUK panel discussion echoed both of these themes:  the need to rethink engagement with key stakeholders, especially researchers; and to expand the focus from OA to open science, equity, and affordability.

The second is to play through all of the potential consequences. This is something our industry isn’t very good at and we’re today living with the consequences of our failures in this area. I include my own organization in this – back when PLOS was launched and focused in the biomedical sciences where large grants were common, charging authors a fee to publish seemed fair and reasonable if it meant that anyone could read and reuse the paper. But we failed to anticipate how successful APCs would become, how commercial publishers would exploit this space, and how inequitable they would become. In a similar vein, there is a risk under the “refreshed” Gates Foundation policy that, without established alternatives, their grantees will revert to publishing their research behind paywalls. That’s why the work PLOS is doing with the working group we established with cOAlition S and Jisc is important to facilitate discussions with relevant stakeholders to try to drive change across the industry.

Of course, the responsibility doesn’t only fall to libraries. I’ve often argued that publishers have more agency than we’d like to admit and that while we can’t deliver broad systems change on our own, we can point the way and do a lot to halt further deterioration. We do, after all, have some culpability for getting us to this point.

We must pull back from the current focus on relentless growth of article output to maintain and grow profits. It’s bad for science and for researchers.

As a starting point, we must pull back from the current focus on relentless growth of article output to maintain and grow profits. It’s bad for science and for researchers. We’re not solely responsible for the article’s place as the currency of scientific productivity but we can stop fueling the fire. It adds to pressure on scientists and the peer review system and has given rise to the proliferation of low quality and predatory journals. While I think that this is entirely plausible right now at most, if not all, larger publishers, the shift to OA has been more challenging for smaller publishers, especially societies. Yet arguably the almost exclusive focus on the APC model is what’s making this much harder. There are a growing number of better suited alternatives (helpfully classified here by Tasha Mellins-Cohen), alongside opportunities for at least some societies to build new revenue streams (such as monetizing existing content in new ways).
In the longer term, we need to be thinking about much bigger transformations ahead. AI is going to fundamentally change how research is conducted and so we should expect similar shifts in how research is read and shared. The old paradigm developed decades ago based on print won’t survive this. Changes in the research lifecycle will accelerate the need for a more flexible system focused on a broader series of research outputs, appropriately shared and assessed at different points in the lifecycle. And I don’t think that unit-based pricing is even a feasible option to support this future.

I know that many of my colleagues share many of my frustrations – and have done for years. And yet the rate of true innovation in scholarly publishing remains pretty low.  Transitional/transformative agreements were supposed to be just that, yet (as the Jisc report also recognizes), most publishers have done little to articulate what a “transformed” world looks like. It’s time for us to clearly articulate how we’re going to meet the demands of the future, along with a roadmap to get there.

ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...