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miércoles, 22 de marzo de 2023

[preprint] El libro de jugadas de los editores: Breve historia de la obstrucción de la industria editorial a la misión de las bibliotecas

Disponible en Digital Access To Scholarchip At Harvard
https://dash.harvard.edu/handle/1/37374618


The Publisher Playbook: A Brief History of the Publishing Industry’s Obstruction of the Library Mission
 
Citation Courtney, Kyle K. and Juliya Ziskina. 2023. "The Publisher Playbook: A Brief History of the Publishing Industry’s Obstruction of the Library Mission." Pre-print.

Resumen

Las bibliotecas han desarrollado continuamente su capacidad para proporcionar acceso a las colecciones de forma innovadora. Sin embargo, muchos de estos avances en el acceso no se lograron sin superar una gran resistencia y obstrucción por parte de los titulares de derechos y la industria editorial. La lucha por mantener la misión de la biblioteca basada en el acceso y servir al interés público comenzó ya a finales del siglo XIX y continúa en la actualidad. Llamamos a estas tácticas el "libro de jugadas de los editores". Las bibliotecas y sus lectores se han enzarzado habitualmente en largas batallas para defender la capacidad de las bibliotecas de cumplir su misión y servir al bien público. Lo que sigue es un breve repaso de las veces y los métodos en que los editores y los intereses de los titulares de derechos han intentado obstaculizar la misión de las bibliotecas. Este patrón de conducta, tal y como se refleja en los litigios en curso sobre el préstamo digital controlado, no es inesperado y contradice un libro de jugadas histórico por parte de los editores y los titulares de derechos para maximizar sus propios beneficios y el control sobre las necesidades de información del público. Afortunadamente, como se señala en este documento, el Congreso y los tribunales han respaldado históricamente los intentos de las bibliotecas de ampliar el acceso a la información en beneficio del público.

Condiciones de uso Este artículo está disponible bajo los términos y condiciones aplicables a Otro material publicado, tal y como se establece en http://nrs.harvard.edu/urn-3:HUL.InstRepos:dash.current.terms-of-use#LAA.


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Libraries have continuously evolved their ability to provide access to collections in innovative ways. Many of these advancements in access, however, were not achieved without overcoming serious resistance and obstruction from the rightsholder and publishing industry. The struggle to maintain the library’s access-based mission and serve the public interest began as early as the late 1800s and continues through today. We call these tactics the "publishers' playbook." Libraries and their readers have routinely engaged in lengthy battles to defend the ability for libraries to fulfill their mission and serve the public good. The following is a brief review of the times and methods that publishers and rightsholder interests have attempted to hinder the library mission. This pattern of conduct, as reflected in ongoing controlled digital lending litigation, is not unexpected and belies a historical playbook on the part of publishers and rightsholders to maximize their own profits and control over the public’s informational needs. Thankfully, as outlined in this paper, Congress and the courts have historically upheld libraries’ attempts to expand access to information for the public’s benefit.
Terms of Use This article is made available under the terms and conditions applicable to Other Posted Material, as set forth at http://nrs.harvard.edu/urn-3:HUL.InstRepos:dash.current.terms-of-use#LAA

martes, 21 de marzo de 2023

La ciencia: otro bien público convertido en mercancía

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/notas/2023/03/21/ciencia-y-tecnologia/otro-bien-publico-convertido-en-mercancia/?from=page&block=ciencia-y-tecnologia&opt=articlelink




Otro bien público convertido en mercancía

Ana María Cetto* 

El lunes 13 de marzo apareció en La Jornada un artículo con el encabezado: “Un bien público convertido en mercancía”. Al no haber leído previamente el nombre del autor, y quizás a causa de mi deformación profesional, pensé que el artículo se refería al conocimiento científico como bien público. Pero no: Iván Restrepo se refería muy acertada y oportunamente al agua, un bien que “desde hace décadas escasea por mal uso, acaparamiento y carencia de políticas públicas”.

Del buen o mal uso del agua somos responsables todos; de su acaparamiento lo son unos cuantos, que obtienen ganancias millonarias lucrando con el preciado líquido. La carencia de políticas públicas permite que esta situación se agrave hasta alcanzar un nivel que en este próximo periodo de sequía amenaza con convertirse en crítico para el país, sus habitantes, la agricultura, la industria, la vida toda.

En su análisis de las nuevas características del capitalismo, Hardt y Negri hacen ver cómo lo común, “aquello que le pertenece a la humanidad en su conjunto”, ha sido cercado por el mercado y por los sistemas financieros. Lo “común” son el aire, el agua, los frutos de la tierra y todo lo que la naturaleza nos prodiga; pero también los resultados de la producción social, tales como saberes, lenguajes, información. Al ser producidos socialmente, nos pertenecen a todos y, sin embargo, debido a su mercantilización la gran mayoría de la población no puede acceder a ellos (M. Hardt & T. Negri, Commonwealth, 2011, citado por Esther Juliana Vargas en Autonomía universitaria y capitalismo cognitivo, 2021).

La gran economista Elinor Ostrom, al hablar de la gestión de los comunes, no diferencia entre los recursos naturales y los inmateriales, como el conocimiento. En ambos casos argumenta que la capacidad de los individuos para administrar los recursos varía dependiendo de las posibilidades y la disposición de la comunidad para autogobernarse, adoptando un conjunto de acuerdos y reglas de juego (E. Ostrom, El gobierno de los bienes comunes, 1990).

¿Hasta qué grado las comunidades productoras de conocimiento científico han perdido la capacidad de autogestionarse que alguna vez las caracterizara? La regulación y medición de los “productos” del conocimiento se han sofisticado notablemente en las últimas décadas, a través de políticas oficiales homogeneizadoras aplicadas a los curricula, a los procedimientos y criterios de evaluación, a la financiación por proyectos, etcétera, todo ello en una atmósfera de aparente meritocracia. En paralelo, se ha incrementado a un ritmo rampante la gestión de los bienes del conocimiento científico en manos de unas cuantas agencias privadas de la ciencia: editoriales, bases de datos e índices, que intervienen en el proceso de circulación y validación de la calidad con un claro ánimo de lucro. El círculo se cierra al convertirse estos últimos en jueces de lo que es o no es científicamente relevante, y transforman sus veredictos en política pública al adquirir protagonismo en el ámbito institucional de la academia.

Las cifras hablan por sí solas, y para no aburrir al lector mencionaremos sólo el caso de Elsevier, la mayor editorial académica, que se presenta como “empresa de análisis de información que ayuda a las instituciones y a los profesionales a hacer progresos científicos”. Con más de 46 mil títulos de libros y 2 mil 800 revistas en línea, además del sistema de citas Scopus y otros servicios, Elsevier reportó en 2022 ingresos por 3 mil 500 millones de dólares y utilidades de mil 100 millones de dólares, con un margen de ganancia de 37.8 por ciento (mayor que el de Microsoft, Google y Coca Cola). En gran medida, este “éxito” fue posible gracias a las instituciones académicas que canalizan fondos hacia la empresa. En un alarde de creatividad financiera, Elsevier, como otras empresas que componen el oligopolio editorial, ha comprometido a nuestras universidades a cubrir por anticipado mediante “acuerdos transformativos” los costos de publicación de nuestros artículos científicos que llegasen a ser aceptados para aparecer en sus revistas. Estamos contribuyendo a perpetuar el negocio y asegurar sus ganancias.

¿Puede acaso revertirse este proceso de mercantilización?

Regresando a los argumentos de Elinor Ostrom, se requiere de las comunidades académicas la disposición para autogestionarse; concretamente, para recuperar el control de publicación de los productos del conocimiento. En este aspecto América Latina da un buen ejemplo al mundo, puesto que la mayoría de nuestras revistas científicas son editadas por instituciones académicas, sin fines de lucro.

En otras latitudes se observan algunas señales alentadoras. Por ejemplo, en 2018 todas las instituciones académicas de Alemania y Suecia cancelaron sus suscripciones con Elsevier al no llegar a un acuerdo justo. En 2019 la Universidad de California decidió que, “para impedir que Elsevier incrementara sus ganancias a expensas de la institución”, a partir de 2019 no firmaría un nuevo contrato con la empresa.

Por otro lado, está cada vez más cuestionado internacionalmente el actual sistema de evaluación basado en las métricas producidas por las bases de datos privadas, definitorias de la “corriente principal” de la que por motivos comerciales queda excluida la mayor parte de la producción científica editada en países como México “la cual, dicho sea de paso, sí está disponible en acceso libre y abierto no comercial, por tratarse de un bien común”. Sin embargo, estas prácticas de evaluación, cuestionadas por injustas y excluyentes, siguen operando en nuestras instituciones en detrimento y a espaldas de las publicaciones a menudo producidas y sustentadas por ellas mismas. Mientras las políticas públicas no corrijan esta práctica contradictoria, nuestras comunidades productoras de conocimiento científico seguirán respondiendo al son del oligopolio editorial trasnacional, financiado con recursos públicos de la nación.

*Investigadora titular del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México

Plan 2.0 para el acceso abierto: ¿un plan o una nueva ambigüedad?

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/plan-s-20-open-access-plan-bold-may-prove-ineffective   El...