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jueves, 18 de septiembre de 2025

OpenAI: ¿del ascenso global al control algorítmico?

Publicado en dpl news
https://dplnews.com/openai-del-ascenso-global-al-control-algoritmico/



OpenAI: ¿del ascenso global al control algorítmico?
Sharon Durán  May 26, 2025

Especial: Titanes de la geopolítica digital

Menos de una década le tomó a OpenAI convertirse en uno de los jugadores más importantes del desarrollo de Inteligencia Artificial (IA) en el mundo: pasando de ser un laboratorio de investigación impulsado por la filantropía tecnológica a consolidarse como uno de los centros neurálgicos del poder de la tecnología y los algoritmos.

OpenAI fue fundada en 2015 por su actual CEO, Sam Altman, por Elon Musk y otros expertos de tecnología, con la misión de “asegurar que la Inteligencia Artificial General se desarrolle de forma segura y esté al servicio de toda la humanidad”. Hoy, una década después, los modelos y desarrollos casi diarios que presenta OpenAI dejan muchas dudas sobre los verdaderos intereses de la compañía.

De regreso con sus creadores, Elon Musk se retiró de la junta directiva en 2018 para “evitar interferencias con los desarrollos de IA que se estaban realizando en Tesla, especialmente en el campo de la conducción autónoma”, decía el reporte oficial.

Sin embargo, informes posteriores indican que Musk habría propuesto tomar control de OpenAI y convertirla en una entidad más agresiva y competitiva, algo que no fue bien recibido por el resto del equipo fundador, y al no lograr alinear su visión con la del resto de la organización, optó por apartarse. 

Pero con el tiempo, la escalada de la IA casi le daría la razón.

Los costos de entrenamiento de modelos cada vez más grandes y la competencia obligaron a OpenAI a hacer una reestructuración en 2019, cuando se creó una entidad “con fines de lucro limitados” para atraer capital privado. Una decisión efectiva, ya que Microsoft invirtió más de 13 mil millones de dólares e integró los modelos de OpenAI en productos como Azure, Bing y Microsoft 365.

Puede decirse que ese fue el momento clave para convertir a OpenAI en una infraestructura cognitiva de propósito general, con aplicaciones directas en educación, medios, salud, defensa y más.

ChatGPT, la joya de la corona

Aunque OpenAI venía haciendo un muy buen trabajo para incorporar sus soluciones en el ecosistema Microsoft, la compañía llegó a la cima en noviembre de 2022, cuando lanzó públicamente ChatGPT, una interfaz conversacional (chatbot) basada en su modelo GPT-3.5 que en sólo cinco días superó el millón de usuarios, y en menos de dos meses alcanzó los 100 millones, convirtiéndose en la aplicación de más rápido crecimiento en la historia digital.

Este fenómeno no sólo capturó la atención de desarrolladores y tecnólogos, sino que impactó directamente a medios, educadores, empresas y gobiernos. Por primera vez, millones de personas experimentaron el poder de un modelo de lenguaje capaz de responder preguntas, redactar textos complejos, traducir, programar e incluso generar ideas creativas.

ChatGPT catalizó una nueva ola de inversión, regulaciones emergentes y discusiones filosóficas sobre la relación entre humanos y máquinas, consolidando a OpenAI como un referente indiscutible en la feroz carrera global por dominar la IA.

El chatbot se convirtió en el rostro público de la IA moderna. Su adopción masiva redefinió lo que los usuarios esperan de una herramienta digital con Inteligencia Artificial que dejó de ser la ejecución de comandos, para convertirse en una herramienta que permite establecer diálogos fluidos, contextuales y creativos con una máquina.

ChatGPT pasó de una versión gratuita a un modelo de suscripción con capacidades como generación de imágenes y análisis de textos y datos, marcó una nueva etapa en el uso de la IA y se convirtió en una plataforma cotidiana integrada en sistemas empresariales, universidades y utilizada por profesionales de todos los sectores, mientras que la ciudadanía en general la utiliza como un sustituto de buscadores tradicionales, y las generaciones más jóvenes como un asesor de vida.

Luego de que ChatGPT le diera la vuelta al mundo, Elon Musk regresó a la historia y en 2024 criticó a OpenAI por “haberse desviado de sus principios fundacionales al volverse una empresa con fines de lucro estrechamente ligada a Microsoft”, por lo cual presentó una demanda que aún sigue en curso. 

Musk también presentó una oferta para comprar OpenAI en febrero de 2025, que por supuesto fue rechazada por Altman.

Y en mayo de este año, la junta directiva de OpenAI regresó a su modelo sin fines de lucro, el cual mantendrá el control sobre su organización con fines de lucro.

Los cambios estructurales y la necesidad de Musk por regresar a la historia parecen un par de intentos por reforzar la legitimidad ética de la empresa. Pero esa misma expansión, impulsada por el éxito sin precedentes de ChatGPT, ha llevado a OpenAI a acelerar el desarrollo de nuevos productos y capacidades que están generando creciente escrutinio a nivel global.

Del chatbot inofensivo al posible control algorítmico 

Es claro que ChatGPT fue sólo el primer paso de una serie de productos que empiezan a preocupar a expertos y autoridades.

Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en enero de 2025, las capacidades de OpenAI se potenciaron. En su primer día en la Casa Blanca, el presidente revocó una Orden Ejecutiva firmada por Joe Biden en 2023, con la que se buscaba impulsar el desarrollo y usos seguros y fiables de la IA. Dicha orden exigía pruebas de seguridad rigurosas y transparencia por parte de los desarrolladores de esta tecnología.

Así, OpenAI entendió que sus capacidades irían más allá de Sillicon Valley. En abril, la compañía presentó su plan para la Unión Europea (UE) como un “blueprint económico”, en el que propone multiplicar por tres la infraestructura de cómputo en el continente, establecer Centros de Datos regionales y crear un fondo de mil millones de euros para acelerar proyectos de IA con impacto social o económico. Esta estrategia, que en la superficie busca fomentar la competitividad europea, también puede leerse como un intento de moldear las condiciones del mercado y adelantarse a futuras restricciones de la Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), el ambicioso marco regulatorio que la UE impulsa.

Pero la fase internacional de OpenAI no se detiene. La compañía lanzó el programa “OpenAI for Countries”, que pretende construir relaciones formales con gobiernos de todo el mundo para apoyar el desarrollo responsable de la IA en cada país. Este esquema podría permitirle a OpenAI influir directamente en políticas públicas, fomentar la adopción de sus productos y consolidarse como socio estratégico en la formulación de agendas nacionales de IA.

Con oficinas locales y acuerdos bilaterales para transferencia de conocimiento y acceso preferencial a tecnología, el programa OpenAI for Countries podría convertirse en el vehículo con el que una empresa privada establezca las reglas del juego en países que aún están definiendo su futuro digital, y en este caso OpenAI empezaría a operar con una lógica casi-estatal. Al respecto, es importante considerar la delgada frontera entre colaboración y captura institucional que resulta un tanto difusa y que podría considerarse una especie de “neocolonialismo digital”.

Por otro lado, Sam Altman respalda a Oklo, una startup de energía nuclear que planea desarrollar pequeños reactores modulares (SMRs) para abastecer de energía limpia y constante las instalaciones de OpenAI, y además ha establecido una colaboración con los Laboratorios Nacionales de Estados Unidos para la seguridad nuclear, que incluyen la integración de modelos de IA de OpenAI en investigaciones de seguridad nacional.

Si bien estas dos estrategias (invertir en generación propia de energía y colaborar con instituciones gubernamentales en seguridad nuclear) pueden ofrecer beneficios significativos, también plantean interrogantes sobre la concentración de poder y la necesidad de una supervisión adecuada en el uso de tecnologías avanzadas en ámbitos críticos. Una supervisión que prácticamente ya no existe con la revocación de la Orden Ejecutiva de 2023.

El liderazgo de OpenAI es indiscutible, pero no sólo se mide en su capacidad de cómputo, talento en IA y control sobre modelos fundacionales, sino también en su capacidad de definir estándares éticos, marcos de gobernanza y narrativas claras sobre lo que significa “de forma segura y al servicio de toda la humanidad”, como la que promulgan.

Al convertirse en el referente que es y ampliando sus facultades como lo ha venido haciendo, OpenAI también asume el riesgo de convertirse en juez y parte de un ecosistema donde las reglas aún se están escribiendo y que no todos escriben por igual.


    Analista especializada en Colombia y Ecuador y reportera principal en temas de Inteligencia Artificial.

    Especializada en temas de derechos humanos y de género en entornos digitales, política pública y regulación TIC, con enfoque ético, violencia digital, espectro, redes 5G, IoT, chips e Identidad digital. También sigue la agenda TIC de Venezuela y Panamá.

    viernes, 15 de agosto de 2025

    La militarización de Silicon Valley [ Reportaje del NYT: Destacamento 201 con CEOs de OpenAI, Meta, Palatir y Google ]

    Publicado en The New York Times
    https://www.nytimes.com/2025/08/04/technology/google-meta-openai-military-war.html 



    La militarización de Silicon Valley

    En un cambio importante, Google, OpenAI, Meta y los capitalistas de riesgo, muchos de los cuales alguna vez habían renunciado a involucrarse en la guerra, han adoptado el complejo militar industrial.


    Por Sheera Frenkel
    Reportando desde San Francisco y Washington
    Publicado el 4 de agosto de 2025

    Actualizado el 5 de agosto de 2025

    En una ceremonia realizada en junio en el Joint Base Myer-Henderson Hall en Arlington, Virginia, cuatro ejecutivos actuales y anteriores de Meta, OpenAI y Palantir se alinearon en el escenario para prestar juramento de apoyar y defender a los Estados Unidos. El Ejército de los EE. UU. acababa de crear una unidad de innovación técnica para los ejecutivos, quienes vestían equipo y botas de combate. En el evento, fueron nombrados tenientes coroneles de la nueva unidad, el Destacamento 201, que asesorará al Ejército sobre nuevas tecnologías para un posible combate. “Necesitamos desesperadamente lo que hacen bien”, dijo el secretario del Ejército, Daniel Driscoll, sobre los ejecutivos tecnológicos, quienes ya han recibido entrenamiento básico. “No podemos decir lo agradecidos que estamos de que se arriesguen a venir a intentar desarrollar esto con nosotros”




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    Andrew Bosworth, Meta’s chief technology officer; Bob McGrew, an adviser at Thinking Machines Lab and OpenAI’s former chief research officer; Shyam Sankar, Palantir’s chief technology officer; and Kevin Weil, OpenAI’s chief product officer at a military ceremony in June. Staff Sgt. Leroy Council/United States Army

    El ejército no solo está cortejando a las empresas tecnológicas de Silicon Valley. En la era del presidente Trump, las ha reclutado con éxito. En los últimos dos años, los líderes e inversores de Silicon Valley, muchos de los cuales alguna vez renunciaron a involucrarse en armas y guerra, se han lanzado de lleno al complejo militar-industrial. Meta, Google y OpenAI, que antes incluían en sus políticas corporativas cláusulas que prohibían el uso de inteligencia artificial en armas, han eliminado dicha cláusula. OpenAI está creando tecnología antidrones, mientras que Meta fabrica gafas de realidad virtual para entrenar a soldados en combate.

    Al mismo tiempo, las empresas emergentes de armas y defensa están despegando. Andreessen Horowitz, una firma de capital de riesgo, anunció en 2023 que invertiría 500 millones de dólares en tecnología de defensa y otras empresas que impulsarían el crecimiento de Estados Unidos. Y Combinator, la incubadora de empresas emergentes conocida por impulsar empresas como Airbnb y DoorDash financió su primera empresa emergente de defensa en agosto de 2024. La inversión de capital de riesgo en empresas relacionadas con la defensa aumentó un 33 % el año pasado, alcanzando los 31 000 millones de dólares, según McKinsey.

    Este cambio forma parte de un importante cambio cultural en Silicon Valley. Hace una década, las empresas tecnológicas ostentaban lemas como "conectar el mundo" y "no hacer el mal" y se comprometían a no utilizar su tecnología con fines militares. Colaborar con el gobierno estadounidense era tan impopular que los contratos de software y computación en la nube con el Departamento de Defensa alimentaron las protestas de los empleados del sector tecnológico.

    Ahora "la situación ha cambiado", declaró Andrew Bosworth, director de tecnología de Meta y uno de los nuevos tenientes coroneles del Destacamento 201, en una conferencia tecnológica celebrada en San Francisco en junio. "Hay un patriotismo mucho más fuerte del que creo que la gente cree en Silicon Valley". Está previsto que cumpla algunos días de servicio en la reserva del Ejército cada año.






    A 2020 prototype of augmented reality headgear for soldiers from the U.S. Army. Meta recently said it is making virtual reality glasses with Anduril, a defense tech start-up, to train soldiers for battle. Bridgett Siter/Agence France-Presse, via Us Army/Afp Via Getty Images


    La militarización de la capital tecnológica del país se ha visto impulsada por un clima político cambiante, la competencia con China por el liderazgo tecnológico y las guerras en Ucrania y Gaza, donde los drones y los sistemas de armas basados en IA se han vuelto cruciales en los combates. Estas guerras impulsaron al Pentágono a modernizar el arsenal estadounidense, una medida que Trump ha apoyado.


    En abril, el Sr. Trump emitió una orden ejecutiva que exigía al ejército actualizar el sistema que utiliza para adquirir nueva tecnología. Su proyecto de ley de política nacional asignó una cifra récord de un billón de dólares a defensa en 2026, incluyendo tecnología como drones autónomos. Los ejecutivos de Silicon Valley y los inversores de capital riesgo esperan con interés esta bonanza.


    En abril, el Sr. Trump emitió una orden ejecutiva que exigía al ejército actualizar el sistema que utiliza para adquirir nueva tecnología. Su proyecto de ley de política nacional asignó una cifra récord de un billón de dólares a defensa en 2026, incluyendo tecnología como drones autónomos. Los ejecutivos de Silicon Valley y los inversores de capital riesgo esperan con interés esta bonanza.

    “Proteger las democracias es importante”, afirmó Raj Shah, socio director de Shield Capital, una firma de capital de riesgo de San Francisco que invierte en tecnología de defensa y seguridad. “Hay autoritarios perversos que no creen en las fronteras”.

    Sin embargo, algunos ejecutivos e ingenieros tecnológicos lidian con los posibles perjuicios de este cambio. Una vez que construyan drones autónomos y armas de IA para el ejército, tendrán poco control sobre cómo se implementa la tecnología. Esto ha generado debates sobre si estas armas avanzadas causarán más muertes que las tradicionales, según afirmaron tres ingenieros de Google y Meta.

    “Estas empresas de Silicon Valley son hipercompetitivas y, en su afán por entrar en estos sectores de defensa, no hay mucho que pensar”, dijo Margaret O'Mara, historiadora tecnológica de la Universidad de Washington. 


    Arraigado en la defensa La militarización de Silicon Valley es en muchos sentidos un regreso a las raíces de la región.


    Antes de que la zona se convirtiera en un epicentro tecnológico, era una tierra bucólica de huertos frutales. En la década de 1950, el Departamento de Defensa comenzó a invertir en empresas tecnológicas de la región, con el objetivo de competir con las ventajas tecnológicas de Rusia durante la Guerra Fría. Esto convirtió al gobierno federal en el primer gran patrocinador de Silicon Valley. 


    La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, una división del Departamento de Defensa, posteriormente incubó tecnologías —como internet— que se convirtieron en la base de las empresas más grandes de Silicon Valley. En 1998, los estudiantes de posgrado de Stanford Sergey Brin y Larry Page recibieron financiación de Darpa y otras agencias gubernamentales para crear Google.


    Pero a finales de los años 90 y principios de los 2000, las empresas tecnológicas se volcaron hacia la tecnología de consumo, como el comercio electrónico y las redes sociales. Se presentaron como empresas que hacían el bien y democratizaban la tecnología para las masas, atrayendo a una fuerza laboral mayoritariamente liberal que se oponía a colaborar con el sector de defensa.


    En 2018, más de 4000 empleados de Google protestaron contra un contrato del Pentágono llamado Proyecto Maven, que habría utilizado la inteligencia artificial de la compañía para analizar las grabaciones de vigilancia de drones. En una carta a los ejecutivos, los empleados afirmaron que Google «no debería estar en el negocio de la guerra».


    Google pronto dijo que no renovaría el contrato del Pentágono y se retiró de una carrera por un contrato de computación en la nube de 10 mil millones de dólares llamado JEDI para el Departamento de Defensa.


    Ese año, Google publicó los principios rectores para futuros proyectos de IA, prohibiendo el uso de la IA en «armas u otras tecnologías cuyo propósito o implementación principal sea causar o facilitar directamente lesiones a las personas». Otras empresas siguieron su ejemplo con compromisos similares.




    In 2018, Google published a guiding principle forbidding A.I. for “weapons or other technologies whose principal purpose or implementation is to cause or directly facilitate injury to people.” Mike Kai Chen for The New York Times


    Hubo casos excepcionales. Alex Karp, director ejecutivo de Palantir, una firma de análisis de datos tecnológicos fundada en 2003, estaba tan entusiasmado con la idea de que Silicon Valley asumiera un papel más importante en defensa que demandó al Ejército en 2016 para obligarlo a considerar la compra del software de Palantir. Palantir alegó que el Ejército no estaba considerando opciones comerciales para sus necesidades.


    Palantir ganó la demanda. Otras empresas tecnológicas proporcionaron al Departamento de Defensa software y computación en la nube, entre otros servicios.


    En 2015, el secretario de Defensa, Ashton Carter, visitó Silicon Valley para inaugurar la Unidad de Innovación de Defensa, un programa militar emblemático para acelerar la adopción de tecnología avanzada. Sin embargo, las empresas emergentes afirmaron que el proceso burocrático para firmar acuerdos con el Pentágono hacía insostenible el programa.


    "No éramos tan ágiles como querían ser las personas con las que queríamos conectarnos", reconoció Carter en una conferencia tecnológica de 2016.


    Orgulloso de participar después de que las guerras en Ucrania y Gaza trajeron drones autónomos y software de reconocimiento facial a los campos de batalla, los ingenieros y ejecutivos de Silicon Valley dijeron que se dieron cuenta de que ya no era teórico que la próxima guerra la ganarían los militares con las tecnologías más avanzadas.


    El clima político también cambió, y algunos ejecutivos e inversores de capital riesgo apoyaron abiertamente las posturas y candidatos de derecha. La competencia con China por la superioridad tecnológica llevó a muchos expertos en tecnología a inclinarse más por el gobierno estadounidense como aliado.


    Palantir se convirtió en un modelo para otras empresas tecnológicas. Con contratos con el gobierno y las fuerzas armadas estadounidenses para software que organiza y analiza datos, el valor de mercado de la compañía se disparó a más de 375 000 millones de dólares este mes, superando la capitalización bursátil combinada de contratistas de defensa tradicionales como Lockheed Martin, Northrop Grumman y General Dynamics.


    En una carta a los accionistas en mayo, el Sr. Karp dijo que los críticos alguna vez descartaron el interés de Palantir en "armar a los Estados Unidos de América", pero que "algunos dentro del Valle ahora han dado un giro y han comenzado a seguir nuestro ejemplo".


    Palantir no respondió a una solicitud de comentarios. Otras empresas de Silicon Valley también se volcaron en el sector de defensa. En enero de 2024, OpenAI, creador del chatbot ChatGPT, eliminó en su página de políticas la cláusula que prohibía el uso de su tecnología para el "desarrollo de armas" y "militares y bélicos". Ese mismo diciembre, la compañía anunció un acuerdo con Anduril, una startup de tecnología de defensa, para desarrollar sistemas de IA antidrones.


    Cuando se le pidió un comentario, una portavoz de OpenAI señaló una conversación de abril entre Sam Altman, director ejecutivo de la compañía, y el general Paul M. Nakasone, miembro de la junta directiva de OpenAI y ex director de la Agencia de Seguridad Nacional. 


    “Tenemos que involucrarnos, nos enorgullecemos de hacerlo y realmente queremos hacerlo en áreas de seguridad nacional”, afirmó Altman, y añadió que OpenAI contribuiría al desarrollo de la IA cuando “apoyara a Estados Unidos y a nuestros aliados para defender los valores democráticos en todo el mundo y garantizar nuestra seguridad”.


     (The New York Times demandó a OpenAI y a su socio, Microsoft, por violación de derechos de autor de contenido noticioso. Ambas compañías negaron haber actuado mal). 


    El año pasado, Meta modificó sus políticas para permitir el uso de sus tecnologías de IA con fines militares. En mayo, la compañía anunció una alianza con Anduril para desarrollar dispositivos de realidad virtual para el entrenamiento de soldados. En aquel momento, el Sr. Bosworth afirmó que la seguridad nacional de Estados Unidos se beneficia enormemente de que la industria estadounidense haga realidad estas tecnologías. 


    En febrero, Google también anunció que retiraba su prohibición autoimpuesta del uso de IA en armas. En una entrada de blog, la compañía afirmó que se estaba desarrollando una competencia global por el liderazgo en IA en un panorama geopolítico cada vez más complejo. Creemos que las democracias deberían liderar el desarrollo de la IA. 


    Google y Meta declinaron hacer comentarios. 


    Un beneficiario de este cambio es Anduril, fundada en 2017 por Palmer Luckey, emprendedor tecnológico que desarrolló las gafas de realidad virtual Oculus. Anduril, que diseña armas basadas en IA, firmó en marzo un contrato de 642 millones de dólares para tecnología antidrones con el Cuerpo de Marines, y en octubre un contrato de 250 millones de dólares para el desarrollo de tecnología de defensa aérea para el Departamento de Defensa. En junio, Anduril anunció la obtención de 2.500 millones de dólares en nueva financiación, con una valoración de 30.500 millones de dólares. La empresa declinó hacer comentarios



    Palmer Luckey, the founder of Anduril, which designs A.I.-backed weapons. The company is working with Meta and other tech giants. Philip Cheung for The New York Times


     La aceptación de la defensa se vio reforzada por el alistamiento de cuatro ejecutivos tecnológicos en la nueva unidad del ejército en junio. Se trataba del Sr. Bosworth de Meta, el director de tecnología de Palantir, Shyam Sankar, el director de producto de OpenAI, Kevin Weil, y Bob McGrew, asesor de Thinking Machines Lab y exdirector de investigación de OpenAI. El ejército había contactado al Sr. Sankar con motivo de la unidad, quien recomendó a los demás ejecutivos, según declaró un portavoz del ejército.


    'Un ciclo de exageración' 


    Cuando Billy Thalheimer asistió a una sesión en la incubadora de empresas emergentes de Silicon Valley Y Combinator en 2021, se vio a sí mismo como un inadaptado.


    Como director ejecutivo de Regent, empresa que construye planeadores marinos eléctricos para fines militares y de otro tipo, afirmó haber observado "un verdadero estigma contra la tecnología de defensa". Otras startups de Y Combinator promocionaban proyectos de criptomonedas, recuerda el Sr. Thalheimer. 


    Ahora hay cientos de empresas emergentes centradas en la tecnología de defensa, afirmó. «Está claro que estamos en un ciclo de euforia», añadió. 


    Desde 2023, Regent ha recaudado más de 100 millones de dólares de inversores como Mark Cuban y Peter Thiel. En marzo, la empresa firmó un contrato de 15 millones de dólares con el Cuerpo de Marines y está construyendo una fábrica en Rhode Island. 


    En Hayward, California, la producción se ha intensificado en la fábrica de Skydio, una empresa de drones autónomos. En junio, la startup firmó un contrato de 74 millones de dólares con el Departamento de Estado para suministrar drones a las fuerzas de seguridad y la lucha contra el narcotráfico a nivel mundial. 


    Adam Bry, fundador de Skydio en 2014, afirmó que se ha producido un cambio radical en la rapidez con la que el ejército satisface la necesidad de nuevas tecnologías. Firmar su primer contrato para suministrar drones al ejército le llevó tres años, pero un nuevo contrato este año para continuar suministrándolos tardó menos de un mes. 


    "Por primera vez, vemos un verdadero sentido de urgencia", dijo el Sr. Bry. Skydio, que ha recaudado 230 millones de dólares, cuenta con más de 800 empleados. 


    La estrecha relación de Silicon Valley con el sector de defensa quedó patente en marzo, cuando cientos de personas se reunieron en Washington para una cumbre organizada por Andreessen Horowitz. La firma de capital de riesgo destacó su programa "American Dynamism", que incluye inversiones en empresas de defensa.


    “Invertir en tecnología de defensa es necesario y urgente”, declaró David Ulevitch, socio general de Andreessen Horowitz. “La superioridad tecnológica es un requisito para una democracia sólida”. 


    El orador destacado fue el vicepresidente JD Vance, un ex capitalista de riesgo que una vez invirtió en Anduril. 


    “No deberíamos temer a las nuevas tecnologías productivas; de hecho, deberíamos intentar dominarlas”, dijo el Sr. Vance. “Eso es, sin duda, lo que esta administración quiere lograr”. 


    Sheera Frenkel es una reportera radicada en el Área de la Bahía de San Francisco que cubre las formas en que la tecnología impacta la vida cotidiana con un enfoque en las empresas de redes sociales, incluidas Facebook, Instagram, Twitter, TikTok, YouTube, Telegram y WhatsApp


    *************************************



    The Militarization of Silicon Valley

    In a major shift, Google, OpenAI, Meta and venture capitalists — many of whom had once forsworn involvement in war — have embraced the military industrial complex.


    By Sheera Frenkel

    Reporting from San Francisco and Washington

    Published Aug. 4, 2025Updated Aug. 5, 2025

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    In a ceremony in June at Joint Base Myer-Henderson Hall in Arlington, Va., four current and former executives from Meta, OpenAI and Palantir lined up onstage to swear an oath to support and defend the United States.

    The U.S. Army had just created a technical innovation unit for the executives, who were dressed in combat gear and boots. At the event, they were pronounced lieutenant colonels in the new unit, Detachment 201, which will advise the Army on new technologies for potential combat.

    “We desperately need what they are good at,” Secretary of the Army Daniel Driscoll said of the tech executives, who have since undergone basic training. “It’s an understatement how grateful we are that they are taking this risk to come and try to build this out with us.”

    NYT The Militarization of Silicon Valley.jpg

    Andrew Bosworth, Meta’s chief technology officer; Bob McGrew, an adviser at Thinking Machines Lab and OpenAI’s former chief research officer; Shyam Sankar, Palantir’s chief technology officer; and Kevin Weil, OpenAI’s chief product officer at a military ceremony in June.Credit...Staff Sgt. Leroy Council/United States Army

    The military is not just courting Silicon Valley tech companies. In the age of President Trump, it has successfully recruited them.

    Over the past two years, Silicon Valley’s leaders and investors — many of whom had once forsworn involvement in weapons and war — have plunged headfirst into the military industrial complex. Meta, Google and OpenAI, which once had language in their corporate policies banning the use of artificial intelligence in weapons, have removed such wording. OpenAI is creating anti-drone technology, while Meta is making virtual reality glasses to train soldiers for battle.

    At the same time, weapons and defense start-ups are taking off. Andreessen Horowitz, a venture capital firm, said in 2023 that it would invest $500 million in defense technology and other companies that would help America “move forward.” Y Combinator, the start-up incubator known for hatching companies like Airbnb and DoorDash, funded its first defense start-up in August 2024. Venture capital investment in defense-related companies surged 33 percent last year to $31 billion, according to McKinsey.

    MÉXICO: el presupuesto 2026 para las universidades estará por debajo de la inflación

    Publicado en  La Jornada https://www.jornada.com.mx/2025/09/10/politica/004n1pol#:~:text=La%20mayor%C3%ADa%20de%20las%20universidades,Egreso...