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jueves, 6 de febrero de 2025

Disputa México-EE. UU. sobre maíz transgénico revela que falta analizar sus riesgos

Publicado en SciDevNet
https://www.scidev.net/america-latina/news/disputa-mexico-eeuu-sobre-maiz-gm-revela-que-falta-analizar-sus-riesgos/?utm_source=SciDev.Net&utm_medium=email&utm_campaign=14822554_2024-12-30%20Weekly%20Email%20Digest%20-%20Am%C3%A9rica%20Latina%20y%20el%20Caribe%20Template.%20For%20no%20topic%20preferences&dm_i=1SCG,8TP5M,665LFG,10PXIC,1


30/12/24

Disputa México-EE. UU. sobre maíz GM revela que falta analizar sus riesgos


De un vistazo
  • Panel del T-MEC concluyó que México no tiene la evidencia científica para prohibir el maíz GM
  • Especialistas coinciden en que es necesario un análisis de riesgos específicos para México
  • Organizaciones de defensa del maíz dicen que el fallo prioriza intereses comerciales


 

[CIUDAD DE MÉXICO] El fallo final a favor de Estados Unidos por parte de
un panel de controversias, que suprime las barreras impuestas por México
para la importación de maíz transgénico (GM), revela la necesidad
de un análisis de riesgos específicos sobre este grano tanto para el
ambiente como para la salud de la población mexicana.

El panel se formó en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos
y Canadá (T-MEC) y concluye que México no tiene la evidencia científica
necesaria para prohibir el uso de maíz transgénico en su territorio,
por lo tanto, debe cumplir con sus obligaciones comerciales en el T-MEC
y continuar con las importaciones de maíz estadounidense.

México es el mayor importador de maíz de Estados Unidos: recibe
aproximadamente el 40 por ciento de sus exportaciones del grano.
Aunque el promedio anual de estas importaciones varía entre
14 y 16 toneladas, en 2023 llegó a una cifra récord de cerca de 20 toneladas,
con un valor de más de US$ 5 mil millones.

La decisión del panel va en contra de la intención manifestada
por el gobierno mexicano desde 2020 de prohibir el uso de
maíz OGM con el argumento de que al hacerlo se evita la
contaminación de las variedades de maíz nativo y se protege
la salud de la población por el potencial daño que pueden causar
los residuos de pesticidas, como el glifosato, usado en el
maíz estadounidense.

La disputa se inició en 2020 y escaló a partir de febrero de 2023,
cuando el entonces presidente de México, Andrés Manuel López Obrador,
publicó un decreto en el que prohibía el uso de maíz transgénico
en masas y tortillas, e instruía a las agencias gubernamentales
mexicanas a eliminar gradualmente el uso de maíz transgénico
para alimentación animal y de uso industrial para alimentación humana.

Estados Unidos alegó que estas medidas eran incompatibles
con las obligaciones de México en el T-MEC, y solicitó la intervención
 de un panel de resolución de controversias que se formalizó el
23 de agosto del 2023 y presentó su reporte final el pasado 20 de diciembre.

Este informe incluye las partes medulares de la controversia.
Mientras México plantea que llevará a cabo la sustitución
gradual del maíz GM y que esto dependerá de que se
hagan los estudios científicos pertinentes para evaluar
el riesgo de forma más objetiva, Estados Unidos argumenta que
para eso antes debe haber pruebas suficientes sobre el riesgo
del maíz GM y un plan para resolver la insuficiencia de pruebas.

Para México, los artículos científicos presentados ante el panel
muestran que existe evidencia suficiente para establecer el
principio precautorio, que son las medidas de protección ante un
potencial de riesgo a la salud o al ambiente.

El país argumenta que es prioritario evitar que el maíz transgénico
y las variedades nativas de maíz no transgénico de México crezcan
en los mismos campos y milpas (como se le conoce a un
sistema agrícola tradicional en el que en una misma parcela
se cultiva maíz, frijol y calabaza principalmente).
Con ello protegería a los mexicanos de consumir las
proteínas transgénicas y los residuos de pesticidas utilizados en los OGM.

Para Estados Unidos, ninguno de los estudios científicos
presentados evalúa el riesgo específico del maíz GM para México,
ni identifica riesgos por consumir residuos de mezclas o combinaciones
de pesticidas en una dieta típica mexicana. “El argumento de México
parece basarse en una presunción de peligro, en lugar de la
necesaria identificación del riesgo”, dice el reporte.

Frente a esta disyuntiva, el panel decidió que Estados Unidos
tenía razón: “El panel comprende el deseo manifestado por México
de mantener la integridad genética de sus variedades autóctonas de maíz”.
Sin embargo, “México no ha demostrado que las medidas sean ‘necesarias’
para lograr ese objetivo”.

Para el investigador del Instituto de Geografía de la Universidad
Nacional Autónoma de México, Quetzalcóatl Orozco, el panel
tomó una decisión correcta. “Desde mi punto de vista México debió
presentar sus propios datos de a cuánto glifosato estaría expuesto
un consumidor si consume tortillas de maíz GM importado
y comparar ese nivel con los límites permitidos internacionalmente”,
comenta a SciDev.Net.

“En el caso de los efectos a la salud por consumo de maíz GM
tampoco hay datos de cantidad de exposición de proteínas
genéticamente modificadas por consumo de tortilla.
Tampoco se presentaron análisis específicos sobre el riesgo
para la diversidad de maíz nativo. Creo que al gobierno de México
la faltó hacer la tarea”, añade Orozco, quien se ha especializado
en conservación y diversidad de maíces nativos mexicanos.

El profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo,
J. Reyes Altamirano Cárdenas, especialista en problemas
económico-agroindustriales, coincide en que “México no presentó
evidencia suficiente que demostrara riesgos concretos asociados
con el maíz GM ni llevó a cabo evaluaciones detalladas sobre
su impacto en las especies nativas o en la salud humana.
Por ello, la conclusión del panel resulta válida y consistente
con las normas internacionales”, dice a SciDev.Net.

No obstante, Altamirano refiere que “México cuenta con más de
60 razas nativas de maíz, las cuales podrían verse ‘contaminadas’
con transgenes provenientes del maíz importado, disminuyendo así
la diversidad genética para adaptarse a diferentes entornos y
usos específicos. Esto es una realidad, la principal fuente
para esta contaminación es el maíz transgénico de las importaciones”.

El verdadero reto: aumentar la producción nacional

El fallo a favor de Estados Unidos ha provocado el rechazo
entre organizaciones de la sociedad civil por tratarse, dicen,
de una decisión comercial que prioriza los intereses de empresas
internacionales por encima de la seguridad de los mexicanos.

“Bajo ninguna circunstancia un tratado comercial puede estar
por encima de la soberanía de México”, dice el posicionamiento 
que publicó hace unos días la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País,
movimiento conformado por más de 300 organizaciones campesinas,
ambientales y de derechos humanos.

Las organizaciones también critican que las tres personas que
conformaron el panel, Christian Häberli (Suiza), Hugo Perezcano Díaz (México),
y Jean Engelmayer Kalicki (Estados Unidos), sean especialistas en 
comercio internacional y solución de controversias.

“No son científicos ni especialistas en salud pública o ambiental.
Su labor se limita a resolver la controversia administrativa presentada
por EU contra México, sin considerar los posibles impactos del
maíz genéticamente modificado en la salud, la biodiversidad 
o el medio ambiente del país”, afirma el posicionamiento.

Además, señalan que esta resolución es la prueba de las deficiencias
que tienen los sistemas internacionales de evaluación de OGM
y sus riesgos para la salud humana y ambiental, pues
“no consideran factores clave, como las formas de consumo,
la cantidad y la frecuencia con que lxs mexicanxs consumen maíz
a lo largo de su vida”.

El reto para México es generar, justamente, esa información.
“El país cuenta con la infraestructura, los expertos y
la capacidad técnica necesarios para realizar las evaluaciones
de riesgo que considere pertinentes”, explica Altamirano.

“Además, existen estándares internacionales como los del 
Codex Alimentarius y las directrices de la Organización
Mundial del Comercio, que pueden servir de guía.
Lo que se requiere es una organización eficiente de estas
capacidades y la asignación adecuada de recursos para llevar a cabo
 dichas evaluaciones”, añade.

Sin embargo, “lo que vimos el sexenio pasado fue un desmantelamiento
de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
(Conabio), parte fundamental para los análisis
de riesgo de los OGM”, dice Orozco.

Tras conocer el fallo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum,
aseguró que acatará la determinación del panel, pero
en la conferencia de prensa del 23 de diciembre dijo que buscará
incluir la prohibición de la siembra del maíz transgénico en la Constitución,
cuya aprobación por parte del Congreso se espera que
suceda en febrero de 2025.

“Conservar el maíz en México no transgénico es algo obligatorio
para todas y todos los mexicanos. Eso es lo que queremos que
quede en la Constitución. Y nadie puede intervenir sobre eso”,
anunció la mandataria.

Para Orozco, más que leyes y decretos que prohíben la importación
de maíz GM, el país debería tener un programa para aumentar
la producción nacional. “México debe aumentar la producción
nacional de maíz blanco y amarillo no transgénico para ser
autosuficiente”, sostiene.

Altamirano también concluye que, sin los instrumentos de
fomento a la producción, la soberanía alimentaria que defiende
México tendrá efectos muy limitados.

“La producción de maíz en México se ha estancado, mientras
que las importaciones continúan aumentando. Por eso es
necesario retomar estrategias para fomentar la producción nacional,
incluyendo acceso a créditos, seguros agrícolas, asistencia técnica,
reconversión productiva y el diseño de una política comercial efectiva”, asegura.

Este artículo fue producido por la edición de América Latina
y el Caribe de 
SciDev.Net




jueves, 26 de diciembre de 2024

Adicción a redes sociales y contenido basura provoca ‘Podredumbre cerebral’ y reducción de la materia gris

Publicado en El País
https://elpais.com/tecnologia/2024-12-26/podredumbre-cerebral-o-lo-que-el-abuso-de-contenido-basura-en-internet-puede-hacerle-a-la-mente.html?utm_medium=social&utm_campaign=echobox&utm_source=Twitter&ssm=TW_CM#Echobox=1735198036-3



‘Podredumbre cerebral’ o lo que el abuso de contenido basura en internet puede hacerle a la mente

La adicción a las redes sociales reduce la materia gris, acorta la capacidad de atención, debilita la memoria y distorsiona procesos cognitivos


Podredumbre cerebral: “Deterioro del estado mental o intelectual de una persona como resultado del consumo excesivo de material (particularmente contenido en línea) considerado trivial o poco desafiante”. La definición la ha dado el diccionario de Oxford que, tras los votos de más de 37.000 personas, eligió este concepto como su palabra del año. Los expertos del diccionario observaron que el término ganó relevancia en el último tiempo “para expresar las preocupaciones sobre el impacto del consumo excesivo de contenido de baja calidad en redes sociales”, dice la publicación. La frecuencia de uso del término aumentó un 230% entre 2023 y 2024.

La podredumbre cerebral no es solo un capricho lingüístico. En los últimos 10 años, la ciencia ha sido capaz de demostrar que el consumo excesivo de contenidos basura en internet —sensacionalismo, conspiración, vacío— está modificando nuestros cerebros, hasta el punto de que la palabra “podrido” tal vez no sea tan exagerada. La evidencia muestra que las redes sociales están reduciendo la materia gris, acortando la capacidad de atención, debilitando la memoria y distorsionando procesos cognitivos fundamentales, según recoge el diario británico The Guardian con citas a un gran número de investigaciones académicas de instituciones como la facultad de medicina de Harvard, la Universidad de Oxford y el King’s College de Londres.

Una de esas investigaciones se publicó el año pasado y evidenció que la adicción a internet provoca cambios estructurales en el cerebro, lo que repercute de manera directa en el comportamiento y las capacidades de un individuo. Michoel Moshel, investigador de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Macquarie (Australia) y coautor del estudio, explica que el consumo compulsivo de contenidos en redes sociales —el famoso doomscrolling “aprovecha la tendencia natural de nuestro cerebro a buscar novedades, especialmente cuando se trata de información potencialmente dañina o alarmante, un rasgo que en su momento nos ayudó a sobrevivir”.

Moshel destaca que con algunas funciones, como el ‘desplazamiento infinito’, diseñadas para mantenerte enganchado al móvil, las personas, más que nada jóvenes, pueden quedar atrapadas en un ciclo de consumo de contenido durante horas. “Esto puede afectar gravemente la atención y las funciones ejecutivas al saturar nuestro enfoque y alterar la forma en que percibimos y reaccionamos ante el mundo”, sentencia el investigador.

Eduardo Fernández Jiménez, psicólogo clínico en el Hospital la Paz de Madrid, explica que el cerebro activa diferentes redes neuronales para configurar distintos tipos de atención. Y que el uso problemático de los móviles e internet está generando problemas en la llamada atención sostenida: “Te permite concentrarte en una misma tarea durante un período de tiempo más o menos largo. Es la que está vinculada a los procesos de aprendizaje académico”, dice. El problema, señala, está en que los usuarios de redes sociales suelen estar expuestos a estímulos muy cambiantes, variables (una notificación de Instagram, un mensaje de WhatsApp, una alerta de noticias) y con potencial adictivo. Eso hace que el foco de atención esté todo el tiempo saltando de un sitio al otro, afectando su propia capacidad.

La primera alerta fue el correo electrónico

Algunos expertos vienen alertando sobre este tema prácticamente desde comienzos de siglo, cuando el correo electrónico pasó a ser una herramienta de uso frecuente. En 2005, The Guardian tituló: “Los correos electrónicos ‘son una amenaza para el coeficiente intelectual’”. La historia contaba que un equipo de científicos de la Universidad de Londres se preguntó qué impacto podría tener sobre el cerebro el bombardeo incesante de información. Luego de 80 ensayos clínicos, encontraron que el coeficiente intelectual de los participantes que utilizaban el correo y el teléfono móvil a diario caía una media de 10 puntos. Los investigadores midieron que esta demanda constante de atención tenía efectos más negativos que el consumo de cannabis.

Esto fue antes de la llegada de los tuits, los reels de Instagram, los desafíos de TikTok y las notificaciones instantáneas. El panorama actual es aún menos alentador. Investigaciones recientes encontraron que el uso y abuso de internet está asociado con una disminución de la materia gris en las regiones prefrontales del cerebro. Es la zona que interviene en la resolución de problemas, la regulación emocional, la memoria y el control de los impulsos.

El trabajo de Moshel y sus colegas va en esa línea. Su último estudio revisó 27 investigaciones de neuroimagen y encontró que el consumo desmedido de internet está relacionado con una reducción en el volumen de materia gris en regiones del cerebro involucradas en el procesamiento de recompensas, el control de impulsos y la toma de decisiones. “Estos cambios reflejan patrones observados en las adicciones a sustancias”, asegura el científico, como las metanfetaminas y el alcohol.

Eso no es todo. La investigación también encontró que “estos cambios neuroanatómicos en adolescentes coinciden con la interrupción de procesos como la formación de identidad y la cognición social, aspectos críticos durante esta etapa del desarrollo”. Funciona casi como un bucle, donde los más vulnerables pueden ser los más afectados. Según los resultados de una investigación publicada en Nature en noviembre, las personas con peor salud mental son más propensas a navegar por contenidos basura, lo que agrava aún más sus síntomas.

En diciembre, el psicólogo Carlos Losada le sugirió a EL PAÍS algunas recomendaciones para evitar caer en el doomscrolling o, dicho de otra manera, evitar ser absorbido por el agujero negro del contenido chatarra que refuerzan los algoritmos: reconocer el problema, esforzarse por desconectar y hacer actividades que requieran una presencia física, como quedar con amigos o hacer deportes, son algunas de sus sugerencias.

Moshel dice: “Estas actividades son fundamentales para la salud cerebral y el bienestar general, ayudando a equilibrar los efectos potencialmente dañinos del uso prolongado de pantallas”. Enfatiza que el tipo de contenidos que se consumen es un factor clave para modular los cambios anatómicos en el cerebro. “Concéntrese tanto en la calidad como en la cantidad del tiempo frente a la pantalla. Priorice el contenido educativo que evite características adictivas. Establezca límites claros y apropiados para la edad sobre el uso diario de pantallas y fomente pausas regulares”, añade.


jueves, 19 de diciembre de 2024

BRASIL prohíbe los celulares en las escuelas y colegios: medida que mejora el desempeño escolar y reduce el "bullying"

Publicado en Deutsche Welle
https://www.dw.com/es/brasil-proh%C3%ADbe-celulares-en-las-escuelas-de-primaria-y-secundaria/a-71102454?s=08



Brasil prohíbe los celulares en las escuelas y colegios

La medida afecta a los centros públicos y privados, entre advertencias sobre los efectos nocivos de las pantallas en la salud y el aprendizaje de los jóvenes

El Senado de Brasil aprobó el miércoles (18.12.2024) una ley que prohíbe el uso del celular por parte de los alumnos en las escuelas, tanto en las aulas como en el recreo, durante todas las etapas de la educación obligatoria.

La medida, que ya había sido votada en la Cámara de Diputados y ahora está pendiente de la sanción del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, afecta a escuelas públicas y privadas y establece que solo estarán permitidos los aparatos electrónicos para fines "estrictamente pedagógicos".

La prohibición de los celulares tiene como excepción su uso por parte de aquellos estudiantes que los necesiten por razones de "accesibilidad" o para "atender condiciones de salud".

Además, la ley también obliga a las escuelas a adoptar estrategias para tratar los problemas psicológicos de los alumnos e informarles de los riesgos sobre el "uso inmoderado" de los aparatos.

"En todos los lugares donde se implementó la medida (...), se tuvo una mejora en el desempeño escolar, en la disciplina de las escuelas y en la reducción del bullying (acoso escolar)", señaló durante la discusión el senador Alessandro Vieira, ponente del proyecto, en declaraciones citadas por medios brasileños.

La aprobación llega después de que el estado de São Paulo y la ciudad de Río de Janeiro adoptaran decisiones similares en los últimos meses.

El Ministerio de Educación había expresado su apoyo a la medida, al citar estudios que señalan su impacto positivo sobre el desempeño de los estudiantes y sobre la salud mental de los profesores.

"La tecnología es importante, los equipamientos son importantes, pero tiene que haber un limite", afirmó en octubre el ministro, Camilo Santana.

gs (afp, efe, reuters)



lunes, 1 de julio de 2024

USA: suben el precio por el acceso a datos de salud

Publicado en Science
https://www.science.org/content/article/u-s-wants-change-how-researchers-get-access-huge-trove-health-data-many-don-t-idea?utm_source=sfmc&utm_medium=email&utm_content=alert&utm_campaign=DailyLatestNews&et_rid=309742451&et_cid=5209286 


Estados Unidos quiere cambiar el modo en que los investigadores acceden a un enorme caudal de datos sanitarios. A muchos no les gusta la idea


Las universidades podrían dejar de almacenar datos de Medicare y Medicaid, y aumentarían los costes para muchos investigadores


10 DE MAYO DE 2024



POR MEREDITH WADMAN


Los investigadores sanitarios están instando al gobierno de EE.UU. a replantearse un plan que les obligaría a utilizar un sistema gubernamental interno, y a pagar bastante más, para acceder a un enorme caudal de datos reunidos por los programas federales que apoyan la atención médica de unos 140 millones de personas.


A la espera de que el 15 de mayo venza el plazo para presentar observaciones, los investigadores han expresado su preocupación por el cambio de política propuesto por los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), que administran Medicare y Medicaid. Los dos programas subvencionan el seguro de enfermedad y la atención médica a personas mayores, con discapacidad o con bajos ingresos, y los datos de reclamaciones de los CMS incluyen abundante información, como la ubicación de los pacientes, datos demográficos, diagnósticos y costes de la atención. Los investigadores académicos llevan mucho tiempo utilizando los datos que los CMS exportan a sus universidades para elaborar estudios revisados por expertos, algunos de los cuales han dado lugar a cambios en las políticas. 


Estos análisis independientes se verán amenazados si los CMS siguen adelante con su plan de obligar a los investigadores a abandonar sus datos institucionales y utilizar un sistema gubernamental que les costará mucho más, dicen los críticos del plan. «No se trata sólo de la investigación. ... Esto potencialmente perjudicará la evolución de la política de manera que en realidad podría perjudicar los resultados de salud", dice William Schpero, economista de la salud en Weill Cornell Medicine y co-autor de un comentario criticando los cambios propuestos publicados esta semana en JAMA.


Durante décadas, los CMS han permitido a las instituciones de investigación adquirir y albergar datos de reclamaciones médicas desidentificadas previo pago de una única cuota inicial, normalmente de decenas de miles de dólares, y cuotas más modestas cuando los datos se vuelven a utilizar para proyectos adicionales. Cualquier número de miembros de un equipo de investigación puede acceder a los datos para un proyecto determinado. El 12 de febrero, sin embargo, la Agencia anunció su intención de dejar de enviar por FedEx a las universidades unidades de memoria USB con datos cifrados. En su lugar, pronto exigirá a los investigadores que accedan a los datos a través de su Centro Virtual de Datos de Investigación (VRDC).   


Para acceder al VRDC, los investigadores deben pagar una «cuota de proyecto» inicial de al menos 15.000 dólares y, a partir de entonces, un mínimo de 10.000 dólares anuales para mantener el acceso. Además, el CMS cobra una «cuota de asiento» anual por cada usuario: al menos 20.000 dólares por usuario el primer año y al menos 13.000 dólares por usuario cada año a partir de entonces, con cuotas adicionales por espacio de almacenamiento extra y actualizaciones de datos más frecuentes.


Al mismo tiempo, las universidades tendrían que disolver sus colecciones de datos CMS, a menudo acumuladas durante décadas.


Los CMS afirman que los cambios son necesarios para garantizar la seguridad de los datos, dada la creciente amenaza que suponen los piratas informáticos. El CMS también argumenta que el VRDC, que ya utilizan algunos investigadores externos, proporciona datos de forma más oportuna y rentable.


"Me parece un poco chocante", afirma Rachel Werner, economista sanitaria de la Universidad de Pensilvania que se reunió con un alto funcionario de los CMS para expresar su preocupación. "Vivimos en una época en la que los consumidores y el público exigen cada vez más transparencia en todos los aspectos de la asistencia sanitaria. Sin embargo, estamos a punto... [de quedarnos] a oscuras sobre cómo se ha prestado en... algunos de los programas sanitarios más grandes e importantes del país".


Werner añade que la preocupación por el dinero, así como por la seguridad de los datos, parece estar impulsando a los CMS. "Lo que me han dicho es que los cambios de tarifas propuestos son simplemente para permitir [CMS] para equilibrar completamente sus libros". 


Otros críticos de la propuesta afirman que dificultará el control del gasto sanitario público. "Facilitar estos datos a los académicos -que son prácticamente los únicos que intentan averiguar qué ocurre en estos programas- apenas cuesta nada a los contribuyentes. Los CMS deberían facilitar los datos de Medicare y Medicaid al menos con la misma libertad con la que entregan el dinero de los contribuyentes a los proveedores de atención sanitaria de alto coste y baja calidad", escribió en febrero en un blog el economista Michael Cannon, del libertario Instituto Cato.


Los investigadores han utilizado los datos del CMS para estudiar el papel de los hospitales en la prescripción racialmente desequilibrada de analgésicos opiáceos. Los datos han demostrado que las tasas de acontecimientos adversos y muertes aumentan después de que las empresas de capital privado compran hospitales y residencias de ancianos, respectivamente. También han revelado diferencias entre estados en cuanto a las causas y las tasas de morbilidad materna grave. Tal vez el más famoso sea un estudio de 2009 que descubrió elevadas tasas de rehospitalización entre pacientes de Medicare, lo que dio lugar a una nueva supervisión por parte del gobierno y a la imposición de multas a los hospitales. Entre los proyectos en curso se incluye uno que utiliza datos de Medicaid de 37 estados para evaluar cómo afecta el aumento de la distancia a los servicios de aborto a las tasas de natalidad, la salud mental de las mujeres y la morbilidad y mortalidad maternas


Becky Staiger, investigadora en política sanitaria de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Berkeley, que trabaja en el proyecto sobre el aborto con otros colegas, teme que las tarifas de acceso propuestas afecten especialmente a los jóvenes investigadores, que suelen disponer de menos fondos. Staiger dice que cuando era estudiante de posgrado y posdoctorado y accedía a datos alojados en la universidad, pagó 2.000 dólares en total por 4 años de acceso a todos los archivos que necesitaba para su investigación sobre la rotación de médicos en Medicaid y su impacto en los resultados de los pacientes. Calcula que su proyecto actual le costará 43.000 dólares el primer año y algo menos después.


Con todo, Staiger afirma que la migración masiva forzosa al VRDC podría "democratizar" el acceso a los datos del CMS, especialmente para los investigadores de instituciones menos ricas que aún no han adquirido sus propias bases de datos internas del CMS. Construir y asegurar esas bases de datos "es una empresa realmente costosa", afirma. En cambio, los investigadores que realicen sus investigaciones a través del VRDC pueden evitar algunos de esos costes.


Karen Joynt Maddox, investigadora de política sanitaria y cardióloga de la Universidad Washington de San Luis (WUSTL), que lleva mucho tiempo estudiando los reingresos hospitalarios de Medicare, tiene una opinión similar. Empezó a utilizar el VRDC hace varios años, después de trasladarse de la Universidad de Harvard a la WUSTL, que no alberga un fondo de datos de Medicare. Paga unos 45.000 dólares al año por cada uno de los dos proyectos, un coste fácilmente cubierto por sus subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud. Eso le da acceso a datos por valor de "probablemente millones de dólares". Pero advierte de que el portal de datos es "torpe... [y] se rompe con cierta regularidad... No puedo imaginar que si funciona así con el nivel actual de usuarios sea funcional con más usuarios".


Al cierre de esta edición, el CMS no había respondido a las preguntas de ScienceInsider sobre los cambios propuestos. Pero la agencia se ha comprometido a "considerar cuidadosamente y responder a los comentarios y preocupaciones en la adopción de los cambios de política." Y parece que las protestas han surtido efecto. El 1 de marzo, los CMS anunciaron que darían más tiempo al público para comentar, adelantando el plazo al 15 de mayo. Y el 15 de abril, la agencia anunció que, basándose en los "útiles comentarios" que había recibido, retrasaría cualquier cambio al menos hasta 2025.  



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The U.S. wants to change how researchers get access to a huge trove of health data. Many don’t like the idea
Universities could no longer store Medicare and Medicaid data, and costs for many researchers would rise

Health researchers are urging the U.S. government to rethink a plan that would require them to use an in-house government system, and pay substantially more, to access a massive trove of data assembled by federal programs that support medical care for some 140 million people.

Ahead of a 15 May deadline to provide comment, researchers are highlighting concerns with the proposed policy change by the U.S. Centers for Medicare and Medicaid Services (CMS), which administers Medicare and Medicaid. The two programs subsidize health insurance and medical care for people who are elderly, or have disabilities or low incomes, and CMS claims data include a wealth of information, including patient locations, demographics, diagnoses, and care costs. Academic researchers have long used data CMS has exported to their universities to produce peer-reviewed studies, including some that have led to changes in policy. 

Such independent analyses will be imperiled if CMS follows through on its plan to force researchers to abandon their institution-based data and use a government system that will cost them substantially more, say critics of the plan. “This is not just about the research. … This will potentially harm the evolution of policy in ways that might actually hurt health outcomes,” says William Schpero, a health economist at Weill Cornell Medicine and co-author of a commentary criticizing the proposed changes published this week in JAMA.

For decades, CMS has allowed research institutions to purchase and house deidentified medical claims data after paying a single upfront fee, typically tens of thousands of dollars, and more modest fees when the data are used again for additional projects. Any number of research team members can access data for a given project. On 12 February, however, the agency announced it planned to stop FedExing encrypted thumb drives of data to universities. Instead, it wrote, it will soon require researchers to access data through its Virtual Research Data Center (VRDC).   

To get access to the VRDC, researchers pay an initial “project fee” of at least $15,000, and pay at least $10,000 per year thereafter to maintain access. In addition, CMS charges an annual “seat fee” for each user: at least $20,000 per user in the first year and at least $13,000 per user each year thereafter, with additional fees for extra storage space and more frequent data updates.

At the same time, universities would have to dissolve their collections of CMS data, often built over decades.

CMS said the changes are needed to ensure data security, given the increasing threat posed by hackers. CMS also argues the VRDC, which is already used by some external researchers, provides data in a timelier and more cost-effective manner. 

“I just find [the proposal] a little shocking,” says Rachel Werner, a health economist at the University of Pennsylvania who met with a senior CMS official to voice her concerns. “We live in a time in which consumers and the public are increasingly demanding transparency about all aspects of health care. Yet we are on the precipice … [of being left] in the dark about how it has been delivered in … some of the largest and most important health care programs in the country.”

Werner adds that concerns about money, as well as data security, seem to be driving CMS. “What I have been told is that the proposed fee changes are simply to allow [CMS] to completely balance their books.” 

Other critics of the proposal say it will hamper scrutiny of government health spending. “Furnishing these data to academics—who are just about the only people trying to figure out what’s going on in these programs—scarcely costs taxpayers anything. CMS should be giving away Medicare and Medicaid data at least as freely as it shovels taxpayer dollars out the door to high‐cost, low‐quality health care providers,” economist Michael Cannon of the libertarian Cato Institute wrote on a blog in February.

Researchers have used CMS data to explore hospitals’ role in racially unbalanced prescribing of opioid pain medications. The data have shown that rates of adverse events and deaths rise after private equity firms buy hospitals and nursing homes, respectively. They have revealed state-by-state differences in the causes and rates of severe maternal morbidity. Perhaps most famously, a 2009 study uncovered high rehospitalization rates among Medicare patients, leading to new monitoring by the government and fines on hospitals. Ongoing projects include one using Medicaid data from 37 states to assess how increases in the distance to abortion care affect birth rates, women’s mental health, and maternal morbidity and mortality. 

Becky Staiger, a health policy researcher at the University of California Berkeley School of Public Health who is working on the abortion project with colleagues, worries the proposed seat fees will hit young researchers, who often have less funding, particularly hard. Staiger says when she was a graduate student and a postdoc accessing data housed at a university, she paid $2000 total for 4 years of access to all the files she needed for her research on physician churn in Medicaid and its impact on patient outcomes. She estimates her current project will be charged $43,000 in its first year and somewhat less after that.

Still, Staiger says the forced mass migration to the VRDC could “democratize” access to CMS data, particularly for researchers at less wealthy institutions that haven’t already purchased their own internal troves of CMS data. Building and securing such databases “is a really expensive endeavor,” she says. In contrast, researchers conducting research through the VRDC can avoid some of those costs.  

Karen Joynt Maddox, a health policy researcher and cardiologist at Washington University in St. Louis (WUSTL) who has long studied Medicare hospital readmissions, holds similar views. She began to use the VRDC several years ago after moving from Harvard University to WUSTL, which doesn’t house a Medicare data trove. She pays about $45,000 annually for each of two projects, a cost easily covered by her National Institutes of Health grants. That gives her access to data worth “probably millions of dollars.” But she cautions that the data portal is “clunky … [and] breaks with some regularity … I can’t imagine that if it performs like this with the current level of users that it would be at all functional with more users.”

As this story went to press, CMS had not responded to questions from ScienceInsider about the proposed changes. But the agency has pledged “to carefully consider and be responsive to comments and concerns in adopting the policy changes.” And it appears the outcry has had an impact. On 1 March CMS announced it would give the public more time to comment, advancing the deadline to 15 May. And on 15 April, the agency announced that, based on the “helpful feedback” it had received, it would delay any changes to at least 2025. 

Correction, 13 May, 10:05 a.m.: This article has been corrected to refer to the correct Medicare readmissions paper on which Karen Joynt Maddox was first author.

Correction, 14 May, 12:45 p.m.: This article has been corrected to accurately reflect the annual seat fee charged to VRDC users after the first year of a project.


doi: 10.1126/science.zdtyq4h

domingo, 8 de octubre de 2023

Mientras la pandemia hacía estragos, el sur global carecía de vacunas. Nunca más, prometen los investigadores

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Mientras la pandemia hacía estragos, el sur global carecía de vacunas. Nunca más, prometen los investigadores

Amy Maxmen

07/10/2023

Una  vez que quedó claro que las naciones ricas se ayudaron  a sí mismas con las vacunas contra el coronavirus, mucho antes de que las naciones más pobres tuvieran acceso, los investigadores de África, Asia y América del Sur se unieron a la Organización Mundial de la Salud en una afirmación: Nunca más, se permitirían estar a merced del mundo occidental mientras un patógeno mortal atravesaba sus regiones.

Lanzaron una iniciativa en expansión que incluyó a empresas e institutos en 15 países de ingresos medios en el Sur del mundo, la mitad del mundo que anhelaba las vacunas contra el coronavirus en 2021,  cuando por el contrario los países ricos almacenaban dosis. Los grupos tenían como objetivo desarrollar su capacidad para producir vacunas de ARN mensajero. Las primeras vacunas protegerían contra el coronavirus. Y después de eso, esperaban generar vacunas de ARNm contra otras enfermedades, como la fiebre amarilla, la tuberculosis y cualquier virus aterrador que surja a continuación.

Ahora, dos años después del inicio de la iniciativa, el mercado de las vacunas contra el coronavirus ha disminuido, y los gobiernos han centrado su atención en otras emergencias, como la guerra en Ucrania. Pero los grupos involucrados en el proyecto siguen avanzando. Lanzado el centro de transferencia de tecnología de vacunas de ARNm, destinado a reflejar su intención de compartir la tecnología de ARNm, la iniciativa se diferencia  del modo típico competitivo de desarrollo de medicamentos en el que las empresas mantienen los descubrimientos en secreto.

En un césped mullido de la ladera de la carretera donde se encuentra la sede de la OMS en Ginebra, el coordinador del proyecto de esa agencia reiteró el compromiso de la organización en un evento paralelo el 23 de mayo en la Asamblea Mundial de la Salud. Él y otros discutieron ideas sobre cómo el centro se mantendría a flote después de que se agoten los iniciales  117 millones de dólares en fondos.

El daño causado por la desigualdad mundial de las vacunas en 2021 todavía estaba fresco en la mente de la gente en Ginebra. Un estudio estima que causó más de 1 millón de muertes en el sur del mundo. También resultó en un daño duradero a los sistemas de salud ya débiles y según afirmaron algunos científicos, dio lugar a las variantes  delta y omicron del coronavirus, y que la India y el sur de África se enfrentaron a oleadas sin posibilidad de ser mitigadas de covid-19.

“El Covid ha puesto una lupa sobre las fisuras y grietas de nuestro mundo”, dijo Ayoade Alakija, copresidente de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, un grupo establecido por la Unión Africana que tiene como objetivo garantizar que el continente pueda acceder a las vacunas contra el coronavirus y otras amenazas para la salud. “Este mundo es profundamente, profundamente injusto e inequitativo”.

Para evitar una repetición, las grandes compañías farmacéuticas, con sede predominantemente en los Estados Unidos y Europa Occidental, están construyendo puestos de avanzada en los países africanos y han firmado un compromiso de reservar dosis para los países más pobres durante futuras pandemias.

Por el contrario, las empresas e institutos más pequeños que participan en la iniciativa del centro son de propiedad y están operados localmente, lo que garantiza que las vacunas que esperan producir servirían primero a las personas de esas regiones.

La pandemia dejó una lección duradera: los intereses nacionales superan a las intenciones altruistas, dijo Sotiris Missailidis, director de innovación del instituto de investigación gubernamental Bio-Manguinhos/Fiocruz en Río de Janeiro, el centro brasileño incluido en la iniciativa.

“La pandemia nos mostró que no se puede depender de los demás cuando todo el mundo está compitiendo por un recurso”, dijo Missailidis. “Necesitamos hacer lo nuestro”.

Desde el inicio del proyecto, los centros de Argentina, Bangladesh, Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica y Vietnam han construido laboratorios para desarrollar vacunas de ARNm. A principios del próximo año, Brasil espera comenzar los ensayos clínicos de su vacuna de ARNm contra el coronavirus.

Los centros que se lanzaron en países con sectores biotecnológicos más pequeños, como Senegal y Túnez, han instalado nuevos equipos para llevar a cabo investigaciones sobre vacunas de ARNm que podrían atacar enfermedades como la fiebre del valle del Nilo y la leishmaniasis.

Los Estados Unidos no han financiado la iniciativa hasta ahora. La mayor parte de los fondos del programa provienen de Canadá, Francia y la Comisión Europea.

Barrena Graham, un virólogo que dirigió el desarrollo de vacunas de ARNm en los Institutos Nacionales de Salud, es asesor de la iniciativa del centro, porque cree que podría ser crucial para frenar la próxima pandemia. Si los centros pueden producir vacunas de ARNm rápidamente cuando surjan nuevos patógenos, podrían evitar que los brotes localizados se propaguen por todo el mundo.

“Es en el mejor interés de todos si más lugares pueden encontrar soluciones a sus propios problemas regionales”, dijo Graham.

Para que eso suceda, los centros deben permanecer abiertos y operativos desde ahora hasta cuando explote el próximo brote.

“Nuestra mayor preocupación es que dentro de 10 años, de repente tengamos otra pandemia, los llamamos y dicen: ‘Oh, ¿esa instalación? Bueno, estacionamos los coches allí ahora'”, dijo Martin Friede, coordinador de investigación de vacunas de la OMS. Pero el camino por delante puede ser largo. Además de desarrollar vacunas y plantas para producir vacunas  en grandes cantidades, varios países deben fortalecer sus agencias reguladoras para garantizar que las vacunas sean seguras.

La complejidad del proyecto refleja los problemas que se está intentando resolver. No se trata simplemente de construir plantas de fabricación de vacunas, dijo Jean Kaseya, director general de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades. “Estamos hablando de creación de empleo, estamos hablando de crecimiento económico”.

Para otros, el objetivo de la iniciativa es alterar un desequilibrio fundamental que ha dejado repetidamente al sur global dependiente del norte. Durante décadas, los tratamientos que salvan vidas han llegado a los países en desarrollo. A medida que la epidemia del VIH aumentó en África a principios de la década de 2000, cientos de miles de personas murieron sin acceso a medicamentos antirretrovirales que llegaron al continente solo varios años después de que estuvieran ampliamente disponibles en Australia, los Estados Unidos y Europa Occidental.

Una barrera que ha impedido que muchos países de bajos ingresos produzcan sus propios suministros es el gasto del desarrollo y la producción de vacunas.

Las tecnologías de vacunación tradicionales se basan en la inactivación de virus vivos o en el cultivo de proteínas dentro de grandes cubas de células vivas o dentro de huevos de gallina frescos. Estos pasos requieren mucho espacio, equipo y procesos biológicos que son complicados y pueden fallar.

Graham considera que la tecnología de ARNm es un posible cambio de juego porque se basa en procesos químicos más predecibles con una huella de fabricación más pequeña. Significa que los laboratorios pequeños pueden generar candidatos a vacunas para probar de una forma  más rápida, ahorrando tiempo y dinero.

Pero las vacunas de ARNm hasta ahora han demostrado ser efectivas solo contra el coronavirus. En abril, científicos de unos 20 países se reunieron en el centro insignia de la iniciativa, una pequeña empresa de biotecnología llamada Afrigen Biologics and Vaccines, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Durante unos largos días, investigaron qué tipo de vacunas de ARNm se pueden tratar  de crear ahora que la demanda de vacunas contra el coronavirus ha disminuido.

Afrigen había logrado reproducir la vacuna contra el coronavirus de ARNm de Moderna en enero de 2022 basándose en información disponible públicamente, después de que la compañía se negara a licenciar su tecnología para la iniciativa. Desde entonces, Afrigen ha estado ajustando la receta y estudiando la protección de la vacuna en roedores. Pero Petro Terblanche, CEO de Afrigen, dijo que la compañía ya no planea probarlo en ensayos clínicos porque son logísticamente complicados ahora que la mayoría de los sudafricanos han sido infectados o vacunados. Además, la demanda de vacunas contra el coronavirus es ahora baja en Sudáfrica.

Aún así, dijo, el proceso de desarrollo de una vacuna similar a la de Moderna ha permitido a la compañía construir sus instalaciones para cumplir con altos estándares internacionales de seguridad en la producción de vacunas de ARNm. Han comenzado la investigación sobre una vacuna de ARNm contra la tuberculosis, que se dirigiría a algunas proteínas de la bacteria de la tuberculosis, identificada en la Universidad de Ciudad del Cabo.

La tuberculosis es uno de los principales asesinos en el país, causando unas 58 000 muertes en 2019. Aunque el impacto de una vacuna sería masivo, Terblanche espera que el desarrollo pueda llevar una década porque la bacteria de la tuberculosis es biológicamente más complicada de atacar con las vacunas que muchos virus, incluido el coronavirus SARS-CoV-2. Por lo tanto, Afrigen también está investigando el potencial de una vacuna de ARNm contra el virus que causa la fiebre del valle del Nilo, en colaboración con el centro de Senegal.

En Brasil, en el centro del instituto Fiocruz, los investigadores se atrevieron a no reproducir la vacuna de Moderna porque el país, con una gran población de ingresos medios y, por lo tanto, un mercado considerable, se enfrenta a barreras de patentes más altas. Mientras que Moderna prometió no hacer cumplir sus patentes en el centro en Sudáfrica, la compañía no proporcionó tal garantía en América Latina.

Otra barrera, dijo Missailidis, fue que cuando los brasileños estaban desesperados por las vacunas contra el coronavirus en 2021, Fiocruz firmó un acuerdo con la compañía farmacéutica británica AstraZeneca prometiendo que no fabricarían vacunas producidas originalmente en otros países a cambio de una licencia para producir las vacunas de AstraZeneca. Como resultado, es posible que no puedan transferir la vacuna de ARNm que sus colaboradores sudafricanos han fabricado.

Aún así, la inmunóloga brasileña Patricia Neves estaba entusiasmada hace unos meses con los últimos resultados de su equipo en Fiocruz. Una vacuna de ARNm basada en un fragmento diferente del coronavirus que las dirigidas por Moderna y otros grupos, había provocado fuertes respuestas inmunitarias en ratones. Y estaban probando una vacuna relacionada que incluye instrucciones genéticas que dirigen al ARNm para que se replique dentro de las células. En teoría, eso reduciría la cantidad de vacuna necesaria por dosis, reduciendo los costos.

El centro brasileño espera a principios del próximo año comparar a uno de sus candidatos a vacuna de ARNm con las dosis de refuerzo de Moderna o Pfizer en los rastros clínicos. Si resulta ser tan efectivo, Missailidis dijo que el gobierno brasileño probablemente compraría las vacunas de Fiocruz porque serían menos costosas.

“Como institución pública, solo podemos añadir un margen del 20 por ciento por encima del costo de producción cuando vendemos al gobierno”, dijo Missailidis. Estimó un precio de alrededor de 1,50 $ por dosis, en comparación con más de 20 $ para los productos de las grandes compañías farmacéuticas.

El grupo también ha comenzado a explorar la leishmaniasis.

Mientras tanto, el centro en Bangladesh, en la empresa de biotecnología Incepta Pharmaceuticals, espera desarrollar una vacuna para proteger a los niños contra la forma más mortífera de diarrea causada por los rotavirus. Aunque eso parece biológicamente factible, dijo Friede, esa vacuna podría tener dificultades para encontrar un mercado porque las vacunas genéricas contra el rotavirus, hechas en plataformas más tradicionales, cuestan menos de 1 dólar por dosis.

Las realidades del mercado son lo más importante para Friede porque participó en un proyecto hace 17 años para construir instalaciones de producción de vacunas contra la gripe pandémica en todo el sur del mundo. Para 2016, solo un par de las instalaciones conservaron la capacidad de producir las vacunas en caso de que surgiera otra pandemia de gripe.

Friede dijo que esta vez, el resultado puede ser diferente dada la eficiencia de la tecnología de ARNm. Las vacunas contra la gripe requerían que las plantas almacenaran continuamente miles de huevos de gallina frescos y fertilizados pedidos a los agricultores por adelantado. Cuando las vacunas no estaban en demanda, los huevos se desperdiciaban.

Otra razón para la esperanza es que la iniciativa de ARNm ha sostenido el interés de grupos influyentes, incluido el mayor comprador de vacunas para países de bajos ingresos, la alianza de vacunas Gavi. Gavi ha prometido apoyo al ofrecerse a pagar más por las vacunas producidas en África, aunque no ha contribuido con dinero al esfuerzo, como lo hizo con la Operación Warp Speed en los Estados Unidos, ni ha especificado el tamaño del pago adicional.

Crear un mundo más equitativo para las vacunas ya no es una cuestión de innovación tecnológica, dijo Graham. “Tenemos la ciencia para hacer las cosas correctas si tuviéramos la voluntad política”.

prestigiosa periodista científica norteamericana radicada en San Francisco, es colaboradora de la revista 'Nature', así como de otras importantes publicaciones generalistas o especializadas, como 'The Lancet', 'ScienceNews', 'Global Health Now', 'The New York Times', 'Newsweek', 'Foreign Policy' o 'Wired'.

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