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jueves, 4 de diciembre de 2025

MÉXICO: soberanía editorial vs extractivismo digital y el "infantilismo de izquierda"

Publicado en Nexos
https://ciencia.nexos.com.mx/la-caverna-de-lenin/




La caverna de Lenin

Raúl Marcó del Pont Lalli

noviembre 30, 2025


Ideologías, espejismos y políticas públicas en la comunicación científica

Platón imaginó una caverna donde los prisioneros confundían las sombras proyectadas en la pared con la realidad. Hoy, en el terreno de la comunicación de la ciencia, corremos el riesgo de habitar una caverna semejante, aunque con matices modernos: ya no se trata de sombras de objetos, sino de ideologías que proyectan sus propios reflejos sobre la pared del conocimiento. Entre ellas, el discurso sobre la soberanía editorial en América Latina ocupa un lugar central. La metáfora de Lenin, que en su momento apostó por la claridad revolucionaria frente a los engaños burgueses, se vuelve aquí provocadora: como en una caverna del líder bolchevique, ciertos discursos se blindan bajo un ropaje ideológico que promete emancipación, pero que corre el riesgo de oscurecer las dinámicas y una visión informada y crítica de la edición académica y de la inteligencia artificial (IA).

El documento al que nos referimos aquí / Conversatorio virtual “Soberanía editorial e inteligencia artificial” – una propuesta para un webinario sobre soberanía editorial e inteligencia artificial– es un ejemplo elocuente de este fenómeno. Presenta una narrativa coherente y atractiva: América Latina ha construido, gracias a proyectos como SciELO, Redalyc, AmeliCA o LA Referencia, una infraestructura pública de comunicación científica que resiste el embate de las editoriales comerciales y defiende el conocimiento como bien común. Frente al extractivismo digital de las grandes tecnológicas, se propone una agenda de soberanía: cláusulas anti-extractivismo, acuerdos regionales, licencias específicas y preservación distribuida.

El planteamiento tiene virtudes: denuncia prácticas de apropiación inequitativa, señala riesgos de dependencia tecnológica y subraya el papel del Estado en la preservación de los bienes comunes. Pero como toda ideología, construye una caverna donde ciertas luces brillan demasiado y otras quedan en penumbra. Veamos.

El espejismo del extractivismo


Uno de los ejes centrales del texto es la analogía entre el uso de artículos en acceso abierto para entrenar modelos de IA y el extractivismo de recursos naturales en América Latina. La imagen es poderosa: así como los minerales o el petróleo han sido explotados por potencias extranjeras, también los artículos financiados con fondos públicos se convierten en materia prima gratuita para la industria tecnológica global.

El problema es que esta analogía, aunque sugerente, distorsiona. En primer lugar, los datos no son recursos finitos: no se agotan por usarse, sino que se multiplican. Además, equiparar automáticamente el entrenamiento de modelos con desposesión invisibiliza la complejidad de la circulación del conocimiento en red. ¿No se supone que el acceso abierto busca precisamente que cualquiera –sea estudiante, ciudadano, empresa o laboratorio– pueda reutilizar los resultados de la investigación? Reclamar reciprocidad es legítimo; convertir el acceso abierto en un espacio vigilado, en cambio, corre el riesgo de traicionar su espíritu original.

La metáfora del extractivismo, útil como provocación política, se vuelve peligrosa como diagnóstico: nos encierra en la caverna ideológica donde toda interacción con corporaciones globales es vista como saqueo, y donde las posibilidades de cooperación, regulación compartida o beneficio mutuo se esfuman.

La soberanía como espantapájaros


El segundo gran eje del documento es la soberanía editorial. Se la define como la capacidad de los sistemas nacionales y regionales para controlar la producción, evaluación y circulación del conocimiento. La idea, a primera vista, parece incuestionable: ¿quién podría oponerse a que los países de América Latina ejerzan control sobre su propia producción científica?

Sin embargo, hay un problema de fondo: la noción de soberanía, heredada del vocabulario político clásico, se aplica aquí como si la edición académica fuese un territorio. Y no lo es. El conocimiento circula en redes globales, atraviesa idiomas, se valida en comunidades internacionales. Pretender una soberanía plena en este terreno es tan ilusorio como pensar en un internet puramente nacional.

Más aún: la apelación constante a la soberanía puede derivar en nacionalismos editoriales que, bajo el pretexto de proteger, terminan aislando a las revistas y reduciendo su visibilidad. ¿Queremos revistas que solo dialoguen hacia dentro de la región, reforzando un circuito endogámico, o revistas capaces de incidir en las conversaciones globales? El dilema es real, y la ideología soberanista suele ofrecer respuestas simplistas.

La sombra de Lenin


Como en la alegoría platónica, los promotores de la soberanía editorial miran las sombras de los gigantes tecnológicos proyectadas en la pared y concluyen que todo lo que hay fuera de la caverna es opresión. Pero, como Lenin, confunden el diagnóstico político con una verdad absoluta y descuidan la complejidad del fenómeno.

En la práctica, las políticas públicas inspiradas en esta visión pueden conducir a callejones sin salida. Por ejemplo: si se establecen cláusulas “anti-extractivismo” demasiado rígidas, ¿qué pasará con la colaboración internacional? ¿Cómo se integrarán los proyectos latinoamericanos en la construcción de estándares de IA que son, inevitablemente, globales? ¿De qué manera se atraerán inversiones o se incentivará la innovación local si toda reutilización externa se etiqueta de colonialismo?

Un ejemplo reciente que ilustra lo desencaminados que podemos estar. En 2016, la noticia era que el maestro de go de DeepMind, AlphaGo, derrotaba a uno de los mejores jugadores mundiales. Una nueva versión del jugador, AlphaGo Zero, superó a AlphaGo por cien partidas a cero. AlphaGo se programó originalmente a partir de un conjunto de datos de más de 100 000 partidas de Go, como punto de partida para su propio autoaprendizaje. Por el contrario, AlphaGo Zero se programó solo con las reglas esenciales del Go. Lo sorprendente es que, a través del aprendizaje profundo, AlphaGo Zero aprendió todo desde cero. La naturaleza misma de la complejidad del programa se construyó inicialmente a través de movimientos aleatorios en el tablero de Go; a través de millones y millones de partidas jugadas contra sí mismo, AlphaGo Zero actualizó su propio sistema para convertirse en el jugador más fuerte de la historia del juego. Tal vez debamos enfocarnos el asunto de otra forma, y evitar así que terminemos discutiendo asuntos irrelevantes.

La caverna ideológica promete protección, pero puede convertirse en prisión.

Lo que queda en la penumbra

Más allá de las metáforas, lo que resulta más preocupante del documento es aquello que calla o apenas menciona. Se habla mucho de “soberanía”, pero poco de calidad editorial. Se denuncia el extractivismo, pero casi nada se dice sobre la precariedad laboral de quienes sostienen las revistas en la región: editores con sueldos bajos, evaluadores sin reconocimiento, sistemas obsoletos de gestión.

Tampoco se aborda con claridad la crisis de confianza en el proceso de revisión por pares, donde la IA no es solo amenaza, sino también posible aliada para agilizar, transparentar y diversificar la evaluación. En vez de pensar cómo integrar la IA en los flujos editoriales para mejorar la calidad de las revistas, se la reduce a una máquina extractora de datos. Se habla de licencias y cláusulas, pero no de capacitación, experimentación ni innovación tecnológica dentro de nuestras propias comunidades.

Esta mirada de la IA es estrecha, carece de matices y resulta poco informada. La diversidad de este fenómeno es tan grande que resiste muchas de las encorsetadas definiciones que circulan. Anthony Elliott (2022, p. 5) enlista algunas de ellas para describir esta diversidad y riqueza que las discusiones de Secihti parecen obviar:

  1. la creación de máquinas o programas informáticos capaces de realizar actividades que se considerarían inteligentes si las realizaran seres humanos;
  2. una combinación compleja de mejoras aceleradas en tecnología informática, robótica, aprendizaje automático y big data para generar sistemas autónomos que rivalizan con las capacidades humanas o las superan;
  3. formas de pensamiento impulsadas por la tecnología que realizan generalizaciones de manera oportuna basándose en datos limitados;
  4. el proyecto de producción automatizada de significados, signos y valores en la vida sociotécnica, como la capacidad de razonar, generalizar o aprender de la experiencia pasada;
  5. el estudio y diseño de “agentes inteligentes”: cualquier máquina que perciba su entorno, actúe para maximizar su objetivo y optimice el aprendizaje y el reconocimiento de patrones;
  6. la capacidad de las máquinas y los sistemas automatizados para imitar el comportamiento inteligente humano;
  7. la imitación de la inteligencia biológica para facilitar que la aplicación de software o las máquinas inteligentes actúen con diversos grados de autonomía.

Al obsesionarse con la defensa frente al enemigo externo, se descuidan las debilidades internas.

De la caverna al ágora

¿Cómo salir de la caverna de Lenin? No se trata de abandonar la crítica ni de rendirse al mercado. Se trata de abrir espacios de diálogo que reconozcan la ambivalencia de la IA y de las plataformas globales. Sí, hay dinámicas de concentración y riesgo de dependencia; pero también hay oportunidades para visibilizar la producción científica latinoamericana, para crear colaboraciones inéditas y para fortalecer la infraestructura regional con estándares abiertos realmente interoperables.

En lugar de convertir la soberanía en un fetiche, podríamos hablar de interdependencia justa. No se trata de blindarnos en un reducto, sino de negociar desde una posición de fortaleza: mejorar la calidad de nuestras revistas, profesionalizar a los equipos editoriales, invertir en innovación tecnológica, experimentar con IA en la gestión de manuscritos y la detección de plagio. Solo así podremos sentarnos en la mesa global con voz propia; no como víctimas, sino como actores capaces de influir en la agenda.

Del mismo modo, en lugar de repetir la metáfora del saqueo, podríamos pensar en esquemas tratando de equilibrar la reciprocidad. No cerrar puertas, sino establecer reglas claras de juego.

Epílogo: política con luz propia


Platón advertía que salir de la caverna era doloroso: la luz del sol enceguece al principio. De igual modo, abandonar los espejismos ideológicos cuesta. Pero la comunicación científica en América Latina no necesita más cavernas; necesita horizontes abiertos. Si reducimos el debate a consignas de soberanía y extractivismo, corremos el riesgo de quedarnos encerrados en un teatro de sombras.

La tarea, entonces, es doble. Por un lado, reconocer los logros de las iniciativas regionales que han defendido el acceso abierto frente a las lógicas comerciales abusivas. Por otro, escapar de la caverna ideológica para pensar en políticas públicas que combinen justicia cognitiva con realismo tecnológico. La IA no desaparecerá por decreto, y su relación con la edición científica será cada vez más estrecha. Ignorar esto sería, parafraseando a Lenin, un “infantilismo de izquierda” aplicado al mundo editorial.

La salida está en el ágora: en un debate abierto, plural, informado, donde la crítica no se confunda con el dogma y donde el futuro de la comunicación científica se construya con luces propias, no con sombras proyectadas.

Raúl Marcó del Pont Lalli

Editor de publicaciones académicas.


viernes, 28 de noviembre de 2025

MÉXICO: revistas depredadoras nativas

Publicado en Educación Futura
https://www.educacionfutura.org/culto-al-paper/?fbclid=IwY2xjawOHFPlleHRuA2FlbQIxMABicmlkETE3Y1lkdEZFQmZTNU9tWkF1c3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MghjYWxsc2l0ZQEyAAEeAyjMXt-fmQf6tptSbwgH0OiG-biqZTuaHRCUqBWAzQ8KTi7Uppn1sXyW4gQ_aem_VpoCDN0oFLsOkOQiMzPvEQ 





Del culto al paper al mercado de las revistas depredadoras

Juan Carlos Castellanos Ramírez


por Pluma invitada  7 noviembre, 2025


Producir papers se ha convertido en una obsesión en la vida académica de las universidades. No importa qué ni cómo; el fin justifica los medios. Tal parece que pertenecer al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) se ha convertido en el santo grial del reconocimiento académico, y las publicaciones son los pases de acceso para formar parte de este grupo selecto.

El fetiche por publicar se ha superpuesto al deseo por investigar, aprender y generar conocimiento. En muchos casos, esta fiebre se alimenta de los programas de estímulos económicos, que resultan atractivos ante las condiciones laborales precarias de buena parte del profesorado universitario (Galaz, 2019). En otros, el impulso proviene del afán de obtener renombre dentro de la institución y poder pronunciar la gran frase: “Soy SNII”, expresión que denota una distinción dentro del gremio académico y que, como hace notar Gil Antón (2013), funciona como un marcador de selectividad o, incluso, como señala Flores (2022) parece alardear una especie de superioridad genética entre académicos.

Por precariedad salarial o por vanidad, lo cierto es que hoy en día muchos/as académicos/as aspiran a llegar bien vestidos a la fiesta, luciendo sus publicaciones como accesorios de distinción ante el anfitrión. Poco importa si las prendas son robadas, prestadas, rentadas o compradas: a fin de cuentas, lo que se juzga desde el punto de vista del anfitrión es la apariencia representada en métricas, índices y puntajes dentro de un sistema mercantil de la ciencia.

Aunque podría pensarse que un aumento en la cantidad de artículos publicados implica mayor progreso científico, la evidencia sugiere lo contrario. La avalancha de papers en distintos campos no necesariamente acelera el avance del conocimiento; incluso puede ralentizarlo cuando las ideas se repiten, carecen de originalidad y presentan inconsistencias metodológicas. Un estudio de Chu y Evans (2021) demostró que el incremento de publicaciones no conduce a una renovación de las ideas, especialmente cuando proliferan editoriales dudosas que operan más bajo la lógica del mercado que bajo la lógica del avance del conocimiento. En medio de esa avalancha, identificar trabajos verdaderamente consistentes se vuelve tan difícil como buscar una aguja en el pajar.

Las políticas científicas vigentes privilegian la cantidad sobre la profundidad. Ya no hay espacio para investigaciones de largo aliento; ahora todo debe producirse rápido, porque en las métricas institucionales cuenta más la cantidad de artículos publicados que la solidez de los hallazgos. Publicar mucho y pronto es la vía más segura hacia el ascenso, el dinero extra y el reconocimiento disfrazado de mérito.

Hace unos meses, Romero (2025) apuntaba en este mismo portal de Educación Futura el crecimiento desmesurado que ha tenido el SNII. También, los datos de Contreras, Antón y Altonar (2022) muestran que de 2002 a 2018 el sistema pasó de 9,198 a 28,133 miembros, lo que representa un aumento de 211.3%. De acuerdo con cifras de la extinta CONAHCYT, entre 2018 y 2024 se alcanzó un récord histórico: un crecimiento de 240%. En tan solo seis años, el sistema creció más que en los 16 anteriores. Aunque estas cifras parecieran reflejar el compromiso de la 4T con una visión humanística de la ciencia, también pueden ser síntoma de una falta de claridad en los criterios de evaluación, donde todo se vuelve una moneda al aire.

En los últimos años hemos visto salir del SNII a académicos/as con trabajos robustos y, en contraparte, también hemos visto ascender a otros/as con investigaciones dudosas, amparadas por publicaciones en editoriales depredadoras; ¿cómo están incidiendo estas editoriales en las cifras del SNII?.

La necesidad por publicar ha generado un mercado cautivo. Las revistas depredadoras proliferan porque hay una demanda ansiosa de visibilidad académica. Así se acumulan papers sin debates de fondo ni aportaciones originales. Por eso, aunque el número de investigadores/as reconocidos/as crece, el avance científico no necesariamente acompaña el aumento. En esta lógica de “publicar o morir”, lo que cuenta no es la originalidad o la rigurosidad, sino la velocidad y la cantidad.

En este mercado del conocimiento, las editoriales depredadoras se presentan como salvadoras de la urgencia académica. Pero la pregunta que persiste es incómoda, ¿al publicar en estas revistas se gana prestigio o desprestigio?; la respuesta se diluye entre la necesidad y la ingenuidad. Lo cierto es que, mientras los investigadores buscan reconocimiento, las empresas que operan bajo la máscara de la ciencia están listas para ofrecer una mano amiga… a cambio de una cuota.

Así operan las revistas depredadoras en México”

El ecosistema de comunicación científica ha experimentado cambios importantes en los últimos años, pasando de un modelo de suscripción (pagar por leer) a un modelo de acceso abierto. Si bien este cambio ha permitido democratizar el conocimiento y ampliar la visibilidad de la producción académica, también ha propiciado el surgimiento de editoriales depredadoras, cuyo propósito principal no es exactamente la difusión del conocimiento científico, sino obtener beneficios económicos a costa de las necesidades de los/as investigadores/as y vacíos del sistema de evaluación científica en México.

El avance de las revistas depredadoras en México no solo pone en evidencia las debilidades del sistema editorial y de evaluación científica, sino también una forma de crisis cultural en la producción del conocimiento. Lo preocupante no es únicamente que existan estas editoriales, sino que hayan encontrado un terreno fértil donde prosperar: un entorno académico donde publicar se ha vuelto sinónimo de existir y donde el reconocimiento se mide más por el número de artículos que por la solidez de las ideas.

En los últimos meses he reunido evidencia sobre algunas editoriales depredadoras que actualmente operan en el país. De ellas retomaré un caso que ilustra la forma en que este tipo de negocios se ha infiltrado en el ámbito académico nacional. Por razones éticas y de confidencialidad me reservaré el nombre de la editorial, aunque probablemente quienes se desenvuelven en el mundo universitario reconocerán algunos de estos rasgos.

Se trata de una editorial particularmente influyente en el campo de la educación, que en su momento logró engañar incluso al extinto CONACYT, llegando a formar parte del antiguo padrón de revistas de calidad. Esa inclusión, aunque temporal, le otorgó una apariencia de prestigio que impulsó su crecimiento desde 2017. Hoy, pese a que dicho padrón ya no existe, la editorial sigue promocionándose como integrante de aquel registro, lo que le permite mantener un flujo constante de autores/as que buscan visibilidad académica.

Esta editorial, auspiciada bajo la figura de una asociación civil, actualmente opera 11 revistas. En todas ellas, la cuota de publicación está vinculada con el número de autorías: un autor paga 6,000.00 pesos, dos autores 10,500.00 pesos, tres autores 13,500.00 pesos, cuatro autores 17,500.00 pesos y cinco autores 20,500.00 pesos.

El problema, desde luego, no radica en el costo, pues algunas revistas legítimas también cobran cuotas de publicación, sino en la ausencia de procesos editoriales reales. La revisión por pares, núcleo del rigor científico, es meramente formal: los dictámenes se emiten en lapsos improbables, no hay trazabilidad de los evaluadores y, en muchos casos, ni siquiera se conservan los reportes de revisión. El resultado es una ganancia anual de aproximadamente 2,500,000 pesos, así como una avalancha de artículos publicados sin control de calidad ni rigor metodológico.

La comparación con una revista académica consolidada permite dimensionar la magnitud del problema. Por ejemplo, la Revista Electrónica de Investigación Educativa (REDIE), publica entre 25 y 30 artículos al año, luego de exhaustivos procesos de revisión que pueden extenderse durante varios meses. En contraste, la editorial depredadora produce entre 200 y 250 artículos anuales, aproximadamente siete veces más que una revista académica legítima, pero sin garantizar ningún criterio de rigor científico. La diferencia en los tiempos de publicación y en la cantidad de artículos publicados deja entrever que detrás del supuesto dinamismo editorial se oculta un negocio basado en la rapidez y la complacencia.

Esta misma editorial ha desarrollado una estructura comercial diversificada que amplía sus fuentes de ingreso. A lo largo de 2025, por ejemplo, en un solo mes organizó seis congresos en los que se ofrecían diferentes planes de participación. El “plan platino”, con un costo de 3,500.00 pesos, incluía una ponencia y la publicación del artículo; el “plan oro”, de 7,500.00 pesos, garantizaba dos publicaciones.

También, dentro de su mercado operan seminarios de producción académica en donde se garantiza la publicación de artículos en sus propias revistas. De acuerdo con los datos que se exhiben en el sitio web de la revista, el costo del seminario es de 6,000.00 pesos y cuentan con una cartera de 290 clientes, lo que permite calcular un ingreso cercano a 1,700,000 pesos. A ello se suma la oferta de “posdoctorados en educación”, que también están asociados a la publicación de artículos, en el mismo sitio de la revista se declaran los costos y cantidad de participantes, sobre el cual podemos estimar una ganancia aproximada de 5,000,000 pesos.

Este conjunto de actividades revela claramente una estructura comercial, capaz de sostenerse económicamente gracias a la venta de visibilidad académica y los vacíos del sistema de evaluación científica en México.

Las razones de los/as académicos/as por publicar en revistas depredadoras pueden ser muy diversas: en algunos casos predomina el desconocimiento sobre los riesgos de publicar en revistas falsas; en otros, la presión institucional por cumplir indicadores de productividad o la búsqueda de ascensos rápidos. No obstante, también existe un sector que participa de manera deliberada, priorizando el ensanchamiento de su currículum y cuya carrera académica se ha forjado a través de su participación en tales revistas. En todos los casos, la demanda sostenida alimenta el crecimiento del negocio editorial depredador.

Las consecuencias de esta maquinaria son profundas, ya que cada artículo publicado sin revisión rigurosa debilita la credibilidad del sistema científico nacional y erosiona la confianza social en la investigación. Además, distorsiona los indicadores de productividad, genera una falsa percepción del desempeño institucional y dificulta la evaluación justa de los investigadores e investigadoras. Lo que estas editoriales venden no es más que un atajo para obtener los indicadores y el reconocimiento como miembro del SNII, poniendo en desventaja a quienes eligen difundir los hallazgos de sus investigaciones en revistas confiables y comprometidas con la integridad científica.

Referencias:

Contreras, L., Gil, M., y Altonar, X. (2022). Las investigadoras en el Sistema Nacional de Investigadores: Tan iguales y tan diferentes. Revista de la Educación Superior, 51(201), 51-72. https://resu.anuies.mx/ojs/index.php/resu/article/view/2020

Chu, J. y Evans, J. (2021). Slowed canonical progress in large fields of science. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 118(41), e2021636118. https://doi.org/10.1073/pnas.2021636118

Flores, P. (2022). Escolaridad, SNI y diezmo. Educación Futura. https://www.educacionfutura.org/escolaridad-sni-y-diezmo/

Galaz, F. (2019). El SNI y las instituciones públicas de educación superior. Educación Futura. https://www.educacionfutura.org/el-sni-y-las-instituciones-publicas-de-educacion-superior/

Gil, M. (2013). La monetarización de la profesión académica en México: Un cuarto de siglo de transferencias monetarias condicionadas. Espacios en Blanco, 23, 157-186. https://www.redalyc.org/pdf/3845/384539805008.pdf

Romero, J. (2025). Academia mexicana: entre endogamia y colonización. Educación Futura. https://www.educacionfutura.org/academia-mexicana-endogamia/


viernes, 21 de noviembre de 2025

entonces... los mexicanos leen ¿más o menos?

Publicado en El País
https://elpais.com/mexico/2025-11-19/la-lectura-recupera-terreno-en-mexico-los-jovenes-leen-mas-y-los-mexicanos-destinan-una-hora-a-los-libros-en-promedio.html




La lectura recupera terreno en México: los jóvenes leen más y los mexicanos destinan una hora a los libros en promedio

Este es el primer año en que los libros repuntan en el porcentaje de lectores, al igual que los periódicos


México - 18 NOV 2025 

En los transportes públicos en México diversas personas van leyendo en sus teléfonos celulares. Libros, cómics e incluso historias escritas en blogs, otros más optan por el papel, y en las calles se puede ver un flujo constante de visitantes en puestos de libros o librerías. Las ferias del libro también suman. En 2024, solo la Feria Internacional del Libro de Guadalajara superó lo 907.000 asistentes, una quinta parte se acercaron al área infantil. Y, a pesar del planteamiento de funcionarios como Paco Ignacio Taibo, a cargo del Fondo de Cultura Económica, que ha declarado que hay un retroceso de la lectura entre los jóvenes, este año ocho de cada 10 mexicanos mayores de 12 años afirman que han leído algún material como libros, blogs o historietas. Y la gran parte de los jóvenes lo hacen de acuerdo con el Módulo sobre Lectura presentado por el Inegi.



Los jóvenes han superado al resto de los grupos de edad. Entre las personas que saben leer, de 12 a 24 años, cerca del 90% afirma que sí suele consultar algún material, mientras que en el grupo de 60 años y más, solo lo hace un 66,8% de los encuestados.


El 2025 es el primer año en que incrementa el número de lectores de libros desde 2021. El 45,4% de los ciudadanos de más de 18 años se siente cercano a la lectura, aunque el número récord es el de 2015, cuando el 48,5% de la población reconocía que solía leer.

Abril G. Karera, mediadora de lectura y directora general de la asociación civil LibrosB4Tipos, celebra que la encuesta plantee otros tipos de lectura como materiales válidos para los lectores, pues de esta manera más personas pueden considerarse como parte de la comunidad. Este también es el primer año en que se consulta a los adolescentes entre 12 y 17 años, además de que se toma en cuenta lo que se lee en redes sociales.

Entre los materiales de lectura, los claros ganadores de la encuesta son los libros. El 79% de las personas lectoras los eligen, seguido de las páginas de internet. Siete de cada 10 leen más de un tipo de producto, mientras que el grupo de 25 a 39 años es considerado el más diverso en su forma de leer, por aceptar entre cuatro y cinco tipos de materiales distintos.

Los más jóvenes, que tienen entre los 12 y 24 años, prefieren la literatura, en más del 50% de los casos, seguidos de libros que se refieren a sus profesiones o de alguna materia específica. Los mayores de 40 años optan más por libros de autoayuda, superación personal o del corte religioso. Tanto la literatura como los de superación personal suelen ser elegidos por gusto y siete de cada 10 encuestados afirma que siente agrado por leer. Por ejemplo, entre los libros más comprados en Amazon México se encuentran los libros de superación El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl y Hábitos atómicos, de James Clear, junto con la novela La biblioteca de la media noche, de Matt Haig.

El 32,9% de las personas consultadas por el Inegi afirma que ha leído cuatro o más ejemplares en el último año, el 81% de las veces en papel. Los lectores más asiduos prefieren comprarlos nuevos, mientras que el resto adquiere sus ejemplares como regalos o préstamos. Solo en poco más del 20% de los casos los descargan de forma gratuita. En promedio, la población destina una hora a esta actividad. El 49%, al menos, lo hizo una vez a la semana, el 24% diariamente.


El tímido retorno de las revistas y los periódicos

Las revistas también retomaron el vuelo: el 23,6% de la población adulta acepta que las lee, aunque el 38% destina entre 16 y 30 minutos. Los temas de cultura general son los más consultados, seguidos por los de salud y los especializados.



Los periódicos repuntaron en esta encuesta. El 20% de la población afirma que los consulta, después de una constante caída desde 2017. Las noticias encontraron a sus mayores seguidores entre las personas de 25 a 39 años, que las lee en un 37% de los casos y los temas más elegidos son los de política y economía. El 56% lo hizo en formato digital y más de la mitad lo descargó de forma gratuita. Solo el 28% declaró que compraba. Cuatro de cada 10 lectores opta por leerlos de dos a cuatro días por semana y su público es mayoritariamente masculino, quienes les dedican hasta media hora para revisarlos.

Una lectura distinta

Karera señala que, como mediadora de lectura, una de las cuestiones más complejas es que la gente se quite las preconcepciones sobre lo que implica leer, como que hay que memorizar la información o que solo algunos libros son válidos para considerar la lectura. Entre los productos que algunas personas no toman como lecturas válidas están las historietas o cómics, así como las publicaciones en redes o los blogs. Otro de los favoritos de la lista de compras de Amazon es el manga de Chain Saw Man de Tatsuki Fujimoto. Estos productos funcionan como parte de los círculos de lectura, así como un acercamiento a diferentes artes, como el dibujo o la pintura.

Entre los lectores de historietas o cómics, el 40% de los jóvenes entre 12 y 24 años ocuparon este material y los hombres son sus mayores usuarios. Cinco de cada 10 lo hace diariamente o al menos una vez a la semana. Cuando se trata de páginas de internet, foros o blogs, sus mayores lectores tienen entre 25 y 39 años y el 40% los visitó todos los días.



La directora general de LibrosB4Tipos afirma que también han identificado un crecimiento en la publicación de textos en redes sociales, como las ficciones adaptadas por fans, denominadas fan fictions. Al emplear sus cuentas de Facebook o X, sus redactoras y seguidoras no requieren de un blog o una página definida para leerlos, sino que emplean sus propias plataformas. Más del 90% de las personas entre 12 y 39 años afirma que lee en redes sociales, lo que Karera celebra que ya se considere en la encuesta como parte de los materiales de lectura.

Entre las personas que declararon que leían, el 64,4% encontró el primer impulso en casa, con la existencia de materiales de lectura que no fueran libros de texto en su hogar, seguido del ejemplo de sus padres, quienes también leían.

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Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/11/12/cultura/los-mexicanos-leen-cada-vez-menos-estudio-convertir-la-lectura-en-actividad-cotidiana-objetivo-de-fce

Los mexicanos leen cada vez menos: estudio; convertir la lectura en actividad cotidiana, objetivo de FCE

12 de noviembre de 2025 12:32

Ciudad de México. Un estudio realizado el año pasado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía muestra un descenso en el público lector en México. El documento destaca que los índices disminuyeron tanto en hombres como en mujeres. Sobre el primer rubro, el indicador pasó de 86.7 por ciento en 2015 a 69.9 por ciento en 2024; para el público femenino, se mostró una reducción del 81.9 a 69.3 por ciento. 

El dato se dio a conocer este miércoles, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), al publicarse el Programa Institucional del Fondo de Cultura Económica (FCE) para el periodo 2025-2030. 

Ante estos datos, el FCE plantea, que su primer objetivo debe ser “contribuir a que el acto de leer sea una actividad cotidiana, así como una herramienta para construir una sociedad más inclusiva, crítica, creativa y mejor informada”. También se informó que continuarán los proyectos como “Vientos del Pueblo” y la “Colección Popular”. 

“Para lograr una bibliodiversidad amplia, inclusiva, equitativa y abierta al futuro, pero conocedora de la riqueza de su pasado, y que refuerce las identidades individuales y comunitarias como base fundamental de la diversidad, el FCE buscará incorporar a su catálogo a autores emergentes -a través de programas editoriales como ‘Tierra Adentro’- y obras de vanguardia que puedan influir en la discusión de los asuntos públicos y que consoliden las colecciones vivas de la institución mediante un Programa Editorial de Novedades temáticamente equilibrado”, se lee en el texto. 

El PI está enfocado en cumplir cuatro objetivos: el primero es “fortalecer la educación con libros que favorezcan la construcción de una sociedad más inclusiva, crítica, creativa y mejor informada, en los diferentes tipos, niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional y en la población mexicana en general”. 

El segundo es “fomentar el acercamiento de un mayor número de personas a la lectura por placer a fin de fortalecer la cultura de paz y el sentido de pertenencia en sus comunidades”.  

El tercer eje es “ampliar la red de distribución de libros del Gobierno Federal a bajo costo para fomentar la lectura en un mayor número de la población en México”. 

Y por último, “garantizar la correcta aplicación de procesos editoriales, comerciales, culturales, administrativos y contables en subsidiarias del FCE en el extranjero para resolver deficiencias operativas que limitan servicios culturales a comunidades lectoras de Iberoamérica”. 

El FCE también deberá crear un “Programa Editorial de Libros Electrónicos a través de una planeación anual que permita establecer los contenidos que se ofertarán, así como su calendarización”. Y se añade que el organismo impulsará “una mejora en los procesos de edición de libros electrónicos, audiolibros y otras publicaciones digitales a partir de una revisión crítica que atienda las nuevas dinámicas editoriales en estos formatos”. 

En el DOF también se enfatiza que la institución debe promover “la participación de la comunidad científica y de humanidades en la redacción de propuestas editoriales a través de encuentros profesionales”, y que se deberá “someter las propuestas a criterios uniformes de evaluación respecto de su contenido, forma y potencial comercial por medio de procedimientos estandarizados, además de promover en los países iberoamericanos la participación en los certámenes editoriales y de divulgación de la ciencia por medio de un programa de difusión en coordinación con sus subsidiarias”. 

AUSTRALIA y NUEVA ZELANDA rompen negociaciones con ELSEVIER

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/elsevier-boycott-looms-down-under   El cierre de Elsevier ...