Mostrando entradas con la etiqueta Empresas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Empresas. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de marzo de 2023

ChatGPT usa y explota obreros del Tercer Mundo

Publicado en BBC News
https://www.bbc.com/mundo/noticias-64827257?at_link_origin=BBC_News_Mundo&at_link_id=938D2328-B909-11ED-A6FE-77DCFF7C7F44&at_medium=social&at_link_type=web_link&at_ptr_name=facebook_page&at_format=link&at_campaign_type=owned&at_bbc_team=editorial&at_campaign=Social_Flow&fbclid=IwAR25TC34EWoPKlzdJfL9eUEnLNA-IvBxmNPv_ZxpB-EKTLmNKe_CDqB0tXM



Los cientos de miles de trabajadores en países pobres que hacen posible la existencia de inteligencia artificial como ChatGPT (y por qué generan controversia)

Veronica Smink

BBC News Mundo

6 marzo 2023

 

Desde que estrenó a finales de 2022, el programa de inteligencia artificial ChatGPT no ha dejado de ser tema de conversación, tanto de quienes admiran este avance tecnológico como de quienes temen sus repercusiones.

 

Gran parte del debate se ha centrado en los usos que podría tener este chatbot inteligente, que es capaz de responder casi a cualquier pregunta de un usuario y de producir textos que parecen escritos por un humano.

 ¿La utilizarán los estudiantes para que les haga los deberes? ¿Y los dirigentes para que les escriba los discursos? ¿Podría incluso escribir este artículo que estás leyendo?

 

Además de la gran inquietud sobre si dejará este programa de inteligencia artificial (IA) sin trabajo a millones de personas que hoy realizan tareas que esta máquina puede realizar en cuestión de segundos, otra controversia tiene que ver con los derechos de autor.

ChatGPT utiliza información que obtiene principalmente de internet. Pero en general no cita las fuentes, llevando a acusaciones de plagio que ya han derivado en denuncias legales.

Pero detrás del ruido que ha generado esta innovación, y el avance que significa para las tecnologías que usan IA, se esconde otra polémica que es mucho menos conocida.

Tiene que ver con los cientos de miles de trabajadores, muchos de bajos ingresos, sin los cuales no existirían sistemas de IA como ChatGPT.

No hablamos de los programadores que diseñan los algoritmos, que suelen trabajar en lugares como Sillicon Valley y cobrar buenos sueldos.

Hablamos de la "fuerza laboral oculta", como la llamó la asociación sin fines de lucro Partnership on AI (PAI), que agrupa a organizaciones académicas, de la sociedad civil, de los medios y de la propia industria involucrados con la IA.

¿Quiénes componen esta fuerza escondida? Personas subcontratadas por las grandes empresas tecnológicas, en general en países pobres en el hemisferio Sur, para "entrenar" a los sistemas de IA.

 

Etiquetadores

Estos hombres y mujeres realizan una tarea tediosa -y potencialmente dañina para la salud mental, como veremos más adelante- pero que es esencial para que funcionen programas como ChatGPT.

Consiste en etiquetar millones de datos e imágenes para enseñarle a la IA cómo actuar.

Tomemos como ejemplo el chatbot que está causando sensación.

Cuando le preguntas algo a ChatGPT, el programa usa unos 175.000 millones de "parámetros" o variables, para decidir qué responder.

Como ya mencionamos, este sistema de IA utiliza como fuente principal información que obtiene de internet. Pero ¿cómo distingue los contenidos? Gracias a estas referencias, que le son "enseñadas" por seres humanos.

"No hay nada inteligente de la inteligencia artificial. Tiene que aprender a medida que se le entrena", explica a BBC Mundo Enrique García, cofundador y gerente de DignifAI, una empresa estadounidense basada en Colombia que se dedica a contratar a estos "anotadores de datos".

Estos profesionales, más conocidos como "etiquetadores de datos" (data labelers, en inglés), identifican información, como textos, imágenes y videos, y le indican al programa qué es qué, para que la máquina pueda entender qué es cada cosa y aprender en qué contexto usarla.

En la industria tecnológica llaman a este tipo de tarea "enriquecimiento de datos".

Pero, irónicamente, y a pesar de que se trata de un trabajo esencial para el desarrollo de la IA, los enriquecedores de datos conforman el eslabón más pobre en la cadena de producción de las grandes empresas tecnológicas.

Un hecho que fue reconocido por Partnership on AI.

"A pesar del papel fundamental que desempeñan estos profesionales de enriquecimiento de datos, un creciente cuerpo de investigación revela las condiciones laborales precarias que enfrentan estos trabajadores", señaló el organismo.

"Esto podría ser el resultado de esfuerzos por ocultar la dependencia de la IA de esta gran fuerza laboral al celebrar las ganancias de eficiencia logradas por esta tecnología. Fuera de la vista también está fuera de la mente", denunció la coalición, a la que también forma parte OpenAI, la empresa que creó el ChatGPT.

 

Menos de US$2 la hora  


Una investigación de la revista TIME reveló que muchos de los etiquetadores de datos que fueron subcontratados por OpenAI para entrenar a su ChatGPT recibieron sueldos de 
entre US$1,32 y US$2 la hora.

Según el reportaje del periodista Billy Perrigo, la compañía tecnológica, que cuenta entre sus principales inversores a Microsoft, tercerizó el trabajo de enriquecimiento de datos a través de una 
empresa de outsourcing llamada Sama, basada en San Francisco, que contrató a trabajadores en Kenia para realizar ese proyecto.

A través de un comunicado, un vocero de OpenAI señaló que esta empresa era la responsable de administrar los sueldos y las condiciones laborales de los etiquetadores contratados para trabajar en el programa ChatGPT.

 

"Nuestra misión es garantizar que la inteligencia artificial general beneficie a toda la humanidad, y trabajamos arduamente para construir sistemas de IA seguros y útiles que limiten el sesgo y el contenido dañino", dijo el portavoz.

Sama, que también contrata a etiquetadores en otros países de bajos ingresos como Uganda e India para clientes como Google y Meta (dueña de Facebook), se promociona como una "IA ética" y asegura haber sacado a más de 50.000 personas de la pobreza.

 

Sin embargo, Martha Dark, directora de la organización activista británica Foxglove, cuya meta es "hacerle frente a los gigantes tecnológicos y a los gobiernos, por un futuro en el que la tecnología sea usada para beneficiar a todos, no solo a los ricos y poderosos", le dijo a BBC Mundo que las grandes empresas tecnológicas usan el outsourcing para pagarle a estos trabajadores mucho menos de lo que corresponde.

"Todas estas compañías son empresas multimillonarias y es francamente inadecuado que le estén pagando US$2 la hora a las personas que hacen posible que estas plataformas existan", señaló.

 

Pero para Enrique García, de DignifAI, la polémica sobre los sueldos "es un tema de perspectiva".

En Europa y Estados Unidos se puede entender que ganar eso sea poco, observa, pero en otros países puede representar un buen sueldo.

"Mucha gente critica a nuestra industria por el tema de la paga, pero en DignifAI nuestro piso salarial es de US$2,30 la hora, y eso representa 1,8 veces el sueldo mínimo de Colombia", señala.

"Si el proyecto es más complejo y requiere de anotadores que sean expertos, por ejemplo, arquitectos o médicos, la paga puede subir hasta US$25 la hora", detalla.

Aunque reconoce que hay algunas empresas que pagan por debajo del sueldo mínimo, considera injusto poner la lupa solo sobre este sector.

"Hay dinámicas de outsourcing en muchas industrias, no solo esta, así que tampoco es justo etiquetarnos a nosotros como los 'digital sweatshops´ (talleres clandestinos digitales)", dice.

 

Impacto social

García también resalta que hay varias empresas del sector, como la suya, que son de impacto social y tienen como objetivo "aumentar la productividad y dignidad de las personas".

De hecho, el lema de DignifAI, que cuenta con el apoyo de varios organismos de ayuda, es: "Outsourcing dignity through artificial intelligence" ("Tercerizando dignidad a través de la inteligencia artificial")

La empresa está basada en Cúcuta, en la frontera entre Colombia y Venezuela, y tiene como misión darle trabajo a los migrantes venezolanos que cruzan hacia el país vecino y también a los colombianos desplazados internamente.

"Muchos de ellos antes de trabajar con nosotros estaban ganando US$4 o US$5 al día. Para esta población vulnerable que no tiene opciones de mercados laborales ganar 1,8 el sueldo mínimo colombiano es bastante atractivo", afirma.

Ingrid, una venezolana de 42 años que llegó a Colombia a finales de 2018, da cuenta de ello.

La licenciada en Educación, quien prefirió no dar su apellido, le contó a BBC Mundo que no ha podido ejercer la docencia, como hacía en su país de origen, porque aún no ha logrado convalidar su título, y dijo que trabajar como anotadora para DignifAI le permitió ganarse la vida y además formarse en otra profesión.

"Se trabaja cuatro horas al día y he podido dedicar el tiempo restante a realizar un curso de diseño gráfico", contó, sobre su próximo proyecto laboral.

Aunque ahora ya no trabaja como anotadora, porque fue ascendida al cargo de supervisora de proyectos, no duda en recomendar ese empleo.

"Es más provechoso, menos agotador y mejor remunerado que ser mesera, asistente part time o hacer tareas físicas", observa, señalando que la mayoría de sus compañeros son amas de casas, vendedores ambulantes o estudiantes.


Salud mental


Más allá de la paga, otro tema que genera polémica en torno a los etiquetadores de datos es el efecto del trabajo sobre su salud mental.

No es lo tedioso de la tarea lo que preocupa a algunos expertos -aunque es otra crítica que se hace sobre esta labor- sino el material tóxico al que están expuestos algunos anotadores. 

Y es que, parte de la función de estos entrenadores es enseñarle al programa de IA qué información no es apta para ser publicada. 

Para ello, algunos -no fue el caso de Ingrid- deben adentrarse en los rincones más oscuros de internet y catalogar todo el vasto caudal de material violento, siniestro y perverso que reside allí, para así mostrarle a la máquina a ignorar el costado putrefacto de la gran red de redes. 

Pero según Martha Dark de Foxglove, realizar este trabajo, que es vital, "puede causar trastorno de estrés postraumático y otros problemas de salud mental en muchos trabajadores". 

Su organismo representa a un exempleado de Sama que trabajó como moderador de Facebook en Kenia y en 2022 demandó tanto a Sama como a Meta, dueña de la red social, por el daño psicológico que sufrió, una causa que se sigue deliberando en los juzgados de Nairobi. 

"Estos trabajos tienen un costo sobre la salud mental de quienes los hacen y deberían recibir cuidados psiquiátricos adecuados además de un salario más justo", le dijo Dark a BBC Mundo. 

Según la activista, las grandes empresas tecnológicas tienen recursos económicos de sobra para proveer este tipo de asistencia, pero no lo hacen porque "ponen las ganancias por encima de la seguridad de sus trabajadores".

Enrique García reconoce que las grandes empresas podrían invertir más en la contratación de etiquetadores, pero afirma que ponerles muchas exigencias podría hacer que decidan buscar anotadores en otros lados.

 

"Puede ser que las grandes tecnológicas podrían pagar más, pero estamos muy agradecidos por las oportunidades", dice. 

"O nos ponemos defensivos sobre lo tacaño del cliente o aceptamos las oportunidades que hay, que pagan por encima del mínimo legal", afirma.

"Por lo menos estamos trayendo oportunidades de generación de ingresos acá donde, sin esta alternativa, no las habría".

jueves, 3 de noviembre de 2022

Mercados y plataformas de datos: una visión desde América Latina

Publicado en Blok de Bid

Mercados y plataformas de datos: una visión desde América Latina


Mié, 02/11/2022 

David Rodríguez Mateos
Departamento de Comunicación
Universidad Carlos III de Madrid

Da Silva, Filipe; Núñez, Georgina. La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia (2021). Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). 51 p. Disponible en: <https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47540/1/S2100764_es.pdf>. [Consulta: 24/10/2022].

La recopilación y el uso de datos masivos constituye uno de los sectores más complejos, más rentables y con mayores perspectivas de desarrollo en este siglo. Son, por lo tanto, numerosos los análisis que tratan de describir sus principales hitos, así como los interrogantes y retos que continuamente surgen a cada paso.

En esta línea se incluye el informe La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia, una mirada diferente más allá de otras perspectivas dominantes, ya sean eurocéntricas, anglosajonas o asiáticas. El informe está editado por la CEPAL, comisión regional de las Naciones Unidas para el desarrollo económico de América Latina. Resulta, pues, lógico que su enfoque sea principalmente económico, es decir, que se centre en las implicaciones comerciales o industriales de las herramientas descritas, sin entrar en detalles tecnológicos ni sobre cómo se gestionan los contenidos en las mismas.

La primera mitad del informe está enfocado sobre las plataformas digitales, definidas como una arquitectura o ecosistema de intercambio de datos para crear valor entre todos sus integrantes, ya sean creadores, comercializadores o usuarios de esos datos. Todas las interacciones, en cualquier sentido, generan continuamente datos que pueden tener nuevos valores para cualquiera de los implicados en su intercambio. El amplio catálogo de esas interacciones, no obstante, puede ser agrupado en seis categorías básicas: mercados digitales, buscadores, repositorios, plataformas de comunicación, comunidades y sistemas de pago.

La mayoría del trabajo está enfocado sobre una de estas categorías, los mercados de datos. El informe incluye un capítulo específico que define los mercados de datos y sus características; presenta algún ejemplo completo de sectores donde se han desarrollado; y señala algunos requisitos necesarios para su desarrollo en América Latina: la necesidad de desarrollar iniciativas nacionales o internacionales que los favorezcan, pero también de establecer regulaciones específicas.

Como ejemplos que puedan influir para el desarrollo de estas iniciativas o de posibles regulaciones, se mencionan a modo de ejemplo casos externos, como las iniciativas de la Unión Europea, pero también los trabajos en países de la propia región. Entre estos, destaca el ejemplo de Colombia, así como menciones a países como Chile, México y Perú.

En cuanto a las regulaciones, el informe se centra, sobre todo, en la necesidad de acuerdos transnacionales en los que participan los países de la región para facilitar el flujo de datos. Es el caso del MDR, dentro de la Alianza del Pacífico, que engloba a los cuatro países citados. Pero también presenta ejemplos entre estos países y otros ajenos a la región, como el DEPA, en el que participa Chile con Nueva Zelanda y Singapur; o el T-MEC, entre México, Estados Unidos y Canadá. 

El texto incluye algunas explicaciones detalladas sobre sectores que se han datificado notablemente, incluyendo aquellos surgidos expresamente a partir de la digitalización masiva de datos, como las fintech; y asimismo, en otras áreas más tradicionales que se han adelantado en esa explotación de sus datos, como la agricultura en Brasil, o la industria automotriz en general, de especial importancia en ese país, Argentina o México.

En conjunto, el informe ofrece un notable esfuerzo de síntesis sobre estos complejos temas que, por otra parte, se mantienen en continua evolución. A cambio, adolece en algunos casos de una edición que podría ser mejorada, tanto en lo formal como en la conexión entre algunas de las secciones de su contenido; presenta alguna inconcreción en varias definiciones propuestas, y el desarrollo de algunas secciones es vago en comparación con otras similares.

El mayor interés del informe es su recopilación y resumen de contenidos y casos sobre el tema, tanto a nivel local como internacional. Su perspectiva regional puede resultar de gran interés a instituciones y empresas de países como España, que comparten una lengua común.  

jueves, 6 de octubre de 2022

La UE faculta a los gigantes de internet para censurar información en crisis como la guerra de Ucrania

 Publicado en Público

https://www.publico.es/internacional/ue-faculta-gigantes-internet-censurar-informacion-crisis-guerra-ucrania.html#md=modulo-portada-bloque:4col-t5;mm=mobile-big

La UE faculta a los gigantes de internet para censurar información en crisis como la guerra de Ucrania

Se trata de una medida de excepción que afecta al derecho fundamental a la libertad de expresión, pero que para la UE no parece necesitar control judicial alguno.

MADRID

05/10/2022 21:22 ACTUALIZADO: 06/10/2022 07:17

PABLO ROMERO

El Reglamento Europeo de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) ha finalizado su tramitación con una redacción mucho más moderada que el texto inicial, aunque con una 'sorpresa': la introducción de un artículo (27 a), que describe un "protocolo de crisis" con el que la Comisión Europea —el Ejecutivo comunitario— puede exigir a uno o varios grandes proveedores de servicios de internet en casos de crisis grave que apliquen inmediatamente medidas "específicas, efectivas y proporcionadas" para prevenir, eliminar o limitar cualquier contribución —o sea, contenidos— a "amenazas graves".

Se trata de una medida de excepción que afecta al derecho fundamental a la libertad de expresión, pero para cuya aplicación, según esta nueva norma, no parece necesario establecer control judicial alguno.

La resolución ha sido introducida a raíz de la invasión de Ucrania por Rusia y la "manipulación de la información online", según afirma abiertamente la propia Comisión en su nota informativa. Y la idea es establecer un sistema de bloqueo de información rápido —de "moderación"— en casos "excepcionales" o como respuesta a una crisis.

Para que el Ejecutivo comunitario pueda adoptar estas medidas tiene que darse una crisis grave con "circunstancias extraordinarias que dan lugar a una amenaza grave para la seguridad o la salud pública en la Unión o en partes significativas de ella": casos como "conflictos armados o actos de terrorismo, conflictos emergentes, desastres naturales como terremotos y huracanes, así como pandemias y otras amenazas transfronterizas graves para la salud pública".

Cabe recordar que el Reglamento ya aprobado, como tal, será de aplicación directa en todo el territorio comunitario cuando entre en vigor y sin que sea necesaria su trasposición en cada país.

¿Y la separación de poderes?

Esta medida, que ya fue discutida el pasado mes de abril pero que ahora queda fijada en el texto del Reglamento, da cobertura legal a decisiones dudosas como la que anunciaron en febrero la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, de bloquear la difusión de los medios público rusos Russia Today (RT) y Sputnik, considerados "la maquinaria mediática del Kremlin", y sus filiales. Esa inédita decisión fue respaldada por un decreto europeo de urgencia publicado el 1 de marzo, días después de su anuncio.

Varios grupos europeos alertaron en abril de este año de que "el mecanismo propuesto es un empoderamiento demasiado amplio de la Comisión Europea para declarar unilateralmente un estado de emergencia en toda la UE", dado que "las decisiones que afectan la libertad de expresión y el acceso a la información, en particular en tiempos de crisis, no pueden ser tomadas legítimamente a través del poder Ejecutivo únicamente".

El abogado especializado en tecnología y director jurídico de la Plataforma para la Defensa de la Libertad de Información (PLI) Carlos Sánchez Almeida comenta a Público que "la pregunta que tenemos que hacernos es cómo encaja todo esto en el artículo 20 de la Constitución Española, que proscribe la censura previa y exige que todo secuestro de publicaciones tenga autorización judicial". Es decir, ¿cómo puede garantizar Bruselas la separación de poderes, que es clave para que exista una democracia real, con esta normativa?

"La solución a esto podría ser similar a la que tuvo que adoptar la llamada Ley Sinde: hay que regular la intervención de un magistrado de lo contencioso-administrativo para que autorice las medidas", dice Almeida, que añade ironía: "Un magistrado que tendría que ser del Tribunal Supremo [en el caso de España], como el que controla el CNI, si la medida es acordada por un Consejo de Ministros erigido en Inquisición Mayor del Reino".

Las plataformas vigilarán, juzgarán y bloquearán

En virtud de la DSA, Bruselas podrá pedir a grandes o muy grandes proveedores de servicios (como Google, Apple, Meta, Twitter, etc.), ya sean grandes plataformas o grandes buscadores, que evalúen en primer lugar en qué medida el funcionamiento y uso de su servicios contribuyen (o "puedan contribuir") significativamente a un grave amenaza. Tras ello, estas compañías tendrán que "identificar y aplicar medidas específicas, eficaces y proporcionadas" para "prevenir, eliminar o limitar tal contribución a la amenaza grave identificada". Es decir, que se deja en manos de estas plataformas la decisión y responsabilidad de censurar contenidos eventualmente.

Por último, deberán informar a la Comisión en una fecha determinada —o a intervalos regulares— "del contenido exacto, implementación e impacto cualitativo y cuantitativo de las medidas específicas tomadas".

Para ello, los proveedores de servicios "tendrán debidamente en cuenta la gravedad de la amenaza", la "urgencia de las medidas" y "los efectos reales o potenciales implicaciones para los derechos e intereses legítimos de todas las partes involucradas, incluido el posible incumplimiento de las medidas para respetar los derechos fundamentales". Dicho de otro modo, las plataformas serán las que decidan qué censurar en primer lugar.

Tal y como prevé Almeida, con este Reglamento "Bruselas va a poder hacer en toda la EU lo que los diferentes Ejecutivos nacionales, como el español, tienen prohibido por ser inconstitucional".

"Lo han regulado exhaustivamente", comenta a Público el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de València Lorenzo Cotino, que admite que "puede ser inquietante, pero no hay que excluir que cuente con garantías que puedan ser suficientes, pues para situaciones extraordinarias es de interés contar con regulación".

Según este experto, "las actuaciones que se adopten en todo caso deben poder ser sujetas a los mecanismos de garantías oportunas" y para ello "es esencial que sean conocidas para demandar transparencia respecto de las mismas y, en su caso, recurrirlas ante las autoridades oportunas (judiciales, independientes, etc.)".

Estas medidas excepcionales, que deberán anunciarse públicamente, no podrán durar más de tres meses (prorrogables otros tres meses), según establece el artículo. Además, la propia Comisión puede revocar su decisión en cualquier momento, especialmente "cuando no existan motivos para aplicarlas.

Una "primicia mundial" 

Para la Comisión Europea, esta regulación (la DSA) es toda una "primicia mundial en el campo de la regulación digital", ambiciosa en cuanto a la regulación de las plataformas y los proveedores de servicios de internet, y que "a la vez preserva los principios básicos del mercado interior".

Asimismo, esta norma está "diseñada de manera asimétrica, lo que significa que los servicios intermediarios más grandes con un impacto social significativo (grandes plataformas y grandes buscadores) están sujetos a reglas más estrictas" que las compañías más pequeñas.

La norma será de aplicación directa en todo el territorio UE pasados 15 meses desde su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea, que aún no tiene fecha.

jueves, 30 de diciembre de 2021

El futuro está en la interoperabilidad, no en las grandes empresas tecnológicas (Big Tech): balance de 2021

Publicado en Electronic Frontier Foundation
https://www.eff.org/deeplinks/2021/12/future-interoperability-not-big-tech-2021-review


El futuro está en la interoperabilidad, no en las grandes empresas tecnológicas (Big Tech): balance de 2021


Por Cory Doctorow

24 de diciembre de 2021


2021 no ha sido un buen año para las grandes empresas tecnológicas (Big Tech): un cóctel de fallos de moderación, violaciones de la privacidad, filtraciones de planes nefastos, colusión ilegal y declaraciones sordas y arrogantes (moderation failings, privacy breaches, leaked nefarious plans, illegal collusion and tone-deaf, arrogant pronouncements) avivaron el enfado de la opinión pública y encendieron la voluntad política de hacer algo contra el poder irresponsable y el imprudente interés propio de los gigantes tecnológicos.


Ya hemos pasado por esto. La EFF lleva 30 años luchando contra los abusos tecnológicos, y estamos acostumbrados a que los problemas tecnológicos reales den lugar a "soluciones" legales sin sentido, que no abordan el problema, o lo empeoran. Ha habido algo de eso (some of that) (vale, ha habido mucho/a lot of that).


Cada vez se entiende mejor que Internet no tiene por qué ser cinco sitios web gigantescos, cada uno de ellos lleno de texto de los otros cuatro (five giant websites, each filled with text from the other four). Por supuesto, las plataformas tecnológicas tienen "efectos de red" a su favor, lo que significa que cuanto más crecen, más útiles son. Cada aplicación del iPhone es una razón para comprar un iPhone; cada persona que compra un iPhone es una razón para crear una nueva aplicación para el iPhone. Del mismo modo, cada usuario de Facebook es una razón para unirse a Facebook (para socializar con ellos) y cada vez que alguien se une a Facebook, se convierte en una razón para que se una más gente.


Pero la tecnología ha tenido efectos de red desde los primeros días, y sin embargo la web fue una vez un lugar gloriosamente extraño y dinámico, donde el gigante de hoy se convertiría en el chiste de mañana - ¿cuándo fue la última vez que le preguntaste algo a Jeeves, y publicaste los resultados en tu página de Friendster?


Los efectos de red no son nada nuevo en la tecnología. Lo que sí es nuevo son las restricciones legales que impiden la interoperabilidad: nuevas formas de aplicar la ley de ciberseguridad, los derechos de autor, las patentes (cybersecurity law, copyright, patents) y otras leyes y reglamentos que hacen ilegal (o legalmente aterrador) fabricar nuevos productos que se conecten a los existentes. 


Por eso no puedes dejar Facebook y seguir hablando con tus amigos de Facebook. Por eso no puedes cambiar de plataforma móvil y llevarte tus aplicaciones. Por eso no puedes cambiar de proveedor de audiolibros sin perder tus audiolibros, y por eso tus comerciantes locales no te dan un plugin para el navegador que sustituye los botones de "compra" de Amazon con información sobre qué tienda cercana tiene el artículo que buscas en sus estanterías.


Estos costes de cambio son totalmente artificiales. Por su propia naturaleza, los ordenadores y las redes son lo suficientemente flexibles como para permitir que nuevos servicios se sumen a los ya existentes. Esa es la historia secreta de toda la tecnología que amamos hoy (the secret history of all the tech we love today).


La interoperabilidad -ya sea a través de normas legales o de ingeniería inversa- es la forma en que podemos ofrecer la autodeterminación tecnológica a los usuarios de Internet hoy en día. Así es como podemos dar a los usuarios el poder de abandonar los jardines amurallados en los que se ven atormentados por la indiferencia, la incompetencia y la malicia de las plataformas tecnológicas, y trasladarse a alternativas más pequeñas y receptivas operadas por cooperativas, organizaciones sin ánimo de lucro, startups o aficionados. 


Por eso los avances de este año en materia de interoperabilidad han sido tan alentadores. Representa una ruptura con el sombrío silogismo político de "Hay que hacer algo. Ya está, he hecho algo". Representa una oportunidad para liberar a los rehenes del jardín amurallado de las grandes tecnologías.


Estas son las noticias sobre interoperabilidad que nos han entusiasmado este año:



  • La UE lanzó la Ley de Mercados Digitales (DMA) -Digital Markets Act (DMA)-, una amplia propuesta a favor de la competencia. El borrador inicial contenía muchas cosas que nos gustaban sobre la interoperabilidad (had a lot of stuff we loved on interop), que se eliminaron de los borradores posteriores, y luego, en una victoria del sentido común y la buena política, el Parlamento Europeo volvió a incluir todas las cosas de la interoperabilidad (the European Parliament put all the interop stuff back in), ¡y más!


Eso no es todo, por supuesto. También hay acciones a favor de la interoperabilidad que son más bien mixtas: por ejemplo, las nuevas "regulaciones del ciberespacio" (China’s new “cyberspace regulations) de China (que prohíben a los gigantes tecnológicos chinos bloquear la interoperabilidad) y las recomendaciones políticas del informe de la Autoridad de Competencia y Mercados del Reino Unido sobre la tecnología publicitaria (the UK’s Competition and Markets Authority report on ad-tech), que se apoya en gran medida en la interoperabilidad para fomentar la competencia (pero que pretende, en parte, mejorar el mercado de la vigilancia comercial de los usuarios de Internet - the market for commercial surveillance of internet users).


Más allá de la acción estatal, hay esfuerzos independientes de interoperabilidad por parte de las grandes empresas y de los aficionados individuales. Por parte de las empresas, Twitter sigue avanzando en su "Proyecto Cielo Azul", anunciado como "una tienda de aplicaciones para los algoritmos de las redes sociales". En el lado de los creadores, estamos encantados de ver que los guardianes de la Internet de interés público siguen luchando por el usuario creando un pegamento que une todo tipo de aplicaciones de mensajería, como Pidgin y Matterbridge.


La interoperabilidad es una solución técnica a un problema técnico, pero no es sólo una respuesta nerd a un enigma social. Al cambiar la ley para facilitar que los usuarios se alejen de los silos de las grandes tecnologías, cambiamos el tipo de tecnología que se puede construir, el tipo de negocios que se pueden operar y el tipo de vida que pueden hacer los usuarios digitales.

2021 fue un año histórico para la interoperabilidad, y 2022 se perfila como un año aún mejor.


***********************


The Future is in Interoperability Not Big Tech: 2021 in Review

By Cory Doctorow

December 24, 2021


2021 was not a good year for Big Tech: a flaming cocktail of moderation failings, privacy breaches, leaked nefarious plans, illegal collusion and tone-deaf, arrogant pronouncements stoked public anger and fired up the political will to do something about the unaccountable power and reckless self-interest of the tech giants.

We’ve been here before. EFF’s been fighting tech abuses for 30 years, and we’re used to real tech problems giving rise to nonsensical legal “solutions,” that don’t address the problem - or make it worse. There’s been some of that (okay, there’s been a lot of that).

But this year, something new happened: lawmakers, technologists, public interest groups, and regulators around the world converged on an idea we’re very fond of around here: interoperability. 

There’s a burgeoning, global understanding that the internet doesn’t have to be five giant websites, each filled with text from the other four. Sure, tech platforms have “network effects” on their side - meaning that the more they grow, the more useful they are. Every iPhone app is a reason to buy an iPhone; every person who buys an iPhone is a reason to create a new iPhone app. Likewise, every Facebook user is a reason to join Facebook (in order to socialize with them) and every time someone joins Facebook, they become a reason for more people to join.

But tech’s had network effects on its side since the earliest days, and yet the web was once a gloriously weird and dynamic place, where today’s giant would become tomorrow’s punchline - when was the last time you asked Jeeves anything, and did you post the results to your Friendster page?

Network effects aren’t anything new in tech. What is new are the legal strictures that prevent interoperability: new ways of applying cybersecurity law, copyright, patents, and other laws and regulations that make it illegal (or legally terrifying) to make new products that plug into existing ones. 

That’s why you can’t leave Facebook and still talk to your Facebook friends. It’s why you can’t switch mobile platforms and take your apps with you. It’s why you can’t switch audiobook providers without losing your audiobooks, and why your local merchants don’t just give you a browser plugin that replaces Amazon’s “buy” buttons with information about which store near you has the item you’re looking for on its shelves.

These switching costs are wholly artificial. By their very nature, computers and networks are flexible enough to allow new services to piggyback on existing ones. That’s the secret history of all the tech we love today.

Interoperability - whether through legally mandated standards or guerilla reverse-engineering - is how we can deliver technological self-determination to internet users today. It’s how we can give users the power to leave the walled gardens where they are tormented by the indifference, incompetence, and malice of tech platforms, and relocate to smaller, more responsive alternatives that are operated by co-ops, nonprofits, startups, or hobbyists.  

Which is why this year’s progress on interoperability has been so heartening. It represents a break from the dismal policy syllogism of “Something must be done. There, I did something.” It represents a chance to free the hostages of Big Tech’s walled garden.

Here’s the interop news that excited us this year:

That’s not all, of course! There’s also pro-interop action that’s more of a mixed bag: for example, China’s new “cyberspace regulations” (which ban Chinese tech giants from blocking interoperability) and the policy recommendations from the UK’s Competition and Markets Authority report on ad-tech, which leans heavily on interop to encourage competition (but is intended, in part, to improve the market for commercial surveillance of internet users).

Beyond state action, there are independent interop efforts from big companies and individual tinkerers alike. On the corporate side, Twitter continues to make progress on its “Project Blue Sky,” billed as “an app store for social media algorithms.” On the tinkerer side, we’re delighted to see the guardians of the Public Interest Internet continue to fight for the user by creating DIY glue that sticks together all kinds of messenger apps, like Pidgin and Matterbridge.

Interoperability is a technical solution to a technical problem, but it’s not just a nerdy answer to a social conundrum. By changing the law to make it easier for users to walk away from Big Tech silos, we change what kind of technology can be built, what kinds of businesses can be operated, and what kind of lives digital users can make.

2021 was a landmark year for interoperability - and 2022 is shaping up to be even better.

This article is part of our Year in Review series. Read other articles about the fight for digital rights in 2021.

*************


Plan 2.0 para el acceso abierto: ¿un plan o una nueva ambigüedad?

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/plan-s-20-open-access-plan-bold-may-prove-ineffective   El...