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lunes, 24 de octubre de 2022

MÉXICO: El entuerto salarial universitario. Partes I y II

Publicado en La Jornada



El entuerto salarial universitario

Periódico La Jornada
domingo 13 de febrero de 2022 , p. 12

El sistema universitario mexicano se caracteriza por ser desigual en cuanto a recursos, prebendas, condiciones laborales y salariales. En realidad, sería casi imposible establecer condiciones parejas, pero se podría aspirar a que no fueran tan desiguales.

La disparidad no sólo se da entre las universidades públicas y privadas, también entre las publicas nacionales, citadinas o estatales, y dentro de las mismas.

En muchas universidades, además del escalafón tradicional por categorías, los profesores pueden acceder a uno, dos, tres e incluso cuatro ingresos. Aunque en realidad, sólo uno es propiamente el salario y los otros son becas, estímulos u otros.

El salario universitario ha perdido notablemente su valor real, al igual que el salario mínimo neoliberal de los últimos 30 años y los aumentos nunca han superado 4 por ciento anual. Por eso se otorgan complementos salariales, para conjurar de alguna manera una explosión social y para fragmentar al profesorado universitario, que está más preocupado en acceder a recursos complementarios, que a organizarse. Rara vez hay una huelga de un sindicato universitario para demandar una mejora salarial.

El salario nominal es tan bajo que una de las prestaciones, la de la antigüedad de 2 por ciento de incremento anual, puede significar, con el tiempo, un incremento salarial de 30, 50, 70 por ciento, o más, del salario que ganaría un recién ingresado.

El segundo ingreso al que puede acceder un buen número de profesores es el de estímulos a la docencia que otorga la SEP. Se trata de un sistema parecido al Sistema Nacional de Investigadores (SIN), para fomentar la calidad en la docencia, la formación continua, mejoras en los planes de estudios, participación en academias, tutorías, etcétera. En algunos casos el sistema de estímulos funciona bien, en otros regular y en muchos otros es una verdadera angustia, tortura burocrática y dilema existencial. Los sistemas de puntaje varían de acuerdo con cada universidad y los periodos pueden ser anuales, bianuales o trianuales, lo que marca una gran diferencia. Este ingreso, es gravado con impuestos, pero no se considera como salario a la hora de la jubilación, una triquiñuela más de la Secretaría de Hacienda que afecta a los universitarios.

El tercer ingreso, al que pueden acceder los profesores que cuenten con doctorado y que se dediquen a la investigación, es concursar al SNI. La beca, puede significar un ingreso adicional de 30, 80 o 100 por ciento del salario neto, lo cual depende del nivel alcanzado. Ciertamente es un gran apoyo, para este sector del profesorado, pero mantenerse y subir de nivel implica un trabajo y un estrés considerable. En este caso, se trata de una beca y no se aplican impuestos, por lo que tampoco se considera como parte del salario a la hora de la jubilación.

Los investigadores que están en el SNI también pueden acceder a los estímulos de la SEP y lo que para algunos profesores significa un segundo ingreso, para éstos es el tercero. Otros profesores, los llamados técnicos académicos, que también pueden ser docentes y los profesores de asignatura, no pueden acceder a los estímulos y se quedan con su magro salario, sin ninguna compensación.

Es posible que algunos profesores puedan percibir otro ingreso, que se sitúa en territorio fronterizo. Algunos de ellos, de tiempo completo, pueden acceder a contratos parciales, medios tiempos e incluso tiempos completos, en otras instituciones públicas o privadas. Una sobrexplotación derivada, obviamente, de los pésimos salarios y el sistema de estímulos.

Finalmente, en algunas universidades y centros de investigación, se puede obtener a otros ingresos por concepto de proyectos, investigaciones, asesorías o consultorías, que se consideran como recursos externos y existen varias fórmulas para acceder a ellos. Estos recursos tienen un overhead (comisión por gastos institucionales) que puede oscilar entre 30 y 40 por ciento y que queda en la institución, lo que resta permite contratar a personal y pagar a los investigadores. Para lograr que esto funcione, y remunerar el trabajo realizado se hicieron fideicomisos y fundaciones. Pero ya se suprimieron muchos fideicomisos y por tanto la posibilidad de contar con recursos externos y overhead está cancelada. Por el contrario, todas las grandes universidades del mundo incentivan la búsqueda de recursos externos.

El entuerto del sistema salarial universitario promueve la búsqueda de ingresos adicionales por dentro y por fuera del sistema. Es una carrera de resistencia, hay que competir por cambiar de categoría, por mayor nivel de estímulos, por ingreso y permanencia en el SNI y por acceso a recursos externos. Cada trámite o convocatoria implica mucho trabajo burocrático, tiempo perdido, estrés, esperanzas y desengaños.

Los profesores de asignatura forman la base del sistema de trabajo precario universitario y tienen que esperar años o décadas para poder acceder a una plaza y, los que la tienen no pueden jubilarse, porque pierden todos los recursos “adicionales”, pero que en realidad serían equiparables a un salario normal.

Un verdadero entuerto, que significa literalmente: “perjuicio o daño que se causa injustamente a una persona”, a toda la comunidad universitaria.

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El entuerto salarial universitario II

Jorge Durand

Hace unos meses, en febrero de este año, en un artículo en La Jornada, que lleva el mismo título, llamaba la atención sobre lo precario, azaroso y desigual del salario universitario. No sólo hay grandes diferencias entre las universidades públicas y privadas, sino también entre las de la capital, los estados y los centros públicos de investigación.

En aquella ocasión señalaba que el salario universitario puede tener cuatro componentes, el salario propiamente dicho, los estímulos, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el acceso a recursos externos, que operaba anteriormente bajo la modalidad de fideicomisos o simplemente un trabajo o actividad adicional.

Los fideicomisos pasaron a la historia y con ello la posibilidad de remunerar de manera adicional a los investigadores que participaban en una consultoría o investigación encomendada por parte del gobierno o instituciones privadas, lo que permitía conseguir recursos externos adicionales a la institución, por medio del over head. Se decía que era una fórmula de ganar-ganar, porque la perinola repartía para todos. Así trabajan muchísimas universidades del extranjero y se quedan 30, 40 y hasta 50 por ciento del presupuesto de una investigación.

Las universidades públicas son y deben ser gratuitas, pero los recursos no alcanzan para muchos gastos adicionales, no presupuestados o etiquetados. Y el acceso a capitales externos o la presentación de servicios permiten solventar muchas de estas carencias. Obviamente, esos ingresos deben ser reglamentados, transparentados y auditados.

Inicialmente el Sistema Nacional de Investigadores se creó para mejorar los salarios de los universitarios que se dedicaban a la investigación, para evitar la fuga de cerebros y transformar la planta docente, que en su mayoría estaba compuesta por licenciados. Al requerirse primero maestría y luego doctorado para acceder al SNI, muchos docentes, en todo el país, comenzaron a estudiar posgrados. Y en 20 años cambió notablemente la planta docente de las universidades públicas y también las privadas.

El SNI tenía otro objetivo: impedir a las cúpulas y autoridades universitarias que accedieran a esos recursos o se inmiscuyeran en los procesos de evaluación. Las universidades suelen tener salarios fijos, por categorías, negociados con los sindicatos y es prácticamente imposible hacer distinciones o mejorar el salario a algunos, lo que sí pueden hacer las privadas. El SNI permitió remunerar a profesores de alta calidad que de este modo pudieron resistir las ofertas de universidades privadas o extranjeras.

Ahora bien, para muchos investigadores, la beca del SNI es una parte importante y vital de su ingreso, que no de su salario. Un profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, con categoría de asociado B, gana 15 mil pesos al mes y de ahí hay que descontarle impuestos, y si ingresa al SNI nivel I recibe una beca de 20 mil pesos, sin impuestos. Un titular C, la máxima categoría, gana 31 mil pesos mensuales, de los que hay que descontar impuestos y, como SNI nivel III, recibe 44 mil pesos sin gravamen. Para acceder, mantenerse y subir de categoría en el SNI se requiere de mucho trabajo, constancia, soportar estrés y tener suerte.

Pero ahora se presentan nubarrones en el Conacyt, sobre la posibilidad de que no todos los que ingresen o se renueven puedan obtener la beca, por eso se está requiriendo a los evaluadores hacer listas de prelación, lo que además de complicado y subjetivo puede resultar injusto. La beca del SNI es un parche, pero si se elimina habría que duplicarles el sueldo a todos los investigadores de alto nivel.

Por su parte, la SEP tampoco quiso entregar recursos a las universidades para aumentar salarios y decidió proponer un sistema de estímulos a la productividad, con categorías de acuerdo con credenciales académicas, publicaciones, clases, tutorías y todo un sistema de puntaje muy complicado. No es un sistema unificado, cada universidad tiene el suyo. Unos se renuevan anualmente, lo que es una pesadilla, otros cada dos o tres años y así por el estilo.

También han empezado a aparecer nubarrones en el sistema de estímulos. En la Universidad de Guadalajara redujeron el monto entre 20 y 25 por ciento, aproximadamente, sin decir agua va; en el Colegio de Jalisco simplemente les avisaron que no había presupuesto y que posiblemente se cancele. Los estímulos no son una beca, se descuentan impuestos y no es salario, porque no cuentan para la jubilación o el retiro. Pero son vitales para los universitarios.

Juguetear y economizar con los fideicomisos, el SNI y los estímulos podría ser una bomba de tiempo, pero resulta que los sindicatos se lavan las manos, no es tema del contrato colectivo de trabajo.

Los universitarios peleamos, luchamos y nos desvelamos por obtener recursos externos, becas y estímulos, pero hacemos muy poco por incrementar nuestros salarios. La planta académica está dividida, envejecida y con el salario base resulta casi imposible jubilarse.

Hemos caído en la trampa, no sólo de aceptar, sino de desvelarnos por las migajas.


miércoles, 25 de mayo de 2022

GRAN BRETAÑA: ¿Se agotan las huelgas universitarias en sus 4 luchas: salario, condiciones de trabajo, precarización e igualdad?

Publicado en THE Times Higher Education
https://www.timeshighereducation.com/news/uk-industrial-disputes-drag-should-union-rethink-tactics?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=editorial-daily&mc_cid=ca854ca3a7&mc_eid=d622713526 


A medida que se prolongan los conflictos laborales en el Reino Unido, ¿debe el sindicato replantearse sus tácticas?

UCU sigue adelante con rondas de huelga cada vez más reducidas a pesar de los llamamientos a reagruparse y replantearse

4 de mayo de 2022

Tom Williams

Twitter: @TWilliamsTHEail

El verano se adelantó la última vez que los miembros del principal sindicato de la enseñanza superior del Reino Unido hicieron huelga, y los piquetes fueron bendecidos con un raro rayo de sol a mediados de marzo.

El anuncio de que se van a llevar a cabo nuevas acciones -incluyendo 10 días de huelga y un boicot a las calificaciones- hace que las prolongadas disputas sobre los salarios, las pensiones y las condiciones de trabajo se adentren en el propio verano, y que los campus se preparen para sufrir trastornos durante la importante temporada de exámenes.

Sin embargo, aunque los miembros de los sindicatos de universidades y escuelas superiores que se preparan para volver a utilizar las herramientas se quedarán probablemente sin sus omnipresentes gorros rosas de lana, se les puede perdonar que se pregunten si ha cambiado mucho más, a pesar de los 13 días de huelga de este año académico.

Culpando a los vicerrectores por no comprometerse, la mayoría del sindicato admite que se ha avanzado poco en las "cuatro luchas" -salario, condiciones de trabajo, precarización e igualdad-, mientras que ya se han aplicado los recortes a las pensiones que ofrece el Plan de Supervisión de las Universidades.

Tal vez lo único que ha cambiado es el deseo de los sindicalistas de hacer huelga, ya que sólo 39 sucursales tienen mandatos de huelga, frente a las 68 de principios de año. En las últimas votaciones, sólo una de cada cuatro sucursales superó el umbral de participación del 50% que se exige legalmente para actuar en la mayor parte del Reino Unido, lo que se considera un signo de cansancio por los años de conflicto con los directivos.

Jenny Pickerill, jefa de geografía de la Universidad de Sheffield, miembro de la UCU, dijo que consideraba necesario un cambio de táctica, probablemente una acción más específica centrada en dar más seguridad a los que ocupan puestos precarios, centrándose en mejorar los salarios de los peor pagados o exigiendo contratos de 12 meses como mínimo, por ejemplo.

"Sí que da la sensación, por las discusiones que tengo a nivel universitario, de que hay demasiado", dijo. "Dicen: 'No podemos cumplir todo esto'. Creo que alguna vez tuvimos algunos objetivos, pero perdí la noción de cuáles eran, aunque participaba en la acción".

Nick Hillman, director del Higher Education Policy Institute, sostuvo que UCU carecía de una estrategia eficaz, "aparte de las perpetuas disputas industriales, que tienen un apoyo decreciente".

"El sindicato pide todo sin una clara priorización y, como no puede conseguir todo lo que quiere en el entorno actual, los directivos y los observadores se encuentran con dificultades para entender qué es lo que más quiere", dijo. 

El resultado, según el Sr. Hillman, fue un estancamiento, en lugar de avanzar en cuestiones importantes como la precarización.

Sin embargo, la presidenta de UCU, Vicky Blake, argumentó que los temas por los que luchaba el sindicato estaban "inextricablemente relacionados".

"El hecho de que tengamos que presentar unas reivindicaciones tan amplias es una acusación a la dirección con la que nos enfrentamos en todo el sector. Pero no creo que tenga sentido abandonar ninguna parte de ellas", dijo.

Aunque en la próxima ronda de acciones habrá menos sucursales que se dirijan a las líneas de piquetes, la Sra. Blake argumentó que existe la conciencia de que los que se retiran lo hacen en nombre de todo el sector. 

Sin embargo, Glen O'Hara, profesor de historia moderna y contemporánea en la Universidad de Oxford Brookes, dijo que temía que las universidades en las que se están llevando a cabo las huelgas sientan el peso de la frustración y la división que se está generando en todas las partes.

"El hecho de que la mayoría de las demás instituciones de educación superior no estén tomando esta medida hará que la situación se sienta aún peor", dijo.

Los problemas llevaron a algunos a abogar por una pausa en la campaña, lo que daría la oportunidad de repensar y planificar una acción que pudiera ser más eficaz.

La profesora Pickerill dijo que consideraba que "era obvio hace tiempo que las tácticas actuales no estaban teniendo el impacto que esperábamos" y que, en lugar de volver a intentar lo mismo, el sindicato debería tomarse el tiempo necesario para conseguir apoyo y pensar en emprender "acciones más creativas".

Mientras algunos abogaban por una pausa, otros pedían que se intensificaran las acciones hasta llegar a una huelga indefinida, algo que el vicepresidente de la sección de Sheffield, Sam Marsh, dijo que era una cuestión de "cuándo, no de si" debido a los problemas del sector.

En cambio, los delegados de la rama votaron en una conferencia especial para continuar con más huelgas y un boicot de calificación, aunque con un calendario que ahora hace improbable una acción significativa antes de finales de mayo.

Emma Rees, secretaria de la rama de la UCU de la Universidad de Chester, dijo que los miembros estaban "comprometidos a continuar con las cuatro luchas", y que las disputas locales habían "fortalecido nuestra determinación".

"Sin embargo, ante la absoluta intransigencia de los empleadores a nivel nacional, estamos consultando con nuestros miembros a nivel local para ver cómo y cuándo es mejor participar en la acción industrial para la que tenemos un mandato claro", dijo.

La Sra. Blake afirmó que todavía hay posibilidades de resolver los conflictos y sugirió que las universidades están preocupadas por el impacto de la acción, como lo demuestra la presión que están ejerciendo sobre sus miembros para que no participen.

Pero para el profesor O'Hara, es poco probable que la siguiente postura del sindicato sea efectiva. "La dirección parece haber preparado su estrategia para conseguir una gran victoria, y parece que está a un paso de conseguirlo", dijo.

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As UK industrial disputes drag on, should union rethink tactics?

UCU pushes on with shrinking rounds of strike action despite calls to regroup and rethink

May 4, 2022

Tom Williams

Twitter: @TWilliamsTHEail

Summer came early the last time members of the UK’s main higher education union were on strike, with picket lines blessed with a rare bout of sunshine in mid-March.

The announcement that further action is coming – including 10 days of strikes and a marking boycott – takes the long- running disputes over pay, pensions and working conditions into the summer itself, with campuses bracing for disruption during the all-important exam season.

But while University and College Union members preparing to down tools again will now probably be without their ubiquitous pink woolly hats, they can be forgiven for wondering whether much else has changed, despite 13 days of strikes this academic year.

Blaming vice-chancellors for not engaging, most in the union admit that little progress has been made on the “four fights” – pay, working conditions, casualisation and equality – while cuts to pensions provided by the Universities Superannuation Scheme have already been implemented.

Perhaps the only thing that has changed is union members’ appetite to strike, with only 39 branches holding mandates for walking out, down from 68 earlier this year. In the most recent ballots, only one in four branches passed the 50 per cent turnout threshold that is legally required for action in most of the UK, seen as a sign of fatigue from years of conflict with managers.

UCU member Jenny Pickerill, head of geography at the University of Sheffield, said that she felt a change in tactics was needed, probably to more targeted action focusing on handing more security to those in precarious positions – a focus on improving salaries for the lowest-paid, or demanding 12-month contracts as a minimum, for example. 

“It does feel, from discussions I have at a university level, that there’s too much,” she said. “They say: ‘We can’t meet all of this’. I think we did have some aims once but I lost track of what they were, even though I was participating in the action.”

Nick Hillman, director of the Higher Education Policy Institute, argued that UCU lacked an effective strategy, “other than perpetual industrial disputes, which have falling support”.

“The union asks for everything without any clear prioritisation and, as it cannot get all it wants in the current environment, managers and observers are left struggling to understand what it wants most of all,” he said.  

The result, Mr Hillman said, was deadlock, rather than progress on important issues such as casualisation.

But UCU president Vicky Blake argued that the issues the union was fighting on were “inextricably linked”.

“It is an indictment of the management that we are dealing with across the sector that we do have to put in such comprehensive claims. But I don’t think it would make any sense to ditch any part of them,” she said.

Even though fewer branches will head to the picket lines in the coming round of action, Ms Blake argued that there was an awareness that those who are walking out will do so on behalf of the whole sector. 

But Glen O’Hara, professor of modern and contemporary history at Oxford Brookes University, said he feared that the universities where strikes are taking place would feel the brunt of the frustration and division that is building on all sides.

“The fact that most other higher education institutions aren’t taking this action will make that situation feel even worse,” he said.

The issues led some to advocate pausing the campaign, providing a chance to rethink and plan action that could be more effective.

Professor Pickerill said she felt “it was obvious a while ago that the current tactics weren’t having the impact that we hoped they would have” and, rather than just trying the same thing again, the union should take the time to build support and think about taking “more creative action”.

While some advocated a break, others called for action to be ramped up to an indefinite strike, something the Sheffield branch’s vice-president, Sam Marsh, said was a matter of “when, not if” because of the problems in the sector.

Instead, branch delegates voted at a special conference to plough on with further strikes and a marking boycott, albeit on a timetable that now makes significant action before late May unlikely.

Emma Rees, secretary of the University of Chester’s UCU branch, said members were “committed to continuing with the four fights”, with local disputes having “strengthened our resolve”.

“In the face of absolute intransigence from the employers nationally, however, we are consulting with our members locally to see how and when it is best to engage in the industrial action for which we have a clear mandate,” she said.

Ms Blake argued there was still every chance of resolving the disputes and suggested universities were worried about the impact of the action, as shown by the pressure they are putting on members not to take part.

But for Professor O’Hara, the union’s next stand was unlikely to be effective. “The management side appear to have set out their stall to win a big victory, and they look to be within easy striking distance of that goal,” he said.

tom.williams@timeshighereducation.com


viernes, 21 de enero de 2022

El alma mater de la antropología mexicana, en peligro

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/notas/2022/01/21/politica/el-alma-mater-de-la-antropologia-mexicana-en-peligro/


El alma mater de la antropología mexicana, en peligro


Periódico La Jornada
viernes 21 de enero de 2022 , p. 16

La Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en sus inicios, Departamento de Antropología de la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, en 1938, y posteriormente integrada al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1946, es la institución de educación superior, pública y gratuita, considerada el alma mater de generaciones de especialistas mexicanos y latinoamericanos en diversas disciplinas: antropología social, antropología física, arqueología, etnología, historia, etnohistoria y lingüística.

A lo largo de sus más de 80 años de existencia, la ENAH ha sido el principal espacio formativo del personal académico de organismos del Estado mexicano, como el propio INAH, y también de quienes formaron nuevos departamentos de antropología de universidades y centros de investigación social, dentro y fuera de México. Con una perspectiva integral de las ciencias antropológicas e históricas, poco frecuente en latitudes del ámbito educativo estadunidense y europeo, la ENAH ganó reconocimiento nacional e internacional por su capacidad de mantenerse, en su diversidad intelectual, ideológica y política, como un recinto de producción científica de alta calidad, a la par que de reflexión y pensamiento crítico que no pocas veces concitó los ataques de la derecha ilustrada, que llegó al extremo, como en el caso de Octavio Paz, en enero de 1987, de demandar su clausura por ser “un centro de ideología seudomarxista de dudosa calidad académica”, y no obstante que Claude Lévi-Strauss, en una ocasión, comentó al laureado poeta que la ENAH “era una de mejores escuelas del mundo”. Recordemos al respecto, que el entrañable Rodolfo Stavenhagen respondió magistralmente a los enjuiciamientos de Octavio Paz en un memorable artículo en La Jornada, considerándolos injustos e infundados y un exabrupto. (“La antropología cuestionada”, 21/1/87).

Del estudiantado de la ENAH y un sector de su profesorado surge una corriente crítica de la política indigenista del Estado mexicano, y del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), que a inicios de los 80 funda el Consejo Latinoamericano de Apoyo a las Luchas Indígenas (CLALI), con base en una declaración suscrita por más de un centenar de antropólogos y dirigentes indígenas, como Rigoberta Menchú, publicada en varios países con el título: “La cuestión étnico-nacional en América Latina”, que expresa la ruptura que se venía dando en el seno de la disciplina antropológica con el indigenismo como política de Estado. Asimismo, este manifiesto reafirmaba el compromiso de acompañamiento de los antropólogos con las luchas de los pueblos indígenas, en el marco de los procesos de democratización de las naciones latinoamericanas. La ENAH ha participado en todas las luchas estudiantiles y populares de los años 60, hasta la fecha, y ha sido un bastión solidario con las luchas revolucionarias de Centro y Sudamérica. No es casual, entonces, que sus instalaciones fueran la sede de la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, durante su estancia en la capital de la República en 2001.

Esta es la ENAH que las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores y del actual han llevado al borde de la inoperancia, al acortar el presupuesto para el cumplimiento de sus funciones académicas, administrativas y de mantenimiento mínimo de las instalaciones, al contar con una abultada plantilla de “profesores hora-semana-mes” y trabajadores técnicos, administrativos y manuales calificados “eventuales”, contratados cada tres meses, sin prestaciones y condiciones laborales precarias, al parar toda inversión en la infraestructura de edificios y unidades de trasporte, al cesar los apoyos para las prácticas de campo de estudiantes y profesores. Cabe señalar que similar situación se presenta en el resto de las escuelas del INAH, como la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, en Chihuahua, la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, así como casi todos los centros de trabajo a escala nacional, como museos, zonas arqueológicas y centros regionales.

Hoy como ayer, la comunidad de la ENAH, organizada en Asamblea General de profesores, estudiantes y trabajadores, se ha movilizado en su apoyo, proponiendo una ruta de trabajo para solucionar sus demandas históricas, a través de mesas de negociación interinstitucionales, integradas por autoridades con capacidad resolutiva, y desconociendo la interlocución por parte del INAH del actual director general, antropólogo Diego Prieto, por “su falta de voluntad política e incompetencia institucional para atender nuestras demandas”. Igualmente, quienes integran esta asamblea general estiman que la problemática de la ENAH viene de décadas atrás, “por el desmantelamiento que el INAH ha fomentado”. Reiteran que el problema “es estructural e histórico”.

 Todo el apoyo a la Asamblea General en la defensa de la ENAH.  

Plan 2.0 para el acceso abierto: ¿un plan o una nueva ambigüedad?

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/plan-s-20-open-access-plan-bold-may-prove-ineffective   El...