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jueves, 11 de enero de 2024

La guerra de Israel cimbra a universidades estadunidenses

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/01/06/mundo/la-guerra-de-israel-cimbra-a-universidades-estadunidenses-8507


La guerra de Israel cimbra a universidades estadunidenses

David Brooks y Jim Cason, corresponsales
06 de enero de 2024 

Nueva York y Washington. Algunas de las universidades más famosas de Estados Unidos se encuentran ahora en medio de la guerra de Israel, y por lo menos dos rectores han renunciado en la disputa que estalló con un nuevo movimiento de estudiantes y algunos profesores exigiendo un cese el fuego en Gaza, condenando las atrocidades de las fuerzas israelíes y la complicidad de Washington en lo que llaman crímenes de guerra.

La presidenta de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, renunció esta semana, siguiendo a su contraparte de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Magill –ambas de la llamada Liga Ivy de universidades de mayor prestigio en la costa este–, quien se vio obligada a dejar su cargo en diciembre.

Las protestas, ocupaciones y marchas que han estallado por todo el país –en las calles, oficinas de gobierno, ante empresas, en plazas y puentes y hasta dentro del propio gobierno en demanda de un fin de las hostilidades en la franja de Gaza– también han sacudido a las casas de estudios superiores del país. Hoy día, hay más protestas en más universidades que en cualquier otro momento en los recientes 35 años, reportó The New York Times.

Musulmanes y judíos unidos


Este activismo estudiantil, el más poderoso encabezado por una alianza entre jóvenes judíos y musulmanes, han provocando alarma entre algunos de los donantes ricos cuyos nombres decoran edificios e instalaciones académicas presionando a las juntas de gobierno de estas instituciones a controlar los estallidos entre el alumnado, junto con el gobierno de Israel y sus aliados sionistas en Estados Unidos empleando la misma arma para suprimir estas expresiones: Toda crítica contra Israel es antisemitismo.

Más aún, ultraconservadores que han formado una ofensiva contra la libertad académica durante años –buscando cómo anular programas de diversidad racial, inclusión y equidad, así como censurar o eliminar disciplinas que abordan una visión crítica de la historia estadunidense, las libertades civiles de las mujeres, de las minorías y la comunidad gay– ahora se han sumado a la campaña sionista para promover su agenda.

Para ellos, la rectora de Harvard –la primera afroestadunidense y sólo la segunda mujer en la historia de 388 años de esta catedral académica de la élite estadunidense– fue un objetivo perfecto para esta alianza de facto entre sionistas y fuerzas derechistas estadunidenses.

Fue en ese fuego cruzado que tres rectores se presentaron a una audiencia de la Cámara baja el 5 de diciembre convocada por la mayoría republicana justo para usar el tema del antisemitismo en su continuo ataque contra lo que consideran el control de la academia por administraciones y facultades liberales.

Ahí, en una sesión que después fue vista por millones, una sola legisladora republicana trumpista logró poner en jaque a los rectores de tres de las universidades más distinguidas del país –Harvard, Pensilvania y MIT– al preguntarles si las declaraciones de estudiantes de amenazas de genocidio contra judíos violaban los códigos de conducta en sus instituciones.

Las tres líderes de algunas de las coronas de la inteligencia académica del país ofrecieron respuestas muy cautelosas y, titubeando, se centraron en defender la libertad de expresión. Pero con ello le dieron a los sionistas y derechistas justo el regalo que deseaban, y el cual usaron de inmediato fabricando un gran escándalo nacional. Cuatro días después, la rectora de la Universidad de Pensilvania, Magill, se vio obligada a renunciar a su puesto. Esta semana, su contraparte de Harvard, que parecía había logrado sobrevivir la tormenta, hizo su anuncio.

Otra rectora, Nemat Shafik de la Universidad de Columbia, evadió presentarse en esa audiencia y por ahora ha sobrevivido, pero no sin controversia. Ante protestas identificadas como propalestinas en el lujoso campus, el gobierno de la universidad anunció que estaba suspendiendo a dos grupos que han encabezado las protestas: Estudiantes por Justicia en Palestina y Voz Judía por la Paz (Jewish Voice for Peace), entre otras medidas que fueron denunciadas por algunos alumnos por suprimir su libertad de expresión.

Una de las medidas impulsadas por Shafik llama a que manifestantes propalestinos dejen de corear frases en apoyo a una intifada y otras, porque son consideradas antisemitas.

El profesor Rashid Khalidi, historiador en Columbia y uno de los intelectuales palestino-estadunidenses más destacados, denunció la medida, afirmando que es una norma prohibir el uso o aprender estos términos y sus historias, en favor a privilegiar la política de sentimientos. Mientras podría ser apropiado para un Finder, es difícil imaginar un manera más contraria a la idea más básica de una universidad.

Bajas terribles

Este es un momento terrible, comentó Khalil Gibran Muhammad, profesor de historia en la Escuela Kennedy de Harvard, en entrevista con The New York Times al reaccionar a la noticia de la renuncia de la rectora. “Los líderes legislativos republicanos han declarado la guerra contra la independencia de las universidades, tal como lo ha hecho el gobernador DeSantis en Florida. Sólo estarán envalentonados con la renuncia de Gay. Por cierto, a fines de noviembre en Florida el presidente del Sistema Estatal Universitario exigió que todas las universidades estatales suspendieran agrupaciones afiliadas como Estudiantes por Justicia en Palestina, e incluso acusó que estaban brindando apoyo material al grupo terrorista Hamas.

Esto pone en peligro la autonomía de las universidades de Estados Unidos, declaró Robert Reich en torno a la presión de los donantes multimillonarios sobre las decisiones internas de estas instituciones académicas.

Triunfos de conservadores

Para la derecha, las renuncias fueron triunfos. La legisladora que interrogó a las tres rectoras, Elise Stefanik, escribió un mensaje en la red social X después de la noticia de la renuncia de Gay: Dos bajas, y añadió que ”es sólo el inicio”, prometiendo más audiencias, mientras donantes multimillonarios reiteraron su intención de acabar con los programas de diversidad, inclusión y que buscan una visión crítica de la historia de este país.

Los estudiantes y sus aliados no han cesado de exigir un cese el fuego y el fin de la complicidad estadunidense con la guerra de Israel, como también rechazar la agenda ultraconservadora en sus escuelas y universidades.

viernes, 13 de octubre de 2023

Por qué el deterioro de internet es imparable: Israel y Palestina como ejemplo

Publicado en El País
https://elpais.com/tecnologia/2023-10-13/por-que-el-deterioro-de-internet-es-imparable-israel-y-palestina-como-ejemplo.html


Por qué el deterioro de internet es imparable: Israel y Palestina como ejemplo

La avariciosa explotación de cada usuario en las principales plataformas empeora sin remedio la experiencia de navegar


Hace unos días, la revista Wired decidió retirar un artículo de su página. “Después de una revisión cuidadosa”, escribieron los editores, “y de material relevante que nos han proporcionado tras su publicación” optaron por eliminarla. El artículo de opinión se titulaba “Cómo Google altera las búsquedas para meterse en tu cartera”.

Su argumento básico, y terrible, era que si buscas “ropa de niños”, Google la modifica para añadir palabras clave (por ejemplo, una marca de ropa infantil) que devuelva anuncios mejor pagados que el usuario en realidad no buscaba. El único beneficiario de esta artimaña era Google: ni el anunciante quería pagar por esos anuncios ni el usuario quería buscar esa marca.

Google negó rotundamente que lo hiciera. Wired les creyó y retiró la pieza. Su autora dijo que lo vio en una diapositiva durante una exposición en el gran caso contra Google por monopolio, cuyos procedimientos son en gran parte secretos, y que empezó en septiembre. A pesar de la respuesta de Google, la autora del artículo, Megan Gray, mantiene su argumento: “El equipo de búsqueda de Google y el equipo de anuncios trabajaron juntos para aumentar en secreto las peticiones comerciales, lo que les daba más ingresos”, explicó a The Atlantic.

En otro caso de monopolio contra Amazon, según reveló el Wall Street Journal, se supo que la empresa tenía un proyecto llamado Nessie: consistía en un algoritmo que observaba los precios de la competencia y detectaba si estaban vinculados a los de Amazon. Si así era, Amazon podía subir sus precios y todas las demás grandes plataformas iban a seguirles. ¿Los únicos perjudicados? Los consumidores.

Amazon asegura que el gobierno de EE UU no entiende bien cómo funcionaba Nessie, que ya no está en marcha. Pero es de esas ideas lógicas dentro de una compañía que tiene un control enorme sobre la venta online: si las otras empresas vigilan mis precios y los adaptan al mío, subo yo y todos suben conmigo, yo acabaré ganando más. Nessie dio a Amazon más de 1.000 millones de dólares, según el Journal.

El consumidor escéptico o cínico verá estas prácticas como obvias. Toda empresa tenderá a maximizar sus beneficios al límite de la legalidad. O superándola si cree que igual no les pillarán.

Internet nació como una alternativa al mundo físico: más libre, menos previsible, más grande. El éxito de un puñado de empresas hace que su promesa se haya convertido en otro paraíso capitalista: ¿por qué si tenemos ya 1.000 millones de clientes no intentamos conseguir también el cliente 1.000.000.001?

Esta obviedad la cuenta aquí un ex empleado de Google en un post viral titulado “La tiranía del usuario marginal”. Los objetivos de una empresa de software están destinados a satisfacer el crecimiento a expensas de los usuarios originales. Este ex empleado, Ivan Vendrov, recuerda el OkCupid de 2014, donde la aspiración de ligar implicaba responder a docenas de preguntas con cientos de palabras. Los matches eran más ajustados. Ahora OkCupid es Tinder: desliza a izquierda o derecha, y rápido por favor.

“No son solo las apps de citas”, escribe Vendrov. “Casi todo el software de consumo ha tendido hacia un control mínimo del usuario, scroll infinito y contenido basura. Incluso la joya de la corona de internet, la búsqueda de Google, ha decaído hasta el punto de ser inútil para consultas complicadas”, añade.

Pero por qué ocurre. Este es el párrafo clave:

“Las empresas que crean aplicaciones tienen fuertes incentivos para lograr más usuarios, incluso usuarios que obtienen poco valor de la aplicación. A veces esto se debe a que puedes monetizar a esos usuarios de poco valor con anuncios. A menudo, se debe a que su negocio depende del efecto red [cada nuevo usuario de una plataforma aumenta el valor de esa red para otros usuarios] e incluso los usuarios de poco valor pueden ayudar a fortalecer la posición de una empresa. Así, la métrica estrella para diseñadores e ingenieros suele ser algo así como “usuarios activos diarios”: la cantidad de usuarios que inician sesión en su aplicación en un periodo de 24 horas”.

Es decir, hay que reunir usuarios para venderles más anuncios al precio que sea. Facebook, Instagram, X, Google, Amazon acaban por orden natural muriendo en ese muro. No es una tendencia nueva. Ya hemos hablado del “enmerdamiento” de internet de Cory Doctorow a principios de marzo. Llevamos tiempo con esta tendencia, pero tiene hitos puntuales como los juicios por monopolio en EE UU de este mes.

Ahora, la guerra de nuevo

¿Qué tiene que ver Israel y Palestina con esta decadencia en la experiencia de usuario? La carrera por los usuarios afecta todos los frentes. Elon Musk decidió retirar los titulares de los enlaces en X porque llevaban a sus usuarios fuera de la plataforma, aunque resulten útiles para entender mejor un tuit. La moderación de contenido cuesta dinero y es mejor que la hagan gratis los usuarios con las notas de comunidad y además así defender la libertad de expresión.

X sigue siendo el lugar con más debate global. Pero el algoritmo hace esa experiencia más compleja: un día son los supuestos bebés decapitados por Hamás, otro día el presunto ataque desde el Líbano. El algoritmo pone el foco encima, como cuando sale el cantante en un concierto y salta a las pantallas de todos los usuarios. El objetivo es acumular visitas para ganar algo de influencia o dinero. ¿Por qué no usar imágenes de otras guerras? ¿Por qué no exagerar a riesgo de ser crueles? ¿Por qué no decir algo solo para ver si viraliza? ¿Por qué no inventar? Los medios han sido históricamente los primeros en aprovecharse de llamar la atención. Pero ahora hay miles de cuentas que emiten.

La gran diferencia, por tanto, es la cantidad de contenido circulando. Hay dos tendencias imparables: una, si el esfuerzo para saber qué ocurre es tan grande, el incentivo de dedicar cada día dos horas a desgranar la verdad es agotador. Eso llevaría más gente a medios tradicionales. Pero dos, hay millones de personas, sobre todo jóvenes, que van a TikTok a informarse porque hay usuarios/influencers contando su punto de vista de manera transparente.

El Washington Post publicó un artículo sobre el porqué de los miles de millones de visitas a vídeos informativos sobre Oriente Próximo. Una joven palestina americana, que es clara con sus preferencias, decía: “La gente realmente quiere cosas que sean agradables y fáciles de entender y desglosar, pero que también estén diseñadas para las redes sociales, que es de donde la gente obtiene sus noticias hoy en día”. Un académico estadounidense añadía: “Estos tiktokers son escépticos ante las agendas de los medios y tienen menos interés en participar en eso”.

La gran diferencia con los medios es que son abiertos con quién apoyan. Sabes de dónde viene cada cual. Todo esto suena bonito hasta que lees que la campaña digital de Joe Biden va a ocupar también ese espacio: “[De cara a la campaña de 2024] tendremos un intenso enfoque en producir contenido viral, lo que refleja el campo de batalla cambiante de las campañas modernas: desde promover temas de conversación y e influir a periodistas hasta editar videos populares y difundirlos entre influencers aliados. También significa combatir la desinformación que se propaga rápidamente”. En ese campo donde pesan todos igual, los influencers “pagados” también influyen. La contaminación es enorme.

Este giro hacia una mayor transparencia en las opiniones es un giro que también ocurre en los medios. Esta semana entrevisté a Ben Smith, que salió del New York Times para fundar un medio global que fuera precisamente “más transparente”. Las newsletters que se multiplican son prueba de ese cambio de tono y estilo.

Nadie sabe dónde nos llevará. Pero seguro que no nos lleva al pasado. No somos la misma gente peleando en Twitter ahora. Tenemos 20 años más y el mundo ha cambiado. La gente que viene ahora tiene objetivos distintos y recrear el universo de los 2010 con Bluesky o Threads es inviable.

Si todo esto suena caótico, es porque lo es. Informarse nunca fue fácil. Ganar dinero tampoco. Es lógico que las empresas que han ganado tanto quieran un nuevo dólar fresco, hasta su último respiro. No soy fan de los refranes, pero está claro que sintetizan siglos de experiencia humana y la avaricia rompe el saco.


domingo, 8 de octubre de 2023

Mientras la pandemia hacía estragos, el sur global carecía de vacunas. Nunca más, prometen los investigadores

Publicado en SinPermiso
https://sinpermiso.info/textos/mientras-la-pandemia-hacia-estragos-el-sur-global-carecia-de-vacunas-nunca-mas-prometen-los



Mientras la pandemia hacía estragos, el sur global carecía de vacunas. Nunca más, prometen los investigadores

Amy Maxmen

07/10/2023

Una  vez que quedó claro que las naciones ricas se ayudaron  a sí mismas con las vacunas contra el coronavirus, mucho antes de que las naciones más pobres tuvieran acceso, los investigadores de África, Asia y América del Sur se unieron a la Organización Mundial de la Salud en una afirmación: Nunca más, se permitirían estar a merced del mundo occidental mientras un patógeno mortal atravesaba sus regiones.

Lanzaron una iniciativa en expansión que incluyó a empresas e institutos en 15 países de ingresos medios en el Sur del mundo, la mitad del mundo que anhelaba las vacunas contra el coronavirus en 2021,  cuando por el contrario los países ricos almacenaban dosis. Los grupos tenían como objetivo desarrollar su capacidad para producir vacunas de ARN mensajero. Las primeras vacunas protegerían contra el coronavirus. Y después de eso, esperaban generar vacunas de ARNm contra otras enfermedades, como la fiebre amarilla, la tuberculosis y cualquier virus aterrador que surja a continuación.

Ahora, dos años después del inicio de la iniciativa, el mercado de las vacunas contra el coronavirus ha disminuido, y los gobiernos han centrado su atención en otras emergencias, como la guerra en Ucrania. Pero los grupos involucrados en el proyecto siguen avanzando. Lanzado el centro de transferencia de tecnología de vacunas de ARNm, destinado a reflejar su intención de compartir la tecnología de ARNm, la iniciativa se diferencia  del modo típico competitivo de desarrollo de medicamentos en el que las empresas mantienen los descubrimientos en secreto.

En un césped mullido de la ladera de la carretera donde se encuentra la sede de la OMS en Ginebra, el coordinador del proyecto de esa agencia reiteró el compromiso de la organización en un evento paralelo el 23 de mayo en la Asamblea Mundial de la Salud. Él y otros discutieron ideas sobre cómo el centro se mantendría a flote después de que se agoten los iniciales  117 millones de dólares en fondos.

El daño causado por la desigualdad mundial de las vacunas en 2021 todavía estaba fresco en la mente de la gente en Ginebra. Un estudio estima que causó más de 1 millón de muertes en el sur del mundo. También resultó en un daño duradero a los sistemas de salud ya débiles y según afirmaron algunos científicos, dio lugar a las variantes  delta y omicron del coronavirus, y que la India y el sur de África se enfrentaron a oleadas sin posibilidad de ser mitigadas de covid-19.

“El Covid ha puesto una lupa sobre las fisuras y grietas de nuestro mundo”, dijo Ayoade Alakija, copresidente de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, un grupo establecido por la Unión Africana que tiene como objetivo garantizar que el continente pueda acceder a las vacunas contra el coronavirus y otras amenazas para la salud. “Este mundo es profundamente, profundamente injusto e inequitativo”.

Para evitar una repetición, las grandes compañías farmacéuticas, con sede predominantemente en los Estados Unidos y Europa Occidental, están construyendo puestos de avanzada en los países africanos y han firmado un compromiso de reservar dosis para los países más pobres durante futuras pandemias.

Por el contrario, las empresas e institutos más pequeños que participan en la iniciativa del centro son de propiedad y están operados localmente, lo que garantiza que las vacunas que esperan producir servirían primero a las personas de esas regiones.

La pandemia dejó una lección duradera: los intereses nacionales superan a las intenciones altruistas, dijo Sotiris Missailidis, director de innovación del instituto de investigación gubernamental Bio-Manguinhos/Fiocruz en Río de Janeiro, el centro brasileño incluido en la iniciativa.

“La pandemia nos mostró que no se puede depender de los demás cuando todo el mundo está compitiendo por un recurso”, dijo Missailidis. “Necesitamos hacer lo nuestro”.

Desde el inicio del proyecto, los centros de Argentina, Bangladesh, Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica y Vietnam han construido laboratorios para desarrollar vacunas de ARNm. A principios del próximo año, Brasil espera comenzar los ensayos clínicos de su vacuna de ARNm contra el coronavirus.

Los centros que se lanzaron en países con sectores biotecnológicos más pequeños, como Senegal y Túnez, han instalado nuevos equipos para llevar a cabo investigaciones sobre vacunas de ARNm que podrían atacar enfermedades como la fiebre del valle del Nilo y la leishmaniasis.

Los Estados Unidos no han financiado la iniciativa hasta ahora. La mayor parte de los fondos del programa provienen de Canadá, Francia y la Comisión Europea.

Barrena Graham, un virólogo que dirigió el desarrollo de vacunas de ARNm en los Institutos Nacionales de Salud, es asesor de la iniciativa del centro, porque cree que podría ser crucial para frenar la próxima pandemia. Si los centros pueden producir vacunas de ARNm rápidamente cuando surjan nuevos patógenos, podrían evitar que los brotes localizados se propaguen por todo el mundo.

“Es en el mejor interés de todos si más lugares pueden encontrar soluciones a sus propios problemas regionales”, dijo Graham.

Para que eso suceda, los centros deben permanecer abiertos y operativos desde ahora hasta cuando explote el próximo brote.

“Nuestra mayor preocupación es que dentro de 10 años, de repente tengamos otra pandemia, los llamamos y dicen: ‘Oh, ¿esa instalación? Bueno, estacionamos los coches allí ahora'”, dijo Martin Friede, coordinador de investigación de vacunas de la OMS. Pero el camino por delante puede ser largo. Además de desarrollar vacunas y plantas para producir vacunas  en grandes cantidades, varios países deben fortalecer sus agencias reguladoras para garantizar que las vacunas sean seguras.

La complejidad del proyecto refleja los problemas que se está intentando resolver. No se trata simplemente de construir plantas de fabricación de vacunas, dijo Jean Kaseya, director general de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades. “Estamos hablando de creación de empleo, estamos hablando de crecimiento económico”.

Para otros, el objetivo de la iniciativa es alterar un desequilibrio fundamental que ha dejado repetidamente al sur global dependiente del norte. Durante décadas, los tratamientos que salvan vidas han llegado a los países en desarrollo. A medida que la epidemia del VIH aumentó en África a principios de la década de 2000, cientos de miles de personas murieron sin acceso a medicamentos antirretrovirales que llegaron al continente solo varios años después de que estuvieran ampliamente disponibles en Australia, los Estados Unidos y Europa Occidental.

Una barrera que ha impedido que muchos países de bajos ingresos produzcan sus propios suministros es el gasto del desarrollo y la producción de vacunas.

Las tecnologías de vacunación tradicionales se basan en la inactivación de virus vivos o en el cultivo de proteínas dentro de grandes cubas de células vivas o dentro de huevos de gallina frescos. Estos pasos requieren mucho espacio, equipo y procesos biológicos que son complicados y pueden fallar.

Graham considera que la tecnología de ARNm es un posible cambio de juego porque se basa en procesos químicos más predecibles con una huella de fabricación más pequeña. Significa que los laboratorios pequeños pueden generar candidatos a vacunas para probar de una forma  más rápida, ahorrando tiempo y dinero.

Pero las vacunas de ARNm hasta ahora han demostrado ser efectivas solo contra el coronavirus. En abril, científicos de unos 20 países se reunieron en el centro insignia de la iniciativa, una pequeña empresa de biotecnología llamada Afrigen Biologics and Vaccines, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Durante unos largos días, investigaron qué tipo de vacunas de ARNm se pueden tratar  de crear ahora que la demanda de vacunas contra el coronavirus ha disminuido.

Afrigen había logrado reproducir la vacuna contra el coronavirus de ARNm de Moderna en enero de 2022 basándose en información disponible públicamente, después de que la compañía se negara a licenciar su tecnología para la iniciativa. Desde entonces, Afrigen ha estado ajustando la receta y estudiando la protección de la vacuna en roedores. Pero Petro Terblanche, CEO de Afrigen, dijo que la compañía ya no planea probarlo en ensayos clínicos porque son logísticamente complicados ahora que la mayoría de los sudafricanos han sido infectados o vacunados. Además, la demanda de vacunas contra el coronavirus es ahora baja en Sudáfrica.

Aún así, dijo, el proceso de desarrollo de una vacuna similar a la de Moderna ha permitido a la compañía construir sus instalaciones para cumplir con altos estándares internacionales de seguridad en la producción de vacunas de ARNm. Han comenzado la investigación sobre una vacuna de ARNm contra la tuberculosis, que se dirigiría a algunas proteínas de la bacteria de la tuberculosis, identificada en la Universidad de Ciudad del Cabo.

La tuberculosis es uno de los principales asesinos en el país, causando unas 58 000 muertes en 2019. Aunque el impacto de una vacuna sería masivo, Terblanche espera que el desarrollo pueda llevar una década porque la bacteria de la tuberculosis es biológicamente más complicada de atacar con las vacunas que muchos virus, incluido el coronavirus SARS-CoV-2. Por lo tanto, Afrigen también está investigando el potencial de una vacuna de ARNm contra el virus que causa la fiebre del valle del Nilo, en colaboración con el centro de Senegal.

En Brasil, en el centro del instituto Fiocruz, los investigadores se atrevieron a no reproducir la vacuna de Moderna porque el país, con una gran población de ingresos medios y, por lo tanto, un mercado considerable, se enfrenta a barreras de patentes más altas. Mientras que Moderna prometió no hacer cumplir sus patentes en el centro en Sudáfrica, la compañía no proporcionó tal garantía en América Latina.

Otra barrera, dijo Missailidis, fue que cuando los brasileños estaban desesperados por las vacunas contra el coronavirus en 2021, Fiocruz firmó un acuerdo con la compañía farmacéutica británica AstraZeneca prometiendo que no fabricarían vacunas producidas originalmente en otros países a cambio de una licencia para producir las vacunas de AstraZeneca. Como resultado, es posible que no puedan transferir la vacuna de ARNm que sus colaboradores sudafricanos han fabricado.

Aún así, la inmunóloga brasileña Patricia Neves estaba entusiasmada hace unos meses con los últimos resultados de su equipo en Fiocruz. Una vacuna de ARNm basada en un fragmento diferente del coronavirus que las dirigidas por Moderna y otros grupos, había provocado fuertes respuestas inmunitarias en ratones. Y estaban probando una vacuna relacionada que incluye instrucciones genéticas que dirigen al ARNm para que se replique dentro de las células. En teoría, eso reduciría la cantidad de vacuna necesaria por dosis, reduciendo los costos.

El centro brasileño espera a principios del próximo año comparar a uno de sus candidatos a vacuna de ARNm con las dosis de refuerzo de Moderna o Pfizer en los rastros clínicos. Si resulta ser tan efectivo, Missailidis dijo que el gobierno brasileño probablemente compraría las vacunas de Fiocruz porque serían menos costosas.

“Como institución pública, solo podemos añadir un margen del 20 por ciento por encima del costo de producción cuando vendemos al gobierno”, dijo Missailidis. Estimó un precio de alrededor de 1,50 $ por dosis, en comparación con más de 20 $ para los productos de las grandes compañías farmacéuticas.

El grupo también ha comenzado a explorar la leishmaniasis.

Mientras tanto, el centro en Bangladesh, en la empresa de biotecnología Incepta Pharmaceuticals, espera desarrollar una vacuna para proteger a los niños contra la forma más mortífera de diarrea causada por los rotavirus. Aunque eso parece biológicamente factible, dijo Friede, esa vacuna podría tener dificultades para encontrar un mercado porque las vacunas genéricas contra el rotavirus, hechas en plataformas más tradicionales, cuestan menos de 1 dólar por dosis.

Las realidades del mercado son lo más importante para Friede porque participó en un proyecto hace 17 años para construir instalaciones de producción de vacunas contra la gripe pandémica en todo el sur del mundo. Para 2016, solo un par de las instalaciones conservaron la capacidad de producir las vacunas en caso de que surgiera otra pandemia de gripe.

Friede dijo que esta vez, el resultado puede ser diferente dada la eficiencia de la tecnología de ARNm. Las vacunas contra la gripe requerían que las plantas almacenaran continuamente miles de huevos de gallina frescos y fertilizados pedidos a los agricultores por adelantado. Cuando las vacunas no estaban en demanda, los huevos se desperdiciaban.

Otra razón para la esperanza es que la iniciativa de ARNm ha sostenido el interés de grupos influyentes, incluido el mayor comprador de vacunas para países de bajos ingresos, la alianza de vacunas Gavi. Gavi ha prometido apoyo al ofrecerse a pagar más por las vacunas producidas en África, aunque no ha contribuido con dinero al esfuerzo, como lo hizo con la Operación Warp Speed en los Estados Unidos, ni ha especificado el tamaño del pago adicional.

Crear un mundo más equitativo para las vacunas ya no es una cuestión de innovación tecnológica, dijo Graham. “Tenemos la ciencia para hacer las cosas correctas si tuviéramos la voluntad política”.

prestigiosa periodista científica norteamericana radicada en San Francisco, es colaboradora de la revista 'Nature', así como de otras importantes publicaciones generalistas o especializadas, como 'The Lancet', 'ScienceNews', 'Global Health Now', 'The New York Times', 'Newsweek', 'Foreign Policy' o 'Wired'.

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lunes, 25 de septiembre de 2023

EE.UU. y China podrían poner fin a un acuerdo de cooperación científica y tecnológica: un experto en políticas explica lo que esto significa para la investigación

Publicado en The Conversation
https://theconversation.com/the-us-and-china-may-be-ending-an-agreement-on-science-and-technology-cooperation-a-policy-expert-explains-what-this-means-for-research-212084?utm_medium=email&utm_campaign=Latest%20from%20The%20Conversation%20for%20August%2028%202023%20-%202721227499&utm_content=Latest%20from%20The%20Conversation%20for%20August%2028%202023%20-%202721227499+CID_39613804e12e1f07007576dff1c093a3&utm_source=campaign_monitor_us&utm_term=The%20US%20and%20China%20may%20be%20ending%20an%20agreement%20on%20science%20and%20technology%20cooperation%20%20a%20policy%20expert%20explains%20what%20this%20means%20for%20research



EE.UU. y China podrían poner fin a un acuerdo de cooperación científica y tecnológica: un experto en políticas explica lo que esto significa para la investigación


Publicado el 28 de agosto de 2023 


Caroline Wagner


Profesora de Asuntos Públicos, Universidad Estatal de Ohio


El 27 de agosto de 2023 expira un acuerdo de cooperación científica (cooperative agreement) y tecnológica entre Estados Unidos y China que dura ya varias décadas. A primera vista, un acuerdo diplomático que expira puede no parecer importante. Pero a menos que se renueve, el silencioso final de una era de cooperación puede tener consecuencias para la investigación científica y la innovación tecnológica.


La posible caducidad se produce después de que el congresista Mike Gallagher, republicano de Wisconsin, encabezara un grupo del Congreso (led a congressional group warning ) que advirtió al Departamento de Estado estadounidense en julio de 2023 que tuviera cuidado con la cooperación con China. Este grupo recomendó dejar expirar el acuerdo sin renovarlo, alegando que China ha obtenido una ventaja militar gracias a sus lazos científicos y tecnológicos con Estados Unidos.


El Departamento de Estado ha dado largas a la renovación del acuerdo (amend and strengthen) y sólo ha solicitado una prórroga en el último momento para "modificar y reforzar" el acuerdo.


Estados Unidos es un activo colaborador internacional en investigación, y desde 2011 China es su principal socio científico (top scientific partner), desplazando al Reino Unido, que había sido el colaborador más frecuente de Estados Unidos durante décadas. El gasto nacional de China en investigación y desarrollo se acerca a la paridad con el de Estados Unidos. Su producción académica está creciendo tanto en número como en calidad (in both number and quality). Según estudios recientes, la ciencia china es cada vez más creativa (increasingly creative) y abre nuevos caminos.


Como analista político y profesor de asuntos públicos (policy analyst and public affairs professor), investigo la colaboración internacional en ciencia y tecnología y sus implicaciones para las políticas públicas. Las relaciones entre países suelen mejorar con la negociación y firma de acuerdos, y este acuerdo no es diferente. El acuerdo científico y tecnológico (agreement with China) de EE.UU. con China ha logrado crear proyectos de investigación conjuntos y centros de investigación compartidos entre ambas naciones.


Por lo general, los científicos estadounidenses pueden trabajar con sus homólogos extranjeros sin necesidad de un acuerdo político. La mayoría ni siquiera conoce los acuerdos diplomáticos, que se firman mucho después de que los investigadores hayan trabajado juntos. Pero no es el caso de China, donde el acuerdo de 1979 se convirtió en un requisito previo y en el iniciador de la cooperación.


Una inversión diplomática de 40 años


El acuerdo científico y tecnológico entre Estados Unidos y China forma parte de una apertura histórica de las relaciones entre ambos países, tras décadas de antagonismo y distanciamiento. El Presidente estadounidense Richard Nixon puso en marcha el proceso de normalización de las relaciones (normalizing relations) con China a principios de la década de 1970. El Presidente Jimmy Carter siguió buscando una mejora de las relaciones (continued to seek an improved relationship) con China.


China había anunciado reformas, modernizaciones y una apertura global tras un intenso periodo de aislamiento desde la época de la Revolución Cultural, a finales de la década de 1950, hasta principios de la de 1970. Entre sus "cuatro modernizaciones" (four modernization) estaba la ciencia y la tecnología, además de la agricultura, la defensa y la industria.



Aunque China es conocida históricamente por haber inventado la pólvora, el papel y la brújula (gunpowder, paper and the compass), en los años setenta no era una potencia científica. Los diplomáticos estadounidenses y chinos consideraban la ciencia como una actividad poco conflictiva, comparable al intercambio cultural. Pensaron que empezar con un acuerdo científico que no supusiera una amenaza podría allanar el camino para posteriores discusiones sobre cuestiones más delicadas desde el punto de vista político.

El 28 de julio de 1979, Carter y el primer ministro chino Deng Xiaoping firmaron un "acuerdo paraguas" (“umbrella agreement”) que contenía una declaración general de intenciones para cooperar en ciencia y tecnología, y cuyos detalles se concretarían más adelante.

En los años siguientes, la economía china floreció (economy flourished), al igual que su producción científica. A medida que la economía china crecía, también lo hacían sus inversiones en investigación y desarrollo. Todo ello impulsó la capacidad de China para colaborar en el ámbito científico, ayudando así a su propia economía.

La colaboración inicial en el marco del acuerdo marco de 1979 fue sobre todo simbólica y se basó en el intercambio de información, pero con el tiempo crecieron las colaboraciones sustantivas.

Uno de los primeros logros importantes se produjo cuando ambos países publicaron una investigación que demostraba que las madres podían ingerir ácido fólico para prevenir defectos congénitos como la espina bífida (like spina bifida) en embriones en desarrollo. Otras colaboraciones fructíferas desarrollaron energías renovables (renewable energy), pruebas de diagnóstico rápido del virus del SARS ( for the SARS virus) y un método de producción de hidrógeno a partir de energía solar (solar-driven method for producing hydrogen fuel).

A partir de entonces empezaron a surgir proyectos conjuntos independientes de los acuerdos o ayudas gubernamentales (government agreements or aid). Los investigadores se asociaron en torno a intereses comunes: así es como prospera la colaboración científica entre naciones.

Muchos de estos proyectos fueron iniciados por estadounidenses de origen chino o por ciudadanos chinos que trabajaban en Estados Unidos (working in the United States) y cooperaban con investigadores de su país. En los primeros días de la pandemia COVID-19, estos fuertes lazos condujeron a una rápida y creciente cooperación chino-estadounidense (Chinese-U.S. cooperation) en respuesta a la crisis.

Tiempos de conflicto

A lo largo de las décadas de 2000 y 2010, la colaboración científica entre ambos países aumentó espectacularmente (increased dramatically): se ampliaron los proyectos de investigación conjuntos, se disparó el número de estudiantes visitantes de ciencias e ingeniería y las publicaciones en colaboración recibieron más reconocimiento.

Sin embargo, a medida que crecían la economía y el éxito tecnológico de China, las agencias gubernamentales y el Congreso de Estados Unidos empezaron a examinar (scrutinize the agreement) con lupa el acuerdo y sus resultados. Los conocimientos chinos empezaron a adquirir fuerza militar y, con el aumento de la influencia militar y política de China, se preocuparon por el robo de propiedad intelectual, las violaciones de secretos comerciales y las vulnerabilidades para la seguridad nacional derivadas de las conexiones con Estados Unidos.

La reciente legislación estadounidense, como la Ley CHIPS y de Ciencia (such as the CHIPS and Science Act), es una respuesta directa a la impresionante expansión de China. A través de la Ley CHIPS (CHIPS and Science Act) y de Ciencia, EE.UU. impulsará su industria de semiconductores (will boost its semiconductor industry), considerada como la plataforma para la construcción de futuras industrias, al tiempo que tratará de limitar el acceso de China a los avances en IA (advances in AI and electronics) y electrónica.

¿Víctima del éxito?

Algunos políticos creen que este acuerdo bilateral de ciencia y tecnología, negociado en los años setenta como la forma menos conflictiva de cooperación -y renovado en numerosas ocasiones-, puede amenazar ahora el dominio de Estados Unidos en ciencia y tecnología. A medida que aumentan las tensiones políticas y militares, ambos países recelan de la renovación del acuerdo, incluso cuando China ha firmado acuerdos (China has signed) similares con más de 100 naciones.

Estados Unidos está atrapado en un mundo que ya no existe, en el que domina la ciencia y la tecnología (science and technology). China es ahora líder mundial en publicaciones de investigación reconocidas como trabajos de alta calidad (leads the world in research publications recognized as high quality work), y produce muchos más ingenieros que Estados Unidos (it produces many more engineers than the U.S.). Según todos los indicadores, el gasto chino en investigación se está disparando (research spending is soaring).

Incluso si la reciente prórroga da lugar a un acuerdo renegociado, Estados Unidos ha señalado a China su reticencia a cooperar. Desde 2018, el número de publicaciones conjuntas ha descendido (dropped in number). Los investigadores chinos están menos dispuestos a venir a EE.UU (less willing). Mientras tanto, es cada vez más probable que los investigadores chinos que están en EE.UU. regresen a casa (likely to return home) llevándose consigo valiosos conocimientos.

Estados Unidos corre el riesgo de quedarse al margen de los conocimientos más avanzados a medida que China avanza. Quizá considerar la ciencia como un recurso compartido a escala mundial pueda ayudar a ambas partes a elaborar un acuerdo en el que todos salgan ganando.

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The US and China may be ending an agreement on science and technology cooperation − a policy expert explains what this means for research

Published: August 28, 2023 


Caroline Wagner

Professor of Public Affairs, The Ohio State University

A decades-old science and technology cooperative agreement between the United States and China expires on Aug. 27, 2023. On the surface, an expiring diplomatic agreement may not seem significant. But unless it’s renewed, the quiet end to a cooperative era may have consequences for scientific research and technological innovation.

The possible lapse comes after U.S. Rep. Mike Gallagher, R-Wis., led a congressional group warning the U.S. State Department in July 2023 to beware of cooperation with China. This group recommended to let the agreement expire without renewal, claiming China has gained a military advantage through its scientific and technological ties with the U.S.

The State Department has dragged its feet on renewing the agreement, only requesting an extension at the last moment to “amend and strengthen” the agreement.  

The U.S. is an active international research collaborator, and since 2011 China has been its top scientific partner, displacing the United Kingdom, which had been the U.S.‘s most frequent collaborator for decades. China’s domestic research and development spending is closing in on parity with that of the United States. Its scholastic output is growing in both number and quality. According to recent studies, China’s science is becoming increasingly creative, breaking new ground.

As a policy analyst and public affairs professor, I research international collaboration in science and technology and its implications for public policy. Relations between countries are often enhanced by negotiating and signing agreements, and this agreement is no different. The U.S.’s science and technology agreement with China successfully built joint research projects and shared research centers between the two nations.

U.S. scientists can typically work with foreign counterparts without a political agreement. Most aren’t even aware of diplomatic agreements, which are signed long after researchers have worked together. But this is not the case with China, where the 1979 agreement became a prerequisite for and the initiator of cooperation.  

A 40-year diplomatic investment

The U.S.-China science and technology agreement was part of a historic opening of relations between the two countries, following decades of antagonism and estrangement. U.S. President Richard Nixon set in motion the process of normalizing relations with China in the early 1970s. President Jimmy Carter continued to seek an improved relationship with China.

China had announced reforms, modernizations and a global opening after an intense period of isolation from the time of the Cultural Revolution from the late 1950s until the early 1970s. Among its “four modernizations” was science and technology, in addition to agriculture, defense and industry.  

While China is historically known for inventing gunpowder, paper and the compass, China was not a scientific power in the 1970s. American and Chinese diplomats viewed science as a low-conflict activity, comparable to cultural exchange. They figured starting with a nonthreatening scientific agreement could pave the way for later discussions on more politically sensitive issues.

On July 28, 1979, Carter and Chinese Premier Deng Xiaoping signed an “umbrella agreement” that contained a general statement of intent to cooperate in science and technology, with specifics to be worked out later.

In the years that followed, China’s economy flourished, as did its scientific output. As China’s economy expanded, so did its investment in domestic research and development. This all boosted China’s ability to collaborate in science – aiding their own economy. 

Early collaboration under the 1979 umbrella agreement was mostly symbolic and based upon information exchange, but substantive collaborations grew over time.

A major early achievement came when the two countries published research showing mothers could ingest folic acid to prevent birth defects like spina bifida in developing embryos. Other successful partnerships developed renewable energy, rapid diagnostic tests for the SARS virus and a solar-driven method for producing hydrogen fuel.

Joint projects then began to emerge independent of government agreements or aid. Researchers linked up around common interests – this is how nation-to-nation scientific collaboration thrives. 

Many of these projects were initiated by Chinese Americans or Chinese nationals working in the United States who cooperated with researchers back home. In the earliest days of the COVID-19 pandemic, these strong ties led to rapid, increased Chinese-U.S. cooperation in response to the crisis.

Time of conflict

Throughout the 2000s and 2010s, scientific collaboration between the two countries increased dramatically – joint research projects expanded, visiting students in science and engineering skyrocketed in number and collaborative publications received more recognition.

As China’s economy and technological success grew, however, U.S. government agencies and Congress began to scrutinize the agreement and its output. Chinese know-how began to build military strength and, with China’s military and political influence growing, they worried about intellectual property theft, trade secret violations and national security vulnerabilities coming from connections with the U.S. 

Recent U.S. legislation, such as the CHIPS and Science Act, is a direct response to China’s stunning expansion. Through the CHIPS and Science Act, the U.S. will boost its semiconductor industry, seen as the platform for building future industries, while seeking to limit China’s access to advances in AI and electronics.

A victim of success?

Some politicians believe this bilateral science and technology agreement, negotiated in the 1970s as the least contentious form of cooperation – and one renewed many times – may now threaten the United States’ dominance in science and technology. As political and military tensions grow, both countries are wary of renewal of the agreement, even as China has signed similar agreements with over 100 nations.

The United States is stuck in a world that no longer exists – one where it dominates science and technology. China now leads the world in research publications recognized as high quality work, and it produces many more engineers than the U.S. By all measures, China’s research spending is soaring

Even if the recent extension results in a renegotiated agreement, the U.S. has signaled to China a reluctance to cooperate. Since 2018, joint publications have dropped in number. Chinese researchers are less willing to come to the U.S. Meanwhile, Chinese researchers who are in the U.S. are increasingly likely to return home taking valuable knowledge with them.

The U.S. risks being cut off from top know-how as China forges ahead. Perhaps looking at science as a globally shared resource could help both parties craft a truly “win-win” agreement.

Plan 2.0 para el acceso abierto: ¿un plan o una nueva ambigüedad?

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/plan-s-20-open-access-plan-bold-may-prove-ineffective   El...