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domingo, 2 de enero de 2022

Los magnates editoriales que impusieron el prestigio en las publicaciones científicas

Publicado en The Conversation
https://theconversation.com/los-magnates-editoriales-que-impusieron-el-prestigio-en-las-publicaciones-cientificas-174249



Los magnates editoriales que impusieron el prestigio en las publicaciones científicas

Diciembre 29, 2021

El negocio de las editoriales científicas se ha convertido en uno particularmente rentable. Los beneficios empresariales, cifrados en varios miles de millones de euros, son solo comparables a los de las grandes empresas tecnológicas. Pero no se trata solamente de un negocio lucrativo. Las editoriales científicas han transformado profundamente las reglas sobre cómo se desempeña lo que para muchos es el mayor espectáculo del mundo: la ciencia y su avance.

Este artículo analiza algunas de las figuras más destacadas en la evolución de las editoriales científicas, junto con su influencia sobre la práctica misma de la ciencia.

El gigante editorial Pergamon Press 

La que tal vez fuera la primera editorial moderna, Pergamon Press, fue fundada en 1951 por Robert Maxwell. Maxwell atraía a los científicos más afamados en diferentes campos: viajaba a congresos y los seducía para fundar y editar nuevas revistas especializadas en su campo. A cambio, les ofrecía financiación para congresos, distinción académica y oportunidades para su crecimiento profesional.

Ser editor académico de una revista es un mérito de prestigio: un prurito de distinción que no está al alcance de cualquiera. El editor debe nombrar a los editores asociados y atraer nuevos artículos. Este negocio es atractivo ya que ninguno de los involucrados en la creación de contenidos cobra: ni los editores asociados, ni los autores, ni los revisores de los artículos.

El crecimiento de Pergamon en sus primeros años fue vertiginoso. Llegó a los 150 títulos en sus primeros 15 años y a las 700 revistas y 7 000 monografías al final de sus 40 años de vida.

Pero Maxwell buscaba erigir todo un imperio en la comunicación yendo más allá de la ciencia. Con más dinero que cabeza, y con más deudas todavía, acabaría encarnando el prototipo de magnate mafioso y fraudulento.

Su fundador tuvo que vender Pergamon a Elsevier, la editorial científica que tomaría entonces el testigo como la principal del mundo. Maxwell fallecía en las Canarias, en circunstancias todavía no esclarecidas, apenas unos meses después de esa venta en 1991.

Cell Press, la editorial elitista de Benjamín Lewin

Pergamon solo buscaba artículos científicamente correctos: que pasaran la revisión por pares. Por aquellos tiempos, ningún científico daba importancia a qué revista publicaba su artículo. Lo importante era el contenido y no la casa. Pero las cosas cambiarían a partir de 1974.

Benjamín Lewin, entonces un joven biólogo molecular, fundó la revista Cell y, posteriormente, la editorial Cell Press. Esta revista destacaría por su carácter elitista y en poco tiempo logró rivalizar con Science y NatureCell solo aceptaba trabajos excepcionales. Publicar en sus páginas se convirtió en señal de prestigio.

Lewin entendió que la vanidad en algunos científicos era comparable, cuando no mayor, a su ingenio, y les convenció de que publicar en Cell proporcionaba un sello de calidad. Así es como el escenario iría cambiando: ya no bastaba con publicar, sino que se debía hacer en revistas de prestigio. Pero ¿quién medía ese prestigio?

El índice de impacto de Eugenio Garfield

Un bibliotecario norteamericano, Eugenio Garfield, desarrolló en la década de los 60 el “factor de impacto”. Se trata de un índice que mide el promedio normalizado de citas recibidas en los dos últimos años.

Garfield y su empresa, conocida como Instituto para la Información Científica (ISI, por sus siglas en inglés), también desarrollaron índices para medir qué artículos eran los más citados (highly cited paper o citation classics), así como los autores de artículos altamente citados (highly cited scientists). Se trata de una estrategia de mercado inteligente ya que casi todas las universidades cuentan con algún artículo o científico dentro de esa categoría, por lo que les sirve de reclamo.

Repercusiones

Los índices bibliométricos y el prestigio de la revista irían poco a poco conformando el tablero en el que se desempeña el oficio científico. Las instituciones adoptaron este modelo para dotar a la evaluación científica de una aureola de objetividad. Permite cargar los méritos sobre la balanza y ver de qué lado bascula.

Y así, asemejando la actividad científica a la del paleta que trabaja a destajo, se deshumaniza la actividad científica. Los aspirantes a científicos ya no buscan el avance de la humanidad, sino que se transforman en escribidores de artículos de impacto. Deberán desarrollar estrategias de tahúr para sobrevivir a las reglas de un juego que han sido dictadas por empresas editoriales y bibliométricas.

La escena científica actual consta casi exclusivamente de estudios centrados en sortear el filtro editorial de prestigio y rápidos para no mermar la mal llamada productividad científica. Una práctica que, por otro lado, tiene efectos muy positivos, como la vertiginosa carrera que hemos visto recientemente en busca de una vacuna eficaz y segura en tiempos de pandemia.

Pero que también tiene un precio. Las investigaciones más creativas y arriesgadas languidecen bajo un sistema donde los cancerberos editoriales les dificultan el paso. También lo hacen aquellas que mejoran los sistemas productivos o que son de aplicación al mundo profesional, alejado del académico.

El espacio para las monografías, y todo aquel trabajo sesudo que requiera de varias décadas de investigación, es cada vez más reducido. Y así, poco a poco, se vacía la despensa de investigaciones básicas, que son las que realmente hacen avanzar el conocimiento.


jueves, 7 de octubre de 2021

ESPAÑA: ANECA penaliza a los investigadores españoles por publicar en revistas de prestigio Nature, Science o Cell

ESPAÑA: ANECA penaliza a los investigadores españoles por publicar en revistas de prestigio Nature, Science o Cell 

Publicado en ABC.es

https://www.abc.es/sociedad/abci-castells-penaliza-investigadores-espanoles-publicar-revistas-prestigio-202110062155_noticia.html?fbclid=IwAR3CGkWqJqGbMr7FIrGIHLPhWT-s3vPkFk9W8usjjonxU-K3jP2qAMhJ3rU



Castells penaliza a los investigadores españoles por publicar en revistas de prestigio

La Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) pone en una lista roja a Nature, Science o Cell a la hora de evaluar la carrera de los científicos

Madrid 
07/10/2021 

«Madrid, 2017. Carmen Vela, secretaria de Estado de Investigación, dice en un acto público: "Publicar en Nature es el sueño de todo investigador". Madrid, 2021, Aneca (agencia del Ministerio de Universidades): Ojo con publicar en Nature que es una revista sospechosa. ¡Cómo ha cambiado la ciencia en España en 4 años!».

Con este tuit, el alicantino Fernando Maestre, uno de los investigadores en cambio climático más influyentes del mundo, de acuerdo con clasificaciones como The Reuters Hot List o la reputada Web of Science, que recoge al 1% de los científicos más citados del mundo, lamentaba que la Aneca le penalice a él y a tantos otros investigadores reputados por publicar en revistas de prestigio.

 «Estamos haciendo el ridículo a nivel internacional: no solo no te premian sino que te penalizan por publicar en Nature», lamenta Maestre.

Detrás de esta medida está la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), que depende del Ministerio de Universidades y tiene como objetivos evaluar, certificar y acreditar enseñanzas, profesores e instituciones. La pasada semana, la Aneca hizo públicos sus nuevos criterios de evaluación de la investigación y puso en el punto de mira a conocidas y prestigiosas revistas como Science, Nature, Cell o Proceedings of the National Academy of Sciences of The United States of America, más conocida como PNAS. «El resultado es gracioso si no fuera porque realmente es trágico; la Aneca está diciendo que las mejores revistas del mundo tienen comportamientos extraños, son sospechosas», critica Isidro F. Aguillo, especialista en bibliometría del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC.

Donde publican los Nobel

En un documento sobre los nuevos criterios de evaluación de la investigación, la Aneca señala que «los trabajos publicados en revistas con un comportamiento editorial no estándar que no permitan garantizar a priori la calidad del trabajo publicado serán objeto de especial análisis que podrán llevar a una rebaja de su consideración o la no aceptación de las mismas». ¿Qué son revistas con un comportamiento editorial no estándar? Según la Aneca, aquellas que tienen un «elevado índice de autocitas o un elevado número de artículos anuales u otros...».

En función de esta definición, la Aneca ha elaborado un enorme listado con revistas clasificadas en función de si su comportamiento no estándar es moderado, alto o muy alto. En esta última categoría (y agrupadas en una lista roja) salen las mejores revistas del mundo. Son las mismas en las que ha publicado el recientemente galardonado Nobel de Medicina, Ardem Patapoutian. Sus artículos con más citas están en publicaciones que forman parte de esta lista roja de la Aneca como las ya mencionadas Cell, Science, PNAS o Neuron.

Capturar a las 'depredadoras'

La lista roja de revistas está publicada en un informe de la Aneca llamado Análisis Bibliométrico e impacto de las editoriales open-access en España. El objetivo es identificar revistas en las que no se debería publicar. Son las llamadas ‘depredadoras’, es decir, las revistas que intentan publicar un máximo número de artículos científicos, con una revisión laxa o sin apenas revisión para así publicar cuanto más artículos mejor y para obtener más dinero.

«El problema es que la Aneca, para intentar averiguar qué revistas son sospechosas o ‘depredadores’, ha usado el criterio de la autocita y no el que realmente importa, y es que la publicación tenga una buena revisión por pares, es decir, cuando un colega de tu categoría revisa tu artículo», explica Aguillo. ¿Por qué ha ocurrido esto? «Porque la Aneca ha decidido contratar a un equipo de investigación para que les haga el informe que no tiene experiencia en bibliometría. Estos señores han decidido que el criterio para evaluar las editoriales es el porcentaje de autocitas, pero este no es el criterio correcto», añade el experto en bibliometría.

Respecto a los criterios usados, Aguillo coincide con el experto mundial en cambio climático: «La Aneca mete a todas las revistas en el mismo saco. La autocita per se no es mala. Una cosa es cuando la propia revista fomenta las autocitas para elevar el índice de impacto (esto es lo que ha premiado la Aneca siempre), y otra situación es cuando una revista se autocita mucho porque publica muchos artículos de calidad que son referencia en sus respectivos campos», apunta Maestre, que añade que «lo más sorprendente es que un documento con tanta trascendencia que afecta al día al día de tantos profesores e investigadores tenga unos análisis tan laxos». «Se está dando a entender que los comités de evaluación usarán estas listas y hay algo muy grave: la Aneca ha aceptado este informe sin revisarlo», añade Aguillo.

Publicaciones señaladas

Por si esto fuera poco, las revistas que han sido señaladas por la Aneca han pasado todos los filtros que establece el Journal Citation Reports (JCR). El JCR es una base de datos muy utilizada que determina la importancia de las revistas dentro de sus respectivas categorías. «Para ser incluidas en el JCR este índice elimina aquellas revistas que no cumplen los mínimos requisitos como, por ejemplo, violar los criterios establecidos de la calidad en la selección de artículos por pares anónimos e independientes», señalan fuentes académicas.

9.000 euros por publicar

La idea de la Aneca, también reflejada en el anteproyecto de ley de Universidades adelantado por ABC, es promover la ciencia abierta o el llamado ‘open access’, es decir, el acceso gratuito a la información científica publicada. «Estamos en una economía de mercado; si todo el mundo quiere publicar en Nature, pues Nature va a cobrar más que otras porque siempre habrá alguien dispuesto a pagar. Pero en este debate se olvida una vía muy importante: el ‘green open access’. Es un modelo en el que publicas el artículo tal y como está aceptado y publicado en una revista, pero sin formatear. El contenido es el mismo y es gratuito. Tenemos que discutir cómo implementarlo y ahí hay que poner el acento, más que si Nature cobra 9.000 euros por publicar. Si cobrara 15.000 habría mucha gente dispuesto a pagarlo. Es la ley de oferta y demanda», concluye Maestre. Fuentes académicas advierten de que lo que ha hecho la Aneca es muy grave y su directora, Mercedes Siles Molina debería dimitir.

La inseguridad jurídica de Castells

La decisión de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) de penalizar la publicación en las mejores revistas es un problema en sí mismo, pero trae otro aparejado. El anteproyecto de ley de Universiades (LOSU), adelantado por ABC, modifica puntos esenciales de la carrera docente que también son ahora abordados por la Aneca. Como publicó ABC, el Consejo de Estado ya advirtió a Castells de que es inseguro jurídicamente cambiar normas reglamentarias con carácter previo a la modificación de leyes orgánicas. «Y esto mismo es de aplicación a las normas que la Aneca establece para la evaluación del personal docente. Es irracional modificar los criterios de evaluación y dentro de un año volver a cambiarlos cuando se apruebe la LOSU. Los docentes planifican su investigación a seis años vista y no se les puede modificar los criterios cada año y medio, es cambiar las reglas de juego a mitad del partido», opinan fuentes universitarias. 








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