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martes, 1 de abril de 2025

U.S.A.: la Universidad de Columbia capitula

 Publicado en sinpermiso




La Universidad de Columbia capitula. Dossier


¿Merece todavía Columbia el nombre de universidad?

Rashid Khalidi

No se trató nunca de eliminar el antisemitismo. Siempre se trató de silenciar a Palestina. Eso es lo que siempre se pretendió conseguir amordazando a los estudiantes que protestaban, y amordazando ahora al profesorado. Mientras que los partidarios de la matanza israelí-norteamericana en Gaza pueden haberse sentido ofendidos por sus protestas, un gran número de los estudiantes cuyos derechos de libertad de expresión se han infringido mediante castigos draconianos eran judíos.

Muchos de los miembros del profesorado que están a punto de verse privados de la libertad académica y de gobierno de sus escuelas, y a los que quizás se despida, son judíos, y, de hecho, algunos son israelíes. Si realmente se tratara de discriminación, la universidad habría tomado medidas contra el incesante acoso a estudiantes y profesores palestinos, árabes y musulmanes, y a sus aliados y simpatizantes, en lugar de respaldarlo y permitirlo.

Se trató siempre de proteger las monstruosas y transparentes mentiras de que la guerra genocida israelí-norteamericana de 17 meses contra todo el pueblo palestino era solo una guerra contra Hamás, o que cualquier cosa que se hiciera el 7 de octubre de 2023 justifica las matanzas en serie de al menos 50.000 personas en Gaza, la mayoría de ellas mujeres, niños y ancianos, y la limpieza étnica del pueblo de Palestina en su patria. Estas mentiras, generadas por Israel y sus propiciadores, que impregnan nuestro sistema político y a nuestras élites adineradas, las repitieron incesantemente las administraciones de Biden y Trump, el New York Times y Fox News, y ahora las sanciona oficialmente una universidad que fue antaño grande.

Estas mentiras tienen sus raíces en un racismo flagrante. Frantz Fanon escribió que el maniqueísmo del colonizador a veces «llega a su conclusión lógica y deshumaniza al nativo, o para hablar claro, lo convierte en animal». De hecho, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, calificó en octubre de 2023 de «animales humanos» a los palestinos. Benjamin Netanyahu dijo de ellos: «No les llamo animales humanos porque sería insultar a los animales». En esta guerra colonial, a través de esta lente, las vidas palestinas, al igual que otras vidas morenas y negras, se convierten en una masa sin valor, sin rostro y deshumanizada, mientras que se elevan, se aprecian y se lloran individualmente otras vidas.

Deberíamos aferrarnos a estos pensamientos tanto como podamos, porque en el mundo distópico en el que hemos entrado, la simple mención de la raza y el racismo son, o pronto serán, violaciones de la perversa lectura actual de la ley federal. Una vez que los quislings que dirigen la Universidad de Columbia hayan puesto en práctica los decretos de sus amos en Washington y en el consejo de administración, una vez que se hayan extendido estos decretos a otras universidades amenazadas, será realmente peligroso enseñar e incluso citar a Fanon, como lo será la mera mención de la raza y el racismo, por no hablar del género, la discapacidad y muchas otras cosas. Nos estamos acercando a la situación de las universidades chilenas bajo Pinochet, en las que, por orden de un gobierno autoritario, se prohibieron ideas y libros, se expulsó y se detuvo a estudiantes, hubo departamentos ocupados, y profesores y personal despedidos.

No debemos lamentar en qué se ha convertido Columbia, pues por muy grande que haya sido, nada de esto resulta totalmente nuevo. Antes de las expulsiones y suspensiones actuales, Columbia expulsó una vez en su historia a un estudiante por protestar de forma no violenta: en 1936 por protestar contra el ofrecimiento de una tribuna a los nazis. En 1953, su presidente firmó una carta en la que declaraba a los comunistas no aptos para enseñar. Los administradores de Columbia despidieron a dos profesores por oponerse a la Primera Guerra Mundial por motivos pacifistas, mientras que se detuvo y se encarceló a estudiantes objetores de conciencia.

Durante mucho tiempo, Columbia ha sido dirigida más como el vasto y rico imperio empresarial e inmobiliario que es, que como una institución educativa. Es un lugar donde los fideicomisarios, los donantes y las poderosas escuelas profesionales dictan su política, y no el resto de su profesorado. En la primavera de 2024, dos tercios del claustro de profesores de Artes y Ciencias votaron en contra de otorgar su confianza a una presidenta que cedió a la presión externa, arrojó ó a su claustro a los pies de los caballos y llamó a la policía de Nueva York por primera vez desde 1968. Su sucesor la ha superado, adornando aún más las ya ricas tradiciones represivas de Columbia con una servil obediencia a los dictados del gobierno, promovidos y secundados con entusiasmo por desvergonzados colaboradores en el seno de la universidad.

Después de la capitulación del viernes, Columbia apenas merece el nombre de universidad, ya que su enseñanza y saber académico sobre Oriente Medio, y enseguida sobre muchas otras cosas, pronto serán objeto de examen por parte de un «vicerrector de pedagogía inclusiva», en realidad un vicerrector de propaganda israelí. Los partidarios de Israel, enfurecidos porque los estudios sobre Palestina hayan encontrado un lugar en Columbia, la denominaron en su día el «Bir Zeit del Hudson». Pero si sigue mereciendo el nombre de universidad, debería llamarse el Vichy del Hudson.

The Guardian, 25 de marzo de 2025

 

El gobierno de los EE.UU. manda una nota de rescate a la Universidad de Columbia

Sheldon Pollock

Como un capo de la mafia, el Gobierno amenaza con cortarle dos dedos a la Universidad: la libertad académica y el gobierno del profesorado

El pasado 15 de marzo, la Universidad de Columbia recibió lo que sólo puede describirse como la carta más peligrosa de la historia de la educación superior en los Estados Unidos. El remitente era el gobierno de los Estados Unidos. Como si de una nota de rescate se tratara, la misiva gubernamental insiste en que Columbia cumpla con una lista de exigencias de la administración Trump para tener siquiera una oportunidad de recuperar los 400 millones de dólares en fondos federales para la investigación científica que el Gobierno canceló el 7 de marzo.

Curiosamente, uno de los objetivos específicos identificados en la carta era el departamento de Columbia de Estudios de Oriente Medio, Asia Meridional y África (Mesaas), un pequeño departamento de humanidades dedicado al estudio de las lenguas, las culturas y la historia de esas regiones. El Gobierno exigió que se pusiera el departamento de Mesaas bajo «administración judicial» -básicamente, que la universidad se hiciera cargo de él- como condición previa para proseguir las negociaciones.

La batalla contra el autoritarismo que se está imponiendo en Washington parece girar hoy en parte en torno al destino de Mesaas.

¿Por qué Mesaas?

La campaña de Trump para destruir la independencia de la educación superior estadounidense comenzó cuando una obscura agencia federal, la Administración de Servicios Generales (GSA), en colaboración con los Departamentos de Salud y Servicios Humanos y de Educación, coordinó la extraordinaria medida de rescindir 400 millones de dólares en fondos federales para la investigación científica en Columbia, ya que Columbia «ha fracasado en lo fundamental a la hora de proteger a los estudiantes y profesores norteamericanos de la violencia y el acoso antisemitas».

Tras amenazar a otras 60 universidades con el mismo destino, el 13 de marzo el Gobierno envió su nota de rescate sólo a Columbia. Sus condiciones debían cumplirse en un plazo de siete días, y no a cambio de la liberación de los fondos, sino simplemente como «condiciones previas». A continuación, se presentarían otras exigencias para una «negociación formal», que no sería una verdadera negociación, porque la GSA seguiría reteniendo el dinero de la universidad, como un mafioso.

Las condiciones previas se refieren principalmente a la vigilancia de las protestas estudiantiles en el campus. Es probable que su imposición viole tanto la ley federal como la Constitución estadounidense, como ha dejado claro el claustro de profesores de Derecho de Columbia. Pero en un movimiento sorprendente e igualmente ilegal, el Gobierno se hacía con otro rehén en su carta: Mesaas. Durante un periodo de cinco años, Columbia debe poner académicamente bajo administración externa al departamento. A la universidad se le dio el mismo ultimátum de siete días para que especificara «un plan completo, con fechas concretas de entrega» para aplicar dicha administración.

Se trata de un intento sin precedentes de hacerse con el control de personas e ideas en una universidad norteamericana. En ocasiones, las universidades se ven obligadas a poner un departamento académico bajo administración externa, normalmente cuando se rompe el autogobierno del departamento. Normalmente, la administración nombra como director a un miembro de otro departamento durante un curso académico. El autogobierno actual de Mesaas es excelente, y no ha habido problemas en todos los años en los que yo he presidido el departamento.

Que el propio gobierno de los Estados Unidos intervenga directamente en el gobierno de la facultad -especificando el periodo extraordinario de cinco años, y con «metas que satisfacer» de cuyo cumplimiento podría depender la futura financiación de toda la universidad- no tiene precedentes en la historia de la enseñanza superior norteamericanas.

¿Por qué ha escogido señaladamente el Gobierno a este departamento?

La respuesta está clara: porque su profesorado no ha expresado un apoyo firme al Estado de Israel en su labor académica. El gobierno de los Estados Unidos se ha quedado prácticamente solo en el mundo en su inquebrantable apoyo ideológico y financiero a la violencia del Estado de Israel contra el pueblo de Palestina. Recientemente ha proporcionado el consentimiento, la justificación y las armas para la destrucción de Gaza por parte de Israel (esta misma semana se ha relanzado la destrucción, con la condena de todo el mundo, pero no de Washington, que fue el único que dio su apoyo).

Por el contrario, la investigación académica de destacados especialistas en el campo de los estudios sobre Oriente Medio, entre ellos los de Mesaas, ha reflexionado profundamente sobre la complejidad de la situación y ha cuestionado desde hace tiempo las versiones de la historia y las ideas raciales que alimentan las acciones de Israel. Los profesores de Mesaas formulan preguntas difíciles, pero totalmente legítimas, sobre Israel, y eso quiere prohibirlo nuestro gobierno.

El departamento de Mesaas no ha desempeñado papel alguno en la organización de las protestas estudiantiles en favor de Gaza. Pero Washington ha decidido que, además de dictar cómo debe gobernar una universidad la protesta política, debe controlar cómo gobierna la universidad la investigación académica - intensificando un amplio ataque a la investigación sobre Oriente Medio en todas las universidades norteamericana.

Con sus exigencias para hacerse esencialmente con el control de Mesaas, el gobierno federal está socavando dos principios fundamentales de la universidad estadounidense: el derecho de los departamentos académicos a autogobernarse y la libertad de los miembros del profesorado a expresar sus opiniones sin temor, lo mismo como autoridades en su campo de investigación que a título particular.

Columbia debe decidir antes del jueves 20 de marzo cómo responder a esta nota de rescate, en la que el Gobierno amenaza con cortarle dos dedos a la universidad: la libertad académica y el gobierno del claustro profesoral. Si la administración de Columbia capitula, eso marcará el comienzo de su propia destrucción y la de la universidad norteamericana como tal, precisamente lo que ha pedido el American Enterprise Institute, que proporcionó el modelo para la nota.

Los tribunales han parado hasta ahora más de cuarenta iniciativas de la Administración, aunque sigue sin estar claro si va a obedecer el jefe de la mafia. Sin embargo, mientras tengamos un sistema judicial funcional, la respuesta de Columbia a Trump sólo puede ser: nos vemos en los tribunales.

The Guardian, 19 de de marzo de 2025

 

¿Y si investigamos a Columbia por ser antipalestina?

Peter Beinart

Así que la Universidad de Columbia ha capitulado esencialmente ante las demandas de la administración Trump, lo cual tiene implicaciones para el futuro de Columbia y otras universidades norteamericanas que serán de muy largo alcance. Todavía no conocemos todas las repercusiones.

Pero creo que es importante entender que, aunque Donald Trump esté haciendo esto porque quiere domesticar y paralizar las universidades, sólo porque podrían ser centros de resistencia y pensamiento crítico contra su gobierno autoritario, de la misma manera que quiere paralizar y domesticar los medios de comunicación independientes, o los bufetes de abogados que podrían demandarlo, o el Departamento de Justicia, que podría ser independiente de su control, todas estas cosas, aunque esa es claramente la motivación de Trump, así como su capacidad de utilizar el antisemitismo con eficacia, se basan en el hecho de que hay un discurso sobre el antisemitismo que lleva existiendo desde mucho antes del 7 de octubre, pero que luego se ha intensificado desde la matanza del 7 de octubre, y que ha sido respaldado por muchos, muchos miembros del Partido Demócrata y les hace cómplices, por lo tanto, de esto.

Creo que lo fundamental que tenemos que entender sobre lo que es erróneo en este discurso del antisemitismo, lo que ha contribuido a traernos hasta aquí, no es que esté mal estar que nos preocupe mucho el antisemitismo. Por supuesto, deberíamos preocuparnos mucho el antisemitismo. El problema es que cuando se habla de antisemitismo en el contexto del conflicto entre Israel y Palestina, en el que hay dos grupos nacionales, hay que acompañarlo de un debate sobre el fanatismo antipalestino. Hablar de antisemitismo en el contexto de Israel-Palestina es algo fundamentalmente distinto, en ese sentido, de hablar de ello en el contexto del nacionalismo blanco o de algún otro episodio histórico.

En este caso, la cuestión es: ¿cómo tratamos a la gente de forma justa y equitativa? ¿La discriminamos por su postura en esta relación entre judíos israelíes y palestinos?

Pero, naturalmente, también hay que hacerse una pregunta sobre el otro grupo, sobre los palestinos, si es que pensamos que los palestinos son personas que merecen el mismo trato que los judíos, ¿no? Y en ese caso, si nos imaginamos que el debate sobre el antisemitismo ha de ponerse a la par con el debate sobre el fanatismo antipalestino, creo que la discusión sobre el antisemitismo tendría que ser radicalmente diferente. Porque cuando uno se pregunta si los estudiantes judíos se sienten incómodos o hasta inseguros cuando oyen lemas como «Palestina será libre desde el río hasta el mar» o «globalizar la intifada», también habría que preguntarse cómo se sienten los estudiantes palestinos cuando oyen lemas como «Estoy con las Fuerzas de Defensa de Israel» o «Israel tiene derecho a defenderse», ¿no?

Y cuando nos preguntamos por el acoso, ¿hay estudiantes judíos que son literalmente objeto de acoso por llevar kipa u otras cosas? Deberíamos también preguntarnos si no hay estudiantes palestinos que sean objeto de acoso por llevar kufiya. Pues sospecho que, si hay estudiantes judíos, lamentablemente, que van por el campus de Columbia u otros campus, y a los que les gritan porque llevan kipa, o llevan una estrella de David o lo que sea, creo que es una suposición bastante aceptable que también haya estudiantes palestinos a los que llaman «terroristas» o todo tipo de cosas desagradables, cierto, si llevan kufiya.

Si pensamos en las normas que regulan las protestas, una de las cosas que Trump quiere hacer, pero que estas universidades han venido haciendo desde el 7 de octubre, es tomar verdaderamente medidas drásticas acerca de las reglas de la protesta. Tendríamos que preguntarnos, no solo si Estudiantes por la Justicia en Palestina está violando estas nuevas y muy onerosas reglas sobre protestas, sino si los grupos proisraelíes las violan.  Si tenemos grupos de trabajo para investigar el antisemitismo, también hacen falta grupos de trabajo, no sólo sobre islamofobia, sino también sobre la intolerancia antipalestina, lo cual es algo diferente a la islamofobia. La mayoría de los musulmanes no son palestinos, y no todos los palestinos son musulmanes. Y si nos imagináramos un mundo en el que hacemos todas esas cosas, en el que nos preguntáramos «¿hay intolerancia hacia los palestinos?» al mismo tiempo que nos preguntáramos «¿hay intolerancia hacia los judíos?», entonces, de hecho, todo el debate sobre el antisemitismo sería completamente diferente.

Porque si tuviéramos que admitir que empezar por censurar una frase como «globalizar la Intifada» podría significar también que tuviéramos que censurar una frase como «yo apoyo a las FDI», tendríamos que arriesgarnos a crear un grupo de trabajo sobre actitudes antipalestinas formado por muchos profesores palestinos y pensar en lo que podrían recomendar en términos de cambios en la universidad, por supuesto.

O bien, si tuviéramos que aplicar estas normas sobre protestas por igual y empezáramos a pensar en la forma en que eso afectaría a los derechos de protesta de los estudiantes proisraelíes, entonces, de repente, desaparecería de hecho buena parte de la presión que se está ejerciendo sobre lo que las universidades deberían hacer, ¿verdad? Porque la gente se daría cuenta casi de inmediato de que, si se aplicara igualmente en el caso de los palestinos, se empezaría a infringir esos derechos en formas que serían realmente problemáticas. Obligaría a la gente a empezar a pensar en la importancia de la libertad de expresión, incluida la libertad de expresión que incomoda a la gente.

La única razón por la que la gente siente esta presión para ser tan draconianos en lo que toca a la libertad académica, al derecho a la protesta, es precisamente porque nadie imagina que estos principios puedan aplicarse a estudiantes acusados de intolerancia antipalestina. Y, por supuesto, eso se debe a que no tenemos lenguaje para referirnos a la intolerancia antipalestina en el debate político norteamericano dominante, pues se asume sencillamente que hay que tratar a los palestinos como inferiores. No hay ninguna expectativa de que se les trate con equidad en Palestina e Israel, donde la gran mayoría de los miembros del Parlamento apoyan la idea de un Estado basado en la supremacía legal judía. Y del mismo modo, no hay ninguna expectativa sobre esto en los Estados Unidos, ¿verdad? 

Pero si existiera esa expectativa, entonces todo lo que ha sucedido con el debate sobre el antisemitismo y la forma en que ahora se está utilizando para aplastar realmente la libertad académica y la independencia de las universidades, sencillamente no podría darse como se está dando. Sólo por el hecho de que los palestinos no cuentan en este debate es por lo que tenemos este género de discusión sobre el antisemitismo que nos ha llevado a acabar en este lugar tan desastroso.

The Beinart Notebook, 24 de marzo de 2025

 
historiador palestino-norteamericano de Oriente Próximo, ha sido catedrático Edward Said de Estudios Árabes Modernos en la Universidad de Columbia. Fue editor del Journal of Palestine Studies desde 2002 hasta 2020, cuando pasó a ser coeditor. Es autor de varios libros, entre ellos “The Hundred Years' War on Palestine” y “Palestinian Identity: The Construction of Modern National Consciousness”. Ha sido presidente de la Asociación de Estudios de Oriente Medio y ha impartido clases en la Universidad Libanesa, la Universidad Americana de Beirut, la Universidad de Georgetown y la Universidad de Chicago.
 
es profesor emérito de la cátedra Arvind Raghunathan de estudios sudasiáticos en la Universidad de Columbia y ex director del departamento de Mesaas. No desempeña actualmente ninguna función en la administración del departamento ni de la Universidad y escribe únicamente a título personal.
 
periodista colaborador de The New York Times, The New York Review of Books, The Daily Beast, Haaretz o CNN, fue director de la revista The New Republic. Profesor de la Escuela de Periodismo Craig Newmark de la City University de Nueva York y director de la revista digital Jewish Currents, ha pasado de comentarista liberal judío a manifestarse como agudo crítico de Israel y el credo sionista.
Fuente:
The Guardian, 19 y 25 de marzo de 2025; The Beinart Notebook, 24 de marzo de 2025


jueves, 5 de diciembre de 2024

ARGENTINA: critican la censura de libros en la FIL-Guadalajara

Publicado en El País 
https://elpais.com/mexico/2024-12-03/la-persecucion-a-cuatro-libros-en-argentina-abre-el-debate-sobre-la-censura-en-la-fil.html



Censura en Argentina, indignación en la FIL: la caza de brujas a cuatro libros, a debate en la gran feria

Un grupo de escritores opina sobre la persecución que sufren algunas obras en las escuelas de la provincia de Buenos Aires


 GEORGINA ZEREGA
 Guadalajara (México) - 03 DIC 2024
 ACTUALIZADO: 03 DIC 2024 

 La persecución que sufre la literatura en Argentina ha encendido una mecha del debate en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Una de las premiadas de este año, Gabriela Cabezón Cámara, que recibe este miércoles el Sor Juana Inés de la Cruz, es una de las cuatro autoras que resisten estos días los embates de los grupos conservadores en su país. Una fundación, secundada por el Gobierno de Javier Milei, busca que se retiren de las escuelas de la provincia de Buenos Aires los ejemplares de cuatro obras: Las aventuras de la China Iron, de Cabezón Cámara; Cometierra , de Dolores ReyesLas primas, de la fallecida Aurora Venturini; y Si no fueras tan niña, de Sol Fantin.

Un grupo de escritores, que visita la mayor cita de la literatura en español, discute sobre los límites de la censura y las secuelas que deja esta en una democracia. Las cuatro autoras argentinas habían recibido ya el apoyo de la comunidad literaria nacional, que se reunió masivamente hace unos 10 días en defensa de los libros señalados y de las escritoras, que han sido víctimas de amenazas, insultos y acusaciones de “pedófilas” y “pornógrafas” por parte de los grupos conservadores. La opinión de los autores consultados por este periódico ha hilado en el mismo tono de apoyo y la posibilidad de que esas obras sean retiradas de las bibliotecas escolares ha saltado como una alerta del “autoritarismo” que acampa en Argentina y preocupa a la comunidad literaria internacional.

La escritora Jennifer Clement, antigua presidenta del Pen Internacional, expresa sorpresa por ver este tipo de disputas en un país que ha sido muy “abierto” a la literatura escrita por mujeres. “Lo que estamos viendo en Argentina es la estigmatización de estas autoras, el ataque del Gobierno sobre la libertad de expresión y una mira muy fuerte hacia la mujer”, comenta. La autora entiende, sin embargo, que se trata de una puntada más dentro de un “fenómeno mundial” de gobiernos de ultraderecha que practican la censura de libros, como el caso de Estados Unidos, que ha prohibido miles de títulos en bibliotecas públicas y académicas en el último año.  

Para el escritor Sergio Ramírez, la censura es “la señal más pésima que hay de un gobierno que prescinde de las reglas del juego democrático”. El nicaragüense, que ha tenido que exiliarse en España después de una persecución brutal por parte del régimen de Daniel Ortega, distingue entre los gobernantes arbitrarios que están contra los libros pero que no perturban la estabilidad del país y los gobernantes que tienen una concepción “más ideológica del poder”, que convierten todo lo que no es el discurso oficial en algo subversivo, como el sexo. Este último es el caso de Argentina, dice.  
 
Ramírez nombra al sexo en referencia a algunas escenas de los libros, que han sido las cuestionadas por los grupos conservadores. Cometierra es una novela que trata de una joven que traga tierra y puede visualizar a mujeres desaparecidas. Después de haber recibido reconocimiento internacional, ha sido víctima de una cruzada por un párrafo en el que describe una relación sexual consentida. Las primas, un éxito editorial que relata la vida de una familia disfuncional en voz de una joven con discapacidad, retrata escenas en las que un par de niñas son víctimas de abuso sexual. O el libro de Fantin, una docente que ha reconstruido en su obra los abusos que sufrió cuando era menor de edad, que fue señalado por la vicepresidenta, Victoria Villarruel, por exaltar la pedofilia y sexualizar a los niños. “¡Con nuestros niños no te metas!”, publicó en sus redes sociales.   

Aroa Moreno Durán afirma que la persecución es parte de “esa batalla cultural que le interesa imponer a la derecha y a la extrema derecha, que tiene que ver con los derechos de las mujeres, la igualdad, la lucha contra la violencia de género y la diversidad”. Para la escritora española, la literatura tiene que cuestionar, incomodar y desafiar el orden establecido, “y creo que estos libros lo hacen, son libros que inducen a un pensamiento crítico”. La cacería sucede ahora porque hay una batalla “porque las mujeres no escriban, no cuenten la realidad que nos han perseguido durante siglos, que tiene que ver con la violencia, con mantenernos en la oscuridad, con mantenernos silenciadas y calladas”, dice la autora y periodista.

Lucía Lijtmaer, nacida en Argentina y crecida en España, señala que todas las obras perseguidas tienen un componente feminista “muy claro y evidente”. “Es un paso más sobre lo que se puede y lo que no se puede escribir. Sobre que las mujeres hemos ido demasiado lejos, no solo en la lucha por nuestros derechos, sino también en la literatura”, dice. La autora de Ofendiditos critica que se ha ya creado un “relato de pedofilia con respecto a las escritoras”, y que se les haya colgado “el peor fantasma que le puedes colgar a cualquier persona”, que es el de pedófilas. A las feministas se las acusaba antes de ser puritanas, ahora se las acusa de pornógrafas. “Lo que importa no es la verdad, lo que importa en los últimos tiempos es que se instale un discurso que parezca verdad”.  

Al guatemalteco Arnoldo Gálvez le sorprende la contradicción entre el discurso libertario que ha tenido el Gobierno de Milei y la persecución de la literatura. “Estos poderes suelen ser bastante iletrados y no terminan de entender que los actos de censura terminan provocando una suerte de promoción y de posicionamiento de los libros”, comenta. “No es un consuelo, porque el costo que se paga en términos de libertades, de regresiones autoritarias, es muy alto”.  

Nicolás Giacobone cree que la reacción que ha tenido el mundo literario ante lo sucedido en Argentina es porque “no se puede creer” que pase algo así. “Hay que estar atentos, está bien reaccionar, pero tengo la esperanza de que no sean más que palabras para generar reacciones, ruptura, y que no sea más que eso, que no llegue a ser una ley que implique censura sólida”. El argentino, guionista de la galardonada película Birdman, agrega: “Sucede porque evidentemente la política se dio cuenta de que le sirve para conectar con una sección de la sociedad que es mucho más grande de lo que pensábamos a lo que era”.   

Clement teme que la consecuencia de esta persecución acabe siendo la autocensura, incluso de manera inconsciente. Lo que sucede en estas situaciones es que las escritoras mismas se empiezan a censurar y eso es terrible”, afirma. Moreno Durán no comparte esa idea. “Esto revela una ignorancia absoluta por parte de los políticos en el poder, porque la literatura es indestructible”, dice, “cuanto más censuren, lejos de conseguir que nos autocensuremos, nos encontraran en frente con la palabra y los libros como armas”  



lunes, 2 de diciembre de 2024

U.S.A.: Isabel Allende, García Márquez, García Lorca y Poniatowska entran a la lista negra de libros censurados

Publicado en El País
mas-de-10000-libros-han-sido-prohibidos-en-bibliotecas-publicas-y-academicas-de-estados-unidos.html




Más de 10.000 libros han sido prohibidos en bibliotecas públicas y académicas de Estados Unidos

La cifra de títulos censurados se triplicó en tan solo un año desde los 3.500, según la investigación de la organización PEN América

Las prohibiciones de libros están creciendo a niveles preocupantes. En el curso escolar 2023-2024, los casos pasaron de 3.362 a más de 10.000, según el reporte de PEN America, una organización que defiende los derechos humanos y la libertad de expresión con foco en el acceso a la literatura. A la cabeza de las restricciones se encuentran Florida y Iowa, con alrededor de 8.000 prohibiciones derivadas de leyes estatales. Distritos escolares de otros Estados también limitaron un mayor número de libros este año, como Elkhorn en Wisconsin, con un veto de 300 títulos en solo unos meses.

Las cifras presentadas en el estudio podrían ser inferiores a las reales porque prohibiciones de este tipo no suelen ser denunciadas. Tampoco se incluyen las numerosas denuncias de censura blanda, como las restricciones por motivos ideológicos en la compra de libros por parte de los centros escolares, la retirada de colecciones de las aulas y la cancelación de visitas de ciertos autores y otras actividades vinculadas con la promoción de la lectura.

“Siguiendo las tendencias de años anteriores, las prohibiciones de
este último año incluyen de forma abrumadora historias con personas
o personajes de color y personas LGBTQ+. También observamos cómo
los casos de prohibición de libros se dirigen cada vez más a historias
sobre mujeres y niñas que incluyen representaciones de violaciones
o abusos sexuales”, se puede leer en el informe de PEN America.

Como en los últimos años, hay dos factores claves detrás de este
movimiento: la legislación estatal y la influencia de grupos
conservadores. “Las campañas coordinadas de una minoría de grupos
y actores individuales ejercen una presión indebida sobre los consejos
escolares y los distritos, lo que se traduce en la toma de decisiones
excesivamente cautelosas con respecto a la accesibilidad de los
libros en las bibliotecas de las escuelas públicas. Los ataques a
la literatura en las escuelas persisten a pesar de la impopularidad
de estos grupos que defienden los derechos de los padres y de
las encuestas que muestran una amplia oposición a la prohibición
de libros”, sostiene la investigación.

Este 2024, la legislación estatal también ha sido especialmente decisiva
en esta problemática. La ley SF 496 de Iowa, que entró en vigor en
julio de 2023, prohíbe los libros con cualquier contenido relacionado
con el sexo, y posee disposiciones similares a la ley de Florida,
que impide decir la palabra “gay” en las aulas. En este sentido,
la ley HB 1069 de Florida creó un proceso estatutario para la
prohibición de libros, y demanda que cualquier libro impugnado
por conducta sexual sea retirado de la biblioteca durante el proceso
de revisión.

Utah también aprobó este año la ley de prohibición de libros
más extrema actualmente en vigor (la HB 29), que impone lo que
PEN America ha denominado una lista negra de libros en las
escuelas de todo el Estado, y Carolina del Sur votó a favor del
Reglamento 43-170 este verano, que veta los libros de contenido
sexual y otorga al consejo de educación estatal la facultad de
retirar títulos de escuelas y bibliotecas públicas. Por último,
Tennessee amplió la Ley de Materiales Adecuados a la Edad de 2022,
y pide el retiro de libros que contengan desnudos, exceso de violencia
o describan actos sexuales. Además, faculta a una comisión estatal
para evaluar determinados títulos cuestionados.

Autores en la lista negra

Los esfuerzos por suprimir el derecho a lectura sigue afectando a
un amplio rango de libros y autores. Desde novelas clásicas hasta
historias para jóvenes, el Índice de Prohibiciones de Libros Escolares
de PEN América incluye este año a libros como Raíces:
La saga de una familia americana,
 de Alex Haley; 
Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith; Reconstrucción negra
 en América, 1860-1880
 de W.E.B. DuBois; Muerte en el Nilo, de
 Agatha Christie; La mujer del dios de la cocina, de Amy Tan; 
Cómo las chicas García perdieron su acento, de Julia Álvarez; 
Buscando a Junie Kim de Ellen Oh; Cuéntalo en la montaña, 
de James Baldwin; El verano pródigo, de Barbara Kingsolver; 
Puddin, de Julie Murphy; Blade Runner (Sueñan los androides
con ovejas eléctricas)
, de Philip K. Dick; y Cold Sassy Tree de
Olive Ann Burns.

Los escritores iberoamericanos tampoco se salvan. La casa de los
espíritus
 y Más allá del invierno de Isabel AllendeCrónica
de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera
 y
 Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez; La maravillosa
vida breve de Óscar Wao 
de Junot Díaz; La casa de Bernarda Alba
de Federico García Lorca, y Tinísima de Elena Poniatowska, están
vetados en condados de Florida como Orange y Escambia.

Muchos de los libros prohibidos durante este año escolar han
estado en el punto de mira desde el inicio del movimiento
de prohibición de libros en 2021, como 
El color púrpura, de Alice Walker; 
Diecinueve minutos, de Jodi Picoult; y El ojo más azul
Beloved, de Toni Morrison. Los catálogos de Sarah J. Maas,
Stephen King y Ellen Hopkins siguen bajo el efecto 
Letra escarlata 
que se ha extendido por todo Estados Unidos. Incluso 
Wicked:
Memorias de una bruja mala
(Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West),
de Gregory Maguire, el libro que inspiró
 
la exitosa adaptación cinematográfica
 
actualmente en los cines, se salvó.
Ha sido prohibido en 32 distritos escolares de todo el país.


martes, 27 de agosto de 2024

RUSIA acusa a FRANCIA de detener a Pável Dúrov con el fin de cerrar Telegram

Publicado en Aristegui Noticias
https://aristeguinoticias.com/2508/mundo/rusia-acusa-a-francia-de-detener-a-pavel-durov-con-el-fin-de-cerrar-telegram/




Rusia acusa a Francia de detener a Pável Dúrov con el fin de cerrar Telegram

'La detención del fundador de Telegram en Francia es una grave violación del derecho a la libertad de expresión', consideró la Defensora del Pueblo de Rusia, Tatiana Moskalkova.

  • Redacción AN / MDS
25 Aug, 2024

La Defensora del Pueblo de Rusia, Tatiana Moskalkova, acusó hoy a Francia de detener a Pável Dúrov, el creador de la red de mensajería encriptada Telegram, con el fin de cerrar la plataforma.

“Es absolutamente evidente que la auténtica razón del arresto de Pável Dúrov es el intento de cerrar Telegram, la plataforma de internet donde se puede conocer la verdad sobre lo que ocurre en el mundo”, comentó en su canal de Telegram. 

Molskalkova denunció que París acusa a Dúrov de “todos los males habidos y por haber” desde tráfico de drogas a pedofilia y terrorismo, ya que su objetivo es “lograr el control total de la libertad de expresión”.

Instó a “los herederos de la Gran Revolución Francesa” a recordar un dicho: “No estoy de acuerdo con una sola palabra de lo que dices, pero estoy dispuesto a morir por tu derecho a decirlo”.

“La detención del fundador de Telegram en Francia es una grave violación del derecho a la libertad de expresión” y también un clara manifestación de “doble rasero hacia los derechos humanos más básicos por parte de una serie de países que elogian la democracia y, en realidad, buscan pisotearla”, dijo.

La portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, aseguró que Moscú ha remitido a la Cancillería francesa una nota con el fin de tener acceso a Dúrov, que nació en Rusia, pero residía en Dubai.

“Pero tiene ciudadanía francesa, la que Francia considera la principal”, dijo a la agencia RIA Nóvosti.

En su canal de Telegram Zajárova también llamó a las principales organizaciones no gubernamentales occidentales a defender a Dúrov.

Recordó que en 2018 cuando las autoridades rusas anunciaron su decisión de bloquear la red de mensajería, 26 de esas organizaciones levantaron el grito en el cielo.

Mientras, agregó, “Dúrov siguió en libertad y continuó desarrollando Telegram”, obviando que el empresario ruso tuvo que exiliarse tras recibir presiones para vender la red Vkontakte, el Facebook ruso.

“¿Cómo creen ustedes? ¿Esta vez exigirán a París que libere a Dúrov o se morderán la lengua?”, señaló.

El subjefe del comité de Política Informativa de la Duma o cámara de diputados, Antón Gorelkin, también admitió que Rusia tenía reclamaciones hacia Telegram.

“Pero últimamente no se discutió el bloqueo de Telegram”, dijo, aunque en las últimas semanas hubo numerosas quejas sobre los problemas en el funcionamiento de la red en Rusia.

Dúrov, que podría pasar años en prisión, según algunos políticos rusos, tiene ciudadanía de este país, pero también francesa y de los Emiratos Árabes Unidos, pasaportes que recibió en 2021.

El dueño de Telegram fue detenido anoche cuando descendía de su avión privado en la pista del aeropuerto de París-Le Bourget, proveniente de Azerbaiyán.

Sobre el multimillonario franco-ruso, de 39 años, pesaba una orden de arresto francesa emitida por la oficina de menores (OFMIN) de la Dirección Nacional de Investigación Criminal sobre la base de una investigación preliminar.

La Justicia francesa sostiene que la falta de moderación en Telegram y la falta de cooperación de Dúrov con las autoridades, junto con las herramientas que la plataforma ofrece, como números desechables y criptografía, lo convierten en cómplice de delitos como el tráfico de drogas, la pedofilia y el fraude.

(EFE)


jueves, 11 de enero de 2024

La guerra de Israel cimbra a universidades estadunidenses

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/01/06/mundo/la-guerra-de-israel-cimbra-a-universidades-estadunidenses-8507


La guerra de Israel cimbra a universidades estadunidenses

David Brooks y Jim Cason, corresponsales
06 de enero de 2024 

Nueva York y Washington. Algunas de las universidades más famosas de Estados Unidos se encuentran ahora en medio de la guerra de Israel, y por lo menos dos rectores han renunciado en la disputa que estalló con un nuevo movimiento de estudiantes y algunos profesores exigiendo un cese el fuego en Gaza, condenando las atrocidades de las fuerzas israelíes y la complicidad de Washington en lo que llaman crímenes de guerra.

La presidenta de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, renunció esta semana, siguiendo a su contraparte de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Magill –ambas de la llamada Liga Ivy de universidades de mayor prestigio en la costa este–, quien se vio obligada a dejar su cargo en diciembre.

Las protestas, ocupaciones y marchas que han estallado por todo el país –en las calles, oficinas de gobierno, ante empresas, en plazas y puentes y hasta dentro del propio gobierno en demanda de un fin de las hostilidades en la franja de Gaza– también han sacudido a las casas de estudios superiores del país. Hoy día, hay más protestas en más universidades que en cualquier otro momento en los recientes 35 años, reportó The New York Times.

Musulmanes y judíos unidos


Este activismo estudiantil, el más poderoso encabezado por una alianza entre jóvenes judíos y musulmanes, han provocando alarma entre algunos de los donantes ricos cuyos nombres decoran edificios e instalaciones académicas presionando a las juntas de gobierno de estas instituciones a controlar los estallidos entre el alumnado, junto con el gobierno de Israel y sus aliados sionistas en Estados Unidos empleando la misma arma para suprimir estas expresiones: Toda crítica contra Israel es antisemitismo.

Más aún, ultraconservadores que han formado una ofensiva contra la libertad académica durante años –buscando cómo anular programas de diversidad racial, inclusión y equidad, así como censurar o eliminar disciplinas que abordan una visión crítica de la historia estadunidense, las libertades civiles de las mujeres, de las minorías y la comunidad gay– ahora se han sumado a la campaña sionista para promover su agenda.

Para ellos, la rectora de Harvard –la primera afroestadunidense y sólo la segunda mujer en la historia de 388 años de esta catedral académica de la élite estadunidense– fue un objetivo perfecto para esta alianza de facto entre sionistas y fuerzas derechistas estadunidenses.

Fue en ese fuego cruzado que tres rectores se presentaron a una audiencia de la Cámara baja el 5 de diciembre convocada por la mayoría republicana justo para usar el tema del antisemitismo en su continuo ataque contra lo que consideran el control de la academia por administraciones y facultades liberales.

Ahí, en una sesión que después fue vista por millones, una sola legisladora republicana trumpista logró poner en jaque a los rectores de tres de las universidades más distinguidas del país –Harvard, Pensilvania y MIT– al preguntarles si las declaraciones de estudiantes de amenazas de genocidio contra judíos violaban los códigos de conducta en sus instituciones.

Las tres líderes de algunas de las coronas de la inteligencia académica del país ofrecieron respuestas muy cautelosas y, titubeando, se centraron en defender la libertad de expresión. Pero con ello le dieron a los sionistas y derechistas justo el regalo que deseaban, y el cual usaron de inmediato fabricando un gran escándalo nacional. Cuatro días después, la rectora de la Universidad de Pensilvania, Magill, se vio obligada a renunciar a su puesto. Esta semana, su contraparte de Harvard, que parecía había logrado sobrevivir la tormenta, hizo su anuncio.

Otra rectora, Nemat Shafik de la Universidad de Columbia, evadió presentarse en esa audiencia y por ahora ha sobrevivido, pero no sin controversia. Ante protestas identificadas como propalestinas en el lujoso campus, el gobierno de la universidad anunció que estaba suspendiendo a dos grupos que han encabezado las protestas: Estudiantes por Justicia en Palestina y Voz Judía por la Paz (Jewish Voice for Peace), entre otras medidas que fueron denunciadas por algunos alumnos por suprimir su libertad de expresión.

Una de las medidas impulsadas por Shafik llama a que manifestantes propalestinos dejen de corear frases en apoyo a una intifada y otras, porque son consideradas antisemitas.

El profesor Rashid Khalidi, historiador en Columbia y uno de los intelectuales palestino-estadunidenses más destacados, denunció la medida, afirmando que es una norma prohibir el uso o aprender estos términos y sus historias, en favor a privilegiar la política de sentimientos. Mientras podría ser apropiado para un Finder, es difícil imaginar un manera más contraria a la idea más básica de una universidad.

Bajas terribles

Este es un momento terrible, comentó Khalil Gibran Muhammad, profesor de historia en la Escuela Kennedy de Harvard, en entrevista con The New York Times al reaccionar a la noticia de la renuncia de la rectora. “Los líderes legislativos republicanos han declarado la guerra contra la independencia de las universidades, tal como lo ha hecho el gobernador DeSantis en Florida. Sólo estarán envalentonados con la renuncia de Gay. Por cierto, a fines de noviembre en Florida el presidente del Sistema Estatal Universitario exigió que todas las universidades estatales suspendieran agrupaciones afiliadas como Estudiantes por Justicia en Palestina, e incluso acusó que estaban brindando apoyo material al grupo terrorista Hamas.

Esto pone en peligro la autonomía de las universidades de Estados Unidos, declaró Robert Reich en torno a la presión de los donantes multimillonarios sobre las decisiones internas de estas instituciones académicas.

Triunfos de conservadores

Para la derecha, las renuncias fueron triunfos. La legisladora que interrogó a las tres rectoras, Elise Stefanik, escribió un mensaje en la red social X después de la noticia de la renuncia de Gay: Dos bajas, y añadió que ”es sólo el inicio”, prometiendo más audiencias, mientras donantes multimillonarios reiteraron su intención de acabar con los programas de diversidad, inclusión y que buscan una visión crítica de la historia de este país.

Los estudiantes y sus aliados no han cesado de exigir un cese el fuego y el fin de la complicidad estadunidense con la guerra de Israel, como también rechazar la agenda ultraconservadora en sus escuelas y universidades.

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