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martes, 3 de octubre de 2023

Desfinanciar la ciencia en el Sur afecta a todo el mundo

Publicado en SciDevNet
https://www.scidev.net/america-latina/news/desfinanciar-la-ciencia-en-el-sur-afecta-a-todo-el-mundo/?utm_source=SciDev.Net&utm_medium=email&utm_campaign=14146693_2023-10-03%20Weekly%20Email%20Digest%20-%20Am%C3%A9rica%20Latina%20y%20el%20Caribe%20Template.%20For%20no%20topic%20preferences&dm_i=1SCG,8F7NP,665LFG,YRKAI,1


03/10/23
Desfinanciar la ciencia en el Sur afecta a todo el mundo

De un vistazo
- Cambiar la estructura financiera internacional es necesario para aumentar actividades científicas en países de bajos y medianos ingresos

- La proclama fue realizada por expertos reunidos en Asamblea General de la ONU

- Alegan que la calidad y aplicabilidad de investigaciones de América Latina y el Caribe debe tener más reconocimiento


Por: Claudia Mazzeo


El desequilibrio en el financiamiento mundial en investigación y desarrollo sigue fluyendo del Norte global al Sur global, creando estancamiento en salud y educación, y aumentando la pobreza en países con menos recursos, según un informe y un reciente debate impulsado por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Esto está afectando las metas para 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por ese organismo y suscriptos por unos 200 países. Más del 50 por ciento de esas metas registraron avances débiles o insuficientes, y el 30 por ciento se estancaron o invirtieron.

En el marco del 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU realizada en Nueva York, a finales de septiembre, la preocupación fue recogida por un panel de expertos que señaló que para generar un cambio radical será necesario modificar la estructura financiera internacional que aumente el volumen de actividades científicas concebidas e implementadas en países de bajos y medianos ingresos.

“Cuando los investigadores del Norte global producen investigación se entiende como si fuera universal, mientras que cuando la investigación se hace en el Sur global, entonces solo es local y aplicable a esos entornos”.Andrea Ordóñez Llanos, directora ejecutiva de Southern Voice

Un informe de la ONU abordado en ese evento, “Tiempos de crisis, tiempos de cambio. Ciencia para acelerar las transformaciones hacia el desarrollo sostenible”, señala que 40 por ciento de los países en desarrollo padecen graves problemas de endeudamiento, con costos hasta ocho veces superiores a los de países desarrollados.

La mitad de ellos dedica más del 1,5 por ciento del PIB y el 6,9 por ciento de los ingresos públicos al pago de intereses, con un fuerte aumento en la última década. Cerca de 3.300 millones de personas viven en países que gastan más en el servicio de la deuda que en salud o educación, expresa ese informe.

Según el panel “Diálogo de alto nivel sobre financiación para el desarrollo”, la calidad y la aplicabilidad de las investigaciones realizadas en instituciones de América Latina y el Caribe debe ser objeto de un reconocimiento más amplio.

“Cuando los investigadores del Norte global producen investigación se entiende como si fuera universal, mientras que cuando la investigación se hace en el Sur global, entonces solo es local y aplicable a esos entornos”, dijo Andrea Ordóñez Llanos, directora ejecutiva de Southern Voice, una red de think tanks en el Sur global.

Pablo Kreimer, director del Centro de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Maimónides, en Buenos Aires, señala que ello se debe a que la mayor parte de las agendas se definen según los intereses de las agencias de financiamiento globales o localizadas en países más desarrollados.

Agrega que los actores capaces de utilizar el conocimiento desde el punto de vista productivo (empresas y estados, entre otros) son más fuertes y activos en los países hegemónicos, mientras que en el Sur global se producen a menudo conocimientos que no responden a las necesidades locales, o bien, cuando están enfocados a cuestiones estratégicas, esos desarrollos son ignorados.

Para el especialista, la capacidad de generar financiamientos sustentables a largo plazo está desigualmente distribuida y los consorcios de cooperación internacional parten de esas asimetrías, sin estimular la conformación de un tejido de actores (empresas, organismos públicos) capaces de industrializar los conocimientos científicos en países periféricos.

“Los inconvenientes se plantean tanto en la conformación de agendas de I+D como en los mecanismos de uso o industrialización de los conocimientos. Así, los conocimientos producidos en países periféricos parecen ser ‘más específicos’ no tanto por su naturaleza, sino por el contexto en el que pueden ser apropiados”, dice Kreimer a SciDev.Net.

“Con escasos recursos es habitual que a la hora de financiar se privilegien las investigaciones orientadas a resultados que sean pertinentes localmente”Darío Codner, especialista en estrategias de innovación y tecnología e integrante de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina

Darío Codner, especialista en estrategias de innovación y tecnología e integrante de la Universidad Nacional de Quilmes, en Buenos Aires, coincide en que el conocimiento científico desarrollado por países de la región fluye de manera asimétrica hacia los países centrales debido a un entramado productivo capaz de absorber o apropiarse de los resultados.

“Por otra parte, el financiamiento científico de la región difiere tanto en volumen como en integración respecto de los países centrales, con muy baja participación del sector privado. Con escasos recursos es habitual que a la hora de financiar se privilegien las investigaciones orientadas a resultados que sean pertinentes localmente”, agrega.

Desde otra perspectiva, Fernando Peirano, presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Argentina, dice a SciDev.Net que aún con bajos presupuestos, los científicos argentinos están contribuyendo al acervo universal de conocimiento, colocándose a la par de los países más desarrollados, según el ranking Scimago.

Afirma que el desarrollo de capacidades debe combinarse con proyectos y agendas comprometidas con los problemas propios de sociedades que presentan fuertes desigualdades, escasez de recursos públicos y privados y debilidades institucionales.

“Resulta imprescindible combinar ambas dimensiones, excelencia y pertinencia, brindar desde el Estado apoyo y orientación para avanzar en ambos frentes”, destaca.

Como ejemplo de esta combinación, cita el proyecto de desarrollo de una vacuna contra la COVID-19 diseñada y producida en Argentina mediante una tecnología que califica de “conveniente”.

“No se trata de las más avanzadas, como en RNA mensajero, sino de una plataforma madura que aprovecha proteínas recombinantes y ofrece una respuesta estable, segura y eficaz, con ventajas en cuanto a costo, conservación y aplicación”.

Peirano afirma que esa iniciativa otorga al país soberanía sanitaria y le permite contribuir con otros países en desarrollo, en especial de América Latina, en cuanto al acceso a esta vacuna que aún hoy sigue siendo esencial.

Este artículo fue publicado por la edición global de SciDev.Net e incluye reporteo adicional de la edición de América Latina y el Caribe.

viernes, 8 de octubre de 2021

Soberanía científica: ¿sin científicos?

 

Soberanía científica: ¿sin científicos?

Históricamente México ha invertido poco y mal en CTI. Para el 2022 la inversión pública federal propuesta para CTI es 35% menor a lo aprobado en el 2015…

Lectura: 3 min (1083 Palabras)

La anhelada soberanía científica sólo se logrará, obviamente, formando a más científicas y científicos mexicanos, brindándoles oportunidades y seguridad laboral para desarrollar sus investigaciones y, de paso, siendo mejor pagados. De modo que, si la meta nacional es lograr la soberanía científica, no vamos por buen camino.

El número de investigadores por millón de habitantes en México es de los más bajos en América Latina: apenas 315. La media de la región es de 514 investigadores, Argentina tiene 1,211; Brasil, 887; y Uruguay, 696 (UNESCO). Si ya hablamos de países desarrollados, EE.UU. tiene 4,400 y Corea 7,900 investigadores por millón de habitantes. Nótese que este país asiático, en los años 80, tenía un nivel de desarrollo similar al nuestro y ahora es una potencia científica que registra 14 veces más patentes que México: 218,975 versus 15,941, respectivamente. Además, el 92% de las patentes registradas en nuestro país son para extranjeros(as). Como la 16° economía mundial, México no merece ese rezago.

Para acercarnos a los niveles de “capital científico” de Brasil y Uruguay, requeriríamos alrededor de 40 mil nuevos investigadores en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Probablemente hacia allá apunte el aumento presupuestal para el SNI, de 26% en términos reales, en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF, 2022); el mayor incremento en por lo menos los últimos 10 años. Es una buena señal, pero no será suficiente si no se complementa con otras políticas, principalmente para el impulso al posgrado en México.

La matrícula de educación superior prácticamente se ha duplicado en los últimos 10 años en México, llegando a 5 millones de estudiantes; no obstante, la participación del posgrado sigue siendo muy baja. Sólo ocho de cada 100 estudiantes universitarios están en posgrado y sólo uno de cada 100 está cursando un doctorado. Esta relación se ha mantenido sin cambios durante la última década. En ese sentido, no es de extrañar que, por ejemplo, Brasil gradúe a más del doble de doctores que México, o que en comparación con EE.UU. la relación sea de 7 a 1 (OCDE).

Formamos pocos investigadores y a quienes formamos se concentran en áreas “tradicionales”. Fortalecer las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) continúa siendo uno de nuestros grandes retos. Si bien el 29% de los investigadores vigentes en el SNI están en áreas STEM, apenas el 12% de los estudiantes de posgrado están en estas disciplinas; porcentaje muy bajo para un país que aspira a la soberanía científica y la innovación tecnológica. En contraste, en países como Corea el porcentaje de estudiantes en STEM es de 24% y en Francia, 28% (OCDE).

Las universidades son actores clave para fortalecer la capacidad de producir conocimiento y tecnología propios. En México, las instituciones de educación superior públicas aportan alrededor del 50% del gasto total en Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) (UNESCO). Sin embargo, la política presupuestal de los últimos años ha acentuado el rezago y la desinversión en este importante sector estratégico. La gráfica 1 muestra cómo, en los últimos seis años, el peso y la relevancia de la educación siguen cayendo respecto al PIB nacional; no parece ser una prioridad nacional.

Gráfico 1. Gasto Federal en Educación, Educación Superior y CTI como porcentaje del PIB

Gasto Federal en Educación
Fuente: Elaboración propia con información de los PEF de 2015 al 2021, el PPEF 2022 y los CGPE 2022 (Disponibles en: https://cutt.ly/nW1g4wA).

El peso relativo de la educación superior, la ciencia y la tecnología es cada vez menor respecto al total del presupuesto disponible (gasto programable). Otras áreas ganan terreno mientras que la educación y la ciencia se rezagan. De cada 100 pesos disponibles en el ejercicio fiscal 2022, se destinará apenas 16.8 a la función educativa. De estos, 2.9 pesos serán para educación superior y posgrado, y apenas un peso para CTI (véase gráfico 2).

Gráfico 2. Gasto en Educación, Educación Superior y CTI como porcentaje del Gasto Programable Neto de los PEF

Gasto Programable Neto de los PEF
Fuente: Elaboración propia con información de los PEF de 2015 al 2021, el PPEF 2022 y los CGPE 2022 (Disponibles en: https://cutt.ly/nW1g4wA).

Además, en el PPEF 2022 el subsidio para las instituciones de educación superior públicas apenas supera la inflación estimada. No obstante, el conjunto de universidades públicas estatales acumula una pérdida de más de 27 mil millones de pesos desde el 2015 (unos 1,350 mdd). A esto hay que agregarle que prácticamente han desaparecido todos los fondos extraordinarios de concurso, al acumular, desde 2016, un recorte del 99%.

Un elemento problemático adicional dada la incertidumbre que atraviesan las universidades públicas en México, son las posibles externalidades del mandato constitucional de “obligatoriedad” y “gratuidad” en la educación superior. Siendo ambas metas loables, si no hay mecanismos resarcitorios eficaces por parte del Estado, que compensen la caída en los ingresos propios de las instituciones educativas, éstas podrían reducir su oferta de posgrados –sobre todo de programas STEM– para concentrarse en el pregrado, de menor costo y con mayor presión social para que aumenten los espacios. Toda política tiene consecuencias, no siempre son las deseadas.

En suma, históricamente México ha invertido poco y mal en CTI. Para el 2022 la inversión pública federal propuesta para CTI es 35% menor a lo aprobado en el 2015; la pérdida acumulada en este período equivale a más de todo el presupuesto anual para CONACYT y cuatro veces el gasto presupuestado para el SNI. Con las cifras actuales de inversión pública –y privada–, no podemos hablar de desarrollo, mucho menos de soberanía científica. La inversión pública federal será de apenas el 0.2% del PIB, más la inversión privada de apenas 0.07%; esto nos pone muy por debajo del 1% del PIB que establece la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Es impostergable una gran reforma al posgrado en México, de la mano de las universidades, que al menos lleve a duplicar el número de estudiantes y futuros científicos, sobre todo en áreas STEM. Necesitamos ajustar el rumbo de la educación superior, la ciencia y la tecnología, a partir de una visión largo aliento, donde haya más inversión y certidumbre presupuestal. Si no damos pasos claros, la soberanía científica será una mera utopía. 

domingo, 3 de octubre de 2021

Indicadores de Ciencia y Tecnología RICYT actualizados


Ya están disponibles los indicadores actualizados de RICYT

Ya se encuentran disponibles los indicadores actualizados de la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT). Se trata del resultado del relevamiento anual de información estadística a los países que la integran.

Acceda aquí a la batería completa de indicadores actualizados.

Inversión en I+D de América Latina

Algunos datos destacados

  • Los recursos económicos destinados a I+D se mantuvieron estables en 2019 en relación con el año anterior, tanto en América Latina como en Iberoamérica. Sin embargo, en América Latina,  a pesar de esta estabilización luego de la caída de los años 2016 y 2017, los valores de 2019 fueron aún inferiores a los de 2013.
  • El estancamiento de la inversión latinoamericana en I+D contrasta con una leve evolución positiva del PBI hasta 2019. Como consecuencia, la inversión en I+D en relación con el PBI pasó del 0,58% al 0,56%.
  • A diferencia de lo que ocurre en los países más desarrollados, el 56% de la inversión en I+D de América Latina es financiada por el gobierno, mientras que la participación empresarial se reduce al 37%.
  • La cantidad de investigadores en América Latina continúa expandiéndose a pesar de las restricciones económicas, superando en 2019 el millón de personas. El 74% de ellos están radicados en universidades, dando cuenta de la importancia de la educación superior en la I+D regional.
  • La producción científica de los países latinoamericanos sigue creciendo en la base de datos SCOPUS, alcanzando los 170.000 artículos en 2019. El crecimiento está impulsado por varios países de la región y se destaca el caso de Chile, que desplazó a Argentina del tercer puesto, detrás de Brasil y México.

Visite también nuestro explorador de indicadores y nuestras infografías actualizadas


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http://www.ricyt.org/category/indicadores/

Indicadores de contexto

Indicadores de Educación Superior
Indicadores bibliométricos
Indicadores de innovación
Indicadores de percepción pública

 

Plan 2.0 para el acceso abierto: ¿un plan o una nueva ambigüedad?

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