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domingo, 2 de noviembre de 2025

BRASIL: dilemas geopolíticos para impulsar su soberanía tecnológica

Publicado en dpl news
https://dplnews.com/brasil-fortalece-su-agenda-digital-pero-enfrenta-dilemas-geopoliticos/





Brasil fortalece su agenda digital, pero enfrenta dilemas geopolíticos

 


San Pablo. Durante el ABES Summit 2025, el debate sobre los desdoblamientos de la geopolítica digital y de la era tecnopolar, descrita por la disputa global por datos, energía e infraestructura como eje del poder contemporáneo, cuestionó el papel de Brasil en todo esto que, aun reconociendo su potencial, sigue rezagado frente a las oportunidades.

La ingeniera Maria Veloso resaltó que la disputa dejó la diplomacia y migró hacia la infraestructura, al señalar que la soberanía en el siglo XXI dependerá de quién gobierne los flujos energéticos, digitales y ecológicos. Para ella, Brasil necesita comprender sus “fortalezas conectivas” y actuar sobre ellas. “Quien gobierna datos, energía e hiperinteligencias redibuja el planeta, y Brasil todavía espera para redibujar su lugar”, observó.

La urgencia de reposicionar al país en este tablero también fue defendida por Leonardo Barreto, quien señaló la necesidad de una política comercial y tecnológica capaz de transitar entre los polos de influencia de Estados Unidos y China. Según él, Brasil vive una “fase cognitiva”: entiende el fenómeno, pero aún no sabe cómo reaccionar.

“Necesitamos involucrar a la sociedad, al Congreso y al sector privado en una estrategia nacional de digitalización. Sin eso, seguiremos observando desde fuera una carrera que ya comenzó”, afirmó.

La idea fue reforzada por Daniel Parente, gerente de transformación digital de ApexBrasil, quien presentó el sector de software como un ejemplo de potencial subaprovechado: el país tiene más de 200 empresas exportadoras y un portafolio diverso (desde agritech hasta fintech y govtech), pero aún carece de una cultura de internacionalización. “El mercado externo también es para nosotros. Falta que el empresariado brasileño se vea como actor global”, completó.

Él reforzó el carácter estratégico de las alianzas internacionales y de la diplomacia digital. “Es ilusorio pensar que Brasil va a competir de inmediato con las grandes potencias en IA o semiconductores. Necesitamos asociarnos con naciones y empresas que nos impulsen”, dijo.

En el campo económico, el profesor Alberto Pfeifer, del Insper, llamó la atención sobre el costo de la vacilación. Recordó que el país acumula 200,000 millones de dólares de déficit en la balanza de servicios en cinco años, una cuarta parte de ellos ligados a tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Para él, el sector es el único (y el más descuidado) capaz de alterar la inserción internacional de Brasil.

“No tenemos tiempo para formar toda una generación de ingenieros. Es necesario atraer capital humano y empresas de punta ahora, y crear centros de excelencia que formen a los próximos”, alertó. Pfeifer ve la soberanía tecnológica como un desafío doble: reducir la dependencia externa y transformar las ventajas ambientales y energéticas en poder económico concreto.

Entre diagnósticos y advertencias, el panel coincidió en un punto: Brasil comprende el nuevo mapa del poder, pero aún no ha trazado su propia ruta. El país, que podría ocupar una posición estratégica en la intersección entre lo digital y lo verde, sigue al margen de la disputa por infraestructura e innovación. Como sintetizó Maria Veloso, “no gobernar lo digital y lo ambiental es renunciar al propio metabolismo del planeta”.


Repórter e correspondente no Brasil

Jornalista, trabalhou na cobertura de diversos temas como educação, cultura e tecnologia. Atualmente escreve sobre políticas públicas, regulação e os mercados de telecomunicações e tecnologia com foco no Brasil.

jueves, 23 de octubre de 2025

UNIÓN EUROPEA: Soberanía tecnológica y rezago en el mercado de semiconductores

Publicado en dplnews
https://dplnews.com/chip-europeo-cambiar-la-ley-de-semiconductores-traeria-soberania-y-competencia/



Chip europeo: ¿cambiar la ley de semiconductores traería soberanía y competencia?

Los 27 Estados miembros quieren una nueva Ley de Chips, como marco actualizado para un desarrollo sin contratiempos y que asegure la soberanía europea ante el nuevo escenario geopolítico. Lo de siempre pero, en este caso, con foco en los semiconductores, los cuales son considerados como columna vertebral para el desarrollo de verticales clave. Proponen mayor cooperación con terceros pero, al mismo tiempo, resiliencia y capacidades propias para hacer frente a cualquier contratiempo. El desafío es estar a tono con las novedades y el riesgo es que las reglas maten la innovación o, peor aún, que Europa lidere pero sólo desde el escritorio.

¿Nueva ley de Chips?

La Coalición de Semiconductores (Semicom) presentó a la Comisión Europea, con aval de los 27 miembros del bloque, un documento que pide reforzar la Ley de Chips para fortalecer la industria local de semiconductores. El texto considera que los chips son la columna vertebral de los sectores de crecimiento actuales de alto valor y que es fundamental una posición europea sólida en esta industria.

Las prioridades de las directrices son:

  1. Reforzar la colaboración entre industria, investigación pymes y empresas emergentes al tiempo de apoyar a los líderes europeos en innovación.
    • Fomentar fuertes alianzas industriales europeas complementarias, desde los proveedores y los actores de investigación hasta los mercados finales, para fortalecer y mejorar la viabilidad de toda la industria europea.
  2. Armonizar la financiación entre la Unión Europea y los Estados miembros: coordinar fondos, acelerar la aprobación de proyectos estratégicos y movilizar capital privado.
    • Garantizar que el nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) refleje la importancia de sectores y tecnologías estratégicos, como los semiconductores, y se base en estrategias y leyes.
  3. Impulsar la formación de una cantera de talentos europeos en la materia.
    • Apoyar la colaboración entre instituciones académicas de la Unión Europea, alentar a las partes interesadas a aumentar el intercambio de talento e investigadores y establecer un Programa Europeo de Competencias Chips.
  4. Apoyar el desarrollo de chips y componentes; promover una fabricación limpia, eficiente y circular.
    • Promover una fabricación más limpia a partir de la sustitución de sustancias peligrosas, el uso de energías renovables, la mejora de la eficiencia hídrica y el uso circular de materiales residuales en los procesos de producción y a lo largo de toda la cadena de valor.
  5. Fomentar la colaboración global con socios estratégicos afines.
    • Atraer capacidades estratégicas de fuera del bloque para complementar y reforzar el ecosistema europeo.

El documento se presenta bajo tres objetivos clave: prosperidad, lo que es igual a desarrollo para la creación de valor en distintos mercados; indispensabilidad, que se traduce en liderazgo europeo en la cadena de valor; y resiliencia, a través de un suministro estable y fiable de semiconductores. Considera como punto de partida, entre otros, que la meta de una participación de mercado del 20% planteada en la ley actual es poco realista y que no hay una dirección estratégica de cómo lograrlo.

Según datos de la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA, por sus siglas en inglés), Europa redujo su participación en el mercado global de chips en 2024 hasta 9.2%, pero se mantuvo en el podio de injerencia, detrás de Estados Unidos (50.4%) y Corea del Sur (21.1%). El mercado global está valuado en 630,500 millones de dólares; los sectores de ordenadores y comunicaciones demandan 68% de los chips a nivel global.



El texto está firmado por los nueve países parte de Semicom (Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Polonia, España y Países Bajos), entidad creada en marzo pasado para “reforzar la competitividad y seguridad en Europa en el ámbito de los semiconductores”. También cuenta, según los involucrados, con respaldo de la industria.

Todos los firmantes se mostraron “dispuestos a colaborar con la Comisión Europea para proponer, redactar, adoptar e implementar una revisión rigurosa de la ley de Chips de la UE, que impulse el crecimiento continuo de un ecosistema europeo de semiconductores sólido e innovador”.

Actualización

La ley europea de chips actual corre desde el 21 de septiembre de 2023 tras la aprobación del Parlamento y el Consejo. Se presentó con los siguientes objetivos: reforzar el liderazgo tecnológico y de investigación de Europa para avanzar hacia la producción de chips más pequeños y rápidos, establecer un marco para aumentar la capacidad de producción hasta 2030; desarrollar y reforzar la capacidad de innovación en el diseño, fabricación y embalaje de chips avanzados; desarrollar una comprensión en profundidad de las cadenas mundiales de suministro de semiconductores; y abordar la escasez de capacidades, atraer nuevos talentos y fomentar la generación de una mano de obra cualificada.

Se propusieron, además, acciones específicas, algunas de las cuales fueron nuevamente recogidas en este punto de partida para su actualización. Entre ellas se encuentran inversiones en tecnologías de próxima generación; herramientas para la generación de prototipos y pruebas piloto; apoyo a empresas emergentes innovadoras; asociaciones internacionales y otras. Ya aparecían por entonces conceptos asociados como la necesidad de cooperación, pero asegurando un desarrollo que promueva la soberanía tecnológica del continente y la importancia de atraer y retener talento para hacer frente a los desafíos venideros.

Salir del escritorio

La tecnología e infraestructuras digitales tienen un papel fundamental en la vida de los ciudadanos y, ya hace rato, el mundo comprendió su importancia para el desarrollo económico de los países. Europa pretende ser escenario central en el recital de la innovación, algo que al momento ha logrado más desde el escritorio que en el campo de juego. Los actores quieren generar nuevas estrategias para que el bloque gane injerencia en el panorama geopolítico global y, con dudas en el cuándo, posiblemente la Unión Europea tome el guante y avance en una nueva versión de la Ley de Chips, aunque esto no aporte de forma directa, pero sí tangencialmente, a un liderazgo local en la materia.

La búsqueda de liderazgo europeo tiene argumentos sólidos, desde lo económico y por el propio impacto que las nuevas tecnologías prometen generar en las sociedades, pero también –esto más aún cuando se habla de regulación y no de logros tangibles, que también existen en territorio europeo– responde a una necesidad discursiva de no perder terreno frente a otras potencias, un punto largamente debatido este año por el conflicto arancelario con Estados Unidos. El origen de esta nueva etapa de interés por el liderazgo digital de Europa tiene como punto de partida la pandemia (y la recuperación post-pandemia) y la guerra Rusia-Ucrania, que dejó de manifiesto la necesidad de menor dependencia en las cadenas de valor.

Al tiempo que se puso en marcha una ley de Inteligencia Artificial o la propia Ley de Chips, por citar algunos ejemplos, Europa reconoce algunos desafíos por delante y el principal de ellos es funcionar como un equipo. Ya lo dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: “Nuestro mayor activo es el mercado único, pero (…) sigue estando incompleto principalmente en tres ámbitos: finanzas, energía y telecomunicaciones”. La industria coincide y, en el plano de las telecomunicaciones, pide a gritos reglas afines a la consolidación como paso necesario para “brindar conectividad de vanguardia, segura y resiliente” al continente.

En el aspecto más tecnológico se sugieren, otra vez, acciones para “mantener la resiliencia digital de Europa, incluso cuando haya volatilidad geopolítica”, como pidió Microsoft en una carta abierta en la que también consideró clave avanzar en nuevas medidas de ciberseguridad (incluido aquí la protección de la privacidad como base), reforzar la competitividad económica y apalancar la construcción de un ecosistema de IA y Nube. Los actores van cambiando, pero los pedidos son siempre similares, al igual que el argumento: hay que actuar para que Europa no quede “aún más rezagada” en una carrera tecnológica que se acelera.

Así, Europa se propone actualizar la Ley de Chips para adecuar el marco legal a los cambios de los últimos años pero, más que eso, evalúa acciones para no perder pisada al resto en el mercado que lo ubica en tercera posición en el globo. El problema es si, de nuevo, los temas tecnológicos pueden resolverse sólo desde el escritorio o, en realidad, si la fuerza de las acciones es suficiente en Europa para que la letra acompañe un liderazgo de hechos y sea funcional al desarrollo y no barrera para la innovación. Lo cierto es que se abre un nuevo debate, que tendrá actores y argumentos similares a los que hubo en la previa de la normativa hoy vigente.




martes, 3 de diciembre de 2024

El ascenso del tecnocolonialismo

Publicado en El Economista
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/El-ascenso-del-tecnocolonialismo-20240822-0143.html



El ascenso del tecnocolonialismo

Por Hermann Hauser y Hazem Danny Nakib

jueves 22 de agosto de 2024


A medida que aumenta su rivalidad, Estados Unidos y China compiten por controlar el diseño, desarrollo y producción de tecnologías críticas como semiconductores, inteligencia artificial y computación cuántica. Al fomentar dependencias asimétricas, ambas potencias están efectivamente empujando a otros países a la servidumbre económica.

INNSBRUCK/LONDRES. En 1853, bajo las órdenes del presidente Millard Fillmore, el comodoro de la Marina de Estados Unidos, Matthew Perry, lideró cuatro buques de guerra en una misión para persuadir a Japón de poner fin a su política aislacionista de 200 años. Cuando llegó a lo que hoy es la bahía de Tokio, Perry le dio un ultimátum al sogunato Tokugawa: ábranse al comercio con Estados Unidos o aténganse a las consecuencias.

La llegada de estos “buques negros” (llamados así por el humo oscuro que emitían sus motores de vapor alimentados con carbón) fue un momento decisivo. Frente a este despliegue impresionante de proeza tecnológica –que ejemplificaba el poder industrial que ya le había permitido al Imperio británico dominar gran parte del mundo–, el sogunato aceptó a regañadientes las demandas de Perry y esto derivó en la firma del Tratado de Kanagawa en 1854. Uno año más tarde, el sogunato recibió su primer buque de guerra alimentado con motores a vapor de manos de los holandeses como una muestra de reconocimiento.

Si bien la tecnología puede plantear una amenaza, también alimenta infraestructura crítica como escuelas y hospitales. En el siglo pasado, en particular, el individuo soberano se vinculó estrechamente con una amplia gama de tecnologías, entre ellas sistemas interconectados como las redes energéticas, internet, los teléfonos móviles y, hoy, los chatbots de inteligencia artificial (IA).

Como demostró la expedición de Perry, la tecnología también es la columna vertebral de la soberanía militar estatal. Gracias a su dominio tecnológico, Estados Unidos se ha convertido en la potencia militar líder del mundo, con más de 750 bases en 80 países, tres veces más que todos los países juntos.

Pero este panorama de soberanía estatal está cambiando aceleradamente. Mientras que la soberanía financiera de Estados Unidos, respaldada por la condición del dólar como una moneda de reserva global, se mantiene intacta, su soberanía económica está cada vez más amenazada por una China en ascenso. En términos de paridad de poder adquisitivo, China superó a Estados Unidos para convertirse en la economía mas grande del mundo en 2014. Con una producción industrial aproximadamente igual a la de Estados Unidos y la Unión Europea juntos, China es el principal socio comercial de más de 120 países.

Ambas superpotencias actualmente compiten por el control del diseño, del desarrollo y de la producción de tecnologías esenciales como semiconductores, IA, biología sintética, computación cuántica y cadena de bloques. Un estudio de 2023 encomendado por el Departamento de Estado de EU, que rastrea los aportes de investigación en 64 tecnologías emergentes, reveló que China supera a Estados Unidos en más del 80% de estas áreas, mientras que Estados Unidos la sigue de cerca.

En tanto la rivalidad entre Estados Unidos y China escale en el campo tecnológico, los países en todo el mundo se verán obligados a elegir un bando y adoptar las tecnologías, estándares, valores y cadenas de suministro diferenciales del aliado que elijan. Esto podría abrir las puertas a una nueva era de colonialismo tecnológico, que mine la estabilidad global.

Sin embargo, y curiosamente, ni Estados Unidos ni China han podido dominar la industria de los semiconductores, ya que Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) en Taiwán y Samsung en Corea del Sur son los únicos fabricantes capaces de producir semiconductores más pequeños que cinco nanómetros. Para cambiar esto, ambas superpotencias están construyendo lo que llamamos círculos de soberanía tecnológica, esferas de influencia a las que otros países deben unirse para acceder a estas tecnologías fundamentales.

A diferencia del colonialismo del pasado, el tecnocolonialismo no tiene que ver con apropiarse de territorio, sino con controlar las tecnologías que sustentan la economía mundial y nuestras vidas cotidianas. Para lograrlo, Estados Unidos y China cada vez más repatrian los segmentos más innovadores y complejos de las cadenas de suministro globales, creando así puntos estratégicos. China, por ejemplo, ha ganado control de las cadenas de suministro de materias primas críticas, lo que le permitió convertirse en el principal productor de vehículos eléctricos del mundo. Por su parte, Estados Unidos lidera en software de diseño de chips gracias a empresas como Cadence Design Systems y Synopsys.

Cuando la repatriación de las operaciones resulta imposible, los círculos de soberanía tecnológica actúan como otra forma de coerción más sutil. Al cultivar dependencias asimétricas profundamente arraigadas, presionan efectivamente a los países a una servidumbre tecnoeconómica.

El Reino Unido es un excelente ejemplo. En 2020, Estados Unidos obligó al Reino Unido a excluir a la empresa de tecnología china Huawei de su red 5G, amenazando con cortar el acceso al aparato de inteligencia y al software de diseño de chips de Estados Unidos. De la misma manera, Países Bajos se vio presionado para dejar de proveerle a China maquinaria ASML a comienzos de enero. En respuesta, China ha reforzado su dominio en materiales críticos al restringir las exportaciones de galio y germanio, insumos clave para los microchips y los paneles solares. Todos los países pronto podrían enfrentar su propio momento de buques negros. Quienes no tengan la protección brindada por la propiedad de tecnologías críticas corren el riesgo de convertirse en tecnocolonias, al satisfacer las necesidades de sus soberanos tecnológicos fabricando electrónica simple, refinando metales raros, rotulando conjuntos de datos o albergando servicios de nube, desde minas físicas hasta minas de datos. Los países que no estén alineados con Estados Unidos o con China se encontrarán relegados a la condición de páramos tecnológicos empobrecidos.

En medio de las crecientes tensiones geopolíticas, tecnologías emergentes como la computación cuántica, la IA, la cadena de bloques y la biología sintética prometen empujar las fronteras del descubrimiento humano. Como explicamos en nuestro libro de inminente publicación The Team of 8 Billion, la pregunta clave es si estas innovaciones tecnológicas serán controladas por unos pocos elegidos como instrumentos de subyugación o se democratizarán para fomentar la prosperidad compartida. En lugar de introducir una era de tecnocolonialismo destructivo, estas nuevas tecnologías podrían ayudar a revitalizar nuestro orden internacional basado en reglas y mejorar la gobernanza colectiva.

Pero para lograrlo, debemos reemplazar los buques negros de hoy por algo que la humanidad todavía tiene que inventar: un marco para la cooperación planetaria basado en un sustrato unificado de intereses humanos. Un marco de estas características debe reflejar nuestra creciente interconectividad y nuestras dependencias tecnológicas, así como los desafíos cada vez más globales que enfrentamos, desde la guerra y la proliferación nuclear hasta las pandemias y el cambio climático. El tecnocolonialismo representa la última iteración de la lucha ancestral por el dominio global. ¿Nos convertiremos en los arquitectos de nuestra propia condena o en los defensores de un futuro más brillante? Para mejor o para peor, la respuesta está en nuestras manos.


El autor

Hermann Hauser, cofundador de Amadeus Capital Partners, es miembro del Consejo Europeo de Innovación.

El autor

Hazem Danny Nakib es miembro del Grupo de Asesoramiento Estratégico Digital de la British Standards Institution e investigador sénior honorífico en University College London.

Copyright: Project Syndicate, 2024

www.project-syndicate.org

lunes, 22 de enero de 2024

La encrucijada digital de la UE: ¿por qué es tan difícil alcanzar la soberanía tecnológica?

Publicado en El Confidencial
https://www.elconfidencial.com/mundo/2023-12-31/encrucijada-digital-ue-soberania-tecnologica_3802847/



LA EUROPA DIGITAL DE 2030
La encrucijada digital de la UE: ¿por qué es tan difícil alcanzar la soberanía tecnológica?

La UE se fija para finales de la década que todo el mundo rural cuente con una red de 5G y los ciudadanos tengan acceso a golpe de clic a servicios públicos como el historial médico



31/12/2023 

La Unión Europea no quiere perderse el tren digital. Hace años que Estados Unidos y China la adelantaron en la competición tecnológica, pero el bloque quiere equilibrar la balanza con sus objetivos digitales para 2030. Una de las medidas más ambiciosas es una inversión de 43.000 millones de euros para fomentar la producción de microchips y que el 75% de las empresas cuenten con servicios de nube y macrodatos. Por otro lado, apostará por que el 80% de los adultos europeos tengan competencias digitales básicas.

El propósito de la UE es convertir los desafíos de la adaptación al mundo digital en una oportunidad. Pero no será una tarea fácil. Esta es la encrucijada digital de la UE, explicada en cinco datos.

1. Microchips: un billón en tiempos de escasez

En 2020, se fabricó en todo el mundo un billón de microchips. La demanda se duplicará de aquí a 2030. Con la pandemia del coronavirus, los europeos se dieron cuenta de que eran incapaces de producir por sí mismos un solo gramo de ibuprofeno. Al igual que por entonces, en medio de la revolución tecnológica actual, la dependencia de —especialmente— China para producir estos materiales es una de las grandes preocupaciones y retos de los europeos para el futuro próximo.

La crisis de microchips, material que se encuentra en dispositivos móviles o patinetes eléctricos, ha obligado a cerrar fábricas en distintos sectores, como el sanitario o el automovilístico. Estos microprocesadores se encuentran en todos los ámbitos del día a día: desde el transporte hasta la energía o la computación. Un teléfono móvil contiene alrededor de 160 chips diferentes y un coche híbrido puede tener hasta 3.500.

Según datos del Parlamento Europeo, una gran empresa de semiconductores puede depender de hasta 16.000 proveedores diferentes, lo que hace que la cadena de suministro sea altamente volátil, difícil y vulnerable. A esta complejidad se une el débil posicionamiento de la UE en el tablero global. El bloque comunitario produce menos del 10% de microchips del mundo. El objetivo pasa por que Europa represente el 20% de la producción mundial en 2030.

"Permítanme centrar su atención sobre los semiconductores, esos chips minúsculos que hacen que todo funcione, desde los teléfonos inteligentes y los patinetes eléctricos a los trenes o las fábricas inteligentes. Dependemos de los chips de vanguardia fabricados en Asia. No es, por lo tanto, solo una cuestión de nuestra competitividad, sino que se trata también de una cuestión de soberanía tecnológica. Así que prestémosle toda la atención que merece", aseguraba Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en su discurso sobre el estado de la Unión de 2021.

Un año después, desde el mismo atrio de Estrasburgo, la alemana recordó que la producción de automóviles se redujo en tres cuartas partes ese año, que la falta de piezas de recambio estaba obligando a Aeroflot a aparcar sus aviones y que, ante la falta de semiconductores, el Ejército ruso estaba extrayendo chips de los lavavajillas y los refrigeradores para reparar el material militar.

La UE es consciente de que abordar esta falla en la cadena de suministros es una cuestión de supervivencia para su competitividad y para abordar la transición climática y digital. La Ley Europea de Chips entró en vigor el 21 de septiembre de 2023 con el objetivo de movilizar más de 43.000 millones de euros de inversiones públicas y privadas con la misión de "reforzar el liderazgo tecnológico de Europa".

2. Inteligencia Artificial: 11 billones en la economía mundial

El que dejamos atrás es el año de la Inteligencia Artificial. Se espera que esta tecnología avanzada contribuya en 2030 a generar más de 11 billones de euros en la economía mundial. Y China, uno de los grandes gigantes tecnológicos del mundo, parte con ventaja. Ya en 2013, el presidente Xi Jinping reconoció el papel que el mundo digital jugaba en la geopolítica, desde el músculo económico hasta el avance de los ejércitos. En los últimos años, ha presentado el plan Made in China y el Plan de Desarrollo de Inteligencia Artificial para convertir a su país en el líder mundial de la IA de aquí a 2030.

En paralelo, la Unión Europea aprobó hace unos días la primera ley de Inteligencia Artificial del mundo. El que es ya uno de los grandes triunfos de la presidencia española del Consejo tiene por objetivo regular la IA para que sea una tecnología centrada en el ser humano, integradora, fiable y en línea con los "derechos fundamentales y los valores europeos". La legislación, pionera en el mundo, entrará en vigor a finales de 2026 con la misión de poner coto a los sistemas de vigilancia biométrica y exigir transparencia a herramientas como ChatGPT.

La transición digital es, junto a la verde, la gran prioridad de la legislatura europea actual. Buena parte de las partidas del Fondo de Recuperación Europeo van destinadas a esta doble misión. Next Generation exige que los Estados miembros destinen a la transformación digital al menos un 20% de los 672.500 millones de euros canalizados en el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. La tecnología y el clima se dan la mano para el futuro. Según los datos que maneja Bruselas, la Inteligencia Artificial tiene el potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo un 4% para 2030.

3. La década digital: historial médico online en toda la UE

La Comisión Europea presentó en 2021 su "brújula hacia la década digital". La pandemia del coronavirus dejó muchas lecciones en Europa, y una de ellas fue el reconocimiento de que la brecha digital estaba dejando a muchos ciudadanos atrás.

La estrategia presentada en Bruselas es una suerte de biblia con los desafíos y metas concretas que la transformación digital representa para la Europa de 2030. Algunos de ellos pasan por conseguir que, a finales de década, el 80% de los adultos europeos tengan competencias digitales básicas y que al menos 20 millones de ellos sean especialistas en el sector de las TIC.

Para 2030, la UE debería tener también su primer ordenador cuántico. El 75% de las empresas deberán utilizar servicios de macrodatos, nubes e inteligencia artificial. Y todos los servicios públicos, como el historial médico, tendrán que estar disponibles de forma electrónica a golpe de clic.

La tecnología está avanzando a pasos agigantados, alterando todos los aspectos del día a día, desde cómo trabajamos hasta cómo nos relacionamos. Y Europa quiere estar a la vanguardia de esta transformación, ante la que busca el difícil equilibrio de proteger los derechos fundamentales y adaptarse al nuevo entorno. "Estamos llegando al límite de lo que podemos hacer de forma analógica. Y esta gran aceleración acaba de empezar (...) Ahora Europa debe liderar el camino digital, o tendrá que seguir el camino de otros, que están fijando estas normas para nosotros", afirmó Von der Leyen en su primer discurso sobre el estado de la Unión.

4. El 5G en la década digital: en todas las zonas rurales de Europa

Uno de los puntos cardinales de la brújula digital europea para la próxima década pasa por redoblar las infraestructuras sostenibles en el ámbito de la conectividad. La pandemia del coronavirus supuso una llamada urgente al despertar tecnológico. Las empresas o los centros educativos se tuvieron que adaptar a la fuerza y en tiempo récord a la nueva práctica del teletrabajo. Y, en paralelo, la crisis sanitaria puso de relieve la existencia de una Europa a varias velocidades en términos tecnológicos, que dejaba a dos grupos en situación de vulnerabilidad: el mundo rural y los más mayores.

"Las redes 5G están actualmente desplegadas en las principales regiones del mundo. Si bien la mayoría de los países de la UE han lanzado servicios 5G comerciales, la asignación de espectro y el despliegue de redes no son tan rápidos como en los principales países, como Corea del Sur y Estados Unidos", reconoce la Comisión Europea. Por ello, la meta de la capital comunitaria es que para 2030 todas las zonas rurales de Europa deberán contar con redes de 5G. Para esta fecha, el bloque comunitario se marca como objetivo desplegar un mínimo de 10.000 nodos de borde, climáticamente neutros y altamente seguros.

5. Qué piensan los ciudadanos: el 50% quiere más protección de derechos online

Cuatro de cada cinco europeos creen que la tecnología tiene un impacto creciente en su vida cotidiana y que este será todavía mayor en 2030. Según el último Eurobarómetro, el 66% de ellos estima que las herramientas digitales jugarán un papel muy importante en la lucha contra el cambio climático en los años venideros. Por prioridades, los ciudadanos comunitarios estiman que el principal foco de los gobiernos nacionales debe ser la protección contra los ciberataques, el incremento de la fibra óptica y la lucha contra la desinformación y el contenido ilegal.

En concreto, los españoles se encuentran entre los europeos que piden más medidas para tener acceso a internet a precios asequibles (54%) y que más apuestan por la cooperación con otros países para desarrollar proyectos conjuntos (89%). También son de los que exigen que los derechos protegidos en el mundo físico se apliquen y respeten en el virtual. Grosso modo, la mitad de los europeos creen que sus derechos digitales no están bien protegidos.

En Bruselas, todo plan, comunicación o iniciativa cuenta con un acrónimo. La Declaración Europea sobre los Derechos y los Principios Digitales que vio la luz hace un año se bautizó como ADN digital. Su base es trasladar los valores protegidos por los Tratados y la Carta de Derechos Fundamentales al mundo online y consta de seis principios. El primero, promover una transformación digital centrada en las personas; el segundo, respaldar la solidaridad, y la integración mediante una mayor conectividad e igualdad. Además, apuesta por reafirmar la importancia de la libertad de elección y de un entorno digital justo y por favorecer la participación en el espacio público digital. Por último, subraya la necesidad de aumentar la seguridad, la protección y el empoderamiento en el entorno digital e impulsar la sostenibilidad.


lunes, 18 de julio de 2022

USA almacena más del 92% de los datos del mundo occidental. Crece la necesidad de la soberanía digital

Publicado en europapress

https://www.europapress.es/portaltic/sector/noticia-soberania-digital-conseguir-aplique-entorno-cloud-20220712104902.html?fbclid=IwAR0h60CLY6lVPIAIlpHWgv4dE7zbtbqnleUQufTYaQ1galZS9HufIZ0UeGM&s=08


Qué es la soberanía digital y cómo conseguir que se aplique en un entorno 'cloud'

MADRID, 12 Jul. (Portaltic/EP) - Más del 92 por ciento de todos los datos del mundo occidental se almacenan en servidores propiedad de empresas con sede en Estados Unidos, según datos del Foro Económico Mundial. A medida que estos datos siguen creciendo de forma exponencial y las organizaciones modernas dependen cada vez más de las plataformas digitales, crece la necesidad de la soberanía digital en todas las naciones, según los expertos. 



jueves, 14 de octubre de 2021

ALyC: ¿Hacia una industria farmacéutica regional?

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/2021/10/14/opinion/a03a1cie


Celac, Cepal y la autosuficiencia farmacéutica
Asa Cristina Laurell 

El informe que preparó la Comisión Económica para América Latina (Cepal) para la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en México es ejemplar en varios sentidos. Sigue la tradición de este organismo al presentar un análisis de la situación y propuestas de acción. En este caso se trata de las vacunas y los medicamentos, tema que se ha actualizado por la pandemia de Covid-19. Así, el estudio analiza la conformación de la industria farmacéutica regional y sus distintos componentes. Señala que Cuba es el único país que ha logrado construir una industria adelantada con un componente biotecnológico fuerte. Esto se demuestra por el hecho de que la isla ha producido tres vacunas contra el SARS-CoV2: Abdala, nombrada por el gran poema de Martí; Soberana 02 y Soberana Plus. Ningún otro país de la región ha logrado este éxito.

La debilidad tecnológica en vacunas de América Latina se extiende al resto de la industria farmacéutica, pues se ha ido rezagando con la globalización y las sucesivas fusiones de las grandes compañías trasnacionales del ramo. En el documento de la Cepal se encuentra un análisis pormenorizado sobre el impacto de los tratados de libre comercio en esta rama productiva. Los obstáculos a su desarrollo, particularmente de los biotecnológicos, están articulados desde las reglas de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Existen normas de excepción para la salud pública, que fueron acordadas en la reunión de la OMC en Doha. Sin embargo, con el tiempo se ha probado que instrumentar estas reglas es difícil y tardado.

Con excepción de los intentos de los gobiernos progresistas de Brasil y Argentina, al resto de las administraciones latinoamericanas no les ha interesado desarrollar y/o proteger a su industria farmacéutica. Incluso, en México se incrementó la dependencia con el exterior en este campo hasta 2018. Así, hasta el advenimiento del Covid se cobró conciencia de que la producción de vacunas y medicamentos forma parte de la soberanía nacional. Por otro lado, es interesante observar que los países de América del Sur se orientan hacia el complejo farmacéutico europeo, y México, el Caribe y Centroamérica hacia el estadunidense. En contraste y hasta hoy, prácticamente no existe cooperación entre los países de la región.

La segunda parte del documento de la Cepal está dedicada a las propuestas para fortalecer la cooperación latinoamericana y la industria farmacéutica de regional. Los planteamientos están articulados en siete líneas de acción. Su finalidad es precisamente ir hacia la autosuficiencia productiva por razones de seguridad nacional. El primer paso inmediato consistiría en la compra conjunta internacional de biológicos y medicamentos esenciales, mecanismos que han sido desarrollados con éxito por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En esta dirección se propone utilizar las compras públicas para el desarrollo de mercados regionales.

En el mismo sentido, deberían crearse consorcios públicos para el desarrollo y la producción de vacunas. La Cepal propone fortalecer simultáneamente mecanismos de convergencia y reconocimiento regulatorios entre los países. Esto acortaría el tiempo de entrada de los productos al mercado en cada nación. En este contexto debería constituirse una plataforma regional de ensayos clínicos; éstos se están haciendo actualmente en nuestros países, pero bajo el control de la industria farmacéutica global o de empresas constituidas ex profeso con esta finalidad. Otro eje de actuación consistiría en aprovechar las flexibilidades normativas para acceder a la propiedad intelectual. Es decir, habría que aprovechar especialmente las excepciones que se acordaron en los acuerdos de Doha hace ya 20 años.

Las propuestas de la Cepal están inscritas en el concepto del complejo de salud, que se entiende como los derechos relacionados con la salud y la formación de la política del ramo. En este enfoque, la formación y orientación del sistema sanitario es fundamental. La propuesta de la Cepal es, por ello, fortalecer los sistemas primarios en la región para que haya acceso universal a las vacunas y medicamentos y para que su distribución sea equitativa.

Entrelazar de esta manera un tema particular, la industria farmacéutica, con los valores y las prácticas concretas es una característica de la labor de este organismo internacional.

viernes, 8 de octubre de 2021

Soberanía científica: ¿sin científicos?

 

Soberanía científica: ¿sin científicos?

Históricamente México ha invertido poco y mal en CTI. Para el 2022 la inversión pública federal propuesta para CTI es 35% menor a lo aprobado en el 2015…

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La anhelada soberanía científica sólo se logrará, obviamente, formando a más científicas y científicos mexicanos, brindándoles oportunidades y seguridad laboral para desarrollar sus investigaciones y, de paso, siendo mejor pagados. De modo que, si la meta nacional es lograr la soberanía científica, no vamos por buen camino.

El número de investigadores por millón de habitantes en México es de los más bajos en América Latina: apenas 315. La media de la región es de 514 investigadores, Argentina tiene 1,211; Brasil, 887; y Uruguay, 696 (UNESCO). Si ya hablamos de países desarrollados, EE.UU. tiene 4,400 y Corea 7,900 investigadores por millón de habitantes. Nótese que este país asiático, en los años 80, tenía un nivel de desarrollo similar al nuestro y ahora es una potencia científica que registra 14 veces más patentes que México: 218,975 versus 15,941, respectivamente. Además, el 92% de las patentes registradas en nuestro país son para extranjeros(as). Como la 16° economía mundial, México no merece ese rezago.

Para acercarnos a los niveles de “capital científico” de Brasil y Uruguay, requeriríamos alrededor de 40 mil nuevos investigadores en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Probablemente hacia allá apunte el aumento presupuestal para el SNI, de 26% en términos reales, en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF, 2022); el mayor incremento en por lo menos los últimos 10 años. Es una buena señal, pero no será suficiente si no se complementa con otras políticas, principalmente para el impulso al posgrado en México.

La matrícula de educación superior prácticamente se ha duplicado en los últimos 10 años en México, llegando a 5 millones de estudiantes; no obstante, la participación del posgrado sigue siendo muy baja. Sólo ocho de cada 100 estudiantes universitarios están en posgrado y sólo uno de cada 100 está cursando un doctorado. Esta relación se ha mantenido sin cambios durante la última década. En ese sentido, no es de extrañar que, por ejemplo, Brasil gradúe a más del doble de doctores que México, o que en comparación con EE.UU. la relación sea de 7 a 1 (OCDE).

Formamos pocos investigadores y a quienes formamos se concentran en áreas “tradicionales”. Fortalecer las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) continúa siendo uno de nuestros grandes retos. Si bien el 29% de los investigadores vigentes en el SNI están en áreas STEM, apenas el 12% de los estudiantes de posgrado están en estas disciplinas; porcentaje muy bajo para un país que aspira a la soberanía científica y la innovación tecnológica. En contraste, en países como Corea el porcentaje de estudiantes en STEM es de 24% y en Francia, 28% (OCDE).

Las universidades son actores clave para fortalecer la capacidad de producir conocimiento y tecnología propios. En México, las instituciones de educación superior públicas aportan alrededor del 50% del gasto total en Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) (UNESCO). Sin embargo, la política presupuestal de los últimos años ha acentuado el rezago y la desinversión en este importante sector estratégico. La gráfica 1 muestra cómo, en los últimos seis años, el peso y la relevancia de la educación siguen cayendo respecto al PIB nacional; no parece ser una prioridad nacional.

Gráfico 1. Gasto Federal en Educación, Educación Superior y CTI como porcentaje del PIB

Gasto Federal en Educación
Fuente: Elaboración propia con información de los PEF de 2015 al 2021, el PPEF 2022 y los CGPE 2022 (Disponibles en: https://cutt.ly/nW1g4wA).

El peso relativo de la educación superior, la ciencia y la tecnología es cada vez menor respecto al total del presupuesto disponible (gasto programable). Otras áreas ganan terreno mientras que la educación y la ciencia se rezagan. De cada 100 pesos disponibles en el ejercicio fiscal 2022, se destinará apenas 16.8 a la función educativa. De estos, 2.9 pesos serán para educación superior y posgrado, y apenas un peso para CTI (véase gráfico 2).

Gráfico 2. Gasto en Educación, Educación Superior y CTI como porcentaje del Gasto Programable Neto de los PEF

Gasto Programable Neto de los PEF
Fuente: Elaboración propia con información de los PEF de 2015 al 2021, el PPEF 2022 y los CGPE 2022 (Disponibles en: https://cutt.ly/nW1g4wA).

Además, en el PPEF 2022 el subsidio para las instituciones de educación superior públicas apenas supera la inflación estimada. No obstante, el conjunto de universidades públicas estatales acumula una pérdida de más de 27 mil millones de pesos desde el 2015 (unos 1,350 mdd). A esto hay que agregarle que prácticamente han desaparecido todos los fondos extraordinarios de concurso, al acumular, desde 2016, un recorte del 99%.

Un elemento problemático adicional dada la incertidumbre que atraviesan las universidades públicas en México, son las posibles externalidades del mandato constitucional de “obligatoriedad” y “gratuidad” en la educación superior. Siendo ambas metas loables, si no hay mecanismos resarcitorios eficaces por parte del Estado, que compensen la caída en los ingresos propios de las instituciones educativas, éstas podrían reducir su oferta de posgrados –sobre todo de programas STEM– para concentrarse en el pregrado, de menor costo y con mayor presión social para que aumenten los espacios. Toda política tiene consecuencias, no siempre son las deseadas.

En suma, históricamente México ha invertido poco y mal en CTI. Para el 2022 la inversión pública federal propuesta para CTI es 35% menor a lo aprobado en el 2015; la pérdida acumulada en este período equivale a más de todo el presupuesto anual para CONACYT y cuatro veces el gasto presupuestado para el SNI. Con las cifras actuales de inversión pública –y privada–, no podemos hablar de desarrollo, mucho menos de soberanía científica. La inversión pública federal será de apenas el 0.2% del PIB, más la inversión privada de apenas 0.07%; esto nos pone muy por debajo del 1% del PIB que establece la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Es impostergable una gran reforma al posgrado en México, de la mano de las universidades, que al menos lleve a duplicar el número de estudiantes y futuros científicos, sobre todo en áreas STEM. Necesitamos ajustar el rumbo de la educación superior, la ciencia y la tecnología, a partir de una visión largo aliento, donde haya más inversión y certidumbre presupuestal. Si no damos pasos claros, la soberanía científica será una mera utopía. 

[PREPRINT] Descifrando el futuro del acceso Diamante: debate sobre los estándares de calidad para la recomunalización de las publicaciones académicas

Preprint disponible en  ZENODO https://zenodo.org/records/17552531 Publicado el 7 de noviembre de 2025 | Versión v1 Descifrando el futuro de...