Publicado en CAMPUS. Suplemento sobre Educación Superior
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29 junio, 2023 por Roberto Rodríguez Gómez
Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V
El sexenio del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) es reconocido por haber atendido, con alta prioridad, al sector educativo nacional. La SEP, encabezada de nuevo por Jaime Torres Bodet, llevó a cabo un amplio conjunto de reformas, que comprendieron desde la infraestructura escolar hasta la capacitación del magisterio, pasando por la reforma de planes de estudio en todos los niveles de enseñanza y por la producción de los primeros libros de texto gratuitos. El Plan Nacional de Enseñanza Primaria, más conocido como “Plan de once años”, fue sin duda el programa emblemático del sexenio, aunque también resalta el apoyo otorgado a la educación tecnológica, al sector universitario y a las actividades de ciencia y tecnología.
Los datos de la inversión pública en el campo educativo son elocuentes. Según cifras oficiales, el gasto federal educativo se incrementó 161.2 por ciento en el sexenio, lapso en que la inflación no superó el diez por ciento acumulado. Este crecimiento tuvo reflejo en la proporción del presupuesto educativo en el gasto federal total, al pasar de 13.7 por ciento en 1958 a 25.1 por ciento al final del sexenio. Como proporción del producto nacional bruto, el gasto educativo total pasó de 1.5 por ciento a 2.7 por ciento en el periodo.
A diferencia de otros sexenios, en que se enfatizó la educación superior tecnológica (Cárdenas) o bien la opción universitaria (Alemán y Ávila Camacho), durante la administración de López Mateos se consiguió un importante equilibrio. Para el Politécnico Nacional se construyó la Unidad Profesional de Zacatenco, en que se ubicaron las nuevas instalaciones para la Esime, la ESIA (1959), la Esiqie y la ESFM (1961), así como la ESIT (1963). Se creó la Vocacional Única de Ingeniería (1959) y se inauguró la Vocacional número 7 (1964). Con ello, el IPN superó en el periodo la cifra de cincuenta mil inscritos en los niveles de bachillerato y educación superior. Además, se crearon dos nuevos institutos tecnológicos regionales (Mérida y Zacatepec).
Para el conjunto de IES públicas (39 en total) el subsidio gubernamental tuvo un incremento acumulado de 288 por ciento, al pasar de 92 a 357 millones de pesos. El subsidio a la UNAM fue asimismo creciente, alcanzando la cifra de 259 millones de pesos en 1964, es decir más del 70 por ciento del gasto federal universitario. El apoyo financiero a la UNAM permitió la conclusión de obras y equipamiento en la Ciudad Universitaria, así como la construcción de tres nuevas preparatorias. Al final del sexenio, la institución contaba con una matrícula total superior a 72 mil inscritos, de los cuales casi dos terceras partes en licenciatura o posgrado.
Para “satisfacer las necesidades nacionales de carácter científico y pedagógico (…) y preparar investigadores científicos, profesores especializados y expertos que se dediquen a promover la constante superación de la enseñanza y a realizar investigaciones científicas y tecnológicas” se decretó la creación del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (DOF 6 de mayo de 1961). De acuerdo al informe presidencial de 1963, la nueva institución fue inaugurada hasta julio de ese año, indicándose, además, que uno de sus propósitos fundamentales era que “los industriales pueden recurrir (al Cinvestav) para que se les resuelvan problemas técnicos, dentro de la mayor seriedad científica” (López Mateos, Quinto informe presidencial).
Como antecedente del Cinvestav se reconoce la labor Manuel Cerrillo Valdivia, director de la Esime (1935-1939) y del IPN (1939-1940), por su insistencia en desarrollar en el Politécnico áreas de investigación y estudios de posgrado. La idea fue recuperada por Eugenio Méndez Docurro (director del IPN en 1959-1962) y apoyada por Víctor Bravo Ahuja, subsecretario de Enseñanza Técnica y Superior. Para encabezar la institución, Méndez Docurrió recomendó el nombre de Cerrillo quien, en ese momento, fungía como investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts; al no aceptar este la invitación, fue designado el prestigiado fisiólogo Arturo Rosenblueth Stearns, a quien se debe, en definitiva, el diseño del Cinvestav. Rosenblueth condicionó su aceptación a la integración de una estructura departamental de carácter disciplinario, así como a mantener independencia del IPN sobre las decisiones de planes y programas. De ese modo, el Cinvestav fue decretado como organismo descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propios, sectorizado en SEP. La relación con el IPN se fijaría, según el decreto de 1961, en el órgano de gobierno, en que el director del Politécnico participaría como vicepresidente del patronato, órgano encargado de “la organización y el control de actividades del centro”. El Cinvestav inició actividades en los departamentos de Física, Fisiología, Matemáticas e Ingeniería Eléctrica, en 1965 se añadió el de Química.
Además de las realizaciones en favor de la educación superior y la investigación científica reseñadas, en el sexenio de López Mateos se restructuró el Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC), a partir de las recomendaciones elaboradas por la Academia de la Investigación Científica (AIC). La nueva regulación fue publicada el último día de 1961 y prioriza las funciones de distribución de becas “a estudiantes distinguidos con el propósito de que perfecciones sus conocimientos en algún centro docente o de investigación”, así como el respaldo financiero a “las instituciones dedicadas a la formación de investigadores o a la investigación científica” y a aquellos “investigadores distinguidos a fin de que realicen en plazos determinados investigaciones concretas dentro y fuera del país”. Esas serían las principales acciones del INIC en los años sesenta. Hacia el final de la década, en coadyuvancia con la AIC, el instituto llevaría a cabo un amplio ejercicio de diagnóstico y propuestas que derivó, al inicio del periodo presidencial de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) en la creación del Conacyt.
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