viernes, 29 de noviembre de 2024

Cómo Google pasó 15 años creando una cultura de ocultamiento

Publicado en The New York Times
https://www.nytimes.com/es/2024/11/21/espanol/negocios/google-mensajes-empleados-secretos.html


Cómo Google pasó 15 años creando una cultura de ocultamiento

Para evitar demandas antimonopolio, Google ordenó sistemáticamente a sus empleados que destruyeran los mensajes, evitaran ciertas palabras y copiaran a los abogados con la mayor frecuencia posible.

 

Por David Streitfeld

David Streitfeld ha escrito sobre Google desde que era una empresa emergente.

21 de noviembre de 2024

 

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A fines de 2008, mientras Google se enfrentaba al escrutinio antimonopolio por un acuerdo publicitario con su rival Yahoo y lidiaba con demandas por patentes, marcas registradas y derechos de autor, sus ejecutivos enviaron un memorando confidencial.

“Creemos que la información es buena”, les dijeron los ejecutivos a los empleados. Sin embargo, también afirmaron que los reguladores gubernamentales o los competidores podrían aprovecharse de las palabras que los trabajadores de Google se escribieran unos a otros de manera casual e irreflexiva.

Para minimizar las probabilidades de que un juicio pudiera sacar a la luz los comentarios que podrían ser incriminatorios, Google dijo que los empleados debían abstenerse de especulaciones y sarcasmos y “pensárselo dos veces” antes de escribirse unos a otros sobre “temas candentes”. “No hagas comentarios antes de conocer todos los hechos”, se les indicó.

También se modificó la tecnología. La configuración de la herramienta de mensajería instantánea de la empresa se cambió a “extraoficial”. Las frases incautas se borrarían al día siguiente.

El memorando se convirtió en la primera acción de una campaña de 15 años que fue emprendida por Google para convertir a la acción de borrar en la norma de sus comunicaciones internas. Mientras el gigante de internet almacenaba la información del mundo, creaba una cultura laboral que intentaba minimizar la suya propia. Entre las herramientas utilizadas destacan el uso del privilegio legal como un escudo y la imposición de restricciones a su propia tecnología, todo eso mientras advertía de manera continua que los comentarios irreflexivos podrían hundir incluso a la corporación más exitosa.

La manera en que Google desarrolló esta cultura de desconfianza se reveló a partir de cientos de documentos y pruebas, así como de testimonios de testigos, en tres juicios antimonopolio celebrados el año pasado contra la empresa de Silicon Valley. Los demandantes —Epic Games en un caso, y el Departamento de Justicia en los otros dos— intentaban demostrar un comportamiento monopolístico, lo que les obligó a analizar correos electrónicos, memorandos y mensajes instantáneos de cientos de ingenieros y ejecutivos de Google.

Las pruebas y testimonios demostraron que la empresa tomó numerosas medidas para mantener a raya las comunicaciones internas. Animaba a los empleados a poner “privilegio abogado-cliente” en los documentos y siempre añadir a un abogado de Google a la lista de destinatarios, aunque no hubiera temas legales de por medio y el abogado nunca respondiera.

Las empresas que se anticipan a un litigio están obligadas a conservar los documentos. Pero Google eximió a la mensajería instantánea de las retenciones legales automáticas. Si los trabajadores se veían implicados en un proceso legal, dependía de ellos activar su historial de chat. Por lo visto en los juicios, pocos lo hicieron.

Google no es ni mucho menos la única empresa que intenta mantener las nuevas formas de comunicación afuera de los juzgados. A medida que los mensajes instantáneos y de texto se han convertido en populares herramientas de oficina, las empresas y los reguladores se han enfrentado cada vez más sobre cómo pueden utilizarse en los tribunales.

Hace una generación, una conversación entre amigos o una llamada telefónica podía ser incriminatoria, pero las palabras se disolvían en el aire. Alguien podría recordarlas, pero siempre podían negarse. Tal vez los oyentes escucharon mal o entendieron mal.

A las empresas les gustaría que los mensajes instantáneos fueran tan efímeros como una conversación en la vida real. Un comentario hecho por mensaje de texto a un subordinado sobre las implicaciones de una fusión no es más que cháchara, argumentan. Pero los reguladores y los litigantes los consideran un juego limpio.

En agosto, la Comisión Federal de Comercio (FTC, por su sigla en inglés), que ha interpuesto una demanda para detener una fusión de supermercados de 25.000 millones de dólares entre Albertsons y Kroger, dijo que varios ejecutivos de Albertsons habían demostrado “una práctica generalizada” de borrar mensajes de texto relacionados con la empresa, incumpliendo la obligación legal de conservarlos.

Algunos de estos mensajes, según la FTC, sugerían que al menos un ejecutivo pensaba que los precios podrían aumentar como resultado de la fusión. El juez dijo que Albertsons “no tomó medidas razonables” para conservar los mensajes, pero no sancionó a la cadena. Albertsons declinó hacer comentarios.

En abril, la FTC dijo en una presentación legal como parte de su caso antimonopolio contra Amazon que los ejecutivos de la compañía habían utilizado Signal, la aplicación de mensajería que puede configurarse para que desaparezcan los mensajes, con el fin de discutir temas relacionados con la competencia, incluso después de que se les exigiera conservar todas las comunicaciones en el caso. Amazon dijo que las afirmaciones de que había destruido información eran “infundadas e irresponsables”.
Sin embargo, Google ha sido la empresa que ha enfrentado las mayores críticas por sus acciones porque los jueces de los tres casos antimonopolio han reprendido a la compañía por sus prácticas de comunicación.

El juez James Donato del Tribunal para el Distrito Norte de California, quien presidió el caso Epic, dijo que había “una arraigada cultura sistémica de supresión de pruebas relevantes dentro de Google” y que el comportamiento de la empresa era “un ataque frontal a la administración imparcial de justicia”. Añadió que, tras el juicio, iba a “llegar al fondo” de quién era el responsable en Google de permitir este comportamiento. El juez Donato declinó hacer comentarios.

La jueza Leonie Brinkema, del Tribunal para el Distrito Este de Virginia, quien supervisa el caso antimonopolio de Google relacionado con la tecnología publicitaria, dijo en una audiencia celebrada en agosto que las políticas de conservación de documentos de la empresa “no eran la manera en que debería funcionar una entidad corporativa responsable”. Y añadió: “Es probable que se hayan destruido muchísimas pruebas”.

El Departamento de Justicia ha pedido a la jueza Brinkema que emita sanciones, lo que supondría una presunción de que el material desaparecido era desfavorable para Google en los temas de los casos llevados a juicio, incluido el poder de monopolio y si su conducta fue anticompetitiva. Los alegatos finales del caso están previstos para el lunes.

En un comunicado, Google dijo tomarse “muy en serio nuestra obligación de conservar y presentar los documentos pertinentes. Durante años hemos respondido a consultas y litigios, y educamos a nuestros empleados sobre el privilegio legal”. La empresa dijo que había proporcionado “millones de documentos” solo en los casos del Departamento de Justicia.

Desde el punto de vista de Google, era la Marie Kondo de las empresas, limitándose a poner en orden sus registros y archivos. Pero lo hizo de manera tan exhaustiva y obsesiva que creó la ilusión de engaño que tanto intentaba disipar, dijo Agnieszka McPeak, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Gonzaga, quien ha escrito sobre la destrucción de pruebas.

“Google tenía una política corporativa vertical de ‘No guardes nada que pueda hacernos quedar mal’”, dijo. “Y eso hace que Google quede mal. Si no tienen nada que ocultar, piensa la gente, ¿por qué actúan como si lo tuvieran?”.

La larga sombra de Microsoft

Google se fundó en septiembre de 1998, pocos meses después de que la empresa tecnológica más dominante de la época —Microsoft— fuera demandada por el Departamento de Justicia por violación de las leyes antimonopolio. Para demostrar que Microsoft monopolizaba de manera ilegal el mercado de los navegadores web, el Departamento de Justicia no tuvo que ir muy lejos para encontrar memorandos condenatorios.

“Tenemos que continuar nuestra yihad el año que viene”, escribió un vicepresidente de la empresa al presidente ejecutivo de Microsoft, Bill Gates, en un memorando. Otro ejecutivo, tratando de persuadir a Apple para que eliminara una función, dijo: “Queremos que acuchilles al bebé”.

Microsoft perdió el caso, aunque el veredicto fue anulado parcialmente en una apelación. Sin embargo, fue una experiencia lo bastante cercana a la muerte como para que la siguiente generación de empresas tecnológicas, incluida Google, desconfiaran tanto de los documentos como de los comentarios.

El problema fue que la tecnología facilitó enormemente la producción y conservación de ambos. Google producía 13 veces más correos electrónicos que el promedio de empresas por empleado antes de cumplir una década, según declaró Kent Walker, el principal abogado de Google, en el juicio de Epic. Dijo que Google se sentía desbordada, y la empresa tenía claro que las cosas solo empeorarían si no se hacían cambios.

El memorando de 2008 que decía que los mensajes de chat se purgarían automáticamente estaba firmado por Walker y Bill Coughran, un ejecutivo de ingeniería. Señalaban que Google tenía “una cultura de correo electrónico y mensajería instantánea”. Sus herramientas de mensajería instantánea, primero llamadas Talk, más tarde Hangouts y después Chat, fueron adoptadas rápidamente por los empleados.

Chat era el lugar en el que los ingenieros podían ser un poco espontáneos, de manera segura. Como escribió un empleado en una conversación que se divulgó como prueba en un juzgado, la necesidad de ser cauteloso “hace que la comunicación escrita sea menos interesante, a veces incluso menos útil. Pero por eso tenemos chats extraoficiales”.

Google, como muchas otras empresas, tiene que hacer frente a tantos pleitos que algunos empleados están vinculados a varios procesos al mismo tiempo. Algunos pueden involucrados en litigios durante toda su carrera.

Lauren Moskowitz, abogada de Epic, preguntó a Walker durante su testimonio en el caso cómo funcionaba realmente poner a los empleados al mando del proceso.

“Usted esperaba que sus empleados, cientos, miles de empleados, dejaran de hacer lo que estaban haciendo por cada mensaje instantáneo que enviaban o recibían cada día, y analizaran una lista de temas con algún tipo de retención legal, para decidir si debían tomar una medida para cambiar una configuración predeterminada en su chat antes de llevar a cabo el resto de sus actividades”, dijo Moskowitz.

Walker respondió que la política había sido “razonable en su momento”.

A medida que Google crecía, su vocabulario se reducía. En un memorando de 2011 titulado “Conceptos básicos antimonopolio para el equipo de búsqueda”, la empresa recomendaba evitar “metáforas que impliquen guerras o deportes, ganar o perder”, y rechazar las referencias a “mercados”, “cuota de mercado” o “dominio”.

En un tutorial posterior para los nuevos empleados, Google dijo que incluso una frase tan benigna como “poner productos en manos de nuevos clientes” debería evitarse porque “puede interpretarse como expresión de la intención de negar a los consumidores la posibilidad de elegir”.

Si utilizar las palabras adecuadas y borrar los mensajes no mantenía a Google afuera del juzgado, concluyó la empresa, invocar a los abogados sí lo haría.

En el caso Epic, el demandante alegó que las numerosas evocaciones de Google del privilegio abogado-cliente eran meramente para aparentar, para mantener los documentos fuera del juzgado. Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, escribió en un correo electrónico de 2018 a otro ejecutivo: “Privilegio del cliente abogado, confidencial, Kent, por favor, un consejo”, refiriéndose a Walker. El correo electrónico, sobre un asunto no legal, fue retenido por Google y despojado de su privilegio solo después de que Epic lo exigió en corte.

Se pidió a Walker que explicara al juez el comportamiento de Google. Negó que existiera “una cultura de ocultamiento”, pero dijo que uno de los problemas era que los empleados no estaban seguros del significado de ciertas palabras.

“Piensan que la palabra ‘privilegio’ es similar a ‘confidencial’”, dijo.
En el juicio de Epic salió a la luz un mensaje en el que un abogado de Google calificaba de “falso privilegio” la práctica de copiar a los abogados en los documentos y parecía bastante divertido por eso. Walker dijo sentirse “decepcionado” y “sorprendido” al oír ese término.

El jurado del caso falló a favor de Epic en los 11 cargos en diciembre.

Google declinó que Pichai y Walker hicieran comentarios. El mes pasado, tres grupos de defensa, liderados por el American Economic Liberties Project, pidieron que Walker fuera investigado por el Colegio de Abogados del Estado de California por entrenar a Google para “participar en la destrucción generalizada e ilegal” de documentos relevantes para los juicios federales.

‘Lo que pasa en Las Vegas’

En septiembre de 2023, cuando Google iba a juicio en un caso antimonopolio sobre su dominio en las búsquedas de internet, el Departamento de Justicia afirmó que la empresa había retenido decenas de miles de documentos, alegando que eran confidenciales. Cuando los documentos fueron revisados por el tribunal, se consideró que, después de todo, no eran confidenciales.

El juez Amit P. Mehta, del Tribunal de Distrito de Columbia de Estados Unidos, escribió: “El tribunal se siente sorprendido por los extremos a los que Google llega para evitar crear un rastro documental para los reguladores y los litigantes”. Señaló que Google había aprendido claramente la lección de Microsoft: había formado eficazmente a sus empleados para que no crearan “malas” pruebas.

Mehta dijo que, en última instancia, no importaba: en agosto, declaró a Google culpable de monopolio. Sin embargo, dijo que no creía que la empresa se estuviera comportando bien.

“Cualquier empresa que haga recaer en sus empleados la responsabilidad de identificar y conservar las pruebas pertinentes lo hace por su cuenta y riesgo”, escribió, añadiendo que Google podría no tener tanta suerte para evitar sanciones en el próximo caso.

El siguiente caso llegó en septiembre, cuando el Departamento de Justicia argumentó en la sala del juzgado de Brinkema, en Virginia, que Google había creado un monopolio en la muy rentable tecnología de anuncios en línea.

Las pruebas de los casos demostraron que los empleados de Google habían aprendido a ser un poco paranoicos por el bien de la empresa y de sus propias carreras. Habla en la oscuridad, insistían una y otra vez, en lugar de hacerlo en la luz.

“¿Cómo apagamos el historial?”, escribió Adam Juda, vicepresidente de gestión de productos, en un chat de 2020. “Yo no hago historial 🙂”.

A veces, los ejecutivos estaban tan preocupados por dejar un registro que por defecto optaban por una tecnología obsoleta.

En 2017, Robert Kyncl, entonces director comercial de YouTube, filial de Google, preguntó a su jefa, Susan Wojcicki, si tenía un fax en casa. Kyncl explicó que tenía un “documento privilegiado” y que “solo no quería enviar correos electrónicos”. Wojcicki, quien falleció en agosto, no tenía fax.

Si los empleados querían llevar un registro electrónico, eran reprendidos. En un chat de grupo de 2021, un empleado preguntó: “¿Puedo guardar el historial aquí? Necesito guardar algunos datos para la memoria”.

No está bien, dijo Danielle Romain, vicepresidenta de Trust, un equipo de Google que busca soluciones que mejoren la privacidad y la confianza de los usuarios. “La discusión que inició este hilo se adentra en territorio legal y potencialmente competitivo, que me gustaría ser consciente de tener bajo privilegio”, dijo. “Me gustaría ceñirme a la opción por defecto de historial apagado”.

Julia Tarver Wood, abogada del Departamento de Justicia, dijo en una audiencia celebrada en agosto en el caso de la tecnología publicitaria que los empleados de Google “se referían a estos chats extraoficiales como ‘Las Vegas’. Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”.

Google dijo que hizo todo lo posible por facilitar al gobierno los documentos que pudo y que, en cualquier caso, el Departamento de Justicia no demostró que las conversaciones eliminadas fueran cruciales para su caso. El Departamento de Justicia dijo que no podía hacerlo porque el material había sido borrado.

Los reguladores han subrayado recientemente que no hay “Vegas” en los chats. Este año, la FTC y la división antimonopolio del Departamento de Justicia lo dejaron “meridianamente claro” en un memorando de aplicación: las comunicaciones a través de aplicaciones de mensajería son documentos y deben conservarse si hay amenaza de litigio.

El año pasado, Google cambió sus procedimientos. Por defecto, pasó a guardarlo todo, incluidos los chats. Los empleados en espera de juicio ya no pueden desactivar el historial.

Sin embargo, los viejos hábitos son difíciles de cambiar. En un chat, los empleados respondieron a la noticia formando un grupo para comunicarse en secreto por WhatsApp, la aplicación de mensajería segura de Meta

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