Publicado en University World News
https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20250618093537137
Necesitamos entender el dinero y el poder que hay detrás de los rankings
Ellen Hazelkorn
18 de junio de 2025
Los conceptos de «monopolios del conocimiento» y «asimetría de la información» describen condiciones en las que el acceso a la información o el control sobre ella y las relaciones de poder se entrelazan, dando lugar a circunstancias en las que un grupo tiene más o mejor información que el otro.
La desigualdad de conocimientos fomenta la centralización del poder. La teoría del «capitalismo de la vigilancia» lleva este escenario un paso más allá, describiendo el nuevo orden económico en el que la experiencia humana es la «materia prima gratuita para prácticas comerciales ocultas de extracción, predicción y venta» y los datos son la «nueva frontera del poder».
Comparación internacional
Las clasificaciones mundiales surgieron como fenómeno a partir de 2003 con la publicación del Academic Ranking of World Universities (ARWU), más conocido como Ranking de Shanghai.
La importancia de los datos para la medición y la comparación no era nueva, ya que se remonta a finales del siglo XIX. En el siglo XX, aumentaron los llamamientos para mejorar la rendición de cuentas y la reforma del sector público. La UNESCO y la OCDE empezaron a recopilar información estadística en la década de 1960, seguidas de las clasificaciones nacionales, como US News and World Report (USNWR) en la década de 1980. Sin embargo, las clasificaciones mundiales supusieron un cambio significativo.
Para muchos, las clasificaciones se consideraban un instrumento de transparencia y responsabilidad para mejorar la elección de los estudiantes. Su principal innovación fue la simplicidad de un marco comparativo internacional.
Los rankings contrastan fuertemente con los enfoques académicos tradicionales, como la garantía de calidad, que se rigen por normas de revisión por pares. Al mostrar un espejo a las universidades y los países, las clasificaciones consiguen poner en tela de juicio de forma sencilla pero dramática las antiguas suposiciones o autoafirmaciones sobre la calidad, el estatus y la reputación.
Una partida de ajedrez mundial
Las clasificaciones mundiales adquirieron rápidamente una dimensión poderosa: la investigación comparativa se convirtió en una herramienta de promoción de la «clase mundial».
Reconociendo que el conocimiento y el talento son las divisas esenciales de la era global, las universidades y la investigación dejaron de ser instituciones nacionales para convertirse en instrumentos de geopolítica y geoeconomía. Los rankings retratan una partida de ajedrez mundial con diferentes instituciones y países compitiendo por sus posiciones.
Sin embargo, los rankings son algo más que un boletín de notas. Los rankings han ampliado su ámbito geográfico, consolidando su posición como proveedores de toda la información y análisis sobre universidades e investigación. Las clasificaciones son ahora la base de un complejo negocio de inteligencia global.
Las principales clasificaciones mundiales (ARWU, Times Higher Education, QS y USNWR) forman parte de empresas con ánimo de lucro que prestan diversos servicios. El imperio de Times Higher Education está creciendo, tras haber adquirido recientemente el Education World Forum.
Las clasificaciones son también un centro de beneficios: un mecanismo de recopilación y almacenamiento de datos, y la base de sofisticadas herramientas analíticas y servicios de consultoría asociados. Aquí es donde reside el dinero y el poder reales. Como me dijo en privado un responsable de las clasificaciones: «Como sabes que las clasificaciones en sí no pueden generar dinero, hay que encontrar financiación o ganar dinero para apoyar las actividades de clasificación; no es una tarea fácil».
Esto ha impulsado la integración corporativa, la consolidación y la concentración a través de clasificaciones, publicación y big data, creando un importante negocio de recopilación, almacenamiento y análisis de inteligencia del conocimiento de extremo a extremo.
Un modelo de "preparación”
Adelantarse y ser visible es fundamental en un mundo geopolítico competitivo. Sin los datos, no es posible que los gobiernos o las instituciones gobiernen, dirijan, desarrollen y supervisen sus sistemas o instituciones, ni que alcancen sus objetivos.
Se convierten en presa fácil, proporcionando ingentes cantidades de datos para jugar al juego de las clasificaciones, y luego buscando asesoramiento para mantenerse en cabeza, con implicaciones para la soberanía nacional y la autonomía institucional.
Existe un patrón familiar de «preparación», que comienza con la creación de una clasificación específica para una región, por ejemplo África, Asia Central u Oriente Medio. Esto entusiasma y preocupa a universidades y gobiernos, como ilustra este artículo de University World News. A continuación se organiza una conferencia, en la que la universidad o el gobierno corren con todos los gastos, seguida de un asesoramiento, por ejemplo, como se anuncia en esta «noticia» de Times Higher Education.
¿Cómo puede ayudarnos la investigación?
En los últimos 20 años hemos analizado las clasificaciones como un modelo endógeno, estudiando sus metodologías, indicadores e impacto en la enseñanza superior. Pero muchas cosas han cambiado. Las clasificaciones forman parte de una transformación más amplia que afecta a la enseñanza superior.
Conceptos como «monopolios del conocimiento», «asimetría de la información» y «capitalismo de la vigilancia» podrían ser muy útiles para comprender el papel que desempeñan las clasificaciones y herramientas similares, junto con los retos éticos, de propiedad y de gobernanza que plantean, en un mundo impulsado por la tecnología y los datos.
Debemos preguntarnos: ¿Cómo influye o configura la educación superior y la investigación la fusión de datos y capitalismo? ¿Qué más podemos aprender sobre el modelo de negocio de las clasificaciones? ¿Hasta qué punto fomentan las clasificaciones políticas y prácticas que socavan la educación superior universal?
Y en un momento en que la confianza pública disminuye, ¿hasta qué punto la lenta respuesta de la propia educación superior a las auténticas demandas de una mayor responsabilidad y transparencia sobre su valor y contribución a las personas y/o a la sociedad ha abierto la puerta a las clasificaciones y a la privatización de los datos públicos?
Ellen Hazelkorn es socia directora conjunta de BH Associates education consultants y profesora emérita de la Universidad Tecnológica de Dublín (Irlanda). Correo electrónico: info@bhassociates.eu. Este artículo se publicó por primera vez en la edición del 30 aniversario de International Higher Education.
Este artículo es un comentario. Los artículos de comentario son la opinión del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de University World News.
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GLOBAL
We need to understand the money and power behind rankings
Ellen Hazelkorn 18 June 2025
The concepts of ‘monopolies of knowledge’ and ‘information asymmetry’ describe conditions in which access to or control over information and power relations become intertwined, leading to circumstances whereby one group has more or better information than the other.
Unequal knowledge fosters centralisation of power. The theory of ‘surveillance capitalism’ takes this scenario a step further, describing the new economic order in which the human experience is the “free raw material for hidden commercial practices of extraction, prediction and sales” and data is the “new frontier of power”.
International comparison
Global rankings emerged as a phenomenon beginning in 2003 with the publication of Academic Ranking of World Universities (ARWU) – better known as the Shanghai Rankings.
The importance of data for measurement and comparison was not new, stretching back to the late 19th century. In the 20th century, there were increasing calls for enhanced accountability and public sector reform. UNESCO and OECD began compiling statistical information in the 1960s, followed by national rankings, such as US News and World Report (USNWR) in the 1980s. However, the global rankings marked a significant departure.
For many people, rankings were seen as a transparency and accountability instrument to enhance student choice. Their key innovation was the simplicity of an international comparative framework.
Rankings stand in sharp contrast with traditional academic approaches, such as quality assurance, which are guided by norms of peer review. By holding a mirror up to universities and nations, rankings succeeded in challenging long-standing assumptions or self-assertions about quality, status and reputation in a simple yet dramatic fashion.
A global chess game
Global rankings quickly acquired a powerful dimension – benchmarking research became a tool promoting ‘world-classness’.
In recognition that knowledge and talent are the essential currencies of the global era, universities and research were transformed from national institutions into instruments of geopolitics and geoeconomics. Rankings portray a global chess game with different institutions and countries jockeying for positions.
However, rankings are more than a report card. Rankings have expanded their geographical range, consolidating their position as purveyors of all information and analysis about universities and research. Rankings are now the basis of a complex global intelligence business.
The main global rankings – ARWU, Times Higher Education, QS, and USNWR – are each part of for-profit corporations providing a range of services. Times Higher Education’s empire is growing, having recently acquired the Education World Forum.
Rankings are also a profit centre – a mechanism for data collection and warehousing, and the basis for sophisticated analytic tools and associated consultancy services. This is where the real money and power lies. As one ranker mentioned privately to me: “As you know that rankings themselves cannot make money, one has to find funding or make money to support ranking activities; it’s not an easy task.”
This has propelled corporate integration, consolidation and concentration across rankings, publishing and big data, creating a substantial end-to-end knowledge intelligence gathering, warehousing, and analytics business.
A ‘grooming’ pattern
Getting ahead and being visible is critical in a competitive geopolitical world. Without the data, it is not possible for governments or institutions to govern, steer, develop and monitor their systems or institutions, or achieve their objectives.
They become easy prey, providing vast amounts of data to play the rankings game, and then seeking consultancy to stay ahead, with implications for national sovereignty and institutional autonomy.
There is a familiar ‘grooming’ pattern, beginning with creating a targeted ranking for a region, say Africa, Central Asia or the Middle East. This excites and worries universities and governments, as illustrated by this University World News article. A conference is then organised, in which the university or government pays all the costs, followed by consultancy, for example, as announced in this “news item” in Times Higher Education.
How can research help us?
Over the last 20 years, we have analysed rankings as an endogenous model, looking at their methodologies, indicators and impact on higher education. But much has changed. Rankings are part of a wider transformation impacting higher education.
Concepts such as ‘monopolies of knowledge’, ‘information asymmetry’ and ‘surveillance capitalism’ could be very helpful for understanding the role that rankings and similar tools play, alongside the ethical, proprietary and governance challenges they present, in a technology- and data-driven world.
We need to ask: How is the fusion of data and capitalism influencing or shaping higher education and research? What more can we learn about the rankings business model? To what extent do rankings encourage policies and practices that undermine universal higher education?
And at a time of declining public trust, to what extent has higher education’s own sluggish response to genuine demands for greater accountability and transparency about its value and contribution to individuals and-or society opened the door to rankings and the privatisation of public data?
Ellen Hazelkorn is joint managing partner at BH Associates education consultants and professor emerita at the Technological University Dublin, Ireland. E-mail: info@bhassociates.eu. This article was first published in the 30th anniversary edition of International Higher Education.
This article is a commentary. Commentary articles are the opinion of the author and do not necessarily reflect the views of University World News.
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