En entrevista con La Jornada, el también traductor explica que este ejemplar, publicado en 2008, “pertenece a la colección Versus, que cuestiona los grandes pilares de la civilización como el trabajo, el amor y en este caso, al copyright. Surgió en respuesta a este camino policiaco de restringir la circulación de los libros.”
Amara precisa que el copyright y el derecho de autor no son lo mismo: “Surgieron en épocas y países diferentes. Copyright era el permiso que la reina de Inglaterra daba, en el siglo XVI, a algunas imprentas para copiar un libro; desde su comienzo, se relaciona con corporaciones que tienen el control de la reproducción y distribución de una obra. Después de casi 150 años, se crea el derecho de autor en Francia, con la intención de proteger al creador y, con ello, que obtuviera ganancias por su trabajo.
“No podíamos seguir con una legislación de cuando no existía Internet; estamos en un mundo digital, en el milenio de la copia, hay que cambiar. Sí es importante defender los derechos de autor, que obtengan una remuneración justa, pero también hay que respaldar al lector para acceder a la cultura, que de otra manera, podría ser muy caro u oneroso.
“Al ser de dominio público puede robustecerse de muchas maneras. Este libro se puede descargar o renviar; lo puedes mandar a un familiar o al director de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), si quieres. Esa libre circulación apoyó la venta, nos funcionó.
“Para ello, retomamos las propuestas de la organización sin fines de lucro Creative Commons, dedicada al desarrollo de licencias y logotipos para los interesados en difundir su obra; así como la del movimiento de software libre copyleft, promovido por el programador y activista Richard Stallman.
“Stallman se percató de que lo más sencillo era darles la vuelta. Primero, reservar los derechos como un instrumento legal y después, añadir la leyenda: ‘se permite la copia ya sea de uno o más artículos completos de esta obra o del conjunto de la edición en cualquier formato, siempre y cuando no se haga con fines de lucro, no se modifique el contenido de los textos y se respete su autoría y esta nota se mantenga.’
“Así se hizo con Contra el copyright; llegamos a ese acuerdo con los autores y decidimos que los textos se puedan reproducir, copiar y circular libremente, pero con esta nota. Es sencillo, lo complicado es entender el espíritu de esta iniciativa y que se popularice cada vez más.”
Criminalización injustaEl también poeta se cuestiona los conceptos de piratería y plagio, ya que “no son necesariamente malos. Si copiar o compartir un libro te vuelve pirata, pues ¡viva la piratería! La cultura se alimenta y nutre de obras anteriores, siempre ha sido así la dinámica cultural: imitando, relaborando, buscando la novedad a partir de lo viejo. Cuando hay un caso de plagio generalmente se trata de una disputa política que hay detrás.
“La piratería real es en los mares del Caribe, del Atlántico y del Pacífico, y se relaciona con el secuestro y la muerte, no con el robo o una copia, supuestamente ilegal, de un contenido digital; es completamente desmesurado que se le llame así y se le englobe bajo un mismo concepto; es una intención de criminalizar una práctica que cada vez es más fácil.
“En México y en el mundo se están explorando el copyleft y Creative Commons, como el grupo literario Wu Ming, en Italia, y Stallman, quien sigue luchado por un cambio tan importante como el software. No son ideas románticas, ni utópicas, están a la vanguardia tecnológica y conceptual de cómo crear, compartir y mejorar. Esto se sigue fortaleciendo”, concluye el colaborador del suplemento de este diario La Jornada Semanal.
Este libro se puede descargar gratuitamente en la página de Tumbona Ediciones: http://tumbonaediciones.com/producto/contra-el-copyright/