lunes, 28 de octubre de 2024

ESPAÑA: el escándalo salmantino cuesta 75 retractaciones en SPRINGER-NATURE


Los artículos retirados en Springer Nature del caso Salamanca

Posted on:Saturday 26 October 2024 — 15:39

Ya conoces el caso Salamanca, todo un escándalo salmantino. Se han retirado (retractado) 75 capítulos de libros en libros de actas de congresos editados por Springer Nature (LCMF, 04 oct 2024). El común de todos ellos es el autor principal, Juan M. Corchado Rodríguez. La noticia se publicó en Manuel Ansede, «La editorial Springer Nature retira 75 estudios del rector de Salamanca y sus colaboradores por prácticas fraudulentas», Materia, El País, 16 oct 2024. He consultado en la web SpringerLink hoy 26 de octubre de 2024 y solo aparecen 26 artículos (book chapters) retirados (el pasado 17 de octubre de 2024 solo aparecían 9). Por lo que parece las notas de retirada (retraction notes) se están publicando poquito a poco. Según el artículo de Ansede, «Chris Graf, director de integridad científica de Springer Nature, explica que la retractación de los 75 estudios ya está en marcha». En las próximas semanas aparecerán todas las 75 retracciones.

La retirada de 75 artículos científicos (aunque sean capítulos de libros en actas de congresos) constituye el mayor escándalo de la ciencia española. En el campo de la inteligencia artificial mucha ciencia se publica en actas de congresos en lugar de en revistas impactadas. La conducta científica reprobable debe ser reprobada por las instituciones científicas. Según nos ha contado Ansede el 25 de octubre de 2024: «Juan Manuel Corchado ha recibido el premio Academia 2024 otorgado por la asociación Empresa Familiar de Castilla y León» y lo ha hecho «junto a Antonio Miguel Méndez Pozo, el primer constructor condenado por corrupción política en España (siete de años de cárcel)». 

A día 26 de octubre de 2024 el listado de 26 retracciones es el siguiente:

(5) Capítulos 4, 5, 7, 14 y 15 de Trends in Practical Applications of Heterogeneous Multi-agent Systems (AISC, vol. 293), Retraction Note to (2024).

(4) Capítulos 24, 33, 42 y 56 de Knowledge Management in Organizations (KMO 2018), Retraction Note to (2024). https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-95204-8_61

(4) Capítulos 3, 6, 7 y 8 de Distributed Computing and Artificial Intelligence, Special Sessions II, 15th International Conference (DCAI 2018), Retraction Note to (2024). https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-030-00524-5_9

(3) Capítulos 4, 9 y 19 de Sustainable Smart Cities and Territories (SSCTIC 2021), Retraction Note to (2024).

(3) Capítulos 8, 19 y 27 de Ambient Intelligence – Software and Applications (AISC, vol. 291), Retraction Note to (2024).

(2) Capítulos 7 y 49 de International Joint Conference SOCO’18-CISIS’18-ICEUTE’18 (SOCO’18-CISIS’18-ICEUTE’18 2018), Retraction Note to (2024). link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-94120-2_61

(1) Capítulo 40 de Distributed Computing and Artificial Intelligence, 15th International Conference (DCAI2018 2018), Retraction Note to (2024). https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-94649-8_43

(1) Capítulo 17 de Learning Technology for Education Challenges (LTEC 2018), Retraction Note to (2024). https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-95522-3_26

(1) Capítulo 1 de Ubiquitous Computing in the Workplace (AISC, vol. 333), Retraction Note to (2024).

(1) Capítulo 10 de Advances in Artificial Intelligence – IBERAMIA 2018 (IBERAMIA 2018), Retraction Note to (2024).

(1) Capítulo 40 de Distributed Computing and Artificial Intelligence, 15th International Conference (DCAI2018 2018), Retraction Note to (2024).

Para quienes no leen en este blog mis resúmenes de los podcasts de Coffee Break: Señal y Ruido, copia aquí lo que comenté en el Podcast CB SyR 480 sobre «Ética Científica: El Caso Salamanca», LCMF, 04 oct 2024.

Fuente: [PDF] https://core.ac.uk/download/428434752.pdf

El último escándalo de ética científica en España es el caso del actual Rector de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado Rodríguez, catedrático de universidad en Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial. La figura muestra un ejemplo escandaloso, un resumen (abstract) de una ponencia para un congreso científico, que en lugar de una sola página tiene 19 páginas. Pero, además, Juan M. Corchado, «Smart Buildings,» Intelligent Buildings in City and County Councils, Salamanca, Spain (20 may 2021), contiene un párrafo de 17 líneas de texto en la primera página, acompañadas de 386 referencias de las que 186 son autocitas ([PDF] https://core.ac.uk/download/428434752.pdf). Un resumen de este tipo es muy patológico; pocas se ve algo así en un libro de actas de un congreso.

Por lo que parece, todo empezó con el artículo de Dalmeet Singh Chawla, «How critics say a computer scientist in Spain artificially boosted his Google Scholar metrics,» Retraction Watch, 25 Mar 2022. El periodista contactó con Alberto Martín-Martín (Univ. Granada) que analizó el perfil en Google Scholar de Corchado y concluyó «que las citas que habían recibido los documentos del perfil habían sido manipuladas de forma intencionada; con patrones anómalos como un 22 % de autocitas (8400 de cerca de 39 000 citas totales), muchas de ellas provenían de documentos en el repositorio GREDOS de la Universidad de Salamanca. Además, unas 11 000 citas provenían de documentos en ResearchGate, firmados por individuos cuya identidad no pudo ser verificada, ya que no se encontraron más señales de su existencia o afiliación». Por supuesto, en aquel momento no se podía asegurar que el responsable de la manipulación fuera el propio profesor Corchado, por dos razones: no se pudo determinar si el perfil público del profesor Corchado en Google Scholar estaba bajo su control y tampoco quien creó los perfiles falsos en ResearchGate y subido los documentos que le citan de forma masiva».

La noticia se hizo viral con el artículo de Manuel Ansede, «El aspirante a rector que escribió cuatro párrafos y se citó a sí mismo 100 veces», El País, 15 mar 2024. Ansede contacó con Martín-Martín el 11 de marzo de 2024 para solicitar su valoración sobre el caso; el día siguiente, 12 de marzo, «los documentos del profesor Corchado que habían estado disponibles durante la mañana de ese mismo día, empezaron a dar error al intentar ser cargados» y esa mima «tarde, el perfil público del profesor Corchado dejó de estar disponible en Google Scholar. Al día siguiente, 13 de marzo, algunas de las perfiles sospechosos en ResearchGate que [citaban a Corchado] también desaparecieron. [Unos] días más tarde apareció un nuevo perfil público del profesor Corchado en Google Scholar con otro identificador y con información incompleta comparado con el anterior».

El 29 de mayo de 2024, Alberto Martín-Martín y Emilio Delgado (ambos de la Univ. Granada) recibieron el encargo de Jordi Camí Morell, presidente del Comité Español de Ética de la Investigación, para realizar informe bibliométrico sobre la producción científica del profesor Juan Manuel Corchado, «con el fin de verificar la existencia de patrones anómalos de publicación y citación, así como cuestionables prácticas editoriales». El informe de Alberto Martín-Martín y Emilio Delgado López-Cózar, «Informe bibliométrico sobre la producción científica del profesor Juan Manuel Corchado,» Zenodo 13826665 (23 Sep 2024), no deja dudas: «El profesor Juan Manuel Corchado ha construido una extensa y nutrida red académica sobre la que ha levantado un entramado editorial dirigido a producir publicaciones y citas a fin de brillar en sus perfiles bibliográficos y bibliométricos(ResearchID, ScopusAI, Google Scholar, ResearchGate, Dimensions, Semantic Scholar, Lens…) y resplandecer en los rankings de investigadores y de universidades basados en indicadores bibliométricos. [Para ello] utiliza estrategias basadas en cuestionables conductas de publicación, malas prácticas editoriales, cuando no en praxis abiertamente fraudulentas. [Este] fenómeno se conoce comúnmente como cártel de citas, y es una forma de manipulación de la red de citas que forma parte del registro académico. Esta mala práctica pervierte el objetivo original del mecanismo de citación académica».

Corchado es un científico hiperproductivo: «Desde 1997, ha publicado 949 documentos según el Portal de Investigación de la Universidad de Salamanca, más de 1187 según Google Scholar (GS), 576 en la Web of Science (WoS) y 755 en Scopus. Defendió su tesis doctoral en 1998 y, en media, publica un documento cada semana en Google Scholar, o uno cada dos semanas en WoS y Scopus. En 2018, su año más productivo, publicó más de 80 documentos, superando los 60 en varios años». Desde 2018 figura en la lista mundial de autores hiperprolíficos (publicada en 2024). Y ha colaborado con 732 coautores según Scopus». Corchado tiene una «abundante producción de documentos presentados en congresos y publicados en sus actas (317 en congresos, 42 %, 304 en revistas, 40 %, y 90 editoriales, 12 %)». Además, organiza megacongresos científicos (por ejemplo, 8 congresos en Salamanca entre el 26 y 28 de junio de 2024). También es creador y director de una revista ADCAIJ (Advances in Distributed Computing and Artificial Intelligence Journal) en la Univ. Salamanca. «En el caso del profesor Corchado la anomalía estriba en que muchos de estos congresos son dirigidos y patrocinados por él mismo y su equipo, lo cual resta prestancia científica».

Muchos de los documentos más dudosos de Corchado han sido borrados y solo se pueden acceder mediante la Wayback Machine del Internet Archive. Sin lugar a dudas, Corchado es un catedrático con un gran curriculum vitae en inteligencia artificial; quizás no sea el número uno en prestigio en el área, pero está en los primeros puestos. Ha dirigido casi 40 tesis doctorales, tiene dos patentes y ha publicado más de 500 artículos en el Web of Science. Lo que nadie puede entender es cómo con este prestigio se ha metido en el berenjenal de aparentar ser el número uno con malas praxis. Yo no lo entiendo, la verdad. Para mi idea de la Universidad es incomprensible. Más información en Manuel Ansede, «Un informe para el Comité Español de Ética confirma la “manipulación sistemática” del currículum del rector de Salamanca», El País, 23 sep 2024; «Spanish university head accused of inflating citations to his own work,» News, Science, 27 Sep 2024; Dalmeet Singh Chawla, «The citation black market: schemes selling fake references alarm scientists,» Nature 632: 966 (20 Aug 2024), doi: https://doi.org/10.1038/d41586-024-01672-7. Ansede tiene varios hilos en X (como este o este otro).

La entrada Los artículos retirados en Springer Nature del caso Salamanca fue escrita en La Ciencia de la Mula Francis.

sábado, 26 de octubre de 2024

CHINA: investigadores de élite dicen que "no tuvieron más remedio" que cometer faltas de conducta

Publicado en Nature
https://www.nature.com/articles/d41586-024-01697-y?utm_medium=Social&utm_campaign=nature&utm_source=Twitter&s=08#Echobox=1718099290 


Investigadores de élite chinos dicen que "no tuvieron más remedio" que cometer faltas de conducta


Entrevistados anónimos afirman que incurrieron en conductas poco éticas para proteger sus puestos de trabajo, aunque otros afirman que el estudio presenta una visión excesivamente negativa.


Por Smriti Mallapaty


"No tuve más remedio que cometer faltas [de investigación]", admite un investigador de una universidad china de élite. Esta sorprendente revelación se recoge en una colección de varias docenas de entrevistas anónimas en profundidad que ofrecen testimonios de primera mano de investigadores que han incurrido en conductas poco éticas y describen lo que les llevó al límite. Un artículo basado en estas entrevistas se publicó en abril en la revista Research Ethics (1)


El entrevistador, el sociólogo Zhang Xinqu, y su colega Wang Peng, criminólogo, ambos de la Universidad de Hong Kong, sugieren que los investigadores se sentían obligados, e incluso alentados, a incurrir en conductas poco éticas para proteger sus puestos de trabajo. Esta presión, concluyen, procedía en última instancia de un programa chino para crear universidades reconocidas en todo el mundo. El programa impulsó a algunas instituciones chinas a fijarse ambiciosos objetivos de publicación, afirman. 


El artículo ofrece "un atisbo del dolor y la culpa que sentían los investigadores" cuando incurrían en conductas poco éticas, afirma Elisabeth Bik, investigadora y asesora de imágenes científicas en San Francisco (California). 


Sin embargo, otros investigadores afirman que los resultados ofrecen una imagen excesivamente negativa del programa chino. Zheng Wenwen, responsable de integridad de la investigación en el Instituto de Información Científica y Técnica de China, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en Pekín, afirma que el tamaño de la muestra es demasiado pequeño para extraer conclusiones fiables. El estudio se basa en entrevistas con personal de sólo tres institutos de élite, a pesar de que en la actualidad más de 140 instituciones forman parte del programa de creación de universidades y disciplinas de investigación competitivas a escala internacional.


Los rankings, un juego


En 2015, el Gobierno chino introdujo la Iniciativa Doble Primera Clase para establecer universidades y disciplinas de "talla mundial". Las universidades seleccionadas para ser incluidas en el programa reciben financiación extra, mientras que las que obtienen malos resultados corren el riesgo de ser excluidas de la lista, afirma Wang.


Entre mayo de 2021 y abril de 2022, Zhang realizó entrevistas virtuales anónimas a 30 profesores y 5 estudiantes de ciencias naturales de tres de estas universidades de élite. Entre los entrevistados había un presidente, decanos y jefes de departamento. Los investigadores también analizaron documentos internos de las universidades.


Los responsables universitarios entrevistados en los tres institutos afirmaron que entendían que era responsabilidad suya interpretar los objetivos del programa Doble Primera Clase. Decidieron que, para permanecer en el programa, sus universidades debían mejorar su posición en los rankings internacionales y que, para ello, sus investigadores debían publicar más artículos en revistas internacionales indexadas en bases de datos como el Science Citation Index. 


Algunas universidades trataban los rankings universitarios mundiales como un "juego" que había que ganar, afirma Wang.


A medida que la directiva descendía en la jerarquía institucional, aumentaba la presión por el rendimiento en esos institutos. Los departamentos universitarios fijaron criterios de publicación específicos y difíciles de alcanzar para que los académicos obtuvieran ascensos y titularidades.


Algunos investigadores admitieron haber incurrido en prácticas de investigación poco éticas por miedo a perder su empleo. En una entrevista, el director de una facultad dijo: "Si alguien no puede cumplir los criterios [relativos a las publicaciones], le sugiero que se vaya cuanto antes".


Zhang y Wang describen a investigadores que recurren a servicios para que escriban sus artículos por ellos, falsifican datos, plagian, explotan a estudiantes sin ofrecerles la autoría y sobornan a directores de revistas.


Uno de los entrevistados admitió haber pagado por acceder a un conjunto de datos. "Compré el acceso a un archivo oficial y alteré los datos para apoyar mis hipótesis".


Un decano adjunto subrayó la primacía del objetivo de publicar. «No debemos ser excesivamente estrictos a la hora de identificar y castigar las faltas de ética investigadora, ya que dificultan la eficacia investigadora de nuestros becarios».


Eso no es todo


Los autores «dan en el clavo» al describir la relación entre la presión institucional y la mala conducta investigadora, afirma Wang Fei, que estudia la política de integridad de la investigación en la Universidad Tecnológica de Dalian.



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  • NEWS

  • 11 June 2024

Elite researchers in China say they had ‘no choice’ but to commit misconduct

Anonymous interviewees say they engaged in unethical behaviour to protect their jobs — although others say study presents an overly negative view.

“I had no choice but to commit [research] misconduct,” admits a researcher at an elite Chinese university. The shocking revelation is documented in a collection of several dozen anonymous, in-depth interviews offering rare, first-hand accounts of researchers who engaged in unethical behaviour — and describing what tipped them over the edge. An article based on the interviews was published in April in the journal Research Ethics1.

The interviewer, sociologist Zhang Xinqu, and his colleague Wang Peng, a criminologist, both at the University of Hong Kong, suggest that researchers felt compelled, and even encouraged, to engage in misconduct to protect their jobs. This pressure, they conclude, ultimately came from a Chinese programme to create globally recognized universities. The programme prompted some Chinese institutions to set ambitious publishing targets, they say.  

The article offers “a glimpse of the pain and guilt that researchers felt” when they engaged in unethical behaviour, says Elisabeth Bik, a scientific-image sleuth and consultant in San Francisco, California. 

But other researchers say the findings paint an overly negative picture of the Chinese programme. Zheng Wenwen, who is responsible for research integrity at the Institute of Scientific and Technical Information of China, under the Ministry of Science and Technology, in Beijing, says that the sample size is too small to draw reliable conclusions. The study is based on interviews with staff at just three elite institutes — even though more than 140 institutions are now part of the programme to create internationally competitive universities and research disciplines.  

Rankings a game

In 2015, the Chinese government introduced the Double First-Class Initiative to establish “world-class” universities and disciplines. Universities selected for inclusion in the programme receive extra funding, whereas those that perform poorly risk being delisted, says Wang.

Between May 2021 and April 2022, Zhang conducted anonymous virtual interviews with 30 faculty members and 5 students in the natural sciences at three of these elite universities. The interviewees included a president, deans and department heads. The researchers also analysed internal university documents. 

The university decision-makers who were interviewed at all three institutes said they understood it to be their responsibility to interpret the goals of the Double First-Class scheme. They determined that, to remain on the programme, their universities needed to increase their standing in international rankings — and that, for that to happen, their researchers needed to publish more articles in international journals indexed in databases such as the Science Citation Index.

Some universities treated world university rankings as a “game” to win, says Wang.

As the directive moved down the institutional hierarchy, pressure to perform at those institutes increased. University departments set specific and hard-to-reach publishing criteria for academics to gain promotion and tenure.

Some researchers admitted to engaging in unethical research practices for fear of losing their jobs. In one interview, a faculty head said: “If anyone cannot meet the criteria [concerning publications], I suggest that they leave as soon as possible.”

Zhang and Wang describe researchers using services to write their papers for them, falsifying data, plagiarizing, exploiting students without offering authorship and bribing journal editors.

One interviewee admitted to paying for access to a data set. “I bought access to an official archive and altered the data to support my hypotheses.”  

An associate dean emphasized the primacy of the publishing goal. “We should not be overly stringent in identifying and punishing research misconduct, as it hinders our scholars’ research efficiency.”

Not the whole picture

The authors “hit the nail on the head” in describing the relationship between institutional pressure and research misconduct, says Wang Fei, who studies research-integrity policy at Dalian University of Technology.   

But she says it’s not the whole picture. Incentives to publish high-quality research are part of broader reforms to the higher-education system that “have been largely positive”. “The article focuses almost exclusively on the negative aspects, potentially misleading readers into thinking that Chinese higher education reforms are severely flawed and accelerating research misconduct.”

Tang Li, a science- and innovation-policy researcher at Fudan University in Shanghai, agrees. The first-hand accounts are valuable, but the findings could be biased, she says, because those who accepted the interview might have strong feelings and might not represent the opinions of those who declined to be interviewed.

Zheng disagrees with the study’s conclusions. In 2020, the government issued a directive for Double First-Class institutes. This states specifically that evaluations should be comprehensive, and not just focus on numbers of papers, she says. Research misconduct is a result not of the Double First-Class initiative, but of an “insufficient emphasis on research integrity education”, says Zheng.

Punishing misconduct

The larger problem, says Xiaotian Chen, a library and information scientist at Bradley University in Peoria, Illinois, is a lack of transparency and of systems to detect and deter misconduct in China. Most people do the right thing, despite the pressure to publish, says Chen, who has studied research misconduct in China. The pressure described in the paper could just be “an excuse to cheat”.

The Chinese government has introduced several measures to crack down on misconduct, including defining what constitutes violations and specifying appropriate penalties. They have also banned cash rewards for publishing in high-impact journals.

Wang Peng says that government policies need to be more specific about how they define and punish different types of misconduct.

But Zheng says that, compared with those that apply in other countries, “the measures currently taken by the Chinese government to punish research misconduct are already very stringent”.

The authors also ignore recent government guidance for elite Chinese institutions to break with the tendency of evaluating faculty members solely on the basis of their publications and academic titles, says Zheng.

Tang points out that the road to achieving integrity in research is long. “Cultivating research integrity takes time and requires orchestrated efforts from all stakeholders,” she says.

And the pressure to publish more papers to drive up university rankings “is not unique to China”, says Bik. “Whenever and wherever incentives and requirements are set up to make people produce more, there will be people ‘gaming the metrics’.”

doi: https://doi.org/10.1038/d41586-024-01697-y

ReferencesZhang, X. & and Wang, P. Res. Ethics https://doi.org/10.1177/17470161241247720 (2024).

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