lunes, 18 de agosto de 2025

“Impacto académico y visibilidad de las publicaciones indexadas”: revistas latinoamericanas en WoS, Scopus-SCImago y SciELO [ resumen de webinar Ciencia Abierta en UNAB ]


Webinar: Ciencia Abierta en UNAB

https://www.youtube.com/watch?v=UOmTvin1RcI
5-jun-2025
Universidad Andrés Bello, Chile

Ponente: Orlando Gregorio Chaviano (Pontificia Universidad Javeriana, Colombia)

Título: “Impacto académico y visibilidad de las publicaciones indexadas

INTRODUCCIÓN
- La bibliometría ofrece numerosos indicadores para evaluar, pero en la práctica se recurre casi exclusivamente al factor de impacto o al SJR (este se puede considerar más sesgado que el FI), aunque son equivalentes.
- Basar la evaluación en la posición de la revista y no en la calidad o relevancia de la investigación ha generado debates y malas prácticas.
- Se requieren evaluaciones más sólidas mediante triangulación de métricas para obtener resultados más justos y completos.
- Prácticas como el cobro de APC, la venta de revistas o la producción masiva en “fábricas de artículos” forman parte de los problemas actuales en la comunicación científica.

DATOS RELEVANTES
- Panorama de las revistas científicas (Web of Science): El total de revistas indexadas en Web of Science es de 22,649, distribuidas en diferentes índices: Emerging Sources Citation Index (ESCI) con 8,998 revistas (40%), Science Citation Index con 9,429, Social Sciences Citation Index con 3,542 y Arts & Humanities Citation Index con 1,809.

En el contexto latinoamericano, sólo el 5% de las revistas (1,050) están incluidas, de las cuales el 73% (767) se encuentra en ESCI. Chile cuenta con 97 revistas, de las cuales 48 están en ESCI. Esto refleja una baja presencia de América Latina en índices de mayor reconocimiento y un predominio de inclusión en ESCI, lo que implica que muchas revistas aún no han alcanzado estándares para ingresar a los índices principales.

- Panorama de las revistas científicas (Scimago): En Scimago se registran 29,553 revistas, de las cuales América Latina aporta 1,120 (3.8%) y Chile 133 (12% de las de la región). La distribución de las revistas latinoamericanas por cuartiles muestra que el 5.8% están en Q1, el 22% en Q2, el 32% en Q3 y el 40% en Q4. En el caso específico de Chile, hay 20 revistas en Q1, 44 en Q2, 42 en Q3 y 27 en Q4. Estos datos evidencian que la presencia regional en Scimago es limitada y que, aunque existen revistas en los niveles más altos (Q1 y Q2), la mayor proporción se concentra en los cuartiles más bajos, lo que señala desafíos para elevar la calidad e impacto de la producción editorial.

- Revistas SciELO: La red SciELO presenta un panorama de revistas vigentes en el que Brasil lidera con 327 títulos, seguido por Colombia con 175, México con 166, Chile con 139 y Argentina con 127. Otros países con participación destacable son Cuba (79), Perú (50) y Costa Rica (49). Las cifras más bajas corresponden a Ecuador (36), Bolivia (35), Venezuela (31) y Uruguay (27). Este panorama refleja la fuerte presencia de Brasil y el peso relativo de algunos países de América Latina en la colección, aunque también evidencia una marcada diferencia en el número de títulos entre las naciones líderes y las de menor representación.




- Revistas Scimago - SciELO: El siguiente gráfico compara la cantidad de revistas de distintos países presentes en Scimago (barras verdes) con aquellas que están únicamente en SciELO (barras naranjas). Brasil lidera con 467 revistas en Scimago y 220 solo en SciELO, seguido por Colombia con 164 en Scimago y 110 solo en SciELO. Chile cuenta con 133 y 79 respectivamente, mientras que México presenta 129 en Scimago y 77 solo en SciELO. Argentina tiene 99 y 44, y Perú 37 y 13. Los países con menor presencia son Cuba, Venezuela, Costa Rica, Ecuador y Uruguay. Este contraste muestra que, aunque hay una importante visibilidad internacional a través de Scimago, existe también una fracción considerable de revistas que se encuentran solo en SciELO, lo que refleja un alcance limitado en bases de datos más amplias.





- Canales de comunicación: Según datos de Scimago sobre producción científica en 2024 indexada en Scopus, Brasil lidera con 94,044 publicaciones, de las cuales el 51.3% son de acceso abierto y el 19.8% se publican en revistas nacionales (467 títulos). México registra 33,991 publicaciones, 56% en acceso abierto y 8.5% en revistas nacionales (129 títulos). Chile cuenta con 21,635 publicaciones, 60.2% en acceso abierto y 8.9% en revistas nacionales (133 títulos). Colombia presenta 18,478 publicaciones, 63.8% en acceso abierto y 11.1% en revistas nacionales (164 títulos). Argentina produce 17,533 publicaciones, 50.1% en acceso abierto y 9.7% en revistas nacionales (99 títulos). Perú tiene 11,220 publicaciones, 56.3% en acceso abierto y 7.3% en revistas nacionales (37 títulos). Estos datos muestran una alta proporción de publicaciones en acceso abierto, aunque la producción en revistas nacionales es relativamente baja, lo que indica una preferencia por canales internacionales de comunicación científica.




- Porcentaje de autores según contribución CRediT y género: Basado en artículos de revistas PLOS (2017-2018), el gráfico muestra la distribución de roles científicos que han adoptado mujeres y hombres.




- Producción científica: Entre 2019 y 2024, la región presenta un total de 1,179,539 documentos científicos, con un 54% en acceso abierto y 10,167,552 citas. México creció un 15.7%, Chile un 30.8%, Colombia un 19.83%, Argentina un 10.36% y Perú un notable 130.12%. En 2024, Brasil lidera con 199,238 documentos, seguido por México (119,408), Chile (106,928), Colombia (105,540) y Perú (53,066). La variación total en la región es del 12%, con una colaboración internacional del 38.7%, colaboración nacional del 31% y colaboración institucional del 22%. Estos datos reflejan un aumento sostenido de la producción y una presencia relevante del acceso abierto, aunque con importantes diferencias en crecimiento y colaboración entre países.





- Reflexiones finales: Se subraya la influencia de los modelos de evaluación en la visibilidad de la investigación y el papel de las revistas científicas en la comunicación de la ciencia, destacando la relevancia de las revistas regionales. La colaboración científica se plantea como una herramienta clave para aumentar la visibilidad e impacto, junto con la necesidad de crear o fortalecer infraestructuras abiertas. También se enfatiza la importancia de planificar la investigación y de ampliar la evaluación más allá de las citas. Finalmente, se propone la capacitación en temas como indicadores, selección de revistas y gestión de datos, entre otros, para mejorar las prácticas editoriales y de investigación.

domingo, 17 de agosto de 2025

MÉXICO: bajó 30% la demanda de ingreso a la UNAM

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/2025/08/07/politica/012n1pol



Necesidad de trabajar, entre las causas

Demanda de ingreso a la UNAM bajó 30% en 5 años

Creencia de jóvenes de que cursar una licenciatura ya no impacta en su futuro, otra explicación: Hugo Casanova


Lilian Hernández Osorio
 
Periódico La Jornada
Jueves 7 de agosto de 2025, p. 12

La demanda para ingresar a las carreras que ofrece la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descendió 30 por ciento entre 2020 y 2025, pasando de 290 mil 759 aspirantes hace un lustro a 202 mil 101 en el concurso de selección del ciclo escolar que concluyó este 2025, según datos estadísticos históricos de la institución.

Al respecto, Hugo Casanova Cardiel, especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, detalló que no hay una razón única para explicar el descenso, sino que confluyen factores como la desigualdad y la necesidad de los jóvenes de trabajar en vez de estudiar el nivel superior, falta de motivación y hasta creencias desinformadas de que cursar una licenciatura ya no impacta en su futuro.

Al comparar los aspirantes que se registraron para el concurso de selección de 2020 a 2025, la tendencia ha sido hacia la baja en los cinco años más recientes.

Para el ciclo escolar 2019-2020, 290 mil 759 jóvenes compitieron por un lugar en la UNAM; en 2020-2021, la cifra disminuyó a 266 mil 383, equivalente a 8.3 por ciento en relación con el año anterior.

En el periodo 2021-2022, las solicitudes mostraron de nueva cuenta una disminución. Se inscribieron al examen 215 mil 757 jóvenes, 25.7 por ciento menos que en 2019-2020.

Sin embargo, para los siguientes dos años volvió a incrementarse el número de concursantes, aunque no alcanzaron el nivel de 2019-2020.

Para 2022-2023 hubo 225 mil 983 aspirantes, igual a 22.2 por ciento menos que los registrados en 2020, y para el ciclo 2023-2024 sumaron 227 mil 487, equivalente a 26.7 por ciento menos que en 2020.

Al analizar el descenso en la demanda de ingreso, el coordinador de Reforma Institucional y Prospectiva Universitaria explicó que la desigualdad social y la necesidad de incorporarse al mercado de trabajo son los factores principales por los que no cursan el nivel superior.

“Debemos recordar que ir a la universidad no sólo implica disponer de recursos para libros, traslados y gastos escolares, sino dejar de percibir ingresos y de colaborar en el gasto familiar”, subrayó.

En entrevista con La Jornada, comentó que también influyen la falta de expectativas frente al saber y de su impacto en el mundo del trabajo, falta de motivaciones y hasta de disciplina para el estudio.

“Hoy se habla de interseccionalidad como un concepto que engloba las dimensiones de género, condición social, procedencia étnica, entre otras, y que en su interacción operan de manera negativa generando efectos como la disminución de la demanda en educación superior”, señaló.

Ante esta tendencia de menor demanda, consideró que es necesario atenderla con estrategias políticas que respondan a su complejidad.

viernes, 15 de agosto de 2025

La militarización de Silicon Valley [ Reportaje del NYT: Destacamento 201 con CEOs de OpenAI, Meta, Palatir y Google ]

Publicado en The New York Times
https://www.nytimes.com/2025/08/04/technology/google-meta-openai-military-war.html 



La militarización de Silicon Valley

En un cambio importante, Google, OpenAI, Meta y los capitalistas de riesgo, muchos de los cuales alguna vez habían renunciado a involucrarse en la guerra, han adoptado el complejo militar industrial.


Por Sheera Frenkel
Reportando desde San Francisco y Washington
Publicado el 4 de agosto de 2025

Actualizado el 5 de agosto de 2025

En una ceremonia realizada en junio en el Joint Base Myer-Henderson Hall en Arlington, Virginia, cuatro ejecutivos actuales y anteriores de Meta, OpenAI y Palantir se alinearon en el escenario para prestar juramento de apoyar y defender a los Estados Unidos. El Ejército de los EE. UU. acababa de crear una unidad de innovación técnica para los ejecutivos, quienes vestían equipo y botas de combate. En el evento, fueron nombrados tenientes coroneles de la nueva unidad, el Destacamento 201, que asesorará al Ejército sobre nuevas tecnologías para un posible combate. “Necesitamos desesperadamente lo que hacen bien”, dijo el secretario del Ejército, Daniel Driscoll, sobre los ejecutivos tecnológicos, quienes ya han recibido entrenamiento básico. “No podemos decir lo agradecidos que estamos de que se arriesguen a venir a intentar desarrollar esto con nosotros”




NYT CEOs en uniforme militar.png
Andrew Bosworth, Meta’s chief technology officer; Bob McGrew, an adviser at Thinking Machines Lab and OpenAI’s former chief research officer; Shyam Sankar, Palantir’s chief technology officer; and Kevin Weil, OpenAI’s chief product officer at a military ceremony in June. Staff Sgt. Leroy Council/United States Army

El ejército no solo está cortejando a las empresas tecnológicas de Silicon Valley. En la era del presidente Trump, las ha reclutado con éxito. En los últimos dos años, los líderes e inversores de Silicon Valley, muchos de los cuales alguna vez renunciaron a involucrarse en armas y guerra, se han lanzado de lleno al complejo militar-industrial. Meta, Google y OpenAI, que antes incluían en sus políticas corporativas cláusulas que prohibían el uso de inteligencia artificial en armas, han eliminado dicha cláusula. OpenAI está creando tecnología antidrones, mientras que Meta fabrica gafas de realidad virtual para entrenar a soldados en combate.

Al mismo tiempo, las empresas emergentes de armas y defensa están despegando. Andreessen Horowitz, una firma de capital de riesgo, anunció en 2023 que invertiría 500 millones de dólares en tecnología de defensa y otras empresas que impulsarían el crecimiento de Estados Unidos. Y Combinator, la incubadora de empresas emergentes conocida por impulsar empresas como Airbnb y DoorDash financió su primera empresa emergente de defensa en agosto de 2024. La inversión de capital de riesgo en empresas relacionadas con la defensa aumentó un 33 % el año pasado, alcanzando los 31 000 millones de dólares, según McKinsey.

Este cambio forma parte de un importante cambio cultural en Silicon Valley. Hace una década, las empresas tecnológicas ostentaban lemas como "conectar el mundo" y "no hacer el mal" y se comprometían a no utilizar su tecnología con fines militares. Colaborar con el gobierno estadounidense era tan impopular que los contratos de software y computación en la nube con el Departamento de Defensa alimentaron las protestas de los empleados del sector tecnológico.

Ahora "la situación ha cambiado", declaró Andrew Bosworth, director de tecnología de Meta y uno de los nuevos tenientes coroneles del Destacamento 201, en una conferencia tecnológica celebrada en San Francisco en junio. "Hay un patriotismo mucho más fuerte del que creo que la gente cree en Silicon Valley". Está previsto que cumpla algunos días de servicio en la reserva del Ejército cada año.






A 2020 prototype of augmented reality headgear for soldiers from the U.S. Army. Meta recently said it is making virtual reality glasses with Anduril, a defense tech start-up, to train soldiers for battle. Bridgett Siter/Agence France-Presse, via Us Army/Afp Via Getty Images


La militarización de la capital tecnológica del país se ha visto impulsada por un clima político cambiante, la competencia con China por el liderazgo tecnológico y las guerras en Ucrania y Gaza, donde los drones y los sistemas de armas basados en IA se han vuelto cruciales en los combates. Estas guerras impulsaron al Pentágono a modernizar el arsenal estadounidense, una medida que Trump ha apoyado.


En abril, el Sr. Trump emitió una orden ejecutiva que exigía al ejército actualizar el sistema que utiliza para adquirir nueva tecnología. Su proyecto de ley de política nacional asignó una cifra récord de un billón de dólares a defensa en 2026, incluyendo tecnología como drones autónomos. Los ejecutivos de Silicon Valley y los inversores de capital riesgo esperan con interés esta bonanza.


En abril, el Sr. Trump emitió una orden ejecutiva que exigía al ejército actualizar el sistema que utiliza para adquirir nueva tecnología. Su proyecto de ley de política nacional asignó una cifra récord de un billón de dólares a defensa en 2026, incluyendo tecnología como drones autónomos. Los ejecutivos de Silicon Valley y los inversores de capital riesgo esperan con interés esta bonanza.

“Proteger las democracias es importante”, afirmó Raj Shah, socio director de Shield Capital, una firma de capital de riesgo de San Francisco que invierte en tecnología de defensa y seguridad. “Hay autoritarios perversos que no creen en las fronteras”.

Sin embargo, algunos ejecutivos e ingenieros tecnológicos lidian con los posibles perjuicios de este cambio. Una vez que construyan drones autónomos y armas de IA para el ejército, tendrán poco control sobre cómo se implementa la tecnología. Esto ha generado debates sobre si estas armas avanzadas causarán más muertes que las tradicionales, según afirmaron tres ingenieros de Google y Meta.

“Estas empresas de Silicon Valley son hipercompetitivas y, en su afán por entrar en estos sectores de defensa, no hay mucho que pensar”, dijo Margaret O'Mara, historiadora tecnológica de la Universidad de Washington. 


Arraigado en la defensa La militarización de Silicon Valley es en muchos sentidos un regreso a las raíces de la región.


Antes de que la zona se convirtiera en un epicentro tecnológico, era una tierra bucólica de huertos frutales. En la década de 1950, el Departamento de Defensa comenzó a invertir en empresas tecnológicas de la región, con el objetivo de competir con las ventajas tecnológicas de Rusia durante la Guerra Fría. Esto convirtió al gobierno federal en el primer gran patrocinador de Silicon Valley. 


La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, una división del Departamento de Defensa, posteriormente incubó tecnologías —como internet— que se convirtieron en la base de las empresas más grandes de Silicon Valley. En 1998, los estudiantes de posgrado de Stanford Sergey Brin y Larry Page recibieron financiación de Darpa y otras agencias gubernamentales para crear Google.


Pero a finales de los años 90 y principios de los 2000, las empresas tecnológicas se volcaron hacia la tecnología de consumo, como el comercio electrónico y las redes sociales. Se presentaron como empresas que hacían el bien y democratizaban la tecnología para las masas, atrayendo a una fuerza laboral mayoritariamente liberal que se oponía a colaborar con el sector de defensa.


En 2018, más de 4000 empleados de Google protestaron contra un contrato del Pentágono llamado Proyecto Maven, que habría utilizado la inteligencia artificial de la compañía para analizar las grabaciones de vigilancia de drones. En una carta a los ejecutivos, los empleados afirmaron que Google «no debería estar en el negocio de la guerra».


Google pronto dijo que no renovaría el contrato del Pentágono y se retiró de una carrera por un contrato de computación en la nube de 10 mil millones de dólares llamado JEDI para el Departamento de Defensa.


Ese año, Google publicó los principios rectores para futuros proyectos de IA, prohibiendo el uso de la IA en «armas u otras tecnologías cuyo propósito o implementación principal sea causar o facilitar directamente lesiones a las personas». Otras empresas siguieron su ejemplo con compromisos similares.




In 2018, Google published a guiding principle forbidding A.I. for “weapons or other technologies whose principal purpose or implementation is to cause or directly facilitate injury to people.” Mike Kai Chen for The New York Times


Hubo casos excepcionales. Alex Karp, director ejecutivo de Palantir, una firma de análisis de datos tecnológicos fundada en 2003, estaba tan entusiasmado con la idea de que Silicon Valley asumiera un papel más importante en defensa que demandó al Ejército en 2016 para obligarlo a considerar la compra del software de Palantir. Palantir alegó que el Ejército no estaba considerando opciones comerciales para sus necesidades.


Palantir ganó la demanda. Otras empresas tecnológicas proporcionaron al Departamento de Defensa software y computación en la nube, entre otros servicios.


En 2015, el secretario de Defensa, Ashton Carter, visitó Silicon Valley para inaugurar la Unidad de Innovación de Defensa, un programa militar emblemático para acelerar la adopción de tecnología avanzada. Sin embargo, las empresas emergentes afirmaron que el proceso burocrático para firmar acuerdos con el Pentágono hacía insostenible el programa.


"No éramos tan ágiles como querían ser las personas con las que queríamos conectarnos", reconoció Carter en una conferencia tecnológica de 2016.


Orgulloso de participar después de que las guerras en Ucrania y Gaza trajeron drones autónomos y software de reconocimiento facial a los campos de batalla, los ingenieros y ejecutivos de Silicon Valley dijeron que se dieron cuenta de que ya no era teórico que la próxima guerra la ganarían los militares con las tecnologías más avanzadas.


El clima político también cambió, y algunos ejecutivos e inversores de capital riesgo apoyaron abiertamente las posturas y candidatos de derecha. La competencia con China por la superioridad tecnológica llevó a muchos expertos en tecnología a inclinarse más por el gobierno estadounidense como aliado.


Palantir se convirtió en un modelo para otras empresas tecnológicas. Con contratos con el gobierno y las fuerzas armadas estadounidenses para software que organiza y analiza datos, el valor de mercado de la compañía se disparó a más de 375 000 millones de dólares este mes, superando la capitalización bursátil combinada de contratistas de defensa tradicionales como Lockheed Martin, Northrop Grumman y General Dynamics.


En una carta a los accionistas en mayo, el Sr. Karp dijo que los críticos alguna vez descartaron el interés de Palantir en "armar a los Estados Unidos de América", pero que "algunos dentro del Valle ahora han dado un giro y han comenzado a seguir nuestro ejemplo".


Palantir no respondió a una solicitud de comentarios. Otras empresas de Silicon Valley también se volcaron en el sector de defensa. En enero de 2024, OpenAI, creador del chatbot ChatGPT, eliminó en su página de políticas la cláusula que prohibía el uso de su tecnología para el "desarrollo de armas" y "militares y bélicos". Ese mismo diciembre, la compañía anunció un acuerdo con Anduril, una startup de tecnología de defensa, para desarrollar sistemas de IA antidrones.


Cuando se le pidió un comentario, una portavoz de OpenAI señaló una conversación de abril entre Sam Altman, director ejecutivo de la compañía, y el general Paul M. Nakasone, miembro de la junta directiva de OpenAI y ex director de la Agencia de Seguridad Nacional. 


“Tenemos que involucrarnos, nos enorgullecemos de hacerlo y realmente queremos hacerlo en áreas de seguridad nacional”, afirmó Altman, y añadió que OpenAI contribuiría al desarrollo de la IA cuando “apoyara a Estados Unidos y a nuestros aliados para defender los valores democráticos en todo el mundo y garantizar nuestra seguridad”.


 (The New York Times demandó a OpenAI y a su socio, Microsoft, por violación de derechos de autor de contenido noticioso. Ambas compañías negaron haber actuado mal). 


El año pasado, Meta modificó sus políticas para permitir el uso de sus tecnologías de IA con fines militares. En mayo, la compañía anunció una alianza con Anduril para desarrollar dispositivos de realidad virtual para el entrenamiento de soldados. En aquel momento, el Sr. Bosworth afirmó que la seguridad nacional de Estados Unidos se beneficia enormemente de que la industria estadounidense haga realidad estas tecnologías. 


En febrero, Google también anunció que retiraba su prohibición autoimpuesta del uso de IA en armas. En una entrada de blog, la compañía afirmó que se estaba desarrollando una competencia global por el liderazgo en IA en un panorama geopolítico cada vez más complejo. Creemos que las democracias deberían liderar el desarrollo de la IA. 


Google y Meta declinaron hacer comentarios. 


Un beneficiario de este cambio es Anduril, fundada en 2017 por Palmer Luckey, emprendedor tecnológico que desarrolló las gafas de realidad virtual Oculus. Anduril, que diseña armas basadas en IA, firmó en marzo un contrato de 642 millones de dólares para tecnología antidrones con el Cuerpo de Marines, y en octubre un contrato de 250 millones de dólares para el desarrollo de tecnología de defensa aérea para el Departamento de Defensa. En junio, Anduril anunció la obtención de 2.500 millones de dólares en nueva financiación, con una valoración de 30.500 millones de dólares. La empresa declinó hacer comentarios



Palmer Luckey, the founder of Anduril, which designs A.I.-backed weapons. The company is working with Meta and other tech giants. Philip Cheung for The New York Times


 La aceptación de la defensa se vio reforzada por el alistamiento de cuatro ejecutivos tecnológicos en la nueva unidad del ejército en junio. Se trataba del Sr. Bosworth de Meta, el director de tecnología de Palantir, Shyam Sankar, el director de producto de OpenAI, Kevin Weil, y Bob McGrew, asesor de Thinking Machines Lab y exdirector de investigación de OpenAI. El ejército había contactado al Sr. Sankar con motivo de la unidad, quien recomendó a los demás ejecutivos, según declaró un portavoz del ejército.


'Un ciclo de exageración' 


Cuando Billy Thalheimer asistió a una sesión en la incubadora de empresas emergentes de Silicon Valley Y Combinator en 2021, se vio a sí mismo como un inadaptado.


Como director ejecutivo de Regent, empresa que construye planeadores marinos eléctricos para fines militares y de otro tipo, afirmó haber observado "un verdadero estigma contra la tecnología de defensa". Otras startups de Y Combinator promocionaban proyectos de criptomonedas, recuerda el Sr. Thalheimer. 


Ahora hay cientos de empresas emergentes centradas en la tecnología de defensa, afirmó. «Está claro que estamos en un ciclo de euforia», añadió. 


Desde 2023, Regent ha recaudado más de 100 millones de dólares de inversores como Mark Cuban y Peter Thiel. En marzo, la empresa firmó un contrato de 15 millones de dólares con el Cuerpo de Marines y está construyendo una fábrica en Rhode Island. 


En Hayward, California, la producción se ha intensificado en la fábrica de Skydio, una empresa de drones autónomos. En junio, la startup firmó un contrato de 74 millones de dólares con el Departamento de Estado para suministrar drones a las fuerzas de seguridad y la lucha contra el narcotráfico a nivel mundial. 


Adam Bry, fundador de Skydio en 2014, afirmó que se ha producido un cambio radical en la rapidez con la que el ejército satisface la necesidad de nuevas tecnologías. Firmar su primer contrato para suministrar drones al ejército le llevó tres años, pero un nuevo contrato este año para continuar suministrándolos tardó menos de un mes. 


"Por primera vez, vemos un verdadero sentido de urgencia", dijo el Sr. Bry. Skydio, que ha recaudado 230 millones de dólares, cuenta con más de 800 empleados. 


La estrecha relación de Silicon Valley con el sector de defensa quedó patente en marzo, cuando cientos de personas se reunieron en Washington para una cumbre organizada por Andreessen Horowitz. La firma de capital de riesgo destacó su programa "American Dynamism", que incluye inversiones en empresas de defensa.


“Invertir en tecnología de defensa es necesario y urgente”, declaró David Ulevitch, socio general de Andreessen Horowitz. “La superioridad tecnológica es un requisito para una democracia sólida”. 


El orador destacado fue el vicepresidente JD Vance, un ex capitalista de riesgo que una vez invirtió en Anduril. 


“No deberíamos temer a las nuevas tecnologías productivas; de hecho, deberíamos intentar dominarlas”, dijo el Sr. Vance. “Eso es, sin duda, lo que esta administración quiere lograr”. 


Sheera Frenkel es una reportera radicada en el Área de la Bahía de San Francisco que cubre las formas en que la tecnología impacta la vida cotidiana con un enfoque en las empresas de redes sociales, incluidas Facebook, Instagram, Twitter, TikTok, YouTube, Telegram y WhatsApp


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The Militarization of Silicon Valley

In a major shift, Google, OpenAI, Meta and venture capitalists — many of whom had once forsworn involvement in war — have embraced the military industrial complex.


By Sheera Frenkel

Reporting from San Francisco and Washington

Published Aug. 4, 2025Updated Aug. 5, 2025

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In a ceremony in June at Joint Base Myer-Henderson Hall in Arlington, Va., four current and former executives from Meta, OpenAI and Palantir lined up onstage to swear an oath to support and defend the United States.

The U.S. Army had just created a technical innovation unit for the executives, who were dressed in combat gear and boots. At the event, they were pronounced lieutenant colonels in the new unit, Detachment 201, which will advise the Army on new technologies for potential combat.

“We desperately need what they are good at,” Secretary of the Army Daniel Driscoll said of the tech executives, who have since undergone basic training. “It’s an understatement how grateful we are that they are taking this risk to come and try to build this out with us.”

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Andrew Bosworth, Meta’s chief technology officer; Bob McGrew, an adviser at Thinking Machines Lab and OpenAI’s former chief research officer; Shyam Sankar, Palantir’s chief technology officer; and Kevin Weil, OpenAI’s chief product officer at a military ceremony in June.Credit...Staff Sgt. Leroy Council/United States Army

The military is not just courting Silicon Valley tech companies. In the age of President Trump, it has successfully recruited them.

Over the past two years, Silicon Valley’s leaders and investors — many of whom had once forsworn involvement in weapons and war — have plunged headfirst into the military industrial complex. Meta, Google and OpenAI, which once had language in their corporate policies banning the use of artificial intelligence in weapons, have removed such wording. OpenAI is creating anti-drone technology, while Meta is making virtual reality glasses to train soldiers for battle.

At the same time, weapons and defense start-ups are taking off. Andreessen Horowitz, a venture capital firm, said in 2023 that it would invest $500 million in defense technology and other companies that would help America “move forward.” Y Combinator, the start-up incubator known for hatching companies like Airbnb and DoorDash, funded its first defense start-up in August 2024. Venture capital investment in defense-related companies surged 33 percent last year to $31 billion, according to McKinsey.

U.S.A.: Los trabajadores de Microsoft ocupan la sede central en protesta por los vínculos de la empresa con el ejército israelí ( The Guardian )

Publicado en The Guardian https://www.theguardian.com/technology/2025/aug/19/microsoft-workers-protest-washington-israel Los trabajadores de...