lunes, 17 de julio de 2023

Políticas nacionales de ciencia y tecnología y evaluación científico-académica ¿no deberían ir de la mano?

Políticas nacionales de ciencia y tecnología y evaluación científico-académica ¿no deberían ir de la mano?



Viviana Martinovich
Editora ejecutiva, revista científica Salud Colectiva; directora editorial, colección de libros Cuadernos del ISCo; docente-investigadora, Instituto de Salud Colectiva, Universidad Nacional de Lanús.


Durante más de 200 años, las revistas científicas han sido el dispositivo central del diálogo integrador y cosmopolita de las ciencias. Pero desde la segunda mitad del siglo XX, gobiernos de distintas latitudes y colores políticos adoptaron ciertas reglas del libre mercado creadas por grandes monopolios industriales, y asociaron la evaluación de la producción escrita de las ciencias a indicadores de “calidad” científica creados a medida para asegurar el primado del complejo científico-industrial de países industrializados, por lo que el artículo científico y, por ende, las propias investigaciones se tornaron moneda de cambio para un ascenso meritocrático, y se distanciaron de las políticas nacionales de ciencia y tecnología. En este contexto, diversas instituciones y países –como China, Francia y la Comisión Europea– comenzaron a promover el abandono de los indicadores de citación corporativos para privilegiar las agendas científicas nacionales y el impacto social de las investigaciones. ¿Qué posición van a adoptar los gobiernos de los países de América Latina? ¿Seguirán escuchando al ala más conservadora de la comunidad científica?

Que estamos en un momento de cambios, no hay duda. Hacia dónde va el cambio, está por verse. Pero lo cierto es que universidades, sociedades científicas, organismos de financiamiento, directoras y directores de revistas científicas, de más de 140 países se han proclamado en contra de los actuales sistemas de evaluación de las ciencias y adhirieron a la Declaración de San Francisco sobre la evaluación de la investigación (DORA) (1), que considera que “el contenido científico de un artículo es mucho más importante que las métricas de publicación o la identidad de la revista en la que fue publicado”. ¿Qué significa esto?

Cuando una investigadora o un investigador se presentan a alguna de las tantas instancias de evaluación, por ejemplo, para obtener una beca, ingresar a un doctorado, obtener fondos para una investigación o conseguir una promoción dentro de la carrera de investigación, uno de los ítems que más peso tiene en gran parte de los países del mundo son los artículos que publicó y en qué revistas publicó esos trabajos. 

Pero esto no es nuevo: a lo largo de varios siglos, el artículo científico fue un elemento central del sistema de comunicación de las ciencias y, además, una carta de presentación. En Argentina, por ejemplo, en la década de 1870, cuando Sarmiento le pidió al naturalista alemán Germán Burmeister que use sus contactos para traer profesores de Alemania, al presentar el listado de potenciales profesores, enumeró los artículos que cada uno de ellos habían publicado en revistas científicas de la época.

Esta práctica no es la que está en cuestionamiento. Lo que está en discusión es la intromisión de la lógica de mercado en la estratificación de las ciencias a través de indicadores de “calidad” científica, que comienzan a imponerse luego de la Segunda Guerra Mundial (2). Durante los últimos 70 años, un puñado de corporaciones consolidaron un engranaje financiado por las grandes industrias químicas, alimentarias, farmacéuticas, etc., para validar científicamente sus productos a través de ciertas revistas consideradas “internacionales”, de manera que las revistas editadas por fuera de ese esquema industrial quedaran en el imaginario colectivo como revistas “emergentes” o “nacionales”, asignándole a la palabra “nacional” un carácter altamente peyorativo (3). 

Estados fuertes y débiles, Estados ricos y pobres, nortes y sures, gobiernos de derecha y gobiernos progresistas, todos compraron un esquema de evaluación basado en indicadores definidos por las mismas corporaciones que obtenían grandes ganancias, lo que fomentó un modelo de ciencia jerárquico, individualista, altamente competitivo y mercantilista. La política científica mundial parecía seguir las reglas del libre mercado y operar exclusivamente con indicadores de “calidad” científica creados a medida para asegurar el primado de un puñado de compañías, sin ningún tipo de intervención de las políticas estatales en ciencia y tecnología de cada país. 

Hace varios años atrás, decíamos que el movimiento de acceso abierto tenía la potencialidad de restituir la dimensión política al interior de un campo científico altamente mercantilizado (4). Y eso es lo que comenzó a ocurrir: esas prácticas, que fueron sostenidas y avaladas por gran parte de la comunidad científica durante años, comenzaron a ser cuestionadas fuertemente desde su núcleo central. Premios Nobel como Joseph Goldstein, Peter Doherty, Paul Nurse, Bruce Beutler (5), o Randy Schekman (6), expresaron públicamente los efectos nocivos de la competencia por las métricas; instituciones como el Consejo de Investigación del Reino Unido, la Organización Europea de Biología Molecular, la Sociedad Americana de Microbiología, la Unión Matemática Internacional (7), Wellcome Trust, entre tantas otras, comenzaron a hacer público su rechazo.

Si bien los cimientos habían comenzado a resquebrajarse, no se lograban imprimir cambios en las instancias de decisión política, que seguían relegando la toma de decisiones en manos del sector más conservador de la comunidad científica.

Sin embargo, desde que China publicó las nuevas políticas de financiación y evaluación de la investigación (8), como efecto cascada, varios países europeos y entidades que representan a la Unión Europea han seguido su camino y han decidido romper con los criterios de evaluación utilizados hasta el momento, para comenzar a delinear políticas más sustentables en términos económicos, que mejoren las formas en que se evalúan los resultados de investigación académica haciendo un esfuerzo por múltiples vías para hacer que la investigación sea más diversa, plural, transparente, cooperativa y colaborativa. 

Como señalan Shu, Liu y Larivière, China en la década de 1990 había apostado a crecer dentro de la lógica del sistema estadounidense, centrado en la alta productividad de artículos publicados en revistas indizadas en Web of Science (9). Según Matthias Wahls, este proyecto se enmarcó en una política global que China lanzó en 2004-2005 para exportar al mundo su cultura, su idioma y sus líneas de Investigación y Desarrollo. En este marco, conquistar la industria editorial y lograr publicar más trabajos que EEUU, fueron algunos de los tantos vehículos para lograr sus objetivos, que fueron acompañados del envío de multitudes de estudiantes e investigadores a universidades occidentales, y de la firma de acuerdos de cooperación académica (10). A la par de un crecimiento exponencial de su economía, según datos del National Science Board (11), las publicaciones de China casi se quintuplicaron en el período 2003-2018 y, como resultado, la producción de China, en términos de cantidad absoluta, superó a la de EEUU. China logró este crecimiento a través del otorgamiento de incentivos financieros y mayores fondos de investigación a quienes lograran publicar sus investigaciones en revistas indizadas en Web of Science (Core Collection), con la idea de lograr el liderazgo de China en la ciencia global (9). 

Sin embargo, cuando China llegó a la cima y analizó los resultados de su política, dio un giro en dirección diametralmente opuesta. Los cambios que propusieron las nuevas políticas emitidas de forma conjunta por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Ministerio de Educación de China desarticulan en parte el esquema mercantilista y promueven el diálogo internacional desde una lógica más soberana. Como señala Jie Xu (12), para quienes soliciten financiamiento o se postulen a convocatorias a nivel nacional, las nuevas políticas de China establecen un máximo de cinco trabajos representativos, de los cuales, al menos un tercio, deben publicarse en revistas chinas.

Este nuevo plan reemplaza, por un lado, la idea hiperproductivista, dado que ni la cantidad de artículos publicados, ni el factor de impacto de las revistas en las que se publiquen los trabajos representativos se podrán utilizar como medida de desempeño o capacidad investigadora; y, por otro, alienta la publicación en revistas editadas en China, para lo cual se prevé apoyo financiero para el desarrollo de estas revistas.

En línea con los nuevos lineamientos de la política China, en 2021, Francia publicó el 2.° Plan Nacional para la Ciencia Abierta, cuya propuesta es apoyar “la bibliodiversidad para que la comunidad científica recupere el control del sistema editorial”(13). Según Frédérique Vidal, ministra de Educación Superior, Investigación e Innovación de Francia, para lograr este objetivo:

“…se deben inventar nuevas reglas de juego, incluidas las de construcción de un nuevo modelo económico para la publicación científica. En este sentido, es fundamental apoyar modelos editoriales diversos, sostenibles y globalmente viables. Para ello, se creará un fondo dedicado a la publicación científica abierta, dirigido por el Comité de Ciencia Abierta” (14). 

La propuesta francesa, al igual que la de China, es apoyar a las revistas editadas por universidades y sociedades científicas de sus propios países. Siguiendo esta línea, el Consejo Europeo de Investigación (15), que en 2022 distribuyó 2.400 millones de euros para financiar proyectos de investigación de la Unión Europea, anunció la modificación de los criterios de evaluación para el otorgamiento de los fondos, y convocó a desestimar las métricas corporativas como el “factor de impacto” y asumir que el contenido científico de un artículo es mucho más importante que las métricas de publicación o la identidad de la revista en la que fue publicado. Tal como expresa el informe, “la amplia implementación de los criterios de evaluación de la investigación que integran los principios de DORA es la clave para una transición equitativa a la ciencia abierta”(15).

En los Países Bajos, en 2021, la Universidad de Utrecht expresó públicamente su decisión de no tener en cuenta el factor de impacto como medida estándar del éxito científico, para todas las decisiones de contratación y promoción. En palabras de Paul Boselie, “se ha convertido en un modelo muy dañino que va más allá de lo que es realmente relevante para la ciencia y lo que debería promover la ciencia”, por lo que se propone un mayor compromiso con el trabajo en equipo y con la ciencia abierta (16). 

Y aquí es donde nos paramos a aplaudir de pie. Finalmente, quienes hace años vienen discutiendo el modelo de evaluación y circulación de las ciencias lograron incluir el tema en la agenda política, y las instancias políticas comenzaron a tomar decisiones en esa línea. 

Ahora bien, una de las particularidades del campo científico es que es ecosistémico. Las conversaciones de las ciencias son internacionales. Las comunidades científicas suelen dialogar con formulaciones teóricas y metodológicas surgidas en diversas regiones del planeta, y no solo en las ciencias duras: las desigualdades, las relaciones asimétricas de poder, la discriminación, el sufrimiento y la exclusión de grandes sectores de la población, la persistencia de las llamadas enfermedades “postergadas” son temas que atraviesan a todos los continentes. Así es como grupos de investigación de España, México, Francia o Rusia, por ejemplo, publican en revistas argentinas, y viceversa. Pero cada persona es evaluada bajo los parámetros establecidos por la institución en la que trabaja o por las políticas del país en el que se inserta esa institución. Los equipos de investigación que soliciten fondos de investigación son evaluados, a su vez, sobre la base de las políticas de la entidad financiadora. Por lo tanto, las políticas que se adopten en un país o en una institución repercuten en las revistas científicas de otros países. 

En este sentido, si bien las nuevas políticas europeas beneficiarían a las revistas editadas en América Latina, cuyo modelo de publicación se alinea desde hace años con los valores de la ciencia abierta ¿qué posición van a adoptar los propios gobiernos de los países de América Latina?, ¿seguirán escuchando al ala más conservadora de la comunidad científica, que defiende modelos jerárquicos y meritocráticos, en los que la validación científica queda en manos de un grupo de corporaciones con grandes intereses económicos, sin importar el daño que este modelo ocasiona a la creatividad científica, a la innovación y a la diversidad de perspectivas?, ¿seguirán avalando el desfinanciamiento de las revistas científicas editadas en sus propios países? 

En el caso de Argentina, existe una disociación entre los lineamientos de la política de ciencia y tecnología abocada, entre otros aspectos, a “fortalecer las capacidades para realizar ciencia de calidad orientada por agendas enfocadas en la realidad social y productiva de la Argentina y de los países de la región” (17), y la política de evaluación de la investigación científico-académica, abandonada a las lógicas tecnocráticas. Mientras la política en ciencia y tecnología se aborda en términos políticos, la política de evaluación de la investigación opera en términos corporativos y, en consecuencia, se produce una gran desarticulación entre lo que se estimula investigar –y, sobre todo, publicar– y los problemas y los actores con los que las ciencias podrían dialogar.

Mientras en los lineamientos de las políticas nacionales de ciencia y tecnología se propone “multiplicar los procesos de aprendizaje y acumulación de capacidades institucionales, organizacionales y tecnológicas, de coordinación con el sector productivo, de transferencia y extensión y de incentivo a la creación de pymes tecnológicas” (17), en el área de publicaciones se sigue estimulando el desfinanciamiento de las revistas científicas editadas en el país y la exportación de divisas para sumar dividendos a la industria editorial científica transnacional (18).

Quebrar el statu quo actual implicaría, por un lado, un cambio en la cultura de evaluación: salir de modelos jerárquicos, meritocráticos e individualistas, para empezar a privilegiar la creatividad científica, la innovación, la investigación colaborativa y, sobre todo, la diversidad de perspectivas. Pero, por otro lado, se deberían potenciar revistas con capacidad de generar diálogos internacionales y de disputar el capital simbólico que hoy detentan las revistas de la industria editorial científica, lo cual demanda desarrollos tecnológicos y de experticias para la apropiación de esos desarrollos que podrían ser financiados de forma centralizada para todas las revistas editadas en el país (19).

En el escenario actual, las nuevas iniciativas en materia de publicaciones se deciden de forma desarticulada respecto del gran conjunto de actores implicados en el problema. Reuniones acotadas a un grupo de personas, que no necesariamente representan a colectivos organizados, terminan implementando lineamientos generales totalmente desconocidos por las personas destinatarias de esas políticas. 

Para producir un cambio real es necesario restituir la dimensión política. Como señala Gadamer, “el concepto de la técnica ha desplazado al de la praxis, o dicho de otro modo, la competencia del experto ha desplazado a la razón política” (20). Al anular la razón política de las áreas de evaluación científica, la racionalidad técnica se torna en sí misma la racionalidad de la acción social. De este modo, las instancias gubernamentales dejan de operar políticamente y ese retroceso permite el avance de la lógica tecnocrática de la mano de la racionalidad técnica (21). Revertir esta dinámica y restituir la dimensión política demanda empezar a discutir en las universidades, en los institutos de investigación, en las carreras de grado y posgrado, en los hospitales y en todos los ámbitos en los que se realicen investigaciones, los porqués y los paraqués se investiga y se pone a circular esa investigación en el plano narrativo, de manera de conformar colectivos con capacidad de disputar otras lógicas.

Referencias
1. DORA. Declaración De San Francisco Sobre La Evaluación De La Investigación [Internet]. DORA. 2022 [citado 10 de marzo de 2023]. Disponible en: https://sfdora.org/read/read-the-declaration-espanol/
2. Martinovich V. Indicadores de citación y relevancia científica: Genealogía de una representación. Dados. 2020;63(2):e20190094. 
3. Martinovich V. Los dueños de la ciencia. Anfibia [Internet]. 2017; Disponible en: http://revistaanfibia.com/ensayo/los-duenos-de-la-ciencia/
4. Martinovich V. La dimensión política del acceso abierto: ¿el conocimiento como bien público o como mercancía? Salud Colectiva. 2015;11(3):297. 
5. The research counts, not the journal! [Internet]. 2017 [citado 10 de marzo de 2023]. (Nobel Prize). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=6MQ8R0OyvyQ
6. Schekman R. How journals like Nature, Cell and Science are damaging science. The Guardian [Internet]. 2013 [citado 3 de enero de 2017]; Disponible en: https://www.theguardian.com/commentisfree/2013/dec/09/how-journals-nature-science-cell-damage-science
7. Adler R, Ewing J, Taylor P. Citation statistics [Internet]. International Mathematical Union, International Council of Industrial and Applied Mathematics, Institute of Mathematical Statistics; 2008. Disponible en: https://www.mathunion.org/fileadmin/IMU/Report/CitationStatistics.pdf
8. Zhang L, Sivertsen G. The New Research Assessment Reform in China and Its Implementation. Scholarly Assessment Reports. 2020;2(1):3. 
9. Shu F, Liu S, Larivière V. China’s Research Evaluation Reform: What are the Consequences for Global Science? Minerva. 2022;60(3):329–47. 
10. Tao T. Guest Post — The Emergence of Chinese STM Publishers: Threat or Opportunity? An Interview with Matthias Wahls [Internet]. The Scholarly Kitchen. 2019 [citado 10 de marzo de 2023]. Disponible en: https://scholarlykitchen.sspnet.org/2019/11/19/guest-post-the-emergence-of-chinese-stm-publishers-threat-or-opportunity-an-interview-with-matthias-wahls/
11. National Science Board. Science & Engineering Indicators [Internet]. Alexandria: National Science Foundation; 2018. Disponible en: https://www.nsf.gov/statistics/2018/nsb20181/assets/nsb20181.pdf
12. Xu J. Guest Post — How China’s New Policy May Change Researchers’ Publishing Behavior [Internet]. The Scholarly Kitchen. 2020 [citado 10 de marzo de 2023]. Disponible en: https://scholarlykitchen.sspnet.org/2020/03/03/guest-post-how-chinas-new-policy-may-change-researchers-publishing-behavior/
13. Ministére de l’Enseignement Supérieur et de la Recherche. Le Plan national pour la science ouverte 2021-2024 : vers une généralisation de la science ouverte en France | enseignementsup-recherche.gouv.fr [Internet]. Ministére de l’Enseignement Supérieur et de la Recherche. 2021 [citado 10 de marzo de 2023]. Disponible en: https://www.enseignementsup-recherche.gouv.fr/fr/le-plan-national-pour-la-science-ouverte-2021-2024-vers-une-generalisation-de-la-science-ouverte-en-48525
14. Vidal F. Lettre de la science ouverte | numéro 1 [Internet]. Ministére de l’Enseignement Supérieur et de la Recherche. 2021 [citado 10 de marzo de 2023]. Disponible en: https://www.ouvrirlascience.fr/wp-content/themes/coso2021/lettresinfo/lettre1.html
15. European Research Council. ERC plans for 2022 announced [Internet]. European Research Council; 2021. Disponible en: https://erc.europa.eu/news/erc-2022-work-programme
16. Woolston C. Impact factor abandoned by Dutch university in hiring and promotion decisions. Nature. 2021;595(7867):462. 
17. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 [Internet]. Buenos Aires: Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; 2020. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/plan_cti_2030_-_documento_preliminar_septiembre_2020.pdf
18. Martinovich V, Spinelli H. Barajar y dar de nuevo [Internet]. El Cohete a la Luna. 2020 [citado 10 de marzo de 2023]. Disponible en: https://www.elcohetealaluna.com/barajar-y-dar-de-nuevo/
19. Martinovich V. Covid-19 y dependencia científica. El Cohete a la Luna [Internet]. 2020 [citado 8 de diciembre de 2021]; Disponible en: https://www.elcohetealaluna.com/covid-19-y-dependencia-cientifica/
20. Gadamer HG. Verdad y método. 11a ed. Salamanca: Ediciones Sígueme; 2005. 
21. Martinovich V. Ciencia abierta en América Latina: repensar la interdependencia dinámica entre las ciencias y la sociedad. Revista Espacios. 2021;42(24):1–14. 

FRANCIA - CNRS: Costes de publicación (APCs) - "estamos al borde del abismo"

Publicado en CNRS
https://www.cnrs.fr/en/cnrsinfo/publication-costs-we-are-edge-abyss 


Costes de publicación - "estamos al borde del abismo"


22 de junio de 2023

INVESTIGACIÓN


Cada vez más artículos científicos se publican en acceso abierto inmediato mediante el pago de tasas de publicación o tasas de procesamiento de artículos (APC). También hay otras formas de tasas de publicación que van en aumento con la creación de nuevas tasas y todo ello está poniendo a prueba los presupuestos de investigación. Alain Schuhl, Director General Adjunto de Ciencia del CNRS, analiza este preocupante fenómeno.


¿Cómo valora la situación de las tasas de tramitación de artículos?


Alain Schuhl: Actualmente observamos un doble aumento. En primer lugar, las tarifas unitarias de los APC aumentan constantemente. En segundo lugar, ha aumentado el número de artículos publicados tras el pago de las tasas de publicación. Los importes dependen del ámbito científico, pero el aumento afecta a todas las disciplinas. Estas tendencias mundiales y nacionales también se reflejan en el CNRS.


En términos tangibles, ¿cuáles son los importes reales que se pagan?


A. S.: En 2020, el CNRS pagó más de 3 millones de euros en APC, frente a los 1,8 millones de 2017. Un reciente estudio prospectivo realizado en Francia por el Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación indica que Francia pagará casi 30 millones de euros en APC en 2020. El mismo estudio sugiere que, a este ritmo de aumento, Francia podría estar pagando 50 millones de euros en APC en 2030 o incluso casi 200 millones de euros si todas las publicaciones científicas han cambiado al modelo de autor-paga para entonces. Esta cantidad es muy superior al presupuesto del modelo basado en suscripciones, que ya es excesivamente caro.


Además de estos 3 millones de euros, podemos observar que el CNRS pagó cerca de 1,3 millones de euros en concepto de otros tipos de tasas, como "gastos de color" (para mostrar imágenes en color) o "gastos de página" más generales. Además, los editores parecen tener una imaginación sin límites a la hora de idear nuevas tasas: "tasas de presentación", "tasas de revisión rápida", "tasas de acceso abierto diferido", etc. La tendencia actual es, por tanto, preocupante y debemos poner freno a esta espiral descendente.NRS.


¿A qué editoriales paga más el CNRS?


A. S.: El principal editor es, con diferencia, el grupo Springer Nature. Esto se debe en particular al éxito de sus dos mega-revistas Scientific Reports (actualmente un APC de 2090 euros por artículo) y Nature Communications (actualmente un APC de 5190 euros por artículo).


A continuación, hemos observado un aumento significativo de las sumas pagadas a dos editores nativos de acceso abierto, Frontiers Media y MDPI (Multidisciplinary Digital Publishing Institute). Estas dos editoriales son las que han registrado el aumento más acusado del gasto en APC en los últimos cuatro años. Hemos observado un aumento del 139% en las tasas pagadas a Frontiers Media y del 746% en el caso de MDPI2 , cuyas tasas medias de APC por artículo son ahora aproximadamente las mismas que las de Springer Nature.


Pero todas las grandes editoriales científicas, como Elsevier, Wiley, IEEE, la American Chemical Society, etc., han aumentado sus tarifas.


Se habla mucho de la publicación depredadora. ¿Afecta esto al CNRS?


A. S.: Al ofrecer a los autores la posibilidad de ser publicados a cambio de una remuneración, el sistema "el autor paga" ha aumentado las posibilidades de publicar investigaciones, lo que es la antítesis de toda noción de ética o integridad científica. Ha allanado el camino para la aparición de una edición depredadora basada en un modelo económico que fomenta la existencia de una carrera por publicar. Se contraponen así dos sistemas contradictorios: por un lado, un sistema financiero orientado al beneficio y, por otro, un sistema de validación científica destinado a mejorar el estado del conocimiento. Peor aún, si las prácticas depredadoras siguen extendiéndose en la edición, podría bastar con que los autores pagaran por publicar sin ninguna garantía de la calidad científica de los resultados de su trabajo. Los organismos de evaluación de la investigación deben ser conscientes de ello.


La publicación depredadora es un problema real y los investigadores no están a salvo de ella, aunque sólo sea porque con frecuencia se les solicita que publiquen, forman parte de los comités de revisión por pares de estas revistas o se les pide que dirijan un número especial. Entre las prácticas depredadoras más comunes podemos citar una revisión por pares chapucera o incluso inexistente, tasas de aceptación de manuscritos muy elevadas, plazos de entrega anormalmente rápidos entre la presentación y la aceptación de un manuscrito, un frenesí de lanzamientos de números especiales, el robo de nombres de revistas existentes, la usurpación de identidad, etcétera. Los científicos deben estar muy atentos a estas prácticas. Algunos organismos de evaluación de la investigación ya las tienen en cuenta y eliminan las revistas depredadoras de las listas de publicación de los investigadores o incluso consideran negativamente la publicación en revistas depredadoras.


Sin embargo, la cuestión se complica por el hecho de que muchas revistas se encuentran en una especie de zona gris en la que no son ni completamente fraudulentas ni completamente honestas.


¿Qué puede decirnos sobre Frontiers Media y MDPI más concretamente?


A. S.: Son ejemplos típicos de las editoriales de acceso abierto a las que debemos estar atentos aunque sólo sea por sus prácticas para animar a los investigadores a publicar, por la cantidad de nuevas revistas que lanzan al mercado y por los breves plazos que ofrecen entre el envío de un artículo y su aceptación. Desde hace algunos años, MDPI y Frontiers Media también se distinguen por el volumen de sus números especiales.


MDPI se ha convertido en pocos años en el tercer editor mundial por número anual de artículos. Para el CNRS, es ya el cuarto editor en número de artículos publicados por nuestras unidades de investigación y el segundo en importe de APC pagados. La dinámica de crecimiento de Frontiers Media es similar y sus prácticas editoriales también son comparables.


Los investigadores tienen derecho a publicar en la revista de su elección, pero les animamos a que estén especialmente atentos a las prácticas editoriales de las revistas a las que envían sus manuscritos. Herramientas como Compass to Publish, creada en la Universidad de Lieja, y Think Check Submit permiten a los investigadores informarse sobre esta cuestión.


¿Qué efectos tendrá esto en la evaluación de la investigación científica?

Se trata sin duda de la iniciativa más importante de nuestra actuación en este ámbito. Las prácticas de los investigadores cambiarán si se dan cuenta de que la evaluación de su trabajo científico sólo tiene en cuenta su calidad y los avances reales en el conocimiento que su trabajo contiene y prescinde totalmente de criterios cuantitativos.


Reformar la evaluación de la investigación es esencial si queremos pasar con éxito a una ciencia mejor que necesariamente tiene que ser abierta. Es evidente que el CNRS ha adoptado una política voluntarista al respecto, modificando los formularios de evaluación de los investigadores y también ahora los requisitos de las solicitudes de ingreso en el CNRS. Para ser plenamente eficaz, esta acción debe inscribirse en una dinámica internacional. Por este motivo, en 2022 el CNRS contribuyó a la creación de la Coalición internacional para el avance de la evaluación de la investigación (CoARA) (Coalition for Advancing Research Assessment (CoARA)), dedicada a la reforma de la evaluación de la investigación y formada por universidades, organizaciones de investigación, sociedades académicas, etc. El CNRS participa activamente como uno de los miembros fundadores (one of the founding members) y Sylvie Rousset, Directora del Departamento de Datos Abiertos de Investigación (DDOR), ha sido elegida miembro del consejo de CoARA.


¿Cuáles cree que son las perspectivas de futuro de la edición científica?

A. S.: El sistema actual está sustituyendo las desigualdades en el acceso de las personas a la literatura científica, mantenidas por el sistema de suscripciones, por desigualdades en la capacidad de los investigadores para publicar artículos científicos. Sólo los equipos con un presupuesto suficiente podrán elegir dónde publicar, lo que agravará aún más las desigualdades Norte-Sur. Actualmente nos encontramos al borde del abismo porque las suscripciones siguen existiendo y el pago de APCs está cada vez más extendido. De nosotros depende no dar ese paso más hacia el precipicio. Si todas las publicaciones pasaran al acceso abierto inmediato con APCs, dados los recursos presupuestarios que esto ya requiere, este modelo no sería sostenible financieramente. Como dije en abril de 2022 (As I said in April 2022), el acceso abierto no puede reducirse a pagar por publicar.


Notas


Antoine Blanchard, Diane Thierry, Maurits van der Graaf, Retrospective and prospective study of the evolution of APC costs and electronic subscriptions for French institutions, Comité para la Ciencia Abierta, 2022. (hal-03909068)


Aumentos observados en el CNRS sobre sus gastos para 2020 en comparación con los gastos de la organización en 2017.


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Publication costs – "we are on the edge of the abyss"

June 22, 2023

RESEARCH

Increasingly scientific articles are published in immediate open access through the payment of publication fees or article processing charges (APCs). There are also other forms of publication charges which are on the increase with new fees being created and all of this is putting a strain on research budgets. Alain Schuhl, the Deputy CEO for Science at the CNRS, dissects this rather worrying phenomenon.

What is your assessment of the situation with article processing charges?
Alain Schuhl: We are currently observing a dual increase. Firstly, the unit rates of APCs are rising steadily. Secondly, there has been an increase in the number of articles published following the payment of publication fees. The amounts involved depend on the scientific field but the increase concerns all disciplines. These worldwide and national trends are also reflected at the CNRS.

In tangible terms, what are the actual amounts being paid?
A. S.: In 2020 the CNRS paid over €3 million in APCs compared with €1.8 million in 2017. A recent prospective study in France run by the French Ministry of Higher Education and Research1  reported that France paid almost €30 million in APCs in 2020. The same study suggests that at this rate of increase France could be paying €50 million in APCs by 2030 or even nearly €200 million if all scientific publications have switched to the author-pays model by then. This amount is far higher than the budget of the subscription-based model which is already excessively expensive.

As well as these €3 million, we can observe that the CNRS paid nearly €1.3 million in other types of fees such as 'colour charges' (to display images in colour) or more general 'page charges'. Moreover, publishers seem to have a limitless wealth of imagination when it comes to coming up with new charges - 'submission charges', 'fast review charges', 'delayed Open Access charges' and so on. The current trend is therefore worrying and we need to put a brake on this downward spiral.

Which publishers does the CNRS pay the most charges to?
A. S.: The leading publisher is by far the Springer Nature group. This is particularly due to the success of its two mega-journals Scientific Reports (currently a €2090 APC per article) and Nature Communications (currently a €5190 APC per article).

Next, we have observed a significant increase in the sums paid to two native open access publishers, Frontiers Media and MDPI (Multidisciplinary Digital Publishing Institute). These two publishers account for the most marked increase in APC expenditure in the last four years. We observed a 139% increase in charges paid to Frontiers Media and 746% for MDPI2  whose average APC charges per article are now around the same as Springer Nature's.

But all the major scientific publishers like Elsevier, Wiley, IEEE, the American Chemical Society and so on have increased their charges.

We hear a lot about predatory publishing. Does this affect the CNRS?
A. S.: By offering authors the possibility of being published in return for a fee, the author-pays system has increased the possibility of publishing research and this is the antithesis of all notions of scientific ethics or integrity. It paved the way for the emergence of predatory publishing based on an economic model that encourages the existence of a race to publish. This brings two contradictory systems into opposition - a financial system geared towards profit on one side and a scientific validation system intended to improve the state of knowledge on the other. Worse still, if predatory practices continue to creep further into publishing, it could suffice for authors to pay to be published with no guarantee of the scientific quality of the results of their work. Research assessment bodies really need to be aware of this.

Predatory publishing is a real problem, and researchers are not safe from this, if only because they are frequently solicited to publish, serve on peer review committees for these journals or are asked to direct a special issue. Among the most common predatory practices we can cite slipshod or even non-existent peer reviewing, very high manuscript acceptance rates, abnormally quick turnaround times between the submission and acceptance of a manuscript, a frenzy of special issue launches, stealing the names of existing journals, identity theft and so on. Scientists must be extremely vigilant about such practices. These are already being taken into account by certain research assessment bodies which take predatory journals off researchers' publication lists or even consider publishing in predatory journals negatively.

However, the issue is complicated by the fact that many journals are in a kind of a grey area in which they are neither completely fraudulent nor completely honest.

What can you tell us about Frontiers Media and MDPI more specifically?
A. S.: They are typical examples of the open access publishers we need to be vigilant about if only because of their practices encouraging researchers to publish, the quantity of new journals they launch on the market and the short times they offer between an article being submitted and being accepted. For some years now, MDPI and Frontiers Media have also distinguished themselves through the sheer volume of their special issues.

MDPI has become the world's third largest publisher in terms of the annual number of articles in just a few years. For the CNRS, this is now the fourth largest publisher in terms of numbers of articles published by our research units and the second largest publisher in terms of the amount of APCs paid. Frontiers Media's growth dynamic is similar and its editorial practices are also comparable.

Researchers have the right to publish in the journal of their choice but we encourage them to be particularly vigilant about the editorial practices of the journals they submit their manuscripts to. Tools like Compass to Publish which was created at the University of Liège and Think Check Submit enable researchers to become informed about this issue.

What effects will this have on the assessment of scientific research?
This is certainly the most important initiative in our action on this issue. Researchers' practices will change if they come to realise that the evaluation of their scientific work only takes into account its quality and the real advances in knowledge their work contains and totally disregards quantitative criteria.

Reforming research assessment is essential if we are going to successfully transition to a better science that necessarily has to be open. The CNRS has demonstrably adopted a proactive policy on this issue by modifying researchers' assessment forms and also now the requirements for applications to the CNRS. To be fully effective, this action must be an integral part of an international dynamic. For this reason, in 2022 the CNRS contributed to the creation of the international Coalition for Advancing Research Assessment (CoARA) that is dedicated to the reform of research assessment and made up of universities, research organisations, academic societies and so on. The CNRS is actively involved as one of the founding members and Sylvie Rousset, the Director of the Open Research Data Department (DDOR), has been elected to CoARA's board.

What do you think are the future perspectives for scientific publishing?
A. S.: The current system is currently replacing inequalities in people's access to scientific literature maintained by the subscription system with inequalities in researchers' capacity to publish scientific articles. Only teams with a sufficient budget will be free to choose where they publish which will further exacerbate North-South inequalities. We are currently on the edge of the abyss because subscriptions still exist and the payment of APCs is becoming increasingly widespread. It is up to us not to take that extra step over the edge. If all publications switched to immediate open access with APCs, given the budgetary resources this already requires, this model would not be financially sustainable. As I said in April 2022, open access cannot be reduced to paying to be published.

Notes

Antoine Blanchard, Diane Thierry, Maurits van der Graaf, Retrospective and prospective study of the evolution of APC costs and electronic subscriptions for French institutions, Committee for Open Science, 2022. (hal-03909068)

Increases observed at the CNRS on its expenditure for 2020 compared to the organisation's expenditure in 2017.

"¡Quemadlo con fuego!" - El uso de ChatGPT «polariza» a los revisores

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