domingo, 29 de diciembre de 2024

Entendiendo la importancia de no dejar de escribir a mano en plena era digital

Publicado en National Geographic
https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2024/09/importancia-beneficios-escribir-a-mano-era-digital



Entendiendo la importancia de no dejar de escribir a mano en plena era digital

Desde la mejora de la concentración hasta el fortalecimiento de las vías cognitivas, la escritura a mano ofrece beneficios neurológicos que la tecnología moderna no puede reproducir.

Por Vittoria Traverso

Publicado 1 oct 2024

Piensa en la última vez que tomaste una nota rápida o hiciste la lista de la compra. Lo más probable es que no usaras papel y bolígrafo. En la última década, los teclados y las pantallas han sustituido silenciosamente a la escritura a mano en nuestras rutinas diarias, desde las aulas hasta las reuniones de oficina. Algunas escuelas del mundo incluso han dejado de enseñar la letra cursiva.

Sin embargo, los estudios han demostrado que escribir a mano ofrece ventajas cognitivas que las herramientas digitales no pueden reproducir.

“Estadísticamente, la mayoría de los estudios sobre la relación entre la escritura a mano y la memoria [incluidos los realizados en Japón, Noruega y Estados Unidos] muestran que las personas recuerdan mejor las cosas que han escrito manualmente que las que escriben en un ordenador”, afirma Naomi Susan Baron, profesora emérita de lingüística en la American University de Washington D.C. (Estados Unidos) y autora de Who Wrote This? How AI and the Lure of Efficiency Threaten Human Writing [¿Quién ha escrito esto? Cómo la IA y el atractivo de la eficiencia amenazan la escritura humana].

Desde la mejora de la retención de la memoria hasta la mejora de los resultados del aprendizaje, he aquí cómo mantener el arte de escribir a mano puede influir significativamente en la forma en que absorbemos y retenemos la información.

Beneficios de la escritura a mano

Las ventajas de escribir a mano pueden atribuirse en parte a la participación de varios sentidos en el proceso de escritura.

“Sostener un bolígrafo con los dedos, presionarlo sobre una superficie y mover las manos para crear letras y palabras es una habilidad cognitivo-motora compleja que requiere gran parte de nuestra atención”, afirma Mellissa Prunty, lectora de terapia ocupacional en la Universidad Brunel de Londres (Reino Unido), que ha investigado la relación entre la escritura a mano y el aprendizaje. “Se ha demostrado que este nivel más profundo de procesamiento, que implica relacionar los sonidos con las formaciones de las letras, favorece la lectura y la ortografía en los niños”, afirma Prunty.

Los adultos también se benefician de la naturaleza laboriosa de la escritura a mano. Un estudio en el que participaron 42 adultos que aprendían árabe reveló que los participantes que aprendían las letras escribiéndolas a mano las reconocían más rápido, les resultaba más fácil nombrarlas y pronunciaban mejor las letras recién aprendidas, en comparación con las personas a las que se les pedía que aprendieran los nuevos caracteres tecleándolos o simplemente mirándolos.

“Creemos que nuestros resultados pueden explicarse en parte por la forma en que la escritura a mano activa diferentes vías para el mismo concepto”, afirma Robert Wiley, profesor de psicología de la Universidad de Carolina del Norte Greensboro (en Estados Unidos) y coautor del estudio. Explica que aprender una palabra nueva implica conectar un símbolo abstracto con información a nivel visual, motor y auditivo. “La escritura a mano puede activar más conexiones a través de estas diferentes dimensiones en comparación con la mecanografía”, afirma.

A través de encuestas realizadas a 205 adultos jóvenes de EE. UU. y Europa, Baron descubrió que muchos estudiantes afirman tener más concentración y mejor memoria cuando escriben un texto sujetando un instrumento de escritura en lugar de pulsando las teclas de un teclado, lo que sugiere que nuestro sentido del tacto desempeña un papel vital en la forma en que absorbemos la información.

El hecho de que involucrar nuestros sentidos pueda hacernos aprender mejor puede resultar contraintuitivo, pero actividades como el tacto y el movimiento activan las mismas áreas cerebrales que también intervienen en el aprendizaje y la memorización, afirma Lisa Aziz-Zadeh, profesora del Instituto del Cerebro y la Creatividad de la Universidad del Sur de California (EE. UU.). “El cerebro humano evolucionó para procesar información sensorial y motora a lo largo de la evolución. Esas mismas regiones cerebrales de procesamiento sensorial y motor intervienen ahora en la cognición superior”, afirma.

Un cuerpo más activo, un cerebro más activo

Para entender mejor cómo influyen nuestros sentidos en nuestra cognición, podemos pensar en nuestro cerebro como en un sistema de carreteras, dice Audrey van der Meer, profesora de neuropsicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.  Las redes cerebrales de los niños son como senderos tenues y sinuosos en un bosque, dice. Con la práctica y la experiencia, estos caminos pueden convertirse en autopistas que conectan distintas partes del cerebro para transportar información de forma rápida y eficaz.

En un estudio publicado el pasado enero, van der Meer y su coautor Ruud van der Weel observaron los escáneres cerebrales de 36 adultos jóvenes matriculados en la universidad que realizaban tareas de escritura. Se pidió a los estudiantes que escribieran palabras de Pictionary utilizando un bolígrafo digital en un dispositivo de pantalla táctil o escribiéndolas en un teclado. La actividad cerebral de los participantes durante cada tarea se captó mediante técnicas de electroencefalograma (EEG).

“Lo más sorprendente fue que todo el cerebro estaba activo cuando escribían a mano, [mientras que] zonas mucho más pequeñas estaban activas cuando escribían a máquina”, afirma van der Meer. “Esto sugiere que cuando se escribe a mano se utiliza la mayor parte del cerebro para hacer el trabajo”, explica.

Además, el estudio informó de que las distintas partes del cerebro activadas por la escritura a mano se comunicaban entre sí mediante ondas cerebrales asociadas al aprendizaje. “Hay toda una serie de investigaciones que hablan de oscilaciones alfa y theta en el cerebro que son beneficiosas para aprender y recordar. Descubrimos que esas oscilaciones estaban activas durante la escritura a mano, pero no durante la mecanografía”, dice van der Meer.

Como resultado, los investigadores están fomentando la perseverancia en las habilidades de escritura a mano. En Noruega, muchas escuelas han dejado de enseñar la escritura cursiva, y en su lugar optan por que los alumnos escriban y lean en un iPad, una tendencia que van der Meer espera cambiar con su investigación.

“Creo que deberíamos tener al menos un mínimo de escritura a mano en los planes de estudio de primaria, simplemente porque es muy buena para el desarrollo del cerebro”, afirma.

En Estados Unidos, la letra cursiva fue eliminada de los Estándares Básicos Comunes, pero varios estados decidieron incorporarla de nuevo a los planes de estudio debido a sus beneficios para el aprendizaje.

En cuanto a los adultos, van der Meer aconseja que también usen lápiz y papel: “Practicar un poco la escritura a mano es un ejercicio muy bueno para el cerebro. Es el equivalente a hacer trabajos de mantenimiento en una carretera muy transitada”.



LIBRO: "How to Write and Publish a Scientific Paper"

Descargar en: https://comegic.org.mx/wp-content/uploads/2023/06/Como-escribir-articulo-cientifico.pdf








jueves, 26 de diciembre de 2024

CHILE patenta tecnología en tratamiento del cáncer y revalida su liderazgo en el área

Publicado en BiobioChile
https://www.biobiochile.cl/noticias/salud-y-bienestar/cuerpo/2024/12/20/investigadores-chilenos-patentan-en-ee-uu-innovacion-que-reduce-tiempos-para-tratar-el-cancer.shtml 



Viernes 20 diciembre de 2024 | 

Investigadores chilenos patentan en EE.UU innovación que reduce tiempos para tratar el cáncer


La industria biotecnológica chilena sigue destacándose a nivel mundial con un desarrollo innovador en el área de la salud.

Investigadores de la Universidad de La Frontera (UFRO) lograron obtener una patente en Estados Unidos por los próximos 20 años para una tecnología revolucionaria destinada a la detección y tratamiento del cáncer mediante rayos X biomarcados con nanopartículas metálicas.

El sistema patentado, denominado COXIRIS (Sistema Confocal de Rayos-X de Ortovoltaje que Induce Radiación), permite identificar y tratar tumores de manera simultánea.

El proceso comienza con la inyección de nanopartículas metálicas o una solución de oro en el torrente sanguíneo, que se concentra selectivamente en las células cancerígenas. Esto permite visualizar y tratar las áreas afectadas mediante radiación focalizada, reduciendo significativamente el tiempo entre el diagnóstico y el tratamiento.

El director del Centro de Excelencia en Física e Ingeniería en Salud de la UFRO, Rodolfo Figueroa, destacó que la tecnología permite realizar tratamientos más precisos y con menor toxicidad radiológica.

“Incorporamos al organismo un preparado inocuo que se adhiere a los tumores a través de los anticuerpos cancerígenos, permitiendo aplicar radiación de manera efectiva en la zona marcada”, explicó.

Beneficios y próximos pasos

A diferencia de los tratamientos convencionales, que implican varias etapas entre el diagnóstico y la intervención, COXIRIS ofrece una solución inmediata gracias a su capacidad teranóstica (diagnóstico y tratamiento simultáneo).

Esto reduce los riesgos asociados al crecimiento y cambio de posición de los tumores durante los periodos de espera.

Actualmente, las pruebas realizadas en modelos experimentales han demostrado la capacidad del sistema para detectar anomalías a profundidades de entre cinco y siete centímetros. El equipo trabaja para ampliar este rango a diez centímetros y optimizar los tiempos de aplicación. Próximamente, iniciarán ensayos en animales pequeños, con miras a realizar pruebas clínicas en humanos en el futuro cercano.

La obtención de esta patente no solo representa un respaldo a la innovación tecnológica, sino que también abre la puerta a posibles transferencias tecnológicas en el mercado estadounidense.

Además, los investigadores esperan lograr patentes similares en Europa, particularmente en España, Francia y Alemania, consolidando a Chile como un referente en biotecnología aplicada a la salud. 



Adicción a redes sociales y contenido basura provoca ‘Podredumbre cerebral’ y reducción de la materia gris

Publicado en El País
https://elpais.com/tecnologia/2024-12-26/podredumbre-cerebral-o-lo-que-el-abuso-de-contenido-basura-en-internet-puede-hacerle-a-la-mente.html?utm_medium=social&utm_campaign=echobox&utm_source=Twitter&ssm=TW_CM#Echobox=1735198036-3



‘Podredumbre cerebral’ o lo que el abuso de contenido basura en internet puede hacerle a la mente

La adicción a las redes sociales reduce la materia gris, acorta la capacidad de atención, debilita la memoria y distorsiona procesos cognitivos


Podredumbre cerebral: “Deterioro del estado mental o intelectual de una persona como resultado del consumo excesivo de material (particularmente contenido en línea) considerado trivial o poco desafiante”. La definición la ha dado el diccionario de Oxford que, tras los votos de más de 37.000 personas, eligió este concepto como su palabra del año. Los expertos del diccionario observaron que el término ganó relevancia en el último tiempo “para expresar las preocupaciones sobre el impacto del consumo excesivo de contenido de baja calidad en redes sociales”, dice la publicación. La frecuencia de uso del término aumentó un 230% entre 2023 y 2024.

La podredumbre cerebral no es solo un capricho lingüístico. En los últimos 10 años, la ciencia ha sido capaz de demostrar que el consumo excesivo de contenidos basura en internet —sensacionalismo, conspiración, vacío— está modificando nuestros cerebros, hasta el punto de que la palabra “podrido” tal vez no sea tan exagerada. La evidencia muestra que las redes sociales están reduciendo la materia gris, acortando la capacidad de atención, debilitando la memoria y distorsionando procesos cognitivos fundamentales, según recoge el diario británico The Guardian con citas a un gran número de investigaciones académicas de instituciones como la facultad de medicina de Harvard, la Universidad de Oxford y el King’s College de Londres.

Una de esas investigaciones se publicó el año pasado y evidenció que la adicción a internet provoca cambios estructurales en el cerebro, lo que repercute de manera directa en el comportamiento y las capacidades de un individuo. Michoel Moshel, investigador de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Macquarie (Australia) y coautor del estudio, explica que el consumo compulsivo de contenidos en redes sociales —el famoso doomscrolling “aprovecha la tendencia natural de nuestro cerebro a buscar novedades, especialmente cuando se trata de información potencialmente dañina o alarmante, un rasgo que en su momento nos ayudó a sobrevivir”.

Moshel destaca que con algunas funciones, como el ‘desplazamiento infinito’, diseñadas para mantenerte enganchado al móvil, las personas, más que nada jóvenes, pueden quedar atrapadas en un ciclo de consumo de contenido durante horas. “Esto puede afectar gravemente la atención y las funciones ejecutivas al saturar nuestro enfoque y alterar la forma en que percibimos y reaccionamos ante el mundo”, sentencia el investigador.

Eduardo Fernández Jiménez, psicólogo clínico en el Hospital la Paz de Madrid, explica que el cerebro activa diferentes redes neuronales para configurar distintos tipos de atención. Y que el uso problemático de los móviles e internet está generando problemas en la llamada atención sostenida: “Te permite concentrarte en una misma tarea durante un período de tiempo más o menos largo. Es la que está vinculada a los procesos de aprendizaje académico”, dice. El problema, señala, está en que los usuarios de redes sociales suelen estar expuestos a estímulos muy cambiantes, variables (una notificación de Instagram, un mensaje de WhatsApp, una alerta de noticias) y con potencial adictivo. Eso hace que el foco de atención esté todo el tiempo saltando de un sitio al otro, afectando su propia capacidad.

La primera alerta fue el correo electrónico

Algunos expertos vienen alertando sobre este tema prácticamente desde comienzos de siglo, cuando el correo electrónico pasó a ser una herramienta de uso frecuente. En 2005, The Guardian tituló: “Los correos electrónicos ‘son una amenaza para el coeficiente intelectual’”. La historia contaba que un equipo de científicos de la Universidad de Londres se preguntó qué impacto podría tener sobre el cerebro el bombardeo incesante de información. Luego de 80 ensayos clínicos, encontraron que el coeficiente intelectual de los participantes que utilizaban el correo y el teléfono móvil a diario caía una media de 10 puntos. Los investigadores midieron que esta demanda constante de atención tenía efectos más negativos que el consumo de cannabis.

Esto fue antes de la llegada de los tuits, los reels de Instagram, los desafíos de TikTok y las notificaciones instantáneas. El panorama actual es aún menos alentador. Investigaciones recientes encontraron que el uso y abuso de internet está asociado con una disminución de la materia gris en las regiones prefrontales del cerebro. Es la zona que interviene en la resolución de problemas, la regulación emocional, la memoria y el control de los impulsos.

El trabajo de Moshel y sus colegas va en esa línea. Su último estudio revisó 27 investigaciones de neuroimagen y encontró que el consumo desmedido de internet está relacionado con una reducción en el volumen de materia gris en regiones del cerebro involucradas en el procesamiento de recompensas, el control de impulsos y la toma de decisiones. “Estos cambios reflejan patrones observados en las adicciones a sustancias”, asegura el científico, como las metanfetaminas y el alcohol.

Eso no es todo. La investigación también encontró que “estos cambios neuroanatómicos en adolescentes coinciden con la interrupción de procesos como la formación de identidad y la cognición social, aspectos críticos durante esta etapa del desarrollo”. Funciona casi como un bucle, donde los más vulnerables pueden ser los más afectados. Según los resultados de una investigación publicada en Nature en noviembre, las personas con peor salud mental son más propensas a navegar por contenidos basura, lo que agrava aún más sus síntomas.

En diciembre, el psicólogo Carlos Losada le sugirió a EL PAÍS algunas recomendaciones para evitar caer en el doomscrolling o, dicho de otra manera, evitar ser absorbido por el agujero negro del contenido chatarra que refuerzan los algoritmos: reconocer el problema, esforzarse por desconectar y hacer actividades que requieran una presencia física, como quedar con amigos o hacer deportes, son algunas de sus sugerencias.

Moshel dice: “Estas actividades son fundamentales para la salud cerebral y el bienestar general, ayudando a equilibrar los efectos potencialmente dañinos del uso prolongado de pantallas”. Enfatiza que el tipo de contenidos que se consumen es un factor clave para modular los cambios anatómicos en el cerebro. “Concéntrese tanto en la calidad como en la cantidad del tiempo frente a la pantalla. Priorice el contenido educativo que evite características adictivas. Establezca límites claros y apropiados para la edad sobre el uso diario de pantallas y fomente pausas regulares”, añade.


miércoles, 25 de diciembre de 2024

¿Compartir los datos de investigación aumentas la citas recibidas?

Publicado en blog Universo abierto
https://universoabierto.org/2019/12/21/estudio-del-impacto-del-intercambio-de-datos-en-las-citas-de-articulos/ 




Estudio del impacto del intercambio de datos en las citas de artículos

 

 

Christensen G, Dafoe A, Miguel E, Moore DA, Rose AK (2019) A study of the impact of data sharing on article citations using journal policies as a natural experiment. PLoS ONE 14(12): e0225883. doi:10.1371/journal.pone.0225883

Texto completo

https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0225883

Este estudio estima el efecto del intercambio de datos en las citas de artículos académicos, utilizando las políticas de la revista como un experimento natural.

Se comenzó examinando 17 revistas de alto impacto que han adoptado el requisito de que los datos de los artículos publicados se expongan públicamente. Se emparejó estas 17 revistas con 13 revistas sin cambios en la política y encontramos que los artículos empíricos publicados justo antes de su cambio en la política editorial tienen tasas de citas sin diferencias estadísticamente significativas de las publicadas poco después del cambio. Luego se preguntó si este resultado nulo se debe al cumplimiento deficiente de las políticas de intercambio de datos, y se utilizaron los cambios en la política de intercambio de datos como variables instrumentales para examinar más de cerca dos revistas líderes en economía y ciencias políticas con una aplicación relativamente fuerte de las nuevas políticas de datos. Encontramos que los artículos que hacen que sus datos estén disponibles reciben 97 citas adicionales (estiman un error estándar de 34). Llegamos a la conclusión de que: a) los autores que comparten datos pueden ser recompensados ​​eventualmente con citas académicas adicionales, y b) las políticas de publicación de datos por sí solas no aumentan el impacto de los artículos publicados en una revista a menos que esas políticas se apliquen.

viernes, 20 de diciembre de 2024

SciELO en revista Science

Publicado en Science
https://www.science.org/content/article/latin-american-journals-are-open-access-pioneers-now-they-need-audience



Rompiendo el cristal


América Latina es líder en revistas de acceso abierto sin ánimo de lucro. Pero le cuesta darles visibilidad global


    5 de diciembre de 2024

    Por Sofia Moutinho



En 2016, Marcus Oliveira, bioquímico de la Universidad Federal de Río de Janeiro, presentó un estudio sobre el metabolismo de un parásito tropical a una revista de acceso abierto con sede en Estados Unidos. Era el noveno artículo que publicaba en la revista, para la que también había colaborado voluntariamente como revisor de docenas de artículos. Pero esta vez no podía permitirse pagar los 1,200 dólares de la tasa de procesamiento de artículos, ya que la financiación de su beca estaba casi agotada. Solicitó la exención de tasas que la revista dice ofrecer a los autores de países con rentas más bajas, pero las negociaciones fueron tensas. «Me sentí atacado moralmente», dice. «En algún momento, la revista me pidió que les enviara un extracto bancario personal para demostrar que no tenía medios». 


Al final consiguió la exención, pero la experiencia le alejó de las revistas comerciales publicadas en el Norte Global y le orientó hacia un modelo que ha florecido en América Latina: las revistas de acceso abierto sin ánimo de lucro. Estas publicaciones, normalmente gestionadas por instituciones académicas o sociedades científicas, cobran APC relativamente bajos, en lo que se conoce como el modelo oro, o nada en absoluto, conocido como el modelo diamante. Science analizó casi 20,000 revistas listadas en un repositorio de revistas de acceso abierto entre 2019 y 2023, y encontró que una de cada cuatro revistas del modelo diamante se publica en América Latina. La mayoría -83%- son no comerciales, con sede en universidades.


América Latina también es pionera a nivel mundial en el intento de superar un desafío de larga data para las revistas no comerciales en el Sur Global: la invisibilidad. La mayoría se publican en idiomas distintos del inglés, la lengua franca de la ciencia, y sólo una pequeña parte de ellas están indexadas en los sistemas internacionales de citas e índices. «Sé que mis artículos probablemente no serán leídos a la misma escala que si los publicara en una revista de alto impacto», afirma Oliveira, cuyo primer artículo publicado apareció en Nature. Esa falta de visibilidad se suma a las desigualdades a las que se enfrentan los científicos del Sur Global que buscan alternativas a las editoriales comerciales, con sus elevadas tarifas o sus muros de pago por suscripción.


Por ello, los académicos latinoamericanos han desarrollado plataformas que reúnen en un solo lugar trabajos que, de otro modo, estarían dispersos en sitios web de revistas individuales y bibliotecas universitarias, lo que aumenta su visibilidad. Las plataformas emergentes son un modelo para el resto del mundo, afirma Johan Rooryck, director ejecutivo de Coalition S. Las Naciones Unidas, por ejemplo, destacaron el modelo latinoamericano durante una cumbre celebrada el año pasado con el objetivo de ampliar el modelo editorial del diamante. Al promover continuamente el acceso abierto asequible, las plataformas latinoamericanas «nos muestran el camino para lograr un modelo editorial equitativo a una escala mayor que la local», afirma Rooryck.


Oliveira acaba de iniciar su andadura en la publicación en revistas de acceso abierto sin ánimo de lucro, pero no tuvo que viajar muy lejos para encontrarse con una de estas plataformas: la Scientific Electronic Library Online (SciELO). Fue una de las primeras plataformas en lanzarse, en 1998, antes de que se popularizara el término «acceso abierto». Creada con el apoyo de la Agencia de Financiación Científica del Estado de São Paulo y de la Organización Panamericana de la Salud, SciELO ha crecido hasta albergar más de 1.000 revistas no comerciales de acceso abierto -más de 100 veces el número de revistas con las que empezó-, entre ellas Anais da Academia Brasileira de Ciências (Anales de la Academia Brasileña de Ciencias), donde Oliveira publicó uno de sus primeros artículos tras alejarse de las publicaciones con ánimo de lucro. La mayoría de las revistas indexadas en la plataforma no cobran APC o cobran tarifas mínimas, de una media de 300 dólares por manuscrito, para cubrir los gastos de funcionamiento. 

 

Para formar parte de la colección de SciELO, las revistas deben cumplir una serie de criterios de calidad, como mantener un consejo editorial de expertos en el área temática de la revista, publicar en un calendario regular, identificar a los autores con un ORCID (un número único utilizado a menudo por las principales revistas) y tener resúmenes en inglés. Los editores pueden publicar el contenido de su revista directamente en el sitio web de SciELO, donde el material se puede buscar fácilmente y es de libre acceso. Los lectores también pueden consultar las estadísticas básicas de la revista, como cuántas personas han leído la publicación, los países de origen de los autores y cuántas veces ha sido citado un artículo por otros investigadores.


Al ayudar a las pequeñas revistas que incluye en su lista a cumplir las normas internacionales, SciELO ha mejorado su perfil. Antes de la creación de SciELO, sólo 20 revistas latinoamericanas estaban indexadas en bases de datos de revistas internacionales. En marzo de 2020, más de 900 revistas de la región podían encontrarse en Scopus y más de 200 en Web of Science (WOS), dos de las bases de datos de indexación más populares y utilizadas para la investigación y las publicaciones académicas.  


«Cuando se fundó SciELO, las revistas latinoamericanas... sólo eran conocidas por comunidades de investigación pequeñas e insulares», afirma Abel Packer, cofundador de SciELO y científico de la información. En la actualidad, la plataforma, que no requiere suscripción ni inicio de sesión, abarca 17 países: 14 de América Latina y el Caribe, además de Portugal y España. La lista también incluye a Sudáfrica, que buscaba una plataforma de acceso abierto y eligió la de SciELO. En conjunto, estos países publican anualmente unos 545.000 artículos de diversos campos científicos en SciELO, que tiene más de 2 millones de visitantes únicos diarios. 


Pagar por jugar


El acceso abierto tiene como objetivo hacer que la publicación científica sea más equitativa, pero las disparidades en los modelos de acceso abierto pueden ampliar las brechas. Un análisis de más de 6 millones de artículos científicos publicados entre 2019-23 en el Directorio de Revistas de Acceso Abierto (DOAJ) muestra que las naciones más ricas tienden a favorecer el modelo "dorado", en el que los autores pagan una tarifa para mantener su artículo frente a un muro de pago. Las áreas de menores ingresos -especialmente América Latina- tienden a producir artículos bajo el modelo de diamante, que no cobra tarifas y a menudo es financiado por el gobierno o las universidades.




SciELO ha sido un salvavidas para la revista brasileña Ciência e Agrotecnologia (Ciencia y Agrotecnología). En 2006, cuando Renato Paiva se convirtió en su editor jefe, su alcance era extremadamente local. Los artículos sólo procedían de estudiantes y profesores de la Universidad Federal de Lavras, que publicaba la revista, y su público también se limitaba a la comunidad universitaria. Paiva dice que era difícil mantener un ritmo de publicación y, a veces, tenía que retrasar la publicación hasta tener suficientes artículos para sacar una edición. 


Pero cuando añadió la revista a SciELO alrededor de 2007, todo cambió. «Hay una realidad [para la revista] antes de SciELO y otra después», dice Paiva. Fueron necesarios dos años de trabajo para adaptar la revista a los requisitos de la plataforma, como mantener una frecuencia de publicación y garantizar que al menos el 60% de los autores fueran de fuera de la universidad. Lo primero que notó Paiva después de que la revista se uniera a la colección fue un auge en el acceso. «Todo el mundo en Brasil conoce SciELO, así que la exposición fue inmensa», recuerda. «De repente, teníamos miles de lectores».


Luego recibieron artículos de Perú, Argentina y Pakistán. Sus citas aumentaron y, poco después, cumplían los criterios para ser incluidas en la Core Collection de WOS, una base de datos de citas curada para incluir las revistas más influyentes en muchos campos de investigación.


Otras revistas indexadas en SciELO tienen historias similares. De las aproximadamente 300 revistas brasileñas en la colección de la plataforma, 40 han visto su factor de impacto -una métrica estándar pero controvertida que mide la importancia de una revista calculando el número medio de citas que reciben sus artículos- duplicarse en los últimos 10 años. «SciELO vino a resolver el problema de la llamada ciencia invisible en América Latina», dice Paiva. «Gracias a esta iniciativa, la ciencia que se hace en Brasil y otros países en desarrollo está llegando a audiencias internacionales».


En 2009, el Departamento de Ciencia e Innovación de Sudáfrica decidió financiar SciELO como su plataforma nacional de acceso abierto, que alberga las principales revistas del país. Según Louise van Heerden, directora de operaciones de SciELO Sudáfrica, estar indexado en la plataforma se considera un sello de calidad. «SciELO ha sido bueno para Sudáfrica porque nos ha ayudado a animar a nuestras revistas a mejorar sus prácticas editoriales y de publicación», afirma. «Simplemente llevó [a nuestras revistas] a un nuevo nivel».


SciELO no es el único repositorio latinoamericano de acceso abierto que se ha extendido más allá de su región original. Redalyc, una plataforma creada por académicos de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) en 2003, está trabajando en colaboración con la UNESCO para establecer repositorios similares en Angola y Tanzania. Redalyc indexa más de 1,500 revistas de 35 países, entre ellos España, Portugal y los de América Latina y el Caribe. Y desde 2018, su colección incluye exclusivamente revistas diamante.


Pero el modelo de publicación no comercial que estas plataformas promueven tiene sus desafíos. Una encuesta realizada en 2020 a los editores de revistas brasileñas indexadas en SciELO reveló que el 42% tenía problemas financieros, ya que son publicadas por instituciones académicas y dependen casi por completo de recursos y subvenciones públicas, que pueden ser escasos e inciertos. En Brasil, cuando la presidencia de Jair Bolsonaro entre 2019 y 2012 trajo fuertes recortes en la financiación de la ciencia, los científicos temían que muchas revistas indexadas en SciELO fueran cerradas. «No puedo decir que sea un modelo sostenible», dice Leila Posenato Garcia, editora de la Revista Brasileña de Salud Ocupacional. Hoy en día, alrededor del 30% de las revistas indexadas en SciELO Brasil, que comenzó como una colección diamante, cobran APC para ayudar a cubrir los costes, a pesar de que, con una media de 300 dólares por artículo, son mucho más bajos que los importes cobrados por muchas revistas de acceso abierto de oro en otros lugares, que tienen una media de 2.000 dólares y llegan hasta los 12.000 dólares.


Incluso en los países de origen de los investigadores y en sus propias universidades, las revistas locales no comerciales no son tan valoradas como las revistas de prestigio, la mayoría de las cuales se publican en el Norte Global. La situación se agrava aún más por el hecho de que la mayoría de las revistas diamante de acceso abierto carecen de factor de impacto y las que lo tienen siguen arrojando cifras inferiores a las de las principales revistas comerciales. «Desgraciadamente, nuestros sistemas de evaluación siguen muy ligados a la publicación de nuestros trabajos y a métricas controvertidas como el factor de impacto», afirma Ana María Cetto, física de la Universidad Nacional Autónoma de México, señalando que las publicaciones en revistas de prestigio ayudan a los científicos a conseguir ascensos y becas. Cetto fundó Latindex, otro repositorio regional, y es presidenta del Comité Directivo de Ciencia Abierta de la UNESCO.





Cetto dice que de vez en cuando publica en revistas convencionales para mantener su estatus académico. «Hay mucha presión para publicar en revistas de corriente principal aunque tengamos que pagar por ello», afirma. «En última instancia, nuestros recursos van a los países ricos para que nuestros investigadores tengan prestigio en la comunidad». Según Felipe Nery, profesor de enfermería de la Universidad Estatal de Feira de Santana (Brasil), esto plantea un dilema a los investigadores noveles, que necesitan un impulso de prestigio pero no pueden pagar las elevadas tarifas de las publicaciones convencionales.


Una plataforma, Redalyc, está decidida a ignorar las métricas que van en contra de las revistas pequeñas y no comerciales. No clasifica las revistas que indexa por citas o factor de impacto, una métrica que Eduardo Aguado-López, fundador de Redalyc y profesor de sociología de la UAEM, considera una «perversión». En su lugar, Redalyc muestra métricas sobre aspectos como el número de colaboraciones entre autores y el número de artículos publicados en una revista en comparación con otras del mismo campo.


Redalyc también fomenta las publicaciones en lenguas locales en lugar de exigir contenidos en inglés, a diferencia de SciELO. «Nuestras comunicaciones deben dirigirse a las sociedades locales, los problemas locales y las soluciones locales», afirma Aguado-López. Temas como las enfermedades tropicales, las amenazas a la democracia y las desigualdades sociales, señala, no suelen tener cabida en las principales publicaciones internacionales. Para él, exigir que las publicaciones estén en inglés significa excluir el acceso a la mayor parte de la sociedad latinoamericana, que habla principalmente español y portugués. «Imponer el inglés es una forma de exclusión y de colonialismo», afirma. Pero espera que las herramientas de traducción basadas en la inteligencia artificial permitan pronto a los autores de los países más pobres llegar a los lectores de otras partes del mundo sin renunciar a publicar en su lengua materna.


En última instancia, Cetto cree que América Latina también podría servir de modelo para el Norte Global. Para ello sería necesario un cambio de mentalidad y de infraestructura, de modo que las universidades asumieran la labor de publicación científica en lugar de las editoriales comerciales. Si las universidades del Norte Global fundaran sus propias revistas y plataformas de publicación no comerciales, recuperarían el control, dice Cetto, tanto editorialmente como en términos de dinero ahorrado. «Hemos demostrado que hay una alternativa, que es posible publicar ciencia sin vender nuestros conocimientos para que otros se lucren».


Este reportaje ha contado con una subvención de la Fundación Heising-Simons.


Datos

Ambos gráficos Los datos de acceso abierto proceden del conjunto de datos Global Open Access 2019-23 de Crawford, una recopilación de revistas oro y diamante incluidas en el Directory of Open Access Journals (DOAJ) a 1 de enero de 2024. De las 20.301 revistas del DOAJ, el 4% se eliminaron debido a problemas de datos planteados por Crawford. Se eliminaron otras siete revistas porque tenían duplicados los números internacionales normalizados de publicaciones seriadas (ISSN), los códigos únicos utilizados para identificar las publicaciones. Los países clasificados como «desarrollados» según la clasificación de mayo de 2022 de la División de Estadística de las Naciones Unidas se asignaron al Norte Global. Los países clasificados como «en desarrollo» se asignaron al Sur Global.


Pagar para jugar Las regiones se derivan por Crawford según el país de publicación. América Latina incluye América del Sur, América Central, México y las Islas del Caribe.


Crisis de invisibilidad Se utilizaron los ISSN para identificar y cotejar las revistas en DOAJ, SCOPUS y Web of Science (WOS). Los datos de SCOPUS incluyen todas las revistas indexadas entre 2019-23, a partir de octubre de 2024, y excluyen las revistas interrumpidas por SCOPUS debido a problemas de calidad. Los datos de WOS incluyen todas las revistas con factores de impacto a 18 de noviembre de 2024. Se excluyeron tanto de SCOPUS como de WOS las revistas que carecían de ISSN impreso y en línea.




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Breaking the glass

Latin America is a leader in nonprofit open-access journals. But it struggles to give them global visibility


    5 Dec 2024

    By Sofia Moutinho



In 2016, Marcus Oliveira, a biochemist at the Federal University of Rio de Janeiro, submitted a study on the metabolism of a tropical parasite to a mainstream open-access journal based in the United States. It was the ninth paper he had published in the journal, for which he had also volunteered time as a peer reviewer for dozens of articles. But this time he could not afford the $1200 article-processing charge (APC), as his grant funding was nearly depleted. He requested the fee waiver the journal says it offers to authors from lower income countries, but the negotiations were tense. “I felt morally assaulted,” he says. “At some point, the journal requested I send them a personal bank statement to prove I didn’t have the means.”  

In the end he got the waiver, but the experience turned him away from commercial journals published in the Global North and toward a model that has flourished in Latin America: nonprofit open-access journals. These publications, usually run by academic institutions or scientific societies, charge relatively low APCs, in what’s known as the gold model, or nothing at all, known as the diamond model. Science analyzed nearly 20,000 journals listed in a repository of open-access journals between 2019 and 2023, and found that one in four diamond model journals is published in Latin America. Most—83%—are noncommercial, based at universities.

Latin America is also a global pioneer in trying to overcome a long-standing challenge for noncommercial journals in the Global South: invisibility. Most are published in languages other than English, the lingua franca of science, and only a small fraction of them are indexed in international citation and index systems. “I know that my papers will probably not be read on the same scale as if I published in a high-impact journal,” says Oliveira, whose first published paper appeared in Nature. That lack of visibility adds to the inequities facing scientists in the Global South who seek alternatives to commercial publishers, with their high fees or subscription paywalls.  

So Latin American academics have developed platforms that gather in one place papers that would otherwise be scattered across individual journal websites and university libraries, boosting their visibility. The upstart platforms are a model for the rest of the world, says Johan Rooryck, executive director of Coalition S. The United Nations, for instance, highlighted the Latin American model during a summit last year aimed at expanding the diamond model of publishing. By continually promoting affordable open access, Latin American platforms “show us the way on how to achieve an equitable publishing model at a larger scale than just a local scale,” Rooryck says.

Oliveira is just beginning his path into publishing in nonprofit open-access journals, but he didn’t have to journey far before encountering one such platform: the Scientific Electronic Library Online (SciELO). It was among the first platforms to be launched, in 1998, before the term “open access” became popular. Created with support from the São Paulo state science funding agency as well as the Pan American Health Organization, SciELO has grown to host more than 1000 noncommercial open-access journals—more than 100 times the number of journals it first began with—including the Anais da Academia Brasileira de Ciências (Annals of the Brazilian Academy of Sciences), where Oliveira published one of his first papers after turning away from for-profit publishing. Most journals indexed on the platform either charge no APCs or minimal fees, averaging $300 per manuscript, to cover operating costs. 

To be part of SciELO’s collection, journals must meet a series of quality criteria, such as keeping an editorial board of experts in the journal’s subject area, publishing on a regular schedule, identifying authors with an ORCID (a unique number often used by mainstream journals), and having abstracts in English. Publishers can then post their journal’s content directly on SciELO’s website, where material is easily searchable and free for anyone to read. Readers can also check basic journal stats, including how many people read the publication, the authors’ countries of origin, and how often a paper has been cited by other researchers.

By helping bring the small journals it lists to international standards, SciELO has raised their profile. Before SciELO’s creation, only 20 Latin American journals were indexed in international journals databases. As of March 2020, more than 900 of the region’s journals could be found on Scopus and more than 200 on the Web of Science (WOS), two of the most popular and widely used indexing databases for academic research and publications.  

“When SciELO was founded, Latin American journals … were known only to small and insular research communities,” says Abel Packer, co-founder of SciELO and an information scientist. Today, the platform, which doesn’t require any subscription or login, spans 17 countries—14 from Latin America and the Caribbean, plus Portugal and Spain. The list also includes South Africa, which was looking for an open-access platform and chose SciELO’s. Together, these countries publish about 545,000 papers annually from a range of scientific fields on SciELO, which has more than 2 million daily unique visitors.  

Paying to play

Open access aims to make scientific publishing more equitable, but disparities in open-access models may widen gaps. An analysis of more than 6 million scientific articles published between 2019–23 in the Directory of Open Access Journals (DOAJ) shows wealthier nations tend to favor the gold model, in which authors pay a fee to keep their paper in front of a paywall. Lower income areas—especially Latin America—tend to produce papers under the diamond model, which charges no fees and is often funded by government or universities.

SciELO has been a lifeline for the Brazilian journal Ciência e Agrotecnologia (Science and Agrotechnology). In 2006, when Renato Paiva became its editor-in-chief, its reach was extremely local. Papers only came from students and professors at the Federal University of Lavras, which published the journal, and its readership was also restricted to the university’s community. Paiva says it was hard to keep a publishing rhythm, and sometimes, he had to delay publication until he had enough papers to issue an edition. 

But when he added the journal to SciELO around 2007, everything changed. “There is one reality [for the journal] before SciELO and another one after it,” Paiva says. It took 2 years of work to adapt the journal to the platform’s requirements, such as maintaining a publishing frequency and ensuring that at least 60% of authors were from outside the university. The first thing Paiva noticed after the journal joined the collection was a boom in access. “Everyone in Brazil knows SciELO, so the exposure was immense,” he recalls. “Suddenly, we had thousands of readers.”

Then, they received submissions from Peru, Argentina, and Pakistan. Their citations increased, and soon after, they fit the criteria to be included in WOS’s Core Collection, a citation database curated to include the most influential journals in many research fields.  

Other journals indexed in SciELO have similar stories. Of the roughly 300 Brazilian journals in the platform’s collection, 40 have seen their impact factor—a standard but controversial metric that measures the importance of a journal by calculating the average number of citations its articles receive—double in the past 10 years. “SciELO came to solve the problem of the so-called invisible science in Latin America,” Paiva says. “Thanks to this initiative, the science done in Brazil and other developing countries is reaching international audiences.”

In 2009, the South African Department of Science and Innovation chose to fund SciELO as its national open-access platform, hosting the country’s top journals. According to Louise van Heerden, operations manager at SciELO South Africa, being indexed in the platform is seen as a quality seal. “SciELO has been good for South Africa because it helped us to encourage our journals to improve their editorial and publishing practices,” she says. “It just took [our journals] to a new level.”  

SciELO is not the only Latin American open-access repository to spread beyond its original region. Redalyc, a platform created by academics at the Autonomous University of the State of Mexico (UAEM) in 2003, is working in partnership with UNESCO to establish similar repositories in Angola and Tanzania. Redalyc indexes more than 1500 journals from 35 countries, including Spain, Portugal, and those in Latin America and the Caribbean. And since 2018, its collection exclusively includes diamond journals.  

But the noncommercial publishing model these platforms promote has its challenges. A 2020 survey of the editors of Brazilian journals indexed in SciELO found that 42% had financial troubles, as they are published by academic institutions and depend almost entirely on public resources and grants, which can be scarce and uncertain. In Brazil, when the presidency of Jair Bolsonaro from 2019–22 brought stark cuts in science funding, scientists worried many journals indexed at SciELO would be shuttered. “I can’t say it is a sustainable model,” says Leila Posenato Garcia, editor of the Brazilian Journal of Occupational Health. Today, some 30% of the journals indexed with SciELO Brasil, which started as a diamond collection, charge APCs to help cover costs—even though at an average of $300 per article, they are much lower than amounts charged by many gold open-access journals elsewhere, which average about $2000 and range up to $12,000.   

Even within researchers’ home countries and their own universities, noncommercial local journals aren’t as highly valued as prestige journals, most of which are published in the Global North. The situation is further compounded by the fact that most diamond open-access journals lack impact factors and those that do still have lower numbers than mainstream commercial journals. “Unfortunately, our evaluation systems are still closely linked to the publication of our work and controversial metrics such as impact factor,” says Ana María Cetto, a physicist at the National Autonomous University of Mexico, noting that publications in prestige journals help scientists secure promotions and grants. Cetto founded Latindex, another regional repository, and is president of UNESCO’s Open Science Steering Committee.   

Cetto says she occasionally publishes in mainstream journals to keep her academic status. “There is a lot of pressure to publish in mainstream journals even if we must pay for it,” she says. “Ultimately, our resources go to rich countries so our researchers can have prestige in the community.” That creates a dilemma for early-career researchers, who need the status boost but cannot afford the high fees of mainstream publications, says Felipe Nery, a professor of nursing at the State University of Feira de Santana in Brazil.

One platform, Redalyc, is determined to ignore the metrics that work against small, noncommercial journals. It does not rank the journals it indexes by citations or impact factor, a metric that Eduardo Aguado-López, Redalyc founder and a sociology professor at UAEM, says is a “perversion.” Instead, Redalyc displays metrics on things like the number of collaborations among authors and the number of articles published in a journal compared with others in the same field. 

Redalyc also encourages publications in local languages instead of requiring content in English, unlike SciELO. “Our communications must be directed to the local societies, local issues, and local solutions,” Aguado-López says. Topics such as tropical diseases, threats to democracy, and social inequalities, he points out, often don’t find a place in mainstream international publications. For him, requiring publications to be in English means excluding access to most of Latin American society, which mainly speaks Spanish and Portuguese. “Imposing English is a way of exclusion and a way of colonialism,” he says. But he hopes that translation tools based on artificial intelligence will soon allow authors in poorer countries to reach readers elsewhere in the world without forgoing publishing in their native languages. 

Ultimately, Cetto thinks Latin America could also serve as a model for the Global North. This would require a change in mentality and infrastructure, so universities would take on the work of scientific publishing instead of commercial publishers. If universities in the Global North founded their own noncommercial journals and publishing platforms, they would regain control, Cetto says, both editorially and in terms of money saved. “We have shown there is an alternative, that it is possible to publish science without selling out our knowledge for others’ profit.”

This story was supported by a grant from the Heising-Simons Foundation.  

Data

Both charts Open-access data are derived from Crawford’s Global Open Access 2019–23 data set, a compilation of gold and diamond journals listed in the Directory of Open Access Journals (DOAJ) as of 1 January 2024. Of the 20,301 journals in the DOAJ, 4% were dropped because of data issues raised by Crawford. Seven additional journals were dropped because they had duplicate International Standard Serial Numbers (ISSNs), the unique codes used to identify publications. Countries classified as “developed” by the United Nations’s Statistics Division’s May 2022 classification were assigned to the Global North. Countries classified as “developing” were assigned to the Global South.

Paying to play Regions are derived by Crawford according to the country of publication. Latin America includes South America, Central America, Mexico, and the Caribbean Islands.

An invisibility crisis ISSNs were used to identify and match journals in the DOAJ, SCOPUS, and Web of Science (WOS). SCOPUS data include all journals indexed between 2019–23, as of October 2024, and exclude journals discontinued by SCOPUS because of quality issues. WOS data include all journals with impact factors as of 18 November 2024. Journals missing both print and online ISSNs were excluded from both SCOPUS and WOS.


doi: 10.1126/science.zjn80sl

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