martes, 28 de septiembre de 2021

La malicia de los índices... en el siglo XVIII

Publicado en THE - Times Higher Education
https://www.timeshighereducation.com/news/lost-art-mischief-making-academic-indexes


El "arte perdido" de los índices académicos malintencionados

La evolución de los índices está estrechamente ligada al desarrollo de las universidades, según el autor, que expone cómo se han utilizado durante siglos para ajustar cuentas académicas

21 de septiembre de 2021

Matthew Reisz

Twitter: @MatthewReiszTHE

El humilde índice de libros tiene una historia sorprendentemente dramática, que incluye casos de "salvación de herejes de la hoguera y de alejamiento de políticos de altos cargos".

Así lo afirma Dennis Duncan, profesor de inglés en la UCL, cuya nueva monografía, Index, A History of the: A Bookish Adventure (Allen Lane) deja claro cómo la evolución de los índices ha estado estrechamente ligada al desarrollo de las universidades.

"La lectura monástica es para la propia experiencia espiritual", explicó el Dr. Duncan. "Es una forma de meditación, pero no un tipo de lo que ahora llamamos compromiso público". Sólo cuando se empezó a profundizar en el significado de los textos en las primeras aulas universitarias, se necesitó "acelerar las formas de leer los libros y orientarse en ellos". La Universidad Bishop Grosseteste (Bishop Grosseteste University) de Lincoln aún lleva el nombre del hombre que creó lo que el Dr. Duncan describe como el equivalente más cercano a un motor de búsqueda en el siglo XIII.

Hoy en día, dijo a Times Higher Education, los estudiantes e incluso muchos académicos "hojean una docena de libros en un día, utilizando el índice". Por tanto, es fundamental que los autores académicos les faciliten las cosas "tratando el índice como una parte importante de nuestros propios libros", probablemente contratando a un indizador especializado con conocimientos sobre la materia para que lo cree.

Las alternativas tecnológicas a la indexación humana no han cumplido con las primeras esperanzas, dijo el Dr. Duncan, quien recordó una experiencia desafortunada "en la que el índice fue proporcionado por la editorial pero generado por un software de indexación. A pesar de que todo el libro trataba sobre la traducción, el índice sólo tenía una referencia de página bajo ese título. Todo lo que tenía una letra mayúscula aparecía en el índice, incluidos los nombres comunes que casualmente empezaban una frase". Los indizadores humanos seguían siendo mucho más eficaces a la hora de "hacer asociaciones a partir de sinónimos", como por ejemplo, al descubrir que "No 10 put out a statement" se refiere al primer ministro del momento y deducir por el contexto qué primer ministro tenía en mente el autor.

Así que todavía había mucho espacio para los indizadores profesionales competentes. Pero, ¿qué hay de la larga tradición, que el Dr. Duncan explora en su libro, de personas que utilizan los índices para hacer travesuras y desacreditar a sus rivales políticos o académicos?

A principios del siglo XVIII, un polemista llamado William King sentía un rechazo snob por lo que hoy llamaríamos "ciencia ciudadana" y por la forma en que las Philosophical Transactions de la Royal Society se basaban acríticamente en las contribuciones de los aficionados. Por ello, publicó su propia selección de los ejemplos más triviales, absurdos y torpemente redactados, restregando su desprecio con un índice en el que figuraban entradas como "A China Ear-Picker", "That Men can't swallow when they're dead" y "Dr Lister bit by a Porposs, and how his Finger fell sick thereupon". 

El libro Feudal England de Horace Round, publicado en 1895, cuestiona lo que considera los numerosos errores de Edward Augustus Freeman, profesor Regius de historia moderna en la Universidad de Oxford. Aunque las críticas están dispersas por todo el texto, es en el índice donde Round realmente lo restriega, con subtítulos bajo Freeman que incluyen "sus 'hechos'", "su parcialidad", "su pedantería", "su supuesta exactitud", "sus puntos de vista confusos" y "su especial debilidad".

El ejemplo más reciente citado en el Índice procede de un libro de 1985 del historiador Hugh Trevor-Roper, que no disfrutó de su etapa como maestro de Peterhouse, en Cambridge, y por ello incluyó los subtítulos "conversación de alta mesa no muy agradable" y "principal fuente de pervertidos" en la entrada del índice del colegio.

Entonces, ¿le gustaría al Dr. Duncan que los académicos de hoy en día también utilizaran los índices para ajustar cuentas?

"Es un arte perdido", respondió. "Encontramos académicos que ponen chistes en sus índices, trozos de humor surrealista. En cuanto a la lucha académica, conozco un ejemplo de un libro de historia medieval que tuvo que ser eliminado en la última década". Aunque no pudo dar muchos más detalles, señaló que el índice en cuestión incluía tanto calumnias como obscenidades.

Su propio libro incluye un índice completo pero bastante jocoso y, siempre que los académicos puedan mantenerse dentro de la legalidad, le gustaría ver "un verdadero regreso" para un poco más de espíritu elevado.

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The ‘lost art’ of mischief-making academic indexesEvolution of indexes closely tied to development of universities, says author, who outlines how they have been used for centuries to settle scholarly scores

September 21, 2021

Matthew Reisz

Twitter: @MatthewReiszTHE

The humble book index has a surprisingly dramatic history, including cases of “saving heretics from the stake and keeping politicians from high office”.

So says Dennis Duncan, lecturer in English at UCL, whose new monograph, Index, A History of the: A Bookish Adventure (Allen Lane) makes clear how the evolution of indexes has been tightly linked to the development of universities.

“Monastic reading is for one’s own spiritual experience,” Dr Duncan explained. “It’s a form of meditation but not a type of what we now call public engagement.” It was only when people started delving deeply into the meaning of texts in early university classrooms that they needed to “speed up the ways in which we read books and find our way around them”. Bishop Grosseteste University in Lincoln still bears the name of the man who created what Dr Duncan describes as the nearest 13th-century equivalent of a search engine. 

Today, too, he told Times Higher Education, students and even many scholars “churn through a dozen books in a day, using the index”. It was crucial for academic authors, therefore, to make things easy for them by “treating the index as an important part of our own books” – probably by getting a specialist indexer with relevant subject knowledge to create it.

Technology-driven alternatives to human-led indexing had failed to live up to early hopes, said Dr Duncan, who recalled an unhappy experience “where the index was provided by the publisher but generated by indexing software. Though the whole book was about translation, the index had just a single page reference under that heading. Everything that had a capital letter turned up in the index, including common nouns which just happened to start a sentence.” Human indexers were still far more effective at “making associations based on synonyms”, such as working out that “No 10 put out a statement” refers to the prime minister of the day and deducing from the context which prime minister the author had in mind. 

So there was still plenty of room for competent professional indexers. But what about the long tradition that Dr Duncan explores in his book of people using indexes to make mischief and discredit political or scholarly rivals?

At the start of the 18th century, a polemicist called William King had a snobbish distaste for what we would now call “citizen science” and the way that the Philosophical Transactions of the Royal Society drew uncritically on amateur contributions. He therefore published his own selection of the most trivial, absurd and clumsily written examples, rubbing in his contempt with an index featuring entries such as “A China Ear-Picker”, “That Men can’t swallow when they’re dead” and “Dr Lister bit by a Porposs, and how his Finger fell sick thereupon”. 

Horace Round’s Feudal England, published in 1895, challenges what it sees as the many errors of Edward Augustus Freeman, Regius professor of modern history at the University of Oxford. Though the criticisms are scattered throughout the text, it is in the index that Round really rubs it in, with subheadings under Freeman including “his ‘facts’”, “his bias”, “his pedantry”, “his supposed accuracy”, “his confused views” and “his special weakness”.

The most recent example cited in Index comes from a 1985 book by the historian Hugh Trevor-Roper, who did not enjoy his time as master of Peterhouse, Cambridge and therefore included the subheads “high-table conversation not very agreeable” and “main source of perverts” in the index entry for the college. 

So would Dr Duncan like to see today’s academics also using indexes to settle scores?

“It’s a lost art,” he replied. “We do find academics putting jokes in their indexes, bits of surreal humour. As for the cut and thrust of academic jousting, I do know of one example of a medieval history book which had to be pulped in the past decade.” Though unable to give much further detail, he noted that the index in question featured both libel and obscenity.

His own book includes a full but fairly jokey index and, provided academics can remain within the law, he would like to see “a real comeback” for a bit more high spirits.

matthew.reisz@timeshighereducation.com


domingo, 26 de septiembre de 2021

¿Publicación o innovación?: los efectos nocivos del paso del "gusto por la ciencia" al "gusto por publicar" / ¿Ayudarán las métricas "responsables"?

 Publicado en blog Impact of Social Science - London School of Economics (LSE)

https://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/2021/07/19/publication-or-innovation-goal-displacement-and-lessons-from-the-publish-or-perish-culture/ 



¿Publicación o innovación? Desplazamiento de objetivos y lecciones de la cultura de publicar o perecer

Harry Van Dalen

19 de julio de 2021

Basándose en una encuesta realizada a economistas académicos de los Países Bajos, Harry van Dalen¸ explora cómo se percibe y se pone en práctica la cultura de publicar o perecer dentro del mundo académico. Argumentando que la actual organización de la academia según líneas que promueven los resultados (publicaciones) desplaza tanto el objetivo de formas de innovación científica más intrínsecamente motivadas como a quienes las persiguen, defiende una forma de gestión académica más centrada en las aportaciones y en la promoción de académicos con "gusto por las ideas", más que por las publicaciones.

La ciencia se ha caracterizado durante mucho tiempo como una profesión en la que el ganador se lo lleva todo, en la que la atención y las recompensas están muy sesgadas. Los primeros sociólogos de la ciencia consideraron que los incentivos no comerciales dominaban estos procesos y la comunidad académica. La carrera por resolver los grandes rompecabezas de la ciencia y, al hacerlo, obtener el reconocimiento de los compañeros era muy apreciada; el dinero o el empleo eran secundarios, un bonito efecto secundario. Hace unos años, escribí sobre cómo este elemento de "todos ganan" afectaba a los demógrafos académicos. Sin embargo, incluso en el relativamente corto espacio de tiempo transcurrido desde entonces, la competencia y la búsqueda de superestrellas ha aumentado en casi todos los campos de la vida. La ciencia no ha sido una excepción, y aunque en aquel momento parecía que los incentivos de mercado estaban desplazando a los incentivos de la "vieja escuela", las métricas no han hecho más que dominar, ya que son fundamentales para conseguir becas, ingresos de por vida y empleo. Actuar de acuerdo con las métricas se ha convertido en una estrategia dominante para los académicos.

En un artículo reciente (recent paper) he querido explorar si estas impresiones son ciertas y ver cómo la cultura de publicar o perecer se manifiesta en la práctica entre diferentes investigadores, en este caso, economistas que trabajan en universidades holandesas. Basándome en un análisis de clases latentes (latent class analysis), detecté una clara división. Alrededor de dos tercios perciben que esta presión tiene tanto ventajas como inconvenientes graves (comportamiento poco ético, dar la espalda a los problemas locales) y un tercio sólo percibe ventajas y ningún inconveniente.

Dado que la mayoría de los académicos están de acuerdo en que la presión de publicación no es inofensiva, es extraño que esta cultura parezca inexpugnable. Sin embargo, lo que comenzó como una característica relativamente benigna de la cultura académica estadounidense en los años 40 y 50 es ahora un asunto serio. El principio de que los científicos deben demostrar su valor por su producción está firmemente establecido en la política gubernamental, en las universidades y, en consecuencia, en la práctica de los académicos individuales. O se hace o no se hace, y los contratos reflejan esta postura. La figura 1 da una idea de cómo la publicación de los trabajos es el principal factor de presión en las universidades actuales, aunque no hay que descartar que la presión de la financiación y la enseñanza se sumen a ella.


Figura 1: La presión de trabajo percibida en los departamentos de economía holandeses para una serie de puestos académicos, 2015-2016 Nota: la presión muy alta se define aquí como los encuestados que informan de un 8 o más en la escala de 10 puntos de presión en la enseñanza, la publicación, la adquisición de fondos y la administración. Fuente: Van Dalen (2021).

Para los que están en la cola de la promoción, los profesores asistentes y asociados, la presión es mayor. Sin embargo, cabe destacar que incluso entre los profesores titulares (de los que se puede esperar que hayan descubierto cómo gestionar un flujo constante de publicaciones) cerca del 60% sigue percibiendo esta presión como muy alta. Para sus directores -universidades e institutos de investigación- la presión no es un problema real, su problema es generar o mantener fondos, ya que tienen que informar al gobierno o a otro director de que lo que hace la universidad está bien. Esto se demuestra subiendo en las clasificaciones proporcionadas por Times Higher Education (THE), QS World University Ranking, la clasificación de Shanghai (ARWU), o cualquier otra clasificación que sea relevante.

Desplazamiento de objetivos

El aspecto preocupante de este patrón es que la presión de publicación se ha convertido en algo dominante. La presión puede ser saludable, pero cuando la publicación en las mejores revistas se convierte en el único objetivo, se convierte en un vicio. Abrazar la competencia basada en métricas científicas imperfectas es una receta para la locura de gestión que Kerr describió una vez tan vívidamente: la locura de recompensar A (publicaciones), mientras se espera B (ideas científicas). Al final, se acaba teniendo A y no B. Así, las universidades se encuentran en la posición de promover a aquellos educados y recompensados por el "gusto por la publicación" en lugar del "gusto por la ciencia o la innovación".

Para dar un ejemplo de cómo afecta esto a los economistas del estudio: el 63% del profesorado percibe que su universidad no se preocupa por el contenido de sus publicaciones, sólo por dónde y cuánto se publica. La preocupación por un conjunto fijo de cinco revistas principales (top-five journals), en las que los economistas deberían haber publicado sus trabajos, y en las que se basan los requisitos de permanencia, es el ejemplo más claro. Un “top-five” que parece generar mucha insatisfacción entre los economistas de todo el mundo(dissatisfaction among economists worldwid): según la mayoría de los economistas la investigación debería ser más relevante para las políticas, multidisciplinar y "disruptiva".

Este tipo de normas (sociales) sobre la cantidad, el lugar y el contenido de las publicaciones puede llevar a los académicos a abandonar la carrera académica -de hecho, el 33% de los economistas de la encuesta declararon que habían pensado en dejar el mundo académico debido a la presión de las publicaciones- o empujar a los científicos a funciones que no se corresponden con sus cualidades. Esto refleja la crítica de Akerlof (Akerlof’s) de que las instituciones actuales de publicación y promoción ofrecen incentivos sesgados que conducen a lo que él llama "los pecados de omisión": la economía como disciplina tiende a ignorar temas y problemas importantes que son difíciles de medir de forma "dura". La investigación cualitativa es, por ejemplo, más difícil de publicar que la cuantitativa.

Cómo devolver el genio a la botella

Tal y como se desprende de mi estudio, los académicos son en general escépticos, cuando no directamente negativos, respecto al principio de publicar o perecer. Existe una tendencia generalizada a denunciar las métricas de uso cotidiano en el mundo académico. La principal dificultad de denunciar las métricas es que "el genio está fuera de la botella" y será difícil volver a meterlo dentro. En primer lugar, las métricas se han convertido en parte del modelo de negocio de las universidades. Abstenerse de utilizar las métricas es como pedir a Facebook o Twitter que eliminen su botón de "me gusta" o "compartir/retuitear". En segundo lugar, denunciar las métricas estándar sólo puede conducir al uso de métricas más refinadas que cubran nuevas dimensiones (como la relevancia social y la ciencia abierta), lo que podría conducir a una mayor burocracia y a nuevas formas de desplazamiento de objetivos.

La pregunta más interesante pero difícil sería: ¿cuál es la mejor manera de gobernar la universidad de hoy en día sin recurrir a la métrica? Lo que las universidades han conseguido hasta ahora es seleccionar y educar a los miembros con "gusto por las publicaciones" y no necesariamente a los que tienen "gusto por la ciencia". Dada la facilidad con la que el desplazamiento de objetivos se ha convertido en algo habitual, no ofrece muchas esperanzas a todos aquellos defensores que quieren cambiar o idear una métrica responsable. De este modo, el científico actual y futuro corre el riesgo de convertirse en un científico sin carácter, arrastrado por métricas cambiantes, políticos y grupos de interés con un apetito infinito de "gestión por métricas".

Recompensar la producción en forma de publicaciones y citas fue inicialmente una forma de deshacerse de la oligarquía académica de la vieja red de chicos. La alternativa a esta forma de gobierno sería un gobierno por "control de entrada": seleccionar, educar y socializar a los miembros con "gusto por la ciencia". Ni que decir tiene que este modelo de gobernanza tiene sus defectos y puede reavivar los problemas del pasado, algo que reconocen sus partidarios. Pero, cuando las universidades quieren esforzarse por la innovación científica y apreciar la libertad académica, necesitan recuperar su autonomía, ser dirigidas por gestores que conozcan la ciencia desde dentro y que hayan aprendido las lecciones de la cultura de publicar o perecer: jugar a la clasificación con métricas imperfectas da resultados imperfectos.

Este post se basa en el artículo del autor, How the publish-or-perish principle divides a science: the case of economists, publicado en Scientometrics.

Harry Van Dalen

Harry van Dalen es profesor titular del Departamento de Economía de la Tilburg School of Economics and Management


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viernes, 24 de septiembre de 2021

¿Y si pudiéramos reconsiderar los derechos de autor? Giblin, Rebecca, y Kimberlee Weatherall. What If We Could Reimagine Copyright? ANU Press, 2017

 Publicado en blog Universo abierto



¿Y si pudiéramos reconsiderar los derechos de autor?

Giblin, Rebecca, y Kimberlee Weatherall. What If We Could Reimagine Copyright? ANU Press, 2017.

Texto completo



SCOPUS indizará más de un millón de preprints [ arXiv, ChemRxiv, bioRxiv, medRxiv y ahora arXiv, ChemRxiv, bioRxiv y SSRN ]

Publicado en ELSEVIER
https://newsdirect.com/news/elseviers-scopus-expands-to-include-ssrn-preprints-551974321



Scopus de Elsevier se amplía para incluir los preprints de SSRN
Más de un millón se indexarán en Scopus este año

COMUNICADO DE PRENSA DE ELSEVIER


Londres, Reino Unido | 21 de septiembre de 2021 


 Elsevier, líder mundial en publicaciones de investigación y análisis de la información, anuncia hoy que los preprints de SSRN, su plataforma de investigación y preprints líder en el mundo, ya están disponibles en Scopus, la base de datos de resúmenes y citas de Elsevier. Esto se produce después de que los preprints de arXiv, ChemRxiv, bioRxiv y medRxiv fueran indexados en Scopus a principios de este año.

Este avance responde a las opiniones y peticiones de la comunidad de investigadores, ya que la demanda y el uso de los preprints se ha disparado en los últimos años. En la actualidad, más de un millón de perfiles de autor en Scopus tienen 900.000 preprints indexados desde 2017. A finales de este año, se incluirán en Scopus aproximadamente 170.000 preprints de SSRN, desde 2017 en adelante.

Los datos de Elsevier revelan que, en los últimos cinco años, ha habido un aumento del 148% en el número de investigadores que publican preprints en SSRN. También se ha producido un aumento del 50% en el número de descargas de preprints en SSRN durante el mismo periodo, con lo que las descargas alcanzarán los 17,9 millones a finales de 2020.

Los preprints son un elemento de comunicación académica en rápido crecimiento. Como complemento a la publicación en revistas, permiten a la comunidad investigadora compartir información o resultados indicativos, indicar la dirección de un proyecto y ayudar a facilitar la colaboración internacional e interdisciplinaria.

Los datos de la SSRN muestran que las disciplinas que más crecieron1 durante el último año en sus plataformas fueron la economía y la investigación médica. El rápido aumento de los preprints de investigación médica ha contribuido a avanzar y acelerar la comprensión del SARS-CoV-2.

Los preprints en Scopus sólo están disponibles en los perfiles de autor que ya tienen un historial de publicaciones revisadas por pares. Los preprints son más frecuentes en ciertos campos temáticos que en otros. Los servidores de preprints seleccionados para Scopus son los principales servidores de preprints en las áreas de Ciencias Físicas (arXiv y ChemRxiv), Ciencias Biomédicas (bioRxiv y medRxiv) y Ciencias Generales incluyendo las Ciencias Sociales (SSRN). Se seleccionarán otros servidores de preimpresos para Scopus a medida que surjan en las áreas temáticas pertinentes.

SSRN es una comunidad de  preprints en línea de acceso abierto. Se trata de una biblioteca en línea en la que se pueden realizar búsquedas y que permite a los autores publicar sus artículos y resúmenes de forma sencilla y gratuita, proporcionando una base de datos en línea de las primeras investigaciones académicas. Con más de 2,2 millones de usuarios, cuenta con 806.000 documentos a texto completo y otros 134.000 resúmenes.

Gregg Gordon, Director General de Gestión del Ciclo de Vida del Conocimiento de Elsevier, dijo: "Hemos escuchado las necesidades de la comunidad investigadora, este desarrollo innovador en Scopus mejorará la descubribilidad y la facilidad de acceso al contenido de SSRN.

"Los preprints se están convirtiendo cada vez más en una parte integral del paisaje de la investigación. Además de ofrecer una valiosa oportunidad para comprender la dirección que toma la investigación, los preprints son una forma positiva de que los investigadores que inician su carrera reciban información antes de enviar sus artículos a las revistas.

"Como prueba de la importancia que están adquiriendo, los preprints se incluyen cada vez más en los procesos de evaluación formal de las propuestas de subvención y las revisiones del profesorado.

"Reconocemos la necesidad de seguir hablando con nuestros clientes, aprender de ellos y atender sus necesidades. El futuro de los preprints es brillante, y esperamos asegurarnos de seguir en sintonía con lo que quieren los investigadores".



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Ciencia abierta en FRANCIA: cien acciones para acelerar la apertura de la investigación

Publicado en Blok de Bid
http://www.ub.edu/blokdebid/es/node/1145


Ciro Llueca

Director de Biblioteca y Recursos de Aprendizaje
Director Editorial UOC
Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

France. Ministère de l’Enseignement Supérieur, de la Recherche et de l’Innovation (2021). Ouvrir la science!: bilan du Plan national pour la science ouverte 2018-2021. [Paris: le Ministère]. Disponible en: <https://cache.media.enseignementsup-recherche.gouv.fr/file/science_ouverte/24/3/Bilan_PNSO_v2_1414243.pdf>. [Consulta 16/09/2021].

France. Ministère de l’Enseignement Supérieur, de la Recherche et de l’Innovation (2021). Deuxième Plan national pour la science ouverte: généraliser la science ouverte en France 2021-2024. [Paris: le Ministère]. Disponible en: <https://cache.media.enseignementsup-recherche.gouv.fr/file/science_ouverte/20/9/MEN_brochure_PNSO_web_1415209.pdf>. [Consulta 16/09/2021].

La actualización del plan francés de ciencia abierta fue presentada por Frédérique Vidal, ministra francesa de Enseñanza superior, de la Investigación y de la Innovación, desde 2017, con la mirada al periodo 2021 a 2024 y los objetivos de generalizar la práctica científica en abierto, la compartición y apertura de datos de investigación, la incorporación de la investigación en abierto a la evaluación, y la promoción del software libre surgido de la investigación.

Los antecedentes de este Plan 2021-2024 se sitúan en su versión anterior, el Plan 2017-2021, y previamente en la Ley 1674/2020, de programación de la investigación 2021-2030, así como en el Plan national pour la Science ouverte (2018), y el Amsterdam Call for Action on Open Science (2016).

Analicemos en primer lugar el balance del Plan 2017-2021, cuyo elemento más visible ha sido la creación del BSO, el Barómetro de la Ciencia Abierta en Francia, que permite comprobar que la tasa de publicación científica en abierto se sitúa en el 56 %.

 


Pero hay otros elementos que presentan también un balance razonablemente positivo:
 
Acceso abierto a las publicaciones. Las principales agencias francesas ya solicitan el archivo en abierto de los artículos científicos que financian y, en general, alientan a la publicación en abierto. Otras medidas son valoradas positivamente (por ejemplo, la consolidación de HAL, un agregador francés de contenidos publicados en abierto en revistas y repositorios), aunque no han sido completadas. El reconocimiento de la ciencia abierta en la evaluación de la investigación también presenta acciones moderadas de progreso. Como se ha mencionado, la creación del Barómetro, el BSO, permite comprobar que la tasa de publicación científica en abierto ha pasado del 41 % en el año 2017 al 56 % en 2019, si bien con particularidades: Matemáticas, Biología y Físicas se sitúan en la franja alta, entre el 67 % y el 75 % de la publicación en abierto; mientras que las Humanidades en el 45 % y las Ciencias Sociales en el 42 %.

Datos de investigación. En 2016 se incorporó a la legislación francesa la obligatoriedad de la difusión de los datos de investigación en abierto y, en coherencia también con la demanda europea, ya se obliga a presentar un plan de gestión de datos en los proyectos financiados con recursos públicos. Se ha creado la figura profesional de administración de datos para garantizar la implantación del modelo abierto, y se han publicado políticas y recomendaciones. Una llamada específica dotada con 2,4 M € para acelerar la adopción de los principios FAIR se saldó con 25 proyectos aprobados y en marcha.

Ciencia abierta en la práctica científica. Se han llevado a cabo acciones formativas y divulgativas en las escuelas de doctorado y en las universidades francesas. Lógicamente, se ha participado activamente en el EOSC (European Open Science Cloud) y se han creado redes internacionales de fomento de la ciencia abierta, con un presupuesto de 562.000 €. Este apartado cuenta con un espacio específico dedicado a los datos gubernamentales en abierto.

Acciones COVID. La llegada de la pandemia ha propiciado acciones de emergencia, que se incorporan en el balance. Así, proyectos específicos en el ámbito de la salud han contado con acento «abierto»: el ejemplo más evidente, el barómetro de la ciencia abierta en salud.

De acuerdo con el balance, el presupuesto destinado a las diversas acciones del Plan asciende a 15,8 M € en el periodo 2018-2021. La actualización del Plan apunta a triplicar estos recursos, hasta 45 M € de 2021 a 2024. Debemos saludar con admiración la incorporación de la previsión presupuestaria en la comunicación del Plan.

El nuevo Plan (2021-2024) se estructura en 4 ejes, 12 medidas, y casi cien acciones específicas, en las que constan elementos fundamentales y otros ornamentales. Contempla aspectos muy consolidados en la ciencia abierta, como la voluntad de crecimiento en publicaciones científicas en abierto o la transformación cualitativa de la evaluación de la investigación, pero también marca perfil propio como alternativa a los modelos típicamente comerciales. Así, el Plan incorpora el apoyo a la edición de libros, la defensa del plurilingüismo en la difusión de la investigación, reivindica el software libre y pone el foco en el autoarchivo, al tiempo que rechaza los acuerdos transformativos. He aquí una síntesis de estos elementos:

Acceso abierto a las publicaciones

  • Se aspira al 100 % de la publicación científica en abierto en 2030, mediante la generalización de la obligatoriedad para artículos y libros financiados con fondos públicos. Se prevé la mejora del sistema de depósito al agregador HAL.
     
  • Se promueve el modelo «diamante»: la publicación sin costes para las personas autoras, a la vez que se rechaza explícitamente el modelo de revistas híbridas (revistas de pago por suscripción con algunos artículos en abierto mediante tasas APC o similares). Se confirma la adhesión al Plan S.
     
  • Se favorece el multilingüismo o, mejor dicho, el uso de la lengua francesa, promoviendo plataformas de traducción automatizada, así como el estímulo al uso de la investigación francesa en Wikipedia.
     
  • Se quiere contribuir a modernizar la edición científica de libros, mediante ayudas al sector editorial específico, el desarrollo de un órgano público de difusión y distribución de libros impresos y digitales, así como la creación de un observatorio de la edición científica.
     
  • En Humanidades y Ciencias Sociales se fomenta el uso de imágenes patrimoniales para usos no comerciales, así como otros elementos de apoyo específico.

Datos de investigación

  • Se prevé la obligatoriedad de la difusión en abierto de datos de la investigación financiada por fondos públicos. Para facilitarlo, se crea una plataforma estatal federada de datos de investigación, Recherche Data Gouv, al estilo de la que ya existe para datos gubernamentales, data.gouv.fr. Asimismo, se pretende la generalización de los planes de gestión de datos.
     
  • Se valora la oportunidad de regular en clave «abierta» la minería de datos y de texto, objeto de incorporación a la legislación de los países UE por transposición de la Directiva Europea sobre los Derechos de Autor en el Mercado Único Digital (DEMUD).
     
  • Se promueve la adopción de políticas de datos FAIR, con acciones de formación mediante una red territorial de talleres de datos, y la creación de centros de referencia temáticos.
     
  • En Ciencias de la Salud se contemplan acciones específicas para la apertura de datos de investigación.

Software libre

  • Se fomenta la difusión en licencias abiertas del código fuente surgido en la investigación financiada con dinero público.
     
  • Se reconoce el software libre como contribución a la investigación, tanto en la evaluación del personal investigador como en el análisis del impacto social de la apertura del código fuente.
     
  • Se impulsa el cruce entre ciencia abierta e inteligencia artificial.

Ciencia abierta por defecto

  • Se reconoce la ciencia abierta en la evaluación de la investigación con acciones como la reducción de la influencia del factor de impacto, incluyendo su supresión en las convocatorias de proyectos y plazas de personal investigador. También se prevé el uso de narrativas de impacto en los currículos, para reducir la evaluación cuantitativa.
     
  • Se fomenta la formación en competencias en ciencia abierta, tanto en programas específicos como transversales en los programas ya existentes.
     
  • Se promueve la adopción de políticas de ciencia abierta en las universidades. Se menciona explícitamente el compromiso con DORA.
     
  • Se aspira, literalmente, a simplificar la vida del personal investigador mediante la adopción de políticas abiertas, por ejemplo facilitando su acceso a datos públicos o a datos privados de interés general.
     
  • Se prevé la evolución del Barómetro, incorporando mención específica a los ensayos clínicos, el gasto en publicación de artículos y libros, etc.
     
  • En la investigación dedicada al cambio climático se apuesta específicamente por la ciencia abierta.
     
  • Complementariamente, se apunta a las diversas infraestructuras existentes o futuras, así como la participación en iniciativas europeas e internacionales.

Visto el balance 2018-2021, y especialmente el Plan 2021-2024, podemos afirmar que aunque el nuevo Plan francés por la ciencia abierta participe de la retórica política, también tiene numerosas virtudes: presenta una planificación exhaustiva, ordenada y priorizada, con conocimiento de causa, con elementos de perfil propio, con visión integrada y con ambición internacional. Además de marcar el paso de la aceleración francesa en la búsqueda abierta, el Plan también iluminará a otros países que transitan más lentamente su evolución hacia una ciencia abierta.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

THE LANCET retoma teoría "conspirativa" de la fuga del laboratorio

Publicado en The Economic Times
https://economictimes.indiatimes.com/news/science/covid-origins-probe-the-lancet-does-u-turn-over-lab-leak-theory/articleshow/86357438.cms 


Investigación de los orígenes de Covid: The Lancet da un giro sobre la teoría de la fuga del laboratorio

En febrero del año pasado, The Lancet publicó una carta abierta en la que "condenaba enérgicamente las teorías conspirativas" en torno al brote de coronavirus de Wuhan, que sugerían que el Covid-19 no tiene un origen natural.

Después de enfrentarse a las críticas por su cobertura de los orígenes de la pandemia de Covid, la aclamada revista científica The Lancet ha publicado una "visión alternativa" de 16 científicos.

El equipo internacional de expertos en salud, en la carta abierta, hace un llamamiento al "debate científico objetivo, abierto y transparente sobre el origen del SARS-CoV-2".

Los científicos "necesitan evaluar todas las hipótesis sobre una base racional, y sopesar su probabilidad sobre la base de hechos y pruebas, desprovistos de especulaciones sobre posibles impactos políticos", escribieron los autores. 

En febrero del año pasado, The Lancet publicó una carta abierta en la que "condenaba enérgicamente las teorías conspirativas" en torno al brote de coronavirus en Wuhan, sugiriendo que el Covid-19 no tiene un origen natural.

A principios de este año, se reveló que Peter Daszak -científico británico y presidente de la organización sin ánimo de lucro EcoHealth Alliance, con sede en Estados Unidos y que tiene una conexión directa con China- había orquestado en secreto la ahora famosa carta. La empresa también ha financiado investigaciones en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV).

En la nueva carta abierta, los científicos discuten la posibilidad de que la investigación en el laboratorio haya desempeñado un papel en la aparición del virus del SARS-CoV-2.

"Nos unimos para condenar enérgicamente las teorías conspirativas que sugieren que el Covid-19 no tiene un origen natural", afirmaron, en una declaración que "impartió un efecto silenciador en el debate científico más amplio".

Sin embargo, "no existe un apoyo directo al origen natural del SARS-CoV-2, y es plausible un accidente relacionado con el laboratorio", afirmaron los autores.

"Puede parecer poca cosa, pero después de 18 meses de negación total, el mero hecho de que [The] Lancet acepte publicar esta carta en la que se reconoce que el origen del Covid-19 sigue siendo un veredicto abierto, es algo muy importante", declaró a Daily Mail on Sunday el profesor Nikolai Petrovsky, de la Universidad Flinders de Adelaida (Australia), uno de los firmantes.

"Que una revista médica de primera línea como Lancet acceda a abrir por fin sus puertas a una carta de los científicos en la que se pone de manifiesto el origen aún incierto del Covid-19, indica lo mucho que hemos avanzado en 18 meses en la petición de un debate científico abierto sobre el tema, pero también indica lo mucho que nos queda por recorrer", añadió.

Además, la nueva carta también implora a China que se abra y permita el acceso a una investigación adecuada. Mientras que el primer estudio conjunto de la Organización Mundial de la Salud y China concluyó que el origen de laboratorio era "extremadamente improbable", el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha declarado que todas las hipótesis siguen sobre la mesa, incluida la de una fuga de laboratorio.

Mientras tanto, China se ha resistido a una segunda investigación completa y sin restricciones de los orígenes del brote por parte de la OMS, acusando al organismo sanitario mundial de "arrogancia" y una "falta de respeto por el sentido común".

"Aunque necesitamos más pruebas, el mundo seguirá sumido en la disputa sin un compromiso total de China, que incluya el acceso abierto a los datos primarios, los documentos y el material relevante almacenado para permitir una búsqueda exhaustiva, transparente y objetiva de todas las pruebas pertinentes", escribieron los autores.


martes, 21 de septiembre de 2021

CIENCIA ABIERTA: Cuidado con la reproducibilidad simulada

Publicado en Nature
https://www.nature.com/articles/d41586-021-01824-z 


⦁ Un cambio sólido y sostenible depende de si los valores culturales subyacentes se han alterado, no sólo las señales superficiales. Si no lo han hecho, las prácticas de la ciencia abierta pueden convertirse en un obstáculo más, una forma de señalización de la virtud o una cortina de humo.

⦁ Me preocupa que, al adoptar los adornos de la reproducibilidad, el trabajo de mala calidad pueda parecer que ha adoptado las mejores prácticas. El problema es que el trabajo descuidado está impulsado por una cultura científica que pone demasiado énfasis en los hallazgos interesantes. Cuando los financiadores y las revistas recompensan las afirmaciones llamativas en detrimento de los métodos rigurosos y los resultados reproducibles, las reformas para cambiar la práctica pueden resultar contraproducentes. Las nuevas prácticas, normas y políticas útiles se transforman en formalidades sin sentido para seguir acaparando titulares a cualquier precio. 

⦁ Dicho esto, veo que los valores están cambiando... algunos investigadores reaccionaron con abierta hostilidad, utilizando frases como "policía de la replicación". Ahora esas críticas son poco frecuentes (al menos en público). Y en algunas comunidades, los investigadores dan ahora prioridad al trabajo que otros pueden aprovechar. Por ejemplo, organizaciones como la Society for Improving Psychological Science (Sociedad para la Mejora de la Ciencia Psicológica) encarnan una oleada de energía e idealismo por parte de investigadores, en su mayoría jóvenes.


Cuidado con la reproducibilidad simulada

Los cambios bien intencionados para mejorar la ciencia podrían convertirse en gestos vacíos si no cambian los valores subyacentes.

Stuart Buck

Hace casi una década, en Arnold Ventures -una organización filantrópica de 2.000 millones de dólares en Houston, Texas- nos dimos cuenta de que utilizar la evidencia para dirigir nuestras donaciones requería tener más confianza en la propia evidencia. Como vicepresidente de investigación, me encontré inmerso en los esfuerzos por mejorar la ciencia, dispersando más de 60 millones de dólares en subvenciones para garantizar que los investigadores pudieran aprovechar los resultados de otros. Participé en los debates que condujeron a la adopción generalizada de directrices que promueven la transparencia y la apertura, al repositorio de ensayos clínicos Vivli y al lanzamiento del Centro para la Ciencia Abierta, una organización sin ánimo de lucro en Charlottesville, Virginia.

He visto muchos cambios positivos desde entonces. Pero a veces me preocupa que podamos acabar con el peor de los mundos: la pretensión de reproducibilidad sin la realidad.

En 2012, muy poca gente había oído hablar del prerregistro, la práctica antibacteriana de especificar, por escrito, los análisis e hipótesis previstos al comienzo de un experimento. Hacerlo era un requisito para nuestros becarios.

Hoy en día, parece que todos los científicos saben lo que es el prerregistro. La mayoría está de acuerdo en que puede ayudar a reducir el sesgo de publicación y el "P-hacking", cuando los datos se ajustan para producir valores P significativos. Las principales sociedades profesionales respaldan ahora esta práctica: el registro de la Asociación Americana de Economía cuenta con más de 4.700 estudios, y la Asociación Americana de Psicología ha creado un conjunto de "Normas de prerregistro para la investigación cuantitativa en psicología". De hecho, hay unos 75.000 proyectos de investigación registrados en el repositorio Open Science Framework del Center for Open Science.


Nuestra obsesión por la eminencia distorsiona la investigación

Se puede contar una historia similar sobre el intercambio de datos a través de Zenodo del CERN, el laboratorio europeo de física de partículas cerca de Ginebra (Suiza); Figshare de la empresa de análisis londinense Digital Science; muchos repositorios de los Institutos Nacionales de Salud; y otros. Aunque todavía está lejos de ser una rutina en muchas disciplinas, el ritmo al que los artículos académicos comparten sus datos subyacentes está creciendo: un estudio lo sitúa en un aumento de alrededor del 0% en 2000 a casi el 20% en 2018 (S. Serghiou et al. PLoS Biol. 19, e3001107; 2021).

Pero un cambio sólido y sostenible depende de si los valores culturales subyacentes se han alterado, no solo las señales superficiales. Si no lo han hecho, las prácticas de la ciencia abierta pueden convertirse en un obstáculo más, una forma de señalización de la virtud o una cortina de humo.

Lo he visto. En una conferencia celebrada unos meses antes de la pandemia, un académico me contó cómo, en su departamento, todo el mundo escribía largos planes de preanálisis que, en teoría, limitarían el hackeo P. En la práctica, admitió, los investigadores podían dar rienda suelta al "cherry picking", contando con que nadie tiene tiempo o paciencia para leer un plan de preanálisis de 100 páginas y compararlo con la publicación posterior.

Las pruebas más sistemáticas proceden del Proyecto COMPare, dirigido por Ben Goldacre en la Universidad de Oxford (Reino Unido), un esfuerzo financiado por mi departamento. Ese equipo revisó las publicaciones de 67 ensayos clínicos en las principales revistas médicas y las comparó con las descripciones originales. Sólo 9 coincidieron. De los demás, 354 resultados prerregistrados no se informaron; otros 357 resultados se "añadieron silenciosamente" (B. Goldacre et al. Trials 20, 118; 2019).

Mientras tanto, muchos prerregistros son demasiado vagos. En un estudio, se pidió a los revisores que contaran el número de hipótesis en 106 prerregistros. Sólo estuvieron de acuerdo el 14% de las veces (M. Bakker et al. PLoS Biol. 18, e3000937; 2020).

¿Qué pasa con el intercambio de datos? Los principios FAIR estipulan que los datos compartidos deben ser "localizables, accesibles, interoperables y reutilizables". Un análisis realizado en 2020 en 15 revistas de psicología concluyó que la mayoría de los conjuntos de datos "no estaban completos ni eran reutilizables" (J. N. Towse et al. Behav. Res. https://doi.org/gkzk; 2020).

Me preocupa que, al adoptar los adornos de la reproducibilidad, el trabajo de mala calidad pueda parecer que ha adoptado las mejores prácticas. El problema es que el trabajo descuidado está impulsado por una cultura científica que pone demasiado énfasis en los hallazgos interesantes. Cuando los financiadores y las revistas recompensan las afirmaciones llamativas en detrimento de los métodos rigurosos y los resultados reproducibles, las reformas para cambiar la práctica pueden resultar contraproducentes. Las nuevas prácticas, normas y políticas útiles se transforman en formalidades sin sentido para seguir acaparando titulares a cualquier precio. 

Dicho esto, veo que los valores están cambiando. En los primeros años en que Arnold Ventures comenzó a apoyar estos esfuerzos, algunos investigadores reaccionaron con abierta hostilidad, utilizando frases como "policía de la replicación". Ahora esas críticas son poco frecuentes (al menos en público). Y en algunas comunidades, los investigadores dan ahora prioridad al trabajo que otros pueden aprovechar. Por ejemplo, organizaciones como la Society for Improving Psychological Science (Sociedad para la Mejora de la Ciencia Psicológica) encarnan una oleada de energía e idealismo por parte de investigadores, en su mayoría jóvenes.

Aun así, lo que realmente importa es que los científicos se sientan capacitados y recompensados por hacer un trabajo sólido, publicar resultados negativos y seguir los datos. El idealismo de los científicos que inician su carrera debe ir acompañado de señales firmes por parte de los directivos y las instituciones de que es posible ser contratado y obtener la titularidad mientras se aplican las mejores prácticas. Una señal esperanzadora es que en los anuncios de empleo de algunas universidades se pregunta por el compromiso de los candidatos con las prácticas de la ciencia abierta.

Este tipo de cambio cultural es el verdadero reto.

"¡Quemadlo con fuego!" - El uso de ChatGPT «polariza» a los revisores

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/corrupting-chatgpt-use-polarises-peer-reviewers   Quemadlo...