Publicado en SciDevNet
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- Claudia Sheinbaum será la primera mujer y con formación científica que gobernará México
- En el último sexenio ha habido una confrontación permanente entre el gobierno y parte de la academia
- Para lograr el diálogo se requiere una persona conciliadora al frente de CONAHCYT
[CIUDAD DE MÉXICO] Con el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo como la primera mujer que gobernará México crecen las expectativas entre la comunidad científica respecto al futuro del país en materia de ciencia y tecnología, y se abre la posibilidad de que haya mayor consenso y diálogo que el que ha habido con el gobierno actual, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con los resultados preliminares de la votación del 2 de junio, Sheinbaum, la candidata del partido gobernante (Morena) alcanzaría un 59,35 por ciento de los votos totales, mientras que su contrincante más cercana, Xóchitl Gálvez, candidata de los partidos de oposición, llegaría al 27,9 por ciento de la votación.
Se trata de la presidenta electa más votada y con la mayor diferencia de votos respecto al segundo lugar en la historia del país.
Sheinbaum también será la primera presidenta con una trayectoria científica. Después de formarse como física y hacer su maestría y doctorado en ingeniería ambiental en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ingresó en 1995 como investigadora al Instituto de Ingeniería de esa universidad, donde se dedicó a generar inventarios de gases de efecto invernadero y al análisis de políticas energéticas.
En un país que nunca ha llegado al 0,5 por ciento del PIB para ciencia y tecnología, y en el que hay 1,25 investigadores por cada mil personas, un número muy por debajo del promedio de la OCDE, la presencia de una mujer con formación científica en la presidencia representa optimismo y potenciales beneficios para el sector científico.
“Su preparación científica la hace más sensible [a los temas de ciencia]. En principio, es una persona que conoce de qué se trata la investigación científica, que tiene mayor sensibilidad acerca de su impacto, sus necesidades, su importancia”, dijo a SciDev.Net José Seade, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Rosaura Ruiz, académica de la UNAM e integrante del equipo de campaña de Sheinbaum, aseguró que la formación científica e ingenieril de la presidenta electa tendrá un impacto en su forma de gobernar.
“Claudia tiene una mentalidad de científica (…) quiere decir que aborda una problemática y quiere entenderla, llama a los expertos, pero atiende a la gente porque tiene una sensibilidad respecto a las comunidades”, señaló a SciDev.Net.
La victoria de Sheinbaum ocurre al final de un sexenio caracterizado por continuas confrontaciones entre parte de la comunidad científica y el presidente actual, y especialmente, la directora del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (CONAHCYT), Elena Álvarez Buylla, que van más allá de filias y fobias partidistas.
El origen del disenso está en una política científica del CONAHCYT que enfatiza el impacto negativo del sistema económico neoliberal en el sector de CTI, y que se puede ver en “un estado de abandono, con escaso financiamiento a la labor científica y tecnológica, así como con políticas públicas ciegas a la realidad social y ambiental que se vive en el país”, según se lee en su Programa Institucional 2020-2024. Y, por eso, dice el documento, la ciencia debe solucionar los problemas prioritarios nacionales.
Para los investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Teresa Yurén Camarena y Luis Enrique García Pascacio, quienes han analizado críticamente la políticas científica del Consejo, “la política actual tiene consistencia en el aspecto teórico y en lo que se refiere a los valores que la sustentan”, sin embargo “su puesta en marcha se ha salido de cauce debido a factores de carácter político, financiero y de gestión asociados a una falla estructural”, dicen en su análisis.
“Sus programas se queden cortos en relación con las necesidades del desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en las instituciones de educación superior autónomas. Este desarrollo depende de las negociaciones con las autoridades competentes que no están exentas de conflictualidad”, afirman Camarena y García Pascacio.
En buena medida, esto explica que durante todo el sexenio haya habido desencuentros entre gobierno y academia respecto a quién decide cómo se distribuyen los recursos; cómo se evalúa la actividad científica; cómo se decide qué es un problema nacional prioritario; o a quiénes se incluye o no en la planeación de la política científica del país.
“Están los científicos muy ligados todavía a esta concepción positivista de la ciencia, como puesta en su pedestal, que trabaja per se para el progreso de la humanidad. Y otra forma muy diferente es una visión crítica de la ciencia, una visión de transformación hacia una sociedad más justa, más en armonía con el ambiente. Y eso nos lleva a una forma muy diferente de estructurar todas las políticas”, comentó a SciDev.Net.
De acuerdo con Seade, “siempre ha habido una preocupación social como parte de la actividad científica, no es una idea que haya surgido en este sexenio (…) la responsabilidad social de la ciencia es importante, pero eso no significa, y ese es el gran peligro, que la ciencia tiene que ser guiada y que el financiamiento tiene que ser en líneas específicas marcadas por una junta de hombres sabios, o mujeres sabias, excluyendo a todo el sector académico”.
Añadió que “es importante desarrollar proyectos científicos que el país necesita, pero cuáles son esos proyectos tiene que ser algo que venga de un consenso, donde participen muchos sectores”.
La reducción en el número de becas de posgrado, la eliminación de decenas de fideicomisos (que eran formas de distribuir recursos directos desde CONAHCYT a otros organismos), la eliminación de apoyos para veranos de investigación y olimpiadas científicas, así como las denuncias penales contra algunos científicos por supuestas irregularidades en el manejo de recursos, entre otras acciones, han agravado aún más el distanciamiento entre el Consejo y parte de la comunidad científica.
El problema ha llegado tal grado que, en febrero de este año, Álvarez Buylla publicó una carta en la que renunciaba a la AMC, una asociación que aglomera a casi 3 mil científicos del país, por haber “sido capturada por grupos de poder conservadores y usada para golpear al actual gobierno con el propósito de defender intereses individuales”.
Búsqueda del diálogoFrente a este complejo panorama al interior de la comunidad científica es que Claudia Sheinbaum llegará a la presidencia el próximo 1 de octubre.
Para Masera, uno de los desafíos para la nueva presidenta será darle continuidad a lo que ha tenido éxito y cambiar lo que no, por ejemplo, “hay que mantener los programas que articulan las capacidades científico-técnicas, en colaboración con otros actores y no como asesores, para la solución de problemáticas nacionales que requieren atención urgente”.
También, dijo, “hay que seguir con la evaluación en el Sistema Nacional de Investigadores de tal manera que haya una evaluación mucho más integral de la práctica científica, no basada únicamente en el número de papers”.
Pero también reconoció que debe haber cambios para aumentar la simplificación administrativa, incrementos en el presupuesto del CONAHCYT y en los tiempos para el desarrollo de proyectos que ahora se limitan a un año.
Uno de los cambios en donde hay mayor consenso es sobre el perfil de la persona que encabezará el CONAHCYT en el sexenio de Claudia Sheinbaum.
“Tiene que ser una persona que escuche, que sepa tener un equipo amplio, diverso, escuchar lo que el equipo dice, se requiere una persona que sepa crear consensos”, afirmó Seade.
“Una persona que sepa oír más que hablar, muy receptiva a diferentes puntos de vista y que no vea a la ciencia como un vehículo para una cuestión meramente económica, sino como transformadora de la sociedad”, dijo Masera.
También Rosaura Ruiz coincidió en que debe ser “una persona que tenga experiencia en ciencia, naturalmente, pero que también tenga una política conciliadora, que no llegue a dividir, a generar problemas”.
La meta en el próximo gobierno, según Ruiz, tiene que ser el consenso. “Muchos no votaron por Claudia, pero Claudia ganó. Entonces hoy tenemos que estar juntos, tomar decisiones juntos y trabajar para resolver los problemas centrales del país, los problemas fundamentales que tienen que ver mucho con la desigualdad, con el abandono, con el rezago. En eso creo que estamos de acuerdo, que cada quien deje su ideología política aparte y que contribuya a que avance la ciencia con responsabilidad social”, enfatizó.
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net
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