Publicado en El País
https://elpais.com/ciencia/2023-11-28/el-fraude-continuado-en-el-sistema-de-publicaciones-cientificas.html?outputType=amp
Al mismo tiempo, desde hace unos años se ha desarrollado toda una industria que mide el impacto de las revistas basado en las veces que los artículos que publican son citados por otros investigadores. Ello ha dado lugar a la aparición de unos indicadores que se supone miden el impacto de investigadores, grupos de trabajo, centros de investigación y universidades. Indicadores y clasificaciones han dado lugar a una carrera hacia la publicación en revistas con los mayores índices posibles en la que todo parece que valga. Esto va desde un mercado de artículos que se compran y venden a autorías ficticias y, recientemente, se han visto universidades de algunos países que pagan a autores para que afirmen pertenecer a ellas. Todo ello pervierte el sistema de publicaciones y constituye un fraude continuado. Para remediarlo, ha habido declaraciones en las que se exige abandonar la evaluación a base de indicadores numéricos y llevar a cabo evaluaciones de forma cualitativa que permita examinar la validez y la calidad de los trabajos que se realizan. Esto implica más trabajo de revisión y una mayor confianza en quienes participan en ello.
En España esta situación conflictiva se produce en los momentos en que la investigación que se lleva a cabo en nuestro país va aumentando tanto en cantidad como en calidad. A ello ha contribuido el aumento de fondos que en su mayoría son competitivos y, por tanto, necesitan una evaluación. Esta también es necesaria para atribuir los llamados complementos de productividad a los salarios de docentes e investigadores. Para quienes gestionan el sistema de Ciencia y de Universidades lo más sencillo es utilizar indicadores y rankings basados en los índices de impacto de publicaciones. Si el dinero para trabajar o el que se recibe a fin de mes dependen de estos indicadores, no es de extrañar que se haya creado una idolatría hacia el impacto de las publicaciones y aparezca una picaresca lamentable.
Esto ocurre cuando sin que tengamos en España una cultura de la investigación científica en la que las Buenas Prácticas Científicas estén bien enraizadas, ni procedimientos de análisis de las desviaciones que se producen inevitablemente cuando hay una presión sobre el personal investigador y docente. Justo este año se ha constituido el primer Comité de Ética de la Investigación del Estado que ya estaba previsto en la Ley de la Ciencia de 2011. Es cierto que instituciones como el CSIC ya tienen un Comité de Ética desde el año 2009 que ha tratado docenas de casos. En Cataluña se creó hace cuatro años el Comité para la Integridad de la Investigación y poco a poco centros de investigación y universidades se dotan de instancias similares. Pero a las instituciones les cuesta analizar posibles casos de malas prácticas y llegar a medidas disciplinarias, en parte por tradición corporativista, pero también porque las reglas de la Función Pública impiden aplicarlas. Los procedimientos de la Administración pública en nuestro país no están adaptados para una gestión eficiente de la ciencia y contribuyen a pervertir el sistema. Sería necesario llegar a cabo acciones para asegurarse que los investigadores conocen y se adhieren a las normas que dotan a su trabajo de credibilidad, ya que todos debemos estar convencidos de que solo tiene sentido una ciencia honesta y de calidad. Y debemos estar vigilantes para que cuando algo ocurre tenemos procedimientos para analizar los casos y se toman las medidas apropiadas de forma transparente y diligente.
Pere Puigdomènech es profesor de investigación ad honorem en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) y expresidente del Comité de ética del CSIC
No hay comentarios:
Publicar un comentario