domingo, 21 de julio de 2024

Rankings: ¿qué imagen de la universidad pública proyectan?

Publicado en CAMPUS. Suplemento educativo
https://suplementocampus.com/rankings-que-imagen-de-la-universidad-publica-proyectan/ 



Rankings: ¿qué imagen de la universidad pública proyectan?

 
18 julio, 2024 por 

Estas evaluaciones, que examinan el desempeño de las instituciones de educación superior, pueden representar un aporte invaluable en el rediseño del proyecto nacional de este nivel educativo

Se abrió la temporada 2024 de rankings, cuando SCIMAGO publicó hace unos meses su clasificación anual de instituciones de educación superior (IES). Sigue abierta, con la sucesiva puesta en circulación de otros resultados. Tomando en cuenta los repetitivos anuncios de que uno de los objetivos de la administración pública saliente en México consistió en reformar los parámetros de evaluación (por institución y carrera) en la educación superior, mediante las propuestas emitidas en particular por las COEPES, nos interesó entonces reflexionar sobre esos instrumentos en tanto esquemas fidedignos para medir la calidad de los establecimientos, con base en indicadores internacionales.

Los rankings examinan el desempeño de las instituciones en función de criterios preestablecidos. SCIMAGO utiliza principalmente los de capacidades de investigación, innovación y proyección social para clasificar los establecimientos seleccionados. Sus datos permiten reconstituir su participación, durante más de una década. Muestran que esa se incrementó, sobre todo en las universidades públicas y en los centros de investigación. México es, así, el segundo usuario de este ranking, después de Brasil. en América Latina.

Su prevalencia numérica está acorde con el tamaño de su sistema nacional de educación superior. Expresa también un interés, inducido por las políticas públicas de aseguramiento de calidad, por un mecanismo que no todos los países de la región adoptaron. Uruguay, Venezuela, los países del Caribe y de América Central manifestaron poco interés en el mientras otros, en contraste, apostaban a ese esquema en tanto generador de mediciones y ordenamientos (Chile, Colombia, Ecuador y, en menor medida, México, Perú y Argentina)

En México, el número de IES, incluidas en SCIMAGO, aumentó de 42 en 2010 a 80 en 2024. Ese auge fue concomitante con una diversificación de los establecimientos acreditados: se acrecentó la presencia de institutos nacionales, principalmente en Salud, de dependencias paraestatales, del Tecnológico Nacional de México, en el sector público y de instituciones privadas prestigiadas, aunque las universidades, federales y estatales, continuaron siendo las más numerosas.

Globalmente, las 54 IES mexicanas, clasificadas entre las 500 primeras del ranking global, ocuparon posiciones intermedias. Están lidereadas por la UNAM, situada en el cuartil 1 de excelencia, en la posición 205. Otros 20 establecimientos pertenecen a ese mismo cuartil, aunque en rangos inferiores al de la UNAM. Los demás están ubicados en los cuartiles 2, 3 y 4. Pese a resultados medianos, en forma general, muchos establecimientos mejoraron sus resultados, en comparación con los alcanzados al principio del periodo documentado. Ese avance denota un mayor grado de entendimiento del dispositivo clasificatorio por parte de las IES y un alineamiento creciente sobre los criterios exigidos de desempeño.

Por indicador específico, sin embargo, el panorama es menos alentador: sólo un puñado de establecimientos cumple con el indicador de capacidades de investigación y está incluido entre las 500 mejores. De hecho, en la región, solamente una institución colombiana, una chilena, una argentina y 4 brasileñas más la UNAM en México fueron seleccionadas. Si, a escala iberoamericana, el predominio de España es abrumador, la participación de México involucró apenas 9 instituciones. La exclusión es todavía mayor, respecto de la innovación ya que ninguna IES de América Latina estuvo inserta, en la lista mundial. En cambio, la regional abarca unas 85 mexicanas. México participó más en el indicador de contribución/vinculación social, con 3y 62 establecimientos a escala mundial y latinoamericana.

Esas cifras, además de áridas, son deprimentes, aunque menos inquietantes que las arrojadas por otros rankings. Deberían, en lugar de alimentar una defensa a ultranza o una condena perentoria, alimentar una discusión sobre lo que hacen las IES y sobre sus perspectivas de futuro, habida cuenta de condiciones desfavorables de financiamiento, de organización y su imparable burocratización, incompatible con su productividad académica. Si bien los rankings sirven para jerarquizar internacionalmente los polos de saber, sus resultados deberían nutrir una reflexión autocrítica sobre los desvíos en la conducción y gobernanza de las IES. Esas son, en mi opinión, excesivamente controladoras e irrespectuosas de los valores cardinales de los investigadores.

En otras palabras, los rankings no sólo son un barómetro para calibrar la atractividad de una institución respecto de otras, en un mercado global de la educación superior, aunque este sea su uso más común. Dan pistas para juzgar los resultados de las políticas públicas nacionales aplicadas a los establecimientos, independientemente de comprensibles divergencias de opinión sobre su pertinencia. Habría que tomar en cuenta esos aportes en el indispensable rediseño del proyecto nacional de educación superior.


Fundamentos de Bibliometría Narrativa

Publicado en Zenodo: https://zenodo.org/records/10512837 


Fundamentos de Bibliometría Narrativa

CreatorsDescription

El documento 'Fundamentos de Bibliometría Narrativa' proporciona un análisis de la evolución de la evaluación científica, resaltando la influencia de manifiestos como DORA y CoARA en la configuración de prácticas éticas y responsables en la academia, así como su asimilación por las políticas científicas españolas. Este conecta dicho contexto con las contribuciones de la Bibliometría Evaluativa, subrayando la transición hacia un enfoque más integrador que defiende la necesidad de un equilibrio entre métodos cuantitativos y cualitativos en la evaluación de la investigación. Asimismo, enfatiza cómo el Currículo Narrativo ha emergido como una de las herramientas fundamentales en los nuevos procesos de evaluación, ya que permite describir la complejidad y el contexto de los logros académicos. Se propone la Bibliometría Narrativa, definida como la utilización de indicadores bibliométricos para generar relatos y narrativas que permitan la defensa y exposición de un currículum científico y/o de sus aportaciones individuales en el marco de un proceso de evaluación científica. Para introducir al lector se presenta sin ánimo exhaustivo fuentes, indicadores y casos prácticos para aplicar efectivamente la Bibliometría Narrativa en distintos contextos de evaluación científica pero enfocado en la defensa de aportaciones. Este documento se ofrece por tanto, como una herramienta introductoria para evaluadores e investigadores para un uso responsable de los indicadores bibliométricos


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viernes, 19 de julio de 2024

MALASIA: "Cobrar a los autores por publicar artículos científicos es un error de base"

Publicado en BERNAMA
https://www.bernama.com/en/thoughts/news.php?id=2274311




COBRAR A LOS AUTORES POR PUBLICAR ARTÍCULOS CIENTÍFICOS ES UN ERROR DE BASE


12/03/2024

Opiniones sobre temas de actualidad de líderes de opinión, columnistas y editores.


Por: Prof. Dr. Mohammad Tariqur Rahman


El concepto de la llamada ciencia abierta, en la que las publicaciones de investigación se ponen a disposición del público de forma gratuita, parece tener buenas intenciones. En principio, el acceso abierto parece una idea noble.


Sin embargo, no es gratuito. Alguien es responsable de pagar el coste que hace que las publicaciones científicas sean gratuitas en masa. Y son, por defecto, las personas que están detrás de la investigación: los académicos y científicos autores de las publicaciones.


Los autores son responsables de conseguir becas de investigación, llevar a cabo la investigación y, por último, publicar los resultados de la investigación.  


Sin embargo, un resultado de investigación en forma de publicaciones no siempre procede necesariamente de una investigación financiada por una institución, industria o gobierno. Los académicos y científicos realizan investigaciones voluntarias sin ninguna subvención, y esto también se publica.


En cualquier caso, el tratamiento editorial de un manuscrito en la sala de trabajo de una editorial conlleva gastos. Con algunas excepciones, los gastos de procesamiento de los artículos, que en la actualidad son en su mayoría tasas de acceso abierto, se sufragan con fondos institucionales, becas de investigación o fondos personales del investigador.


Sin entrar en discusiones más profundas, no es difícil darse cuenta de que los fondos institucionales y las subvenciones gubernamentales a la investigación son en su mayoría dinero de los contribuyentes. Una parte del dinero de los impuestos de los ciudadanos es utilizado por el gobierno o las instituciones públicas y se desembolsa en forma de becas de investigación. Los fondos industriales y privados también dependen de un modo u otro de la contribución de los contribuyentes, al menos parcialmente. Las industrias que gastan dinero en I+D están parcialmente exentas de impuestos.


Irónicamente, los mismos contribuyentes no tienen derecho a leer los resultados de la investigación que han pagado. Por otro lado, los autores, que también pagan impuestos y son responsables de la investigación de la A a la Z, lo que incluye la redacción de la propuesta, la realización de la investigación y la redacción del manuscrito, tienen que pagar a un editor para que los resultados de su investigación sean accesibles a quienes pagaron por ella.


Los argumentos de los editores


Los argumentos de las editoriales son simples y directos. Necesitan dinero para asumir el coste del proceso de publicación de los trabajos. Dada la amplia gama de tarifas de acceso abierto, que en algunos casos superan los 10.000 dólares, es difícil imaginar los costes reales que asume un editor para hacer accesible al mundo un artículo. La pregunta inevitable que podría plantearse es si el editor cobra más de lo que cuesta.  


En pocas palabras, ¡el negocio de la publicación no es una misión filantrópica! No obstante, algunas editoriales eximen a los autores de países con bajos ingresos del pago de las tasas de procesamiento de artículos o de acceso abierto. Al mismo tiempo, otros editores siguen modelos de publicación híbridos en los que los artículos son de acceso abierto o accesibles previa suscripción de los lectores.


Biblioteca Científica Electrónica en Línea (SciELO)


Además del modelo híbrido de opciones de acceso abierto, algunos países como Sudáfrica y unos pocos países de América Latina y Europa optaron por la red Scientific Electronic Library Online (SciELO) que permite la publicación de investigaciones de los países miembros bajo el modelo de acceso abierto diamante en el que tanto la publicación como el acceso de los lectores son gratuitos. El objetivo es publicar investigaciones realizadas por investigadores locales para investigadores locales y sobre temas de interés local.


No hace falta decir que SciELO o cualquier otro modelo similar están limitados a los países que participan en ellos y a un número limitado de revistas. Además, la expansión de estos modelos a escala mundial no es viable desde el punto de vista logístico.


En general, los modelos de publicación de acceso abierto crean una u otra forma de desigualdad en los artículos publicados. Esto se complica aún más en determinadas situaciones en las que los autores pueden proceder de países que están exentos de pagar las tasas de acceso abierto y también de países que no están exentos de pagar las mismas tasas.


Además, ¿cómo va a aceptar una revista un artículo de investigación voluntaria que se realiza sin ninguna subvención? Si los autores proceden de países que no están en la lista de exentos del acceso abierto, deberían pagar las tasas con su propio salario. 


El número de revistas que permiten enviar manuscritos sin ninguna cláusula de pago es cada vez menor. Sorprendentemente, las revistas de editoriales reputadas o las que figuran en organismos de indexación de renombre tienen "licencia" para imponer las tasas de acceso abierto que consideren oportunas para su revista. Cuanto mayor es la reputación, mayores son las tarifas.


Ninguna norma universal


Resulta bastante desconcertante ver que no existe una norma universal para determinar las tasas de acceso abierto ni directrices que cubran todos los aspectos lógicos del cobro de tasas de acceso abierto a los autores. Por no mencionar que las revistas depredadoras basadas en "pagar y publicar" siguen funcionando sin mayores problemas.


En una situación así, en lugar de obligar a los académicos e investigadores a demostrar su productividad en la publicación pagando a menudo una cantidad muy poco razonable, las instituciones académicas y de investigación deberían encontrar medios alternativos para evaluar el rendimiento y el impacto de su personal. Medir el impacto social del trabajo de un investigador y su influencia en la política local podría ser un medio alternativo para evaluar el rendimiento de la investigación.


Es impredecible si la comunidad internacional de publicaciones científicas elaborará alguna directriz aceptable para las tasas de acceso abierto o si las instituciones académicas y de investigación adoptarán algún medio alternativo para liberar a los autores de la carga de las tasas de acceso abierto.


Hasta entonces, el cobro a los autores de las tasas de acceso abierto seguirá funcionando con los defectos fundamentales de la práctica.


-- BERNAMA


Prof Dr Mohammad Tariqur Rahman (tarique@um.edu.my) es Decano Asociado (Educación Continua), Facultad de Odontología, y Miembro Asociado, UM LEAD, Universiti Malaya.



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CHARGING AUTHORS FOR SCIENTIFIC PUBLISHING IS FUNDAMENTALLY FLAWED

12/03/2024 08:38 AM

Opinions on topical issues from thought leaders, columnists and editors.

By: Prof Dr Mohammad Tariqur Rahman

The concept of the so-called open science, in which research publications are made publicly accessible free of cost, seems to have good intentions. In principle, open access seems like a noble idea.

It is not free after all. Someone is held responsible for paying the cost that makes the scientific publications free en masse. And that is by default the people behind the research – the academics and scientists who are the authors of the publications.

Authors are responsible for securing research grants, conducting the research and, finally, publishing the research findings.  

A research output, however, in the form of publications does not necessarily always come from research funded by an institution, industry, or government. Academics and scientists do voluntary research without any grants, and this is also published.

Either way, there are expenses for the editorial processing of a manuscript in the labour room of a publisher. With some exceptions, the expenses for the article processing, nowadays mostly open access fees, are covered by institutional funds, research grants or by the researcher’s personal fund.

Without going into a deeper discussion, realising that institutional funds and government research grants are mostly taxpayers’ money is not difficult. A part of people’s tax money is used by government or public institutions and is disbursed in the form of research grants. Industrial and private funds are also dependent in one way or another on the taxpayers' contribution – at least partially. Industries spending money on R&D are partly exempted from tax.    

Ironically, the same taxpayers are not eligible to read the outputs of the research they paid for. On the other hand, the authors, who also pay taxes and are held responsible for the research from A to Z, which includes writing the proposal, conducting the research, and drafting the manuscript, have to pay a publisher to make their research outputs accessible to those who paid for their research.

The publishers’ arguments

The arguments by the publishers are simple and straightforward. They need money to shoulder the cost of the publication process of papers. Given the wide range of open access fees that in some cases exceed US$10,000, it is difficult to fathom the actual costs that a publisher shoulders to make a paper accessible to the world. The inevitable question that could be raised is whether the publisher charges more than it costs.  

Curtly put, the publication business is not a philanthropic mission! Nevertheless, some publishers exempt authors from countries with low-income brackets from paying the article processing or open access fees. At the same time, other publishers follow hybrid publishing models whereby papers are either openly accessible or accessible upon subscription by the readers.

Scientific Electronic Library Online (SciELO)

Besides the hybrid model of open access options, some countries such as South Africa and a few countries in Latin America and Europe opted for the Scientific Electronic Library Online (SciELO) network that allows the publishing of research from member countries under the diamond open access model where both publishing and reader access come at no cost. The goal is to publish research by local researchers for local researchers and on locally relevant topics.  

Needless to say, SciELO or any similar models are limited to those countries participating in those models and to a limited number of journals too. Besides, an expansion of such models at a global scale is not logistically achievable.

Overall, the open-access publication models create one or another form of inequity in the papers published. This becomes further complicated in certain situations where authors in the byline may come from countries that are exempted from paying the open-access fees and also from countries that are not exempted from paying the same fees.

Furthermore, how will a journal entertain a paper of voluntary research that is conducted without any grant? If the authors come from countries that are not on the open-access exemption list, they ought to pay the fees from their own salary.  

The number of journals to submit manuscripts without any clause of payment is shrinking. Strikingly, journals from reputed publishers or those who are listed in reputed indexing bodies are “licensed” to impose any open-access fees they deem fit for their journal. The higher the reputation, the higher the fees.

No universal norm

It is rather baffling to see that neither is there a universal norm to determine the open access fees nor any guidelines that could cover every logical aspect of charging an author to pay the open access fees. Not to mention, the “pay and publish” based predatory journals continue operating without any major hassle.  

In such a predicament, instead of forcing academics and researchers to show their publication productivity by paying often a very unreasonable amount, academic and research institutions should find alternative means to evaluate the performance and impact of their staff. Measuring the societal impact of a researcher’s work and its influence on local policy could be an alternative means for evaluating research performance.

It is unpredictable if the international community of scientific publications would devise any acceptable guidelines for open access fees or if the academic and research institutions will adopt any alternative means to release the burden on the authors for the open access fees.

Until then charging authors for open access fees will continue to run with the fundamental flaws in the practice.

-- BERNAMA

Prof Dr Mohammad Tariqur Rahman (tarique@um.edu.my) is Associate Dean (Continuing Education), Faculty of Dentistry, and Associate Member, UM LEAD, Universiti Malaya.

(The views expressed in this article are those of the author(s) and do not reflect the official policy or position of BERNAMA)


Publicar o Perecer: más artículos, más revistas, más indexación, más factor de impacto y más depredación

Publicado en blog Impact of Social Sciences (London School of Economics-LSE)

https://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/2023/10/23/the-strain-on-academic-publishing/ 



La presión sobre la publicación académica


Dan Brockington

Paolo Crosetto

Pablo Gómez

Mark A. Hanson


23 de octubre de 2023

Basándose en una década de datos sobre publicaciones académicas, Dan Brockington, Paolo Crosetto, Pablo Gómez Barreiro y Mark Hanson sostienen que una industria editorial académica basada en el volumen plantea graves peligros para la evaluación y la utilidad de las publicaciones de investigación.

¿Se publicarían tantos artículos académicos si los beneficios de las editoriales fueran menores?

Todos conocemos las presiones para publicar. Los incentivos para generar cada vez más material, para "abrumar" con un largo currículum son poderosos. Al jubilarse, a los científicos les gusta que les celebren los cientos de artículos que han escrito. Los historiadores cuentan sus libros. ¿Y si acabas de empezar y no has publicado nada? Ya sabe lo que dice la frase: publica o...

Décadas de este comportamiento han puesto al mundo académico en serios aprietos. Ahora se preparan tantos artículos que es difícil encontrar revisores. Y en cuanto a su lectura, probablemente se alcanzó el punto máximo hace años. Si comparamos sólo los artículos indexados con el aumento del número de doctorados, resulta evidente que la publicación científica está bajo presión (Fig. 1).

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Fig.1: Crecimiento de artículos indexados (línea continua) y nuevos doctores -PhDs- (línea discontinua)

Pero al buscar en nosotros mismos, en los investigadores, la causa de este problema, ¿estamos buscando en el lugar adecuado? ¿Y si nos centramos en los editores? ¿Hasta qué punto su comportamiento, o mejor dicho, sus modelos de negocio, son la causa del aumento del número de artículos?

En un nuevo preprint en el que se examina la tensión, hemos argumentado que necesitamos un escrutinio mucho más cuidadoso, y una mejor gobernanza, del comportamiento de los editores. Basándonos en un análisis de millones de artículos del archivo Scimago y en nuestro propio rastreo web, destacamos cinco tendencias:

  1. El crecimiento del número de artículos procede de numerosos editores, tanto de los que venden revistas por suscripción como de los que cobran por el procesamiento de los artículos en acceso abierto (Fig. 2A).

  1. Los plazos de entrega de algunos editores (desde el envío del trabajo hasta la publicación del artículo) se han vuelto cortos y homogéneos. Cabría esperar que fueran diversos porque las necesidades de los artículos son diferentes.

  1. También se pueden crear más artículos si se reducen las tasas de rechazo. Pero no hay tendencias claras en las tasas de rechazo en todo el sector. Nuestra modelización demostró que el mejor predictor de los patrones en las tasas de rechazo era el editor.

  1. Los números especiales son uno de los principales motores de crecimiento entre algunas editoriales de acceso abierto oro (pero no todas). Los números especiales también se asocian a índices de rechazo más bajos y a plazos de entrega más homogéneos.

  1. Comparando diferentes medidas del factor de impacto, podemos demostrar que se ha producido una inflación del impacto en todo el sector por parte de todas las editoriales (Fig.2B). Se trata de un caso clásico de aplicación de la ley de Goodhart.

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¿Qué podemos aprender de todo esto? En primer lugar, sugiere un duro cuestionamiento de los editores. ¿Cómo se mantiene la independencia editorial en los entornos editoriales actuales? Debemos preguntárnoslo, dado que algunas de las métricas tienden a cambiar en todas las mismas direcciones dentro de editoriales concretas.

En segundo lugar, necesitamos un nuevo lenguaje para hablar del comportamiento de los editores. En la actualidad parece que nos hemos quedado estancados en las categorías de "depredador" y "legítimo". Pero quizá necesitemos análisis más matizados. Es notable, por ejemplo, la gran atención que recibió nuestro artículo en Twitter, en el que se calificaba a MDPI de "depredadora". MDPI destaca en nuestro análisis. Destaca con campanas al vuelo. Tiene el mayor crecimiento de artículos, el mayor número de números especiales, los plazos de entrega más cortos, las tasas de rechazo más bajas, la inflación de impacto más alta y la autocitación media más alta dentro de la revista (Fig. 3). Pero, al mismo tiempo, es miembro del Comité de Ética de la Publicación, que promueve "la integridad en la investigación y su publicación". Otros editores, también miembros del COPE, hacen lo mismo que MDPI, pero menos copiosamente. Las editoriales consideradas "legítimas" por la comunidad editorial están haciendo cosas desconocidas hasta ahora en la edición académica. Categorías como "legítimo" o "depredador" no bastan para captar el fenómeno que observamos. 



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 Fig.3: Tendencias en todas las editoriales

El otro problema de términos como "depredador" y "legítimo" es que esta dicotomía califica de "legítimo" un comportamiento que obtiene pingües beneficios del trabajo académico gratuito. Los márgenes de beneficio de Elsevier llevan mucho tiempo dando que hablar, y en su día provocaron un enfrentamiento con la Universidad de California. Observe de nuevo la Fig. 2A para ver qué empresa produce con diferencia el mayor número de publicaciones indexadas. Del mismo modo, el aprovechamiento que Nature hace de su marca como parte de un modelo de publicación basado en APC ha provocado la burla popular. ¿Deben considerarse "legítimos" estos modelos de negocio? El Plan S exige transparencia sobre los servicios que ofrecen los editores. Pero no llega a preguntarse por la rentabilidad de esos servicios.

Si queremos entender el cambiante mundo de la edición académica, necesitamos que los datos que hemos desenterrado estén más fácilmente disponibles. La edición académica no es suficientemente transparente. 

Una mayor transparencia facilitaría una mejor vigilancia y gobernanza de las publicaciones académicas. Las editoriales tienen que vigilarse a sí mismas con más eficacia. Los grandes financiadores de la investigación podrían obligarles a hacerlo. Una medida obvia sería desincentivar la publicación de tantos números especiales, que es lo que ha provocado el reciente aumento del número de artículos. Los financiadores y empleadores deben disuadir a los investigadores de participar en la cultura de publicar o perecer.

Parte del aumento que hemos observado es positivo. Tiene que serlo. Refleja un mundo de la investigación más integrador en el que los investigadores productivos no se limitan al Norte Global. Sin embargo, tenemos que encontrar la manera de hacer que la investigación sea más abierta, sin abrir las compuertas a la mala ciencia. En última instancia, la "ciencia" merece ese nombre en parte por el cuidadoso escrutinio que los científicos exigen de su trabajo. Demasiada producción indexada recibe muy poco escrutinio, sobre todo si las revisiones son cada vez más rápidas y los índices de rechazo disminuyen.

La disfunción, y los evidentes beneficiarios, de la edición científica actual plantean un profundo desafío: ¿Podemos reimaginar la edición científica de modo que no se vea afectada por el afán de lucro? Esto sería más fácil si la organización y la financiación de la publicación académica generaran pocos beneficios. Se trata de una perspectiva que podría transformar el mundo académico. 

Una mayor transparencia facilitaría una mejor vigilancia y gobernanza de las publicaciones académicas. Las editoriales tienen que vigilarse a sí mismas con más eficacia. Los grandes financiadores de la investigación podrían obligarles a hacerlo. Una medida obvia sería desincentivar la publicación de tantos números especiales, que es lo que ha provocado el reciente aumento del número de artículos. Los financiadores y los empleadores deben disuadir a los investigadores de participar en la cultura de publicar o perecer.


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The strain on academic publishing


Dan Brockington, Paolo Crosetto, Pablo Gómez, Mark A. Hanson

October 23rd, 2023

Drawing on a decade of data on academic publications, Dan Brockington, Paolo Crosetto, Pablo Gómez Barreiro and Mark Hanson argue that an academic publishing industry based on volume poses serious hazards to the assessment and usefulness of research publications.


Would so many academic articles be published if publishers’ profits were lower?

We all know about the pressures to publish. The incentives to generate more and more material, to ‘overwhelm’ with a long CV are powerful. Upon retirement, scientists like to be celebrated for the hundreds of articles that they have written. Historians will count their books. And if you are just starting out, and haven’t published? Well you know how the phrase goes: publish or  …

Decades of this behaviour has put academia in serious trouble. There are now so many papers being prepared that it is hard to find the reviewers for them. And as for reading them – well ‘peak fact’ was probably reached years ago. If we compare just the indexed articles with the growth in PhDs then it is plain that there is a strain in scientific publishing (Fig.1). 


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But in looking at ourselves, at researchers, for the cause of this problem, are we looking in the right place? What if we turned the spotlight on the publishers? To what extent is their behaviour, or more accurately business models, driving the growth in papers?

In a new pre-print examining the strain we have argued that we need much more careful scrutiny, and better governance, of publishers’ behaviour. Based on an analysis of millions papers in the Scimago archive, and our own web-scraping, we highlight five trends:

  1. Article growth comes from numerous publishers, both those who sell journals via subscription and by those who levy article processing charges on gold open access papers (Fig.2A).

  2. Some publishers’ turnaround times (from paper submission to article publication) have become short and homogenous. We would expect them to be diverse because papers’ needs are different.

  3. More articles can also be created by lowering rejection rates. But there are no clear trends in rejection rates across the sector. Our modelling showed that the best predictor of patterns in rejection rates was the publisher.

  4. Special Issues are a major driver of growth among some (but not all) gold open access publishers. We found that Special Issues are also associated with lower rejection rates and more homogenous turnaround times.

  5. By comparing different measures of impact factor we could show that there has been impact inflation across the sector by all publishers (Fig.2B). This is a classic case of Goodhart´s law in operation.  


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What do we learn from all of this? First, it suggests some hard questioning of publishers. How is editorial independence maintained in current publishing environments? We must ask this given that some of the metrics are tending to change in all the same directions within specific publishers.

Second, we need a new language to talk about publishers behaviour. Currently we seem stuck with the categories of ‘predatory’ and ‘legitimate’. But maybe we need more nuanced analyses. It is notable, for example, how much of the twitter attention of our article labelled MDPI as ‘predatory’. MDPI does stand out in our analysis. It stands out with bells on. It has the most growth of papers, most special issues, shortest turnaround times, decreasing rejection rates, highest impact inflation, and the highest within-journal mean self-citation (Fig 3). But at the same time, it is a member of the Committee of Publication Ethics that promotes ‘integrity in research and its publication’. Other publishers, also COPE members, are doing what MDPI does, just less copiously. Publishers that are thought to be ‘legitimate’ by the publishing community are doing things we have not known before in academic publishing. Categories like ‘legitimate’ or ‘predatory’ do not suffice to capture the phenomenon we observe.   


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Fig.3: Trends across all publishers

The other problem with terms like ‘predatory’ and ‘legitimate’ is that this dichotomy labels behaviour which makes handsome profits off free academic labour as ‘legitimate’. Elsevier’s profit margins have long raised eyebrows, and at one point led to a stand-off with the University of California. Look again at Fig 2A to see which company is churning out by far the most indexed publications. Similarly, Nature’s leverage of its brand as part of an APC based publishing model has provoked popular derision. Should these business models be called ‘legitimate’? Plan S goes some way towards demanding transparency on what services publishers offer. But it stops short of asking how profitable those services are.

If we are to understand the changing world of academic publishing then we need the data we have unearthed to be more easily available. Academic publishing is simply not transparent enough.   

Greater transparency would make it easier to bring in the better policing and governance academic publishing needs. Publishers need to police themselves more effectively. They could be made to do so by major research funders. One obvious step is to discourage so many Special Issues which are driving much of the recent increase in papers. Funders and employers need to discourage researchers from taking part in the publish or perish culture.

Some of the increase we have observed is welcome. It has to be. It reflects a more inclusive research world where productive researchers are not confined to the Global North. However, we need to find a way of making research more open, without opening the floodgates to poor science. Ultimately ‘science’ deserves that name in part because of the careful scrutiny scientists demand of their work. Too much indexed output receives too little scrutiny, especially if reviews are churned out ever faster while rejection rates decline.  

The dysfunction, and obvious beneficiaries, of scientific publishing today poses a profound challenge: Can we reimagine scientific publishing so that it is unaffected by profit motives? This would be most easily done if the organization, and funding, of academic publishing created little profit. That is a prospect that could indeed transform academia. 

 


This post draws on the authors’ preprint, The strain on scientific publishing, published on arXiv.

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Image Credit: James Allen via Unsplash.

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