viernes, 13 de mayo de 2022

2003-2023: ¿Qué han dejado los casi 20 años de existencia de los rankings universitarios?: polarización, jerarquización, homogeneización, mercantilización y capitalismo de datos

Publicado en University World News
https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20220119134808246 

  • Los rankings universitarios siguen embaucando al público, a los estudiantes y a los padres, influyendo en las estrategias universitarias, gubernamentales y de inversión, y cautivando a los titulares de los medios de comunicación y a las audiencias de todo el mundo.

  • Lanzados en 2003, los rankings mundiales captaron el espíritu de la aceleración de la globalización y la batalla mundial por el talento, así como el aumento de la atención política y pública sobre el rendimiento, la calidad y la responsabilidad.

  • El éxito de los rankings radica en la forma en que muestran la comparabilidad internacional entre sistemas e instituciones intrínsecamente diversos y desiguales. 

  • El sistema mundial de enseñanza superior se caracteriza por el intercambio y la colaboración asimétricos, así como por el conflicto y la competencia dentro de los países y entre ellos. Las iniciativas de excelencia pretenden alterar esa narrativa tratando de situar a unas pocas universidades en la cima de la jerarquía mundial.

  • La trayectoria de China está bien documentada. Su notable ascenso, de no tener ninguna universidad entre las 100 mejores en 2003 a siete en 2021, supone un aumento del 700% en el Academic Ranking of World Universities (ARWU). En comparación, Estados Unidos experimentó un descenso del 31%, pasando de 58 universidades entre las 100 mejores en 2003 a 40 en 2021.

  • Al centrarse demasiado en las 100 mejores universidades, se ignora la expansión más notable de la producción y la capacidad científica procedente de un conjunto de universidades y académicos de países más diversos. Esta multipolaridad describe un sistema de educación superior y de conocimiento abierto y dinámico, diferente del modelo estático núcleo-periferia que ha caracterizado la teoría del sistema global.

  • Sin embargo, también es un sistema en el que las universidades de élite, y sus naciones, tratan de reforzar y ampliar su influencia y avanzar en sus objetivos a través de redes internacionales. La competencia y la colaboración van de la mano.

  • Pero hay muchos "perdedores". El profesor Akiyoshi Yonezawa explica que la carrera armamentística para invertir en universidades de categoría mundial resultó más cara de lo que Japón, con su sistema de enseñanza superior ya maduro, podía permitirse. Tara K Ising y James D Breslin cuentan una historia similar sobre la "falacia de la priorización del estatus", que estuvo a punto de paralizar la Universidad de Louisville (Estados Unidos) cuando bajó la marea económica.

  • El negocio de los rankings: el aumento de la atención sobre la comparabilidad y la responsabilidad internacionales ha fomentado una creciente alineación entre los rankings, las publicaciones y los grandes datos. Esto está generando un negocio de inteligencia global con enormes depósitos de datos científicos y de educación superior que se mantienen detrás de los muros de pago.

  • Se observa una creciente integración entre un pequeño número de editoriales mundiales y los sistemas en línea, incluidas las empresas de "gestión de programas en línea". Utilizando Elsevier como estudio de caso, George Chen y Leslie Chan trazan un mapa del desarrollo de plataformas integrales de publicación, análisis de datos e inteligencia de investigación que amplían el papel visible como proveedor de servicios, así como el papel invisible en la gobernanza pública. 

  • Las empresas editoriales se cruzan con los rankings y los sofisticados programas informáticos de extremo a extremo para acumular y gestionar datos, monetizar y crear nuevos activos y aprovechar los productos de análisis para trabajar en todo el ciclo de producción de conocimiento académico, desde la concepción hasta la publicación y distribución y la posterior evaluación y gestión de la reputación.

  • Podría decirse que generan incentivos perversos para que las universidades y los investigadores utilicen esos mismos productos con fines competitivos y estratégicos.

  • Se ha prestado muy poca atención a la integración empresarial y a la concentración económica entre los rankings, la publicación y el big data. De hecho, la facilidad acrítica con la que las universidades y los académicos proporcionan carteras de datos queda ilustrada por las montañas de material presentadas al Times Higher Education Impact Rankings para su evaluación a puerta cerrada.

  • Una de las cuestiones de los rankings, si no la más criticada, se refiere a la metodología y la elección de los indicadores. El creciente número de clasificaciones y las nuevas audiencias han acelerado la creación de vastos lagos de datos, pero no nos dicen mucho sobre las misiones y los resultados de la educación superior.


20 años después, ¿qué hemos aprendido sobre los rankings mundiales?

Ellen Hazelkorn y Georgiana Mihut 22 de enero de 2022

En 2019, varios 'famosos' fueron a la cárcel por conspiración criminal por influir en las decisiones de admisión a las universidades. Treinta y tres padres de solicitantes universitarios fueron acusados de pagar más de 25 millones de dólares entre 2011 y 2018 en lo que se conoció como el escándalo de sobornos de la Operación Varsity Blues.

Dos años más tarde, el exdecano de la escuela de negocios de la Universidad de Temple, junto con dos co-conspiradores, fue declarado culpable de fraude por falsificar datos proporcionados a US News and World Report. Se enfrenta a la pena máxima posible de 25 años de prisión, seguida de tres años de libertad supervisada y una multa de 500,000 dólares.

Ambos sucesos son una historia de búsqueda de estatus: cómo los rankings universitarios siguen embaucando al público, a los estudiantes y a los padres, influyendo en las estrategias universitarias, gubernamentales y de inversión, y cautivando a los titulares de los medios de comunicación y a las audiencias de todo el mundo. 

Lanzadas en 2003, las clasificaciones mundiales captaron el espíritu de la aceleración de la globalización y la batalla mundial por el talento, así como el aumento de la atención política y pública sobre el rendimiento, la calidad y la responsabilidad.

En vísperas de su 20º aniversario, el Research Handbook on University Rankings: Theory, methodology, influence and impact (Research Handbook on University Rankings: Teoría, metodología, influencia e impacto) - en 37 capítulos - ofrece una revisión y análisis exhaustivos de su influencia e impacto.

A continuación se destacan tres temas.

Reconfiguración geopolítica del panorama de la enseñanza superior

El éxito de los rankings radica en la forma en que muestran la comparabilidad internacional entre sistemas e instituciones intrínsecamente diversos y desiguales. Como afirma Brendan Cantwell, de la Universidad Estatal de Michigan, el sistema mundial de enseñanza superior se caracteriza por el intercambio y la colaboración asimétricos, así como por el conflicto y la competencia dentro de los países y entre ellos. 

Las iniciativas de excelencia pretenden alterar esa narrativa tratando de situar a unas pocas universidades en la cima de la jerarquía mundial.

La trayectoria de China está bien documentada. Su notable ascenso, de no tener ninguna universidad entre las 100 mejores en 2003 a siete en 2021, supone un aumento del 700% en el Academic Ranking of World Universities (ARWU). En comparación, Estados Unidos experimentó un descenso del 31%, pasando de 58 universidades entre las 100 mejores en 2003 a 40 en 2021.

Esto explica también que los franceses celebraran que la Universidad de París-Saclay se situara en el puesto 13 de la ARWU en 2021. Un proceso de consolidación había reunido 10 facultades, cuatro grandes escuelas, el Instituto de Altos Estudios Científicos, dos universidades asociadas y laboratorios compartidos con los principales organismos nacionales de investigación franceses. 

Al centrarse demasiado en las 100 mejores universidades, se ignora la expansión más notable de la producción y la capacidad científica procedente de un conjunto de universidades y académicos de países más diversos, como describen los autores Simon Marginson, y Jeongeun Kim y Michael Bastedo. Esta multipolaridad describe un sistema de educación superior y de conocimiento abierto y dinámico, diferente del modelo estático núcleo-periferia que ha caracterizado la teoría del sistema global.

Sin embargo, también es un sistema en el que las universidades de élite, y sus naciones, tratan de reforzar y ampliar su influencia y avanzar en sus objetivos a través de redes internacionales, dice Ángel Calderón. La competencia y la colaboración van de la mano.

Pero hay muchos "perdedores". El profesor Akiyoshi Yonezawa explica que la carrera armamentística para invertir en universidades de categoría mundial resultó más cara de lo que Japón, con su sistema de enseñanza superior ya maduro, podía permitirse. Tara K Ising y James D Breslin cuentan una historia similar sobre la "falacia de la priorización del estatus", que estuvo a punto de paralizar la Universidad de Louisville (Estados Unidos) cuando bajó la marea económica.

Estos diferentes resultados ponen de manifiesto la necesidad de una inversión sustancial respaldada por una política favorable, junto con el sesgo incorporado en la metodología de las clasificaciones, que favorece a las universidades de alto rendimiento y más antiguas, a las medidas de investigación y a la reputación. Como tales, nos dicen casi todo lo que necesitamos saber sobre las tensiones geopolíticas actuales.


El negocio de los rankings

El aumento de la atención sobre la comparabilidad y la responsabilidad internacionales, junto con los sistemas científicos abiertos y el deseo de contar con plataformas digitales, ha fomentado una creciente alineación entre los rankings, las publicaciones y los grandes datos. Esto está generando un negocio de inteligencia global con enormes depósitos de datos científicos y de educación superior que se mantienen detrás de los muros de pago.

Hamish Coates pone de manifiesto la creciente integración entre un pequeño número de editoriales mundiales y los sistemas en línea, incluidas las empresas de "gestión de programas en línea". Utilizando Elsevier como estudio de caso, George Chen y Leslie Chan trazan un mapa del desarrollo de plataformas integrales de publicación, análisis de datos e inteligencia de investigación que amplían el papel visible como proveedor de servicios, así como el papel invisible en la gobernanza pública. 

Las empresas editoriales se cruzan con los rankings y los sofisticados programas informáticos de extremo a extremo para acumular y gestionar datos, monetizar y crear nuevos activos y aprovechar los productos de análisis para trabajar en todo el ciclo de producción de conocimiento académico, desde la concepción hasta la publicación y distribución y la posterior evaluación y gestión de la reputación.

A su vez, podría decirse que generan incentivos perversos para que las universidades y los investigadores utilicen esos mismos productos con fines competitivos y estratégicos.

Se ha prestado muy poca atención a la integración empresarial y a la concentración económica entre los rankings, la publicación y el big data. De hecho, la facilidad acrítica con la que las universidades y los académicos proporcionan carteras de datos queda ilustrada por las montañas de material presentadas al Times Higher Education Impact Rankings para su evaluación a puerta cerrada.

El reciente anuncio de la adquisición de Inside Higher Ed por parte de Times Higher Education tiene el potencial de confundir aún más las funciones de comentarista independiente de la educación superior y de promotor de clasificaciones.

Se están empezando a plantear preguntas sobre la propiedad de los datos, la gobernanza y la regulación, de la misma manera que se están planteando estas preguntas sobre las grandes tecnologías.


Indicadores significativos y medición del rendimiento

Una de las cuestiones de los rankings, si no la más criticada, se refiere a la metodología y la elección de los indicadores. El creciente número de clasificaciones y las nuevas audiencias han acelerado la creación de vastos lagos de datos, pero no nos dicen mucho sobre las misiones y los resultados de la educación superior.

Seguimos sin entender bien lo que constituye una educación superior de alta calidad o cómo evaluar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, la internacionalización, el IDI (igualdad, diversidad e inclusión), el compromiso y el impacto en la sociedad, la innovación, etc. Estamos de acuerdo en que las instituciones de educación superior deben ser más receptivas a la sociedad, pero nos falta una comprensión común de lo que eso significa, y nos apresuramos a dar prioridad a la reputación global. 

Los académicos y las universidades son tan culpables como sus gobiernos en este sentido. Por ejemplo, la relación personal-alumno, que se utiliza fácilmente, pero que, como afirman John Zilvinskis et al. y Kyle Fassett y Alexander McCormick, no guarda relación con la calidad de la enseñanza. Medir la ganancia de aprendizaje, dice Camille Howson, es una noble ambición, pero no hay "una simple métrica 'bala de plata' que mida de forma precisa y efectiva el aprendizaje de los estudiantes de forma comparativa entre materias de estudio y tipos de instituciones".

Mientras que algunos gobiernos y universidades siguen bajo la influencia de las clasificaciones, otros son más circunspectos. Los rankings pueden ser un factor de motivación, pero como sostienen Sebastian Stride et al, Andrée Sursock, y Cláudia Sarrico y Ana Godonoga, la evaluación comparativa y la garantía de calidad pueden desempeñar un papel más sostenible a la hora de arrojar luz sobre los puntos débiles, adoptar nuevos enfoques y mejorar la calidad, la gobernanza y las condiciones marco.

Hay demasiadas pruebas, advierte Robert Kelchen, de que simplemente valoramos lo que se mide, no lo que importa. 


¿Siguen siendo relevantes?

Todo este enfoque en la excelencia de clase mundial plantea una pregunta básica sobre si nuestros estudiantes y graduados son mejores ciudadanos y si nuestras instituciones hacen contribuciones significativas al bienestar y la sostenibilidad de sus comunidades.

Un artículo reciente en The Atlantic identifica a los graduados de las 20 mejores universidades del mundo de EE.UU. como el centro del intento de golpe de Estado de Donald Trump el 6 de enero, socavando celosamente los valores y las estructuras básicas de la sociedad democrática porque sus posiciones históricas o de estatus asumido les protegen de cualquier "consecuencia significativa de sus fracasos".

Al final de casi 20 años de clasificaciones, hay pocas pruebas de que las clasificaciones tengan un impacto significativo en la mejora de la calidad. Además, no existe ninguna correlación entre subir en las clasificaciones y hacer una contribución significativa a la sociedad o al bien público.

Ellen Hazelkorn es socia de BH Associates y profesora emérita de la Universidad Tecnológica de Dublín (Irlanda), así como editora conjunta de Policy Reviews in Higher Education. Georgiana Mihut es profesora adjunta del departamento de estudios educativos de la Universidad de Warwick, Reino Unido. Research Handbook on University Rankings: Theory, methodology, influence and impact está editado por Ellen Hazelkorn y Georgiana Mihut.


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20 years on, what have we learned about global rankings?

Ellen Hazelkorn and Georgiana Mihut  22 January 2022

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In 2019, several ‘famous’ people went to prison for criminal conspiracy to influence undergraduate admission decisions. Thirty-three parents of college applicants were accused of paying more than US$25 million between 2011 and 2018 in what became known as the Operation Varsity Blues bribery scandal.

Two years later, the former dean of Temple University’s business school, along with two co-conspirators, was convicted of fraud for falsifying data provided to US News and World Report. He faces the maximum possible sentence of 25 years in prison followed by three years of supervised release and a US$500,000 fine.

Both events tell a tale of status-seeking behaviour – how university rankings continue to bamboozle the public, students and parents, influence university, government and investment strategies, and captivate media headlines and audiences around the world. 

Launched in 2003, global rankings captured the zeitgeist of accelerating globalisation and the global battle for talent and increased policy and public focus on performance, quality and accountability.

On the eve of their 20th anniversary, the Research Handbook on University Rankings: Theory, methodology, influence and impact – in 37 chapters – provides a comprehensive review and analysis of their influence and impact.

Three themes are highlighted below.


Geopolitical reshaping of the higher education landscape

The success of rankings lies in the way they showcase international comparability between inherently diverse and unequal systems and institutions. As Brendan Cantwell of Michigan State University argues, the global higher education system is characterised by asymmetrical exchange and collaboration as well as by conflict and competition within and between countries. 

Excellence initiatives aim to alter that narrative by seeking to position a few universities at the top of the global hierarchy.

China’s path is well documented. Its remarkable rise from having no universities in the top 100 in 2003 to seven in 2021 is an increase of 700% in the Academic Ranking of World Universities (ARWU). In comparison, the United States experienced a 31% decline from 58 universities in the top 100 in 2003 to 40 in 2021.

This also explains why the French celebrated when the University of Paris-Saclay was ranked 13th on the ARWU in 2021. A process of consolidation had brought together 10 faculties, four grandes écoles, the Institut des Hautes Etudes Scientifiques, two member-associated universities and shared laboratories with the main national French research organisations.  

Too much focus on the top 100 ignores the more noteworthy expansion in scientific output and capacity coming from a pipeline of universities and scholars from a more diverse set of countries, as described by authors Simon Marginson, and Jeongeun Kim and Michael Bastedo. This multi-polarity portrays an open and dynamic higher education and knowledge system – different from the static core-periphery model which has characterised global system theory.

Yet, it is also one in which elite universities, and their nations, seek to reinforce and extend their influence and advance their objectives through international networks, says Angel Calderon. Competition and collaboration go hand in hand.

But there are many ‘losers’. Professor Akiyoshi Yonezawa explains that the arms race for investment in world-class universities became more expensive than Japan, with its already-mature higher education system, could afford. A similar tale is told by Tara K Ising and James D Breslin of the “fallacy of status prioritisation” which nearly crippled the University of Louisville, United States, when the economic tide went out. 

These differing outcomes highlight the necessary substantial investment underpinned by favourable policy alongside the built-in bias of rankings methodology which favours high-performing and older universities, research measures and reputation. As such, they tell us almost everything we need to know about geopolitical tensions today.


The business of rankings

Increased attention on international comparability and accountability, along with open science systems and the desire for digital platforms, has fostered growing alignment between rankings, publishing and big data. This is generating a global intelligence business with huge repositories of higher education and scientific data held behind paywalls.

Hamish Coates evidences deepening integration between a small number of global publishers and online systems, including “online programme management” firms. Using Elsevier as a case study, George Chen and Leslie Chan map the development of end-to-end publishing, data analytics and research intelligence platforms which extend the visible role as a service provider as well as the invisible role in public governance. 

Publishing firms intersect with rankings and sophisticated end-to-end software to accumulate and manage data, monetise and create new assets and leverage analytics products to work across the entire academic knowledge production cycle from conception to publication and distribution and subsequent evaluation and reputation management.

In turn, they arguably generate perverse incentives for universities and researchers to use those very same products for competitive and strategic purposes.

Too little attention has focused on corporate integration and economic concentration between rankings, publishing and big data. Indeed, the uncritical ease with which universities and scholars provide portfolios of data is illustrated by the mountains of material submitted to the Times Higher Education Impact Rankings for assessment behind closed doors. 

The recent announcement of the acquisition of Inside Higher Ed by Times Higher Education has the potential to further confuse the roles of independent commentator on higher education and promoter of rankings.

Questions are only beginning to be asked about data ownership, governance and regulation – in the same way such questions are being asked about big tech.


Meaningful indicators and measuring performance

One – if not the – most regularly critiqued rankings issue concerns the methodology and choice of indicators. The growing number of rankings and new audiences have hastened the creation of vast data-lakes, but do not tell us much about the missions and outcomes of higher education.

We still have a poor understanding of what constitutes high quality higher education or how to assess quality in teaching and learning, internationalisation, EDI (equality, diversity and inclusion), societal engagement and impact, innovation, etc. We agree higher education institutions should be more socially responsive, but we lack a common understanding of what that means – and we’re too quick to prioritise global reputation. 

Academics and universities are as guilty as their governments in this regard. Take the staff-student ratio which is readily used but, as John Zilvinskis et al and Kyle Fassett and Alexander McCormick argue, it does not correlate with teaching quality. Measuring learning gain, says Camille Howson, is a noble ambition, but there is “no simple ‘silver bullet’ metric that accurately and effectively measures student learning comparatively across subjects of study and institutional types”.

While some governments and universities remain under the influence of rankings, others are more circumspect. Rankings may be a motivator, but as Sebastian Stride et al, Andrée Sursock, and Cláudia Sarrico and Ana Godonoga argue, benchmarking and quality assurance can play more sustainable roles in shedding light on weaknesses, adopting new approaches and improving quality, governance and framework conditions.

There is too much evidence, warns Robert Kelchen, that we simply value what is measured, not what matters. 


Still relevant?

All this focus on world-class excellence poses a basic question as to whether our students and graduates are better citizens and if our institutions make meaningful contributions to the well-being and sustainability of their communities.

A recent piece in The Atlantic identifies graduates of US global top 20 universities as being at the centre of Donald Trump’s coup attempt on 6 January – zealously undermining the basic values and structures of democratic society because their historic or assumed status positions protect them from any “significant consequences of their failures”.

At the end of nearly 20 years of rankings, there is little evidence that rankings make any meaningful impact on improving quality. And, there is no correlation between rising in the rankings and making a significant contribution to society or the public good.

Ellen Hazelkorn is a partner at BH Associates and professor emerita of the Technological University Dublin, Ireland, as well as joint editor of Policy Reviews in Higher Education. Georgiana Mihut is assistant professor in the department of education studies, University of Warwick, United Kingdom. Research Handbook on University Rankings: Theory, methodology, influence and impact is edited by Ellen Hazelkorn and Georgiana Mihut.


jueves, 12 de mayo de 2022

MÉXICO: la UNAM suscribe "Acuerdos transformativos" o "Read & Publish" con 6 editoriales

Información más detallada así como de los títulos optativos para publicación por editorial puede consultarse en: http://digitalab-ssie.unam.mx/acuerdos.



La UNAM suscribe seis “Acuerdos transformativos” con editoriales internacionales con objeto de publicar en acceso abierto artículos académicos en más de 2,000 revistas  

A partir de este año, la UNAM inicia su participación en contratos conocidos como  Acuerdos transformativos” o “Read & Publish” (Leer y publicar), establecidos con editoriales y sociedades científicas extranjeras. Estos acuerdos se caracterizan por incluir dos conceptos en el pago de una misma anualidad: el pago para el acceso a los artículos (Leer) publicados en las revistas de estas editoriales, y el pago por publicar artículos en acceso abierto en estas revistas (Publicar). Por pago de publicación en acceso abierto se entiende el pago por concepto de “procesamiento de artículos” (Article Processing Charge - APC), que es la tarifa que cobran las editoriales para publicar artículos en acceso abierto.

Dichos acuerdos se han convertido en una tendencia mundial impulsada por agencias nacionales de financiación de la investigación europeas a través del denominado “Plan S” (s de “shock”), con el objetivo de impulsar el acceso abierto al conocimiento científico. Para tal efecto, se plantea condicionar el financiamiento a la investigación con el requisito de publicar los resultados de esta investigación en revistas de acceso abierto. Para la realización de este plan se concedió un plazo, que finaliza en 2024, para que las revistas se “transformen” en revistas de acceso abierto.

La modalidad de acceso abierto adoptada por las revistas que deseen acatar este plan es el acceso abierto “dorado”, según el cual las revistas basan su sustentabilidad financiera en el cobro de APC en lugar de cobrar tarifas por suscripción. En el marco de esta “transformación” es que han surgido los “acuerdos transformativos”, a través de los cuales se combina el pago para la tradicional suscripción anual de las revistas con el pago para publicar en acceso abierto artículos en estas revistas.

Ciertamente, este cambio de modelo y la ruta que se ha elegido para su consecución no está exenta de polémicas y cuestionamientos acerca de su viabilidad y alcances verdaderos. Por lo pronto, la UNAM sólo ha acordado participar en “acuerdos transformativos” a través de los cuales el costo por la publicación en acceso abierto no implique un pago extra ya que está incluido en el mismo monto erogado para la suscripción.

Estos acuerdos son convenientes dado que el pago por la suscripción sigue siendo obligatorio para tener acceso a los contenidos y, por otra parte, los investigadores de la UNAM deben cubrir por su cuenta el pago de APC si es que optan por la publicación en acceso abierto a través de estas editoriales. Es importante señalar que la publicación en acceso abierto es recomendable para los autores y para la universidad que financia sus investigaciones, ya que esto permite maximizar el impacto de los trabajos tanto en alcance de lectores como de citas potenciales. Mediante estos acuerdos, la UNAM cuenta con la opción de ofrecer a sus investigadores la publicación de sus artículos en acceso en acceso abierto en más de 2,000 revistas de las siguientes seis editoriales:



Fuente: OpenAPC
Cambridge University Press: https://treemaps.intact-project.org/apcdata/openapc/#publisher/Cambridge%20University%20Press%20(CUP)/period=&is_hybrid=&country= 

Walter de Gruyter: https://treemaps.intact-project.org/apcdata/openapc/#publisher/Walter%20de%20Gruyter%20GmbH/period=&is_hybrid=&country= 

IWA: https://treemaps.intact-project.org/apcdata/openapc/#publisher/IWA%20Publishing/

Microbiology Societyhttps://treemaps.intact-project.org/apcdata/openapc/#publisher/Microbiology%20Society/

Wiley: https://treemaps.intact-project.org/apcdata/openapc/#publisher/Wiley-Blackwell/

jueves, 5 de mayo de 2022

Francia: 13 recomendaciones para promover la ciencia abierta en las universidades

Publicado en Blok de Bid
https://www.ub.edu/blokdebid/es/node/1198


Francia: 13 recomendaciones para promover la ciencia abierta en las universidades


Cristina Azorín
Mié, 04/05/2022 

Versión para impresión
  • Cristina Azorín

Unitat Tècnica i de Projectes
Servei de Biblioteques de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

Letrouit, Carole; Cachard, Pierre-Yves; Dupuis, Monique; Froment, Bernard (2021). La place des bibliothèques universitaires dans le développement de la science ouverte. [Paris]: Inspection générale de l'Éducation, du Sport et de la Recherche (IGÉSR). 66 p. Disponible en: <https://www.ouvrirlascience.fr/la-place-des-bibliotheques-universitaires-dans-le-developpement-de-la-science-ouverte/>. [Consulta: 04/04/2022].1 

El primer Plan Nacional de Ciencia Abierta de Francia 2018-2021 planteó dudas sobre el papel de las bibliotecas y los centros de documentación y la hoja de ruta a seguir para adaptarlo a la realidad de la investigación. En febrero de 2021, cuatro responsables generales en educación, deporte e investigación elaboraron un informe dirigido a Frédérique Vidal, ministra francesa de Enseñanza superior, de la Investigación y de la Innovación.2 

Las reflexiones de este informe están basadas en entrevistas y encuestas, con tres objetivos principales:

  • ¿Cuál es el papel de las bibliotecas universitarias después del Plan Nacional?
     
  • ¿Qué aportan las bibliotecas a la ciencia abierta en términos de sensibilización, formación, coordinación y logros concretos?
     
  • ¿Qué efectos tendrá la aplicación del Plan por lo que se refiere a organización, puestos de trabajo, competencias, proyectos y sinergias?

El primer apartado del informe presenta una definición y un estado de la cuestión de la ciencia abierta. Dentro del repaso de los conceptos cabe destacar un cuadro resumen de un posible plan de actuaciones, con recomendaciones y ámbitos implicados (pág. 14), basado en el informe de la Open Science Policy Platform, escrito por un grupo de expertos por encargo de la Comisión Europea.

El segundo y tercer apartados aportan la visión teórica genérica a las acciones concretas que se están llevando a cabo en las universidades francesas y ofrecen un catálogo que puede servir de modelo al resto. La encuesta, realizada a 70 instituciones (bibliotecas universitarias o centros de documentación), pone de manifiesto que las bibliotecas participan en la elaboración de las políticas y mandatos de ciencia abierta, aunque esta participación es muy desigual y no está muy definida. 

Sensibilización y formación
En el caso de las actividades que se realizan, está claro que la ciencia abierta amplia el campo de intervención de las bibliotecas y moviliza nuevas competencias. Sensibilización y formación son los dos puntos fuertes de las bibliotecas universitarias que toman valor. En la encuesta, sorprende que hay bibliotecas que responden que no hacen ninguna acción en este sentido, ni ofrecen ningún tipo de guía o material a sus usuarios.

Se recomienda ampliar la capacitación en la gestión de los datos de investigación, no solo el depósito de los datos en abierto en los repositorios, y ofrecer formación por distintos canales además del formato presencial.3 Es muy importante que antes de pedir al personal investigador abrir sus datos de investigación podamos convencerlos de las ventajas de realizar una gestión eficiente.

Observemos una situación parecido en la española en cuanto a dedicación de esfuerzos en la formación del personal, en previsión de tener que atender cada vez más consultas y actuaciones sobre ciencia abierta.

Destacaría el cuadro de dedicación (FTE) del personal a servicios de apoyo a la investigación, un 21 % de los centros dedica entorno a un 10 % del su personal. Aseguraría que veremos cómo esta cifra se va incrementando a lo largo de los próximos años. También se pone de manifiesto que muchas organizaciones se encuentran en un momento de reestructuración, o replanteamiento de perfiles y funciones.

El informe concluye con una sugerencia muy clara en relación a la necesidad de mejorar el déficit en recursos humanos y competencias técnicas.

En los momentos de cambio radical los profesionales valoramos saber qué están haciendo otras instituciones, algunos dirían que para reflejarnos, pero yo diría que claramente para copiar e intentar mejorar el modelo, la hoja de ruta, la actuación... que más se adapte a nuestra cultura institucional. 

Competencias profesionales
El texto menciona de manera general las competencias profesionales que debemos ampliar los profesionales de las bibliotecas:

  • Conocimientos del ecosistema de la comunicación científica: especialmente de las plataformas para publicar y para depositar. Control del «pago por leer». Se prevé aumentar las competencias en materia de identificación, descripción y gestión de los datos de investigación.
     
  • Competencias documentales: metadatos, formatos, estándares, identificadores...
     
  • Competencias jurídicas: propiedad intelectual, licencias...
     
  • Competencias informáticas y técnicas: estadísticas, bases de datos, repositorios, API...

 


 Recomendaciones

Finalmente, llegamos a la parte más interesante del informe. La página 7 recoge un resumen de las diferentes recomendaciones, que además están intercaladas en el texto, donde se explican y justifican en función de la dinámica observada en otros países, de la encuesta realizada o de lo que los autores han analizado en las diferentes visitas y entrevistas a las instituciones.

Para las autoridades nacionales

1. Desarrollar un plan nacional de formación en ciencia abierta para el personal investigador, el personal de las bibliotecas y los doctorandos, tras recoger las necesidades de bibliotecas e instituciones. Establecer rutas diferentes adaptadas a los diferentes niveles. Tener en cuenta un acceso amplio ofreciendo enfoques híbridos, presenciales y remotos, y fórmulas mixtas, combinando público investigador y bibliotecario.

2. Encargar a la Agencia Bibliográfica de Educación Superior la tarea de impulsar el desarrollo y coordinar la implementación de un plan nacional para el desarrollo de identificadores.

En mi opinión, sería importante que cada país elaborara un análisis de cuáles son los principales identificadores de la ciencia abierta en cada ámbito (publicaciones, datos, organizaciones, personas...) e incentivara su uso.

Para las organizaciones

3. Repensar la función del apoyo a la investigación tanto en las bibliotecas como en el resto de la institución para conseguir claridad desde el punto de vista del investigador y eficiencia en el uso de los recursos humanos. Desarrollar el apoyo a la ciencia abierta mediante la inclusión en los planes estratégicos de la organización y aumentar los puestos de trabajo fijos asignados a esta misión dentro de las bibliotecas.

El informe trata de las diferentes estructuras de servicios de apoyo a la investigación, de la ciencia ciudadana en relación con las bibliotecas y també de los recursos educativos en abierto.

4. Organizar el apoyo a los investigadores para la ciencia abierta en una ventanilla única. El servicio, que incluirá miembros de diferentes ámbitos, debería estar coordinado por la biblioteca.

5. Desarrollar una estrategia institucional para la gestión de los datos de la investigación a partir de una oferta de servicios básicos constituida por la sensibilización y formación de estudiantes de doctorado y del personal investigador en gestión de datos, con independencia de la disciplina. Incluir un aumento progresivo de recursos y servicios de acuerdo con los objetivos marcados por la institución.

6. Agrupar recursos y fomentar la colaboración entre los diferentes actores de la edición científica, incluidas bibliotecas y servicios de publicaciones de las universidades.

7. Reforzar y aplicar sistemas de incentivos para el depósito en los repositorios del texto completo (no las referencias bibliográficas).

8. Fomentar que el personal investigador y el personal bibliotecario colabore en los proyectos de investigación desde el primer momento, para conocerse mejor y ganar eficiencia, especialmente en la cuestión de gestión de los datos de investigación. 

En este caso el texto habla de la figura de los data stewards, como un sistema ideal de apoyo, pero poco definido por el momento y con un coste demasiado elevado para los servicios bibliotecarios de las universidades francesas, relacionado con la recomendación 5.

Para las bibliotecas universitarias

9. Realizar una encuesta a los investigadores de la institución con el objetivo de identificar las prácticas y habilidades en la gestión de los datos de investigación. Sensibilizar a los órganos políticos sobre la gestión de datos, animarlos a extender la política de ciencia abierta a los datos de investigación.

10. Apoyar a las publicaciones de acceso abierto con una política documental dedicando recursos crecientes a los gastos que supone este tipo de publicaciones (suscripción, APC...). Poner en marcha un método de seguimiento y consolidación de los gastos de publicación.

11. Mayor implicación de las bibliotecas en la publicación de revistas y sobre todo experimentar y dar mayor apoyo a la creación de revistas editadas por los estudiantes (especialmente de doctorado) como acompañamiento a la formación activa en publicación científica. Detectar y promover la publicación de revistas de datos y formar y ayudar al personal investigador en la redacción de artículos de datos de investigación (data papers).

12. Sensibilizar y formar doctorandos y personal investigador sobre identificadores (personales, pero también para las publicaciones y los datos) y ayudarles a obtenerlos de los órganos competentes. Formarlos en la gestión de su identidad digital.

Conceptos ya mencionados en la recomendación número 2. Hay que tener en cuenta que, por decreto, en Francia, la formación de los doctorandos en ética e integridad de la investigación es obligatoria.

13. Revisión de indicadores y métricas específicas del acceso abierto y, en general, de la ciencia abierta. En concordancia con las prácticas emergentes para la evaluación de la investigación. Adoptar definiciones y procedimientos que puedan extenderse a todos los centros. Formar al personal sobre estas nuevas métricas.

El informe establece que la bibliometría es una competencia poco desarrollada en las universidades y que hay que estimular.

Valoración
Sugiero la lectura si se quiere trabajar en una encuesta parecida en las bibliotecas españolas o si se quieren aplicar medidas de impulso a la ciencia abierta dentro de las bibliotecas universitarias. En cualquier caso, está claro que una política, en el ámbito nacional o institucional, no soluciona ni impulsa por sí sola la renovación de los procesos, las competencias del personal, ni las sinergias y colaboraciones claves dentro y fuera de la universidad o el centro de investigación; en todos los casos hay que acompañarla de actuaciones concretas.4

© Imagen inicial de MORE ON en Pixabay

1 Encontraréis el documento disponible desde la web del Ministerio, pero quería destacar el portal Ouvrir la science, porque contiene otros documentos interesantes específicos sobre el tema que nos ocupa.

2 El informe está a caballo entre el primer y el segundo Plan nacional de ciencia abierta de Francia. Muy bien explicados por Ciro Llueca.

3 El informe fue redactado en plena pandemia de la COVID-19, donde la formación virtual tuvo más relevancia que nunca, y es por ello que la valoran tan positivamente.

4 Hay que valorar el esfuerzo para iniciar un camino de análisis que conduzca a la imprescindible renovación del sistema de investigación científica. Otros documentos importantes con recomendaciones, todos del 2018, serían: 
Open Science and its role in universities: a roadmap for cultural change. LERU.
LIBER Open Science Roadmap.
Open Content Activities in Libraries: Same Direction, Diferent Trajectories. OCLC.


miércoles, 4 de mayo de 2022

[Ciencia y geopolítica] RUSIA voltea a ver a la INDIA después de la ruptura con OCCIDENTE

Publicado en THE Times Higher Education
https://www.timeshighereducation.com/news/russia-seeks-india-ties-western-sanctions-hit-universities?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=editorial-daily&mc_cid=f7d999584e&mc_eid=d622713526 


Rusia busca vínculos con la India mientras las sanciones occidentales afectan a las universidades

El impulso del Kremlin a la soberanía tecnológica es recibido con escepticismo mientras Occidente rehúye las alianzas por la guerra de Ucrania

2 de mayo de 2022

Pola Lem

Twitter: @PolaLem

Los movimientos de Rusia para reforzar la capacidad científica nacional y fortalecer las colaboraciones de investigación con la India contradicen una situación cada vez peor en el frente interno, han dicho los académicos.

Aislado por las instituciones occidentales por la guerra de Ucrania, el Ministerio de Ciencia y Educación Superior de Rusia ha promovido el fortalecimiento de la capacidad nacional y las alianzas en Asia.

En un reciente discurso, el ministro ruso de Ciencia, Valery Falkov, afirmó que las sanciones occidentales "no sólo suponen restricciones, sino también nuevas oportunidades" para la ciencia y la tecnología nacionales.

Pero para muchos, el optimismo sonó vacío. Los académicos se mostraron escépticos sobre la posibilidad de que Rusia consiga impulsar el sector, prácticamente aislado del mundo exterior desde que comenzó la guerra del Kremlin contra Ucrania hace casi tres meses.

"El estatus semiperiférico de Rusia en materia de ciencia y educación superior está pasando a ser periférico, con asociaciones terminadas o en declive, con la fuga de cerebros en aumento y la adquisición por parte del Estado de una imagen de país paria o terrorista", dijo Anatoly Oleksiyenko, profesor asociado de educación superior en la Universidad de Hong Kong y experto en educación superior postsoviética. 

Incluso una inversión considerable en ciencia y tecnología no haría mella en la "creciente apatía, corrupción y frustración entre los académicos de élite que solían colaborar con los mejores cerebros en el extranjero", dijo.

Moscú parece estar mirando hacia el este en busca de una recepción más amistosa. A mediados de abril, Alexander Sergeev, presidente de la Academia Rusa de Ciencias, reveló que el grupo anunciaría pronto nuevos proyectos conjuntos con la India, alabando al país como un "ejemplo positivo" de cooperación internacional.

"India mantiene una estrecha relación con Rusia desde hace muchas décadas... así que esperar que India se aleje de la colaboración rusa no es muy realista", dijo Debjani Sengupta, profesor asociado de inglés en la Universidad de Delhi.

"Sin embargo, la guerra de Ucrania ha puesto una nueva dimensión sobre la mesa y creo que algunas instituciones educativas de la India se sentirán incómodas ante la continuación de una estrecha investigación científica con Rusia".

Si las instituciones indias tienen reparos éticos sobre la implicación con Rusia, parece que se los están tragando hasta ahora.

El 25 de abril, la Universidad de Chandigarh, una institución privada de la provincia de Punjab, anunció que había firmado un memorando de entendimiento con la Universidad Estatal de San Petersburgo. Pocos días después, la Universidad Jawaharlal Nehru, una de las instituciones públicas más importantes de la India, declaró que sus administradores se habían reunido con una delegación de investigadores rusos para discutir una "mayor colaboración académica".

Para los expertos externos, estos movimientos parecen ser más una necesidad que una elección.

"Un pivote hacia China o India se convierte en el último recurso de Moscú después de que todos los demás desprecien sus políticas agresivas y erráticas", dijo Leonid Petrov, profesor de la Universidad Nacional de Australia y especialista en estudios comunistas y postcomunistas, que resumió la postura de Rusia como "autoengaño y farol". 

Dijo que el énfasis en impulsar la capacidad de investigación local era "coherente" con la promesa de Vladimir Putin de encontrar sustitutos de desarrollo propio para los productos suministrados por las empresas multinacionales que se han ido debido a las sanciones. Pero también se mostró escéptica sobre la posibilidad de que el Kremlin pueda impulsar la ciencia nacional.

"Esto es más fácil de decir que de hacer... sobre todo porque la oposición al régimen de Putin es proporcionalmente mayor entre los trabajadores del sector de la alta tecnología y muchos han emigrado o planean hacerlo".

El profesor Petrov también cree que Rusia socavará sus propios esfuerzos.  

"Tanto si se trata de explorar el océano Ártico como de aterrizar en la Luna, los rusos acaban construyendo otra aldea Potemkin y malversan los ilimitados fondos estatales".

pola.lem@timeshighereducation.com

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Russia seeks India ties as Western sanctions hit universities

Kremlin’s push on technological sovereignty met with scepticism as West shuns partnerships over Ukraine war

May 2, 2022

Pola Lem

Twitter: @PolaLem

Russia’s moves to reinforce national science capacity and strengthen research collaborations with India belie an increasingly worsening situation on the home front, academics have said.

Isolated by Western institutions over the war on Ukraine, Russia’s Ministry of Science and Higher Education has promoted strengthened domestic capacity and alliances in Asia.

In a recent speech, Russian science minister Valery Falkov said Western sanctions were “not only restrictions, but also fundamentally new opportunities” for homegrown science and technology.

But to many, the optimism rang hollow. Academics were sceptical that Russia would manage to boost the sector, which has been practically cut off from the outside world since the Kremlin’s war on Ukraine began nearly three months ago.

“The Russian semi-peripheral status in science and higher education is now changing to peripheral, with partnerships terminated or in decline, with brain drain increasing and the state acquiring a pariah or terrorist-country image,” said Anatoly Oleksiyenko, associate professor in higher education at the University of Hong Kong and an expert on post-Soviet higher education. 

Even a sizable investment in science and technology would not put a dent in the “growing apathy, corruption, and frustration amidst elite scholars who used to collaborate with top minds abroad”, he said.

Moscow appears to be looking eastward for a friendlier reception. In mid-April, Alexander Sergeev, president of the Russian Academy of Sciences, revealed the group would soon announce new joint projects with India, praising the country as a “positive example” of international cooperation.

“India has had a close relationship with Russia for many decades now…so to expect that India would move away from Russian collaboration is not very realistic,” said Debjani Sengupta, associate professor of English at Delhi University.

“However, the Ukraine war has brought a new dimension on the table and I would think that some educational institutions in India would feel uneasy about continued close scientific research with Russia.”

If Indian institutions have ethical qualms over involvement with Russia, they appear to be swallowing them so far.

On 25 April, Chandigarh University, a private institution in Punjab province, announced it had signed a memorandum of understanding with Saint Petersburg State University. Just days later, Jawaharlal Nehru University – one of India’s top public institutions – said that administrators had met with a delegation of researchers from Russia to discuss “enhanced academic collaboration”.

To outside experts, the moves appeared driven out of necessity rather than choice.

“A pivot to China or India becomes the last resort for Moscow after everyone else snubs its aggressive and erratic policies,” said Leonid Petrov, a professor at the Australian National University and specialist in communist and post-communist studies, who summed up Russia’s stance as “self-deception and bluffing”. 

“Russia has no choice but to try to pivot in terms of research development,” agreed Maria Popova, associate professor of political science at McGill University.

She said that the emphasis on boosting local research capacity was “consistent” with Vladimir Putin’s pledge to find homegrown replacements for products supplied by multinational companies that have left due to sanctions. But she too was sceptical that the Kremlin could jump-start national science.

“This is easier said than done…especially because opposition to Putin’s regime is proportionally higher among high-tech sector workers and many have emigrated or may plan to emigrate.”

Professor Petrov also believed that Russia would undermine its own efforts.  

“Whether it’s about exploring the Arctic Ocean or landing on the Moon, the Russians end up building another Potemkin village and embezzle the limitless state funds.”

pola.lem@timeshighereducation.com


Una herramienta de Google permite detectar fácilmente la escritura generada por IA

Publicado en blog  Universo abierto https://universoabierto.org/2024/10/25/una-herramienta-de-google-permite-detectar-facilmente-la-escritur...