En medio de la discusión sobre cuál debe ser la política de ciencia a la que le apueste el gobierno Petro y de la expectativa por la designación de la o el nuevo ministro, una investigación de Julián D. Cortés, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, y de Daniel Andrade, físico de la Universidad Nacional, titulada: “The Colombian scientific elite—Science mapping and a comparison with Nobel Prize laureates using a composite citation indicator”, arroja luces sobre cómo están los científicos colombianos en comparación con los científicos en el mundo.
Para ello tomaron la muestra de los ganadores durante los últimos 30 años del premio Alejandro Ángel Escobar —premio AAE— en física y ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades, y ciencias ambientales y desarrollo sostenible.
Este premio llamado por algunos el “Nobel colombiano”, fue creado en 1955 y se inspiró en la experiencia de la Fundación Nobel y la Rockefeller. No se limita, en todo caso, al reconocimiento de publicaciones académicas en revistas, sino también incluye el trabajo de instituciones como el Ideam, el Instituto Humboldt, el Centro de Memoria Histórica, e incluso tesis de estudiantes de maestría y doctorado.
Los investigadores tomaron solo a los 41 ganadores del premio AAE que tienen un perfil creado en Scopus, la base de datos que almacena artículos académicos (“papers”) publicados en revistas científicas en todo el mundo, y los compararon con 41 premios Nobel del mismo período, en todas sus áreas (física, química, fisiología y medicina, y ciencias económicas), que también tuvieran perfil en Scopus.
La investigación no abarca la producción científica que no está en Scopus, como la de ciencias sociales y humanidades que está en libros que no se indexan ahí. Tampoco cubre otros tipos de impacto del conocimiento, como la conversación en redes o foros.
Estas son cinco conclusiones de la investigación que toma una foto de la producción científica colombiana de élite, a través de la bibliometría, que es la disciplina que estudia la producción científica.
La fundación Alejandro Ángel Escobar ha sido dirigida solo por mujeres desde que se creó, empezando por María Restrepo, la primera directora y esposa de Alejandro Ángel Escobar, y durante décadas por Camila Botero, politóloga de los Andes y quién le dio un gran impulso a la fundación hasta poco antes de morir. La directora actual es Verónica Hernández.
Sin embargo, solo el 25 por ciento de los 87 ganadores de los últimos 30 años han sido mujeres y la mayoría de sus investigaciones han sido en ciencias sociales y humanidades (11.4 por ciento). Las investigaciones de los hombres, en cambio, en su mayoría han sido en física y ciencias naturales (32.2 por ciento).
“Ese pareto se puede encontrar a nivel mundial”, dice Cortés. “Aunque incluso el premio AAE está muchísimo mejor que el Nobel, al que solo han accedido un dos por ciento de mujeres”, agrega. Entre 2004 y 2019 lo ganaron 10 mujeres. Que es la misma cifra de ganadoras de los primeros 100 años de historia del Nobel.
De casi 17 mil investigadores inscritos en el sistema de Cvlac, que maneja MinCiencias para tener sistematizados los perfiles de los investigadores colombianos que participan en las convocatorias de financiación de proyectos, a 2021 solo el 38 por ciento eran mujeres. De nuevo, es un problema global: según datos de Unesco de 2019, menos del 30 por ciento son trabajadoras de la ciencia.
“Un estudio analizó la trayectoria de 1.5 millones de investigadoras durante 60 años y encontró que muchas de ellas abandonaron su carrera por motivos relacionados con la distribución tradicional de los roles de género, como cuando se convirtieron en madres”, cuenta Cortés.
Solo dos colombianos han sido premiados con el Nobel: Gabriel García Márquez (literatura) y Juan Manuel Santos (Paz).
Por otro lado, la diferencia en el volumen de publicaciones entre los AAE y los Nobel es muy grande: los 41 investigadores colombianos de la muestra han indexado en total en Scopus 1195 artículos académicos, mientras las de los 41 Nobel suman 5.889.
Y no hay muchos trabajos de coautoría entre AAE y un Nobel. Cortés y Andrade solo encontraron dos casos: el de Nubia Muñoz que ha sido coautora de Godfrey Hounsfield, premio Nobel de medicina, y el de Juan Camilo Cárdenas que ha sido coautor de Elinor Ostrom, primera mujer Nobel de economía.
Pese a lo anterior, al comparar entre sí la investigación de los 82 investigadores seleccionados (AAE y Nobel) teniendo en cuenta otros criterios más allá de la cantidad de publicaciones, la distancia no es tan grande.
¿Cuál fue el ejercicio que hicieron? consideraron la productividad y citas de las investigadores, pero teniendo en cuenta su liderazgo (cuando son autores individuales; primeros autores; o últimos autores); también el número de autores con los que realizaron las investigaciones (no es lo mismo realizar una investigación solo que con otros 8 coautores); y la intersección entre impacto y productividad (un investigador que publique poco pero se cite mucho, tiene mayor desempeño que uno que publique mucho pero que no sea citado), explica Cortés.
Para ello se basaron en un “indicador de citas compuesto” desarrollado por el científico de la investigación John Ioannidis. Ese indicador “Ci” hace una intersección entre trabajos publicados, autoría individual o colectiva, y número de veces que las publicaciones fueron citadas. Con base en esto Cortés y Andrade construyeron un top 50 de ganadores del Nobel y ganadores del AAE.
Dentro del top 50 de los 82 investigadores analizados hay muchos ganadores del premio AAE. La colombiana Nubia Múñoz, que descubrió que el virus del papiloma humano es la causa del cáncer de cérvix o cuello uterino, nominada al Nobel de Medicina en 2008, está en el top 10 por encima de muchos premios Nobel, dice Cortés.
Germán Poveda, ganador varias veces del AAE y reconocido por su trabajo en variabilidad climática y sus impactos sociales, ambientales y económicos, incluyendo la transmisión de enfermedades tropicales, está en el puesto 25. “Es un resultado contrario a la idea de que los investigadores colombianos están en el sótano y los premios Nobel están en la terraza del edificio del conocimiento. Muchos científicos colombianos están cerca del penthouse”, anota Cortés.
Acá la tabla completa:
3. La tasa de productividad de los científicos colombianos ha ido en aumento
La investigación encontró que, en estos 30 años, los ganadores del premio AAE han publicado más artículos académicos (la cifra ha crecido en promedio 2.97% al año) con respecto a la producción científica que había antes en el país. Mientras que los Nobel, que ya tenían una producción alta, se han mantenido prácticamente estables (un -2.14% en promedio al año).
Una de las explicaciones es que desde hace cuatro décadas las instituciones de Norteamérica y Europa donde los Nobel históricamente han investigado (Harvard, Berkeley, Stanford) ya tenían redes de investigación muy fuertes y productivas, por lo que hoy no ha habido un cambio drástico en la cantidad de producción científica.
Al mismo tiempo, hace cuatro décadas las redes y centros de investigación en universidades colombianas (U. Nacional, Andes, Javeriana, U. de Antioquia) eran mucho más débiles, por lo que comparado con 2022 ha habido un crecimiento en la investigación producida. Si bien está muy por debajo del promedio de los países en desarrollo que es de 18 por ciento.
“Las redes de coautoría a nivel de autores e instituciones, permiten mapear el capital social (a quién conocen), cultural (con quién comparten conocimiento y competencias), y financiero (con quién comparten recursos para financiar jóvenes investigadores, equipos, laboratorios, entre otros)”, dice Cortés.
Analizando las organizaciones a las que están vinculados los coautores de las publicaciones de la muestra, él y Andrade establecieron qué tan densa es la interacción entre instituciones nacionales entre sí, y entre éstas y las extranjeras. Y cuáles son las organizaciones que más relaciones tienen en cada uno de los campos: física y ciencias naturales. Ciencias sociales y humanidades. Y medio ambiente y sostenibilidad.
El campo de investigación donde hay una mayor densidad de redes sociales o de interacción en la producción de conocimiento es en el de física y ciencias naturales. Una mayor densidad significa que dos instituciones cualesquiera necesitan el contacto con tres instituciones más en el medio para conectarse y hacer un trabajo colaborativo:
“No es sorprendente —dice Cortés—. Hay una mayor productividad en ciencias naturales por las formas de producción del conocimiento, la colaboración entre instituciones, la disponibilidad de recursos. La tendencia de lo que se ha llamado la gran ciencia son proyectos globales, en los que pueden estar involucrados 5 mil investigadores en todo el mundo, como los que hacen desarrollos en física de partículas de altas energías promovidos por el Centro de Investigaciones Nucleares de Europa”.
“Hay una fuerte tendencia en estos campos a buscar consensos dentro de la comunidad científica”, agrega.
Cinco universidades colombianas están en el top 10 de las instituciones con más interacciones con otras instituciones. La principal es la Universidad de Antioquia a la que pertenecen ganadores del AAE como Iván Darío Vélez y Luis Fernando García. A partir de su trabajo en colaboración con otros investigadores han aumentado las interacciones de esa universidad con otras universidades y grupos de investigación.
Dentro del top 10 también hay universidades internacionales como Harvard o la Universidad de Colorado, e instituciones internacionales como el Institut Catalá D’ Oncologia y el International Agency for Research on Cancer a a los que ha estado vinculada la colombiana Nubia Múñoz.
En las ciencias de medio ambiente y desarrollo sostenible la principal generadora de interacciones en Colombia es la Universidad Nacional a la que están vinculados ganadores del AAE como Germán Poveda y Óscar José Mesa.
En el de las ciencias sociales y humanidades la mayor interacción se da a través de la Universidad de Los Andes a la que está vinculado Carl Langebaek, también premio AAE.
Asociado a lo anterior, en Ciencias sociales donde más publicaron los investigadores de la muestra fue en la Revista de Estudios Sociales de la Universidad de Los Andes.
En física y ciencias naturales fue en Physical Review A- Atomic Molecular and Optical Physics de la American Physical Society. Y en medio ambiente y sostenibilidad en la Biotropica de la editorial Wiley.
Según Cortés es común que en ciencias sociales los investigadores publiquen sobre todo libros o capítulos de libros en revistas locales. Mientras en los otros campos es común publicar en revistas internacionales.
Cortés y Andrade analizaron las áreas de investigación en que los ganadores del premio AAE han trabajado más. Construyeron una red con las palabras claves de los títulos de las investigaciones por las que fueron galardonados y revisaron si había una coincidencia de temas entre ellos. En todas las categorías: física y ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades y medio ambiente y sostenibilidad, la palabra más frecuente es Colombia. Esto quiere decir que hay un énfasis en los problemas locales o en particularidades del país.
En lo que respecta a ciencias naturales y física, la mayoría (31 por ciento) de investigaciones se ha basado en prevención de enfermedades, tratamientos genéticos y enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.