martes, 6 de junio de 2023

EUROPA... ¿Se hará caso así misma? acceso abierto GOLD o DIAMANTE

Publicado en Nature
https://www.nature.com/articles/d41586-023-01810-7


El modelo de publicación "gratuita" del Consejo de la UE suscita reacciones diversas


Algunos académicos han acogido con satisfacción los planes de acceso abierto propuestos. Pero los representantes de la industria editorial advierten de que no son realistas y carecen de detalles.


Katharine Sanderson


El Consejo de Ministros de la Unión Europea ha hecho un llamamiento para que el bloque implante un modelo de publicación académica "de pago" que no suponga coste alguno para lectores o autores. Las recomendaciones, que forman parte de una serie de principios sobre la edición académica adoptados por el Consejo el 23 de mayo, no son jurídicamente vinculantes y han sido bien acogidas por algunos miembros de la comunidad académica. Pero los representantes de los editores afirman que la sugerencia es poco realista y que el Consejo no ha esbozado detalles cruciales, entre ellos cómo se financiaría un modelo de este tipo.


Los principios se esbozan en un documento sobre la edición académica elaborado por el Consejo de la Unión Europea, un foro de ministros de cada Estado miembro que negocia y aplica las leyes de la UE. Tales documentos, conocidos como "conclusiones", tienen por objeto establecer una orientación política en todo el bloque. Antes de ser adoptadas, las conclusiones del Consejo pasan por rondas de borradores y revisiones, debatidas en cada fase por representantes de los Estados miembros y ministros de Asuntos Europeos.


Tras este proceso, el Consejo ha recomendado a la Comisión Europea y a los Estados miembros que implanten un modelo de acceso abierto y sin ánimo de lucro para la publicación de trabajos de investigación.


Gran apoyo


Organizaciones como la Federación Alemana de Investigación (DFG) han acogido favorablemente los principios. En un comunicado, la DFG manifestó su apoyo a las "recomendaciones históricas". "Bajo ninguna circunstancia debe darse una situación en la que la disponibilidad de fondos determine la participación en el discurso académico", afirmó.


Según Vinciane Gaillard, Subdirectora de Investigación e Innovación de la Asociación Europea de Universidades (EUA), con sede en Bruselas y que representa a más de 850 instituciones, estas declaraciones demuestran un "fuerte apoyo político" a la publicación en acceso abierto.


Sin embargo, los representantes de la industria editorial afirman que no se han tenido plenamente en cuenta las implicaciones de las recomendaciones del Consejo.


Las conclusiones son preocupantes porque apoyan una medida que suprimiría una industria y proponen crear un nuevo sistema editorial sin aclarar cómo se pagaría, afirma Caroline Sutton, directora ejecutiva de STM, organización que agrupa a la industria editorial académica con sede en La Haya (Países Bajos). Uno de los objetivos declarados es la reducción de costes, pero "no se ha llevado a cabo ningún análisis económico adecuado", afirma. "A menudo se presenta como si esta alternativa fuera gratuita".


A la STM también le preocupa que la medida elimine las editoriales europeas independientes e introduzca un sistema definido por el Estado que podría obstaculizar la libertad académica. Advierte de que es difícil cuantificar la cantidad de fondos públicos que necesitan los Estados miembros o las instituciones para crear repositorios de trabajos de investigación académica.


Rob Johnson, consultor editorial de Research Consulting en Loughborough (Reino Unido), coincide en que los principios carecen de claridad en cuanto a cómo se lograría en la práctica el modelo de gratuidad. "Se reconoce la necesidad de ir más allá del APC", dice Johnson. "La cuestión es cómo hacerlo".


Centrarse en la integridad


Las conclusiones también destacan la importancia de la integridad de la investigación en las publicaciones y recomiendan a los Estados miembros que se esfuercen por combatir las revistas depredadoras y las fábricas de artículos (empresas o particulares que fabrican manuscritos científicos por encargo).


El énfasis en la integridad es importante, dice Johnson. A medida que aumenta el número de editoriales que cobran por la publicación de artículos en acceso abierto, "aumenta la preocupación por los incentivos que tienen para publicar más y más, y la calidad y los controles no son necesariamente los adecuados", afirma. "En las conclusiones se habla mucho de equidad. En ellas se habla mucho de integridad y confianza. Creo que es importante ver que estas cosas van de la mano".


El documento no aclara en qué plazo se producirán los cambios en la política de la UE. "Cambia el enfoque y el énfasis, y varias cosas empezarán a cambiar", afirma Johnson. Recuerda los acontecimientos que llevaron a la implementación del Plan S, una iniciativa lanzada en 2018 por los financiadores nacionales de investigación europeos, según la cual los resultados de cualquier investigación que financiaran debían publicarse en acceso abierto. Johnson dice que esto siguió a las conclusiones de 2016 del Consejo de la UE, que pidió un cambio hacia el acceso abierto inmediato. En última instancia, el Plan S impulsó un cambio hacia el acceso abierto en la industria editorial, pero llevó tiempo. "El plazo para que las conclusiones del Consejo empiecen a tener un impacto material es de cinco años", afirma.


**************************************************************************

  • NEWS

  • 02 June 2023

EU council’s ‘no pay’ publishing model draws mixed response

Some academics have welcomed the proposed open-access plans. But publishing-industry representatives warn they are unrealistic and lack detail.


The European Union’s council of ministers has called for the bloc to implement a ‘no pay’ academic-publishing model that bears no cost to readers or authors. The recommendations, part of a set of principles on scholarly publishing adopted by the council on 23 May, are not legally binding and have been welcomed by some members of the academic community. But representatives of publishers say that the suggestion is unrealistic and that the council has not outlined crucial details, including how such a model would be funded.

The principles are outlined in a document on scholarly publishing produced by the Council of the European Union — a forum for ministers from each member state that negotiates and implements laws for the EU. Such documents, known as ‘conclusions’, are intended to set a policy direction across the bloc. Before they are adopted, conclusions of the council go through rounds of drafts and revisions, discussed at each stage by representatives from member states and European affairs ministers.

Following this process, the council has recommended that the European Commission and member states implement an open-access and not-for-profit model for research publishing. 

Strong support

Organizations including the German Research Federation (DFG) have welcomed the principles. In a statement, the DFG said that it supported the “landmark recommendations”. “Under no circumstances should a situation arise in which the availability of funds determines participation in academic discourse,” it said.

Such statements show “strong political support” for open-access publishing, says Vinciane Gaillard, deputy director for research and innovation at the European University Association (EUA) in Brussels, which represents more than 850 institutions.

However, representatives of the publishing industry say that the implications of the council’s recommendations haven’t been fully considered.

The conclusions are concerning because they support a move that would abolish an industry, and propose building a new publishing system without clarification about how it would be paid for, says Caroline Sutton, the chief executive of the STM, a membership organization for the academic publishing industry headquartered in The Hague, the Netherlands. One of the stated policy goals is cost reduction, yet “no proper economic analysis has been carried out”, she says. “It’s often presented as if this alternative is free.”

The STM is also concerned that the move would eliminate independent European publishing companies and usher in a state-defined system that could stymie academic freedom. It warns that the amount of public funds needed by member states or institutions to build repositories of academic research papers is hard to quantify. 

Rob Johnson, a publishing consultant at Research Consulting in Loughborough, UK, agrees that the principles lack clarity as to how the no-pay model would be achieved in practice. “There’s a recognition that we need to move beyond the [article processing charge] APC,” says Johnson, “The question is: just how is that done?”

Focus on integrity

The conclusions also highlight the importance of research integrity in publications, and recommend that member states make efforts to tackle predatory journals and paper mills — companies or individuals that fabricate scientific manuscripts to order.

The emphasis on integrity is important, says Johnson. As more publishers have introduced article processing charges for open-access papers, “the concern is that the incentives are there for them just to publish more and more, and the quality and the checks aren’t necessarily in place”, he says. “There’s a lot in the conclusions about equity. There’s a lot in there about integrity, and trust. I think it’s important to see that these things do go hand in hand.”

The timescale of any resulting changes to EU policy is unclear from the document. “It changes the focus and the emphasis, and a number of things will start to shift,” Johnson says. He recalls the events that led to the implementation of Plan S, an initiative launched in 2018 by European national research funders, under which the results of any research they funded had to be published open access. Johnson says that this followed 2016 conclusions from the Council of the EU, which called for a move to immediate open access. Plan S ultimately prompted a shift towards open access in the publishing industry, but it took time. “You’re looking at a five-year time horizon for the council conclusions to start to have a material impact,” he says.

doi: https://doi.org/10.1038/d41586-023-01810-7


lunes, 5 de junio de 2023

Investigadores y universidades intentan escapar de la 'dictadura de los papers'

Publicado en elDiario.es
https://www.eldiario.es/sociedad/investigadores-universidades-escapar-dictadura-papers_1_10213709.html



Investigadores y universidades intentan escapar de la 'dictadura de los papers'

Daniel Sánchez Caballero

2 de junio de 2023 22:48h
Actualizado el 03/06/2023

 El hartazgo es universal. Lo sufren científicos, rectores de universidad, editores de revistas académicas y los responsables de los centros de investigación. En España y en todo el mundo. Hay que cambiar cómo se evalúa la ciencia, coinciden, y con ello todo el sistema. Hay que cambiar, explican, la manera en que se valora el trabajo de la comunidad científica, metida de lleno en una espiral cuantitativa, en la que casi lo único que importa es publicar y dónde, da igual el qué, y mercantilista, donde todo el trabajo lo hace la comunidad científica, los fondos los ponen las instituciones públicas y el beneficio lo recogen editoriales privadas.

 “El sistema es perverso, una aberración. Hay todo un negocio anacrónico que no está justificado, pero por alguna razón las sociedades científicas, los investigadores y los sistemas de financiación no nos atrevemos a salir de este bucle”, explica Eva Méndez, profesora del Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid. Méndez también es la persona que va a estar al frente del capítulo español de CoARA, una iniciativa de origen europeo pero ambiciones globales para darle la vuelta al sistema y sacarlo de la lógica de 'publica o perece' en que actualmente se maneja.

De todo esto se habló el pasado miércoles en Bilbao en unas jornadas organizadas por la Alianza de Excelencia de Centros Severo Ochoa y Unidades María de Maeztu (SOMMa, que reúne a los centros punteros de investigación en España) para abordar exclusivamente este problema. Allí se intercambiaron ideas para superar esa dictadura de la publicación como única forma de comunicar el conocimiento científico, de revistas que no cobren por publicar, de divulgación, docencia y otras alternativas. Destacable de la jornada fue, cuentan los asistentes, el cambio de paradigma que dejó entrever en su intervención Pilar Paneque, la nueva directora de la Aneca, la agencia evaluadora española. “Se me saltaban las lágrimas”, comenta Méndez, y coincide Benítez, sobre el impacto del discurso de Paneque.

La participación de las agencias evaluadoras, la Aneca en el caso español, es básica. Son ellas las que fijan los requisitos para evolucionar en la carrera académica e investigadora y de esa manera condicionan el trabajo de los científicos. Si la Aneca pide publicaciones, los investigadores le dan publicaciones. Pero Paneque parece abierta al menos a cambios. Algo se mueve. Lento, incipiente aún, pero se mueve.

Las instituciones también mueven ficha. El Consejo Europeo, formado por los jefes de Gobierno de los 27 países miembro de la UE, aprobó este martes un documento en el que explica que el coste de publicar y acceder a los artículos “se está volviendo insostenible” y los canales de publicación “están habitualmente en manos privadas, que controlan la propiedad intelectual de los artículos”, por lo que pide “acceso abierto y sin restricciones a las publicaciones financiadas con fondos públicos”.

El asunto no estaba en la agenda del reciente Encuentro Internacional de Rectores organizado por Universia en Valencia, que reunió a cientos de mandatarios de todo el mundo hace un par de semanas, pero la conversación flotaba por los corrillos de los académicos en los ratos libres entre mesas redondas y ponencias. “¿Cómo se puede publicar un paper cada media hora?”, se preguntaba un alto cargo de una universidad en alusión a la compra de científicos que desveló El País y que ha sacudido el sector recientemente.

El sentimiento es compartido. “Necesitamos cambiar el sistema de evaluación de la ciencia”, concede el rector de la Universidad Pablo de Olavide, Francisco Oliva Blázquez. “Necesitamos medir la calidad antes que la cantidad”, explica un argumento que repetirían otros. “Necesitamos ser más exigentes con los contenidos de la investigación”, concede Rodrigo Vidal Rojas, rector de la Universidad de Chile. Mismas situaciones, mismos problemas. “En México tenemos un estímulo económico para investigar, lo que ha dado como resultado que se ha creado una élite que investiga, pero que no da clases”, relata Luis Armando González Placencia, secretario general ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de México, ANUIES.

Un sistema 'papercentrista'

El problema actual, según explica Méndez, es que en 2023 se mantiene un sistema de ciencia “papercentrista”, el mismo que en el siglo pasado. El ecosistema promueve, exige, publicar los avances, el conocimiento, en revistas. Y no vale cualquiera: tienen que ser revistas de “alto impacto”, que, simplificando bastante, son aquellas publicaciones que más visitas y citas reciben según clasificaciones que realizan entidades también privadas.

La consecuencia de esto es evidente. “Las personas somos seres reactivos y si a una persona que hace donuts le pagas por los donuts de chocolate, ¿cuántos va a hacer de crema? Si le dices a la comunidad no que genere conocimiento, sino que lo publique, pues ¿qué va a hacer?”, explica Nuria Benítez, del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2) y coordinadora de Ciencia Abierta de la Alianza de Excelencia de Centros Severo Ochoa y Unidades María de Maeztu (SOMMa, el grupo que reúne los principales centros de investigación de España).

La otra consecuencia es que las revistas, conscientes de su posición de privilegio, pasan factura. Históricamente, cobraban por la lectura de los artículos; cuando las protestas de los centros e investigadores arreciaron por limitar el acceso de la ciudadanía a la ciencia, cambiaron el paradigma: se pasó a cobrar a los científicos por publicar (pagan unos miles de euros por artículo a las revistas) a cambio de que el acceso fuera libre para todo el mundo.

“El principal problema es el sistema de evaluación de la ciencia”, explica Benítez. “Lo que ha pasado es que en gran parte está externalizado a una serie de empresas privadas que dominan la editorial científica y esto ha sido muy cómodo durante muchos años, sobre todo para las personas que tienen que tomar decisiones (que te den una lista ordenada de los buenos a los malos en función de su factor de impacto es muy práctico). Pero el sistema ha quedado secuestrado por este tipo de prácticas. Las agencias evaluadoras ahora no tienen otro sistema para hacer esta lista ordenada y las entidades privadas que la realizan cada vez encuentran más maneras de sacar provecho económico de esta capacidad: suscripciones, APCs (el sistema por el que los científicos pagan por publicar sus investigaciones), licencias para usar las listas...”, desarrolla.

Enrico Schleiff, presidente de Goethe University Frankfurt am Main (Alemania), augura en Valencia que es una cuestión de determinar “quién evalúa y cómo”, pero augura que “en los próximos años no nos fiaremos tanto de los índices de impacto”. Porque, añade Méndez, “el factor de impacto mide dónde se publica, no lo que se publique, y publicar en una determinada revista no tiene relación con lo que estás publicando, las revistas tienen muchas maneras de lograr un alto factor de impacto”. Un ejemplo sencillo de esto: si publicas muchos metaanálisis sobre alguna cuestión –una recopilación de los diferentes estudios sobre un aspecto concreto– es probable que consigas muchas visitas y citas porque los investigadores la consultarán a menudo para conocer el estado de la cuestión de ese tema, pero no estás aportando nada nuevo al área.

¿Cuál es la solución?

El diagnóstico general es compartido: “La solución pasa por dejar de depender de estas grandes editoriales que tienen el negocio legal con un margen de beneficio gigante y por decirle a la comunidad que no les vamos a evaluar solo por eso, que lo vamos a hacer de manera holística por lo que son capaces de hacer por la generación de conocimiento para la sociedad y por la sociedad”, explica Benítez.

Las alternativas son varias y la solución probablemente pase por una combinación de todas, reflexionan los expertos. Schleiff habla de valorar otras cuestiones, por ejemplo las patentes que se logren. Benítez, de valorar “la divulgación, la docencia o la capacidad de generar confianza en el sistema”. Méndez, de “cambiar el valor de los incentivos, no podemos seguir pensando que los papers valen lo mismo cuando ChatGPT te hace uno”. Vidal comenta que en Chile se está empezando a considerar otras soportes a la hora de publicar, como libros o plataformas web.

Algunos ejemplos de otras prácticas posibles ya hay. Las expertas mencionan el caso de la revista NeuroImaging, que edita el gigante Elsevier. Todo el equipo editorial de esta publicación dimitió en bloque ante la política abusiva de precios que imponía la compañía y ha decidido crear una revista alternativa sin ánimo de lucro que mantenga los costes en los mínimos imprescindibles. No son los primeros en hacerlo, recuerda Benítez, “y probablemente lo hicieran pensando en éxitos pasados”.

Isidro F. Aguillo, responsable del Laboratorio de Cibermetría del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, propuso hace unos días un modelo de revista alternativa “de referencia mundial”. “Debe ser una publicación editada por instituciones académicas o de investigación del sector público, gratuita de acceso libre. Debe tener carácter multidisciplinar (...) para publicar en el orden de miles de trabajos al año. Incluiría noticias, debates, cartas para convertirse en referente del sistema español de I+D”, teorizaba el experto. Necesitaría apoyo público (que las agencias como la Aneca, que ordenan el sector, le dieran prioridad a la hora de publicar) y financiación, porque, como dice Méndez, “alguien tiene que pagar la fiesta”. En el caso español, las universidades y el CSIC pagan 42,5 millones al año a cuatro editoriales por publicar en sus revistas.

La buena noticia para los defensores de este cambio es que las instituciones parecen por la labor y su participación es indispensable. En España, las nuevas leyes de Ciencia y Universidad incluyen menciones y tratan de impulsar la ciencia abierta, además de haber lanzado el foro nacional para la reforma de la evaluación investigadora. Este foro, del que forman parte las principales instituciones de investigación del país, toma forma a partir de CoARA, que fue impulsada por la Comisión Europea aunque ahora vuela autónoma. Esta iniciativa, que tiene ambiciones globales y va a tratar de expandirse, ha conseguido ya la adhesión de 500 organismos de investigación (sobre todo universidades), 55 de ellos españoles, el país que más aporta.

La idea de CoARA, cuenta Méndez, es ir más allá de las meras declaraciones, que son “un brindis al sol”. Quienes se adhieren asumen cuatro compromisos básicos: reconocer la diversidad de contribuciones y carreras en la investigación, que la evaluación de la investigación sea principalmente cualitativa mediante la revisión por pares, abandonar el uso inadecuado de métricas basadas en revistas y publicaciones y evitar el uso de clasificaciones de organizaciones de investigación a la hora de evaluar. En su intención de ir más allá de la mera declaración, CoARA propone a sus miembros que realicen “puntos de control” el primer y quinto año desde su adhesión para valorar los progresos.

A nivel europeo también está el programa piloto ORE (Open Research Europe), una plataforma para publicar en abierto y que aspira a dotar de transparencia al sistema añadiendo información sobre quiénes son los revisores, sus comentarios en la evaluación y la interacción con los autores de la investigación. El Consejo Europeo aprobó este pasado martes un documento pidiendo a los estados que apoyen este programa, a la vez que los anima a favorecer los sistemas sin ánimo de lucro, de acceso abierto y sin coste para los autores ni los lectores.

jueves, 1 de junio de 2023

The Washington Post: En la próxima pandemia, dejemos que Cuba vacune al mundo

Publicado en Cuba Debate
http://www.cubadebate.cu/especiales/2023/06/01/the-washington-post-en-la-proxima-pandemia-dejemos-que-cuba-vacune-al-mundo/

Fuente originalThe Washington Post https://www.washingtonpost.com/opinions/2023/06/01/pandemic-vaccines-cuba-who-planning/

The Washington Post: En la próxima pandemia, dejemos que Cuba vacune al mundo

¿Cómo puede la humanidad evitar que la próxima pandemia sea tan desastrosa como esta, en la que han muerto hasta 15 millones de personas? La semana pasada, los países de la Organización Mundial de la Salud se reunieron en Ginebra para comenzar a debatir un acuerdo de preparación para una pandemia. Un objetivo principal es desarrollar rápidamente nuevas curas y vacunas, y la capacidad de entregarlas a todos en el planeta.

Si bien nadie sabe aún qué recomendaciones hará la OMS en última instancia, es posible predecir una cosa que no recomendará: aliviar las sanciones de EE.UU. a la industria biotecnológica nacional de Cuba, que tiene los medios para desarrollar vacunas y tratamientos de vanguardia y compartirlos con países para los que es imposible pagar los precios premium de las compañías farmacéuticas del Primer Mundo.

Esto es un error.

Durante la crisis de la covid-19, Estados Unidos tuvo la posibilidad de compartir su tecnología de vacunas con el mundo, y no hacerlo prolongó la pandemia en el país y en el extranjero.

En junio de 2022, un alto funcionario de la Administración de Biden admitió que la variante omicron, que ha sido responsable de más de 300 000 muertes en Estados Unidos y más de 1.5 millones en todo el mundo, podría no haber surgido si el mundo hubiera estado lo suficientemente vacunado en 2021.

Lo que es menos conocido es que Cuba tuvo la misma oportunidad de ayudar a vacunar al mundo. La historia de cómo Cuba fue bloqueada sistemáticamente en su búsqueda para hacer que sus propias vacunas altamente efectivas estuvieran ampliamente disponibles ofrece lecciones cruciales.

El capítulo más reciente de esta historia comenzó en el verano de 2021. La variante delta estaba devastando India y abriéndose camino alrededor del mundo. Las nuevas vacunas ofrecieron esperanza, pero los países con menos recursos no pudieron obtenerlas por amor o dinero.

Si bien Estados Unidos y Europa donaron dosis, sus esfuerzos apenas fueron suficientes para resolver el problema global. Fundamentalmente, estos Gobiernos no pudieron persuadir a las empresas a las que habían financiado para que compartieran las tecnologías que podrían haber permitido a otros países fabricar vacunas por su cuenta.

En este panorama sombrío, fue sorprendente saber que Cuba había creado dos vacunas efectivas contra el coronavirus desde cero y luego prometió compartir su propiedad intelectual en todo el mundo.

“Nos dimos cuenta de que no íbamos a tener dinero para comprar vacunas para nuestra gente, así que tuvimos que hacer las nuestras, y teníamos que hacerlo en muy poco tiempo”, nos dijo recientemente Rolando Pérez Rodríguez, director de Ciencia e Innovación de BioCubaFarma.

En agosto de 2021, uno de los laboratorios de BioCubaFarma también produjo un refuerzo. Ambos demostraron más del 90% de eficacia, a la par de las principales vacunas occidentales.

El costo de desarrollar estas vacunas fue de 50 millones de dólares, según BioCubaFarma, muy por debajo de los miles de millones invertidos por el Gobierno de Estados Unidos y los cientos de millones invertidos por Alemania en las suyas.

Sorprendentemente, Cuba finalmente exportó casi tantas dosis de vacunas como las que usó en el país, abasteciendo a Venezuela, México, Vietnam, Siria, Nicaragua, Bielorrusia e Irán. Pero aunque muchos países de África y el sur de Asia también necesitaban vacunas desesperadamente, no aprovecharon la oferta de Cuba.

Para explicar por qué no lo hicieron, debemos remontarnos a 1962, cuando entró en vigor el embargo económico [bloqueo] estadounidense contra Cuba. Desde entonces, las sanciones cada vez mayores que Estados Unidos ha reforzado mediante la aplicación de una presión política y financiera constante, han aislado a Cuba no solo de Estados Unidos sino también del mundo. Las severas sanciones por violar esas medidas de EE. UU. han hecho que las instituciones y los Gobiernos las cumplan de manera rutinaria.

Cuba podría haber pedido a la OMS certificar sus vacunas para facilitar que otros países las compraran con ayuda internacional. Pero no pudo permitirse comprometerse con la OMS después de que el presidente Donald Trump no solo revocó las reformas de sanciones leves introducidas por su predecesor, sino que también designó a Cuba como un Estado patrocinador del terrorismo.

Esto ha significado que, incluso en países donde es legal realizar transacciones con Cuba, pocos bancos estén dispuestos a arriesgarse a fuertes multas y sanciones penales por ser percibidos como partidarios del terrorismo.

Las relaciones Cuba-EE.UU. son un cable vivo político, pero los nuevos tiempos exigen nuevas medidas. El mundo ha cambiado desde 1962. El espectro que lo acecha hoy no es el comunismo, sino otra emergencia sanitaria mundial.

Hay pocos indicios de que la Administración Biden presionará a las compañías farmacéuticas estadounidenses para que compartan sus inventos médicos con el mundo. Pero el presidente Biden podría dar un paso gigantesco hacia la seguridad sanitaria mundial revirtiendo las políticas draconianas de la Administración Trump hacia Cuba.

Si fuera más allá, al permitir nuevas excepciones en el régimen de sanciones de Estados Unidos, entonces Cuba podría seguir desarrollando, y compartiendo, vacunas y tratamientos innovadores para las enfermedades del mundo.

Más de tres años después, es obvio que el mundo reaccionó mal ante la aparición del coronavirus, que se perdieron vidas innecesariamente. Pero ahora hay tiempo para prepararse para la próxima pandemia, para establecer un rumbo hacia una distribución más equitativa de las tecnologías médicas. El antiguo embargo [bloqueo] de Estados Unidos no solo está perjudicando a Cuba. Está lastimando al mundo.

(Tomado de The Washington Post)

*************************************


Opinion 
Next pandemic, let Cuba vaccinate the world

By 
 and 
June 1, 2023 


Achal Prabhala is the coordinator of the AccessIBSA project, which campaigns for access to medicines in India, Brazil and South Africa. Vitor Ido is a program officer in the Health, Intellectual Property and Biodiversity Program at the South Centre in Geneva.


How can humanity prevent the next pandemic from being as disastrous as this one, in which as many as 15 million people have died? This past week, countries of the World Health Organization met in Geneva to begin debating a pandemic preparedness accord. A primary aim is to quickly develop new cures and vaccines, and the capacity to deliver them to everyone on the planet.


While no one yet knows what the WHO will ultimately recommend, it’s possible to predict one thing it will not: easing U.S. sanctions on Cuba’s homegrown biotech industry, which has the wherewithal to develop cutting-edge vaccines and treatments and share them with countries unable to afford first-world pharmaceutical companies’ premium prices.


This is a mistake.

During the covid-19 crisis, the United States had the opportunity to share its vaccine technology with the world, and its failure to do so prolonged the pandemic at home and abroad. In June 2022, a senior Biden administration official admitted that the omicron variant, which has been responsible for more than 300,000 deaths in the United States and more than 1.5 million globally, might never have emerged if the world been sufficiently vaccinated in 2021.


What is less known is that Cuba had the same opportunity to help vaccinate the world. The story of how Cuba was systematically blocked in its quest to make its own highly effective vaccines widely available offers crucial lessons.

The most recent chapter of this story began in summer 2021. The delta variant was ravaging India and making its way around the world. New vaccines offered hope, but the most under-resourced countries could not get them for love or money. While the United States and Europe donated doses, their efforts were hardly enough to solve the global problem. Crucially, these governments could not persuade the companies they had financed to share the technologies that could have enabled other countries to make vaccines on their own. In this grim landscape, it was astonishing to learn that Cuba had made two effective coronavirus vaccines from scratch, and then vowed to share its intellectual property worldwide.

“We realized we wouldn’t have the money to buy vaccines for our people, so we had to make our own, and we had to do it in a very short time,” Rolando Pérez Rodríguez, the director of science and innovation at BioCubaFarma, told us recently. In August 2021, one of BioCubaFarma’s laboratories also produced a booster. Both demonstrated more than 90 percent efficacy, on par with the leading Western vaccines.

The cost of developing these shots was $50 million, according to BioCubaFarma, far less than the billions invested by the U.S. government and the hundreds of millions invested by Germany in theirs.


Remarkably, Cuba eventually exported almost as many vaccine doses as it used at home, supplying Venezuela, Mexico, Vietnam, Syria, Nicaragua, Belarus and Iran. But while many countries in Africa and South Asia also desperately needed vaccines, they did not take advantage of Cuba’s offer.


To explain why they did not, we must go back to 1962, when the U.S. economic embargo against Cuba went into effect. Since then, escalating sanctions, which the United States has enforced by applying steady political and financial pressure, have isolated Cuba not just from America but also effectively the world. Stiff penalties for violating U.S. sanctions have ensured that institutions and governments routinely over-comply with them.

Cuba could have asked the WHO to certify its vaccines to make it easier for other countries to buy them with international aid. But it couldn’t afford to engage with the WHO after President Donald Trump not only reversed the mild sanctions reforms introduced by his predecessor, but also designated Cuba a state sponsor of terrorism. This has meant that, even in countries where it is legal to transact with Cuba, few banks are willing to risk hefty fines and criminal sanctions for being perceived as supporting terrorism.

Cuban-American relations are a political live wire, but new times call for new measures. The world has changed since 1962. The specter haunting it today is not communism but another global health emergency. There is little indication that the Biden administration will pressure U.S. pharmaceutical companies to share their medical inventions with the world. But President Biden could take a giant step toward global health security by rolling back the Trump administration’s draconian Cuba policies. If he went further by allowing for new exceptions in the U.S. sanctions regime, then Cuba could keep developing — and sharing — innovative vaccines and treatments for the world’s diseases.

More than three years on, it’s obvious that the world reacted poorly to the onset of the coronavirus, that lives were unnecessarily lost. But there is time now to prepare for the next pandemic, to set a course toward a more equitable distribution of medical technologies. The United States’ age-old embargo is hurting not just Cuba. It’s hurting the world.

CHINA desbanca a USA como principal productor de estudios de ciencias naturales de alta calidad

Publicado en Chemistry World
https://www.chemistryworld.com/news/china-displaces-us-as-top-publisher-of-high-quality-natural-science-studies/4017492.article?utm_source=cw_weekly&utm_medium=email&utm_campaign=cw_newsletters 


China desbanca a EE.UU. como principal productor de estudios de ciencias naturales de alta calidad


POR REBECCA TRAGER

25 DE MAYO DE 2023


China ha desbancado a EE.UU. como principal contribuyente mundial a la investigación en ciencias naturales publicada en las 82 revistas de investigación de alta calidad de las que hace seguimiento Nature Index. Como recuento fraccionario de afiliaciones de autores en estas publicaciones, los investigadores de China tuvieron una cuota de más de 19.300 de enero a diciembre de 2022, frente a los cerca de 17.600 de los estadounidenses. La cuota de China en las publicaciones de investigación mundiales ha aumentado significativamente desde que se introdujo el Índice Nature en 2014, y se convirtió en el primer país en ciencias físicas y química en 2021.


El año pasado, un nuevo análisis basado en la base de datos Web of Science mostró que China superó a Estados Unidos como principal productor mundial de la investigación científica de mayor impacto. Se demostró que en 2019 China había superado a EE.UU. en participación en los principales estudios científicos, después de haber superado a la UE en esta medida en 2015. Mientras tanto, China ya había superado a Estados Unidos en términos de número total mundial de artículos científicos y de ingeniería en 2018. Ya en diciembre de 2019, el ranking Nature Index reveló que China había superado a Estados Unidos para convertirse en el mayor productor de investigación química de alta calidad.


Más recientemente, en marzo de 2023, el Instituto Australiano de Política Estratégica publicó un informe en el que advertía de que China tiene una "asombrosa ventaja" sobre Estados Unidos y otras naciones en investigación de alto impacto en la mayoría de las tecnologías críticas y emergentes. La organización descubrió que, en el caso de algunas tecnologías, las diez instituciones de investigación más importantes del mundo tienen su sede en China y, en conjunto, generan nueve veces más artículos de investigación de alto impacto que el segundo país, que suele ser Estados Unidos.


……………………………


China displaces US as top publisher of high-quality natural science studies


BY REBECCA TRAGER

25 MAY 2023


China has supplanted the US as the world’s top contributor to natural science research published in the 82 high-quality research journals that the Nature Index tracks. As a fractional count of author affiliations in these publications, researchers from China had a share of more than 19,300 from January to December 2022, compared with about 17,600 for those from the US. China’s share of global research publications has increased significantly since the Nature Index was introduced in 2014, and became the top country in the physical sciences and chemistry in 2021.

Last year, new analysis based on the Web of Science database showed that China surpassed the US as the world’s leading producer of the highest-impact scientific research. It showed that in 2019 China had overtaken the US in participation in top scientific studies, after passing the EU by this measure in 2015. Meanwhile, China had already trumped the US in terms of total global number of scientific and engineering articles in 2018. Back in December 2019, the Nature Index ranking revealed that China had overtaken the US to become the biggest producer of high quality chemistry research.

More recently, in March 2023, the Australian Strategic Policy Institute issued a report warning that China has a ‘stunning lead’ over the US and other nations in high-impact research across most critical and emerging technologies. The organisation found that for some technologies the world’s top 10 leading research institutions are all based in China and are collectively generating nine times more high-impact research papers than the second-ranked country, which is most often the US.


Recompensas, incentivos y/o reconocimientos para los investigadores que practican la Ciencia Abierta

Publicado en blog  Universo abierto https://universoabierto.org/2019/10/14/recompensas-incentivos-y-o-reconocimientos-para-los-investigadore...