sábado, 26 de octubre de 2024

CHINA: investigadores de élite dicen que "no tuvieron más remedio" que cometer faltas de conducta

Publicado en Nature
https://www.nature.com/articles/d41586-024-01697-y?utm_medium=Social&utm_campaign=nature&utm_source=Twitter&s=08#Echobox=1718099290 


Investigadores de élite chinos dicen que "no tuvieron más remedio" que cometer faltas de conducta


Entrevistados anónimos afirman que incurrieron en conductas poco éticas para proteger sus puestos de trabajo, aunque otros afirman que el estudio presenta una visión excesivamente negativa.


Por Smriti Mallapaty


"No tuve más remedio que cometer faltas [de investigación]", admite un investigador de una universidad china de élite. Esta sorprendente revelación se recoge en una colección de varias docenas de entrevistas anónimas en profundidad que ofrecen testimonios de primera mano de investigadores que han incurrido en conductas poco éticas y describen lo que les llevó al límite. Un artículo basado en estas entrevistas se publicó en abril en la revista Research Ethics (1)


El entrevistador, el sociólogo Zhang Xinqu, y su colega Wang Peng, criminólogo, ambos de la Universidad de Hong Kong, sugieren que los investigadores se sentían obligados, e incluso alentados, a incurrir en conductas poco éticas para proteger sus puestos de trabajo. Esta presión, concluyen, procedía en última instancia de un programa chino para crear universidades reconocidas en todo el mundo. El programa impulsó a algunas instituciones chinas a fijarse ambiciosos objetivos de publicación, afirman. 


El artículo ofrece "un atisbo del dolor y la culpa que sentían los investigadores" cuando incurrían en conductas poco éticas, afirma Elisabeth Bik, investigadora y asesora de imágenes científicas en San Francisco (California). 


Sin embargo, otros investigadores afirman que los resultados ofrecen una imagen excesivamente negativa del programa chino. Zheng Wenwen, responsable de integridad de la investigación en el Instituto de Información Científica y Técnica de China, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en Pekín, afirma que el tamaño de la muestra es demasiado pequeño para extraer conclusiones fiables. El estudio se basa en entrevistas con personal de sólo tres institutos de élite, a pesar de que en la actualidad más de 140 instituciones forman parte del programa de creación de universidades y disciplinas de investigación competitivas a escala internacional.


Los rankings, un juego


En 2015, el Gobierno chino introdujo la Iniciativa Doble Primera Clase para establecer universidades y disciplinas de "talla mundial". Las universidades seleccionadas para ser incluidas en el programa reciben financiación extra, mientras que las que obtienen malos resultados corren el riesgo de ser excluidas de la lista, afirma Wang.


Entre mayo de 2021 y abril de 2022, Zhang realizó entrevistas virtuales anónimas a 30 profesores y 5 estudiantes de ciencias naturales de tres de estas universidades de élite. Entre los entrevistados había un presidente, decanos y jefes de departamento. Los investigadores también analizaron documentos internos de las universidades.


Los responsables universitarios entrevistados en los tres institutos afirmaron que entendían que era responsabilidad suya interpretar los objetivos del programa Doble Primera Clase. Decidieron que, para permanecer en el programa, sus universidades debían mejorar su posición en los rankings internacionales y que, para ello, sus investigadores debían publicar más artículos en revistas internacionales indexadas en bases de datos como el Science Citation Index. 


Algunas universidades trataban los rankings universitarios mundiales como un "juego" que había que ganar, afirma Wang.


A medida que la directiva descendía en la jerarquía institucional, aumentaba la presión por el rendimiento en esos institutos. Los departamentos universitarios fijaron criterios de publicación específicos y difíciles de alcanzar para que los académicos obtuvieran ascensos y titularidades.


Algunos investigadores admitieron haber incurrido en prácticas de investigación poco éticas por miedo a perder su empleo. En una entrevista, el director de una facultad dijo: "Si alguien no puede cumplir los criterios [relativos a las publicaciones], le sugiero que se vaya cuanto antes".


Zhang y Wang describen a investigadores que recurren a servicios para que escriban sus artículos por ellos, falsifican datos, plagian, explotan a estudiantes sin ofrecerles la autoría y sobornan a directores de revistas.


Uno de los entrevistados admitió haber pagado por acceder a un conjunto de datos. "Compré el acceso a un archivo oficial y alteré los datos para apoyar mis hipótesis".


Un decano adjunto subrayó la primacía del objetivo de publicar. «No debemos ser excesivamente estrictos a la hora de identificar y castigar las faltas de ética investigadora, ya que dificultan la eficacia investigadora de nuestros becarios».


Eso no es todo


Los autores «dan en el clavo» al describir la relación entre la presión institucional y la mala conducta investigadora, afirma Wang Fei, que estudia la política de integridad de la investigación en la Universidad Tecnológica de Dalian.



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  • NEWS

  • 11 June 2024

Elite researchers in China say they had ‘no choice’ but to commit misconduct

Anonymous interviewees say they engaged in unethical behaviour to protect their jobs — although others say study presents an overly negative view.

“I had no choice but to commit [research] misconduct,” admits a researcher at an elite Chinese university. The shocking revelation is documented in a collection of several dozen anonymous, in-depth interviews offering rare, first-hand accounts of researchers who engaged in unethical behaviour — and describing what tipped them over the edge. An article based on the interviews was published in April in the journal Research Ethics1.

The interviewer, sociologist Zhang Xinqu, and his colleague Wang Peng, a criminologist, both at the University of Hong Kong, suggest that researchers felt compelled, and even encouraged, to engage in misconduct to protect their jobs. This pressure, they conclude, ultimately came from a Chinese programme to create globally recognized universities. The programme prompted some Chinese institutions to set ambitious publishing targets, they say.  

The article offers “a glimpse of the pain and guilt that researchers felt” when they engaged in unethical behaviour, says Elisabeth Bik, a scientific-image sleuth and consultant in San Francisco, California. 

But other researchers say the findings paint an overly negative picture of the Chinese programme. Zheng Wenwen, who is responsible for research integrity at the Institute of Scientific and Technical Information of China, under the Ministry of Science and Technology, in Beijing, says that the sample size is too small to draw reliable conclusions. The study is based on interviews with staff at just three elite institutes — even though more than 140 institutions are now part of the programme to create internationally competitive universities and research disciplines.  

Rankings a game

In 2015, the Chinese government introduced the Double First-Class Initiative to establish “world-class” universities and disciplines. Universities selected for inclusion in the programme receive extra funding, whereas those that perform poorly risk being delisted, says Wang.

Between May 2021 and April 2022, Zhang conducted anonymous virtual interviews with 30 faculty members and 5 students in the natural sciences at three of these elite universities. The interviewees included a president, deans and department heads. The researchers also analysed internal university documents. 

The university decision-makers who were interviewed at all three institutes said they understood it to be their responsibility to interpret the goals of the Double First-Class scheme. They determined that, to remain on the programme, their universities needed to increase their standing in international rankings — and that, for that to happen, their researchers needed to publish more articles in international journals indexed in databases such as the Science Citation Index.

Some universities treated world university rankings as a “game” to win, says Wang.

As the directive moved down the institutional hierarchy, pressure to perform at those institutes increased. University departments set specific and hard-to-reach publishing criteria for academics to gain promotion and tenure.

Some researchers admitted to engaging in unethical research practices for fear of losing their jobs. In one interview, a faculty head said: “If anyone cannot meet the criteria [concerning publications], I suggest that they leave as soon as possible.”

Zhang and Wang describe researchers using services to write their papers for them, falsifying data, plagiarizing, exploiting students without offering authorship and bribing journal editors.

One interviewee admitted to paying for access to a data set. “I bought access to an official archive and altered the data to support my hypotheses.”  

An associate dean emphasized the primacy of the publishing goal. “We should not be overly stringent in identifying and punishing research misconduct, as it hinders our scholars’ research efficiency.”

Not the whole picture

The authors “hit the nail on the head” in describing the relationship between institutional pressure and research misconduct, says Wang Fei, who studies research-integrity policy at Dalian University of Technology.   

But she says it’s not the whole picture. Incentives to publish high-quality research are part of broader reforms to the higher-education system that “have been largely positive”. “The article focuses almost exclusively on the negative aspects, potentially misleading readers into thinking that Chinese higher education reforms are severely flawed and accelerating research misconduct.”

Tang Li, a science- and innovation-policy researcher at Fudan University in Shanghai, agrees. The first-hand accounts are valuable, but the findings could be biased, she says, because those who accepted the interview might have strong feelings and might not represent the opinions of those who declined to be interviewed.

Zheng disagrees with the study’s conclusions. In 2020, the government issued a directive for Double First-Class institutes. This states specifically that evaluations should be comprehensive, and not just focus on numbers of papers, she says. Research misconduct is a result not of the Double First-Class initiative, but of an “insufficient emphasis on research integrity education”, says Zheng.

Punishing misconduct

The larger problem, says Xiaotian Chen, a library and information scientist at Bradley University in Peoria, Illinois, is a lack of transparency and of systems to detect and deter misconduct in China. Most people do the right thing, despite the pressure to publish, says Chen, who has studied research misconduct in China. The pressure described in the paper could just be “an excuse to cheat”.

The Chinese government has introduced several measures to crack down on misconduct, including defining what constitutes violations and specifying appropriate penalties. They have also banned cash rewards for publishing in high-impact journals.

Wang Peng says that government policies need to be more specific about how they define and punish different types of misconduct.

But Zheng says that, compared with those that apply in other countries, “the measures currently taken by the Chinese government to punish research misconduct are already very stringent”.

The authors also ignore recent government guidance for elite Chinese institutions to break with the tendency of evaluating faculty members solely on the basis of their publications and academic titles, says Zheng.

Tang points out that the road to achieving integrity in research is long. “Cultivating research integrity takes time and requires orchestrated efforts from all stakeholders,” she says.

And the pressure to publish more papers to drive up university rankings “is not unique to China”, says Bik. “Whenever and wherever incentives and requirements are set up to make people produce more, there will be people ‘gaming the metrics’.”

doi: https://doi.org/10.1038/d41586-024-01697-y

ReferencesZhang, X. & and Wang, P. Res. Ethics https://doi.org/10.1177/17470161241247720 (2024).

viernes, 25 de octubre de 2024

U.S.A.: The Wall Street Journal y The New York Post demandan a IA Perplexity

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/10/21/economia/diarios-estadunidenses-demandan-a-compania-de-ia-perplexity-8918


Diarios estadunidenses demandan a compañía de IA Perplexity

Afp
21 de octubre de 2024 

Nueva York. Los periódicos The Wall Street Journal The New York Post interpusieron este lunes una demanda ante un tribunal estadunidense contra la empresa de inteligencia artificial Perplexity AI, alegando una infracción masiva de sus derechos de autor y marcas registradas.

Perplexity es una de las compañías emergentes más prometedoras de Silicon Valley, cuyo motor de búsqueda basado en inteligencia artificial (IA) se menciona a menudo como posible rival de Google.

La demanda ante un tribunal federal de Nueva York acusa a Perplexity de copiar y reproducir ilegalmente contenidos protegidos por derechos de autor creados por The Wall Street Journal y The New York Post para alimentar su “motor de respuestas” impulsado por la IA.

Funcionamiento

Perplexity.ai es una plataforma que contesta preguntas conocida por su interfaz minimalista y conversacional.

A diferencia de ChatGPT o Claude, la herramienta de Perplexity ofrece soluciones actualizadas que a menudo incluyen enlaces a las fuentes, lo que permite a los usuarios verificar la información.

Además, a diferencia de un motor de búsqueda clásico, Perplexity ofrece respuestas directamente en su página, lo que hace innecesario que los usuarios hagan clic en el sitio web de origen.

Aprovechamiento indebido

Según la denuncia, esto constituye un “aprovechamiento indebido” de contenidos protegidos, que permite a la empresa desviar lectores e ingresos del The Wall Street Journal y The New York Post.

“A diferencia del modelo de negocio de un motor de búsqueda tradicional en internet, el modelo de negocio de Perplexity no dirige el negocio hacia los creadores de contenidos. Al contrario, se apropia de las oportunidades de monetización”, apunta la acción legal.

Perplexity, que cuenta con el respaldo del multimillonario Jeff Bezos y del gigante de los semiconductores esenciales para la IA Nvidia, no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.

En la demanda, también se acusa a Perplexity de dañar las marcas de ambas publicaciones atribuyendo información falsa a sus redacciones.

Los medios solicitan medidas cautelares y una indemnización de hasta 150 mil dólares por cada infracción.

Los demandantes también exigen la destrucción de cualquier base de datos que contenga sus trabajos protegidos por derechos de autor.

Precedentes

La acción sigue a acusaciones similares de The New York Times, que ha enviado una carta de cese y desistimiento a Perplexity, un primer paso hacia una demanda legal.

En un caso similar, ese diario neoyorquino presentó el año pasado una denuncia contra OpenAI, acusando al creador de ChatGPT de robar contenidos para entrenar su potente IA con material protegido.

News Corp, propietaria de The Wall Street Journal y The New York Post, firmó un acuerdo de contenidos con OpenAI y en la demanda alega que Perplexity hizo caso omiso de las peticiones para establecer una asociación de ese tipo.

No pueden hacer todo Internet Archive y Wayback Machine / Por qué está desapareciendo para siempre una parte importante de la historia de internet (y qué se está haciendo para evitarlo)

Publicado en BBC News
https://www.bbc.com/mundo/articles/cpw5djwlpjpo




Por qué está desapareciendo para siempre una parte importante de la historia de internet (y qué se está haciendo para evitarlo)

  • Chris Stokel-Walker
  • Título del autor, BBC Future
  • 22 octubre 2024

Gracias a los fragmentos de papiro, mosaicos y tablillas de cera que han sobrevivido, es posible saber qué desayunaban los pompeyanos hace 2.000 años.

Si entiendes suficiente latín medieval, puedes saber cuánto ganado se criaba en las granjas de Northumberland en la Inglaterra del siglo XI, gracias al “Domesday Book”, el documento más antiguo que se conserva en los Archivos Nacionales de Reino Unido. Y, a través de cartas y novelas, se puede conocer la vida social de la época victoriana.

Pero, para los historiadores del futuro, podría llegar a ser difícil entender plenamente cómo vivíamos nuestras vidas a principios del siglo XXI. Esto se debe a que se podría borrar la historia de cómo vivimos nuestras vidas digitalmente y a la falta de esfuerzos oficiales para archivar la información del mundo tal como se produce en estos días.

Sin embargo, un grupo informal de organizaciones está haciendo frente a las fuerzas de la entropía digital, muchas de ellas operadas por voluntarios con poco apoyo institucional. Nada ejemplifica más la lucha por salvar la web que el Internet Archive, una organización estadounidense sin fines de lucro con sede en San Francisco, fundada en 1996 como un proyecto del pionero Brewster Kahle.

 La organización está embarcada en lo que puede ser el proyecto de archivo digital más ambicioso de todos los tiempos: ha reunido 866.000 millones de páginas web, 44 millones de libros, 10,6 millones de videos de películas y programas de televisión y más.

Alojadas en un puñado de centros de datos repartidos por todo el mundo, las colecciones del Internet Archive y de unos pocos grupos similares son lo único que se interpone en el camino del olvido digital.

"Los riesgos son múltiples. No sólo que la tecnología pueda fallar (eso sin duda sucede). Pero lo que es más importante, que las instituciones fallen o las empresas quiebren. Las organizaciones de noticias son absorbidas por otras organizaciones de noticias o, cada vez con más frecuencia, son cerradas", dice Mark Graham, director de la Wayback Machine, del Internet Archive, una herramienta que recopila y almacena instantáneas de sitios web para la posteridad.

Hay numerosos incentivos para poner contenido en línea, dice, pero hay poco que impulse a las empresas a mantenerlo a largo plazo.

A pesar de los logros del Internet Archive hasta ahora, la organización y otras similares se enfrentan a amenazas financieras, desafíos técnicos, ciberataques y batallas legales de empresas a las que no les gusta la idea de tener copias de su propiedad intelectual disponibles gratuitamente.

Y como muestran recientes derrotas judiciales, el proyecto de salvar internet podría ser tan fugaz como el contenido que intenta proteger.

"Cada vez más de nuestros esfuerzos intelectuales, más de nuestro entretenimiento, más de nuestras noticias y más de nuestras conversaciones existen sólo en un entorno digital", dice Graham. "Ese entorno es intrínsecamente frágil".

Una cuarta parte de todas las páginas web que existían en algún momento entre 2013 y 2023 ya no existen. Así lo indica un estudio reciente del Pew Research Center, un grupo de expertos con sede en Washington DC, que dio la voz de alarma sobre la desaparición de nuestra historia digital.

Los investigadores descubrieron que el problema es más agudo cuanto más antigua es una página web: el 38% de las páginas web a las que Pew intentó acceder que existían en 2013 ya no funcionan. Pero también es un problema para las publicaciones más recientes. Alrededor del 8% de las páginas web publicadas en algún momento de 2023 desaparecieron en octubre de ese mismo año.

Esto no es solo una preocupación para los aficionados a la historia y los obsesivos de internet. Según el estudio, uno de cada cinco sitios web gubernamentales contiene al menos un enlace roto. Pew descubrió que más de la mitad de los artículos de Wikipedia tienen un enlace roto en su sección de referencias, lo que significa que la evidencia que respalda la información de la enciclopedia en línea se está desintegrando lentamente.

Pero gracias al trabajo del Internet Archive, no todos esos enlaces inactivos son totalmente inaccesibles. Durante décadas, el proyecto de la Wayback Machine del Internet Archive ha enviado ejércitos de robots a recorrer los laberintos de internet. Estos sistemas descargan copias funcionales de sitios web a medida que cambian con el tiempo y las ponen a disposición del público de forma gratuita.

"Cuando analizamos cuántas de esas URL estaban disponibles en la Wayback Machine, descubrimos que dos tercios de ellas lo estaban de alguna manera", afirma. En ese sentido, el Internet Archive está haciendo lo que se propuso: está guardando registros de la sociedad en línea para la posteridad.

Algunas otras organizaciones trabajan en proyectos similares. La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ejemplo, conserva los sitios web del gobierno, los sitios de los miembros del Congreso y una colección de sitios de noticias estadounidenses. La Biblioteca del Congreso también conservó una copia de cada uno de los tuits enviados desde la fundación de Twitter (ahora conocido como X), hasta que el proyecto se cerró en 2017.

Otros gobiernos llevan a cabo sus propias iniciativas. El Archivo Web de Reino Unido realiza un rastreo anual de sitios web con nombres de dominio .UK, capturando una instantánea de la internet británica al menos una vez al año.

Pero el alcance de estos proyectos es limitado, mientras que el Internet Archive apunta a un enfoque integral. Dependiendo de lo que esté buscando, la colección del Internet Archive es tan completa que a veces puede parecer un registro funcionalmente completo de la web.

El éxito genera complacencia

Los documentos de acceso público del archivo ayudan a mantener registros de nuestras vidas en la era actual. Se ha convertido en una práctica habitual en Wikipedia citar copias de sitios web de la Wayback Machine del Internet Archive, en lugar de los sitios web originales.

La organización también preserva una vasta colección de medios que data de antes de la era digital. Libros, revistas y sitios web citan las copias digitales escaneadas del Internet Archive de libros que no están disponibles en bibliotecas físicas. Incluso actúa como una herramienta de preservación para el público; cualquiera puede cargar videos, sitios web y prácticamente cualquier otra cosa a los servidores de la organización.

Entre las principales colecciones que Wayback Machine ha rescatado del basurero digital se encuentran registros profundos de sitios web creados en GeoCities, un servicio de alojamiento web personal que ya no existe. Mucho antes de las redes sociales, GeoCities fue una de las primeras plataformas que facilitó a cualquiera la creación de su propio sitio web. Los historiadores consideran a GeoCities como uno de los capítulos más importantes de los primeros días de la World Wide Web; sin los esfuerzos del Internet Archive, la mayoría de sus sitios web se habrían perdido.

"Cada pocos años aparece una nueva plataforma y luego las fuerzas económicas de repente colapsan", dice Andrew Jackson, arquitecto técnico del registro de preservación de la Coalición para la Preservarción Digital, un grupo de defensa y organización benéfica con sede en Reino Unido que asesora sobre cómo preservar los archivos digitales en línea del mundo.

El sitio web de noticias tecnológicas CNET enfrentó una reacción negativa en 2023 después de que se informara que la empresa había eliminado decenas de miles de artículos, lo que equivale a décadas de historia perdida. Entre las respuestas de CNET se encontraba la promesa de que todos sus artículos eliminados se habían conservado en la Wayback Machine. Muchos críticos argumentaron que la empresa estaba dando por sentado el Internet Archive, delegando sus propias responsabilidades de archivo.

"Aunque Google y otros motores de búsqueda incentivan activamente que mantengamos URL estables, técnicamente es bastante difícil hacerlo", dice Jackson. "Cada vez que una nueva empresa renueva su sitio web, tiene que calcular cuántas de sus nuevas URL intentará mantener a lo largo del tiempo".

En este punto vale la pena recordar qué es el Internet Archive: una organización sin fines de lucro, financiada por donaciones de fundaciones benéficas. Se trata de un proyecto interminable con costos que crecen exponencialmente. El Internet Archive se ofreció como voluntario para asumir el papel de la biblioteca líder mundial para nuestras vidas digitales. A medida que la web se acerca a su cuarta década, este proyecto se ha convertido en un pilar fundamental de internet.

Pero a medida que aumenta nuestra dependencia del Internet Archive, también lo hacen las amenazas que socavan sus esfuerzos.

Amenazas

La semana pasada, la organización anunció una importante asociación con Google, en la que el gigante tecnológico incluirá enlaces a la Wayback Machine en los resultados de búsqueda, aunque no se publicaron detalles financieros del acuerdo.

Sin embargo, otras noticias recientes demuestran que el proyecto sigue siendo frágil. Esa vulnerabilidad quedó al descubierto en un caso judicial contra el Internet Archive por parte de cuatro grandes editoriales de libros, que alegaron que la práctica de escanear libros físicos y prestar copias digitales viola la ley de derechos de autor en EE.UU.

Antes de la pandemia, el Internet Archive solo prestaba una copia digital a la vez de cada libro físico de su colección. Pero durante los cierres por covid, la organización levantó esa restricción, permitiendo a los usuarios tomar prestadas copias digitales ilimitadas de libros para intentar compensar el cierre de las bibliotecas físicas.

Un tribunal estadounidense dictaminó que esa práctica era ilegal en 2023 y, a principios de septiembre, la apelación del Internet Archive contra esa decisión fue rechazada. La organización dijo anteriormente que acordó pagar a un grupo comercial de la industria editorial una suma no revelada en relación con el caso.

El Internet Archive se enfrenta a otro proceso judicial con las discográficas por digitalizar discos que podría costarle US$400 millones si pierde. Es una cantidad que podría poner en peligro la supervivencia de la organización sin ánimo de lucro.

Las batallas legales existenciales no son los únicos peligros que amenazan al mundo de la preservación digital. El Archivo Web de Reino Unido de la Biblioteca Británica enfrentó un ciberataque que dejó fuera de línea sus sistemas digitales en octubre de 2023. Casi un año después, este archivo todavía está lidiando con las consecuencias. El acceso en línea a gran parte de su colección sigue sin estar disponible.

En mayo de 2024, el Internet Archive anunció que se encontraba en medio de un gran ataque de denegación de servicio. En un ataque de este tipo, los vándalos u otros actores maliciosos establecen sistemas automatizados para bombardear sitios web con visitas, intentando sacarlos de línea sobrecargando sus servidores. En su punto máximo, se producían decenas de miles de visitas simultáneas cada segundo. Los servicios, incluida la Wayback Machine, dejaron de funcionar. Esto significó que el ritmo regular del archivo se interrumpió por un tiempo y, como resultado, podrían quedar lagunas permanentes en el registro histórico.

El Internet Archive "fue creado por una sola persona y se ha convertido en una especie de eje", dice Jackson. "También parece un punto único de fallo potencial. Aunque es mucho más sofisticado que un grupo de voluntarios, es una institución en una región, bajo un marco legal".

La organización comparte estas preocupaciones. Si el trabajo del Internet Archive se detuviera y "ese vacío no se llenara de inmediato, entonces gran parte de lo que está disponible actualmente en la web pública estaría en riesgo", dice Graham.

Tiene claro que el Internet Archive no se apartará de sus responsabilidades en un futuro próximo, pero el proyecto puede beneficiarse de ayuda externa. "Hay oportunidades para que muchos otros contribuyan de diversas maneras", dice.

Responsabilidades compartidas, prioridades divididas

Sin un esfuerzo formal para organizar los intentos para preservar internet, esto queda en manos de aficionados, voluntarios y unos pocos organismos no oficiales que generalmente operan de forma independiente.

"Tiene sentido que la respuesta del archivo esté descentralizada", dice Mar Hicks, historiador de tecnología de la Universidad de Virginia, en EE.UU. "Pero uno de los problemas es la variedad de prioridades".

Hicks señala que una de las primeras cosas que cualquier archivista considerará al crear un archivo es qué priorizar. "Y cuando está todo tan descentralizado, las prioridades van a ser muy diferentes", dice Hicks.

La preocupación sobre un enfoque tan ad hoc y descentralizado es que es posible que haya superposiciones, lo que significa que se desperdician valiosos recursos de archivo obteniendo copias duplicadas o triplicadas de los sitios web más populares, todo mientras se pasan por alto algunas áreas que pueden tener importancia histórica porque caen entre las responsabilidades de diferentes grupos.

"Los archiveros dirán que estos problemas existen desde hace mucho tiempo", dice Hicks. Pero se ven exacerbados por el nivel de material que se produce en nuestro mundo digital. Se envían casi 1.000 millones de correos electrónicos todos los días. YouTube informa que se publican en la plataforma más de 500 horas de contenido de video cada minuto.

Internet es "esencialmente una manguera de información y material", dice Hicks. "No tiene sentido tratar de capturar todo lo que sale de la manguera. Eso no tendría sentido desde el punto de vista de los recursos".

Para Hicks, debe haber algún tipo de prioridad sobre lo que se está salvando de las huellas digitales de nuestra generación. De lo contrario, corremos el riesgo de que el rápido aumento de los costes haga a un lado los esfuerzos por salvar la historia de la web, por no hablar de los océanos de archivos digitales que se encuentran fuera de línea.

"Si hay que conservarlo todo, resulta muy caro", afirma Jackson, de la Coalisión por la Preservación Digital. "A menudo hay contenidos más antiguos o menos atractivos que se pierden en el camino", afirma.

"No estamos conservando bien el mundo no occidental", admite Jackson. "Ahora hay lagunas en torno a la incompletitud en diferentes ámbitos culturales".

Y aunque muchas de esas organizaciones trabajan para luchar contra sus sesgos y prejuicios, a menudo se les deja que carguen con el peso de la tarea mientras los gobiernos y las empresas que gestionan las plataformas y los sitios web se quedan de brazos cruzados. "Los grupos independientes de personas, que simplemente se preocupan por ello y están dispuestas a dedicar su tiempo libre a ello, tienen más recursos y están más cualificados que las instituciones que son formalmente responsables", afirma Jackson.

Según Hicks, hay un vacío que pocas personas, salvo un puñado de archivistas obsesivos, están llenando. "No está claro de quién es la responsabilidad de archivar [internet] o a qué interés serviría", dice.

Una cosa sí está clara, señala Hicks: todos deberíamos contribuir para apoyar la lucha por la preservación. "Desde una perspectiva muy pragmática, si no pagamos a estas personas y nos aseguramos de que estos archivos estén financiados, no existirán en el futuro, se desintegrarán y entonces el objetivo de recopilarlos se habrá ido por la ventana", dice Hicks.

"Porque el objetivo del archivo no es simplemente recopilar, sino que persista indefinidamente en el futuro".

Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí para leer la versión oginal (en inglés). 

  

Intentando mejorar el sistema actual de las publicaciones científicas: habrá que leerse los artículos

Publicado en  The Conversation   https://theconversation.com/intentando-mejorar-el-sistema-actual-de-las-publicaciones-cientificas-habra-que...