lunes, 27 de marzo de 2023

La geopolítica de los papers: conocimiento libre contra la millonaria industria de las revistas académicas

Publicado en El Orden Internacional
https://elordenmundial.com/sci-hub-revistas-academicas-lucha-guerrillera-industria-millonaria/





La geopolítica de los papers: conocimiento libre contra la millonaria industria de las revistas académicas
26 marzo, 2023
Las publicaciones académicas son una industria millonaria y desconocida fuera de la universidad. No pagan a sus autores y al mismo tiempo cobran cientos de dólares por acceder a sus artículos. Pero los Gobiernos, los repositorios de acceso abierto y cada vez más bibliotecas pirata buscan que el conocimiento sea libre.

El 6 de enero de 2011, la policía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) arrestó a Aaron Swartz. Este programador y activista de veinticuatro años era conocido por haber desarrollado el formato RSS, para distribuir contenido en la web, y por haber impulsado RedditCreative Commons y la iniciativa Demand Progress por un internet abierto. Se le acusaba de haber descargado irregularmente millones de PDF de la plataforma JSTOR, un repositorio académico accesible desde los servidores de la institución. 

No era la primera vez que Swartz tenía problemas con las autoridades por obtener información de internet. El FBI le había investigado en 2008 por descargar el 20% de la base de datos legal PACER. La página cobra por el acceso a sus documentos, pero había ofrecido sus fondos gratis en varias bibliotecas. Swartz aprovechó para descargar junto a un amigo unos 760 gigas de material. Más de un millón de páginas que donó al proyecto Law Resource, que trata de hacer accesible la documentación legal estadounidense.

El incidente acabó sin que el FBI presentara cargos, a pesar del estrés al que sometió a Swartz y su familia, pues el acceso a PACER no había sido ilegal. Por el contrario, la operación del MIT acabó con una demanda del juzgado del distrito de Massachusetts en julio de 2011, que acusaba a Swartz de fraude informático y electrónico y robo de información. Según la fiscal, Swartz había aprovechado la red abierta que ofrece el MIT a sus visitantes para hackear JSTOR y los servidores del instituto, lo que le podía llevar a enfrentar hasta 35 años de cárcel y más de un millón de dólares en multas.

JSTOR declinó ser parte de la demanda, pues había resuelto la disputa inicial con Swartz meses atrás, cuando este se había comprometido a devolver la información sustraída. La acusación tampoco parecía muy sólida: Swartz se había conectado a la red pública del MIT y escribió un programa para automatizar las descargas, algo que no violaba los términos y condiciones de JSTOR. Ni siquiera había borrado sus huellas: siempre se conectaba desde el mismo lugar, lo que permitió que fuera descubierto por una cámara de seguridad. No esperaba que el MIT actuase contra él al no considerar que estuviera haciendo nada malo.

Swartz había firmado en 2008 el influyente Guerrilla Open Access Manifesto, o Manifiesto de la Guerrilla por el Acceso Abierto, junto con otros activistas digitales. Este documento animaba a los internautas con acceso a repositorios académicos a descargar, archivar y compartir la mayor cantidad posible de material. Consecuente con sus ideas, Swartz se negó a llegar a un acuerdo con la fiscal y se declaró inocente. “No hay justicia al cumplir leyes injustas. Es hora de salir a la luz y, siguiendo la tradición de la desobediencia civil, oponernos a este robo privado de la cultura pública”, reza el documento.

Sin embargo, dos años después de su arresto, pocas semanas antes de su juicio y dos días después de que la fiscal rechazase un acuerdo que evitaría la pena de cárcel, Aaron Swartz se suicidó. El estrés y la incertidumbre causados por casi dos años de proceso legal, los apuros financieros derivados y la convalecencia de su madre enferma acabaron siendo demasiado. Cientos de usuarios de internet expresaron sus condolencias y su dolor ante lo que consideraban una muerte inducida por la dureza del sistema judicial estadounidense, que persiguió un supuesto delito informático por el cual Swartz ni siquiera se lucraba.

Swartz, hasta entonces solo conocido en los círculos de ciberactivistas estadounidenses, se hizo famoso en el mundo entero. Decenas de miles de personas leyeron su historia y compartieron indignadas su manifiesto, que se viralizó. En señal de protesta, el grupo Anonymous hackeó los servidores del MIT, mientras cientos de investigadores, doctorandos y profesores universitarios subían a la web miles de PDF de artículos académicos para expresar su duelo y su solidaridad. Swartz se convirtió en un héroe y el primer mártir del acceso abierto, y su muerte contribuyó a abrir el debate sobre lo inaccesible del conocimiento científico y el millonario negocio detrás el sistema de publicaciones académicas.

La geopolítica de los papers

Filosofía, medicina, biología, matemáticas, física, historia… Casi todas las disciplinas académicas comparten estándares para publicar sus investigaciones. El formato principal son los artículos o papers en revistas académicas, además de libros y presentaciones en conferencias. Las revistas se especializan en campos o subdisciplinas, pero también las hay más generales como la prestigiosa Science. En todo caso, las distingue su publicación entre una y cuatro veces al año y su proceso de selección y revisión por pares como garantía de calidad. Suelen contener artículos recientes, reseñas bibliográficas y notas críticas. Son, al final, el medio de comunicación entre investigadores para estar al día de novedades y debates.

Las revistas académicas tienen cuatro funciones. Primero, publican investigaciones con la autoría formal de sus datos, ideas y argumentos. La segunda es divulgar la información al público objetivo: académicos, especialistas y estudiantes. Eso implica que la revista debe ser accesible en bibliotecas e indexada en repositorios como JSTOR. Además, las publicaciones ofrecen reseñas, ensayos bibliográficos e intercambios entre autores para guiar a sus lectores. En tercer lugar, ofrecen un control de calidad, con especialistas a menudo externos para revisar los artículos y recomendar cambios o si se debe publicar o no. Por último, las revistas sirven de archivo, ya que preservan una versión del artículo que puede ser consultada y citada mediante una referencia formal, un número DOI o la inclusión en índices académicos.

Pero no todas las revistas tienen la misma calidad y prestigio. En el último medio siglo han surgido decenas de miles en todo el mundo y cada año se publican más de dos millones y medio de artículos, 50.000 tan solo en España. Existen cientos de revistas de cada disciplina y la información nueva es tanta que es casi imposible estar actualizado. Para decidir cuáles valen la pena y pagar una suscripción para leerlas si es necesario, las universidades y bibliotecas recurren a la bibliometría. Esta ciencia evalúa y mide la calidad e impacto de las publicaciones académicas con datos e indicadores. El principal es el número de citas. En general, los artículos de humanidades reciben menos citas que los de ciencias naturales porque suelen tener un solo autor, a diferencia de los equipos de investigación científicos. También está la indexación en repositorios bibliográficos y bases de datos: si una revista no está indexada, es como si no existiera.

Uno de los índices más extendidos es el factor de impacto. Desde mediados de los años setenta, este índice evalúa la calidad de las revistas según el número de citas que reciben en un tiempo determinado. El equivalente para los autores es el índice H. Las universidades los usan para decidir suscribirse a una revista o contratar a un investigador. Puede parecer trivial, pero el factor de impacto es una batalla fundamental en la producción de conocimiento científico. Supone un elemento de prestigio —los mejores de cada campo apuntan a las mejores revistas— y es crucial para la financiación. Las bibliotecas universitarias y los centros de investigación se suscribirán a las revistas que consideren más útiles e interesantes.

Sin embargo, el factor de impacto e indicadores similares no están libres de controversia. De entrada, son calculados por empresas privadas y editoriales con un foco anglocéntrico. Muchas publicaciones de universidades o editoriales en África, Asia o Iberoamérica quedan fuera del análisis de citas al estar en otros idiomas. Además, estos indicadores son susceptibles al abuso y la manipulación. Aunque en los últimos años han surgido las métricas alternativas, la industria académica compuesta por instituciones educativas y financiadores en Europa y América aún se guían por distintas variaciones del factor de impacto. Esto beneficia a las grandes editoriales, que poseen la mayoría de las revistas, y perjudica a las publicaciones fuera de la esfera angloparlante. Pero poco a poco surgen críticas a nivel institucional.

Un negocio rentable para grandes empresas

El acceso a las revistas académicas no es barato. La suscripción individual a la edición digital de Potato Research, que publica unos cuarenta artículos al año, cuesta noventa euros. Acceder a su competencia, el American Journal of Potato Research, vale lo mismo. Ambas pertenecen a la editorial alemana Springer, cuyos ingresos anuales rondan los seiscientos millones de euros, si bien en 2019 declaró pérdidas de 170 millones. Otras revistas, como BBA Bioenergetics, del grupo Elsevier, cuestan más de 5.000 euros al año. Aunque desapercibidas fuera del sector, las publicaciones académicas son una industria con un margen de beneficio de entre un 20 y un 40%, frente a un 5% del sector editorial, y gran concentración empresarial. 



Las cinco principales compañías del sector poseen más de la mitad de las revistas académicas. En química o psicología poseen el 70%. Suelen gestionar las revistas más prestigiosas —por factor de impacto— y a su vez más demandadas por las bibliotecas y universidades. Este modelo de negocio fue desarrollado en los años cincuenta y sesenta por el magnate británico Robert Maxwell, que vio su potencial. La concentración ha aumentado desde los años noventa, con muchas revistas independientes o gestionadas por pequeñas editoriales adquiridas por los grandes del sector. Todavía quedan editoriales universitarias, que en el Reino Unido y Estados Unidos se han adaptado al modelo de suscripción, o que España o Francia reciben financiación pública. En paralelo, algunos Estados han creado rankings e índices bibliométricos.

La producción de conocimiento es un reflejo de la geopolítica mundial. Tanto por el número de publicaciones como por su importancia y la de los departamentos universitarios. Hispanoamérica, con cuatro siglos de tradición universitaria, apenas cuenta en los rankings globales, que suelen elaborar instituciones angloparlantes. Según el índice Scimago, el país que más artículos anuales publica es Estados Unidos, seguido por China, Reino Unido, Alemania y Japón. El Banco Mundial ofrece datos ligeramente diferentes, con India como tercer productor. La principal lengua en la gran mayoría de disciplinas es el inglés, y sus revistas más prestigiosas tienden a estar controladas por un gran grupo empresarial. Es un mercado que mueve millones de euros al año: la demanda de clientes institucionales es permanente y los costes son irrisorios, pues la materia prima —artículos y revisiones editoriales— es gratuita. 

En efecto, las revistas académicas no pagan a sus autores ni a sus editores. Es habitual en el sector y común a todas las disciplinas. Las editoriales solo pagan la maquetación, corrección ortotipográfica, distribución y marketing. Además, muchas revistas cobran a los autores, sobre todo en ciencias y medicina. Los costes de publicación suelen ser de 3.000 euros, pero pueden llegar a 7.000. Algunas revistas incluso exigen comisiones de entre cincuenta y 150 euros antes de que el artículo sea evaluado. Muchas comisiones están ligadas a la publicación en acceso abierto, algo fundamental para que la investigación tenga impacto y un requisito que muchas universidades exigen a sus investigadores. Las editoriales justifican estos gastos por su progresiva pérdida de ingresos, los costes de publicación y los servicios de edición y difusión que ofrecen. En todo caso, la tarifa de publicación es inasumible para investigadores sin apoyo institucional.


Las revistas, mientras tanto, pueden aumentar los precios de las suscripciones sin riesgos. Las universidades, instituciones públicas, think-tanks y bibliotecas no pueden permitirse perder acceso a su contenido. Los precios de estas revistas oscilan entre los cuatro y doscientos euros por artículo para particulares, lo cual excluye a la mayoría del público general y de los especialistas independientes. Para las universidades e instituciones educativas suponen una parte importante del presupuesto, y la suscripción por grupos de revistas solo aumenta los costes. Por ejemplo, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas gastó más de 300.000 euros en 2017 solo en suscripciones a revistas del grupo Elsevier. No obstante, en muchas ocasiones ni las instituciones ni las editoriales los hacen públicos

Para los investigadores es publicar o perecer

¿Por qué los autores de los artículos ofrecen su trabajo gratis? Más allá de contribuir a la ciencia y la satisfacción de compartir los resultados de su investigación, el principal incentivo es la posibilidad de avanzar en su carrera. En la mayoría de países el mercado laboral académico es precario y muy competitivo, y las publicaciones son una de las mejores formas para distinguirse. Por lo general, los comités de selección no tienen tiempo para evaluar la calidad de las contribuciones de cada aspirante, de modo que al revisar las publicaciones listadas en los currículums recurren a indicadores bibliométricos.

Como los méritos suelen evaluarse de forma cuantitativa y no cualitativa, dos artículos decentes en revistas de prestigio valen más que uno brillante en una revista desconocida. Además, la posibilidad de ser citado aumenta si el artículo se publica en una revista consolidada, aunque el acceso abierto —y la piratería— también dan visibilidad. Los artículos académicos son un medio de comunicación entre especialistas, pero también les sirve para mejorar sus perspectivas laborales. Este sistema favorece a los académicos consolidados, que suelen contar con salarios estables, financiación y personal para sus proyectos. Los investigadores precarios que quieran mejorar su situación se ven forzados a participar, ya que las revistas de pago en inglés suelen tener más impacto, aunque muchos ni siquiera tengan acceso a ellas. 

Por otra parte, los incentivos para publicar más artículos perjudican la originalidad y calidad de los estudios científicos y la vida de los investigadores. En la mayoría de las ciencias sólo se publican los resultados positivos —salvo excepciones—, lo que distorsiona un proceso de investigación que requiere constante ensayo y error. Esto empuja a los autores noveles o sin apoyo institucional a arriesgar menos y enviar artículos con más posibilidades de ser publicados. Además, muchos deben compaginar la investigación con otros empleos o con responsabilidades familiares y no cuentan con estabilidad laboral. A partir de ahí tienen una productividad más baja, sufren estrés y depresión y acaban excluidos del sistema académico. La situación afecta en especial a las mujeres, que publican con menos frecuencia que los hombres, sobre todo cuando son madres. La tendencia ya existía, pero el confinamiento por la pandemia la hizo evidente



La presión por publicar también fomenta prácticas fraudulentas. Una es el autoplagio, es decir, publicar contenido ya usado, sea reciclando el texto o adaptándolo a los criterios de una nueva revista. Si bien esto tenía cierto sentido antes de internet y las revistas digitales, en la actualidad es una práctica deshonesta, aunque extendida. Otra práctica es la “rueda de citas”, difícil de detectar pero no ilegal: consiste en un grupo de autores que acuerdan citarse entre sí, aunque las referencias no tengan que ver con el artículo, para aumentar sus índices bibliométricos. El plagio es menos común, y es perseguido y condenado por la comunidad académica, aunque hay quienes en puestos de poder se han aprovechado del trabajo de otros. 

Por ejemplo, un abuso más habitual en las ciencias naturales es exigir que en la versión final del artículo figuren personas que no participaron o autores principales que no tuvieron tal importancia. Cuando se descubren estos fraudes o se manipulan resultados y la comunidad académica protesta, las revistas retiran los artículos. La web Retraction Watch documenta y contextualiza los textos retirados. De momento el autor con más casos es el anestesiólogo japonés Yoshitaka Fujii, con 183. El informe sobre el caso elaborado por la Sociedad Japonesa de Anestesiólogos concluye que Fujii usó los artículos con datos falsificados para obtener su empleo, ganar subvenciones públicas y solicitar el premio anual de la Sociedad.

Otro resultado de la presión por publicar ha sido la proliferación de revistas de dudosa calidad. Todo un mercado paralelo de publicaciones depredadoras que publican artículos a cambio de una comisión. Estas revistas suelen tener nombres rimbombantes o imitan los de revistas de prestigio, como la Journal of Finance and Economics en vez de la famosa Journal of Economics and Finance. Contactan a los autores mediante correos basura prometiendo que sus textos serán publicados rápido y evaluados por especialistas. Las mismas empresas organizan conferencias de dudosa credibilidad y elaboran índices fraudulentos. En ocasiones engañan a académicos que pagan los costes de publicación pensando que su artículo aparecerá en una revista de prestigio, cuando en realidad ni siquiera será indexado en las bases de datos académicas.



También hay autores que publican voluntariamente en estas revistas. Esperan que les sirva para ascender en la carrera académica o quieren ocultar una trayectoria mediocre, como los nuevos rectores designados en la polémica reforma de la universidad en Turquía. También puede haber intereses políticos o económicos, como una compañía que trata de mostrar que un producto suyo es beneficioso para la salud. Aunque hay ejemplos de revistas depredadoras, como la enigmática Integrated Journal of British editada por una empresa india de servicios web, la línea legal con las legítimas no siempre es clara.

Además, las revistas depredadoras suelen publicar artículos de autores de países no occidentales como India o Nigeria. Esto se debe a que sus tasas de publicación son más baratas, los artículos se publican en acceso abierto y los sistemas de selección de estos países tienen en cuenta otros factores para evaluar a sus candidatos. De algún modo, estas revistas cubren una demanda causada por la presión por publicar y las desigualdades entre centros de producción de conocimiento.

Alternativas desde arriba: financiación pública y acceso abierto

Ahora bien, las revistas depredadoras no deben confundirse con las publicaciones en acceso abierto, una de las principales alternativas al modelo de suscripción. El principio fundamental de estas publicaciones es que no cobran a los lectores por acceder a sus contenidos. Es decir, los resultados de la investigación son gratuitos para todos los usuarios de internet. Al mismo tiempo, las publicaciones en acceso abierto mantienen unos estándares de calidad rigurosos, con un proceso transparente de evaluación y revisión por pares. Como los académicos están acostumbrados a ofrecer su trabajo gratis, no hay una diferencia sustancial entre escribir o evaluar textos para una revista en abierto, más allá de los factores bibliométricos. 

Aunque cada disciplina tiene dinámicas que influyen en la popularidad y el prestigio de las publicaciones en abierto, su popularidad va en aumento. Cada vez más Estados e instituciones educativas apoyan el acceso abierto, que se ha consolidado como una opción respetable e incluso deseable, pues los artículos en abierto suelen ser más leídos y citados que los de publicaciones bajo suscripción. En algunas disciplinas, los investigadores jóvenes publican en revistas de acceso abierto, bien porque son más accesibles al público o porque prefieren apoyar el modelo y no ofrecer los frutos de su trabajo a empresas con ánimo de lucro.

El acceso abierto surgió en los años noventa, con la extensión de internet en los campus universitarios de buena parte del mundo. Los costes de producción más baratos para la publicación digital hicieron posible que algunas revistas ofrecieran gratis sus contenidos en la red, un modelo que se extendió entre los grupos de investigación y las editoriales universitarias no comerciales. En paralelo surgían plataformas digitales como Arxiv, que ofrece versiones previas a la revisión por pares y la edición de artículos de disciplinas científico-técnicas. El acceso abierto recibió el apoyo de muchos académicos e investigadores, que en todo el mundo firmaron declaracionespropuestas e iniciativas para extenderlo. 

Este modelo se ha consagrado en las últimas dos décadas por número y organización de las revistas. El Directorio de Revistas de Acceso Abierto incluye más de 17.000 publicaciones de 126 países. También han aparecido editoriales sin ánimo de lucro para acceso abierto como PLOS, que publica revistas prestigiosas de ciencias naturales, y plataformas privadas para que los investigadores compartan su trabajo, como ResearchGate o Academia.edu. Las grandes editoriales académicas primero vacilaron e intentaron una campaña de demonización, pero han decidido adaptarse e incluir opciones de acceso abierto —que compensan con las comisiones de publicación.

No obstante, el espaldarazo decisivo para el acceso abierto ha sido el apoyo estatal. Como la mayoría de las investigaciones académicas se realizan con fondos públicos, los Estados piden que se publiquen en abierto. Europa y en especial Francia han liderado la iniciativa. El CNRS, el principal centro público de investigación francés, ha sido uno de los grandes impulsores del acceso abierto. De él dependen HAL, un repositorio digital abierto y gratuito, y OpenEdition, una de las mayores editoriales europeas de revistas en acceso abierto. España destaca con Dialnet, el repositorio y base de datos académica más importante en castellano, y con una gran mayoría de revistas en abierto, en especial las de editoriales universitarias.

En Iberoamérica, las bibliotecas virtuales de acceso abierto SciELO y Redalyc gozan de prestigio internacional y son ejemplos de colaboración entre instituciones académicas de distintos países. Pero la consagración del acceso abierto ha llegado de la mano de la Unión Europea. Desde 2020 exige que todos los proyectos de investigación realizados con fondos comunitarios se publiquen en acceso abierto. Esto ha aumentado la popularidad y el prestigio de las publicaciones en abierto, aunque en algunas disciplinas y campos las revistas más reconocidas siguen siendo solo accesibles bajo suscripción. 

Alternativas desde abajo: piratería y redes de apoyo

Aunque el acceso abierto supone una mejora respecto al modelo anterior, para muchos no es suficiente. Las grandes editoriales siguen controlando la gran mayoría de las revistas y buena parte de ellas requieren suscripción. Además, las normas respecto al acceso abierto solo se aplican a las publicaciones futuras. Todo el contenido previo sigue bajo suscripción o acceso institucional. En otras palabras: gran parte del legado científico y académico de la humanidad, más allá de quiénes sean sus autores y financiadores, está en manos de unas pocas empresas que cobran por su acceso.

Resulta paradójico que el conocimiento de calidad no sea patrimonio de todos mientras las teorías de la conspiración cuestionan cada vez más la ciencia y las investigaciones académicas. Esto perjudica aún más a los investigadores en países menos desarrollados que quedan excluidos de las novedades en sus campos de especialidad, algo con implicaciones cruciales en sectores como la medicina. Entretanto, muchos autores difunden su contenido en internet como antes lo hacían intercambiando correspondencia. Lo hacen en sus páginas web o en repositorios abiertos públicos, como Zenodo o CORE, o con ánimo de lucro, como Academia.edu. La muerte de Aaron Swartz impulsó esta tendencia. Aunque en ocasiones vulnera los derechos de autor, las editoriales suelen tolerarla, y como mucho exigen retirar el contenido protegido.

Sin embargo, la gran rebelión frente a la industria de las publicaciones académicas ha surgido desde sus márgenes y fuera de la ley. Haciendo suyo el mensaje del Manifiesto de la Guerrilla por el Acceso Abierto, muchos estudiantes, investigadores y académicos han aprovechado su posición para descargar, escanear, archivar o compartir libros y artículos académicos. También crean redes de distribución, desde grupos de Facebook hasta webs como Library Genesis o Z-Library. El movimiento ha sido análogo a la costumbre de compartir música, películas o vídeos en internet por parte de la sección más radical del movimiento por la cultura libre. Los perjudicados por estas prácticas no son los autores, a los que no les pagan por publicar en revistas y que en libros reciben un pequeño porcentaje de las ventas, sino las editoriales.

Si Aaron Swartz es el primer mártir del acceso abierto radical, su gran heroína contemporánea es la kazaja Alexandra Elbakyan. En 2011, con veintidós años, Elbakyan fundó el proyecto Sci-Hub, un repositorio virtual pirata que ofrece acceso a millones de artículos protegidos por suscripción. La idea le surgió cuando no podía leer los artículos que necesitaba para sus estudios universitarios, protegidos por muro de pago, y vio que no había ninguna web que los facilitara. Sci-Hub, que cambia a menudo de dirección por la presión de las editoriales y sus demandas judiciales, es popular entre jóvenes académicos y estudiantes, tengan o no afiliación institucional. Con millones de descargas cada mes, esta web triunfa en países cuyas universidades no pueden permitirse suscripciones, como Irán o India. Pero también en Estados Unidos y Europa, incluso entre personas con acceso institucional, que la encuentran más cómoda y rápida.

Sci-Hub experimentó en 2021 una ofensiva de las editoriales y la justicia de distintos países: Elsevier reclama millones de dólares en compensación y ha demandado a la página en Estados Unidos, Bélgica, Suecia, Francia e India, y ha conseguido que sea bloqueada en Rusia. Mientras tanto, Estados Unidos ha acusado a Elbakyan de ser una agente del espionaje ruso y las cuentas de la plataforma en Twitter han sido suspendidas. Además del robo de propiedad intelectual, se acusa a Elbakyan de obtener acceso a los repositorios académicos de pago de manera fraudulenta. Ella asegura que las credenciales de acceso se obtienen mediante donaciones desinteresadas. Por su parte, los partidarios del proyecto en todo el mundo, desde Estados Unidos hasta Irán, se han organizado para replicar la biblioteca digital clandestina, coordinando descargas y almacenando archivos en una auténtica “misión de rescate”.

Entre el negocio híbrido y el conocimiento libre

Las publicaciones académicas seguirán siendo un negocio, aunque el modelo está cambiando: probablemente pagar por publicar acabe sustituyendo a pagar por leer. El acceso abierto gana apoyo institucional, y la última tendencia son los “acuerdos transformadores de acceso abierto”. Los Estados y universidades renegocian los precios de suscripción y favorecen un modelo en abierto con costes por publicación. Aunque en un principio esto parecía perjudicarlas, están adaptándose al modelo.

La Universidad de California, por ejemplo, canceló en 2019 sus suscripciones con Elsevier, que no aceptaba renegociar sus contratos de publicación en acceso abierto. El contrato se firmó finalmente en 2021 con un 7% de ahorro para la universidad. La empresa tiene problemas parecidos en AlemaniaSuecia y Noruega. Springer y otras editoriales también han leído la situación y han renegociado contratos con precios reducidos para la publicación en acceso abierto y el acceso generalizado a su colección. Su acuerdo con Alemania supera los veinticinco millones de euros anuales.

Aunque las editoriales y los sistemas judiciales cierren las bibliotecas digitales piratas, la comunidad de guerrilleros por el acceso libre seguirá encontrando maneras de compartir el conocimiento. Cada vez menos académicos consideran que usar páginas como Sci-Hub sea inmoral y muchos investigadores agradecen en sus tesis y artículos a Elbakyan, un reconocimiento de la importancia de su web para la investigación científica.Sci-Hub o Library Genesis no tienen publicidad ni buscan lucrarse y por eso se les percibe como una especie de Robin Hood. Roban a las grandes empresas de la industria académica para dárselo a estudiantes e investigadores que no pueden pagar suscripciones. La ironía para las editoriales es que, al no pagar a los autores, han contribuido a que estos no den importancia a los derechos de autor. Si no obtienen rédito económico, ¿qué importa si sus artículos se descargan de forma irregular? El acceso libre al conocimiento tiene como fin compartir literatura académica. Y aunque implique violar el copyright de artículos cuyos autores no recibieron compensación, para muchos es una causa que justifica los medios.

jueves, 23 de marzo de 2023

¿Qué es OJS (Open Journal Systems)? y como se instala

 Publicado en PAIDEIA Studios



  • 23/03/2023
¿QUÉ ES OJS (OPEN JOURNAL SYSTEMS) Y CÓMO FUNCIONA?
Patricio Pantaleo para Paideia Studio

¿Qué es OJS (Open Journal Systems)?

Open Journal Systems (OJS) es un programa de código abierto para administrar y publicar revistas académicas en línea. OJS es un sistema de gestión y publicación de revistas operado por editores altamente flexible que se puede descargar de forma gratuita e instalar en un servidor web local u online.


Ha sido diseñado para reducir el tiempo y la energía dedicados a las tareas
administrativas asociadas con la publicación de una revista, al tiempo que
mejora el mantenimiento de registros y la eficiencia de los procesos
editoriales. Busca mejorar la calidad académica de la publicación de
revistas a través de una serie de innovaciones, que incluyen mejorar
la experiencia del lector, hacer que las políticas de las revistas sean
más transparentes y mejorar la indexación (PKP, 2023).

Con OJS es posible llevar a cabo de forma integral todo el proceso editorial
desde el envío de artículos por parte de los autores, la asignación de editores
responsables, el proceso de revisión de pares, corrección de estilo,
maquetación y finalmente la publicación con la curación de metadatos
correspondiente.

¿Cómo funciona OJS (Open Journal Systems)?

El flujo editorial en OJS tiene una división estructurada, en la cual se
pueden diferenciar claramente 4 etapas:

  • Envío: el autor o autores han cargado su propuesta y el editor toma
    conocimiento de ello.
  • Revisión: el editor responsable comienza el proceso de revisión
    asignando a pares para revisar el artículo enviado.
  • Editorial: una vez aprobada la revisión de pares, comienza
    la etapa de corrección de estilo y ortotipográfica del artículo.
  • Producción: finalmente, se realiza la maquetación del mismo
    en los formatos establecidos de publicación que tenga la revista, sean estos PDF, ePub, HTML, XML, etc.

Adicionalmente, la última etapa se conecta de forma directa a lo que
podría considerarse una 5ta fase denominada de Publicación,
donde el trabajo editorial consiste en revisar los metadatos asignados
inicialmente por el autor, asignar DOI y número para su programación
o publicación.

¿Qué es OJS (Open Journal Systems)? OJS es un sistema de gestión
editorial que puedes implementar para llevar la gestión de tu revista on line.
Más allá del proceso de flujo editorial que es la característica y función
principal de OJS, el sistema también ofrece una sección de Ajustes 
que permite configurar diferentes elementos que corresponden al sitio web
y al funcionamiento integral del mismo, al cuál solo tienen acceso los roles
de mayor jerarquía dentro de la plataforma. En este apartado, se van
a poder editar elementos de identidad de la revista, como logos y banners,
también el contenido del pie de página, bloques laterales, editar el menú
de navegación, entre otras opciones. 

Finalmente, en las secciones de Estadísticas Herramientas se podrán
visualizar las diferentes métricas que registra el sistema en su funcionamiento
y las extensiones que tiene desarrollada PKP u otras instituciones para
extender la funcionalidad de OJS y su comunicación con plataformas
externas, como DOAJ o Crossref, entre otras.

miércoles, 22 de marzo de 2023

[preprint] El libro de jugadas de los editores: Breve historia de la obstrucción de la industria editorial a la misión de las bibliotecas

Disponible en Digital Access To Scholarchip At Harvard
https://dash.harvard.edu/handle/1/37374618


The Publisher Playbook: A Brief History of the Publishing Industry’s Obstruction of the Library Mission
 
Citation Courtney, Kyle K. and Juliya Ziskina. 2023. "The Publisher Playbook: A Brief History of the Publishing Industry’s Obstruction of the Library Mission." Pre-print.

Resumen

Las bibliotecas han desarrollado continuamente su capacidad para proporcionar acceso a las colecciones de forma innovadora. Sin embargo, muchos de estos avances en el acceso no se lograron sin superar una gran resistencia y obstrucción por parte de los titulares de derechos y la industria editorial. La lucha por mantener la misión de la biblioteca basada en el acceso y servir al interés público comenzó ya a finales del siglo XIX y continúa en la actualidad. Llamamos a estas tácticas el "libro de jugadas de los editores". Las bibliotecas y sus lectores se han enzarzado habitualmente en largas batallas para defender la capacidad de las bibliotecas de cumplir su misión y servir al bien público. Lo que sigue es un breve repaso de las veces y los métodos en que los editores y los intereses de los titulares de derechos han intentado obstaculizar la misión de las bibliotecas. Este patrón de conducta, tal y como se refleja en los litigios en curso sobre el préstamo digital controlado, no es inesperado y contradice un libro de jugadas histórico por parte de los editores y los titulares de derechos para maximizar sus propios beneficios y el control sobre las necesidades de información del público. Afortunadamente, como se señala en este documento, el Congreso y los tribunales han respaldado históricamente los intentos de las bibliotecas de ampliar el acceso a la información en beneficio del público.

Condiciones de uso Este artículo está disponible bajo los términos y condiciones aplicables a Otro material publicado, tal y como se establece en http://nrs.harvard.edu/urn-3:HUL.InstRepos:dash.current.terms-of-use#LAA.


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Libraries have continuously evolved their ability to provide access to collections in innovative ways. Many of these advancements in access, however, were not achieved without overcoming serious resistance and obstruction from the rightsholder and publishing industry. The struggle to maintain the library’s access-based mission and serve the public interest began as early as the late 1800s and continues through today. We call these tactics the "publishers' playbook." Libraries and their readers have routinely engaged in lengthy battles to defend the ability for libraries to fulfill their mission and serve the public good. The following is a brief review of the times and methods that publishers and rightsholder interests have attempted to hinder the library mission. This pattern of conduct, as reflected in ongoing controlled digital lending litigation, is not unexpected and belies a historical playbook on the part of publishers and rightsholders to maximize their own profits and control over the public’s informational needs. Thankfully, as outlined in this paper, Congress and the courts have historically upheld libraries’ attempts to expand access to information for the public’s benefit.
Terms of Use This article is made available under the terms and conditions applicable to Other Posted Material, as set forth at http://nrs.harvard.edu/urn-3:HUL.InstRepos:dash.current.terms-of-use#LAA

martes, 21 de marzo de 2023

LIBRO: "Colonialismo, neocolonialismo y racismo. El papel de la ideología y de la ciencia en las estrategias de control y dominación"

Descargar en: https://www.nacionmulticultural.unam.mx/portal/pdf/publicaciones_novedades_editoriales/libro_colonialismo_neocolonialismo_racismo.pdf


























La ciencia: otro bien público convertido en mercancía

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/notas/2023/03/21/ciencia-y-tecnologia/otro-bien-publico-convertido-en-mercancia/?from=page&block=ciencia-y-tecnologia&opt=articlelink




Otro bien público convertido en mercancía

Ana María Cetto* 

El lunes 13 de marzo apareció en La Jornada un artículo con el encabezado: “Un bien público convertido en mercancía”. Al no haber leído previamente el nombre del autor, y quizás a causa de mi deformación profesional, pensé que el artículo se refería al conocimiento científico como bien público. Pero no: Iván Restrepo se refería muy acertada y oportunamente al agua, un bien que “desde hace décadas escasea por mal uso, acaparamiento y carencia de políticas públicas”.

Del buen o mal uso del agua somos responsables todos; de su acaparamiento lo son unos cuantos, que obtienen ganancias millonarias lucrando con el preciado líquido. La carencia de políticas públicas permite que esta situación se agrave hasta alcanzar un nivel que en este próximo periodo de sequía amenaza con convertirse en crítico para el país, sus habitantes, la agricultura, la industria, la vida toda.

En su análisis de las nuevas características del capitalismo, Hardt y Negri hacen ver cómo lo común, “aquello que le pertenece a la humanidad en su conjunto”, ha sido cercado por el mercado y por los sistemas financieros. Lo “común” son el aire, el agua, los frutos de la tierra y todo lo que la naturaleza nos prodiga; pero también los resultados de la producción social, tales como saberes, lenguajes, información. Al ser producidos socialmente, nos pertenecen a todos y, sin embargo, debido a su mercantilización la gran mayoría de la población no puede acceder a ellos (M. Hardt & T. Negri, Commonwealth, 2011, citado por Esther Juliana Vargas en Autonomía universitaria y capitalismo cognitivo, 2021).

La gran economista Elinor Ostrom, al hablar de la gestión de los comunes, no diferencia entre los recursos naturales y los inmateriales, como el conocimiento. En ambos casos argumenta que la capacidad de los individuos para administrar los recursos varía dependiendo de las posibilidades y la disposición de la comunidad para autogobernarse, adoptando un conjunto de acuerdos y reglas de juego (E. Ostrom, El gobierno de los bienes comunes, 1990).

¿Hasta qué grado las comunidades productoras de conocimiento científico han perdido la capacidad de autogestionarse que alguna vez las caracterizara? La regulación y medición de los “productos” del conocimiento se han sofisticado notablemente en las últimas décadas, a través de políticas oficiales homogeneizadoras aplicadas a los curricula, a los procedimientos y criterios de evaluación, a la financiación por proyectos, etcétera, todo ello en una atmósfera de aparente meritocracia. En paralelo, se ha incrementado a un ritmo rampante la gestión de los bienes del conocimiento científico en manos de unas cuantas agencias privadas de la ciencia: editoriales, bases de datos e índices, que intervienen en el proceso de circulación y validación de la calidad con un claro ánimo de lucro. El círculo se cierra al convertirse estos últimos en jueces de lo que es o no es científicamente relevante, y transforman sus veredictos en política pública al adquirir protagonismo en el ámbito institucional de la academia.

Las cifras hablan por sí solas, y para no aburrir al lector mencionaremos sólo el caso de Elsevier, la mayor editorial académica, que se presenta como “empresa de análisis de información que ayuda a las instituciones y a los profesionales a hacer progresos científicos”. Con más de 46 mil títulos de libros y 2 mil 800 revistas en línea, además del sistema de citas Scopus y otros servicios, Elsevier reportó en 2022 ingresos por 3 mil 500 millones de dólares y utilidades de mil 100 millones de dólares, con un margen de ganancia de 37.8 por ciento (mayor que el de Microsoft, Google y Coca Cola). En gran medida, este “éxito” fue posible gracias a las instituciones académicas que canalizan fondos hacia la empresa. En un alarde de creatividad financiera, Elsevier, como otras empresas que componen el oligopolio editorial, ha comprometido a nuestras universidades a cubrir por anticipado mediante “acuerdos transformativos” los costos de publicación de nuestros artículos científicos que llegasen a ser aceptados para aparecer en sus revistas. Estamos contribuyendo a perpetuar el negocio y asegurar sus ganancias.

¿Puede acaso revertirse este proceso de mercantilización?

Regresando a los argumentos de Elinor Ostrom, se requiere de las comunidades académicas la disposición para autogestionarse; concretamente, para recuperar el control de publicación de los productos del conocimiento. En este aspecto América Latina da un buen ejemplo al mundo, puesto que la mayoría de nuestras revistas científicas son editadas por instituciones académicas, sin fines de lucro.

En otras latitudes se observan algunas señales alentadoras. Por ejemplo, en 2018 todas las instituciones académicas de Alemania y Suecia cancelaron sus suscripciones con Elsevier al no llegar a un acuerdo justo. En 2019 la Universidad de California decidió que, “para impedir que Elsevier incrementara sus ganancias a expensas de la institución”, a partir de 2019 no firmaría un nuevo contrato con la empresa.

Por otro lado, está cada vez más cuestionado internacionalmente el actual sistema de evaluación basado en las métricas producidas por las bases de datos privadas, definitorias de la “corriente principal” de la que por motivos comerciales queda excluida la mayor parte de la producción científica editada en países como México “la cual, dicho sea de paso, sí está disponible en acceso libre y abierto no comercial, por tratarse de un bien común”. Sin embargo, estas prácticas de evaluación, cuestionadas por injustas y excluyentes, siguen operando en nuestras instituciones en detrimento y a espaldas de las publicaciones a menudo producidas y sustentadas por ellas mismas. Mientras las políticas públicas no corrijan esta práctica contradictoria, nuestras comunidades productoras de conocimiento científico seguirán respondiendo al son del oligopolio editorial trasnacional, financiado con recursos públicos de la nación.

*Investigadora titular del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México

lunes, 20 de marzo de 2023

Audiencia en corte: Editoriales privadas vs Internet Archive... y el préstamo digital

Publicado en Publishers Weekly
https://www.publishersweekly.com/pw/by-topic/industry-news/publisher-news/article/91796-publishers-internet-archive-set-for-key-hearing-today.html



Los editores y el Archivo de Internet se citan hoy para una audiencia clave

Por Andrew Albanese | 20 mar 2023

Después de casi tres años de disputas legales, un juez federal juzgará hoy las mociones cruzadas de juicio sumario en una demanda muy vigilada que cuestiona la legalidad del programa de Internet Archive para escanear y prestar libros impresos de bibliotecas.

Presentada por primera vez en Nueva York el 1 de junio de 2020 por cuatro grandes editoriales (Hachette, HarperCollins, John Wiley & Sons y Penguin Random House) y la Asociación de Editores Estadounidenses, la demanda por infracción de derechos de autor alega que el escaneado y préstamo de libros de biblioteca por parte de Internet Archive bajo una teoría legal no probada conocida como "préstamo digital controlado" es piratería a escala industrial. Internet Archive replica que sus actividades son legales, protegidas por el uso justo, y que la acción de los editores amenaza fundamentalmente la misión básica de las bibliotecas de poseer y prestar colecciones en la era digital.

Los engranajes de la demanda empezaron a girar a finales de marzo de 2020, en los primeros días de la pandemia de Covid-19, cuando, con las bibliotecas y las escuelas cerradas, el Archivo de Internet lanzó unilateralmente la Biblioteca Nacional de Emergencia, un programa que eliminaba temporalmente los controles sobre los títulos escaneados en la Biblioteca Abierta de la IA, poniéndolos a disposición de múltiples usuarios en préstamo. La medida provocó la indignación de grupos de autores y editores.

La demanda, sin embargo, va más allá de la Biblioteca Nacional de Emergencia (que cerró a principios de junio de 2020, a raíz del litigio). Más bien, la demanda cuestiona la legitimidad del préstamo digital controlado y la legalidad fundamental de escanear y prestar libros de bibliotecas sin permiso.

En virtud del CDL, las bibliotecas (incluido el Internet Archive) escanean los libros físicos que han adquirido legalmente y los prestan en lugar de la copia impresa con arreglo a normas que imitan el préstamo físico: sólo una persona puede tomar prestado un escaneado a la vez; los escaneados están protegidos por DRM; y sólo puede circular un formato a la vez para mantener una proporción de uno a uno entre "propiedad y préstamo". En otras palabras, si se retira el escáner, su equivalente impreso no puede circular, y viceversa.

En su tercer y último escrito de juicio sumario, presentado el pasado mes de octubre, los abogados de las editoriales reiteran su posición de que, tanto en los hechos como en la ley, no existe una defensa viable de uso justo para el programa masivo de escaneado y préstamo de Internet Archive, calificando a Internet Archive de actor "comercial" y a CDL de "cínico ejercicio de marca" diseñado para legitimar la infracción de derechos de autor "a escala industrial".

"En definitiva, Internet Archive pide a este Tribunal que adopte una propuesta radical que pondría patas arriba la ley de derechos de autor al permitir a IA convertir millones de libros físicos en formatos de libro electrónico y distribuirlos por todo el mundo sin pagar a los titulares de los derechos", afirma el escrito de la editorial. "Dado que el propósito de los derechos de autor es incentivar la creación de nuevas obras, los autores y editores -no IA- tienen el derecho exclusivo de publicar sus libros en todos los formatos y distribuirlos a través de canales selectos."

En su tercer y último escrito de sentencia sumaria, los abogados de Internet Archive reiteran sus argumentos de que su programa de escaneado y préstamo es de uso justo, y que las pruebas no demostrarán ningún perjuicio para el mercado de las editoriales.

"Todo lo que hace CDL, y todo lo que puede hacer, es ofrecer una alternativa digital limitada a la entrega física de un libro a un usuario. Las bibliotecas que deciden cómo satisfacer las necesidades de acceso digital a los libros de sus usuarios no están eligiendo entre pagar derechos de licencia de libros electrónicos u obtener libros gratis. Las bibliotecas pagan a los editores con cualquiera de las dos opciones", afirma el informe de AI. Pero con la CDL como opción, "los bibliotecarios pueden seguir manteniendo colecciones permanentes de libros, preservar esos libros en su forma original para las generaciones futuras y prestarlos a los usuarios de uno en uno, como siempre han hecho", añade el escrito.

Si ninguna de las partes se impone en la fase de juicio sumario, el caso irá a juicio. Pero los abogados dicen a PW que es muy probable que el caso se resuelva en la fase de juicio sumario, ya que hay pocas controversias sobre los hechos. Sin embargo, salvo que se llegue a un acuerdo por sorpresa, es probable que el caso esté lejos de terminar, ya que el resultado de la vista de hoy, sea cual sea, será probablemente recurrido.


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Publishers, Internet Archive Set for Key Hearing Today

By Andrew Albanese | 
Mar 20, 2023


After nearly three years of legal wrangling, a federal judge today will hear cross motions for summary judgment in a closely watched lawsuit challenging the legality of the Internet Archive's program to scan and lend print library books.

First filed in New York on June 1, 2020, by four major publishers (Hachette, HarperCollins, John Wiley & Sons, and Penguin Random House) and the Association of American Publishers, the copyright infringement lawsuit alleges that the Internet Archive’s scanning and lending of library books under an untested legal theory known as "controlled digital lending" is piracy on an industrial scale. The Internet Archive counters that it's activities are legal, protected by fair use, and that the publishers' action fundamentally threatens the core mission of libraries to own and lend collections in the digital age.

The wheels of the lawsuit first began to turn in late March 2020, in the early days of Covid-19 pandemic, when, with libraries and schools shuttered, the Internet Archive unilaterally launched the National Emergency Library, a program that temporarily removed controls on the scanned titles in the IA's Open Library, making them available for multiple user borrowing. The move sparked outrage from author and publisher groups.

The suit, however, is about about more than the National Emergency Library (which shuttered in early June 2020, in the wake of the litigation). Rather, the suit challenges the legitimacy of controlled digital lending and the fundamental legality of scanning and lending library books without permission.

Under CDL, libraries (including the Internet Archive) make scans of their legally acquired physical books and loan the scans in lieu of the print under rules that mimic physical lending: only one person can borrow a scan at a time; the scans are DRM-protected; and only one format can circulate at a time to maintain a one-to-one “owned-to-loan” ratio. In other words, if the scan is checked out, its print counterpart cannot circulate, and vice versa.

In their third and final summary judgment brief, filed last October, attorneys for the publishers reiterate their position that, on both the facts and the law, there is no viable fair use defense for the Internet Archive’s massive scanning and lending program, labeling the Internet Archive a "commercial" actor and CDL “a cynical branding exercise" designed to legitimize "industrial-scale" copyright infringement.

“In the end, Internet Archive asks this Court to adopt a radical proposition that would turn copyright law upside down by allowing IA to convert millions of physical books into e-book formats and distribute them worldwide without paying rights holders,” the publisher brief states. “Since the purpose of copyright is to incentivize the creation of new works, authors and publishers—not IA—hold the exclusive right to publish their books in all formats and distribute them via select channels.”

In their third and final summary judgment brief, Internet Archive lawyers reiterate their arguments that their scanning and lending program is fair use—and that the evidence will show no harm to the publishers market.

“All CDL does, and all it can ever do, is offer a limited, digital alternative to physically handing a book to a patron. Libraries deciding how to meet their patrons’ needs for digital access to books are not making a choice between paying e-book licensing fees or getting books for free. Libraries pay publishers under either approach,” the IA brief states. But with CDL as an option, “librarians can continue to maintain permanent collections of books, to preserve those books in their original form for future generations, and to lend them to patrons one at time, as they have always done,” the brief adds.

If neither side prevails at the summary judgment stage, the case will head to trial. But lawyers tell PW the case very likely will be decided at the summary judgment stage, as there are few factual disputes at issue in the case. Barring a surprise settlement, however, the case is likely far from over, as the outcome of today's hearing, whichever way it goes, would likely be appealed.

MÉXICO: fuga de 1.4 millones de cerebros

Publicado en La Jornada

Neoliberalismo propició la fuga de 1.4 millones de cerebros: Conacyt

En el extranjero, 300 mil posgraduados

En 2019 vivían en Estados Unidos 37 mil mexicanos con grado de doctorado // El SNI sólo tiene a 33 mil

Jessica Xantomila
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de marzo de 2023, p. 21

La fuga de cerebros "es un fenómeno que aumentó de forma constante y acelerada a partir de la instauración del modelo neoliberal", señaló la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla, quien indicó que 1.4 millones de profesionistas mexicanos se encuentran en el extranjero, y poco más de 300 mil posgraduados radican en al menos 56 países.

Al presentar el libro La migración mexicana altamente calificada de cara al siglo XXI: problemas y desafíos, escrito por Raúl Delgado Wise, Mónica Chávez Elorza y Selene Gaspar Olvera, la funcionaria expuso que México se encuentra "entre los países con mayor número de posgraduados, por ejemplo, en Estados Unidos, al pasar del noveno lugar en 1990 al tercero o cuarto en 2018, tan sólo después de la India, China y a la par de Corea del Sur".

Indicó que poco antes del inicio de la pandemia, en 2019, el volumen de mexicanos con doctorado en Estados Unidos ascendía a poco más de 37 mil, cifra superior al número de integrantes del Sistema Nacional de Investigadores. No obstante, destacó que en "la Cuarta Transformación este sistema ha engrosado sus filas en 31 por ciento".

La paradoja de las cifras, explicó Álvarez-Buylla, "radica en que a raíz de la implantación de las políticas neoliberales, las cuales desarticularon y desmantelaron la soberanía nacional en el quehacer que nos ocupa desde el Conacyt, se dio paso a una división del trabajo entre México y Estados Unidos, donde a nuestro país le correspondió especializarse en actividades intensivas de fuerza de trabajo".

En tanto, "al país vecino del norte se fue dejando el trabajo de ac-tividades más bien intensivas en conocimiento, que son las que generan la mayor cantidad de valor en los procesos productivos. Es decir, estamos frente a un grandísimo pasivo generado por el régimen neoliberal".

En este sentido, resaltó que la inversión realizada por el Conacyt por concepto de becas y pago de colegiaturas a posgraduados mexicanos residentes en Estados Unidos de 2000 a 2018 se estima en 146 mil 774 millones de pesos, es decir, 7 mil 630 millones de dólares.

A su vez, el subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública, Luciano Concheiro Bórquez, expuso que el planteamiento del citado libro demuestra que "la migración va más allá de una simple lógica, como que las condiciones de pobreza llevan a una expulsión, sino es producto del modelo económico neoliberal".


 

"¡Quemadlo con fuego!" - El uso de ChatGPT «polariza» a los revisores

Publicado en THE Times Higher Education https://www.timeshighereducation.com/news/corrupting-chatgpt-use-polarises-peer-reviewers   Quemadlo...