lunes, 24 de abril de 2023

USA: jóvenes crean clubes de lectura de libros prohibidos en desafío a la creciente censura

Publicado en BBC News
https://www.bbc.com/mundo/noticias-65347639


Los clubes de lectura de libros prohibidos con los que los jóvenes desafían la creciente censura en Estados Unidos

  • Fernando Duarte
  • BBC World Service





23 abril 2023

Ella Scott y Alyssa Hoy solo estaban tratando de "salir vivas" de la escuela secundaria hasta que encontraron su vocación: defender el derecho a elegir qué libros leer.

La madre de Hoy, una maestra local, les contó en diciembre de 2021 que las autoridades educativas en Leander, una ciudad en el estado de Texas, estaban prohibiendo varios libros de instituciones académicas, alegando que habían recibido "quejas" de los padres.

La conversación estimuló a las dos adolescentes a establecer un club de lectura de libros prohibidos.

Desde entonces, muchos más han surgido en todo Estados Unidos en respuesta a la creciente censura de obras literarias en escuelas y bibliotecas públicas.

"No teníamos idea de lo que estaba ocurriendo con la prohibición, y sentimos que era necesario hacer algo para crear conciencia", le dijo Scott, de 17 años, a la BBC.

Definitivamente es desconcertante pensar que esto está sucediendo en un lugar como EE.UU., donde tenemos esta cultura de libertad".

El club de lectura de Scott y Hoy comenzó con un grupo de niñas de su clase y luego creció hasta incluir estudiantes de la Vandergrift High School, una escuela estatal con 2.709 alumnos.

"Vienen personas de diferentes grados y orígenes. Es genial escuchar las diversas conversaciones que surgen cuando hablamos de un tema que nos afecta a todos", agrega Hoy, también de 17 años.

Miles de libros prohibidos

Leander está lejos de ser un caso aislado en el que las autoridades educativas han restringido el acceso a obras literarias consideradas controvertidas.

La Asociación de Bibliotecas de EE.UU. (ALA, por sus siglas en inglés) informó en marzo que las solicitudes para la retirada de libros de las bibliotecas escolares y públicas en 2022 alcanzaron su mayor número desde que comenzaron los registros hace 20 años.

En su informe más reciente, que cubre el año escolar 2021-2022 en EE.UU., PEN America, una ONG con sede en Nueva York que rastrea la censura literaria, informó que más de 2.500 prohibiciones de libros fueron emitidas por distritos escolares en 32 estados.

PEN America estima que esas decisiones afectaron a 5.000 escuelas y casi cuatro millones de estudiantes.

Texas, donde viven Scott y Hoy, tuvo el mayor número de prohibiciones de libros (801), seguido de Florida (566) y Pensilvania (457).

Los números podrían aumentar aún más en todo EE.UU.

A fines de marzo, la Cámara de Representantes de mayoría republicana aprobó una ley conocida como la Carta de Derechos de los Padres, que según los críticos otorgaría a los padres derechos de veto sobre los libros en el sistema escolar.

El proyecto de ley aún no ha sido aprobado por el Senado, que tiene una mayoría demócrata.

"Es natural que haya siempre alguien que se sienta incómodo con ciertos temas", dice Scott.

"Pero eso no es necesariamente motivo para retirar los libros o quitarles la oportunidad a los demás de que formen su propia opinión".

"Tratando de silenciar la verdad"

La mayoría de las solicitudes de prohibición involucran obras que tratan sobre identidad racial y sexual.

PEN America dice que de los más de 1.600 títulos que sufrieron algún tipo de censura de 2021 a 2022, más del 80% tenían personajes prominentes de la comunidad LGBTQ+ o no blancos.

Uno de estos libros fue "All Boys Aren't Blue" de George M. Johnson, una memoria sobre la experiencia de crecer como negro y queer, que se ha convertido en el tercer título más prohibido por las autoridades escolares.

"Cada vez que escribes un libro en el que hablas sobre tu verdad, habrá personas que querrán silenciarla", dijo Johnson en una entrevista de 2022 con la radio pública estadounidense NPR.

El escritor y periodista, que usa los pronombres neutros, cree que el plan de estudios que se enseña en la mayoría de los sistemas escolares estadounidenses todavía está fuertemente orientado hacia el adolescente heterosexual, blanco y hombre, y que a las personas que toman tales decisiones les queda difícil aceptar la diversidad.

"Es como: '¡Oh, Dios mío, cuán peligroso sería que los adolescentes blancos tuvieran que aprender sobre las otras personas que existen en la sociedad?'".

Pero la censura también afecta a los textos básicos que han sido leídos por estudiantes estadounidenses durante décadas.

Un ejemplo es "Matar a un ruiseñor", la novela ganadora del Premio Pulitzer de Harper Lee publicada en 1960 que analiza la injusticia racial en EE.UU. Fue prohibido por los distritos escolares de Oklahoma y Carolina del Norte en 2021.

Las organizaciones de libertad de expresión argumentan que la frecuencia y el volumen de objeciones se han intensificado debido a la polarización política desatada después de las amargamente disputadas elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 y 2020.

PEN America dice que ha identificado al menos 50 grupos que abogan por prohibiciones a nivel local, estatal y nacional. La mayoría, dice la ONG, parece haberse formado en 2021.

"Los padres y los miembros de la comunidad juegan un papel importante en la configuración de lo que los estudiantes aprenden en la escuela", dijo Suzanne Nossel, directora ejecutiva de PEN America, en un comunicado.

"Pero esto va mucho más allá de las expresiones orgánicas de preocupación o el intercambio normal entre padres y educadores en un ambiente escolar saludable".

Además, las reglas sobre quién puede cuestionar un determinado libro varían en cada distrito escolar.

Algunos incluso permiten que las personas que no son padres de estudiantes expresen sus preocupaciones.

Enfrentándose a las autoridades

Scott y Hoy quieren que su voz se escuche en este debate.

Uno de los libros discutidos recientemente en la reunión de su club es otro título frecuentemente prohibido, "Fuera de la oscuridad", de Ashley Hope Pérez, una novela centrada en una historia de amor entre una adolescente mexicano-estadounidense y un adolescente afroestadounidense en la década de 1930 en Texas.

"Es tan extraño que en una sociedad tan individualista como EE.UU. haya algunas personas tratando de eliminar historias que muestran diferentes individualidades", señala Hoy.

"Eso crea un tipo de persona 'ideal' que se supone que debes ser. Da miedo crecer en tiempos como estos".

Las adolescentes texanas son parte de un movimiento de base que está haciendo más que desafiar las prohibiciones de libros leyéndolos.

En el estado de Missouri, dos estudiantes llevaron al distrito escolar de Wentzville a los tribunales el año pasado por la decisión de eliminar ocho libros considerados "obscenos", incluido "Ojos azules" de Toni Morrison, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993.

Siete títulos fueron devueltos voluntariamente a las bibliotecas escolares por las autoridades educativas.

Otro caso que llegó a los titulares en EE.UU. fue una larga protesta de estudiantes de secundaria en Pensilvania en 2021 por la decisión de restringir el acceso a más de 300 libros, películas y artículos vinculados principalmente a autores negros y latinos.

Las campañas para facilitar el acceso a obras específicas también forman parte de este movimiento.

En Florida, el activista y poeta Adam Tritt creó la Fundación 451, que compra libros prohibidos y los distribuye en lugares públicos, como cafeterías y heladerías.

"Hemos distribuido casi 3.000 de esos libros a niños y jóvenes, y mi sueño es recaudar más fondos para hacer lo mismo en todo el país", le dijo Tritt, de 58 años, a la BBC.

Tritt, un profesor de inglés en una escuela secundaria en la ciudad de Palm Bay, comenzó la campaña en mayo del año pasado después de recibir un mensaje de las autoridades educativas locales solicitando la eliminación de dos libros de su clase -"Cometas en el cielo" de Khaled Hosseini y "Matadero cinco" de Kurt Vonnegut- porque las obras eran consideradas "pornográficas" y "anticristianas".

"Las alarmas sonaron en mi cabeza y, de inmediato, supe que era necesario actuar".

Tritt dice que su campaña provoca dos tipos de reacciones: por un lado, el agradecimiento de jóvenes, algunos de la comunidad LGBTQ+, y de sus padres. Por el otro, intercambios airados con personas que se oponen a la iniciativa.

"Me insultan y me acusan de ser pedófilo. Y a menudo recibo amenazas de muerte", agrega el maestro.

Él dice que es importante crear conciencia sobre una causa que, irónicamente, la mayoría de los estadounidenses apoyan en principio.

Las encuestas nacionales muestran que la mayoría de las personas de todas las tendencias políticas se oponen a las prohibiciones.

El problema, cree Tritt, es que esta mayoría no está involucrada en el debate.

"Por eso es importante ver a los jóvenes protestando. Puede que todavía sean demasiado jóvenes para votar y cambiar la ley, pero ya están luchando".

Eso es música para los oídos de las estudiantes Ella Scott y Alyssa Hoy en Texas y su Club de Lectura Prohibida.

"Estamos defendiendo una posición sobre un debate que creemos que está ocurriendo principalmente en las reuniones de la junta educativa y que está siendo planteado por padres que no quieren que sus hijos lean un determinado libro", dice Scott.

"Está bien sentirse incómodo y no leer un libro. Pero quitárselo a todos los demás no es justo", añade Hoy.


El español de Estados Unidos, una lengua con falta de prestigio

Publicado en Forbes
https://www.forbes.com.mx/el-espanol-de-estados-unidos-una-lengua-con-falta-de-prestigio/


El español de Estados Unidos, una lengua con falta de prestigio

El español sufre de una minusvaloración en Estados Unidos, donde incluso es visto como una 'lengua de sirvientas', advirtieron especialistas.

EFE.- El español de Estados Unidos sufre un problema fundamental de falta de prestigio, según se puso este viernes de manifiesto en la primera mesa redonda del congreso “Lengua e Identidad” que realiza por segundo año el Instituto Cervantes de Nueva York.

Esta fue la principal idea repetida con matices diferentes por los ponentes del foro “Lenguas de contacto y bilingüismo”, que expresaron que el español y el “espanglish” —castellano aderezado de palabras y expresiones inglesas— está vivo pero reservado a su uso en ambientes informales, sea de familia o entre amigos.

El inglés sigue siendo la lengua preferida en el ámbito profesional, y aunque el bilingüismo sea objetivamente valorado, lo cierto es que el español sufre de una minusvaloración ya desde la misma escuela, en un país donde solo un 20% de estudiantes en enseñanza primaria estudia un segundo idioma (y ello pese a que el español es el idioma más popular pero con escasas horas lectivas).

Ana Schein, abogada uruguaya que trabaja en el mundo editorial y que emigró a Estados Unidos siendo sus hijas pequeñas, recordó cómo sus hijas se negaban a hablar español al llegar al país porque lo identificaban como “lengua de sirvientas”.

Mientras que el lingüista italiano Piero Visconte, afincado en Puerto Rico durante muchos años, recuerda que entre los boricuas llegados al territorio federal de Estados Unidos abundan quienes rechazan al unísono tanto su lengua española como el caribeño “arroz con habichuelas” en favor de la mantequilla de maní, en un marcado deseo de “acomodación cultural”.

Cuando se trata del uso de la lengua, “el factor prestigio está muy presente —insistió Visconte—: el uso del inglés significa ´me estoy elevando´”.

Junto a ellos intervino otro lingüista estadounidense especializado en la lengua ladina o judeoespañola, que recordó también que entre los judíos emigrados a Estados Unidos los niños replicaban de este modo a sus abuelos si les hablaban en ladino: “Non me hables ansina”, les decían, y les pedían pasar al inglés.

Sin embargo, el tono del foro no fue catastrofista, y los ponentes subrayaron en que hace falta un doble esfuerzo: de los padres hispanohablantes para que los hijos no pierdan el idioma y de la escuela, aunque en este segundo caso los latinos no tienen herramientas a su alcance, pues “aunque tenga poder económico, carecen de cualquier capacidad de injerencia educativa”, explicó Schein.

Ella misma lamentó, además, que los maestros que enseñan español en las escuelas de Estados Unidos cometan frecuentes faltas de ortografía, algo que le pareció mucho más grave que si se tratase de un dentista —explicó de modo gráfico— por tratarse de su supuesto nivel de dominio.

Se proclama con frecuencia que el español es la segunda lengua de Estados Unidos: en un país donde el 80% de la población tiene como lengua principal el inglés (que no tiene carácter oficial), sobre el 20% restante el español es la lengua principal, usada por el 12.19% de la población, muy por delante del chino (0.59%).

Pero si el 27% de la población es de origen hispano en el país, eso quiere decir que el español ni siquiera es usado habitualmente por toda la población latina, habiéndose producido un fenómeno de fuerte aculturación.

El congreso del Cervantes continúa en la jornada del sábado con otras mesas redondas dedicadas a temas tan variados como “Lengua y salud”, “Lengua e identidades diversas”, “Lengua y género” o “El español como lengua de herencia”.

Dimiten 40 académicos a revista científica porque ELSEVIER cobra 3,450 dólares por APC

Publicado en elDiario.es
https://www.eldiario.es/sociedad/dimision-bloque-ilustre-revista-cientifica-dinero-exige-investigadores-publicar-inmoral_1_10137846.html



Dimisión en bloque en una ilustre revista científica por el dinero que exige a los investigadores por publicar: “Es inmoral”

Daniel Sánchez Caballero

23 de abril de 2023 



"Es inmoral e insostenible”. El equipo editorial de la revista NeuroImage, de acceso abierto, la más prestigiosa en el campo de las imágenes cerebrales y editada por el gigante Elsevier, ha dimitido al completo por el abuso que, sostienen, comete la revista con los precios que cobra por publicar artículos científicos. Los editores –un grupo de 42 mujeres y hombres de universidades de países de todo el mundo que también trabajaban para la revista NeuroImage: Reports– explican en una carta abierta que intentaron convencer a la revista de que bajase sus precios, pero esta no se mostró dispuesta. La negativa provocó la dimisión en bloque y una venganza: los científicos anuncian que crearán una nueva revista, Imagine Neuroscience, para que compita con NeuroImage y eventualmente se convierta en la referencia del sector.

Este movimiento, con una carga probablemente más simbólica que efectiva en un mercado que cuenta con miles de revistas y maneja miles de millones al año, puede suponer un toque de atención para las editoras: los científicos están empezando a cansarse de que se abuse de su trabajo y del dinero público en busca del beneficio privado.

Elsevier ha publicado una nota en la que explica que su APC –article processing charges, es lo que paga el autor de un artículo a una revista para que lo valide, edite, le dé formato y lo publique en abierto para que todo el mundo pueda leerlo– “está por debajo de la revista que más se parece en su campo”, en línea con la práctica de este gigante de fijar sus precios “por debajo de la media del mercado”, según la editorial. NeuroImage cobra 3.450 dólares por publicar un artículo y los editores le pidieron sin éxito que lo dejara por debajo de 2.000 dólares. Elsevier factura unos 2.600 millones de euros anuales.

El sistema de publicación científica es perverso y un gran negocio para las editoriales que se dedican a ello. Las revistas se aprovechan del “publish or perish” (publica o perece), el aforismo que domina la carrera científico-universitaria: si no investigas, si no publicas en revistas de impacto el producto de esas investigaciones, te estancas. No ganas sexenios, no promocionas, pierdes (o dejas de ganar) dinero.

Del papel a internet, de la suscripción al acceso abierto

Históricamente, las revistas –cuando eran en papel– cobraban por suscripción. Quien quisiera leerlas tenía que pagar una cuota y a cambio recibía el ejemplar. Las revistas estaban editadas en su mayoría por las sociedades científicas de los países, por lo que primaba la ciencia, y el precio de las suscripciones variaba en función de si era un particular o una institución. El sistema estuvo funcionando bajo ese método más o menos hasta que llegó internet, que cambió las reglas de juego.

Las revistas se pasaron a la red y los costes de editarlas se desplomaron (ya no había que imprimir). Se multiplicaron las publicaciones, cada vez había más y las universidades empezaban a no poder permitirse suscripciones a todas. Y algunas de las grandes se plantaron, cortaron las suscripciones. Las grandes editoras, flexibles, se adaptaron y crearon el modelo open access (acceso abierto): en vez de cobrar por leer, empezaron a cobrar por publicar.

De esta manera se le dio la vuelta a quién paga. Bajo este modelo –que convive con el antiguo, y los hay híbridos también– son los investigadores quienes le pagan a las revistas por publicar sus papers. Los referidos APCs han sustituido a las suscripciones: el científico de turno envía un artículo a la revista, que valida lo que en él se cuenta (a través de revisores externos) y lo publica con acceso abierto. Cualquiera puede entrar en la web de la publicación y leer el artículo. Pero al investigador le cuesta unos miles de euros, que varían en función de lo importante que sea la revista, un dinero que habitualmente se extrae de los fondos que se le concedieron para investigar y que casi siempre –al menos en el caso español– son públicos.

Esta es una de las principales quejas que muchos científicos realizan a las grandes editoras científicas: cobran, y no poco (hasta 10.000 dólares en los casos más extremos), pero apenas aportan valor añadido. “Las revistas no financian la ciencia (que acaba convertida en artículos), ni la escritura de los artículos ni pagan a los revisores [quienes controlan su contenido y los validan o piden cambios, que trabajan por amor al arte] y pagan mínimos estipendios editoriales”, recuerdan en su carta los editores de NeuroImage dimitidos. Un estudio calculó que solo los revisores (otros científicos) de Estados Unidos regalaron en 2020 a las revistas unos 130 millones de horas en estas labores, un trabajo que ese mismo estudio calculaba en 1.500 millones de dólares en 12 meses.

Además, visto desde el otro lado, las administraciones públicas acaban pagando dos veces por lo mismo: financian las investigaciones y luego pagan para que sus empleados (profesores de universidad o investigadores) publiquen y accedan a las revistas. En España, por ejemplo, en un afán por democratizar la publicación en revistas entre los científicos a la hora de afrontar los costes por publicar y para garantizar el acceso a algunas revistas que aún funcionan por suscripción y no por acceso abierto, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación en el país, alcanzaron un acuerdo con las principales cuatro editoriales científicas (Elsevier, Wiley, Springer y American Chemical Society) por el que entre las universidades y el CSIC pagan 42,5 millones de euros cada año para que sus empleados publiquen en sus revistas y tengan acceso a las mismas. Y el acuerdo ni siquiera cubre una parte importante de lo que se publica en un año en España, según el análisis de un catedrático. El 90% de la producción se queda fuera.

En medio de este panorama, hay organismos e individuos que se están plantando. Específicamente contra Elsevier. En Estados Unidos la gigantesca Universidad de California, que agrupa a varios centros, anunció hace tres años que dejaría de pagar las suscripciones. Unos 16.000 investigadores firmaron un manifiesto contra la editorial, en el que el 80% de ellos se comprometía a no publicar con Elsevier (aunque no todos cumplieron). Esta sería una deriva peligrosa para la empresa, ya que si deja de publicar a los grandes investigadores sus revistas se citarán menos y perderán relevancia, lo que puede poner en marcha un círculo perverso: te vuelves menos relevante porque publicas menos y, como menos gente quiere publicar contigo, te vuelves aún menos relevante.

“Lamentamos tomar esta decisión”

En los últimos años, además, han proliferado las conocidas como revistas depredadoras. Publicaciones que ofrecen normalmente precios más bajos por publicar y, sobre todo, que ponen pocas pegas a los artículos, los gestionan muy rápido (poco más de un mes frente a una media de cinco) y ofrecen libre acceso. Como consecuencia, muchos investigadores españoles se están pasando a estas revistas, un hecho que preocupa en el sector porque, aseguran los expertos, prima el beneficio económico sobre la calidad de lo publicado. Publish or perish.

Los beneficios se disparan en el sector a costa del trabajo ajeno, recuerdan los editores de NeuroImage dimitidos, y como resultado “autores y revisores rechazan cada vez más trabajar para revistas de altos beneficios”. Y creen por tanto que el modelo no es sostenible, que toman la decisión casi porque no ven alternativa viable a futuro. “Lamentamos tomar esta decisión. Nos encanta nuestro campo y estamos muy orgullosos de que NeuroImage haya representado lo mejor de la ciencia. (...) No queremos verla desaparecer. Estábamos muy divididos entre querer que NeuroImage continuara como una revista puntera y nuestro convencimiento de que necesitamos tomar partido en la cuestión extrema de los APC. (...) Creemos que estamos tomando la decisión correcta. En ese sentido, nos refuerza que tenemos el apoyo total y explícito de los cuatro últimos editores jefes de NeuroImage: Michael Breakspear (Newcastle, Australia), Peter Bandettini (NIH, Estados Unidos), Paul Fletcher (Cambridge, Reino Unido), and Karl Friston (UCL, Reino Unido)”.

El siguiente paso es crear la alternativa a NeuroImage, explican los editores. “Estamos comprometidos no solo con que Imaging Neuroscience sea la revista más importante en nuestro campo, también en demostrar el camino a seguir en las publicaciones sin ánimo de lucro. Aunque somos conscientes de que las editoriales comerciales tienen que generar algún beneficio, sentimos que la era de los grandes márgenes de beneficio para algunos editores se acaba. Estamos muy emocionados con la nueva revista y deseamos recibir pronto envíos para Imaging Neuroscience”, cierran su carta.


jueves, 20 de abril de 2023

Nuevo escándalo: universidad de ARABIA compra artículos de científicos españoles para subir en el ranking de Shanghái

Publicado en El País
https://elpais.com/ciencia/2023-04-20/un-catedratico-capta-con-su-empresa-tapadera-a-cientificos-espanoles-para-que-mientan-y-digan-que-trabajan-en-una-universidad-saudi.html?ssm=TW_CC




Un catedrático capta con su empresa tapadera a científicos españoles para que mientan y digan que trabajan en una universidad saudí

Una compañía del matemático Juan Luis García Guirao intermedia y cobra para que los investigadores declaren que trabajan en la Rey Abdulaziz y así auparla artificialmente en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo


El matemático Juan Luis García Guirao presume de haber sido el catedrático más joven de España. En 2011, con 33 años, alcanzó esa categoría en la Universidad Politécnica de Cartagena. Era un prometedor investigador experto en problemas aplicables en ingeniería. Una investigación de EL PAÍS revela ahora que García Guirao actúa desde hace años como intermediario de la Universidad Rey Abdulaziz, en Yeda (Arabia Saudí), y se lleva comisiones si logra convencer a científicos españoles para que mientan y declaren que trabajan en la institución saudí, para auparla artificialmente en las clasificaciones de las mejores universidades del mundo.

El ranking de Shanghái es el más influyente del planeta. Sus autores, especialistas chinos de la Universidad Jiao Tong, evalúan a miles de instituciones académicas en función de un puñado de factores, como el número de ganadores del Nobel y la cantidad de profesores incluidos en los llamados Highly Cited Researchers. Esta lista, elaborada por la empresa inglesa Clarivate, muestra a los 7.000 científicos cuyos estudios son más citados por otros colegas. Los elegidos se conocen cada año en otoño. García Guirao aprovechaba ese momento, en el que los investigadores tienen que verificar su lugar de trabajo, para contactar con los nuevos highly cited españoles y transmitirles la oferta saudí.

“Hola, soy Juan Luis García Guirao, de la Universidad Politécnica de Cartagena, me gustaría que charláramos. Dime cuándo y dónde te puedo llamar”, se presentó el catedrático en un mensaje enviado a un científico español de la lista de los Highly Cited Researchers, según la documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS. El matemático utilizó su correo académico y firmó con el logotipo de la institución murciana. “Se trata de una convocatoria de proyectos de una universidad saudita que quiero discutir contigo”, añadió.

El catedrático habló finalmente por teléfono con el científico muy citado y le trasladó una oferta supuestamente en nombre de la Universidad Rey Abdulaziz: un proyecto de colaboración de 12.000 dólares anuales (unos 10.900 euros, al cambio actual), a través del artículo 83 de la Ley Orgánica de Universidades, que regula las colaboraciones con otras entidades. El acuerdo incluía una cláusula insólita: la exigencia urgente de que el investigador español mintiese en la base de datos de los Highly Cited Researchers y declarase que su lugar de trabajo principal es la institución saudí.

“Para el tema de gestionar los cobros, la universidad [saudí] se ha cogido una consultora española que es quien va a firmar un artículo 83 con tu universidad, por lo que los cobros son limpios y transparentes”, proseguía después por escrito el catedrático. La consultora de la que hablaba como algo ajeno era UP4 Institute of Sciences, una empresa fundada en 2015 con el propio García Guirao como apoderado. La administradora única es Yolanda Guerrero Sánchez, profesora asociada de Anatomía humana en la Universidad de Murcia, quien, según fuentes de la institución, es pareja del matemático. La sede de la empresa está en Cartagena, en una zona de viviendas adosadas a 500 metros de la playa del Corral. Su cifra de negocio en 2021 alcanzó los 724.000 euros, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil.

García Guirao metía prisa a los investigadores para que declarasen la Universidad Rey Abdulaziz como su lugar de trabajo principal, antes de que expirase el plazo para modificar la base de datos de los Highly Cited Researchers de Clarivate. “Esto hay que hacerlo antes del día 16 de octubre, ya después no se puede actualizar”, advertía el catedrático. “Solo en Clarivate, en las demás bases a ellos les da igual”. La mudanza ficticia solo se detectaba en esa página web, esencial para escalar puestos en el ranking de Shanghái de las mejores universidades del mundo. “Si todo te parece bien, le paso tu correo a la consultora para iniciar el papeleo”, añadía García Guirao, hablando siempre de la empresa como si no fuese suya.

Una persona que firmaba como David Palomares, de UP4 Institute of Sciences, escribió entonces al investigador tentado por la oferta saudí: “Es necesario que nos pase una captura de pantalla en donde se confirme que ha cambiado su primera afiliación a la Universidad Rey Abdulaziz”. Ante las dudas del científico, la persona que firmaba como David Palomares subía la oferta a 18.000 dólares al año, además de comprometerse a pagarle los gastos de publicación de cuatro investigaciones “que lleven un autor de la Universidad Rey Abdulaziz que ya se le facilitará para cada uno de estos estudios”. El propio García Guirao también pedía colocar a autores fantasmas saudíes en los trabajos realizados por los highly cited, según grabaciones de voz a las que ha tenido acceso este periódico.

La sorpresa mayúscula llegó después. El matemático Ahmed Alsaedi, de la Universidad Rey Abdulaziz, envió al científico muy citado el contrato que tendría que firmar. La institución árabe se comprometía a pagar 48.000 dólares al año —30.000 más de lo acordado—, pero el beneficiario no era el investigador español, sino la cuenta de UP4 Institute of Sciences en una oficina bancaria murciana. EL PAÍS preguntó el miércoles a Juan Luis García Guirao si Yolanda Guerrero, administradora única de esa empresa, y él son pareja, como sugieren sus fotos juntos en redes sociales y apuntan fuentes de la universidad, y si ambos montaron en 2015 esta empresa como tapadera para cobrar comisiones de la universidad saudí. El catedrático ha leído los mensajes, pero no ha contestado ni coge el teléfono. Este periódico también ha preguntado por escrito a Guerrero, sin recibir respuesta por el momento.

García Guirao habló por primera vez con este periódico el día 13. Preguntado sobre si actuaba de intermediario para la universidad saudí, el catedrático solo reconoció haber captado a la psiquiatra japonesa Ai Koyanagi, que es una de las científicas más citadas del mundo en parte porque publica una cantidad increíble de estudios: uno cada tres días. Koyanagi, que trabaja en Sant Boi de Llobregat (Barcelona) en el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu, aceptó mentir en septiembre de 2022 y declarar como empleador principal la Universidad Rey Abdulaziz.

La fundación pública que le paga el sueldo, la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), obligó el lunes a Koyanagi a renunciar al contrato saudí, después de que EL PAÍS destapara que 11 científicos en España mienten y declaran una universidad del país árabe como lugar de trabajo principal. “Yo he contactado exclusivamente con esta chica japonesa, no he contactado con nadie más”, afirmó García Guirao el día 13. “Yo no he cobrado nunca, tengo una relación exclusivamente científica con ellos. De hecho, nunca he ido allí ni he pisado la Universidad Rey Abdulaziz”, aseguró el catedrático de Cartagena. El matemático también negó que pidiera incluir coautores fantasmas saudíes: “Yo no tengo ni idea de eso”.

El día 14, el experto en dátiles José Ángel Pérez, catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Elche, confesó a este periódico que también le había contactado Juan Luis García Guirao. Pérez, otro miembro de los Highly Cited Researchers, mintió en la base de datos y declaró en 2020 que su lugar de trabajo principal era la Universidad Rey Abdulaziz. Sin embargo, en plena pandemia, el contrato saudí no se llegó a firmar y no recibió dinero, según ambas partes. Ese mismo día 14, EL PAÍS volvió a preguntar por escrito a García Guirao, y el matemático reconoció que sí contactaba con científicos españoles para hacerles ofertas saudíes, pero repitió que lo hacía gratis. El lunes, en conversación telefónica, el catedrático de Cartagena insistió: “Yo no he tenido ningún beneficio. Puedo enseñar mi declaración de la renta. Me ofende intensamente”. Según él, su único interés es fomentar “la ciencia colaborativa”.

Dos de los científicos españoles que declararon en 2022 que su lugar de trabajo principal es la Universidad Rey Abdulaziz son Rubén Domínguez y Mirian Pateiro, dos investigadores del Centro Tecnolóxico da Carne, una entidad dependiente de la Xunta de Galicia en San Cibrao das Viñas (Ourense). Una portavoz de la Consejería de Medio Rural de la Xunta explica que Domínguez y Pateiro son trabajadores temporales, con cargo a proyectos científicos concretos. “Ambos investigadores mantuvieron una relación mercantil con UP4 Institute of Sciences en los meses que no estuvieron contratados en el Centro Tecnolóxico da Carne”, detalla la portavoz de la Xunta. Ninguno de los dos ha respondido a los insistentes mensajes y llamadas de este periódico.

La empresa murciana UP4 Institute of Sciences fue creada en 2015 con el objeto social de promocionar la investigación en problemas matemáticos, publicar revistas científicas y organizar congresos. Aquel año, García Guirao anunció en su página web que había sido nombrado editor jefe de la nueva revista especializada Applied Mathematics and Nonlinear Sciences, publicada por UP4 Institute of Sciences, ocultando que es su propia empresa. La Universidad Politécnica de Cartagena desconocía sus actividades de intermediación y ha iniciado una investigación, según ha explicado este jueves la rectora, la química Beatriz Miguel Hernández, a este diario.

El veterinario Mario Estévez, de la Universidad de Extremadura, es otro de los científicos más citados del mundo. Cuenta que recibió una llamada de García Guirao en 2020 y rechazó la oferta saudí porque implicaba “ser profesor sin ser profesor, sin clases, sin colaboraciones de investigación reales”. Estévez, especializado en la oxidación de los alimentos y en su influencia sobre la salud, dudó de la legalidad de la propuesta saudí, planteó opciones alternativas y no recibió respuesta. El veterinario incide en la precariedad de la ciencia en España. “Aun así, hay quien se niega a vender su prestigio y el de su universidad pública española a un país al que lo único que le interesa es comprar prestigio y calidad, no generarla. Además, Arabia Saudí es una dictadura repulsiva”, zanja Estévez.

El investigador de la Universidad de Extremadura pide que este escándalo no manche la imagen de la ciencia. “Esto que ha sucedido da mala fama a una disciplina a la que la mayoría nos dedicamos honestamente, con rigor y decencia, y por mucho menos de lo que se paga en la empresa privada o en universidades extranjeras”, argumenta Estévez. “Trabajamos a destajo, a veces incluso sin reconocimiento alguno de nuestras propias instituciones. Nunca he recibido ni un triste e-mail de enhorabuena por parte de ningún cargo institucional de mi Universidad de Extremadura, ninguna de las dos veces que aparecí en la lista de investigadores más citados y más influyentes. Ni un enhorabuena ni un gracias ni un nada. El silencio. Y, aun así, no nos vendemos”.

El artículo continúa...



ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...