martes, 28 de junio de 2022

año 1 del PLAN S (2021): la mayoría de las revistas transformativas no se están transformando a acceso abierto / SPRINGER avanza / ELSEVIER se atrasa

Publicado en THE Times Higher Education
https://www.timeshighereducation.com/news/most-transformative-journals-miss-plan-s-open-access-targets?s=08 


- Menos de la mitad de las revistas que se comprometieron a "transformarse" en revistas de acceso (revistas "transformativas") han cumplido con los objetivos del plan de trazado por la cOAlition S para 2021

- El plan consiste en incrementar gradualmente el número de artículos publicados en acceso abierto (cobrando APCs) hasta llegar a convertirse en revistas totalmente en acceso abierto (y ya no "híbridas" = aquellas que publican artículos "cerrados", esto es, que requieren suscripción, y también artículos en acceso abierto, que requieren pago de APC)

- Las revistas que cumplieron su objetivo del primer año sólo podrán permanecer en el programa si alcanzan sus objetivos para 2022, que deberán recalcularse como si se hubiera alcanzado el objetivo del primer año.

- Las revistas que si cumplen son consideradas como revistas en las que sí pueden publicar los investigadores que han sido subvencionados con fondos públicos. 

Springer Nature es la única editorial importante con posibilidades de pasar una proporción significativa de sus revistas a niveles significativamente más altos de acceso abierto, con 622 de sus 1.714 revistas transformativas que actualmente publican al menos el 25% de su producción como de lectura libre.

-  30 de las 233 revistas transformadoras de Cambridge University Press publicaron un 25% o más de acceso abierto, mientras que sólo tres de las 133 revistas transformativas de Elsevier habían alcanzado esta marca a finales de 2021.

-  730 de las revistas transformativas de Springer Nature alcanzaron sus objetivos del Plan S en el primer año, más del doble del número total de títulos de todas las demás editoriales combinadas, según el análisis. Aunque, por otro lado, la cartera de Springer Nature también otras 545 títulos (32%) con artículos en acceso abierto de 10% o menos, además de 85 revistas (5%) que no han hecho un solo artículo de investigación de acceso abierto con una licencia CC BY".


La mayoría de las revistas "transformativas" no alcanzan los objetivos de acceso abierto del Plan S

Las grandes editoriales se enfrentan al reto de abandonar los muros de pago, según la coalición europea

23 de junio de 2022

Jack Grove

Twitter: @jgro_the


Menos de la mitad de las revistas transformativas están en vías de realizar su transición a la publicación de acceso abierto en virtud del acuerdo del Plan S, según un nuevo análisis que ha revelado el lento progreso hacia la investigación de lectura libre en muchas editoriales importantes.

En una actualización (update) del primer año del Plan S, el grupo Coalición S, liderado por Europa, reveló que el 56% de los 2.240 títulos académicos considerados "revistas transformativas" por el proyecto no cumplieron sus objetivos para 2021.

Esto les habría exigido demostrar un aumento anual en la proporción de contenidos de investigación de acceso abierto de al menos 5 puntos porcentuales en términos absolutos y de al menos el 15% en términos relativos, año tras año, según el plan S que entró en vigor (came into effect) a principios de 2021. 

Los títulos que no hayan cumplido su objetivo del primer año sólo podrán permanecer en el programa si alcanzan sus objetivos para 2022, que deberán recalcularse como si se hubiera alcanzado el objetivo del primer año.

Los títulos que no alcancen su objetivo de acceso abierto para 2022 serán eliminados del programa, que exige que los artículos de las revistas sean gratuitos en el momento de su publicación (made free at the point of publication) si sus autores cuentan con el apoyo de alguna de las 17 agencias de financiación y las seis fundaciones adheridas al Plan S.

Robert Kiley, director de estrategia del Plan S, afirma que el hecho de que tantas revistas no alcancen sus objetivos es "quizá comprensible, ya que el modelo de revista transformativa es nuevo y puede tardar algún tiempo en establecerse plenamente".

Dicho esto, a muchas revistas transformativas les resultaría "difícil" realizar la transición a largo plazo hacia el acceso totalmente abierto que exige el Plan S, añade Kiley en una introducción al informe.

En su opinión, una tasa de acceso abierto de al menos el 25% es un indicador útil sobre qué revistas tienen "más probabilidades de hacer la transición al acceso abierto total".

Sin embargo, según este análisis, Springer Nature era la única editorial importante con posibilidades de pasar una proporción significativa de sus revistas a niveles significativamente más altos de acceso abierto, con 622 de sus 1.714 revistas transformativas que actualmente publican al menos el 25% de su producción como de lectura libre.

Treinta de las 233 revistas transformadoras de Cambridge University Press publicaron un 25% o más de acceso abierto, mientras que sólo tres de las 133 revistas transformativas de Elsevier habían alcanzado esta marca a finales de 2021.

En general, 730 de los títulos transformativos de Springer Nature alcanzaron sus objetivos del Plan S en el primer año, más del doble del número total de títulos de todas las demás editoriales combinadas, según el análisis.

Sin embargo, la cartera de Springer Nature también "incluye 545 títulos (32 por ciento) cuya tasa de penetración de acceso abierto es del 10 por ciento o menos, incluyendo 85 revistas (5 por ciento) que no han hecho un solo artículo de investigación de acceso abierto con una licencia CC BY", comenta el Sr. Kiley, lo que sugiere que estos títulos pueden ser más difíciles de retener como parte del plan S.

Steven Inchcoombe, director de publicaciones de Springer Nature, dijo que el éxito de la empresa en este frente, con más de 41.000 artículos de acceso abierto que se publicarán este año como parte de los acuerdos transformativos acordados con gobiernos e instituciones, reflejaba el "audaz compromiso" que asumió en 2020 cuando "firmó la abrumadora mayoría de nuestras revistas híbridas para que fueran reconocidas por la Coalición S como revistas de transformación".

"Estoy encantado de que los datos demuestren que teníamos razón al hacerlo y estoy muy orgulloso del progreso que están haciendo estas revistas para apoyar la transición a un mundo totalmente OA", añadió Inchcoombe, quien dijo que las mayores tasas de descarga de las revistas de acceso abierto demostraban el valor del acceso abierto completo sin embargos.

"Sin embargo, no nos conformamos y, trabajando conjuntamente con los financiadores de la Coalición S y los que no lo son, creemos que podemos seguir avanzando en 2022, defendiendo colectivamente el acceso abierto total", concluyó.

jack.grove@timeshighereducation.com

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Most ‘transformative’ journals miss Plan S open access targets
Big publishers finding switch away from paywalls challenging, says European-led coalition

June 23, 2022

Jack Grove

Twitter: @jgro_the


Less than half of transformative journals are on course to make their transition to open-access publishing under the Plan S agreement, according to new analysis that has revealed the slow progress towards free-to-read research at many leading publishers.

In an update on the first year of Plan S, the European-led Coalition S group revealed that 56 per cent of the 2,240 academic titles deemed “transformative journals” by the project failed to meet their targets for 2021.

That would have required them to demonstrate an annual increase in the proportion of open access research content of at least 5 percentage points in absolute terms and at least 15 per cent in relative terms, year-on-year, under the Plan S scheme that came into effect at the start of 2021. 

Those titles that did not meet their first-year target can only remain in the scheme if they hit their 2022 targets, which must be recalculated as if the Year 1 target had been achieved.

Any title that misses its 2022 open access target will be removed from the programme, which requires journal papers to be made free at the point of publication if their authors are supported by any of the 17 funding agencies and six foundations now signed up to Plan S.

Robert Kiley, head of strategy for Plan S, says that the failure of so many journals to hit their targets is “perhaps understandable as the transformative journal model is new and may take some time to be fully established”.  

That said, many transformative journals would find it “challenging” to make the long-term transition to fully open access required by Plan S, adds Mr Kiley in an introduction to the report.

He believed that an open access rate of at least 25 per cent was a useful indicator on which journals are “more likely to make the transition to full open access”.

However, according to this analysis, Springer Nature was the only major publisher likely to flip a significant proportion of its journals to significantly higher levels of open access, with 622 of its 1,714 transformative journals currently publishing at least 25 per cent of their output as free-to-read. 

Thirty of Cambridge University Press’s 233 transformative journals published 25 per cent or more open access, while just three of Elsevier’s 133 transformative journals had hit this mark by the end of 2021.

Overall, 730 of Springer Nature’s transformative titles hit their year one Plan S targets – more than double the total number of titles from all other publishers combined, the analysis finds.

However, the Springer Nature portfolio also “includes 545 titles (32 per cent) whose open access penetration rate is 10 per cent or less, including 85 journals (5 per cent) that have not made a single research article open access with a CC BY licence,” comments Mr Kiley, suggesting that these titles may be harder to retain as part of the Plan S scheme. 

Steven Inchcoombe, Springer Nature’s chief publishing officer, said that the company’s success on this front, with more than 41,000 open-access articles due to be published this year as part of transformative deals agreed with governments and institutions, reflected the “bold commitment” it made in 2020 when it “signed up the overwhelming majority of our hybrid journals to be recognised by Coalition S as transformative journals.”

“I am delighted that the data shows we were right to do so and am very proud of the progress these journals are making in supporting the transition to a fully OA world,” added Mr Inchcoombe, who said that the higher download rates for open-access journals demonstrated the value of full open access without embargoes.

“We are however not complacent and, working together with Coalition S and non-Coalition S funders, we believe we can build on this in 2022 by collectively make the case for gold OA,” he concluded.

jack.grove@timeshighereducation.com

lunes, 27 de junio de 2022

ÄFRICA: acceso abierto: De la esperanza a la traición

Publicado en College & Research Libraries News
https://crln.acrl.org/index.php/crlnews/article/view/25405/33290
 


Acceso abierto

De la esperanza a la traición

Reggie Raju es director de servicios de investigación y aprendizaje, correo electrónico: reggie.raju@uct.ac.za, y Jill Claassen es gerente de comunicaciones académicas e investigación, correo electrónico 

jill.claassen@uct.ac.za, en las bibliotecas de la Universidad de Ciudad del Cabo.

2022 Reggie Raju y Jill Claassen

La película india Panipat: La gran traición cuenta la historia de un pequeño ejército que se enfrenta a una fuerte fuerza invasora. La intención del pequeño ejército era forjar relaciones en el camino para enfrentarse a este poderoso ejército del Norte. Habiendo "conseguido" aliados para enfrentarse a este enemigo común, el ejército del Sur comenzó la batalla. En medio de la batalla, miembros significativos de las fuerzas aliadas hicieron acuerdos alternativos en beneficio propio con la poderosa fuerza invasora. El pequeño ejército del sur fue aplastado. Sin embargo, la poderosa fuerza invasora también sufrió una pérdida: los acontecimientos provocaron la pérdida del beneplácito del gobernante que había conducido al ejército a la India.

Los autores comparan esta película con la historia del acceso abierto (OA) en África, donde África es el pequeño ejército del sur que es derrotado por sus "aliados", los fundadores y financiadores del OA. Para África, el movimiento de acceso abierto fue visto como un salvador que traía esperanza para la inclusión de África como productora de conocimiento. Sin embargo, los fundadores del movimiento de OA renegaron de los pilares filantrópicos del OA en lugar de acelerar el paso a la apertura. Les pareció oportuno introducir intervenciones que aceleraron el movimiento de apertura del Norte Global en detrimento del Sur Global. Nosotros, los autores, consideramos que la situación de las intervenciones es la gran traición al movimiento de apertura en África.

Este artículo examina las intervenciones clave de los fundadores y financiadores de OA, como los acuerdos de transformación (suscripciones) y la estrategia de retención de derechos (RRS) (derechos de autor). Afirmamos que estas intervenciones dieron lugar a la transferencia de un movimiento con un propósito a un movimiento para un proceso. Esta transferencia consolida las desigualdades sistémicas que han dado lugar a la marginación de las voces de la investigación africana. Hay una necesidad desesperada de erradicar esta traición y reconstruir la confianza en el movimiento de apertura, al mismo tiempo que se garantiza que África no se convierta en una víctima del "síndrome de la taza de mendicidad".1 Las partes interesadas en África deben desarrollar intervenciones para abordar los desafíos de accesibilidad y difusión académica de los estudios africanos.


Transferencia del propósito al proceso

Un rápido examen de las Declaraciones de Budapest, Bethesda y Berlín (las declaraciones fundacionales del movimiento de acceso abierto) pone de relieve un tema central: el avance de la literatura académica libre y abierta. La Iniciativa de Acceso Abierto de Budapest (BOAI) destaca específicamente la voluntad de los científicos y académicos de publicar los frutos de sus investigaciones en revistas académicas sin pagar, en aras de la investigación y el conocimiento.2 La BOAI menciona específicamente la eliminación de las barreras al acceso a la literatura para acelerar la investigación, enriquecer la educación y compartir el aprendizaje de los ricos con los pobres y de los pobres con los ricos. Este propósito filantrópico se ve subrayado por el compromiso de sentar las bases para unir a la humanidad en una conversación intelectual común y en la búsqueda del conocimiento.

Afirmamos que el pilar fundamental de las Declaraciones fue el avance del intercambio bidireccional de becas (entre el Norte Global y el Sur Global) y puso en marcha el propósito filantrópico antes mencionado. Aportó a los africanos la esperanza de mejorar el intercambio de resultados de investigación para el crecimiento y el desarrollo del continente. Sin embargo, esa esperanza se vio truncada por los propios fundadores del movimiento, que pasaron de ser un movimiento con un propósito a un movimiento para un proceso. Para acelerar el paso a lo abierto, apoyaron firmemente el modelo de tarifas de procesamiento de artículos (APC), conceptualizado y puesto en marcha por los editores comerciales. Fue este movimiento para un proceso, es decir, la conversión a lo abierto (pero despojándose del propósito filantrópico) lo que hizo estallar la burbuja de la esperanza. Se agrava la exclusión, el elitismo, la marginación y el colonialismo del conocimiento. El movimiento OA se está inclinando desde "hacer lo abierto para todos" hacia "hacer lo abierto para la élite". Por lo tanto, afirmamos que el movimiento OA ha traicionado a África.

Existe una necesidad imperiosa de que África y el resto del Sur Global impulsen la recuperación de los fundamentos filantrópicos y vuelvan a ser un movimiento con un propósito. Además, para erradicar la exclusión, el elitismo, la marginación y el colonialismo del conocimiento, África y el resto del Sur Global tienen que contribuir al movimiento del OA quitando la venda de los ojos a las desigualdades sistemáticas que han engullido el ecosistema académico. 


El acceso abierto africano

Sostenemos que para que el movimiento de acceso abierto crezca en África, debe desarrollar una filosofía y un propósito que sean relevantes para el entorno africano y sus desafíos. En el panorama actual del acceso abierto, África sigue soportando el estrangulamiento del compartimiento de su ciencia y el impacto negativo que esto tiene en el crecimiento y el desarrollo del continente. El debate actual sobre los acuerdos transformativos y los modelos alternativos de suscripción demuestra que la perspectiva utilizada para impulsar el movimiento del OA está muy centrada en el Norte Global. La situación de las iniciativas sigue teniendo el efecto contrario a la reducción de la brecha informativa, y las iniciativas consolidan el flujo unidireccional de la investigación.


Acuerdos transformativos

Los acuerdos transformadores, o el modelo de "pasar" las revistas de suscripción a OA, se desarrollaron en torno a los APC, un modelo de negocio introducido por los editores comerciales. 

Este modelo "convertido" desplaza los obstáculos de la lectura a la publicación: ahora las comunidades pueden leer la investigación de otros, pero no pueden publicar su investigación. ¿Cuál de los dos males se puede hacer aceptable: un modelo que permita el acceso de las bases a la investigación no relevante o un modelo que reprima la difusión de la investigación relevante porque las APC no son asequibles? El modelo de APC, alabado por el Norte Global, simplemente desplaza el problema de la accesibilidad del final del proceso de publicación al principio. Esta intervención introduce cortafuegos de publicación, en lugar de cortafuegos de acceso.

En el centro del modelo de conversión está la conversión del actual presupuesto de suscripciones en un presupuesto institucional de APC. Sostenemos que convertir las suscripciones en APC no es "transformador" ni mucho menos. En el contexto académico africano, muchas instituciones no tienen presupuestos de suscripción. Por lo tanto, los compromisos sobre las conversiones son un absurdo. Para las instituciones con pequeños presupuestos de suscripción, lo ideal sería tener acceso a la investigación local que aborda los desafíos locales. El coste de un puñado de APC en revistas internacionales puede ser mayor que el presupuesto de una institución, lo que lleva a preguntarse qué se está transformando.

África necesita acuerdos de transformación respaldados por procesos que abran canales para la difusión de la erudición africana. La mejora del acceso contribuirá a un aumento de la producción de investigación, lo que a su vez exige un aumento de los lugares de difusión de dicha investigación. Debe haber una transformación del actual panorama editorial (movimiento de proceso) en un panorama más inclusivo (movimiento de propósito).


Retención de derechos

Hay otra intervención, conceptualizada y puesta en marcha por los financiadores, que contribuye a la consolidación de un ecosistema académico sesgado y alienante. Stephen J. Eglen3 afirma que la intervención de la estrategia de retención de derechos del Plan S se basa en el principio de que se pagará a los editores a través de APCs por la opción de tener el artículo disponible inmediatamente después de la publicación. Esta estrategia incluye a las revistas que no ofrecen una opción de APC o que tienen períodos de embargo relativamente largos. La participación en la estrategia se realiza a través de los autores que utilizan la declaración "Se aplica una licencia CC BY o equivalente a la AAM derivada de este envío", garantizando así la retención de los derechos de autor.4 

A pesar de los poderes de los financiadores, hay muchos autores del Norte Global que han mostrado su preocupación por las implicaciones negativas de esta intervención, incluyendo el rechazo de manuscritos por parte del editor.5 La Asociación STM afirma que el RRS no es financieramente sostenible y socava el apoyo potencial a las revistas de acceso abierto. Trabajando sobre la premisa de que hay implicaciones de costes que conducen a la publicación final de un número de la revista, Simon Rallison, Deborah Baines y Alex Stewart6 afirman que a los editores les preocupa que el RRS plantee un riesgo real: es decir, si una parte suficiente del contenido de una revista se hace de libre acceso y reutilización a través de la ruta AAM/RRS, las bibliotecas cancelarán sus suscripciones, socavando así la viabilidad financiera de la revista en un punto crítico durante la transición a la tierra prometida del OA Oro. 

El punto planteado por Eglen7 de que "al trabajar a nivel internacional para proporcionar una infraestructura fiable de comunicaciones académicas, deberíamos ser capaces de adoptar editoriales e iniciativas con visión de futuro que ayuden a revolucionar la publicación, en lugar de dejarnos en manos de editoriales heredadas que proporcionan un servicio limitado" está en consonancia con las opiniones de los autores.

Nosotros planteamos que el RRS añade otra capa de sesgo que solidifica la marginación de las voces de la investigación de África. En el actual ecosistema académico alienante, los investigadores africanos se enfrentan a un sinfín de dificultades para publicar sus investigaciones. Cuando las oportunidades de publicar son tan limitadas, ¿qué derechos pueden negociar los investigadores africanos cuando, para ellos, el mero hecho de ser publicados es casi imposible?

Volviendo a la sugerencia de Eglen, la pregunta que requiere ser abordada es qué hay que hacer para revolucionar el ecosistema editorial. Los fundadores del movimiento OA y los financiadores tienen que erradicar los prejuicios académicos, que tengan el efecto dominó de eliminar la traición. Es necesario engendrar una relación de confianza para un ecosistema editorial inclusivo.


Desigualdades sistémicas en el ecosistema académico

Los autores afirman que hacer la vista gorda ante las desigualdades sistémicas que parecen regular el ecosistema editorial afirma esta traición. Existen prejuicios conscientes e inconscientes que contribuyen a la marginación de los estudios del Sur Global: las desigualdades sistémicas agravan la brecha informativa y siguen alejando las voces de los investigadores del Sur Global.

Kwasi Boahene8 subraya estos estratos de desigualdad, afirmando que la ciencia sigue llevando la huella del colonialismo. Comparte que títulos como "Lancet, New England Journal of Medicine, The Journal of the American Medical Association, BMJ están pensados para servir a un propósito y una audiencia concretos y, por tanto, seleccionan a los investigadores y los escritos de investigación que se ajustan a esa perspectiva....". Esta práctica reafirma la traición y descarrila el movimiento OA.

Un ejemplo de sesgo consciente son las prácticas de publicación excluyentes. Una de las principales horticultoras de África trató de publicar sus investigaciones en revistas internacionales reconocidas sin éxito. Sus manuscritos no fueron aceptados, como ella dijo, "no porque la investigación no fuera buena, sino porque consideraban que los cultivos sobre los que escribía eran malas hierbas". En el caso del continente africano, la investigación ha "demostrado que las hortalizas autóctonas africanas tienen un importante papel que desempeñar en la resolución de tres grandes problemas en África: la pobreza, la malnutrición y la inseguridad alimentaria".9 Esto ejemplifica cómo los guardianes de la ciencia tienen una interpretación muy situada de la excelencia en la ciencia. La investigadora encontró una revista africana de acceso abierto para publicar sus resultados. La mayor visibilidad y accesibilidad de su investigación ha influido en el gobierno keniano en su desarrollo de planes de alimentación nutritiva en las escuelas de Kenia. Otros gobiernos de África Oriental también han adoptado estos planes de alimentación. 

Como intervención para hacer frente a estas desigualdades sistémicas, la Universidad de Ciudad del Cabo (UCT) desarrolló una plataforma continental10 , que cualquier institución académica o de investigación africana puede utilizar para publicar sus revistas y libros. La plataforma se desarrolló en torno al principio de que el proceso de comunicación académica se rige, y sigue rigiéndose, por el trabajo voluntario de los académicos y la biblioteca.

En lugar de lamentar la traición, la UCT desarrolló la plataforma para demostrar cómo se pueden desmantelar las estructuras que perpetúan la desigualdad y las prácticas excluyentes y contribuir a revolucionar el ecosistema editorial. África tiene que tomar la iniciativa para educar a los fundadores y financiadores de prácticas editoriales inclusivas. Es necesario un ecosistema académico que promueva la descolonización, la democratización de las becas, la des-”nortización” (de-northernization) del panorama editorial y la des-marginalización de las becas africanas, lo que hará que el movimiento de OA vuelva a ser un movimiento con un propósito. 

Resumen

El deseo de acelerar el paso a OA influyó enormemente a la hora de guiar la transferencia de un movimiento por un propósito a un movimiento por un proceso. Es esta transferencia la que está en el centro de la traición. El poderoso e influyente cártel de la edición comercial ha obligado a la otra fuerza poderosa -los financiadores- a cantar su himno. Al gestionar el panorama editorial, el cártel ha guiado a los fundadores del movimiento OA y a los financiadores para que apoyen las intervenciones que dejaron al movimiento OA africano en el camino. Estas intervenciones, junto con la vista gorda ante los prejuicios, afianzaron la alienación de la academia africana. Creemos que la traición también ha privado al Norte Global de investigación crítica, como se demuestra con el ejemplo de los horticultores. La UCT, en lugar de lamentar la traición, optó por desarrollar una intervención que afirmara la necesidad de resucitar el movimiento con un propósito.


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Scholarly Communication

Reggie Raju and Jill Claassen

Open access

From hope to betrayal

Reggie Raju is director of research and learning services, email: reggie.raju@uct.ac.za, and Jill Claassen is manager of scholarly communications and research, email: jill.claassen@uct.ac.za, at the University of Cape Town Libraries.

© 2022 Reggie Raju and Jill Claassen

The Indian movie Panipat: The great betrayal tells the story of a small army going against a strong invading force. The intention of the small army was to forge relationships en route to engaging this mighty army from the North. Having “secured” allies to engage this common enemy, the army from the South began the battle. In the midst of the battle, significant members of the allied forces made alternate self-serving agreements with the mighty invading force. The small army from the south was crushed. However, the mighty invading force also suffered a loss—the events resulted in a loss of favor with the ruler that had led the army into India.

The authors liken this movie to the story of open access (OA) in Africa, where Africa is the small Southern army that is defeated by its “allies,” the founders and funders of OA. For Africa, the OA movement was viewed as a savior bringing hope for Africa’s inclusion as a knowledge producer. However, the founders of the OA movement reneged on the philanthropic pillars of OA in lieu of fast tracking the move to open. They found it opportune to introduce interventions that accelerated the Global North’s move to open at the detriment of the Global South. We, the authors, consider the situatedness of the interventions as the great betrayal to the openness movement in Africa. 

This article examines key interventions by OA founders and funders such as transformative agreements (subscriptions) and the rights retention strategy (RRS) (copyright). We assert that these interventions gave rise to the transference from a movement with a purpose to a movement for a process. This transference consolidates the systemic inequalities that have resulted in the marginalization of African research voices. There is a desperate need to eradicate this betrayal and rebuild trust in the openness movement, at the same time ensuring Africa does not become a casualty to the “begging bowl syndrome.”1 Stakeholders in Africa need to develop interventions to address the accessibility and scholarly dissemination challenges of African scholarship.

Transference from purpose to process

A quick examination of the Budapest, Bethesda, and Berlin Declarations (the founding declarations of the OA movement) highlight a core theme: the advancement of free and open scholarly literature. The Budapest Open Access Initiative (BOAI) specifically emphasizes scientists’ and scholars’ willingness to publish the fruits of their research in scholarly journals without payment, for the sake of inquiry and knowledge.2 BOAI specifically mentions removing barriers to literature access to accelerate research, enrich education, and share the learning of the rich with the poor and the poor with the rich. This philanthropic purpose is underscored by the pledge to lay a foundation for uniting humanity in a common intellectual conversation and quest for knowledge. 

We assert that the foundational pillar of the Declarations was the advancement of the bidirectional sharing of scholarship (between both the Global North and Global South) and set in motion the above-mentioned philanthropic purpose. It brought hope to Africans for the improved exchange of research output for the growth and development of the continent. However, that hope was dashed by the very founders of the movement, who transitioned from a movement with a purpose to a movement for a process. To accelerate the move to open, they strongly supported the article processing charges (APC) model, conceptualized and rolled-out by commercial publishers. It was this movement for a process, that is, conversion to open (but shedding the philanthropic purpose) that burst the hope bubble. It compounds exclusion, elitism, marginalization, and knowledge colonialism. The OA movement is leaning away from “making open for all” towards “making open for the elite.” Hence, we assert that the OA movement has betrayed Africa.

There is a dire need for Africa and the rest of the Global South to drive the recapture of the philanthropic underpinnings and return to a movement with a purpose. Further, to eradicate exclusion, elitism, marginalization, and knowledge colonialism, Africa and the rest of the Global South need to contribute to the OA movement by removing the blindfold to the systematic inequalities that have engulfed the scholarly ecosystem. 

African open access

We posit that for the OA movement to grow in Africa, it must develop a philosophy and purpose that is relevant to the African environment and its challenges. In the current OA landscape, Africa continues to endure the strangling of sharing of its science and the negative impact this has on the growth and development of the continent. The current discussion on transformative agreements and alternative subscription models demonstrates that the lens used to drive the OA movement is very much Global North-centric. The situatedness of the interventions continues to have the opposite effect of bridging the information divide, and the interventions entrench the one-directional flow of research.

Transformative agreements

Transformative agreements, or the model of “flipping” subscription journals to OA, were developed around APCs, a business model introduced by commercial publishers. 

This “flip” model shifts prejudice from reading to publishing—communities can now read others’ research but cannot publish their research. Which of the two evils can be made palatable—a model that allows the rank-and-file access to nonrelevant research or a model that stifles relevant research dissemination because APCs are not affordable? The APC model, lauded by the Global North, simply shifts the accessibility problem from the end of the publication process to the beginning. This intervention introduces publication paywalls, rather than access paywalls.

At the center of the flip model is the conversion of the current subscription budget into an institutional APC budget. We maintain that converting subscriptions to APCs is not “transformative” by any stretch of the imagination. In the African academic context, many institutions do not have subscription budgets. As such, engagements on conversions are an absurdity. For institutions with small subscription budgets, the ideal would be to have access to local research addressing local challenges. The cost of a handful of APCs in international journals may just be larger than an institution’s budget, which begs the question, What is being transformed? 

Africa needs transformational agreements underpinned by processes that open channels for the dissemination of African scholarship. Improved access will contribute to an increase in research production, which in turn demands an increase in the venues to disseminate such research. There must be a transformation of the current publishing landscape (movement of process) into a landscape that is more inclusive (movement of purpose).

Rights retention

There is another intervention, conceptualized and rolled-out by funders, that contributes to the consolidation of a skewed and alienating scholarly ecosystem. Stephen J. Eglen3 asserts that Plan S’s rights retention strategy intervention is based on the principle that payment will be made to the publishers via APCs for the option to have the article available immediately on publication. This strategy includes journals that do not offer an APC option or have relatively long embargo periods. Participation in the strategy is via authors using the statement, “A CC BY or equivalent licence is applied to the AAM arising from this submission,” thus ensuring the retention of copyright.4 

Despite funders’ powers, there are many Global North authors who have demonstrated their concern about the negative implications of this intervention, including desktop rejection of manuscripts.5 The STM Association claims that the RRS is not financially sustainable and undermines potential support for open access journals. Working on the premise that there are cost implications leading to the final publication of a journal issue, Simon Rallison, Deborah Baines, and Alex Stewart6 assert that publishers are concerned that the RRS raises a real risk: that is, if enough of a journal’s content is made free to access and reuse through the AAM/RRS route, libraries will cancel their subscriptions, thus undermining the journal’s financial viability at a critical point during the transition to the promised land of Gold OA. 

The point raised by Eglen7 that “by working internationally to provide reliable scholarly communications infrastructure, we should be able to embrace forward-looking publishers and initiatives that help revolutionize publishing, rather than leaving us beholden at the hands of legacy publishers providing a limited service” is in alignment with the views of the authors.

We posit that RRS adds another layer of bias that solidifies the marginalization of research voices from Africa. In the current alienating scholarly ecosystem, there are myriad challenges that African researchers need to navigate to have their research published. When opportunities to get published are so limited, what rights retention are African researchers able to negotiate, when, for them, just getting published is an almost impossibility?

Returning to the suggestion by Eglen, the question that begs addressing is what needs to be done to revolutionize the publishing ecosystem. The founders of the OA movement and the funders need to eradicate scholarly biases, which have the domino effect of eliminating the betrayal. There is a need to engender a trust relationship for an inclusive publishing ecosystem. 

Systemic inequalities in the scholarly ecosystem

The authors assert that turning a blind eye to the systemic inequities that seem to regulate the publishing ecosystem affirms this betrayal. There are conscious and unconscious biases that contribute to the marginalization of Global South scholarship: the systemic inequalities compound the information divide and continue to alienate research voices from the Global South.

Kwasi Boahene8 highlights these layers of inequality, stating that science still bears the imprint of colonialism. He shares that titles such as “Lancet, New England Journal of Medicine, The Journal of the American Medical Association, BMJ are meant to serve a particular purpose and audience and, therefore, select researchers and research writings that fit that perspective.…” This practice reaffirms the betrayal and derails the OA movement.

An example of conscious bias is exclusionary publishing practices. One of Africa’s leading horticulturalists tried to publish her research in well-recognized international journals with no success. Her manuscripts were not accepted, as she said, “not because the research was not good, but because they regarded the crops I was writing about as weeds.” For the African continent, research has “shown that African indigenous vegetables have a significant role to play in addressing three major problems in Africa—poverty, malnutrition and food insecurity.”9 This exemplifies how the gatekeepers of science have a very situated interpretation of excellence in science. The researcher found an African OA journal to publish her findings. The improved visibility and accessibility of her research has influenced the Kenyan government in its development of nutritious feeding schemes at Kenyan schools. Other East African governments have also adopted these feeding schemes. 

As an intervention to address these systemic inequalities, the University of Cape Town (UCT) developed a continental platform,10 which any African academic or research institution can use to publish their journals and books. The platform was developed around the principle that the scholarly communication process is still, and continues to be, governed by the voluntary labor of academics and the library.

Instead of lamenting the betrayal, UCT developed the platform to demonstrate how structures that perpetuate inequality and exclusionary practices can be dismantled and contribute to revolutionizing the publishing ecosystem. Africa needs to take the lead to educate the founders and funders of inclusive publishing practices. There is a need for a scholarly ecosystem that advances decolonization, democratization of scholarship, de-northernization of the publishing landscape, and demarginalization of African scholarship—this will return the OA movement to a movement for a purpose. 

Summation

The desire to accelerate the move to OA was extremely influential in guiding the transference from a movement for a purpose to a movement for a process. It is this transference that is at the center of the betrayal. The powerful and influential commercial publishing cartel has forced the other powerful force—the funders—to sing off their hymn sheet. In managing the publishing landscape, the cartel has guided the founders of the OA movement and funders to support interventions that left the African OA movement by the wayside. These interventions, coupled with turning a blind eye to bias, entrenched the alienation of African scholarship. We believe that the betrayal has also deprived the Global North of critical research, as demonstrated with the horticulturalist example. UCT, instead of lamenting the betrayal, opted for developing an intervention that affirmed the need to resurrect the movement for a purpose.

Notes

  1. Begging bowl is the dependence on charity or donation.

  2. Leslie Chan et al., “Budapest Open Access Initiative [BOAI],” https://www.researchgate.net/publication/307696427_Budapest_Open_Access_Initiative_2002 (accessed November 30, 2021).

  3. Stephen J. Eglen, “How will the Rights Retention Strategy affect scholarly publishing?” LSE Impact Blog, September 10, 2021, https://blogs.lse.ac.uk/impactofsocialsciences/2021/09/10/how-will-the-rights-retention-strategy-affect-scholarly-publishing/ (accessed December 5, 2021).

  4. Shaun Y. Khoo, “The Plan S rights retention strategy is an administrative and legal burden, not a sustainable open access solution,” UKSG Insights, 34, no. 1 (2021), accessed December 5, 2021, https://insights.uksg.org/articles/10.1629/uksg.556/.

  5. Desktop rejection is the rejection of a manuscript without being sent out for review.

  6. Simon Rallison, Deborah Baines, and Alex Stewart, “The Rights Retention Strategy—What is it and why does it matter?” Physiology News Magazine, https://doi.org/10.36866/122.11.

  7. Eglen, “How will the Rights Retention Strategy affect scholarly publishing?”

  8. Francis Kokutse, “Racially biased academic publishing in need of decolonisation,” University World News: Africa Edition, June 17, 2021, https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20210616193333516 (accessed December 6, 2021).

  9. Electronic Information for Libraries, EIFL Annual Report 2017: Seven years of EIFL’s work in Kenya, Tanzania and Uganda, accessed December 6, 2021, https://www.eifl.org/system/files/resources/201805/openaccess_eastafrica_2017.pdf.

  10. See http://www.openaccess.lib.uct.ac.za/oa/continental-platform.

Copyright Reggie Raju, Jill Claassen


Publicaciones académicas: no dejes que ganen los que manejan los números

Publicado en University World News

https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20220530131505452 


-  Las autoridades reguladoras suelen centrarse en el número de publicaciones y no en la calidad, y especifican en qué publicaciones de calidad deben publicar los académicos. 

- Esto se vuelve alarmante si una autoridad estipula que los académicos pueden obtener puestos de trabajo y ascensos sólo si publican artículos en determinadas revistas de alto impacto.

-    Algunas instituciones exigen que incluso los académicos que no se dedican a las ciencias publiquen en revistas incluidas en el Science Citation Index, a pesar de que son inapropiadas para una amplia gama de áreas de conocimiento, desde la historia hasta la antropología. Algunas ramas del conocimiento que se estudian en la universidad no tienen, o tienen muy pocas, revistas de alto impacto (por ejemplo, las artes visuales, las artes escénicas, los estudios culturales indígenas, las lenguas vernáculas, los estudios tribales, etc.)

-  Por eso no es posible que los expertos en estos campos publiquen en revistas de alto impacto y satisfagan así los requisitos para los nombramientos o los ascensos.

- Dar tanto crédito a ciertas publicaciones muestra las prácticas malsanas que se han colado en la profesión.

- Es un error suponer que todos los académicos de ciertas instituciones de prestigio son buenos profesores e investigadores. Ha habido plagios ingeniosos de todo tipo para jugar con el sistema, como el uso de autores fantasmas.

- El número de publicaciones de investigadores que llevan los nombres de sus tutores y/o supervisores como coautores forma parte de un juego con reglas arbitrarias que pretende engrandecer a las personas implicadas y el nombre de la institución en cuestión, pero que no está impregnado de ningún espíritu académico. En el pasado no era raro que los trabajos de las tesis doctorales tuvieran un solo autor porque una tesis doctoral debía ser un trabajo independiente.  Pero ahora es casi inaudito que los trabajos de estudiantes y postdoctorales tengan un solo autor, y "en un momento en que las revistas son más específicas en cuanto a las contribucion.

- Más del 70% de los investigadores que participaron en un estudio reciente publicado en Nature han intentado replicar el experimento de otro científico y han fracasado. Otro estudio reveló que al menos el 50% de las investigaciones en ciencias de la vida no se pueden replicar. Lo mismo ocurre con el 51% de los trabajos de economía.

- El trío factor de impacto, las publicaciones indexadas y los revisores y/o editores no remunerados ha sido recientemente cuestionado con la noticia de que el profesorado y el personal de la Universidad de Utrecht serán evaluados por su compromiso con la ciencia abierta, abandonando los factores de impacto en las decisiones de contratación y promoción.

- El "muro de pago" de las publicaciones es una extensión de los factores de índice e impacto y refleja la mercantilización de la educación por parte del mundo comercial. Este ambiente de "publicar o perecer" ha cambiado drásticamente, convirtiéndose en "paga y publica y no perecerás", un dictado bastante vulgar.

- También es preocupante el creciente número de revistas depredadoras que van en contra del objetivo académico de buscar la verdad. En el mundo en desarrollo han ganado mucho terreno

INDIA

Publicaciones académicas: no dejes que ganen los que manejan los números

Prasanta Kumar Panda

04 de junio de 2022

En las últimas cuatro décadas se ha considerado rutinario que los académicos de todo el mundo deban publicar sus investigaciones, aunque en realidad no muchos lo consiguen.

Las autoridades reguladoras suelen centrarse en el número de publicaciones y no en la calidad, y especifican en qué publicaciones de calidad deben publicar los académicos. Esto se vuelve alarmante si una autoridad estipula que los académicos pueden obtener puestos de trabajo y ascensos sólo si publican artículos en determinadas revistas de alto impacto.

La expectativa se vuelve ridícula cuando los ministerios de educación de los países cuyas instituciones educativas tienen un mal desempeño en términos de ética de la investigación la imponen a sus académicos. Es similar a obligar a la gente a comer sólo en algunos hoteles conocidos, incluso cuando la comida que les gusta no se sirve allí y no pueden pagarla.

Algunos lectores pueden pensar que esta analogía trivializa lo que es un asunto serio para muchos académicos. Sin embargo, algunas ramas del conocimiento que se estudian en la universidad no tienen, o tienen muy pocas, revistas de alto impacto (por ejemplo, las artes visuales, las artes escénicas, los estudios culturales indígenas, las lenguas vernáculas, los estudios tribales, etc.).

Por eso no es posible que los expertos en estos campos publiquen en revistas de alto impacto y satisfagan así los requisitos para los nombramientos o los ascensos.

De hecho, algunas instituciones exigen que incluso los académicos que no se dedican a las ciencias publiquen en revistas incluidas en el Science Citation Index, a pesar de que son inapropiadas para una amplia gama de áreas de conocimiento, desde la historia hasta la antropología.

Dar tanto crédito a ciertas publicaciones muestra las prácticas malsanas que se han colado en la profesión.

Por otra parte, es un error suponer que todos los académicos de ciertas instituciones de prestigio son buenos profesores e investigadores. Ha habido plagios ingeniosos de todo tipo para jugar con el sistema, como el uso de autores fantasmas.


Falta de espíritu académico

El número de publicaciones de investigadores que llevan los nombres de sus tutores y/o supervisores como coautores forma parte de un juego con reglas arbitrarias que pretende engrandecer a las personas implicadas y el nombre de la institución en cuestión, pero que no está impregnado de ningún espíritu académico.

Los problemas son resumidos por Eve Marder en un artículo "¿Quiénes deben ser los autores de un trabajo científico? Escribe: "No era raro [en el pasado] que los trabajos de las tesis doctorales tuvieran un solo autor porque una tesis doctoral debía ser un trabajo independiente".

Pero ahora es casi inaudito que los trabajos de estudiantes y postdoctorales tengan un solo autor, y "en un momento en que las revistas son más específicas en cuanto a las contribuciones de los autores en los trabajos, y las instituciones exigen a los investigadores que asistan a cursos sobre conducta responsable en la ciencia que a menudo incluyen discusiones sobre la autoría".

Si el mundo académico consiste en la búsqueda de la verdad, ¿estamos dispuestos a ver la verdad sobre nuestra propia profesión?

En un artículo de The Guardian, titulado "Por qué no podemos confiar en que las revistas académicas digan la verdad científica", Julian Kirchherr escribe: "La idea de que el mismo experimento producirá siempre el mismo resultado, independientemente de quién lo realice, es una de las piedras angulares de la pretensión de verdad de la ciencia.

"Sin embargo, más del 70% de los investigadores que participaron en un estudio reciente publicado en Nature han intentado replicar el experimento de otro científico y han fracasado. Otro estudio reveló que al menos el 50% de las investigaciones en ciencias de la vida no se pueden replicar. Lo mismo ocurre con el 51% de los trabajos de economía".


¿Se avecina un cambio?

¿Podrían estar cambiando las cosas? El túnel tridimensional del factor de impacto, las publicaciones indexadas y los revisores y/o editores no remunerados ha sido recientemente cuestionado con la noticia de que el profesorado y el personal de la Universidad de Utrecht serán evaluados por su compromiso con la ciencia abierta, abandonando los factores de impacto en las decisiones de contratación y promoción.

El "muro de pago" de las publicaciones es una extensión de los factores de índice e impacto y refleja la mercantilización de la educación por parte del mundo comercial. Este ambiente de "publicar o perecer" ha cambiado drásticamente, convirtiéndose en "paga y publica y no perecerás", un dictado bastante vulgar.

También está la tasa de procesamiento de artículos, una tasa que en algunos casos pagan directamente las instituciones privadas e indirectamente las públicas para mantener su clasificación año tras año.

También es preocupante el creciente número de revistas depredadoras que van en contra del objetivo académico de buscar la verdad. En el mundo en desarrollo han ganado mucho terreno. Un artículo del Indian Express lo resume: "La mayoría de estas revistas existen en línea y son gestionadas por empresas con sede en toda la ciudad, incluida la elegante Banjara Hills, pero hacen alarde de direcciones en el extranjero en sus sitios web, sobre todo en Estados Unidos y el Reino Unido".

Entre ellas se encuentra Openventio, que tiene una oficina en EE.UU. y publica 40 revistas desde Hyderabad, con una "tasa de tramitación de artículos" que oscila entre 127 y 1.027 dólares, según la extensión del artículo y el país del autor.

Scientific Open Access Journals gestiona 24 revistas, con una tasa de tramitación de artículos de 500 dólares para 20 de ellas.

Por otro lado, las llamadas revistas de renombre cobran al suscriptor y a los lectores individuales sin tener en cuenta su capacidad de pago. Es necesario reducir estas tarifas y reforzar el sistema de revisión por pares, lo que podría hacerse reduciendo la producción de las revistas para que se centren más en la calidad.

En un artículo publicado por Raphael Tsavkko García en The Bookseller se afirma: "Escribí el artículo, pero sencillamente no pude acceder a él, ni a nadie de mi universidad que pudiera estar interesado en un tema similar. Hablé con algunos colegas que tampoco pudieron acceder a él, sino que tuvieron que pagar grandes sumas de dinero para leerlo y citarlo, que es el principal objetivo del académico. Así que conseguí publicarlo, pero al final perecería porque nadie en mi área parecía ser capaz de leerlo".


Acceso abierto

Por este motivo, en 2011 surgió una figura de Robin Hood en el mundo académico. Alexandra Elbakyan creó Sci-Hub, el mayor repositorio gratuito de artículos académicos pirateados del mundo.

Por su parte, el sitio web unpaywall.org, creado por Jason Priem y Heather Piwowar, de Impactstory, en 2017, es una herramienta complementaria para que los usuarios individuales puedan acceder y encontrar artículos de acceso abierto en 50.000 instituciones de todo el mundo.

Para entender por qué personas como Elbakyan, Priem y Piwowar se han aventurado en esta dirección, examinemos el argumento sobre el coste de la publicación y las explicaciones presentadas por los gigantes de la edición y su validez en una situación en la que los particulares que quieren utilizar JSTOR deben desembolsar una media de 19 dólares por artículo.

Los académicos que escriben los artículos no cobran por su trabajo, ni tampoco los académicos que los revisan. Los únicos que se benefician son los 211 empleados de JSTOR. Los muros de pago están diseñados, como escribe la antropóloga Sarah Kendzior, para "codificar y mercantilizar el elitismo tácito".

En sus estudios de investigación, el Deutsche Bank concluye: "Creemos que [Elsevier] añade relativamente poco valor al proceso de publicación. No pretendemos desestimar lo que hacen 7.000 personas en [Elsevier] para ganarse la vida. Simplemente observamos que si el proceso fuera realmente tan complejo, costoso y con tanto valor añadido como los editores protestan que es, no habría márgenes del 40%."


Elitismo y ánimo de lucro

Esto indica cómo el mundo editorial de élite de las revistas está plagado de grandes beneficios y de indiferencia por la capacidad de pago del investigador individual o incluso por la lectura de la investigación.

Otro problema se señala en un reciente artículo publicado en University World News escrito por Philip G Altbach y Hans de Wit: "Nadie sabe cuántas revistas científicas hay, pero varias estimaciones apuntan a unas 30.000, con cerca de dos millones de artículos publicados cada año".

Ernest L Boyer sostenía en su libro de 1990, Scholarship Reconsidered: Priorities for the professoriate, que la evaluación del trabajo académico debería incluir todos los aspectos de las responsabilidades de la profesión académica, y que la gran mayoría de los profesores que no están empleados en universidades de investigación intensiva deberían ser evaluados por su enseñanza y servicio, y no por su investigación.

Alex Mayyasi, en su post "¿Por qué la ciencia está detrás de un muro de pago?", escribe: "Un historial de publicaciones en revistas de prestigio es un requisito previo a cada paso en la carrera de un científico.

"Cada artículo enviado a una revista OA [de acceso abierto] nueva y no probada es uno que podría haber sido publicado en pesos pesados como Science o Nature. E incluso si un profesor titular o idealista está dispuesto a sacrificar esto en nombre de la ciencia, ¿qué pasa con sus estudiantes de doctorado y coautores para quienes la publicación en una revista de prestigio podría significar todo?"

La presión por publicar no sirve a ningún interés público real y obstaculiza los descubrimientos importantes de la investigación básica(ver nota al final*). A estas alturas ya hemos llegado a una etapa en el mundo académico que se puede resumir como el paraíso de los calculadores de números.

No nos dejemos gobernar por los números por los números. Aunque los números sean necesarios, ahora necesitamos la imaginación para adoptar una definición más amplia del conocimiento.

Einstein dijo una vez: "El verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación". Vivimos en un momento en el que tenemos que demostrar que hemos entendido realmente el espíritu de la academia en cuanto a nuestra necesidad de tener un conocimiento del presente, la inteligencia para gestionarlo y la imaginación para enmarcarlo adecuadamente en el futuro.

El profesor Prasanta Kumar Panda es catedrático de inglés en el departamento de estudios humanísticos del Instituto Indio de Tecnología (Universidad Hindú de Banaras) en Uttar Pradesh, India.


  • *(Nota del Traductor) En el original dice “... blue skies research”. La investigación de “cielos azules” es una investigación científica en dominios donde las aplicaciones del "mundo real" no son evidentes de inmediato. Se ha definido como "investigación sin un objetivo claro" y "ciencia impulsada por la curiosidad". A veces se usa indistintamente con el término "investigación básica". Wikipedia (Inglés)


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INDIA

Academic publishing: Don’t let the number crunchers win

Prasanta Kumar Panda  04 June 2022

Over the last four decades it has been considered routine for academics around the world to be expected to publish their research, although not many actually achieve it.

Regulating authorities often focus on the number of publications rather than the quality, and specify in which quality publications academics should publish. This becomes alarming if an authority stipulates that academics can get jobs and promotions only if they publish papers in certain high impact journals.

The expectation becomes ridiculous when ministries of education in countries whose educational institutions perform badly in terms of research ethics enforce it on their academics. It is similar to forcing people to only eat at some well-known hotels even when the food they like is not served there and they can’t afford it.

Some readers may feel that this analogy trivialises what is a serious matter for many academics. Yet some branches of knowledge studied at university do not have any, or have very few, high impact journals (ie the visual arts, the performing arts, indigenous cultural studies, vernacular languages, tribal studies, etc). 

So it is not possible for experts in these fields to be published in high impact journals and thus satisfy the requirements for appointments or promotion.

Indeed some institutions demand that even non-science academics publish in Science Citation Index-listed journals, despite their being inappropriate for a broad range of knowledge areas from history to anthropology.

Giving so much credit to certain publications shows the unhealthy practices that have crept into the profession.

On the other hand, it is wrong to assume that all the academics at certain prestigious institutions are good teachers and researchers. There has been cunning plagiarism of all sorts involved in gaming the system, such as the use of ghost authors.  


A lack of academic spirit

The number of publications by researchers which bear the names of their guides and-or supervisors as co-authors is part of a game with arbitrary rules that aims to aggrandise the persons concerned and the name of the institution in question, but is not imbued with any academic spirit.

The issues are summed up by Eve Marder in an article “Who should be the authors of a scientific paper?”. She writes: “It was not uncommon [in the past] for the papers from PhD theses to have just one author because a PhD thesis was meant to be an independent piece of work.”  

But now it is almost unheard of to have single-authored papers from students and postdocs – and “at a time when journals are being more specific about author contributions in papers, and institutions require researchers to attend courses on responsible conduct in science that often include discussions about authorship”. 

If academia is about the search for truth, are we willing to look at the truth about our own profession?

In an article in the The Guardian, titled “Why we can't trust academic journals to tell the scientific truth”, Julian Kirchherr writes: “The idea that the same experiment will always produce the same result, no matter who performs it, is one of the cornerstones of science’s claim to truth.

“However, more than 70% of the researchers who took part in a recent study published in Nature have tried and failed to replicate another scientist’s experiment. Another study found that at least 50% of life science research cannot be replicated. The same holds for 51% of economics papers.” 

Joel P Joseph in Wire Science reports that in 2016 a team tried to reproduce 18 economics studies published in two leading journals and failed to replicate seven.

In 2018, other academics attempted to replicate 21 papers in social sciences published in Nature and Science to find that only 13 studies held up. In both instances, there was evidence that the original findings may have been overstated.

The solution is not to abandon performance indicators, such as the number of papers published in high-impact journals, but neither must we over-rely on them. Indeed many papers are not uncovering new knowledge but revisiting and reviewing previous work.

Another issue is the power imbalance when it comes to those journals which are most cited. These tend to be heavily dominated by research produced in and about a small number of ‘core’ countries, mostly the US and the UK, and therefore reproduce existing global power imbalances. 


Is a change coming?

Could things be changing? The three-dimensional tunnel of impact factor, indexed publications and unpaid reviewers and-or editors has recently been contested with news that the faculty and staff members at Utrecht University will be evaluated on their commitment to open science, with impact factors being abandoned in hiring and promotion decisions.

The publishing ‘paywall’ is an extension of index and impact factors and reflects the commodification of education by the commercial world. This atmosphere of ‘publish or perish’ has changed drastically, evolving into ‘pay and publish and don’t perish’, a rather vulgar dictum.

Then there is the article processing charge, a fee which is paid in some cases directly by private institutions and indirectly by public institutions to maintain their ranking on a year-to-year basis. 

Also of concern is the rising number of predatory journals which run counter to the academic goal of truth-seeking. In the developing world these have gained a lot of ground. An Indian Express article sums it up: “Most of these journals exist online and are operated by companies based across the city, including the posh Banjara Hills, but flaunt addresses from abroad on their websites, mostly in the US and UK.”

They include Openventio, which has a US office and publishes 40 journals from Hyderabad, with an ‘article processing charge’ ranging from US$127 to US$1,027 depending on the article’s length and the author’s country.

Scientific Open Access Journals runs 24 journals, with an article processing charge of US$500 for 20 of them. 

On the other hand, the so-called journals of repute charge the subscriber and individual readers without any consideration for their ability to pay. These charges need to be reduced and the peer review system needs to be strengthened, which could be done by reducing the output of the journals so that they focus more on quality.

An article published by Raphael Tsavkko Garcia in The Bookseller states: “I wrote the article, but I simply could not access it, nor [could] anyone from my university that might be interested in a similar topic. I spoke to a few colleagues who also could not access it, but rather had to pay large sums of money to read it and cite it – which is the academic's main goal. So, I managed to publish, but I would ultimately perish because no one in my area seemed to be able to read it.”


Open access

This is the reason why, in 2011, a Robin Hood figure emerged in academia. Alexandra Elbakyan created Sci-Hub, the largest free repository of pirated scholarly articles in science in the world.

Meanwhile, the website unpaywall.org, created by Jason Priem and Heather Piwowar of Impactstory in 2017, is a plug-in tool for individual users to access and find open access articles in 50,000 institutions across the world.

To understand why people like Elbakyan, Priem and Piwowar have ventured in this direction, let us examine the argument about the cost of publishing and the explanations put forth by the publishing giants and their validity in a situation in which individuals who want to use JSTOR must shell out an average of US$19 per article. 

The academics who write the articles are not paid for their work, nor are the academics who review it. The only people who profit are the 211 employees of JSTOR. The paywalls are designed, as the anthropologist Sarah Kendzior writes, to “codify and commodify tacit elitism”.

In its investigative studies Deutsche Bank concludes: “We believe the [Elsevier] adds relatively little value to the publishing process. We are not attempting to dismiss what 7,000 people at [Elsevier] do for a living. We are simply observing that if the process really were as complex, costly and value-added as the publishers protest that it is, 40% margins wouldn’t be available.”


Elitism and profit-making

This indicates how the elite publishing world of journals is fraught with high profit-making and indifference to the ability of the individual researcher’s capacity to pay and publish or even read the research.

Another problem is pointed to in a recent article published in University World News written by Philip G Altbach and Hans de Wit: “No one knows how many scientific journals there are, but several estimates point to around 30,000, with close to two million articles published each year.”

Ernest L Boyer argued in his 1990 book, Scholarship Reconsidered: Priorities for the professoriate, that the evaluation of academic work should include all aspects of the responsibilities of the academic profession, and that the large majority of professors who are not employed in research-intensive universities should be evaluated for their teaching and service, and not for their research.

Alex Mayyasi, in his post “Why is science behind a paywall?”, writes: “A history of publication in prestigious journals is a prerequisite to every step on the career ladder of a scientist.

“Every paper submitted to a new, unproven OA [open access] journal is one that could have been published in heavyweights like Science or Nature. And even if a tenured or idealistic professor is willing to sacrifice this in the name of science, what about their PhD students and co-authors for whom publication in a prestigious journal could mean everything?”

The pressure to publish doesn’t serve any real public interest and hampers important blue skies research. We have by now already reached a stage in academia which can be summarised as a number cruncher’s paradise.

Let’s not be governed by numbers for numbers’ sake. Even if numbers are necessary, we now need the imagination to embrace a broader definition of knowledge.

Einstein once said: “The true sign of intelligence is not knowledge but imagination.” We are living at a time when we have to show that we have truly understood the spirit of academia in terms of our need to have a knowledge of the present, the intelligence to manage it and the imagination to frame it properly for the future.

Professor Prasanta Kumar Panda is professor in English at the department of humanistic studies of the Indian Institute of Technology (Banaras Hindu University) in Uttar Pradesh, India.

ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...