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martes, 12 de septiembre de 2023

USA cree que Google cimentó su crecimiento en las prácticas monopólicas

Publicado en El Economista
https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Departamento-de-Justicia-de-EU-cree-que-Google-cimento-su-crecimiento-en-las-practicas-monopolicas-20230910-0033.html



Departamento de Justicia de EU cree que Google cimentó su crecimiento en las prácticas monopólicas


Por AFP

Domingo 10 de Septiembre de 2023 

El gobierno de Estados Unidos estima que Google cimentó su dominancia en la red con contratos ilegales con empresas como Samsung o Apple, para que estas instalen su motor de búsqueda de forma predeterminada en sus teléfonos inteligentes.

¿Debe Google el éxito de su motor de búsqueda a su rendimiento o a prácticas ilegales? Esta es la pregunta que la justicia de Estados Unidos tratará de dirimir desde el martes, el litigio más importante al que se enfrenta el gigante de Internet.

Según el Departamento de Justicia estadounidense, la compañía tecnológica cimentó su posición dominante en la red con contratos ilegales con empresas como Samsung, Apple y Firefox para que estas instalen su motor de búsqueda de forma predeterminada en sus teléfonos inteligentes y servicios.

Un centenar de testigos van a declarar ante un juez federal durante las diez semanas de audiencias previstas.

"Nuestro éxito es merecido", afirmó Kent Walker, director jurídico de Alphabet, la empresa matriz de Google, en un comunicado.

Se trata de la demanda antimonopolio más grande presentada contra un gigante tecnológico desde que el Departamento de Justicia se enfrentó a Microsoft hace más de 20 años por el dominio del sistema operativo Windows.

Lanzada en 1998, la demanda del Gobierno de Estados Unidos contra Microsoft terminó con un acuerdo en 2001, después de que un tribunal de apelaciones anulara una decisión que ordenaba dividir la empresa.

Google era entonces "el favorito de Silicon Valley como una startup pujante que proponía una forma innovadora de hacer las búsquedas en la naciente Internet", dijo el departamento en su querella: "Ese Google desapareció hace mucho tiempo".

"La tecnología ha progresado mucho en 20 años, así que el resultado de este caso tendrá una gran repercusión en el funcionamiento de las plataformas tecnológicas en el futuro", dijo John Lopatka, profesor de derecho en la Facultad de Derecho de Penn State.

"Retrógrado"

La demanda se centrará en los contratos que el gigante tecnológico firmó con fabricantes de dispositivos, operadores de telefonía móvil (como T-Mobile o AT&T) y otras compañías, con los que, según el Gobierno, deja pocas posibilidades de competir a sus rivales, como Bing (Microsoft) y DuckDuckGo.

Google, cuyo nombre se volvió incluso un verbo para describir la acción de buscar en Internet, controla el 90% de este mercado en Estados Unidos y en todo el mundo gracias a las búsquedas en teléfonos inteligentes, especialmente en los iPhone (Apple) y aquellos que funcionan con el sistema operativo Android, propiedad de Google.

El grupo californiano, fundado en 1998 por Sergey Brin y Larry Page, asegura que la popularidad de su motor de búsqueda se debe a la calidad de su servicio.

"Este es un asunto retrógrado", dijo Walker, ya que estamos "en una era de innovación sin precedentes" con "avances en inteligencia artificial, nuevas aplicaciones y nuevos servicios que están creando más competencia y más opciones para el público que nunca".

Los abogados de Google destacan que Bing ha incorporado funcionalidades de inteligencia artificial generativa que permiten al usuario comunicarse con mayor facilidad con el motor de búsqueda.

Google y Microsoft están inmersos en una carrera frenética en esta tecnología, compitiendo con chatbots y otros asistentes digitales que se espera que revolucionen la mayoría de las tareas en línea.

Microsoft ganó ventaja gracias a su inversión en OpenAI, la startup que desarrolló ChatGPT.

Apelación

Google se juega mucho en este proceso. Si el juez Amit Mehta falla a favor del Gobierno, el grupo podría verse obligado a dividir sus actividades o a cambiar su modo de funcionamiento.

La compañía ya ha sido multada con más de 8,200 millones de euros (8,800 millones de dólares) por varias infracciones de la ley anticompetencia en Europa, aunque algunas de estas decisiones están bajo apelación.

Joe Biden también se juega mucho en este proceso, iniciado por el Gobierno anterior del republicano Donald Trump.

La administración demócrata, que enero demandó a Alphabet por su negocio publicitario, ha puesto mucho empeño en desafiar a los gigantes tecnológicos, aunque sin demasiados resultados hasta el momento.

Cualquiera que sea el desenlace del juicio, es casi seguro que la sentencia será recurrida por alguna de las partes, lo que podría alargar el proceso varios años.

"Así que quienes quieran regular la tecnología no deben desesperarse si el gobierno pierde este asalto. Pero sería una derrota significativa", afirmó Lopatka.


viernes, 10 de marzo de 2023

¡2022 ha sido un año excelente para Elsevier!: margen de ganancia 37,8%

Publicado por Jjörn Brembs en Mastodon
https://t.co/z7SwEwlIjP


2022 has been an excellent year for Elsevier ! - Revenue: 2,909 £m (US$3.5 billion) - Adjusted operating profit: 1,100 £m (US$1.3 billion) - Margin: 37.8%

To a large extent, this 'success' was made possible by all the scholarly organizations that have helped funnel tax funds to the shareholders of the monopolist!

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¡2022 ha sido un año excelente para Elsevier!

- Ingresos: 2.909 millones de £ (3.500 millones de US$)
- Beneficio de explotación ajustado: 1.100 millones de £ (1.300 millones de US$)
- Margen: 37,8%.

En gran medida, este "éxito" ha sido posible gracias a todas las organizaciones académicas que han contribuido a canalizar fondos fiscales hacia los accionistas del monopolio.

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jueves, 26 de enero de 2023

Todos están contra Google: Estados Unidos demanda al gigante de internet por "abusar" de su posición en publicidad digital

Publicado en Xataka
https://www.xataka.com.mx/aplicaciones/todos-estan-google-estados-unidos-demanda-al-gigante-internet-abusar-su-posicion-publicidad-digital


Todos están contra Google: Estados Unidos demanda al gigante de internet por "abusar" de su posición en publicidad digital

Actualización, 4:31 PM: Un portavoz de Google se ha puesto en contacto con Xataka México para dar a conocer la postura de la empresa sobre el tema, la cual es la siguiente: 

"La demanda de hoy del Departamento de Justicia intenta elegir ganadores y perdedores en el sector altamente competitivo de la tecnología publicitaria. En gran medida duplica una demanda infundada del Fiscal General de Texas, gran parte de la cual fue desestimada recientemente por un tribunal federal. El Departamento de Justicia está redoblando su apuesta por una demanda defectuosa que frenaría la innovación, aumentaría las tarifas de publicidad y dificultaría el crecimiento de miles de pequeñas empresas y editores". 

La Comisión Europea le impuso a Google una multa millonaria en 2017 a Google y ahora Estados Unidos podría hacer lo propio. El tema de fondo es uno ampliamente rebatido: ¿Google aprovecha de más su posición dominante en la publicidad digital? El Departamento de Justicia de EUA y otros ocho estados piensan que sí y han demandado al gigante de internet.

A decir de la demanda, el problema es que Google la hace de vendedor de anuncios y, a la vez, es también el mayor jugador en tecnología de publicidad en línea. Como tiene un rol importante en los dos ámbitos, tiene posibilidad de decidir a discreción los costos de la publicidad en internet.

Fuga de dinero

El que Google domine por completo le permite mantener cerca de 30 centavos de cada dólar que anunciantes deciden gastar en internet, según acusa el Departamento de Justicia en la demanda. A propósito, de cada 10 dólares que genera Google, ocho son precisamente de su negocio de venta de anuncios.

La demanda contra Google asegura que la empresa ha logrado efectivamente "neutralizar" toda competencia potencial que haya amenazado su posición como dominante, a través de una serie de adquisiciones. Como resultado, el mercado ha resultado perjudicado y creadores de sitios están ganando menos del que deberían y anunciantes están pagando más. El esquema ha resultado en que sitios cada vez tengan que optar por otras vías para generar ingresos, como por ejemplo los modelos de suscripciones o paywalls, asegura la demanda.

Este es el principio del nuevo caso de EUA contra Google y, como pasó en Europa, podrían pasar años de que se llegue a una resolución definitiva.

El año pasado Google ofreció por sí mismo dividir su negocio de publicidad, en un claro intento de evadir la demanda que lleva preparando el Departamento de Justicia desde hace bastante tiempo ya. El problema con la propuesta es que la división encargada de vender anuncios sería albergada en la empresa matriz, Alphabet. La propuesta, sabemos ahora, no terminó por convencer al Departamento Justicia de Estados Unidos.

lunes, 3 de enero de 2022

Publicación equitativa en acceso abierto: cambiar la dinámica del poder financiero en el mundo académico

Publicado en Global Health: Science and Practice December 2021, 9(4):733-736 https://www.ghspjournal.org/content/9/4/733.full 



Publicación equitativa en acceso abierto: cambiar la dinámica del poder financiero en el mundo académico


Dominique Vervoort, Xiya Ma y Hloni Bookholane


Global Health: Science and Practice Diciembre 2021, 9(4):733-736; https://doi.org/10.9745/GHSP-D-21-00145 


Mensajes clave


  • La publicación en acceso abierto está creciendo de forma constante, pero está asociada a elevadas tasas de procesamiento de artículos que exacerban las disparidades entre los investigadores financiados y los no financiados.


  • Los investigadores noveles y subrepresentados a menudo no pueden optar a exenciones o descuentos, lo que supone un obstáculo para la publicación o una dificultad financiera.


  • Las revistas deberían adoptar soluciones equitativas que permitan a todos los autores publicar en acceso abierto, independientemente de su situación de financiación o afiliación.


  • Las editoriales deberían replantearse los modelos de publicación en acceso abierto para reducir las barreras financieras tanto para los lectores como para los autores.


La publicación en acceso abierto (OA) está aumentando, permitiendo que los artículos sean leídos por cualquier persona, en cualquier lugar. Los costes de publicación de estos artículos (tasas de procesamiento de artículos, APC) suelen ser pagados por los autores o por sus respectivos financiadores(1). En el ámbito de la salud mundial, los autores pagan una media de $ 2,732 dólares por cada publicación en acceso abierto (2). Los artículos de libre acceso son más leídos, compartidos y citados, lo que en última instancia beneficia al discurso científico y a la integración en la salud pública, la medicina y otras ciencias (1). En respuesta al creciente interés por la publicación en régimen de OA, las revistas están adoptando cada vez más modelos de OA: algunas adoptan modelos híbridos que permiten a los autores elegir si publican o no en régimen de OA, otras adoptan un régimen de OA completo y otras simplemente crean una revista hermana completamente nueva como alternativa de OA a la suya. Sin embargo, son pocas las que crean medios para apoyar a los autores que no están financiados por becas de investigación, por sus instituciones o por acuerdos institucionales (3,4) Aquellas que lo hacen deben ser elogiadas por dar este paso, especialmente teniendo en cuenta lo raros que son estos modelos de OA genuinamente equitativos.



Hasta la fecha, la mayoría de las revistas siguen siendo híbridas, permitiendo tanto la publicación por suscripción (es decir, no OA, sin APCs para publicar) y una opción OA (es decir, de libre acceso para los lectores, pero APCs para publicar). Por ejemplo, en el campo de la cardiología y la cirugía cardíaca, el 60,9% de las revistas son híbridas(4). Aunque esto puede parecer un enfoque sensato, las revistas híbridas rara vez ofrecen exenciones o descuentos considerables a los autores que no pueden permitirse tales APC, que suelen oscilar entre unos pocos miles de dólares estadounidenses y la asombrosa cifra de 11.000 dólares(5). Además, las revistas híbridas tienen una mediana de APC de hasta un 50% más alta en comparación con las revistas totalmente OA, como se observa en las revistas cardiovasculares (mediana de $ 3,250 dólares estadounidenses (rango intercuartil, IQR: 3.000-3.500 dólares estadounidenses) para las revistas híbridas frente a una mediana de $ 2,100 dólares estadounidenses (rango intercuartil, IQR: $ 3,500 dólares estadounidenses). Una mediana de $2,100 dólares (IQR: 1.404-US$2.538) para las revistas de OA)(4). Algunas revistas híbridas consideran las solicitudes de exención caso por caso; esto se decide comúnmente sobre la base de la afiliación al país del primer autor o del autor correspondiente. Los autores de países de renta baja o media (PRBM) y/o con afiliaciones en PRBM tienden merecidamente a ser favorecidos, aunque no siempre consiguen obtener una exención o un descuento. Sin embargo, pocas revistas híbridas tienen en cuenta las solicitudes de los autores que no proceden de los PRM pero que no pueden permitirse el pago de los APC (por ejemplo, estudiantes de postgrado, investigadores sin subvención o financiación institucional, minorías infrarrepresentadas), remitiéndoles a la opción de publicar bajo el modelo de suscripción de forma gratuita. En general, sólo el 37,4% de las revistas cardiovasculares híbridas ofrecían algún tipo de exención o descuento (4). En la misma línea, las revistas totalmente OA no ofrecen una alternativa de suscripción, dejando completamente de lado a los que no pueden pagar las APCs y no pueden obtener una exención. 

Aunque la intención de aumentar el acceso a la investigación de calidad de los países de renta media-alta es loable, son pocas las revistas que tramitan las exenciones de forma automática, ya que suelen exigir a los investigadores que presenten extensas solicitudes y no siempre se les proporciona una exención completa. Además, muchas revistas también excluyen a los autores de países de renta media-alta, como Brasil y Sudáfrica, de la opción de exención o descuento y les exigen que cubran por completo los APC. Esto ocurre a pesar de las importantes barreras financieras que experimentan los investigadores de los países de renta media-alta debido a la gran variación en la capacidad de obtener financiación institucional o pagar de su bolsillo(4). Estas razones pueden explicar en parte por qué los investigadores de los PBMI son más propensos a citar revistas con APCs más bajos, mientras que los investigadores de los países de renta alta (HIC) son más propensos a citar revistas con APCs más altos(2). Una de las explicaciones de este fenómeno sería que los investigadores de los PBMI acceden y publican sus trabajos en revistas de OA que les resultan más asequibles económicamente, mientras que esta barrera no suele ser un problema para los investigadores de los países de renta alta. Esto da lugar a compartimentos estancos que reducen la visibilidad de la investigación de los PBMI ante un público más amplio. Aproximadamente el 94% de los APCs se pagan a las revistas que pertenecen a los 10 mayores editores de los países de renta media, un modelo que sostiene un oligopolio que impide que los editores sientan la necesidad de reducir los APCs, incluso si obtienen beneficios(2). El sistema actual no tiene en cuenta, además, la desigualdad dentro de los países de renta media que conduce a la incapacidad de los autores para pagar los APCs de dichas revistas totalmente OA. Esto limita la difusión de la información, lo que puede tener consecuencias importantes para los responsables políticos, que son los más indicados para abordar los problemas sistémicos que provocan las disparidades en la salud pública. 

Publicar una investigación de calidad siempre tendrá un coste debido a los gastos fijos y variables de las revistas. Las revistas cuentan con personal editorial asalariado, que gestiona los procesos administrativos de las revistas, corrige los envíos, comprueba el plagio y envía los envíos para la revisión por pares. Una vez aceptado el artículo, las editoriales o empresas subcontratadas se encargan del formato y la composición tipográfica para su publicación. Además, las revistas tienen costes de alojamiento y gestión de sus contenidos en línea, sitio web, marketing, promoción, publicidad, indexación, derechos, etc. Por último, el sitio web, el sistema de envío y los archivos requieren un servidor seguro para alojar una revista. Estos costes pueden ser considerables, ya que dependen de factores contextuales (por ejemplo, los salarios vinculados al nivel de vida, la subcontratación vinculada al tamaño de la empresa, la reputación y los servicios, y el hardware o el software vinculados a los proveedores y los mercados).

Sin embargo, los gastos de publicación de algunas revistas pueden ser superiores a los costes de publicación. Los consejos de redacción y los revisores no suelen ser remunerados y contribuyen con su tiempo voluntario a gran parte del proceso de publicación. Además, las revistas se imprimían tradicionalmente; hoy en día, las revistas tienen formatos en línea y muchas de ellas están abandonando las versiones impresas debido a los costes y al impacto ecológico. Los artículos OA son exclusivamente digitales, lo que evita los costes de impresión. Por último, la mayoría de las revistas están parcialmente subvencionadas (por ejemplo, por sociedades o instituciones) o tienen asociaciones patrocinadas que cubren una parte considerable de los costes fijos de las revistas. Algunas revistas indexadas han demostrado que los APC no tienen por qué ser elevados: en comparación con los miles de dólares de la mayoría de las revistas, los APC son de 1,749 dólares para PLoS One, de 399 dólares para PeerJ y gratuitos para Cureus(6). Aunque las revistas y los editores rara vez informan o incluso conocen los verdaderos costes por artículo, se ha informado de que son tan bajos como 290 o 300 dólares por artículo con algunos editores, lo que cuestiona el valor añadido de los APC elevados(6).

La pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha ilustrado en gran medida el poder del OA y la ciencia abierta, ya que los editores y las revistas decidieron hacer que la investigación relacionada con la COVID-19 fuera de libre acceso para todos. Esta crisis podría ser una oportunidad para repensar los modelos de negocio de la publicación científica y capacitar a las diferentes partes interesadas para mantener esta práctica más allá de la pandemia. Por ejemplo, podríamos inspirarnos en las revistas locales de América Latina, que llevan mucho tiempo aplicando estas prácticas de acceso abierto como resultado de su "espíritu generalizado de investigación libre para publicar y leer", por lo que a menudo incluso prescinden de los pagos por APCs(7). La salud pública, por su propia naturaleza, debería perseguir exactamente eso: información basada en la evidencia disponible para todos, no sólo para aquellos que pueden permitirse el acceso a la revista o tienen la suerte de tener la afiliación académica adecuada. Por ejemplo, los profesionales de la atención primaria, los trabajadores sanitarios de la comunidad y las organizaciones no gubernamentales están en primera línea de la salud global y pública, pero rara vez pueden acceder libremente a la literatura científica; irónicamente, ya que a menudo contribuyen de forma significativa a realizar las investigaciones que se llevan a cabo. ¿Qué argumento ético les impide acceder a los materiales publicados por la multimillonaria industria de las publicaciones académicas, cuyos márgenes de beneficio llegan al 20%-30%?(8).

Las tendencias recientes y los acuerdos transformadores en el panorama editorial permiten albergar esperanzas de que las prácticas de publicación sean más equitativas en un futuro próximo. En primer lugar, las instituciones europeas, junto con importantes financiadores como el Wellcome Trust y la Fundación Bill y Melinda Gates, han firmado la adopción del "Plan S", que exige que los artículos financiados con subvenciones públicas se publiquen en OA a partir de 2021. Aunque esto beneficia en gran medida a los investigadores europeos, puede suponer una barrera cada vez mayor para los de otras instituciones, a menos que se adopten modelos similares en otros lugares(9). No obstante, muchas de las preocupaciones, incluidas las de las pocas revistas que siguen las recomendaciones del Plan S, se están abordando lentamente a medida que las revistas se adhieren cada vez más(10) y se amplía la flexibilidad de las opciones de las revistas en respuesta a las peticiones de la comunidad académica(11). En segundo lugar, Research4Life es una iniciativa en colaboración con la Organización Mundial de la Salud, otros organismos de las Naciones Unidas, la Universidad de Cornell, la Universidad de Yale, la Asociación Internacional de Editores Científicos, Técnicos y Médicos, y casi 200 editores. A través del Programa Hinari de Acceso a la Investigación para la Salud (Hinari Access to Research for Health Programme), Research4Life proporciona acceso gratuito o a bajo coste a la literatura académica relacionada con la salud para los investigadores e instituciones de los países de ingresos bajos y medios. Sin embargo, dado el limitado alcance actual del programa Hinari, se requiere un mayor apoyo internacional de todas las partes(12). Por último, en varios países se han adoptado acuerdos de lectura y publicación, como los apoyados por la Asociación Europea de Salud Pública(3). Esto requiere que los países o consorcios paguen a los editores una suma global para acceder a los artículos, que se utiliza para los costes de publicación, creando así un modelo teóricamente neutro en cuanto a costes que garantiza el acceso abierto para los lectores y autores de estos países o instituciones.

La aplicación de modelos y prácticas de acceso abierto novedosos y más equitativos será fundamental. Las barreras para publicar están muy extendidas entre los investigadores de todo el mundo, ya que las subvenciones para la investigación son mínimas y están muy concentradas en determinados países e instituciones, y su obtención se ha vuelto más difícil durante la pandemia del COVID-19(8). Además, la inaccesibilidad de las revistas de OA y de suscripción está dando lugar a más revistas depredadoras, que prometen una publicación rápida y de OA de los artículos, con una revisión mínima o nula, a cambio de una tarifa sustancialmente inferior a la media de los APCs. Esta opción es cada vez más atractiva para los autores vulnerables de todo el mundo y no ha hecho más que aumentar debido a la cultura de publicar o perecer en el mundo académico, a las notables barreras a la publicación científica y a la pandemia del COVID-19(13). Aunque estas revistas depredadoras son OA, suponen una amenaza para el acceso a la información basada en la evidencia, ya que normalmente publican información errónea, no envían los artículos a la revisión por pares y mantienen la investigación publicada en estas revistas oculta a la comunidad científica porque generalmente no están indexadas en las bases de datos establecidas, todo lo cual puede afectar negativamente a la reputación de los autores(13). Por lo tanto, la reducción de las barreras a la publicación científica, especialmente en lo que respecta a los elevados APCs que impiden a los investigadores sin financiación buscar revistas totalmente OA y a menudo incluso revistas híbridas, es un paso importante hacia la equidad en el entorno académico actual. 

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Equitable Open Access Publishing: Changing the Financial Power Dynamics in Academia

Dominique Vervoort, Xiya Ma and Hloni Bookholane

Global Health: Science and Practice December 2021, 9(4):733-736; https://doi.org/10.9745/GHSP-D-21-00145

Key Messages

  • Open access publishing is steadily growing but associated with high article processing charges that exacerbate disparities between funded and unfunded researchers.

  • Early-career and underrepresented researchers often are not eligible for waivers or discounts, thus resulting in either publishing barriers or financial hardship.

  • Journals should adopt equitable solutions that enable every author to pursue open access publishing regardless of one's funding status or affiliation.

  • Publishing companies should rethink open access publishing models to reduce the financial barriers for readers and authors alike.

Open access (OA) publishing is increasing, allowing articles to be read by anyone, anywhere. The publishing costs for these articles (article processing charges, APCs) are typically paid by the authors or their respective funders.1 In global health, authors pay an average of US$2,732 per OA publication.2 Articles that are freely accessible are more read, shared, and cited, ultimately benefitting scientific discourse and integration in public health, medicine, and other sciences.1 In response to the growing interest in OA publishing, journals are increasingly adopting OA models: some adopt hybrid models that allow authors to choose whether or not to publish OA, some adopt full OA, and some simply create an entirely new sister journal as an OA alternative to their own. However, few create means to support authors who are not funded by research grants, their institutions, or institutional agreements.3,4 Those that do should be commended for taking this step, especially given how rare such genuinely equitable OA models are. 

To date, a majority of journals remain hybrid, allowing both subscription-based publishing (i.e., not OA, no APCs to publish) and an OA option (i.e., freely accessible for readers, but APCs to publish). For example, in the fields of cardiology and cardiac surgery, 60.9% of journals are hybrid.4 Although this may appear a sensible approach, hybrid journals rarely provide waivers or considerable discounts to authors who cannot afford such APCs, which typically range from a few thousand US dollars to a staggering US$11,000.5 In addition, hybrid journals have median APCs of up to 50% higher compared to fully OA journals, as observed in cardiovascular journals (median US$3,250 (interquartile range, IQR: US$3,000–US$3,500) for hybrid journals vs. a median US$2,100 (IQR: US$1,404–US$2,538) for fully OA journals).4 Some hybrid journals consider requests for waivers on a case-by-case basis; this is commonly decided based on the first or corresponding author's country affiliation. Authors from low- or middle-income countries (LMICs) and/or with affiliations in LMICs deservedly tend to be favored, although they are not always successful in obtaining a waiver or discount. However, few hybrid journals consider requests from authors who are not from LMICs but who may not be able to afford APCs (e.g., graduate students, researchers without grant or institutional funding, underrepresented minorities), referring them to the option to publish under the subscription model for free. At large, only 37.4% of hybrid cardiovascular journals provided any form of waiver or discount.4 Along the same lines, fully OA journals do not provide a subscription-only alternative, completely sidelining those unable to afford APCs and unable to obtain a waiver. 

While the intention of increasing access to quality research from LMICs is laudable, few journals process waivers automatically, commonly requiring researchers to submit extensive applications and not always be provided with a full waiver. Moreover, many journals also exclude authors from upper-middle-income countries, such as Brazil and South Africa, from the waiver or discount option and require them to fully cover the APCs. This occurs despite substantial financial barriers that researchers from upper-middle-income countries experience because of great variation in the ability to obtain institutional funding or pay out-of-pocket.4 These reasons may partly explain why researchers from LMICs are more likely to cite journals with lower APCs, whereas researchers from high-income countries (HICs) are more likely to cite journals with higher APCs.2 One explanation of this phenomenon would be that LMIC researchers access and publish their work in OA journals that are financially more attainable to them, whereas this barrier is rarely an issue for HIC researchers. This results in silos that decrease LMIC research visibility to a wider audience. Approximately 94% of APCs are paid to journals owned by the 10 largest publishers from HICs, a model that sustains an oligopoly that prevents publishers from feeling the need to reduce APCs, even if making a profit.2 The current system further does not consider inequity within HICs that leads to the authors' inability to afford APCs for such fully OA journals. This limits the dissemination of information, which can lead to significant consequences for policy makers who are best placed to address systemic issues driving public health disparities.

While the intention of increasing access to quality research from LMICs is laudable, few journals process waivers to authors automatically.

There will always be costs to publish quality research due to journals' fixed and variable expenses. Journals have salaried editorial staff, who manage journals' administrative processes, proofread submissions, check for plagiarism, and send submissions for peer review. After an article is accepted, publishing companies or outsourced companies ensure formatting and typesetting for publication. Further, journals have costs to host and manage their online content, website, marketing, promotion, advertising, indexing, rights, and more. Lastly, the website, submission system, and files require a secure server to host a journal. These costs can be considerable, as they depend on contextual factors (e.g., salaries tied to standard of living, outsourcing tied to company size, reputation, and services, and hardware or software tied to suppliers and markets). 

However, APCs by some journals may be higher than the costs to publish. Editorial boards and peer reviewers are typically not paid and contribute their voluntary time to much of the publishing process. Further, journals were traditionally printed; today, journals have online formats with many journals moving away from print versions due to the costs and ecological impact. OA articles are exclusively digital, avoiding printing costs. Lastly, most journals are either partially subsidized (e.g., by societies or institutions) or have sponsored partnerships that cover a considerable portion of journals' fixed costs. Some indexed journals have shown that APCs need not be high: compared to thousands of dollars in most journals, APCs are US$1,749 for PLoS One, US$399 for PeerJ, and free for Cureus.6 Although journals and publishers rarely report or even know the true costs per article, they have been reported as low as US$290–US$300 per article with some publishers, questioning the added value of high APCs.6 

The coronavirus disease (COVID-19) pandemic has greatly illustrated the power of OA and open science, as publishers and journals decided to make COVID-19-related research freely accessible to all. This crisis could be an opportunity to rethink the business models of scientific publication and empower different stakeholders to sustain this practice beyond the pandemic. For instance, inspiration could be drawn from local journals in Latin America that have long embodied such OA practices as a result of their “widespread ethos of free-to-publish and free-to-read research," by which they often even forgo APCs altogether.7 Public health, by its very nature, should pursue exactly that: evidence-based information available to all, not just for those able to afford journal access or fortunate enough to have the right academic affiliation. As an example, primary care professionals, community health workers, and nongovernmental organizations are at the front lines of global and public health but are rarely able to freely access scientific literature; ironically, as they often contribute significantly to performing the research that is done. What ethical argument prevents them from accessing materials published by the billion-dollar industry that is academic publishing, whose profit margins are as high as 20%–30%?8

The COVID-19 pandemic could be an opportunity to rethink the business models of scientific publication and empower different stakeholders to sustain this practice.

Recent trends and transformative agreements in the publishing landscape do provide hope for more equitable publishing practices in the near future. First, European institutions, along with major funders such as the Wellcome Trust and Bill & Melinda Gates Foundation, have signed on to the adoption of “Plan S,” which requires articles supported by public grants to be published in OA as of 2021. Although this greatly benefits European researchers, it may place increasing barriers for those from other institutions unless similar models are adopted elsewhere.9 Nevertheless, many concerns, including those of few journals following Plan S recommendations, are slowly being addressed as journals increasingly sign on10 and flexibility of journal choices is expanded in response to the academic community's requests.11 Second, Research4Life is an initiative in collaboration with the World Health Organization, other United Nations agencies, Cornell University, Yale University, the International Association of Scientific, Technical, and Medical Publishers, and nearly 200 publishers. Through the Hinari Access to Research for Health Programme, Research4Life provides free or low-cost access to health-related academic literature for researchers and institutions in LMICs. However, given the current limited scope of the Hinari program, increased international support from all parties is required.12 Lastly, read-and-publish agreements, such as those supported by the European Public Health Association, have been adopted in various countries.3 This requires countries or consortiums to pay publishers a lump sum to access articles, which is used for publishing costs, thereby creating a theoretical cost-neutral model that ensures OA for readers and authors from these countries or institutions. 

Implementation of novel and more equitable OA models and practices will be critical. Barriers to publishing are widespread for researchers worldwide as research grants are minimal and highly concentrated in select countries and institutions and obtaining them has only become more challenging during the COVID-19 pandemic.8 Moreover, the inaccessibility of both OA and subscription journals is giving rise to more predatory journals, which promise quick and OA publication of articles with minimal to no review against a fee that is substantially lower than average APCs. This option is becoming increasingly attractive to vulnerable authors worldwide and has only been amplified by the publish-or-perish culture in academia, the notable barriers to scientific publication, and the COVID-19 pandemic.13 Although these predatory journals are OA, they pose a threat to the access of evidence-based information as they typically publish misinformation, do not send articles for peer review, and keep research published in these journals hidden from the scientific community because they are generally not indexed in established databases, all of which may negatively affect authors' reputations.13 Thus, reducing the barriers to scientific publishing, especially regarding the high APCs that impede unfunded researchers from pursuing fully OA journals and often even hybrid journals, is an important step toward equity in today's academic environment. 

Various opportunities arise. Journals and publishers should become more transparent about their use of funds to justify high APCs, especially when non-APC revenue is clearly generated (e.g., advertisements). Further, journals not associated with large publishers can offset fixed costs by collaborating with institutions, agencies, or societies to share servers and receive subsidies. Similarly, strategic partnerships with sponsors can generate revenue for fixed costs. Lastly, journals and publishers ought to consider tiered fee discounts and waivers—where possible, automated—to allow lesser-funded or unfunded researchers to pursue OA. Given the profit margins observed among large publishers, these waivers and discounts can be offset accordingly and be considered an investment in the future of academic publishing and accelerate medicine and public health.

Journals and publishers should become more transparent about their use of funds to justify high APCs.

Journals adopting OA models are to be commended but should be encouraged to increase opportunities to reduce publication fees and support unfunded or lesser-funded authors. Open access publishing is not only the future; it is the key to regaining public trust in science, retaining early-career academics, strengthening public and health policy, addressing public health disparities, and leveling the playing field for all researchers alike.

 

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domingo, 2 de enero de 2022

Los magnates editoriales que impusieron el prestigio en las publicaciones científicas

Publicado en The Conversation
https://theconversation.com/los-magnates-editoriales-que-impusieron-el-prestigio-en-las-publicaciones-cientificas-174249



Los magnates editoriales que impusieron el prestigio en las publicaciones científicas

Diciembre 29, 2021

El negocio de las editoriales científicas se ha convertido en uno particularmente rentable. Los beneficios empresariales, cifrados en varios miles de millones de euros, son solo comparables a los de las grandes empresas tecnológicas. Pero no se trata solamente de un negocio lucrativo. Las editoriales científicas han transformado profundamente las reglas sobre cómo se desempeña lo que para muchos es el mayor espectáculo del mundo: la ciencia y su avance.

Este artículo analiza algunas de las figuras más destacadas en la evolución de las editoriales científicas, junto con su influencia sobre la práctica misma de la ciencia.

El gigante editorial Pergamon Press 

La que tal vez fuera la primera editorial moderna, Pergamon Press, fue fundada en 1951 por Robert Maxwell. Maxwell atraía a los científicos más afamados en diferentes campos: viajaba a congresos y los seducía para fundar y editar nuevas revistas especializadas en su campo. A cambio, les ofrecía financiación para congresos, distinción académica y oportunidades para su crecimiento profesional.

Ser editor académico de una revista es un mérito de prestigio: un prurito de distinción que no está al alcance de cualquiera. El editor debe nombrar a los editores asociados y atraer nuevos artículos. Este negocio es atractivo ya que ninguno de los involucrados en la creación de contenidos cobra: ni los editores asociados, ni los autores, ni los revisores de los artículos.

El crecimiento de Pergamon en sus primeros años fue vertiginoso. Llegó a los 150 títulos en sus primeros 15 años y a las 700 revistas y 7 000 monografías al final de sus 40 años de vida.

Pero Maxwell buscaba erigir todo un imperio en la comunicación yendo más allá de la ciencia. Con más dinero que cabeza, y con más deudas todavía, acabaría encarnando el prototipo de magnate mafioso y fraudulento.

Su fundador tuvo que vender Pergamon a Elsevier, la editorial científica que tomaría entonces el testigo como la principal del mundo. Maxwell fallecía en las Canarias, en circunstancias todavía no esclarecidas, apenas unos meses después de esa venta en 1991.

Cell Press, la editorial elitista de Benjamín Lewin

Pergamon solo buscaba artículos científicamente correctos: que pasaran la revisión por pares. Por aquellos tiempos, ningún científico daba importancia a qué revista publicaba su artículo. Lo importante era el contenido y no la casa. Pero las cosas cambiarían a partir de 1974.

Benjamín Lewin, entonces un joven biólogo molecular, fundó la revista Cell y, posteriormente, la editorial Cell Press. Esta revista destacaría por su carácter elitista y en poco tiempo logró rivalizar con Science y NatureCell solo aceptaba trabajos excepcionales. Publicar en sus páginas se convirtió en señal de prestigio.

Lewin entendió que la vanidad en algunos científicos era comparable, cuando no mayor, a su ingenio, y les convenció de que publicar en Cell proporcionaba un sello de calidad. Así es como el escenario iría cambiando: ya no bastaba con publicar, sino que se debía hacer en revistas de prestigio. Pero ¿quién medía ese prestigio?

El índice de impacto de Eugenio Garfield

Un bibliotecario norteamericano, Eugenio Garfield, desarrolló en la década de los 60 el “factor de impacto”. Se trata de un índice que mide el promedio normalizado de citas recibidas en los dos últimos años.

Garfield y su empresa, conocida como Instituto para la Información Científica (ISI, por sus siglas en inglés), también desarrollaron índices para medir qué artículos eran los más citados (highly cited paper o citation classics), así como los autores de artículos altamente citados (highly cited scientists). Se trata de una estrategia de mercado inteligente ya que casi todas las universidades cuentan con algún artículo o científico dentro de esa categoría, por lo que les sirve de reclamo.

Repercusiones

Los índices bibliométricos y el prestigio de la revista irían poco a poco conformando el tablero en el que se desempeña el oficio científico. Las instituciones adoptaron este modelo para dotar a la evaluación científica de una aureola de objetividad. Permite cargar los méritos sobre la balanza y ver de qué lado bascula.

Y así, asemejando la actividad científica a la del paleta que trabaja a destajo, se deshumaniza la actividad científica. Los aspirantes a científicos ya no buscan el avance de la humanidad, sino que se transforman en escribidores de artículos de impacto. Deberán desarrollar estrategias de tahúr para sobrevivir a las reglas de un juego que han sido dictadas por empresas editoriales y bibliométricas.

La escena científica actual consta casi exclusivamente de estudios centrados en sortear el filtro editorial de prestigio y rápidos para no mermar la mal llamada productividad científica. Una práctica que, por otro lado, tiene efectos muy positivos, como la vertiginosa carrera que hemos visto recientemente en busca de una vacuna eficaz y segura en tiempos de pandemia.

Pero que también tiene un precio. Las investigaciones más creativas y arriesgadas languidecen bajo un sistema donde los cancerberos editoriales les dificultan el paso. También lo hacen aquellas que mejoran los sistemas productivos o que son de aplicación al mundo profesional, alejado del académico.

El espacio para las monografías, y todo aquel trabajo sesudo que requiera de varias décadas de investigación, es cada vez más reducido. Y así, poco a poco, se vacía la despensa de investigaciones básicas, que son las que realmente hacen avanzar el conocimiento.


ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...