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martes, 9 de enero de 2024

ESPAÑA: 4 de cada 10 investigadores en biomedicina admiten malas conductas científicas

 

Publicado en Science Media Centre
https://sciencemediacentre.es/reacciones-cuatro-de-cada-diez-investigadores-en-biomedicina-en-espana-admiten-malas-conductas

Reacciones: cuatro de cada diez investigadores en biomedicina
en España admiten malas conductas científicas en un estudio

En un estudio reciente sobre las experiencias de investigadores en
biomedicina
 en Españael 43 % de los encuestados admitieron haber 
cometido intenciona
damente algún tipo de mala conducta científica
La mala práctica más frecuente es la falsa autoría de artículos científicos: 
35 de los 403 encuestados dijeron haber participado en alguna instancia,
 según el estudio publicado en la revista 
Accountability in Research
El 10 declaró una falta de consentimiento informado,
el 3,6 % admitió haber participado al menos una vez en una falsificación
o manipulación de datos.
 
 

 30/11/2023


Reacciones
Pere Puigdomènech
Profesor de investigación emérito el Centro de Investigación en Agrigenómica
(CRAG) y presidente del Comitè per a la Integritat de la recerca a Catalunya
(CIR-CAT)

Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG)
Science Media Centre España
El estudio sorprende por los altos porcentajes de respuestas que admiten haber
cometido algún tipo de malas prácticas (un 43 %). No son resultados parecidos a
 estudios anteriores realizados en otros países. Las razones pueden ser que se ha
realizado en un universo muy específico de investigadores clínicos que han
 respondido voluntariamente. Hay respuestas que me parecen sorprendentes
como que un 2 % hayan utilizado artículos comprados, algo realmente extremo. 

La conclusión sería que, aunque los resultados de este estudio necesiten ser
 confirmados, existe un universo de investigadores que trabaja en un entorno
en el que las malas prácticas son consentidas de alguna manera y esto es
preocupante. Ya hemos repetido desde hace años que es necesario y urgente que
 en España se haga un trabajo de concienciación de estas cuestiones.
Sería también preciso que hubiera sistemas de análisis de malas prácticas y
 que se tomaran medidas disciplinarias en los casos más graves.

No declara conflicto de interés

Eduard Aibar
Catedrático de Estudios de la Ciencia y Tecnología

Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
Science Media Centre España
El artículo presenta el primer estudio realizado hasta el momento sobre la
percepción, las actitudes y las experiencias sobre el fraude científico, por parte de
 los investigadores del ámbito biomédico en España. El estudio está basado
en una encuesta de 27 preguntas a la que han respondido, de forma anónima,
403 científicos y aunque la muestra no es representativa, los resultados son
 muy fiables y, sin duda, significativos. El tratamiento estadístico realizado
es muy riguroso y, además, tanto el diseño de la investigación como la
discusión de los resultados, están sólidamente anclados en los estudios
internacionales previos más importantes. 

El principal resultado es, sin duda, la alta prevalencia del fraude científico
en nuestro país. 4 de cada 10 investigadores manifiesta haber incurrido
en conductas fraudulentas; una cifra ligeramente superior a la que muestran
estudios similares en otros países. El estudio tiene, además, el mérito de
ampliar los tipos tradicionales de fraude científico (falsificación, manipulación
y plagio) a las nuevas variedades que han surgido en las últimas décadas:
falsa autoría, conflictos de intereses, publicación en revistas depredadoras
y utilización de paper mills (empresas que fabrican artículos fraudulentos a
 cambio de dinero). Algunas de estas nuevas variantes de fraude muestran
tasas ciertamente preocupantes en España porque son claramente superiores
a las de otros países de nuestro entorno.

"No tengo conflicto de interés. Entrevisté la primera autora del estudio
en el contexto de mi investigación sobre el fraude científico en España."


Scientific misconduct: A cross-sectional study of the perceptions,
attitudes and experiences of Spanish researchers
Artículo de investigación

 

martes, 21 de noviembre de 2023

USA y China lideran la lista con investigadores más influyentes de 2023

Publicado en Forbes
https://www.forbes.com.mx/eu-y-china-lideran-la-lista-con-investigadores-mas-influyentes-de-2023/


EU y China lideran la lista con investigadores más influyentes de 2023

El país con más investigadores destacados en 2023 volvió a ser EU con 2,669, seguido de China con 1,275 profesionales de la investigación.

La compañía de datos Clarivate Analytics divulgó este miércoles la lista de los investigadores más influyentes del mundo en 2023, en la que figuran 104 profesionales asociados a instituciones españolas, siete más que en 2022.

Según el análisis del Instituto de Información Científica (ISI, en inglés), efectuado a partir de los datos de Clarivate, la relación de los más influyentes está compuesta por 6,849 investigadores de más de 1,300 instituciones en 67 países y regiones.

De ese total, el 83.8% de investigadores está radicado en diez países -entre los que no está España-, mientras que el 72.7% se sitúa en solo cinco, “una concentración del talento” que el estudio califica de “significativo”.

El país con más investigadores destacados en 2023 volvió a ser Estados Unidos con 2,669 (37.4%), y aunque esa cifra se ha reducido en casi seis puntos desde 2018, “sigue claramente liderando el mundo en cuanto a influencia en investigación”, señala el informe.

Por contra, China continental se mantiene por séptimo año en la segunda posición con 1,275 investigadores destacados en 2023, tras registrar un aumento del 7.9% desde 2018 y del 1.7% respecto a 2022.

EU y China lideran la lista con investigadores más influyentes de 2023

A estos países les siguen en la lista el Reino Unido (8.1%), Alemania (4.7%), Australia (4.5%), Canadá (3.1%), Países Bajos (2.7%), Francia (2%), Hong Kong (1.7%) e Italia (1.6%), mientras que España escala al puesto 12, uno más que en 2022.

Entre las instituciones, incluyendo gubernamentales y otros tipos de organizaciones de investigación, la Academia de Ciencias China lidera el ránking con 270 individuos influyentes en 2023, el 18.42% más que el pasado año.

Entre las instituciones españolas con el mayor número de investigadores influyentes figura el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con 20, seguida por la Universidad de Barcelona (9) y la Universidad de Granada (6).

“Celebramos a los ‘Investigadores más Citados’, cuyas contribuciones transforman nuestro mundo al ayudar a hacerlo más sano, sostenible y seguro”, indicó en un comunicado el presidente de academia y gobierno de Clarivate, Bar Veinstein.

Recordó que este reconocimiento “no solo valida la excelencia en investigación”, sino que también “mejora la reputación, fomenta la colaboración e informa para la asignación de recursos, actuando como referente para instituciones académicas y organizaciones comerciales”.

El proceso de evaluación y selección explicó la nota, se basa en datos del índice de citas de “Web of Science”, junto con el análisis realizado por expertos en bibliometría y científicos de datos del Instituto de Información Científica (ISI) de Clarivate.

Con información de EFE.

viernes, 17 de noviembre de 2023

Competir no da mejores resultados: ¿se está financiando bien la ciencia?

Publicado en The Conversation
https://theconversation.com/competir-no-da-mejores-resultados-se-esta-financiando-bien-la-ciencia-214232



Competir no da mejores resultados: ¿se está financiando bien la ciencia?

Noviembre 8, 2023


La financiación de la investigación por proyecto no tiene ningún impacto diferencial, en comparación con la financiación institucional tradicional, en cuanto a la producción de artículos académicos altamente citados, ni tampoco un efecto claro sobre la cantidad de publicaciones.

Es la conclusión a la que ha llegado un estudio liderado por la Universidad de Sevilla. El análisis se basa en datos de 10 países y 148 universidades europeas con un claro enfoque en la investigación entre 2011 y 2019. Hemos considerado la financiación institucional y por proyecto tanto a nivel nacional como a nivel de universidades y analizado su efecto sobre la cantidad y la calidad de las publicaciones.

En ninguno de los niveles aparece un efecto diferenciador entre los dos tipos de financiación.

Fuerte aumento de la financiación por proyecto

Los resultados contrastan con el fuerte aumento de la financiación de la investigación por proyecto desde los años 1980 en la gran mayoría de los países europeos.

La principal justificación de esta evolución se fundamenta en el supuesto, por parte de los ministerios y agencias de financiación, de que la financiación de la investigación por proyectos supone una mejora del rendimiento académico debido a su naturaleza fundamentalmente competitiva.

Bajo esta modalidad, se financia a un grupo o un individuo para llevar a cabo una actividad de investigación definida generalmente sobre la base de una propuesta que describe las actividades a realizar.

La selección de estas propuestas se sustenta en un proceso competitivo en el cual las agencias públicas deciden financiar en función de una evaluación de calidad y apoyándose en un conjunto de criterios acordados.

En cambio, la financiación institucional se define como la financiación de instituciones sin selección directa de proyectos que deben llevarse a cabo. Bajo este modelo, la institución receptora (y no la organización que financia) tiene discreción sobre los proyectos que deben llevarse a cabo.

Los argumentos en pro y contra la competición

La financiación por proyecto se defiende en base a tres argumentos fundamentales:

  • mejora el rendimiento académico;

  • debería llevar a la selección de los mejores investigadores a través de una evaluación estandarizada de proyectos;

  • incentiva temas específicos de investigación de interés para las organizaciones financiadoras públicas o privadas y aumenta el impacto socioeconómico de la investigación.

Las llamadas a concurso incentivarían a los investigadores para proponer proyectos de alta calidad ya que mejorarían su reputación.

Otro argumento señala que la financiación por proyecto llevaría a investigaciones de más corto plazo, más aplicadas y menos arriesgadas que la financiación institucional, que fomentaría una ciencia más exploratoria.

Una explicación para aumentar la proporción de financiación por proyecto es que, mientras que la investigación exploratoria podría ser percibida por los comités de evaluación como con menos probabilidades de producir resultados tangibles, los proyectos más aplicados ofrecerían más garantías y, por lo tanto, serían más convincentes a la hora de decidir si proporcionar o no financiación para la investigación.

El análisis produce resultados ambiguos

En contraste con el aumento de la financiación por proyecto a lo largo de las últimas décadas, la evidencia empírica disponible sobre el efecto de esta modalidad en el rendimiento de la investigación ha sido hasta ahora inconcluyente.

Mientras que algunos estudios encuentran un impacto positivo de la financiación de proyectos en la producción de investigación, otros no hallan una conexión directa entre este tipo de incentivos financieros y la producción científica.

Un estudio más reciente resalta una relación negativa entre la financiación de proyectos y el rendimiento científico.

Además, la mayoría de estos estudios citados se enfocan en un solo nivel (nacional o universitario) y utilizan indicadores diferentes para medir el rendimiento académico (suelen medir o bien la cantidad o bien el número de citas).

Nuestros resultados

El estudio realizado en la Universidad de Sevilla integra las diferentes perspectivas para proponer un análisis multinivel (nacional y universitario) y analiza tanto la cantidad de publicaciones como los artículos más citados como medidas de la producción académica.

Los resultados confirman que la única variable que tiene un impacto positivo tanto sobre la cantidad como la calidad de las publicaciones es el importe de los presupuestos dedicados a la investigación.

En cambio, ni la modalidad de financiación por proyecto ni la modalidad institucional impactan sobre el rendimiento académico.

Los datos analizados entre 2011 y 2019 también ilustran que durante esta década y en contraste con los 30 años anteriores, las proporciones de financiación institucional y por proyecto de la investigación se han estabilizado en la mayoría de los países europeos.

Después de décadas de aumento, es posible que los niveles de financiamiento de proyectos y financiamiento institucional hayan alcanzado un equilibrio relativamente estable en el que el financiamiento institucional proporciona niveles aceptables de estabilidad dentro de los sistemas nacionales, mientras que el financiamiento de proyectos brinda la flexibilidad necesaria.

Mientras la financiación institucional permite la realización de investigaciones de largo plazo, la modalidad por proyecto permite a su vez a los Estados orientar la investigación hacía prioridades nacionales.

Ambos mecanismos son necesarios, pero ninguno garantiza la mejora de la ciencia.


martes, 7 de noviembre de 2023

Ciencia, productivismo y meritocracia: Investigación y ciencia desde el malestar y el deseo

Publicado en El Salto
https://www.elsaltodiario.com/investigacion/investigacion-ciencia-malestar-deseo




INVESTIGACIÓN

Investigación y ciencia desde el malestar y el deseo

El modelo de gestión de la ciencia se puede redefinir situando al personal de investigación y sus condiciones materiales como origen de toda la significación científica.


Ciudad Universitaria Universidad 


Guillermo Muñoz Matutano
Investigador del Instituto de Ciencias de los Materiales de la Universitat de València. Especialista en tecnologías cuánticas con semiconductores. Miembro de la asociación Piratas de la Ciencia, integrada en Marea Roja de la Investigación.

4 NOV 2023

La acción y la defensa de la actividad en la ciencia necesita nuevos sentidos que la impulsen. Una importante influencia en esta búsqueda de sentidos la podemos encontrar en el área de investigación clasificada como la historia desde abajo, que aborda “la historia colocando a los trabajadores comunes en el centro del estudio”. Siguiendo este ejemplo, el modelo de gestión de la ciencia se puede redefinir situando al personal de investigación y sus condiciones materiales como origen de toda la significación científica. La propuesta de fuentes de sentido guiadas por estas premisas queda enmarcada en el seno de las luchas internacionales para mejorar las condiciones del conjunto de la sociedad trabajadora.

Este sentido crítico nace desde un malestar cronificado, compartido y sufrido durante décadas. Un malestar que señala a la precariedad como etiqueta de época y adjetivo de cualquier entorno laboral actual. Sin embargo, el malestar se constituye como etapa previa para dar pasos hacia los procesos de emancipación. Es durante esta transición cuando aparecen preguntas que nos permiten reencontramos con una fuente de sentido, como aquella que nos cuestiona: ¿es esto vivir? En la respuesta aparece una propuesta política que nos transforma desde sujetos definidos por los malestares hacia sujetos de resistencia activa. En palabras de López Petit: “El malestar hay que politizarlo. El malestar no es sólo lo que nos pasa a nosotros individualmente, sino la apertura a otras posibilidades de existencia”.

No son los resultados finales, ni la abstracción más generalista de la ciencia lo que sostiene la producción de la investigación, sino el conjunto del personal de investigación y su dignidad laboral
La adquisición de sentido crítico aparece como un discreto desplazamiento de coordenadas. No son los resultados finales, ni la abstracción más generalista de la ciencia lo que sostiene la producción de la investigación, sino el conjunto del personal de investigación y su dignidad laboral. Marina Garcés ya nos advertía que “solo se puede enseñar a pensar con valentía desde las condiciones materiales y las relaciones laborales dignas”. Por tanto, solo podremos pensar en producir ciencia de alto valor social al resignificar el contexto de la ciencia, ofreciendo alternativas de transferencia como opciones de dignidad social y laboral. Es esta dignificación del trabajo la que revierte los efectos de la servidumbre, obstáculo de toda innovación. Porque desde este contexto, innovación y transferencia social deben significar “redistribuir el poder”.

La redistribución del poder afecta directamente a los modos de producción, pero, hoy, a la vez debe ampliar los espacios de lucha hacia las condiciones de la habitabilidad. Como señala el político chileno Daniel Jadue, “la cultura de lo productivo ha acabado equivaliendo a lo destructivo”. La ideología ilimitada de lo productivo ha acabado chocando con la finitud cultural de la materia y de la vida. La incorporación de las condiciones de habitabilidad frente a las de productividad reconfigura el marco desde donde consolidar los múltiples conflictos que hoy están activados desde el feminismo, el ecologismo, el postcolonialismo, pero también como lecturas críticas y transformadoras del papel de lo tecnológico y su relación con el entorno laboral. La defensa por la habitabilidad abre un frente de lucha que hoy es transversal y multipolar.

El problema de la habitabilidad en la ciencia y la investigación exige revisar el propio papel de nuestra producción y gestión científica

Pero esta posición destacada de la habitabilidad debe proyectarse localmente sobre el día a día de nuestras prácticas y la gestión de los recursos compartidos. La habitabilidad, de esta manera, cuestiona el funcionamiento diario de nuestras instituciones. Como advierte Diego Sztulwark, “el problema de la forma de vida es inseparable de las instituciones colectivas. Instituciones de lo común y vida virtuosa van juntas”. En concreto, el problema de la habitabilidad en la ciencia y la investigación exige revisar el propio papel de nuestra producción y gestión científica.

Una revisión que debe incidir sobre el concepto de proyecto civilizador, como señala Stengers, pero formulada desde la más íntima materialidad de la práctica de nuestras instituciones. Debe constituir una crítica sobre el propio sentido de investigar. La adquisición y consolidación de dignidad y derechos ha de implicar una transformación desde un sistema de ciencia basado en el rendimiento, la capitalización y la competición, hacia otro sostenido por parámetros de habitabilidad, redistribución y cooperación.

La elaboración y formación de sentido debe venir acompañada por el tiempo de la atención. Una atención que también aparece como espacio de conflicto y de tensión social con una doble vertiente analógica y digital. El origen de la actual crisis de atención no puede situarse en los medios tecnológicos, sino en el contexto de sus usos y los posicionamientos previos. Unos medios y tecnologías que en ciencia e investigación quedan dominados por el negocio de la publicación de artículos. Con la irrupción de la IA y los modelos generativos, hoy la dominación se proyecta sobre la explotación comercial del proceso de escritura y de la edición de textos e imágenes. En el análisis de la atención, Franco “Bifo” Berardi asocia estos espacios digitales con una comunicación conectiva acotada por el intercambio de sintaxis informativa. Esta conectividad, sin embargo, deja de lado los aspectos caracterizados por la formación de vínculos y afectos, propia de la atención producida en una comunicación presencial conjuntiva.

La resignificación de la identidad investigadora debe ser entendida como una apuesta clara contra la cultura competitiva y meritocrática
Para Berardi, estar atentos significa habitar el presente. Este será uno de los requisitos en la formación de sentido, ir más allá de definirnos como sujetos que proyectan su identidad como posibilidad de futuro, esencialmente productivista. En ciencia e investigación hemos de abandonar la idea de identidad como currículo en expansión y en constante aceleración. La resignificación de la identidad investigadora debe ser entendida como una apuesta clara contra la cultura competitiva y meritocrática, ampliamente analizadas por autores como Michael Sandel. La cultura del éxito es mucho menos creativa, sorprendente y cooperativa que las ricas e importantes lecciones que se desprenden de las experiencias, en palabras de Jack Halberstam, de “fracasar, perder, olvidar, desmontar, deshacer, no llegar a ser, no saber…”. Experiencias, todas ellas, que cualquier profesional de la investigación experimenta cotidianamente. Recuperar la atención debe significar habilitar vacíos que liberen espacio para el pensamiento y la resistencia.

Sin embargo, para que el sentido crítico desencadenado por la atención sea efectivo y afectivo no puede estar únicamente motivado por el malestar. La liberación de los espacios debe estar acompañada por una experiencia de placer y alegría. Fue Simone Weil quien defendió que “la inteligencia no puede ser movida más que por el deseo. Para que haya deseo, es preciso que haya placer y alegría. La inteligencia crece y proporciona sus frutos solamente en la alegría”.

Pero, ¿qué significa esa alegría? La irrupción de las nuevas vidas-trabajo ampliamente descritas por autoras como Remedios Zafra en el análisis de la precariedad de las profesiones creativas, vincula los fenómenos de la hiper-productividad con cualidades emotivistas, como vocación, motivación y entusiasmo. Por tanto, esta alegría asociada a la recuperación del sentido y de la atención va mucho más allá de una confrontación simple entre pesimismo y optimismo. La mezcla entre lo privado, lo personal y lo laboral multiplica y complica los términos. Hoy hablamos de optimismo cruel, pesimismo irónico, hedonía depresiva, fatiga afirmativa…

Carla Bergman y Nick Montgomery comentan que “el concepto de alegría de Spinoza no es una emoción, sino que implica un aumento del poder de afectar y ser afectado”. En consecuencia, la alegría puede ser entendida como herramienta emancipadora que proporciona agencia colectiva e individual anti-productivista, pero que hoy se manifiesta a través de una enorme variedad de formas, incluso contradictorias. La capacidad de recuperar sentido necesita tanto de las formas de análisis pesimista, para estrechar el valor de la alianza, como de los afectos, de los vínculos comunitarios y del deseo humano.

El sujeto investigador como elemento individual de rendimiento está claramente vehiculado por una cultura hegemónica y simplista de la producción empresarial
Son precisamente esos afectos formados como vínculos colectivos los que experimentamos con la conjuntividad que subraya Berardi. De ahí nace su sugerencia por trabajar en la construcción de una nueva ética de la relación social. Los nuevos sentidos de la investigación han de ser sensibles a esta emergencia de la ética relacional. Los equipos de investigación y de trabajo de los proyectos científicos hoy en día atraviesan las paredes del laboratorio y se completan con personal de gestión, de administración, de comunicación... Las dinámicas de co-creación y co-investigación apuntan a estrategias de colaboración con el conjunto de la ciudadanía. El sujeto de la investigación es un sujeto colectivo. Visibilizar esta apuesta política, como base misma de la generación de sentido en la ciencia, supone una alternativa frontal a la idea de sujeto investigador como elemento individual de rendimiento, claramente vehiculado por una cultura hegemónica y simplista de la producción empresarial.

El modelo de producción de subjetividades lo podríamos encontrar en el contexto de la crisis del estado nación: “Los pueblos, las comunidades y los movimientos sociales han de convertirse en sujetos, no meros objetos de derecho, reconstruyendo formas de acción colectiva que trasciendan la visión clásica del Estado”. La recuperación de sentido en el seno de la investigación y la ciencia ha de ejercerse desde esta producción de subjetividades colectivas que nacen desde abajo.

Sobre nuestra geografía más cercana encontramos una emergencia de colectivos sociales vinculados a la defensa de los derechos y las condiciones del personal de investigación, como son la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI-Precarios), FPU Investiga, InvestiGal, Asemblea de Investigadoras de Compostela, Coordinadora Valenciana de Treballadores de la Ciència, Ciencia con Futuro, Investigación en Lucha, Jóvenes por la Investigación de Tenerife, Dignidad Investigadora, Asociación Nacional de Investigadores Hospitalarios, Red de doctorand@s del CSIC, FPI en lucha, Piratas de la Ciencia, o el sindicato CCOO-CSIC… todas ellas integrantes de la coordinadora Marea Roja de la Investigación. La acción desde estas organizaciones, intensamente dedicadas a ofrecer sentido, se proyecta sobre las necesidades del otro, y no solo desde las del yo.  

Una de las actividades desarrolladas en colaboración por todos estos colectivos son las Jornadas de Cultura Laboral en Investigación (J-CLI), cuya primera edición tuvo lugar en Santiago de Compostela, Valencia y Madrid, en semanas consecutivas de octubre de 2022. En ellas se puso en práctica todas estas formas de recuperación de sentido: el análisis del malestar y de la habitabilidad, los aspectos cooperativos, la formación de nuevos sujetos colectivos por medio de vínculos y afectos, la politización del ocio, las redes de apoyo e información… Remedios Zafra abría una de las jornadas organizadas en Valencia, y su propuesta quedaba comprimida con tres conceptos de resistencia: conciencia, alianza e imaginación. Conciencia crítica que nos permita situar al malestar. Alianza que nos ayude a formar estos nuevos sujetos colectivos. Imaginación, como acción que activa la alegría de esa inteligencia conjuntiva. Marea Roja de la Investigación prepara la segunda edición de J-CLI durante este mes de noviembre, repitiendo actividades en las mismas ciudades. Esta vez el lema de Zafra, “conciencia, alianza e imaginación”, se incluye como condensado de intenciones de las jornadas.   

domingo, 1 de octubre de 2023

ESPAÑA: Crece el número de retractaciones en investigaciones españolas

Publicado en Diarioenfermero
https://diarioenfermero.es/credibilidad-cientifica-juego-crece-retractaciones-investigaciones/



La credibilidad científica en juego: crece el número de retractaciones en investigaciones españolas

Publicado por: Diario Enfermero
septiembre 26, 2023

IRENE BALLESTEROS.- Falsificación, plagio, duplicación y fuentes no fiables. Cada año se detecta un mayor número de malas conductas en la elaboración de artículos científicos e investigaciones. Una mala praxis que está poniendo en juego la calidad de la ciencia, y no solo en nuestro país. Y es que, la veracidad de la ciencia no pasa por su mejor etapa, un hecho que se desprende del estudio «La retractación científica en España. Análisis de las características y razones», un proyecto elaborado por investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, en España y de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, cuyos resultados han sido presentados en el último Congreso de la Sociedad Española de Epidemiología.

Cuando se realiza una investigación científica bajo malas conductas se lleva a cabo un proceso de retractación, donde se indica que la publicación contiene conclusiones, resultados y datos que no son fiables y, por lo tanto, se solicita su corrección o se confirma que no pueden usarse para su reproducción, así como tampoco deberían servir como referencias para otros trabajos. Lo cierto es que, a pesar de parecer una actividad propia de las nuevas tecnologías, la retractación de publicaciones lleva existiendo muchos años. «Desde finales de los años 70 la retractación de artículos se ha llevado a cabo y el proceso de detección e investigación de las publicaciones se ha ido perfeccionando desde entonces», explica Roberto Guerrero, doctor en enfermería y miembro del Instituto Español de Investigación Enfermera del Consejo General de Enfermería (CGE).

Pero ¿por qué se está incrementando esta mala práctica si ya existen herramientas potentes para evitarla? «Que haya un mayor número de retractaciones se puede entender desde tres aspectos relevantes: que se incrementen los casos de mala conducta científica debido a la presión por publicar, que la cantidad de artículos publicados al año haya aumentado considerablemente y porque los sistemas de detección de artículos erróneos se hayan perfeccionado, gracias a la disponibilidad de tecnología específica para ello», continúa el enfermero.

Impacto directo en la sanidad

La retractación es el único proceso que permite detectar y corregir las malas conductas en la investigación científica. En total, este estudio ha logrado detectar, hasta el 26 de enero de 2023, 374 retractaciones, un número que hace especial daño a la ciencia y, por lo tanto, impacta de forma directa en la sanidad, pues es un claro indicador de la falta de credibilidad y veracidad de sus investigaciones. «La mala práctica científica da lugar a la aparición de mala ciencia, de la que se sacan conclusiones erróneas sobre los problemas de salud y su abordaje. Esto, sin duda, tiene un impacto negativo en la atención sanitaria, dado que los profesionales pueden tener una base de evidencia errónea y sus intervenciones pueden tener efectos nocivos en la salud de las personas», afirma Guerrero.

Un claro ejemplo de su impacto en el ámbito sanitario es el COVID-19. La pandemia trajo consigo la inmediatez y obligó a toda una humanidad a consumir y fabricar contenido científico sobre el avance del virus y sus causas desconocidas. Los artículos científicos publicados con COVID-19 en sus titulares se cuentan por millones. Lo cierto es que una gran parte de ellos han sido retractados. Retraction Watch, un blog dedicado a informar sobre retractaciones de artículos científicos y temas relacionados, ha podido detectar 369 artículos sobre COVID-19 que han sido retractados.

Investigación enfermera

Ni todas las retractaciones son iguales, ni todas tienen la misma repercusión e impacto. Tal y como apunta el Código de Buenas Prácticas Científicas, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, «las violaciones más serias de la buena práctica científica son la fabricación y falsificación«. Dentro de las malas conductas practicadas también se encuentra el plagio, la duplicación, los problemas éticos o legales y los datos o resultados no veraces y, por tanto, tampoco fiables.

De las 374 retractaciones detectadas, el 77% de ellas son biomédicas. Pero ¿cómo se presenta el panorama en el ámbito de la enfermería? «De momento, la investigación enfermera no está situada entre las que sufren más retractaciones, en comparación con la investigación médica o farmacéutica. No obstante, se debe realizar un seguimiento sobre los casos de retractación que van apareciendo y analizar los ejemplos de mala práctica investigadora para realizar una labor de concienciación sobre ello», continúa el enfermero investigador.

¿Soluciones?

Más allá del uso de herramientas específicas, la duda más repetida es cómo mejorar la calidad de las publicaciones científicas.

«En primer lugar, debemos entender nuestra responsabilidad en la corrección de errores detectados, ya se detecten en publicaciones propias o en ajenas. Desde el mundo editorial se deben mejorar los esfuerzos sobre procesos de revisión más robustos, mediante la formación y el reconocimiento oficial de los revisores. Hoy en día hay disponibles plataformas para el reconocimiento y la formación de revisores científicos, como Publons, Clarivate o Elsevier», explica Guerrero.

Para contribuir a una buena práctica investigadora, los enfermeros «desde el Instituto Español de Investigación Enfermera queremos promover la contribución proactiva para velar por la buena práctica investigadora, ya sea mediante la comunicación de errores propios de la investigación y su corrección, como la comunicación a editores sobre sospechas de mala conducta detectadas en los trabajos que consumimos. Al fin y al cabo, nuestro objetivo como investigadores no es otro que crear conocimiento de la realidad tal y como es«, concluye este enfermero investigador.



viernes, 23 de junio de 2023

El neoliberalismo destruye la innovación científica

Publicado en Jacobin
https://jacobinlat.com/2023/06/10/el-neoliberalismo-destruye-la-innovacion-cientifica/




El neoliberalismo destruye la innovación científica

TRADUCCIÓN: FLORENCIA OROZ

En las últimas décadas, los científicos han realizado cada vez menos avances innovadores. La culpa la tiene el modelo académico, cada vez más competitivo y basado en métricas, que desalienta la creatividad y la asunción de riesgos.

Cuando pienso en ciencia «disruptiva», recuerdo al primer científico pionero que vi: el difunto premio Nobel Oliver Smithies. En la presentación que le escuché, reflexionó sobre su vida y aconsejó a jóvenes científicos sobre sus carreras. «Muy a menudo las ideas para investigar surgen de nuestras experiencias o recuerdos», dijo. «Solo hace falta un momento para que surja la idea, pero a veces hace falta toda una vida para demostrar que funciona».

Smithies pensaba que era importante perseguir pacientemente las grandes ideas, aunque eso supusiera largos periodos de baja productividad. El consejo era estupendo, pero seguirlo hoy sería probablemente un suicidio profesional.

Smithies se doctoró en un tema que no interesaba a nadie. Inventó una máquina, el osmómetro, un aparato para medir la concentración de partículas en una solución, que nadie acabó utilizando. La publicación de su tesis apenas fue citada por otros científicos. Pero para Smithies, este momento de científico en formación fue crucial: adquirió independencia y aprendió a investigar correctamente.

Tras su tesis, decidió cambiar totalmente de rumbo y estudiar la insulina. Su investigación fracasó en gran medida a la hora de aportar nuevos conocimientos, pero en sus proyectos paralelos hizo su primer descubrimiento «disruptivo». A partir de las observaciones que hizo viendo a su madre lavar la ropa cuando era niño, Smithies desarrolló geles de almidón para la purificación de proteínas. Estos geles serían la base de uno de los métodos más transformadores de la biología molecular: el Western blot. En la actualidad, los Western blots se realizan con regularidad en laboratorios de todo el mundo y suelen ser el paso previo para muchas incursiones en nuevas investigaciones científicas.

Aunque es difícil pensar en una contribución más digna, Smithies nunca ganó el Premio Nobel por el Western blot. En cambio, recibió el premio por otra cosa, después de volver a cambiar de campo. Smithies recibió el Nobel por el primer enfoque exitoso de la selección de genes en ratones.

Según un estudio reciente, los descubrimientos disruptivos como los de Smithies han disminuido drásticamente en las últimas décadas. Los artículos y patentes disruptivos se definen como publicaciones que cambian la dirección de un campo, redefinen la ciencia ya existente y tienen el potencial de transformar nuestra comprensión del mundo, incluido lo que se enseña en los cursos de introducción a la ciencia en todo el mundo. Los datos de los autores son convincentes: tales disrupciones en la ciencia han experimentado un descenso constante y pronunciado en las últimas décadas.

Cuando la ciencia aún era disruptiva

Por qué la ciencia es cada vez menos disruptiva? La reciente publicación de Michael Park, Erin Leahey y Russell J. Funk en Nature suscitó un animado debate en la comunidad científica. Muchos creen que es una característica inherente al campo que los hallazgos más disruptivos se produzcan en el momento de la concepción de nuevas áreas de estudio: avances «al alcance de la mano». Pero los autores sostienen que tales hipótesis no explican adecuadamente sus observaciones. En su lugar, sugieren varios problemas sistémicos que pueden explicar el declive de la capacidad disruptiva, como el hecho de centrarse en la cantidad de publicaciones en lugar de en la calidad.

En mi opinión, los principales problemas que conducen al declive de la «ciencia disruptiva» son estructurales. El principal es el carácter cada vez más competitivo y basado en métricas del mundo académico. Aunque este sistema pretende ofrecer criterios objetivos de mérito científico, en realidad resta la libertad necesaria para la ciencia disruptiva e incentiva a los investigadores a aumentar sus «puntuaciones de éxito» en lugar de centrarse en la ciencia innovadora.

Hoy en día, una carrera como la que describe Smithies es impensable. Los científicos no cambian el enfoque de su investigación. Más bien, tienden a ser cada vez más estrechos en su investigación, algo que Park et al. cuantifican. También es casi imposible tener una carrera científica sin publicar artículos importantes a cada paso del camino.

Publicar o perecer¿Por qué los científicos de hoy en día evitan tomarse la libertad que Smithies consideró tan crucial para su propia carrera? La razón por la que es tan raro que los científicos se tomen un año sabático o cambien de campo es sencilla: están atrapados en un sistema de competencia brutal. Si te tomas un descanso o no publicas durante un tiempo, estás fuera.

En un elegante artículo, la socióloga francesa Christine Musselin muestra cómo la competencia llegó a estructurar la ciencia académica. La competencia entre universidades por el estatus se convierte en una rivalidad alimentada por el Estado como «organizador de la competencia».

Al principio, el Instituto Nacional de Salud (NIH) concedía financiación sobre todo a centros o proyectos comunes («subvenciones P01»). En la década de 1970, este sistema de financiación fue rápidamente sustituido por subvenciones para investigadores individuales concedidas en concursos cada vez más estandarizados («subvenciones R01»). Mediante el mecanismo de una «tasa de costes indirectos», parte del dinero que los investigadores individuales reciben de estas subvenciones va a parar a sus universidades. De este modo, la financiación federal de las universidades pasó a depender de los buenos resultados que obtuvieran sus investigadores en los concursos para obtener subvenciones federales.

En teoría, las contiendas entre científicos no tienen por qué ser algo malo. Como dice Musselin, la competencia existía en la ciencia incluso cuando era más disruptiva. Lo que cambió fue la naturaleza de esta competición entre científicos. En la búsqueda de medidas que las universidades y el Estado puedan utilizar para clasificar a sus competidores, estas instituciones buscan métricas objetivas de la calidad de los investigadores. Es este intento de «objetivar al genio» lo que acaba erosionando la ciencia disruptiva.

Estas métricas se basan en las publicaciones de los investigadores. Algunas mediciones, como el Índice H, miden la frecuencia con la que las publicaciones de un científico son citadas por otros científicos. Otras, como el «factor de impacto», utilizan como indicador el registro de citas de las revistas en las que publica el científico. El valor «objetivado» de los investigadores no solo ha servido para las clasificaciones universitarias, sino que también ha llegado a determinar la distribución de las subvenciones federales y los puestos de profesorado.

A primera vista, el sistema parece una forma elegante de abordar un problema que probablemente era aún peor en el pasado: si atribuimos puntuaciones objetivas de calidad a los científicos y las utilizamos, por ejemplo, para distribuir los puestos de profesor, dependemos menos de decisiones subjetivas, que pueden permitir el nepotismo y los prejuicios individuales para determinar quién avanza. Pero el descenso medido de la ciencia disruptiva sugiere que el sistema no funciona realmente como se pretende. Al contrario, crea incentivos que son veneno para la investigación innovadora.

El «laboratorio productivo»Una vez que una carrera depende de un sistema de puntuación, los investigadores tratarán de optimizar sus puntuaciones. En lugar de una competición por hacer la mejor ciencia, los científicos cazan «puntos de impacto».

¿Cómo se llega a ser el mejor puntuado? En primer lugar, se obtiene una mejor puntuación cuando se aumenta la producción de artículos. La forma más fácil de aumentar esa producción es contratar a personas cuyo trabajo y capacidad intelectual le permitan producir más artículos por los que obtendrá reconocimiento.

El incentivo para los profesores es claro: consiga el mayor número posible de trabajadores subordinados y tendrá más publicaciones. Cierta característica del sistema de publicación garantiza que contratar a más aprendices nunca sea perjudicial: la división entre «primer» y «último» autor. Los profesores obtienen su moneda por ser últimos autores (el último nombre en la lista de personas que publican el artículo), mientras que los trabajadores reciben créditos de primer autor. Para los investigadores, «último autor» significa «esta persona es el cerebro del estudio», y «primer autor» significa «esta persona hizo el trabajo práctico».

El ejemplo de Smithies demuestra que los científicos disruptivos necesitan libertad para plantearse cuestiones por curiosidad. Smithies tenía esa libertad porque sus profesores, en todas las etapas de su carrera, le veían como a un compañero y no como a un empleado. En los laboratorios modernos con profesores que adoptan plenamente el modelo de competencia en el mundo académico, los jóvenes investigadores son empleados, no compañeros.

Como sugiere un comentario reciente en el debate en torno a la ciencia disruptiva, los jóvenes científicos se centran hoy en día en un «enfoque ejecutivo y basado en los resultados» en lugar de dedicarse a la investigación creativa impulsada por la curiosidad. En mi opinión, este cambio en la formación de los jóvenes investigadores no se debe a estilos de enseñanza erróneos. Por el contrario, es la consecuencia lógica de la transformación de la relación profesor-formando, alimentada por el actual esquema de competencia en la ciencia.

Productividad y especializaciónEl énfasis en la «productividad de la investigación» no solo determina la forma de actuar de los científicos senior, sino que también restringe fundamentalmente a los científicos junior. Estas restricciones son más evidentes en el punto de transición entre aprendiz y profesor.

Para ser profesor, hay que conseguir «becas de inicio». En Estados Unidos, la principal beca inicial en ciencias biológicas es la K99 de los NIH. Para recibir una beca K99, tienes que demostrar tu productividad. Y tu productividad se demuestra con publicaciones a lo largo del tiempo.

Para medir esta productividad, necesitas un plazo de tiempo determinado. Los científicos noveles solo pueden solicitar una beca K99 durante los tres primeros años y medio de su posdoctorado. Durante este tiempo, los científicos tienen que demostrar su productividad con artículos como primeros autores.

Pero los distintos tipos de investigación no son racionalmente comparables de este modo. Digamos que hay dos investigadores: uno es un biólogo computacional que utiliza datos preexistentes para su investigación y el otro investigador estudia el efecto del envejecimiento del sistema inmunitario y debe realizar sus propios experimentos. El biólogo computacional no tiene problemas para publicar en tres años y medio. Pero para el investigador centrado en el envejecimiento, cada experimento le lleva un año. A menos que tengan mucha suerte, no hay forma de que puedan publicar a tiempo.

Debería ser obvio que las limitaciones de tiempo como las impuestas por la necesidad de ganar subvenciones de inicio seleccionan un determinado tipo de investigación. El investigador interesado en el envejecimiento probablemente tendrá que elegir entre proseguir su investigación impulsada por la curiosidad y arriesgar su carrera, o perseguir un proyecto que sea «factible» para publicar más artículos rápidamente. Por desgracia, la ciencia más fácilmente publicable es probablemente la menos perturbadora. La probabilidad de publicar es mayor si se sigue la investigación de su supervisor y se estudian cuestiones que arrojan resultados predecibles.

Las restricciones impuestas a los investigadores por la «viabilidad» y la «productividad» no se limitan a las subvenciones iniciales: los NIH enumeran explícitamente la «viabilidad» como uno de los criterios clave en la evaluación de todas las subvenciones. Detrás de esta decisión se esconde una valoración de la «productividad» por encima de la «creatividad» en la estructura competitiva del mundo académico.

El corsé neoliberalLos incentivos que se derivan del modelo competitivo del mundo académico moderno limitan la libertad de los investigadores de un modo que suprime la ciencia disruptiva. Pero, ¿cómo podemos deshacerlo? Un primer paso es entender por qué el mundo académico se transformó de esta manera en primer lugar. Y en el centro de esta transformación está la neoliberalización de la ciencia.

El punto de vista imperante del capitalismo neoliberal dice que una competencia (supuestamente) meritocrática es la mejor manera de estructurar la sociedad y maximizar el crecimiento económico. La objetivación del valor de la investigación es una forma del fenómeno más amplio de la mercantilización en constante expansión bajo el capitalismo; la transformación de los aprendices en manos de alquiler es un ejemplo de la alienación descrita por Karl Marx, en la que los trabajadores son separados de los frutos de su propio trabajo y de su control sobre el proceso productivo. Y detrás de los métodos actuales de evaluación de la «viabilidad» de la investigación científica, podemos encontrar las mismas prácticas que despliegan las instituciones financieras para el «análisis de riesgo» de las inversiones.

Enfrentarse a una catástrofe climática y a una crisis en la distribución de la riqueza debería hacernos repensar este enfoque de la organización de la vida social. Pero para la ciencia, el problema es evidente: la estructura de un mercado competitivo no favorece en primer lugar una buena investigación.

En primer lugar, la objetivación de la exploración y la innovación científicas de la forma que exige el capitalismo no favorece los avances científicos, porque la mayoría de los descubrimientos revolucionarios, por su naturaleza, son impredecibles. Por ejemplo, cuando Francis Mojica empezó a estudiar patrones repetitivos en el ADN de las bacterias, a nadie le importó. Las grandes revistas se negaron a publicar sus hallazgos. Hoy sabemos que ese trabajo fue, de hecho, la base de quizá el mayor descubrimiento de la biología moderna: las tijeras genéticas CRISPR/Cas9, que están revolucionando la biología molecular y las ciencias de la vida.

En segundo lugar, la transformación de la relación mentor-aprendiz de igual a igual en jefe-trabajador asalariado tampoco tiene mucho sentido para el mundo académico a gran escala: los aprendices de hoy son los profesores de mañana. Suprimir la autonomía y la creatividad de los aprendices convirtiéndolos en trabajadores asalariados es perjudicial para la futura generación de profesores, que entonces habrán perdido su capacidad de pensar creativamente y habrán sido entrenados para tomar opciones menos arriesgadas.

Por último, si aceptamos que los avances son impredecibles, debemos comprender que la buena ciencia nunca puede «cuantificarse» como un producto. La ciencia más disruptiva requiere probablemente mucho más tiempo que otras investigaciones. También requiere asumir grandes riesgos: por ejemplo, que los científicos decidan cambiar de campo o estudiar algo totalmente nuevo. Si seguimos midiendo la calidad de la investigación como «productividad predecible» y distribuimos los recursos y los puestos en consecuencia, nos perderemos mucha ciencia disruptiva.

Recuperar la disrupción limitando la competenciaPara recuperar la ciencia disruptiva, tenemos que limitar el esquema de competencia que, en última instancia, ha mermado nuestra capacidad para llevar a cabo una investigación impulsada por la curiosidad. Un primer paso podría ser reforzar la financiación garantizada de las instituciones y reducir los recursos que hay que adquirir en los concursos de subvenciones, especialmente para los jóvenes investigadores.

Además, habría que reducir drásticamente los intentos de «puntuar» el valor de los investigadores a través de su historial de publicaciones. En su lugar, debemos aceptar el hecho de que el valor científico no puede cuantificarse. Por tanto, las decisiones sobre los puestos del profesorado deben basarse en gran medida en juicios cualitativos. Para evitar el nepotismo y la discriminación injusta, deberíamos aumentar radicalmente la participación democrática en la toma de decisiones institucionales. La contratación de profesores, por ejemplo, podría ser votada por todo el profesorado, e incluso por los posdoctorales.

Por último, debemos invertir la reciente transformación de la relación mentor-aprendiz. Los límites a la composición de los grupos de investigación podrían ayudar en este sentido, ya que la mayoría de las estructuras «explotadoras» se caracterizan por un gran número de posdocs altamente cualificados que permanecen durante mucho tiempo bajo el control de un único profesor. Y los sindicatos de estudiantes de postgrado y postdoctorales son esenciales para empoderar a los becarios y hacer oír sus preocupaciones de una forma que el sistema actual no permite.

No se predijo que el trabajo de Kati Kariko sobre las vacunas de ARNm tuviera algún valor. Como consecuencia, casi se vio obligada a abandonar el mundo académico porque no pudo conseguir financiación ni un puesto de profesora titular. Según un artículo del New York Times, Kariko «necesitaba subvenciones para llevar a cabo ideas que parecían descabelladas y extravagantes. No las consiguió, a pesar de que se premiaron investigaciones más mundanas».

Su trabajo, por supuesto, acabaría siendo la base de las vacunas COVID-19 que salvan vidas. Reformando la ciencia para volver a poner en el centro la investigación impulsada por la curiosidad, podemos asegurarnos de no perdernos más descubrimientos importantes como el suyo.

ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...