Disponible en Repositorio Institucional CONICET Digital
https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/175850
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Noticias sobre publicación, comunicación, evaluación y política científica y tecnológica
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David Rodríguez Mateos
Departamento de Comunicación
Universidad Carlos III de Madrid
Da Silva, Filipe; Núñez, Georgina. La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia (2021). Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). 51 p. Disponible en: <https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47540/1/S2100764_es.pdf>. [Consulta: 24/10/2022].
La recopilación y el uso de datos masivos constituye uno de los sectores más complejos, más rentables y con mayores perspectivas de desarrollo en este siglo. Son, por lo tanto, numerosos los análisis que tratan de describir sus principales hitos, así como los interrogantes y retos que continuamente surgen a cada paso.
En esta línea se incluye el informe La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia, una mirada diferente más allá de otras perspectivas dominantes, ya sean eurocéntricas, anglosajonas o asiáticas. El informe está editado por la CEPAL, comisión regional de las Naciones Unidas para el desarrollo económico de América Latina. Resulta, pues, lógico que su enfoque sea principalmente económico, es decir, que se centre en las implicaciones comerciales o industriales de las herramientas descritas, sin entrar en detalles tecnológicos ni sobre cómo se gestionan los contenidos en las mismas.
La primera mitad del informe está enfocado sobre las plataformas digitales, definidas como una arquitectura o ecosistema de intercambio de datos para crear valor entre todos sus integrantes, ya sean creadores, comercializadores o usuarios de esos datos. Todas las interacciones, en cualquier sentido, generan continuamente datos que pueden tener nuevos valores para cualquiera de los implicados en su intercambio. El amplio catálogo de esas interacciones, no obstante, puede ser agrupado en seis categorías básicas: mercados digitales, buscadores, repositorios, plataformas de comunicación, comunidades y sistemas de pago.
La mayoría del trabajo está enfocado sobre una de estas categorías, los mercados de datos. El informe incluye un capítulo específico que define los mercados de datos y sus características; presenta algún ejemplo completo de sectores donde se han desarrollado; y señala algunos requisitos necesarios para su desarrollo en América Latina: la necesidad de desarrollar iniciativas nacionales o internacionales que los favorezcan, pero también de establecer regulaciones específicas.
Como ejemplos que puedan influir para el desarrollo de estas iniciativas o de posibles regulaciones, se mencionan a modo de ejemplo casos externos, como las iniciativas de la Unión Europea, pero también los trabajos en países de la propia región. Entre estos, destaca el ejemplo de Colombia, así como menciones a países como Chile, México y Perú.
En cuanto a las regulaciones, el informe se centra, sobre todo, en la necesidad de acuerdos transnacionales en los que participan los países de la región para facilitar el flujo de datos. Es el caso del MDR, dentro de la Alianza del Pacífico, que engloba a los cuatro países citados. Pero también presenta ejemplos entre estos países y otros ajenos a la región, como el DEPA, en el que participa Chile con Nueva Zelanda y Singapur; o el T-MEC, entre México, Estados Unidos y Canadá.
El texto incluye algunas explicaciones detalladas sobre sectores que se han datificado notablemente, incluyendo aquellos surgidos expresamente a partir de la digitalización masiva de datos, como las fintech; y asimismo, en otras áreas más tradicionales que se han adelantado en esa explotación de sus datos, como la agricultura en Brasil, o la industria automotriz en general, de especial importancia en ese país, Argentina o México.
En conjunto, el informe ofrece un notable esfuerzo de síntesis sobre estos complejos temas que, por otra parte, se mantienen en continua evolución. A cambio, adolece en algunos casos de una edición que podría ser mejorada, tanto en lo formal como en la conexión entre algunas de las secciones de su contenido; presenta alguna inconcreción en varias definiciones propuestas, y el desarrollo de algunas secciones es vago en comparación con otras similares.
El mayor interés del informe es su recopilación y resumen de contenidos y casos sobre el tema, tanto a nivel local como internacional. Su perspectiva regional puede resultar de gran interés a instituciones y empresas de países como España, que comparten una lengua común.
Google Analytics ahora ilegal también en Francia, es posible que pronto sea ilegal en España y otros países Europeos.
Buenos días,
La Agencia de Protección de Datos de Francia (CNIL) ha declarado ilegal el uso de Google Analytics. La decisión es consecuencia de la resolución del TJUE en julio de 2020 que invalidó el conocido como ‘Privacy Shield’, que permitía transferir los datos personales a los Estados Unidos. Tras la sentencia, cuya doctrina se conoce como ‘Schrems II’, la transferencia de datos como los utilizados en Google Analytics es ilegal y por ende, las distintas agencias de protección de datos están tomando esta decisión.
El primer país en bloquear Google Analytics fue Austria en enero. Pero sabíamos que se extendería a más países, pues la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la UE es extensible a distintos países y a distintas empresas.
Francia se une a Austria y puede ir a más. El TJUE declaró que la transferencia de datos a EE.UU incumplía el Reglamento General de Protección de Datos. La consecuencia directa es que el ‘Privacy Shield’, un acuerdo entre la Unión Europea y los Estados Unidos, terminó. Desde entonces, esta transferencia de datos se considera ilegal, a falta de una nueva ley que recoja este uso. Austria tomó el primer paso y ahora ha sido Francia, pero las distintas agencias nacionales pueden tomar una postura similar. Por su parte, CNIL ha ordenado a empresas y operadores que dejen de utilizar Google Analytics.
La AEPD no se ha pronunciado al respecto, como tampoco lo ha hecho el Comité Europeo de Protección de Datos (EDPB)
Hugo Agud - Orex Digital
Publicado en Milenio
https://www.milenio.com/negocios/yuval-noah-paises-desarrollo-tecnologico-colonias-datos
La economía digital representa una seria amenaza para países como México (en donde no hay desarrollo de tecnologías de la información), debido a que existe el riesgo de que se conviertan en “colonias de datos” de los futuros “imperios” de la Inteligencia Artificial (IA), aseguró el historiador y filósofo israelí Yuval Noah Harari.
En el foro virtual “¿Qué futuro estamos esperando?”, organizado por Sura Asset Management, Noah Harari advirtió que es latente el riesgo de que todo el poder y las ganancias de la economía digital se concentren en un grupo reducido de países.
Naciones como China y Estados Unidos, que son las que albergan a las grandes empresas de tecnología —Facebook, ahora denominada Meta, Amazon, Alphabet, Alibaba y Tencent—, serán los poderes dominantes, afirmó el autor de Sapiens (2011).
“Unas cuantas compañías y gobiernos que están cultivando los datos del mundo, pueden transformar al resto del mundo en colonias de datos”, recalcó Harari.
Recordó que en los siglos XIX y XX, las colonias únicamente proveían materias primas a potencias como Gran Bretaña y Estados Unidos, mientras que la riqueza que se generaba gracias a tecnologías producidas con esos insumos se quedaban en los países industrializados.
Es muy probable, dijo, que esto vuelva a ocurrir en la economía digital, solo que en el siglo XXI los insumos que los países colonizados exportarán hacia los imperios serán datos, pues éstos son “la materia prima para la industria de la IA”.
Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/2021/05/08/opinion/017a1eco
La conversión de nuestras características personales y de identificación a datos digitales, son un componente clave del capitalismo actual, llamado atinadamente capitalismo de vigilancia por Shoshana Zuboff. Los datos biométricos, especialmente rasgos faciales e iris, no sólo identifican a una persona, también son de enorme relevancia para interpretar emociones, lo cual es esencial para la lucrativa industria de venta de futuros conductuales, o sea, la apuesta y manipulación de nuestras conductas para empujarnos a hacer lo que deseen las empresas / gobiernos que lo paguen. Además, son fundamentales para el reconocimiento facial desde cámaras de vigilancia, incluso en aglomeraciones, sea con fines de control, represión o comerciales.
Todo se hace más grave porque el volumen de datos que implica este tipo de registro en poblaciones enteras sólo se puede almacenar y manejar en enormes nubes de computación, un sector brutalmente concentrado en pocas empresas. Más de la mitad del mercado global lo tienen las estadunidenses Amazon AWS, Google Cloud, Microsoft Azure e IBM, seguidas de la china Alibaba. También Oracle y Dell tienen porcentajes significativos. Las tres primeras, junto a Apple y Facebook, controlan, además, más de la mitad del mercado global de plataformas electrónicas, y junto a las chinas Alibaba y Tencent, más de dos tercios. Aunque las grandes empresas telefónicas colecten los datos –y los puedan usar para sus negocios– la mayoría, como Telcel y Telmex, contratan servicios de las anteriores.
Peor aún, varios niveles de gobierno, desde el federal a estados y municipios, albergan los datos electrónicos de parte o todas sus actividades –incluso registros de población o sectores de ésta (como estudiantes, pacientes, derechohabientes de diversos sistemas)– en esas mismas nubes, conectadas a sus plataformas. Dirán que hay regulaciones sobre acceso de éstas a los datos que almacenan, gestionan y/o dan servicio, pero además de muy insuficientes, no pueden controlar realmente lo que hacen estas gigantes. Hay ejemplos de abuso con impactos tremendos, como el de Cambridge Analytica que resultó en la elección de Trump, Macri, Bolsonaro y otros.
Esta nueva forma de organización capitalista se basa en la digitalización en todos los rubros industriales, junto a la plataformización electrónica de relaciones sociales, transacciones de comercio, financieras, compras domésticas y otras. También la instalación de mecanismos cada vez más avanzados de vigilancia dentro y fuera de los hogares, para avanzar en la conexión de todos los aparatos, para conocer –y sugerir, persuadir, empujar– nuestras conductas.
Todo ello ha causado múltiples impactos sociales, económicos, políticos, ambientales, laborales, en la salud; la mayoría negativos. Con la pandemia, la invasión electrónica de nuestra vida y trabajo se expandió enormemente e incorporó masivamente aspectos esenciales como educación, atención de la salud y reuniones de todo tipo.
Aunque la vigilancia con fines de control y represión por parte de gobiernos y autoridades es un efecto extraordinariamente magnificado y facilitado en esta nueva era capitalista, el interés principal de las empresas es la vigilancia de nuestra vida cotidiana para poder influir y manipular nuestras elecciones de consumo, políticas, sociales y educativas.
La extracción y almacenamiento de datos de las personas (además de ciudades, ecosistemas, territorios) que son cruzados con otros registros, manejados e interpretados con algoritmos de inteligencia artificial son una de las principales fuentes de ganancia de las gigantes tecnológicas. Es tan cuantiosa que nueve de las 10 mayores empresas con más alto valor bursátil son tecnológicas, varias con valor de mercado mayor que todo el PIB de México.
Ese lucro se basó en la primera generación de extracción y explotación de nuestros datos.
El siguiente paso fue no sólo vender datos agrupados por segmentos de interés para los anuncios de las empresas, sino vender la predicción y la modificación de las conductas de esos grupos. Para ello, la cantidad y calidad de datos que se puedan agregar y cruzar entre sí –como ubicación geográfica, educación, nivel de ingresos, preferencias de consumo, estado de salud, etcétera, son fundamentales. Por ello han crecido vertiginosamente las industrias de biometría y reconocimiento facial, porque permiten vigilar, interpretar y manipular mejor las emociones, un producto de alto valor para las empresas.
Pese a la alta penetración de esta realidad, la discusión social de los impactos del capitalismo de vigilancia es muy limitada, pero hay un debate importante desde organizaciones y activistas de base (https://tinyurl.com/vwmf4wzb).
Las regulaciones nacionales e internacionales necesarias para controlar y/o prohibir estas actividades, cuestionar los monopolios, etcétera, son ridículamente insuficientes o no existen. Refieren, además, a opciones y derechos individuales, cuando se trata de una explotación global y poblacional a la que necesitamos responder con debates y derechos colectivos. En este difícil contexto, hacer obligatoria la entrega de nuestros datos biométricos –sueño de las gigantes tecnológicas– es una pésima idea.
* Investigadora del Grupo ETC
Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...