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miércoles, 26 de abril de 2023

La trama saudí-española y la ley de Campbell: cuando el indicador corrompe tanto al indicador como a lo que se mide

Publicado en El País
https://elpais.com/ciencia/2023-04-22/la-ley-de-campbell-y-el-poder-blando-que-explican-la-trama-saudi-para-corromper-cientificos.html



"La ley de Campbell viene a decir que cuanto más se utilice un indicador para la toma de decisiones, más probable será que se corrompa tanto el indicador como la actividad que quiere medir."

ÉTICA CIENTÍFICA
ANÁLISIS


La ley de Campbell y el poder blando que explican la trama saudí para corromper científicos

El sistema necesita reformas que fortalezcan el papel de los investigadores y las instituciones frente a quienes tratan de comprar su prestigio

JAVIER SALAS
22 ABR 2023 - 03:09 CST

Hablemos de la ley de Campbell y del poder blando. De petrodólares y de cómo compran prestigio aprovechando nuestras vulnerabilidades. De la trama que ha destapado mi compañero Manuel Ansede en EL PAÍS, pero ampliando el foco para entender mejor el contexto.

La ley de Campbell viene a decir que cuanto más se utilice un indicador para la toma de decisiones, más probable será que se corrompa tanto el indicador como la actividad que quiere medir. En el mundo de la ciencia, un ejemplo claro es el llamado “publica o perece”: para ser alguien y tener derecho a plazas y contratos, debes mantener un ritmo insostenible de publicación de estudios.

Eso, como indica Campbell con su ley, provoca innumerables derivadas problemáticas: como el científico español con el récord de estudios retractados (tumbados) por ser basura académica: repetidos, manipulados o lo que fuere, con tal de aumentar su cuenta de papers.

O como el más reciente caso de Rafael Luque, que publica un estudio cada 37 horas y, sin sonrojarse, reconoce que los “pule” usando el famoso ChatGPT (que falla como escopeta de feria). Este químico lleva cinco años en la lista de investigadores más citados del mundo, elaborada por la empresa especializada Clarivate. Una lista que determina la posición en el ranking de universidades más prestigioso, el de Shangái: cuantos más científicos “muy citados” tienes en plantilla, mejor universidad eres. Para estas instituciones, la posición en ese listado es esencial; hoy lo encabeza la de Harvard.

Y como determina la ley de Campbell, es tan decisivo ese ranking que tenía todas las papeletas para corromperse: el sistema y quienes lo conforman.

Por eso, saltamos de Luque al listado de “muy citados” de Clarivate y a quienes tratan de manipularlo. Ansede descubrió que Luque, junto a otros muchos investigadores españoles, había declarado que su lugar de trabajo principal eran universidades saudíes para las que no trabajan. ¿Y por qué lo hacen? Por dinero. Las instituciones científicas de Arabia Saudí pagan bien para adquirir prestigio internacional; a algunos investigadores los fichan, directamente. Cero pegas a eso. Pero en este escándalo hablamos de corrupción: de recibir dinero a cambio de mentir y decirle a Clarivate que trabajas en la Universidad Rey Abdulaziz, aunque no hayas pisado en tu vida la península Arábiga.

España, por desgracia, es potencia mundial en eso: con 11 investigadores, somos el segundo país con más científicos que cambiaron su filiación a cambio de petrodólares, sabiendo que era mentira y que, además, perjudicaban a la universidad que verdaderamente les paga el sueldo a fin de mes.

En esta trama saudí, como en todas, hay que seguir el rastro del dinero. Y al hacerlo descubrimos a un personaje, un catedrático que hace de intermediario y que montó una empresa para enriquecerse como mediador entre estas universidades saudíes y los científicos españoles “muy citados” que se pudieran comprar.

¿En qué punto estamos? Hay abiertas investigaciones en marcha, declaraciones de algunos políticos —¿pero dónde está la ministra de Ciencia?—, mucho revuelo soterrado en las instituciones científicas, nervios entre personas que se corrompieron, dimisiones y más ceses que quizá estén al caer.

Reformar el sistema científico
Como en toda actividad colectiva, en la ciencia también hay flaquezas humanas y tentaciones muy carnales que se deslizan por las grietas de sistemas que no son perfectos, ni de lejos: el de estos rankings, los índices de valoración de científicos, las publicaciones al peso en revistas... Necesitan una reforma urgente porque la ciencia está muy expuesta a la ley de Campbell que, como vemos, es una de las leyes de las ciencias sociales que se cumple con mayor rotundidad.

Sobre todo cuando hay actores que pretenden sacarle todo el jugo. Aquí es donde entra eso que mencionaba del poder blando, esa forma de ganar influencia a través del prestigio cultural o intelectual y no con las armas y las agresiones financieras (el poder duro). El que quieren ejercer, lo estamos viendo estos años, países como Qatar o Arabia Saudí. No soy experto en geopolítica, pero tampoco hace falta ser Henry Kissinger para ver lo que está pasando.

Hace un par de semanas, España anunció su acuerdo de colaboración con un instituto de investigación en inteligencia artificial de Emiratos Árabes Unidos, ADIA Lab, que había elegido Granada como ubicación para su sede europea. Y dimitieron varios de los consejeros elegidos por el Gobierno español para asesorarle en este campo porque es un centro científico “financiado por un Gobierno [Emiratos Árabes Unidos] que no reconoce la independencia de la ciencia, que pisotea los derechos humanos, en especial de mujeres, de las comunidades LGTBQI+ e inmigrantes”.

Esta semana entrevistamos a la responsable de este conflicto, la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas. Y su respuesta, en pleno escándalo saudí, llama la atención: “No hay ningún conflicto ético. Esto es una financiación, no para un gobierno, no para un centro, sino para los científicos españoles”, aseguró, porque “una cosa son las relaciones diplomáticas, otra el activismo y otra la ciencia”. Y añadió: “¿O alguien pone en duda que un científico español, si es que se siente mínimamente dirigido en su investigación, no va a levantar la mano y va a decir que ya no quiere colaborar más con ellos? Los científicos son los que tienen libertad de decidir”.

Petrodólares en el espacio
La “libertad de decidir” tiene un punto controvertido cuando dejamos que reinen los petrodólares, como demuestran Luque y los demás científicos que se dejaron comprar. Como decía el editorial de EL PAÍS, la consecuencia más potente de la investigación de este periódico debe ser que “los responsables de confeccionar esos rankings revisen los criterios que aplican, sobre todo porque algunas de las universidades más prestigiosas del mundo pueden ver afectado su crédito ante la causa real de los altos puestos de algunas de ellas: dinero”.

El Mundial de fútbol comprado por Qatar y la celebración de partidos de campeonatos españoles en Riad, la capital saudí, pertenecen al mismo relato. Dictaduras que cabalgan sobre petrodólares en los terrenos más populares para limpiar su imagen internacional, como el deporte o la ciencia.

O el espacio. El próximo ejemplo tiene fecha: el 8 de mayo volarán a la Estación Espacial Internacional dos astronautas de Arabia Saudí. El piloto Ali Al Qarni y la científica Rayyanah Barnawi, especialista en cáncer, que se convertirá en la primera mujer saudí en el espacio, despegarán en un cohete Falcon 9 de SpaceX desde Florida como parte de la misión Axiom 2. Las misiones de Axiom son turismo espacial para forrados; los magnates de la Axiom 1 pagaron 50 millones de dólares cada uno y ahora paga el sátrapa saudí Mohamed bin Salmán. Gracias a los pasajes que proporciona Elon Musk, Bin Salmán podrá decir que su país ya ha puesto a una mujer en el espacio, al mismo nivel que Francia, Italia o Reino Unido, y algo que no han logrado Alemania o España.

Con las manos manchadas por la sangre del periodista Jamal Khashoggi, el príncipe saudí Bin Salmán saludaba el lunes a la joven investigadora Barnawi, pero esta vez con la sonrisa amable del poder blando. La de las supercopas de fútbol, las universidades prestigiosas y las mujeres astronautas. Nosotros seguiremos contando lo que hay detrás, porque apesta.

jueves, 20 de abril de 2023

Nuevo escándalo: universidad de ARABIA compra artículos de científicos españoles para subir en el ranking de Shanghái

Publicado en El País
https://elpais.com/ciencia/2023-04-20/un-catedratico-capta-con-su-empresa-tapadera-a-cientificos-espanoles-para-que-mientan-y-digan-que-trabajan-en-una-universidad-saudi.html?ssm=TW_CC




Un catedrático capta con su empresa tapadera a científicos españoles para que mientan y digan que trabajan en una universidad saudí

Una compañía del matemático Juan Luis García Guirao intermedia y cobra para que los investigadores declaren que trabajan en la Rey Abdulaziz y así auparla artificialmente en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo


El matemático Juan Luis García Guirao presume de haber sido el catedrático más joven de España. En 2011, con 33 años, alcanzó esa categoría en la Universidad Politécnica de Cartagena. Era un prometedor investigador experto en problemas aplicables en ingeniería. Una investigación de EL PAÍS revela ahora que García Guirao actúa desde hace años como intermediario de la Universidad Rey Abdulaziz, en Yeda (Arabia Saudí), y se lleva comisiones si logra convencer a científicos españoles para que mientan y declaren que trabajan en la institución saudí, para auparla artificialmente en las clasificaciones de las mejores universidades del mundo.

El ranking de Shanghái es el más influyente del planeta. Sus autores, especialistas chinos de la Universidad Jiao Tong, evalúan a miles de instituciones académicas en función de un puñado de factores, como el número de ganadores del Nobel y la cantidad de profesores incluidos en los llamados Highly Cited Researchers. Esta lista, elaborada por la empresa inglesa Clarivate, muestra a los 7.000 científicos cuyos estudios son más citados por otros colegas. Los elegidos se conocen cada año en otoño. García Guirao aprovechaba ese momento, en el que los investigadores tienen que verificar su lugar de trabajo, para contactar con los nuevos highly cited españoles y transmitirles la oferta saudí.

“Hola, soy Juan Luis García Guirao, de la Universidad Politécnica de Cartagena, me gustaría que charláramos. Dime cuándo y dónde te puedo llamar”, se presentó el catedrático en un mensaje enviado a un científico español de la lista de los Highly Cited Researchers, según la documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS. El matemático utilizó su correo académico y firmó con el logotipo de la institución murciana. “Se trata de una convocatoria de proyectos de una universidad saudita que quiero discutir contigo”, añadió.

El catedrático habló finalmente por teléfono con el científico muy citado y le trasladó una oferta supuestamente en nombre de la Universidad Rey Abdulaziz: un proyecto de colaboración de 12.000 dólares anuales (unos 10.900 euros, al cambio actual), a través del artículo 83 de la Ley Orgánica de Universidades, que regula las colaboraciones con otras entidades. El acuerdo incluía una cláusula insólita: la exigencia urgente de que el investigador español mintiese en la base de datos de los Highly Cited Researchers y declarase que su lugar de trabajo principal es la institución saudí.

“Para el tema de gestionar los cobros, la universidad [saudí] se ha cogido una consultora española que es quien va a firmar un artículo 83 con tu universidad, por lo que los cobros son limpios y transparentes”, proseguía después por escrito el catedrático. La consultora de la que hablaba como algo ajeno era UP4 Institute of Sciences, una empresa fundada en 2015 con el propio García Guirao como apoderado. La administradora única es Yolanda Guerrero Sánchez, profesora asociada de Anatomía humana en la Universidad de Murcia, quien, según fuentes de la institución, es pareja del matemático. La sede de la empresa está en Cartagena, en una zona de viviendas adosadas a 500 metros de la playa del Corral. Su cifra de negocio en 2021 alcanzó los 724.000 euros, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil.

García Guirao metía prisa a los investigadores para que declarasen la Universidad Rey Abdulaziz como su lugar de trabajo principal, antes de que expirase el plazo para modificar la base de datos de los Highly Cited Researchers de Clarivate. “Esto hay que hacerlo antes del día 16 de octubre, ya después no se puede actualizar”, advertía el catedrático. “Solo en Clarivate, en las demás bases a ellos les da igual”. La mudanza ficticia solo se detectaba en esa página web, esencial para escalar puestos en el ranking de Shanghái de las mejores universidades del mundo. “Si todo te parece bien, le paso tu correo a la consultora para iniciar el papeleo”, añadía García Guirao, hablando siempre de la empresa como si no fuese suya.

Una persona que firmaba como David Palomares, de UP4 Institute of Sciences, escribió entonces al investigador tentado por la oferta saudí: “Es necesario que nos pase una captura de pantalla en donde se confirme que ha cambiado su primera afiliación a la Universidad Rey Abdulaziz”. Ante las dudas del científico, la persona que firmaba como David Palomares subía la oferta a 18.000 dólares al año, además de comprometerse a pagarle los gastos de publicación de cuatro investigaciones “que lleven un autor de la Universidad Rey Abdulaziz que ya se le facilitará para cada uno de estos estudios”. El propio García Guirao también pedía colocar a autores fantasmas saudíes en los trabajos realizados por los highly cited, según grabaciones de voz a las que ha tenido acceso este periódico.

La sorpresa mayúscula llegó después. El matemático Ahmed Alsaedi, de la Universidad Rey Abdulaziz, envió al científico muy citado el contrato que tendría que firmar. La institución árabe se comprometía a pagar 48.000 dólares al año —30.000 más de lo acordado—, pero el beneficiario no era el investigador español, sino la cuenta de UP4 Institute of Sciences en una oficina bancaria murciana. EL PAÍS preguntó el miércoles a Juan Luis García Guirao si Yolanda Guerrero, administradora única de esa empresa, y él son pareja, como sugieren sus fotos juntos en redes sociales y apuntan fuentes de la universidad, y si ambos montaron en 2015 esta empresa como tapadera para cobrar comisiones de la universidad saudí. El catedrático ha leído los mensajes, pero no ha contestado ni coge el teléfono. Este periódico también ha preguntado por escrito a Guerrero, sin recibir respuesta por el momento.

García Guirao habló por primera vez con este periódico el día 13. Preguntado sobre si actuaba de intermediario para la universidad saudí, el catedrático solo reconoció haber captado a la psiquiatra japonesa Ai Koyanagi, que es una de las científicas más citadas del mundo en parte porque publica una cantidad increíble de estudios: uno cada tres días. Koyanagi, que trabaja en Sant Boi de Llobregat (Barcelona) en el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu, aceptó mentir en septiembre de 2022 y declarar como empleador principal la Universidad Rey Abdulaziz.

La fundación pública que le paga el sueldo, la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), obligó el lunes a Koyanagi a renunciar al contrato saudí, después de que EL PAÍS destapara que 11 científicos en España mienten y declaran una universidad del país árabe como lugar de trabajo principal. “Yo he contactado exclusivamente con esta chica japonesa, no he contactado con nadie más”, afirmó García Guirao el día 13. “Yo no he cobrado nunca, tengo una relación exclusivamente científica con ellos. De hecho, nunca he ido allí ni he pisado la Universidad Rey Abdulaziz”, aseguró el catedrático de Cartagena. El matemático también negó que pidiera incluir coautores fantasmas saudíes: “Yo no tengo ni idea de eso”.

El día 14, el experto en dátiles José Ángel Pérez, catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Elche, confesó a este periódico que también le había contactado Juan Luis García Guirao. Pérez, otro miembro de los Highly Cited Researchers, mintió en la base de datos y declaró en 2020 que su lugar de trabajo principal era la Universidad Rey Abdulaziz. Sin embargo, en plena pandemia, el contrato saudí no se llegó a firmar y no recibió dinero, según ambas partes. Ese mismo día 14, EL PAÍS volvió a preguntar por escrito a García Guirao, y el matemático reconoció que sí contactaba con científicos españoles para hacerles ofertas saudíes, pero repitió que lo hacía gratis. El lunes, en conversación telefónica, el catedrático de Cartagena insistió: “Yo no he tenido ningún beneficio. Puedo enseñar mi declaración de la renta. Me ofende intensamente”. Según él, su único interés es fomentar “la ciencia colaborativa”.

Dos de los científicos españoles que declararon en 2022 que su lugar de trabajo principal es la Universidad Rey Abdulaziz son Rubén Domínguez y Mirian Pateiro, dos investigadores del Centro Tecnolóxico da Carne, una entidad dependiente de la Xunta de Galicia en San Cibrao das Viñas (Ourense). Una portavoz de la Consejería de Medio Rural de la Xunta explica que Domínguez y Pateiro son trabajadores temporales, con cargo a proyectos científicos concretos. “Ambos investigadores mantuvieron una relación mercantil con UP4 Institute of Sciences en los meses que no estuvieron contratados en el Centro Tecnolóxico da Carne”, detalla la portavoz de la Xunta. Ninguno de los dos ha respondido a los insistentes mensajes y llamadas de este periódico.

La empresa murciana UP4 Institute of Sciences fue creada en 2015 con el objeto social de promocionar la investigación en problemas matemáticos, publicar revistas científicas y organizar congresos. Aquel año, García Guirao anunció en su página web que había sido nombrado editor jefe de la nueva revista especializada Applied Mathematics and Nonlinear Sciences, publicada por UP4 Institute of Sciences, ocultando que es su propia empresa. La Universidad Politécnica de Cartagena desconocía sus actividades de intermediación y ha iniciado una investigación, según ha explicado este jueves la rectora, la química Beatriz Miguel Hernández, a este diario.

El veterinario Mario Estévez, de la Universidad de Extremadura, es otro de los científicos más citados del mundo. Cuenta que recibió una llamada de García Guirao en 2020 y rechazó la oferta saudí porque implicaba “ser profesor sin ser profesor, sin clases, sin colaboraciones de investigación reales”. Estévez, especializado en la oxidación de los alimentos y en su influencia sobre la salud, dudó de la legalidad de la propuesta saudí, planteó opciones alternativas y no recibió respuesta. El veterinario incide en la precariedad de la ciencia en España. “Aun así, hay quien se niega a vender su prestigio y el de su universidad pública española a un país al que lo único que le interesa es comprar prestigio y calidad, no generarla. Además, Arabia Saudí es una dictadura repulsiva”, zanja Estévez.

El investigador de la Universidad de Extremadura pide que este escándalo no manche la imagen de la ciencia. “Esto que ha sucedido da mala fama a una disciplina a la que la mayoría nos dedicamos honestamente, con rigor y decencia, y por mucho menos de lo que se paga en la empresa privada o en universidades extranjeras”, argumenta Estévez. “Trabajamos a destajo, a veces incluso sin reconocimiento alguno de nuestras propias instituciones. Nunca he recibido ni un triste e-mail de enhorabuena por parte de ningún cargo institucional de mi Universidad de Extremadura, ninguna de las dos veces que aparecí en la lista de investigadores más citados y más influyentes. Ni un enhorabuena ni un gracias ni un nada. El silencio. Y, aun así, no nos vendemos”.

El artículo continúa...



ESPAÑA: profesores de la Complutense llevan más de 300 firmas al Rectorado para que corte relaciones con empresas y academias cercanas a ISRAEL

Publicado en El País https://elpais.com/espana/madrid/2024-05-10/los-maestros-de-la-complutense-llevan-mas-de-300-firmas-al-rectorado-para-...