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viernes, 12 de diciembre de 2025

Cambridge University Press: «La edición académica se encuentra en una encrucijada crítica». Cambio radical o habrá retroceso. Evaluación de la calidad sobre la cantidad

Publicado en Research information
https://www.researchinformation.info/news/cambridge-demands-radical-change-in-academic-publishing/ 



Cambridge exige un cambio radical en la publicación académica

16 de octubre de 2025


Cambridge University Press ha publicado un informe titulado «El futuro de la edición: trabajar juntos para lograr un cambio radical en la edición académica» https://www.cambridge.org/core/services/aop-file-manager/file/68ef9df9a6c3702e57eae12a/Cambridge-University-Press-Publishing-futures.pdf, en el que se pide una acción colectiva urgente para garantizar que la edición académica sea más abierta, equitativa y sostenible. El informe se basa en una revisión y encuesta global dirigida por la comunidad a más de 3,000 investigadores, socios editoriales, financiadores, bibliotecarios y editores de 120 países.


A pesar del amplio apoyo y los avances logrados en los últimos años en materia de publicación de acceso abierto, persisten barreras complejas y de larga data dentro del sistema de publicaciones académicas. Estas barreras, a pesar de los progresos realizados en materia de acceso abierto, hacen que la transición hacia un futuro más abierto y equitativo corra el riesgo de estancarse o incluso de revertirse.


Mandy Hill, directora general de Cambridge University Press, afirmó: «La edición académica se encuentra en una encrucijada crítica. Todavía no se está produciendo, pero se producirá sin cambios importantes. Comenzamos nuestra revisión explorando las barreras para la transición al acceso abierto, pero descubrimos problemas sistémicos más profundos que afectan a todo el ecosistema de la investigación. Se publican demasiados artículos en revistas, lo que está causando una enorme presión. El crecimiento de las publicaciones está impulsado por los incentivos del sistema y se verá agravado por la inteligencia artificial. Necesitamos el pensamiento creativo y el compromiso de todos los actores para solucionarlo. Podemos crear un sistema que sea abierto por defecto y equitativo por diseño. Así es como nosotros, como editores, podemos apoyar mejor la investigación». 


La profesora Deborah Prentice, vicerrectora de la Universidad de Cambridge, afirmó: «Las numerosas partes interesadas del ecosistema de la investigación deberán escuchar este llamamiento y unirse. Se trata de un problema de acción colectiva de grandes proporciones. Las instituciones académicas, las sociedades profesionales, los financiadores de la investigación y las editoriales académicas tienen un papel importante que desempeñar en el desarrollo de un modelo más equitativo y sostenible de cara al futuro. Hay motivos para el optimismo: el informe está repleto de ejemplos de iniciativas sectoriales para cambiar las estructuras de incentivos académicos, acuerdos innovadores de acceso abierto, posibles plataformas de publicación alternativas y sugerencias concretas para mejorar el apoyo a la revisión por pares».


Conclusiones principales


Si bien la gran mayoría (86 %) apoya que los artículos estén disponibles de forma gratuita, menos de un tercio de los encuestados (32 %) que participaron en la investigación consideraba que el sistema actual está en condiciones de afrontar los retos futuros. A través de talleres y entrevistas con las partes interesadas, se identificaron cuatro temas urgentes e interrelacionados: 


  • Aumento del volumen de publicaciones: en 2022, hubo aproximadamente 897,000 artículos indexados más que en 2016.[1] Este rápido crecimiento, que incluye un aumento del contenido de baja calidad o generado por IA y el auge de las fábricas de artículos, amenaza la integridad de la investigación. El 81 % de los encuestados coincidió en que este aumento ha puesto bajo presión al sistema de revisión por pares.

  • Insostenibilidad financiera: El modelo económico predominante es insostenible, ya que las bibliotecas se enfrentan a costes cada vez mayores y un panorama híbrido que combina modelos de pago por lectura y pago por publicación socava la eficiencia.

  • Aumento de las desigualdades: A pesar de la promesa del acceso abierto, siguen existiendo disparidades en la publicación y el acceso a la investigación, especialmente para los países de ingresos bajos y medios.

  • Retos en materia de recompensa y reconocimiento académico: La mayoría (64 %) coincidió en que el sistema actual incentiva la cantidad por encima de la calidad en las publicaciones, lo que distorsiona la evaluación de la investigación. Solo el 33 % considera que los sistemas actuales de recompensa y reconocimiento funcionan bien. 



El camino a seguir


Las recomendaciones del informe están diseñadas para ayudar a llevar a cabo una reforma colaborativa y sistémica, al tiempo que reconocen que las revistas y los libros de alta calidad seguirán siendo elementos fundamentales del ecosistema editorial académico. Para que el sistema prospere y satisfaga las necesidades futuras, es esencial el cambio. Las recomendaciones de Cambridge incluyen:


  • Adaptar los sistemas de recompensa y reconocimiento académico para valorar la calidad por encima de la cantidad y apoyar los diversos resultados de la investigación.

  • Hacer de la equidad un principio rector del acceso abierto mediante la mejora de la coordinación mundial, el apoyo institucional y la sensibilización para abordar las desigualdades sistémicas, en particular para los autores de países de ingresos bajos y medios.

  • Apoyar plataformas de publicación alternativas creíbles y escalables, como servidores de preimpresión, plataformas comunitarias y modelos de acceso abierto diamante, además de los libros y revistas tradicionales, así como aumentar la transparencia de las editoriales en cuanto a los costes.

  • Reconocer la revisión por pares como una contribución académica fundamental con estructuras de recompensa adecuadas, proporcionar formación y apoyo a los revisores y adoptar soluciones tecnológicas responsables para abordar la revisión por pares a gran escala. La Dra. Jessica Gardner, bibliotecaria universitaria y directora de servicios bibliotecarios de la Universidad de Cambridge, afirmó: «Las bibliotecas han sido durante mucho tiempo guardianas de la investigación y el conocimiento, garantizando su accesibilidad, fiabilidad y conservación para las generaciones futuras. Sin embargo, hoy en día, a medida que el volumen de investigaciones publicadas sigue aumentando, las bibliotecas y las instituciones se enfrentan a una presión financiera cada vez mayor, y los investigadores se ven sometidos a una mayor presión en cuanto al tiempo que dedican a navegar y mantener los registros académicos. Para abordar esta cuestión es necesario adoptar un enfoque colaborativo en todo el sector con el fin de desarrollar modelos nuevos, sostenibles y abiertos para la publicación académica». 



Monica Westin, directora de Desarrollo de Políticas Abiertas de Cambridge University Press, concluyó: «Incluso en este momento tan difícil, el mensaje es claro: la comunidad investigadora mundial sigue comprometida con la apertura de la investigación. Están surgiendo modelos innovadores en todas las disciplinas y regiones que señalan el camino a seguir. El próximo reto es unirnos para impulsar un cambio sistémico. Con este informe, hacemos un llamamiento a todo el ecosistema —investigadores, financiadores, bibliotecarios y editores— para que colaboren en la búsqueda de soluciones para todo el sector. Solo trabajando juntos podremos garantizar que la equidad, la calidad y la transparencia en la investigación avancen para todos».


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Cambridge demands radical change in academic publishing

16 October 2025


Cambridge University Press has released a report – Publishing futures: Working together to deliver radical change in academic publishing https://www.cambridge.org/core/services/aop-file-manager/file/68ef9df9a6c3702e57eae12a/Cambridge-University-Press-Publishing-futures.pdf– calling for urgent, collective action to ensure academic publishing becomes more open, equitable and sustainable. The report draws on a global, community-led review and survey of more than 3,000 researchers, publishing partners, funders, librarians and publishers from 120 countries.

Despite broad support and advancement in recent years for open access publishing, longstanding and complex barriers within the academic publishing system persist. These are in spite of the progress made in open access and mean the transition to a more open and equitable future is at risk of stalling or even reversing.  

Mandy Hill, Managing Director of Cambridge University Press, said:”Academic publishing is at a critical juncture. It is not breaking yet, but will without major change. We started our review by exploring barriers to the open access transition, but we uncovered deeper, systemic issues that affect the whole research ecosystem. Too many journal articles are being published and this is causing huge strain. The growth in publishing is driven by incentives in the system, and will be exacerbated by AI. We need creative thinking and commitment from all players to fix it. We can create a system that is open by default and equitable by design. That is how we as publishers can best support research.”  

Professor Deborah Prentice, Vice-Chancellor of the University of Cambridge, said:“The many stakeholders in the research ecosystem will need to hear this call and come together. This is a collective action problem of major proportions. Academic institutions, professional societies, research funders, and academic publishers all have important roles to play in the development of a more equitable and sustainable model going forward. There is every reason for optimism: The report is filled with examples of sector initiatives to change academic incentive structures, innovative open-access arrangements, potential alternative publishing platforms, and concrete suggestions for better-supporting peer review.”

Key findings  

While the vast majority (86%) support articles being made freely available, less than a third of respondents (32%) participating in the research believed the current system is in a good position to meet future challenges. Through workshops and stakeholder interviews, four urgent, interconnected themes were identified:   

  • Rising publishing volumes: In 2022, there were approximately 897,000 more indexed articles than in 2016.[1] This level of rapid growth, including an increase in poor-quality or AI-generated content and the rise of papermills, threatens the integrity of research. 81% of survey respondents agreed that this increase has put the peer review system under pressure.

  • Financial unsustainability: The prevailing economic model is unsustainable, as libraries face mounting costs and a hybrid landscape combining pay-to-read and pay-to-publish models undermines efficiency.   

  • Widening equity gaps: Despite the promise of open access, disparities in publishing and accessing research remain, especially for those in low- and middle-income countries.

  • Challenges in academic reward and recognition: The majority (64%) agreed that the current system incentivises quantity over quality in publishing outputs, distorting research evaluation. Only 33% feel that current reward and recognition systems work well. 

A way forward

The report’s recommendations are designed to help realise collaborative, systemic reform, while recognising that journals and high-quality books will continue to be critical elements of the academic publishing ecosystem. For the system to thrive and meet future needs, change is essential. Cambridge recommendations include: 

  • Adapting academic reward and recognition systems to value quality over quantity, and to support diverse research outputs.

  • Making equity a guiding principle for open access by enhancing global coordination, institutional support, and awareness to address systemic inequities, particularly for authors in low- and middle-income countries.

  • Supporting credible, scalable alternative publishing platforms such as preprint servers, community platforms, and diamond open access models, in addition to traditional books and journals, as well as increasing publisher transparency on costs.

  • Recognising peer review as a core academic contribution with appropriate reward structures, providing training and support for reviewers, and embracing responsible technological solutions to address peer review at scale.  Dr Jessica Gardner, University Librarian and Director of Library Services at the University of Cambridge, said: “Libraries have long served as stewards of research and knowledge, ensuring it is accessible, trusted, and preserved for future generations. Today, however, as the volume of published research continues to rise, libraries and institutions are facing growing financial strain, and researchers are facing greater pressures on their time to navigate and uphold the scholarly record. Addressing this requires a collaborative, sector-wide approach to develop new, sustainable, and open models for academic publishing.” 

Monica Westin, Director of Open Policy Development at Cambridge University Press, concluded: “Even in this challenging moment, the message is clear: the global research community remains committed to making research open. Innovative models are emerging across disciplines and regions pointing the way forward. The next challenge is to come together to drive systemic change. With this report, we’re calling on the entire ecosystem – researchers, funders, librarians, and publishers – to collaborate on sector-wide solutions. Only by working together can we ensure that equity, quality, and transparency in research advance for everyone.”

jueves, 4 de diciembre de 2025

MÉXICO: soberanía editorial vs extractivismo digital y el "infantilismo de izquierda"

Publicado en Nexos
https://ciencia.nexos.com.mx/la-caverna-de-lenin/




La caverna de Lenin

Raúl Marcó del Pont Lalli

noviembre 30, 2025


Ideologías, espejismos y políticas públicas en la comunicación científica

Platón imaginó una caverna donde los prisioneros confundían las sombras proyectadas en la pared con la realidad. Hoy, en el terreno de la comunicación de la ciencia, corremos el riesgo de habitar una caverna semejante, aunque con matices modernos: ya no se trata de sombras de objetos, sino de ideologías que proyectan sus propios reflejos sobre la pared del conocimiento. Entre ellas, el discurso sobre la soberanía editorial en América Latina ocupa un lugar central. La metáfora de Lenin, que en su momento apostó por la claridad revolucionaria frente a los engaños burgueses, se vuelve aquí provocadora: como en una caverna del líder bolchevique, ciertos discursos se blindan bajo un ropaje ideológico que promete emancipación, pero que corre el riesgo de oscurecer las dinámicas y una visión informada y crítica de la edición académica y de la inteligencia artificial (IA).

El documento al que nos referimos aquí / Conversatorio virtual “Soberanía editorial e inteligencia artificial” – una propuesta para un webinario sobre soberanía editorial e inteligencia artificial– es un ejemplo elocuente de este fenómeno. Presenta una narrativa coherente y atractiva: América Latina ha construido, gracias a proyectos como SciELO, Redalyc, AmeliCA o LA Referencia, una infraestructura pública de comunicación científica que resiste el embate de las editoriales comerciales y defiende el conocimiento como bien común. Frente al extractivismo digital de las grandes tecnológicas, se propone una agenda de soberanía: cláusulas anti-extractivismo, acuerdos regionales, licencias específicas y preservación distribuida.

El planteamiento tiene virtudes: denuncia prácticas de apropiación inequitativa, señala riesgos de dependencia tecnológica y subraya el papel del Estado en la preservación de los bienes comunes. Pero como toda ideología, construye una caverna donde ciertas luces brillan demasiado y otras quedan en penumbra. Veamos.

El espejismo del extractivismo


Uno de los ejes centrales del texto es la analogía entre el uso de artículos en acceso abierto para entrenar modelos de IA y el extractivismo de recursos naturales en América Latina. La imagen es poderosa: así como los minerales o el petróleo han sido explotados por potencias extranjeras, también los artículos financiados con fondos públicos se convierten en materia prima gratuita para la industria tecnológica global.

El problema es que esta analogía, aunque sugerente, distorsiona. En primer lugar, los datos no son recursos finitos: no se agotan por usarse, sino que se multiplican. Además, equiparar automáticamente el entrenamiento de modelos con desposesión invisibiliza la complejidad de la circulación del conocimiento en red. ¿No se supone que el acceso abierto busca precisamente que cualquiera –sea estudiante, ciudadano, empresa o laboratorio– pueda reutilizar los resultados de la investigación? Reclamar reciprocidad es legítimo; convertir el acceso abierto en un espacio vigilado, en cambio, corre el riesgo de traicionar su espíritu original.

La metáfora del extractivismo, útil como provocación política, se vuelve peligrosa como diagnóstico: nos encierra en la caverna ideológica donde toda interacción con corporaciones globales es vista como saqueo, y donde las posibilidades de cooperación, regulación compartida o beneficio mutuo se esfuman.

La soberanía como espantapájaros


El segundo gran eje del documento es la soberanía editorial. Se la define como la capacidad de los sistemas nacionales y regionales para controlar la producción, evaluación y circulación del conocimiento. La idea, a primera vista, parece incuestionable: ¿quién podría oponerse a que los países de América Latina ejerzan control sobre su propia producción científica?

Sin embargo, hay un problema de fondo: la noción de soberanía, heredada del vocabulario político clásico, se aplica aquí como si la edición académica fuese un territorio. Y no lo es. El conocimiento circula en redes globales, atraviesa idiomas, se valida en comunidades internacionales. Pretender una soberanía plena en este terreno es tan ilusorio como pensar en un internet puramente nacional.

Más aún: la apelación constante a la soberanía puede derivar en nacionalismos editoriales que, bajo el pretexto de proteger, terminan aislando a las revistas y reduciendo su visibilidad. ¿Queremos revistas que solo dialoguen hacia dentro de la región, reforzando un circuito endogámico, o revistas capaces de incidir en las conversaciones globales? El dilema es real, y la ideología soberanista suele ofrecer respuestas simplistas.

La sombra de Lenin


Como en la alegoría platónica, los promotores de la soberanía editorial miran las sombras de los gigantes tecnológicos proyectadas en la pared y concluyen que todo lo que hay fuera de la caverna es opresión. Pero, como Lenin, confunden el diagnóstico político con una verdad absoluta y descuidan la complejidad del fenómeno.

En la práctica, las políticas públicas inspiradas en esta visión pueden conducir a callejones sin salida. Por ejemplo: si se establecen cláusulas “anti-extractivismo” demasiado rígidas, ¿qué pasará con la colaboración internacional? ¿Cómo se integrarán los proyectos latinoamericanos en la construcción de estándares de IA que son, inevitablemente, globales? ¿De qué manera se atraerán inversiones o se incentivará la innovación local si toda reutilización externa se etiqueta de colonialismo?

Un ejemplo reciente que ilustra lo desencaminados que podemos estar. En 2016, la noticia era que el maestro de go de DeepMind, AlphaGo, derrotaba a uno de los mejores jugadores mundiales. Una nueva versión del jugador, AlphaGo Zero, superó a AlphaGo por cien partidas a cero. AlphaGo se programó originalmente a partir de un conjunto de datos de más de 100 000 partidas de Go, como punto de partida para su propio autoaprendizaje. Por el contrario, AlphaGo Zero se programó solo con las reglas esenciales del Go. Lo sorprendente es que, a través del aprendizaje profundo, AlphaGo Zero aprendió todo desde cero. La naturaleza misma de la complejidad del programa se construyó inicialmente a través de movimientos aleatorios en el tablero de Go; a través de millones y millones de partidas jugadas contra sí mismo, AlphaGo Zero actualizó su propio sistema para convertirse en el jugador más fuerte de la historia del juego. Tal vez debamos enfocarnos el asunto de otra forma, y evitar así que terminemos discutiendo asuntos irrelevantes.

La caverna ideológica promete protección, pero puede convertirse en prisión.

Lo que queda en la penumbra

Más allá de las metáforas, lo que resulta más preocupante del documento es aquello que calla o apenas menciona. Se habla mucho de “soberanía”, pero poco de calidad editorial. Se denuncia el extractivismo, pero casi nada se dice sobre la precariedad laboral de quienes sostienen las revistas en la región: editores con sueldos bajos, evaluadores sin reconocimiento, sistemas obsoletos de gestión.

Tampoco se aborda con claridad la crisis de confianza en el proceso de revisión por pares, donde la IA no es solo amenaza, sino también posible aliada para agilizar, transparentar y diversificar la evaluación. En vez de pensar cómo integrar la IA en los flujos editoriales para mejorar la calidad de las revistas, se la reduce a una máquina extractora de datos. Se habla de licencias y cláusulas, pero no de capacitación, experimentación ni innovación tecnológica dentro de nuestras propias comunidades.

Esta mirada de la IA es estrecha, carece de matices y resulta poco informada. La diversidad de este fenómeno es tan grande que resiste muchas de las encorsetadas definiciones que circulan. Anthony Elliott (2022, p. 5) enlista algunas de ellas para describir esta diversidad y riqueza que las discusiones de Secihti parecen obviar:

  1. la creación de máquinas o programas informáticos capaces de realizar actividades que se considerarían inteligentes si las realizaran seres humanos;
  2. una combinación compleja de mejoras aceleradas en tecnología informática, robótica, aprendizaje automático y big data para generar sistemas autónomos que rivalizan con las capacidades humanas o las superan;
  3. formas de pensamiento impulsadas por la tecnología que realizan generalizaciones de manera oportuna basándose en datos limitados;
  4. el proyecto de producción automatizada de significados, signos y valores en la vida sociotécnica, como la capacidad de razonar, generalizar o aprender de la experiencia pasada;
  5. el estudio y diseño de “agentes inteligentes”: cualquier máquina que perciba su entorno, actúe para maximizar su objetivo y optimice el aprendizaje y el reconocimiento de patrones;
  6. la capacidad de las máquinas y los sistemas automatizados para imitar el comportamiento inteligente humano;
  7. la imitación de la inteligencia biológica para facilitar que la aplicación de software o las máquinas inteligentes actúen con diversos grados de autonomía.

Al obsesionarse con la defensa frente al enemigo externo, se descuidan las debilidades internas.

De la caverna al ágora

¿Cómo salir de la caverna de Lenin? No se trata de abandonar la crítica ni de rendirse al mercado. Se trata de abrir espacios de diálogo que reconozcan la ambivalencia de la IA y de las plataformas globales. Sí, hay dinámicas de concentración y riesgo de dependencia; pero también hay oportunidades para visibilizar la producción científica latinoamericana, para crear colaboraciones inéditas y para fortalecer la infraestructura regional con estándares abiertos realmente interoperables.

En lugar de convertir la soberanía en un fetiche, podríamos hablar de interdependencia justa. No se trata de blindarnos en un reducto, sino de negociar desde una posición de fortaleza: mejorar la calidad de nuestras revistas, profesionalizar a los equipos editoriales, invertir en innovación tecnológica, experimentar con IA en la gestión de manuscritos y la detección de plagio. Solo así podremos sentarnos en la mesa global con voz propia; no como víctimas, sino como actores capaces de influir en la agenda.

Del mismo modo, en lugar de repetir la metáfora del saqueo, podríamos pensar en esquemas tratando de equilibrar la reciprocidad. No cerrar puertas, sino establecer reglas claras de juego.

Epílogo: política con luz propia


Platón advertía que salir de la caverna era doloroso: la luz del sol enceguece al principio. De igual modo, abandonar los espejismos ideológicos cuesta. Pero la comunicación científica en América Latina no necesita más cavernas; necesita horizontes abiertos. Si reducimos el debate a consignas de soberanía y extractivismo, corremos el riesgo de quedarnos encerrados en un teatro de sombras.

La tarea, entonces, es doble. Por un lado, reconocer los logros de las iniciativas regionales que han defendido el acceso abierto frente a las lógicas comerciales abusivas. Por otro, escapar de la caverna ideológica para pensar en políticas públicas que combinen justicia cognitiva con realismo tecnológico. La IA no desaparecerá por decreto, y su relación con la edición científica será cada vez más estrecha. Ignorar esto sería, parafraseando a Lenin, un “infantilismo de izquierda” aplicado al mundo editorial.

La salida está en el ágora: en un debate abierto, plural, informado, donde la crítica no se confunda con el dogma y donde el futuro de la comunicación científica se construya con luces propias, no con sombras proyectadas.

Raúl Marcó del Pont Lalli

Editor de publicaciones académicas.


viernes, 13 de junio de 2025

VIDEO: charla "Foros, medios y canales emergentes de visibilidad, compartición y ¿reconocimiento científico?"

Charla: "Foros, medios y canales emergentes de visibilidad, compartición y ¿reconocimiento científico?"

Esta charla  magistral se da en el marco del 3er Encuentro de personas técnicas académicas de la UNAM el día 5 de junio de 2025.

Tiene como objetivo mostrar las nuevas plataformas que han surgido como una alternativa para publicar los trabajos escritos que se generan en el mundo académico y que no necesariamente cumplen con ser una publicación científica que se de a conocer por los canales convencionales de publicación. El orador invita a la reflexión de si estos canales pueden ser útiles para que la comunidad de personas Técnicas Académicas puedan dar a conocer su producción primaria y esta pueda ser  conocida y reconocida.


https://www.youtube.com/watch?v=oDn8JITPGfYhttps://www.youtube.com/watch?v=oDn8JITPGfY 

martes, 7 de enero de 2025

Historia de la sentencia "Publicar o Perecer" / "Publish or Perish"

Publicado en Leiden Madtrics
https://www.leidenmadtrics.nl/articles/origin-and-evolution-of-the-publish-or-perish-phenomenon





Origen y evolución del fenómeno «publicar o perecer

04 de junio de 2024  

El origen de la frase «publicar o perecer» ha sido intrigante desde que esta cuestión fue planteada por primera vez por Eugene Garfield en 1996. En este blog, hablaré de la evolución del significado de esta frase y mostraré el uso más antiguo conocido hasta el momento.

El origen de la frase «publicar o perecer» fue cuestionado por primera vez por Eugene Garfield (1996). Escribió que había utilizado la frase en sus discursos durante treinta años, pero que no había oído nada sobre su origen. Consultó a profesores, bibliotecarios, diccionarios e Internet, pero nunca supo quién fue el primero en sugerir la frase. Sus búsquedas y consultas a profesores y bibliotecarios le condujeron a la obra de Logan Wilson (1942), que en aquel momento era la obra más antigua conocida en la que aparecía la frase «publish or perish». 


A mí también me fascina el origen de esta frase y me interesaba encontrar obras anteriores que mencionaran «publicar o perecer». En 2015, al buscar en Google Books en el intervalo de tiempo comprendido entre 1920 y 1940, encontré fragmentos de cuatro obras no plenamente identificadas, publicadas entre 1927 y 1940. Todas estas obras contenían la frase «publicar o perecer». En 2018, Guillaume Cabanac aclaró el autor y el título de uno de estos fragmentos que había encontrado anteriormente, un artículo sociológico de 1927 según Google Books (Case, 1927-1928). Además, encontró otro artículo mencionando la frase, esta vez de 1934 por Isaiah Bowman. También en el mismo año (2018), Imad Moosa descubrió un libro de Harrold Jefferson Coolidge y Robert Howard Lord de 1932.


Los autores mencionados anteriormente utilizaron Google Books y JSTOR para buscar publicaciones en las que apareciera la frase «publicar o perecer», pero por primera vez, he utilizado The General Index, que se lanzó en 2021, para encontrar publicaciones relevantes.


Aunque Guillaume Cabanac había localizado el artículo de Isaiah Bowman de 1934 -una necrológica del eminente geógrafo y geomorfólogo estadounidense William Morris Davis (1850-1934)-, no citó el siguiente fragmento que menciona la frase.

«Al profesor Davis se debe la organización de la Asociación de Geógrafos Americanos en 1904, en una reunión en su Filadelfia natal. Inmediatamente instó a que la Asociación «publicara o pereciera». «Si vale la pena hacerlo, vale la pena imprimirlo«, fue su consejo a los estudiantes». 

De esta necrológica se desprende claramente que William Morris Davis fue una de las primeras personas conocidas que hizo hincapié en la necesidad de «publicar o perecer». El hecho de que esta expresión le pertenezca fue confirmado por el profesor Robert Speight en 1935. Publicó un discurso inaugural que pronunció con motivo de la creación de la Royal Society de Nueva Zelanda en 1934 citando la frase.

«La oportunidad de publicar los resultados del trabajo es una forma muy real de estímulo. Uno de los aforismos del profesor W.M. Davis, «Publicar o perecer». Davis aplicó la observación a los individuos, pues llegó a decir: «Si vale la pena hacerlo, vale la pena imprimirlo». Si no se ofrece la oportunidad de imprimir, entonces el pozo de la inspiración se seca». 

Tanto Isaiah Bowman como Robert Speight hacen referencia a esta frase de William Morris Davis. Con ello, ambos rinden homenaje a este hombre, fallecido en febrero de 1934. Como podemos ver en los dos extractos anteriores, William Morris Davis consideraba esta frase en un sentido positivo, pues creía que los nuevos conocimientos deben publicarse, pues de lo contrario perecen. 


Connotación negativa


Preguntémonos: ¿cuándo empezó a adquirir esta frase una connotación negativa? La primera vez que vi esta connotación negativa fue en el artículo sociológico de Clarence Marsh Case (1928). En él se describe la situación de las publicaciones de los sociólogos norteamericanos en aquella época, donde su calidad es inversamente proporcional a su cantidad, lo que el autor de este artículo atribuye al uso del «publish or perish» en la promoción en las Universidades. Otras razones son el hecho de que, en general, publicar es más fácil que antes y la insistente demanda de libros de texto sociológicos por parte de las grandes editoriales.  


Los orígenes de la actitud negativa generalizada hacia este lema hay que buscarlos en las actividades de James Bryant Conant (1893-1978), que fue Presidente de la Universidad de Harvard de 1933 a 1953. Bajo su presidencia, la frase «publicar o perecer» se convierte no sólo en un eslogan sino en un dictum, elevado al rango de política universitaria, cuando un miembro del profesorado puede ser despedido por no publicar como es debido. El caso más notorio de despido de profesores en la Universidad de Harvard bajo la presidencia de Conant relacionado con el lema fue descrito por Irwin Ross (1940). La historia cuenta que, según el comité de estudiantes, dos profesores de economía (J. Raymond Walsh y Alan R. Sweezy) fueron despedidos con toda probabilidad en abril de 1937 porque no habían publicado un número suficiente de trabajos científicos y metodológicos, y preferían dedicar la mayor parte de sus energías a sus alumnos. Otros, según Irwin Ross, han sugerido que el despido pudo deberse a las opiniones izquierdistas del profesorado, pero lo más importante es que la introducción del dictado «publicar o perecer» pudo estar relacionada con la Gran Depresión, cuando había un enorme excedente de estudiantes de posgrado y jóvenes profesores en busca de puestos de profesor ayudante. Como escribe Irwin Ross, durante la Gran Depresión «innumerables jóvenes vieron en la vida académica un refugio seguro y agradable contra la tormenta económica».


Origen europeo


El segundo fragmento que encontré en 2015 fue el de la revista Fortnightly Review (1939), que menciona a James Bryant Conant como introductor del principio de «publicar o perecer».

«... si este principio sobrevive, existe el peligro de que los profesores se conviertan en meros trabajadores de retaguardia. Que no se piense que las viejas instituciones señoriales están libres de esta tendencia. El presidente Conant de Harvard, que es en sí mismo una persona muy culta, ha introducido el principio de «publicar o perecer» con una venganza en la universidad más antigua de América. De hecho, las universidades inglesas, incluso Oxford y Cambridge, que se han mostrado más desdeñosas hacia estos métodos germano-americanos, los están adoptando más bien...»


En el extracto anterior de The Fortnightly Review, la referencia a los métodos germano-americanos en el contexto de la frase «publicar o perecer» es muy interesante. Ello sugiere que también en Europa deben buscarse rastros de este fenómeno. Sin embargo, al traducir esta expresión al alemán («veröffentlichen oder untergehen»), no encontré ninguna publicación en la literatura en lengua alemana al buscar en Google Books y NGram Viewer. Al parecer, la literatura en lengua alemana utiliza exclusivamente el término en inglés «publish or perish» (publicar o perecer) para referirse a este fenómeno.


En 1973, Werner Kaegi publicó un libro escrito en alemán sobre Carl Jacob Christoph Burckhardt (quinto volumen). Vivió entre 1818 y 1897, fue un historiador suizo del arte y la cultura y una figura influyente en la historiografía de ambos campos. En este libro, encontré la siguiente frase: 


«A veces, Burckhardt no iba muy desencaminado cuando conjeturó la consigna para el mundo académico del siglo XX: «¡Publicar o perecer!» Burckhardt no deriva todo esto de la «evolución» y las «necesidades económicas», sino del «furor por enriquecerse rápidamente». El que tiene que demostrar con su trabajo diario...».


Dado que Jacob Burckhardt murió en 1897, la referencia literaria comprobada al lema «publicar o perecer» debe retrotraerse desde principios del siglo XX (William Morris Davis, 1904) hasta al menos finales del siglo XIX. Sería interesante iniciar una investigación histórica y archivística utilizando las memorias de Jacob Burckhardt y las obras de sus biógrafos para encontrar información más detallada sobre la descripción de este fenómeno.

Dado que la impresión de libros y las primeras revistas científicas se originaron en Europa, no es de extrañar que los orígenes del lema «publish or perish» parezcan proceder también de allí. El hecho de que no haya ningún dicho latino «publish aut perire» en Internet no significa que no existiera, ya que el porcentaje de manuscritos y libros digitalizados en latín es aún muy pequeño (estimación de solo 27.014 obras como latín en Open Access - Bamman & Smith 2012), y están lejos de ser todos estudiados. En general, de los 130 millones de libros únicos disponibles en 2010, Google Books sólo ha colocado alrededor de 10 millones de libros en Acceso Abierto, lo que significa que podría haber más información por descubrir sobre el origen del lema.


Desarrollo moderno


Así pues, parece que el lema «publicar o perecer» se inventó mucho antes de que Eugene Garfield desarrollara el índice de citas (1955) y el factor de impacto de las revistas (1972), lo que inicialmente planteó la pregunta sobre el origen de este lema. El primero se convirtió en una buena herramienta para controlar el estado de la ciencia, mientras que el segundo sirvió durante mucho tiempo exclusivamente para planificar las suscripciones de las bibliotecas. 


Pero llegó el momento en que los responsables científicos decidieron utilizar el factor de impacto de una revista como criterio para el desarrollo de la carrera de un científico y la evaluación de los resultados de la investigación científica, y entonces comenzó la verdadera carrera de la publicación bajo el lema «publicar o perecer». Esto parece haber ocurrido cuando el Instituto de Información Científica de Estados Unidos (fundado por Eugene Garfield) fue adquirido por Thomson Scientific & Healthcare en 1992 y entonces el factor de impacto de las revistas se puso al servicio de los editores comerciales, que empezaron a monopolizar el mercado de las publicaciones científicas periódicas.


Muchos países empezaron a introducir sistemas de incentivos a la publicación, en los que las recompensas por artículos de revistas se hacían depender del intervalo de variación del factor de impacto de las revistas (Sistemas de Recompensas Monetarias). Los editores de publicaciones periódicas científicas aprovecharon esta circunstancia para acabar monopolizando el mercado de las publicaciones periódicas y hacerse con todas las revistas de alto impacto. Esto les permitió subir el precio de las suscripciones a las revistas, lo que condujo a principios de la década de 2000 al movimiento Open Access y, más tarde, al Plan S (2019) con su abandono total del modelo de suscripción a las revistas. Un papel importante en la lucha contra la doctrina de «publicar o perecer» lo desempeñó el lanzamiento de DORA en 2012, que exige un alejamiento del factor de impacto de las revistas a la hora de evaluar los resultados de la investigación.


Cabe señalar que el lanzamiento del movimiento de acceso abierto coincidió con el de las clasificaciones universitarias mundiales, que socavaron fuertemente este movimiento, alimentando la carrera de publicaciones, principalmente en los países en desarrollo. Por ejemplo, tras el lanzamiento de ARWU en 2003, las tasas de los autores chinos por publicar artículos en revistas de alto impacto alcanzaron niveles notables: «los académicos que consiguen publicar en revistas de primer nivel como Nature, Science y Cell reciben premios en metálico de hasta 1 millón de RMB (166.600 dólares)» (Ren, Montgomery, 2015). Además, Jane Qiu (2010) escribió un artículo titulado «Publish or Perish in China» en el que mencionaba que las universidades chinas conceden premios, beneficios y otras prebendas en función de las publicaciones de alto perfil. Además, hace referencia a un estudio realizado en la Universidad de Wuhan, donde las actividades dudosas de publicación científica se han quintuplicado de 2007 a 2009.


En mi opinión, los índices de citas deberían cumplir su función principal: seguir el estado de la ciencia y las tendencias de su desarrollo, y no servir como herramienta para una carrera de publicaciones bajo el cínico lema «publicar o perecer». Porque si esto sigue así, el lema será sustituido por «publicar mejor o no publicar».


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Origin and evolution of the "publish or perish" phenomenon

June 04, 2024

The origin of the phrase "publish or perish" has been intriguing since this question was first raised by Eugene Garfield in 1996. In this blog, I will talk about the evolution of the meaning of this phrase and show the earliest use known at this point.

The origin of the phrase "publish or perish" was first questioned by Eugene Garfield (1996). He wrote that he had used the phrase in his speeches for thirty years, but had not heard anything about its origin. He consulted professors, librarians, dictionaries, and the Internet, but never found out who first suggested the phrase. His searches and consultations with professors and librarians led to the work of Logan Wilson (1942), which at that time was the oldest known work in which the phrase "publish or perish" appeared.  

I, too, am fascinated by the origin of this phrase and was interested in finding earlier works which mention "publish or perish". In 2015, I found snippets of four not fully identified works, published from 1927 to 1940, while searching in Google Books in the time interval 1920-1940. These works all contained the phrase “publish or perish”. In 2018, Guillaume Cabanac clarified the author and title of one of these snippets I had found earlier, a sociological article from 1927 according to Google Books (Case, 1927-1928). In addition, he found another article mentioning the phrase, this time from 1934 by Isaiah Bowman. Also in the same year (2018), Imad Moosa discovered a book by Harrold Jefferson Coolidge and Robert Howard Lord from 1932.

Previously mentioned authors used Google Books and JSTOR to search for publications in which the phrase "publish or perish" appears, but for the first time, I have used The General Index, which was launched in 2021, to find relevant publications.  

Although Guillaume Cabanac had tracked down the article by Isaiah Bowman from 1934 - an obituary of the eminent American geographer and geomorphologist William Morris Davis (1850-1934) - he did not cite the following excerpt that mentions the phrase.

"To Professor Davis is due the organization of the Association of American Geographers in 1904, at a meeting in his native Philadelphia. He immediately urged that the Association "publish or perish". "If it's worth doing it's worth printing," was his advice to students."  

It is clear from this obituary that William Morris Davis was one of the first people known to have emphasised the need to “publish or perish”. The fact that this expression belongs to him was confirmed by Professor Robert Speight in 1935. He published an Inaugural Address which he made on the occasion of the establishment of the Royal Society of New Zealand in 1934 quoting the phrase.

“The opportunity to publish the results of work is a most real form of encouragement. One of the aphorisms of Professor W.M. Davis, “Publish or Perish”. Davis applied the remark to individuals, for he went on to say, " If it is worth doing, it is worth printing!”. No opportunity to print is afforded, then the well of inspiration dries up”  

Both Isaiah Bowman and Robert Speight refer to this phrase by William Morris Davis. By this, they both pay tribute to this man, who died in February 1934. As we can see from the above two excerpts, William Morris Davis viewed this phrase in a positive sense, believing that new knowledge must be published, otherwise it perishes.  

Negative connotation

Let us ask ourselves: when did this phrase begin to take on a negative connotation? I first saw this negative connotation in the sociological article by Clarence Marsh Case (1928). It describes the situation of publications by American sociologists at that time, where their quality is inversely proportional to their quantity, which the author of this article attributes to the use of “publish or perish” in the promotion at Universities. Other reasons include the fact that publishing is generally easier than it used to be and the insistent demand for sociological textbooks by major publishers.   

The origins of the overarching negative attitude towards this slogan should be sought in the activities of James Bryant Conant (1893-1978) who was President of Harvard University from 1933 to 1953. Under his presidency, the phrase "publish or perish" becomes not just a slogan but a dictum, elevated to the rank of university policy, when a faculty member can be dismissed for failing to publish as required. The most notorious case of faculty dismissal at Harvard University under Conant's presidency related to the slogan was described by Irwin Ross (1940). The story goes that, according to the student's committee, two economics lecturers (J. Raymond Walsh and Alan R. Sweezy) were most likely dismissed in April 1937 because they had failed to publish a sufficient number of scientific and methodological papers, and preferred to devote most of their energies to their students. Others, according to Irwin Ross, have suggested that the dismissal may have been due to the left-wing views of the faculty, but more importantly, the introduction of the "publish or perish" dictum may have been linked to the Great Depression, when there was a huge surplus of graduate students and young faculty seeking assistant professorships. As Irwin Ross writes, during the Great Depression "countless young people saw academic life as a safe and pleasant refuge from the economic storm".   

European origin

The second snippet I found in 2015 was the Fortnightly Review (1939) which mentions James Bryant Conant as the introducer of the principle of “publish or perish”.

“… this principle survives, there is a danger that professors will become mere back-workers. Let it not thought that the old gentlemanly institutions are free from this tendency. President Conant of Harvard, who is himself a highly cultured person, has introduced the principle of “publish or perish " with a vengeance into America's oldest university. Indeed, English universities, even Oxford and Cambridge, which have been most scornful towards these German - American methods, are adopting them rather ...”  

In the above excerpt from The Fortnightly Review, the reference to German-American methods in the context of the "publish or perish" phrase is highly interesting. This suggests that traces of this phenomenon should also be sought in Europe. However, when translating this expression into German ("veröffentlichen oder untergehen"), I did not find any publications in German-language literature while searching in Google Books and NGram Viewer. Apparently, German-language literature exclusively uses the English-language term "publish or perish" when dealing with the above phenomenon.

In 1973, Werner Kaegi published a book written in German about Carl Jacob Christoph Burckhardt (fifth volume). Living from 1818 to 1897, he was a Swiss historian of art and culture and an influential figure in the historiography of both fields. In this book, I found the following sentence:  

“At times, Burckhardt was not very far off the mark when he surmised the catchphrase for the academic world of the 20th century: "Publish or perish!" Burckhardt does not derive all this from "developments" and "economic necessities", but from the "rage of getting rich quick". He, who has to prove through his daily work…”

Since Jacob Burckhardt died in 1897, the literary proven reference to the slogan "publish or perish" should be pushed back from the early 20th century (William Morris Davis, 1904) to at least the late 19th century. It would be interesting to initiate historical and archival research using the memoirs of Jacob Burckhardt and the works of his biographers in order to find more detailed information on the description of this phenomenon.  

Since book printing and the first scientific journals originated in Europe, it is not surprising that the origins of the slogan "publish or perish" seem to originate there too. The fact that there is no Latin saying "publish aut perire" on the Internet does not mean that it did not exist, because the percentage of digitised manuscripts and books in Latin is still very small (estimation of only 27.014 works as Latin in Open Access – Bamman & Smith 2012), and they are far from all being studied. In general, out of 130 million unique books available in 2010, Google Books has only placed around 10 million books in Open Access, which means there might be more information to be discovered about the origin of the slogan.

Modern development

Thus, it seems that the slogan "publish or perish" was invented long before Eugene Garfield developed the citation index (1955) and the impact factor of journals (1972), which initially raised the question about the origin of this slogan. The former became a good tool for monitoring the state of science, while the latter served for a long time exclusively for planning library subscriptions.  

But the moment came when science officials decided to use the impact factor of a journal as a criterion for the career development of a scientist and evaluation of scientific research results, and then the real publication race under the slogan "publish or perish" began. This seems to have happened when the US Institute for Scientific Information (founded by Eugene Garfield) was acquired by Thomson Scientific & Healthcare in 1992 and then the journal impact factor was put at the service of commercial publishers, who began to monopolise the market of scientific periodicals.

Many countries have begun to introduce publication incentive schemes, in which rewards for journal articles were made dependent on the interval of change in the impact factor of journals (Monetary Rewards Systems). Scientific periodical publishers took advantage of this eventually monopolising the periodicals market, and taking over all high-impact journals. This allowed them to drive up the price of journal subscriptions, leading in the early 2000s to the Open Access movement and later to Plan S (2019) with its complete abandonment of the journal subscription model. A major role in the fight against the “publish or perish” doctrine was played by the launch of DORA in 2012, which requires a move away from the journal impact factor when assessing research outputs. 

It should be noted that the launch of the Open Access movement coincided with the launch of World University Rankings, which strongly undermined this movement, fuelling the publication race, mainly in developing countries. For example, after the launch of ARWU in 2003, Chinese authors' fees for publishing articles in high-impact journals reached remarkable levels: "scholars that succeed in publishing in top-ranked journals like Nature, Science and Cell are receiving cash awards of up to RMB 1 million ($166,600)" (Ren, Montgomery, 2015). In addition, Jane Qiu (2010) wrote an article entitled "Publish or Perish in China" which mentioned that Chinese universities award prizes, benefits, and other perks on the basis of high-profile publications. Additionally, it refers to a study at Wuhan University where dubious science-publishing activities have increased by five times from 2007 to 2009.

In my opinion, citation indices should fulfil their main role - to track the state of science and trends in its development, and not serve as a tool for a publication race under the cynical slogan "publish or perish". Because if this continues, the slogan will be replaced by "publish best or do not publish at all".

DOI: 10.59350/tbhbb-spm02 (export/download/cite this blog post)


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Indicadores de calidad para revistas de ciencias sociales en la era de la bibliometría narrativa

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