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lunes, 15 de diciembre de 2025

UNIÓN EUROPEA: «La ciencia abierta amenazada por la geopolítica y el capitalismo»

Publicado en Research information
https://www.researchprofessionalnews.com/rr-news-europe-infrastructure-2025-10-open-science-threatened-by-geopolitics-and-capitalism/


«La ciencia abierta amenazada por la geopolítica y el capitalismo»


Por Craig Nicholson



    Image: EP, European Union 2025

Los expertos advierten de la necesidad de «rescatar» los datos del control de potencias y empresas extranjeras


La ciencia abierta y la colaboración en materia de investigación en general se ven amenazadas por las tendencias geopolíticas y la comercialización de los datos, según han advertido expertos y funcionarios europeos.


En un debate sobre datos de investigación organizado por el Parlamento Europeo el 1 de octubre, Thomas Hartung (segundo por la izquierda en la foto), profesor de farmacología con funciones conjuntas en Estados Unidos y Europa, y también editor jefe de la revista Frontiers in AI, advirtió del creciente control político y comercial.


«Mi temor es que, en algún momento, tengamos una especie de OPEP para los datos», afirmó, en referencia a la Organización de Países Exportadores de Petróleo, un cártel de naciones que pretende influir en el precio del petróleo mediante acuerdos para controlar la producción.


«En este momento, la ciencia abierta se ve amenazada por varios factores, en primer lugar, por el hecho de que los datos se han convertido en una mercancía. De repente, es valioso poseer datos y conceder licencias sobre ellos... y hay una menor disposición a compartirlos», añadió. La ciencia abierta es un término que se refiere a la apertura de los métodos y resultados de la investigación para su examen y reutilización con el fin de obtener el máximo beneficio y garantizar la confianza.


Klaus Tochtermann (en la foto de la izquierda), informático y presidente de la infraestructura de agregación de datos de investigación European Open Science Cloud, aportó su experiencia de primera mano sobre este nuevo entorno de datos. Afirmó que su institución había estado utilizando la inteligencia artificial para anotar artículos de investigación publicados, pero que «las grandes editoriales han rescindido todos nuestros contratos en los últimos años y los han renovado [de tal manera que] no permiten la extracción de texto o datos... Ya no tenemos los derechos». 


«Carrera armamentística» geopolítica


Además de este problema del «capitalismo de datos», en palabras del eurodiputado Christian Ehler, presidente de la unidad de prospectiva del Parlamento que organizó el debate, los ponentes también advirtieron de los riesgos que supone para la investigación la pérdida de acceso a los datos como consecuencia de las medidas adoptadas por los gobiernos. Se prestó especial atención a las medidas del actual Gobierno de Trump, incluida su respuesta a las amenazas percibidas por parte de China.


«Hay influencias políticas [que hacen que] no sepamos si mañana seguiremos teniendo acceso a bases de datos que son fundamentales para la ciencia, como PubMed», afirmó Hartung. 


PubMed facilita la búsqueda de millones de artículos biomédicos; en el momento de la publicación, una nota en su sitio web indica que es posible que no esté actualizada debido al cierre del Gobierno federal de los Estados Unidos. 


Anastase Charantonis (segundo por la derecha en la foto), investigador que utiliza la IA para la investigación climática, afirmó que su campo «depende en gran medida del intercambio global» de datos y que, en los últimos meses, se había «estresado mucho» ante la posibilidad de perder el acceso a algunos datos satelitales financiados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Esto habría sido «catastrófico», afirmó.


En el contexto de la reciente decisión de la Administración Trump de restringir el acceso de China a algunos datos estadounidenses, Hartung comparó la situación con una «carrera armamentística». Ante la amenaza de que un colaborador pudiera cortar el acceso de esta manera, «es mejor mostrar cierta fuerza» siendo capaz de realizar una amenaza recíproca, afirmó.


Tochtermann instó a los investigadores europeos a «utilizar capacidades informáticas europeas» siempre que sea posible, en lugar de los servicios prestados por los gigantes tecnológicos estadounidenses. Quienes utilizan los servicios estadounidenses «a menudo olvidan que podrían perder la propiedad de los datos», advirtió. También señaló que es importante decidir qué datos globales deben «rescatarse» ante las amenazas, ya que hay demasiados datos como para salvarlos todos.


Se necesita cooperación para responder


Signe Ratso (en el centro de la foto), subdirectora general del departamento de investigación e innovación de la Comisión Europea, afirmó que su institución es consciente de estos retos, que «han cobrado una importancia más inmediata, agravada por la actual situación geopolítica».


Afirmó: «Se están cuestionando los marcos de colaboración mundial para la investigación, lo que pone de manifiesto la dependencia de Europa de los recursos y servicios de datos externos. La capacidad de la UE en ámbitos críticos como la salud pública, la modelización climática o la modelización medioambiental ya se ha visto afectada. En este contexto, la soberanía de los datos se convierte en un elemento esencial de nuestra agenda de I+i».


Ratso afirmó que la Comisión ha puesto en marcha iniciativas en respuesta a ello, entre las que se incluyen la financiación de la Nube Europea de Ciencia Abierta, así como las Fábricas de IA para proporcionar potencia informática. Sin embargo, señaló que para adoptar nuevas medidas será necesaria una «estrecha cooperación» entre los gobiernos de los Estados miembros de la UE, con países «afines» y con el sector de la investigación. Destacó que la UE acogerá a finales de octubre una conferencia sobre la seguridad de la investigación, en la que se debatirán estas «nuevas realidades».


Según Tochtermann, se necesitan «negociaciones» y «acuerdos justos» con gobiernos extranjeros para garantizar un acceso recíproco y seguro a los datos.


A pesar de los numerosos temores expresados, Hartung afirmó que cree que, a largo plazo, estos esfuerzos «tendrán éxito».




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02 Oct 2025

‘Open science threatened by geopolitics and capitalism’


By Craig Nicholson



Experts warn of need to “rescue” data from control of foreign powers and companies

Open science and research collaboration in general are under threat from trends in geopolitics and the commercialisation of data, experts and European officials have warned.


In a discussion on research data hosted by the European Parliament on 1 October, Thomas Hartung (pictured second from left), a pharmacology professor with joint roles in the US and Europe, who is also chief editor of the journal Frontiers in AI, warned of growing political and commercial control.


“My fear is that we will, at some point, have a kind of Opec for data,” he said, referring to the Organization of Petroleum Exporting Countries, a cartel of nations that aims to influence the price of oil through agreements to control output. 


“Open science is at the moment endangered by a number of things, first of all data becoming a commodity. It is suddenly valuable to own data and licence them…there’s a declining willingness to share,” he added. Open science is a term for the opening up of research methods and outputs for scrutiny and reuse to gain maximum benefit and ensure trust.


Klaus Tochtermann (pictured left), a computer scientist who is president of the European Open Science Cloud research data aggregation infrastructure, provided a first-hand experience of this new data environment. He said his institution had been using artificial intelligence to annotate published research papers, but that “the big publishers have terminated all our contracts in recent years and renewed [them in a way that] does not allow any text or data mining…We do not have the rights anymore.”  


Geopolitical ‘arms race’


In addition to this problem of “data capitalism”, in the words of MEP Christian Ehler, chair of the Parliament foresight unit that hosted the debate, speakers also warned of the risks to research from loss of access to data as a result of actions by governments. A particular focus was the actions of the current Trump administration, including its response to perceived threats from China.


“There are political influences [that mean] we don’t know whether tomorrow we will still have access to databases which are critical to…science, such as PubMed,” Hartung said. 


PubMed facilitates the searching of millions of biomedical papers; at the time of publication, a note on its website says it may not be up to date due to the US federal government shutdown.  


Anastase Charantonis (pictured second from right), a researcher who uses AI for climate research, said that his field is “very heavily dependent on global sharing” of data, and that in recent months it had been “very stressed” that it would lose access to some satellite data funded by the US National Oceanic and Atmospheric Administration. This would have been “catastrophic”, he said.


In the context of the Trump administration recently cutting Chinese access to some US data, Hartung likened the situation to an “arms race”. Facing the threat of a collaborator potentially cutting off access in such a way, “it is better to show some strength” by being able to make a reciprocal threat, he said.  


Tochtermann called on researchers in Europe to “use European” computing capacities wherever possible, rather than services provided by US tech giants. Those who use US services “often forget that they might lose ownership of the data”, he warned. He also said it is important to decide which global data need to be “rescued” given the threats, because there is too much data in existence to save it all.


Cooperation needed in response 


Signe Ratso (pictured centre), a deputy director-general in the European Commission research and innovation department, said her institution recognises these challenges, which “have become of more immediate importance, exacerbated by the current geopolitical situation”.


She said: “Longstanding global collaboration frameworks for research are being questioned, exposing Europe’s dependence on external data resources and services. The EU’s capacity in critical areas like public health, climate modelling or environmental modelling has already been affected. In this context, data sovereignty becomes…an essential element of our R&I agenda.”


Ratso said the Commission has implemented initiatives in response, including funding the European Open Science Cloud, as well as AI Factories to provide computing power. But she said that further action will require “close cooperation” among EU member state governments, with “like-minded” countries and with the research sector. She pointed out that the EU is hosting a conference on research security at the end of October, at which these “new realities” will be discussed. 


“Negotiations” and “fair deals” with foreign governments are needed to ensure reciprocal and safe access to data, said Tochtermann.


Despite the many fears expressed, Hartung said he thinks that, in the long term, such efforts “will succeed”.



martes, 9 de diciembre de 2025

El histórico ascenso de China a la cima de la escala científica

Publicado en The Quincy Institute
https://quincyinst.org/research/chinas-historic-rise-to-the-top-of-the-scientific-ladder/#


DESCARGAR INFORME COMPLETO: https://quincyinst.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/2025/10/23143041/QI-POLICY-NOTE-NO.-16-%E2%80%94-WAGNER.pdf 


El histórico ascenso de China a la cima de la escala científica


Caroline S. Wagner


Publicado el 24 de octubre de 2025


Resumen

Durante décadas, los científicos y responsables políticos occidentales descartaron el auge de la investigación en China por considerar que primaba la cantidad sobre la calidad. Esos días han terminado. En 2024, China logró lo que parecía imposible hace solo unos años: superar a Estados Unidos en el número de publicaciones que aparecen en las revistas científicas más prestigiosas del mundo. A medida que China se afianza como líder mundial en innovación científica, las implicaciones para la política estadounidense son profundas. Estados Unidos ya no puede esperar impedir este desarrollo mediante una política aislacionista de corte de la colaboración científica con China. Por el contrario, el potencial de innovación a largo plazo de Estados Unidos dependerá de la renovación de nuestras propias capacidades científicas y de mantenernos en contacto con la vanguardia científica mundial. 


Caída de otra barrera

El Nature Index, que realiza un seguimiento de las publicaciones en 145 de las revistas de ciencias naturales más prestigiosas del mundo, entre las que se incluyen Nature, Science, Cell y Physical Review Letters, muestra el liderazgo de China en 2024 con 37,273 artículos, frente a los 31,930 de Estados Unidos. Esto representa una impresionante ventaja del 17 % para China en lo que durante mucho tiempo se ha considerado el estándar de excelencia científica, y sigue a trabajos anteriores en Web of Science y otras bases de datos que muestran que China ha superado a Estados Unidos. 


No se trata solo de otro dato más. El Índice Nature representa la última frontera, la última métrica importante en la que Estados Unidos mantenía una clara superioridad científica. A diferencia de los recuentos de publicaciones más amplios, que pueden inflar las revistas de menor nivel, estas 145 revistas emplean un riguroso proceso de revisión por pares a nivel internacional y tienen tasas de rechazo que a menudo superan el 90 %. Publicar en Nature o Science demuestra un auténtico avance científico, no sólo productividad.


¿Cómo hemos llegado a esta situación?


La toma de control por parte de China se produjo con una rapidez notable. En 2020, Estados Unidos aún superaba a China en un 53 % en publicaciones del Nature Index (29,172 frente a 19,097). Sin embargo, la tasa de crecimiento de China, del 18 % anual, superó con creces la de Estados Unidos, del 2,3 %. En 2023, la diferencia se redujo a sólo un 7 %. En 2024, China tomó una ventaja decisiva, en parte gracias a los repatriados que ahora publican en China.


Para comprender la magnitud de este cambio, consulté varias bases de datos que registran la producción académica: Web of Science, Scopus, OpenAlex y Nature Index. Los resultados se muestran en la figura 1 a continuación. China produce ahora casi el doble de investigación científica que Estados Unidos y tiene una ventaja del 17 % en publicaciones de élite.




Una tendencia que se ha ido gestando durante décadas.


Llevo años siguiendo la trayectoria de China. En trabajos anteriores en los que documentábamos los patrones cambiantes de la investigación mundial, mis colegas y yo identificamos la dinámica cambiante que remodelaría el panorama internacional de la investigación. En 2024, cuando publiqué un análisis exhaustivo de la posición de China en el sistema mundial, la magnitud del crecimiento de la investigación china era innegable, pero persistían las dudas sobre su calidad.


El argumento de los escépticos de que primaba la cantidad sobre la calidad tenía cierto mérito a principios de la década de 2000. Sin embargo, mi investigación sobre el 1 % de los artículos más citados del mundo reveló que la cuota de China en estas publicaciones de élite crecía de forma constante. Cuando se completó el análisis, China ya había alcanzado una paridad aproximada con Estados Unidos en este indicador de calidad crucial: artículos citados con la frecuencia suficiente como para situarse en el 1 % más citado a nivel mundial, lo que indica las fronteras de la investigación. 


Los resultados del Índice Nature confirman ahora lo que sugerían los datos de los artículos más citados: China no solo está produciendo más investigación, sino que está produciendo investigación de calidad. No se trata de publicaciones que rellenan currículos en revistas oscuras, ni de fábricas de artículos, ni de resultados de plagio. Se trata de artículos revolucionarios en Nature, Science y Cell que dan forma a campos enteros.


China superó por primera vez a Estados Unidos en volumen total de publicaciones entre 2018 y 2020, según la base de datos consultada. Los analistas (incluida la Fundación Nacional para la Ciencia) argumentaron que esto reflejaba la cantidad, no la calidad. Señalaron los patrones de citas, que mostraban que el 57 % de las citas a artículos chinos procedían de dentro de China, en comparación con el 37 % de los artículos estadounidenses, lo que sugería un menor impacto internacional y un patrón de «acumulación de citas». 


Pero los datos cuentan una historia diferente. Las revistas del Nature Index son intrínsecamente internacionales. Expertos mundiales revisan los artículos, que deben cumplir con estándares universales de novedad y rigor. El éxito de China en este ámbito demuestra su liderazgo científico, no solo un aumento en la producción o citas cruzadas amistosas.


Dónde domina China y dónde sigue liderando Estados Unidos  


El desglose por campos revela un panorama desigual. China supera a Estados Unidos en producción en química (2,5 veces más que Estados Unidos), ciencias físicas (1,7 veces más que Estados Unidos) y ciencias de la tierra y medioambientales (1,2 veces más que Estados Unidos). Estados Unidos supera a China en producción en ciencias biológicas y de la salud. 


Este patrón refleja decisiones estratégicas. China, de forma deliberada, ha invertido mucho en campos considerados cruciales para la competitividad económica y la soberanía tecnológica: ciencia de los materiales, computación cuántica, energías renovables y fabricación avanzada. Estados Unidos mantiene su ventaja en investigación biomédica, donde décadas de financiación de los Institutos Nacionales de Salud y colaboraciones con la industria farmacéutica han creado profundas ventajas institucionales. Sin embargo, los recientes recortes en la financiación científica en Estados Unidos ponen en peligro incluso esta ventaja. 


La paradoja de la cooperación


Curiosamente, a medida que la producción científica de China se ha disparado, sus índices de colaboración internacional han disminuido. En trabajos anteriores sobre el seguimiento de las redes de investigación mundiales, mis colegas y yo documentamos cómo el auge de China coincidió inicialmente con un aumento de la coautoría internacional. Los investigadores chinos colaboraron ampliamente con científicos estadounidenses, europeos y japoneses. La siguiente figura ilustra el rápido aumento de la producción científica de China junto con el auge y la caída de la cooperación internacional.





En parte debido a la política y en parte debido a la geopolítica, la investigación china se está orientando cada vez más hacia el ámbito nacional. Esto plantea preguntas fundamentales: ¿Se está fragmentando la ciencia mundial en bloques rivales? ¿La reducción de la colaboración ralentizará el progreso científico para todos?


Qué significa esto


Las implicaciones van mucho más allá de las clasificaciones académicas y abarcan los fundamentos mismos de la innovación y la seguridad nacional.


La narrativa que obligó a los investigadores estadounidenses a alejarse de la cooperación con China —que Estados Unidos necesitaba proteger su ventaja científica— parece cada vez más cuestionable. Si China ya lidera o iguala a Estados Unidos en la mayoría de los indicadores, las políticas basadas en restricciones pueden acelerar, en lugar de prevenir, el declive de Estados Unidos. 


Los mejores investigadores siguen la mejor ciencia. El aumento de las publicaciones de China en revistas de élite indica un creciente atractivo para el talento internacional. Las universidades estadounidenses se han beneficiado durante mucho tiempo de ser consideradas líderes; sin embargo, esa suposición ya no es válida, y el aumento del precio del visado H-1B reducirá aún más el atractivo de Estados Unidos.


Los artículos de Nature de hoy se convierten en las patentes y los productos de mañana. El dominio de China en química, física y ciencia de los materiales la posiciona para liderar la computación cuántica, las baterías avanzadas y los semiconductores de próxima generación. China ya es el mayor solicitante de patentes del mundo.


El liderazgo científico ha sustentado la primacía económica y militar estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. Esa era está llegando a su fin, ya que el ascenso de China en materia de investigación se traducirá en una mayor influencia geopolítica.


¿Puede Estados Unidos responder?

Estados Unidos se enfrenta a decisiones difíciles:


  • Opción uno: Aceptar la multipolaridad en la ciencia como la nueva normalidad y centrarse en áreas en las que sigue siendo fuerte: investigación biomédica, inteligencia artificial y teoría fundamental.

  • Opción dos: Intentar reconstruir el liderazgo en investigación integral mediante un aumento drástico de la inversión federal en investigación y desarrollo.

  • Opción tres: Trabajar en estrecha colaboración con los líderes mundiales, independientemente de dónde se encuentren, incluso en China.



Lo que no funcionará es el enfoque actual: reducir gradualmente los presupuestos de investigación y añadir restricciones de seguridad que desalientan la colaboración internacional. China aumentó su producción en el Índice Nature en un 95 % entre 2020 y 2024, mientras que la de Estados Unidos solo creció un 9,5 %. No se trata de una competencia, sino de una derrota aplastante.


La incómoda verdad es que el auge de la investigación en China refleja un auténtico logro científico. Las universidades chinas han contratado personal de forma agresiva, han construido instalaciones de primera categoría y han creado sistemas de financiación competitivos. Los investigadores chinos están publicando trabajos revolucionarios en computación cuántica, terapias CRISPR y energías renovables que merecen ser publicados en Nature y Science, independientemente de la nacionalidad de los autores.


El camino a seguir


En lugar de considerar el éxito de China como una amenaza que hay que contener, Estados Unidos podría reconocerlo como una evolución de la red mundial de investigación. La ciencia avanza más rápidamente cuando los competidores fuertes se empujan mutuamente y cooperan entre sí. El lanzamiento del Sputnik por parte de la Unión Soviética catalizó la NASA y décadas de liderazgo científico estadounidense. Quizás el logro del Índice Nature de China catalice de manera similar la renovación estadounidense.


Pero eso requiere una evaluación honesta. Los datos de cuatro bases de datos independientes —Web of Science, Scopus, OpenAlex y Nature Index— cuentan la misma historia con una coherencia notable. China ha alcanzado la paridad o la superioridad en prácticamente todas las medidas de producción y calidad de la investigación. Los resultados del Nature Index de 2024 eliminan cualquier duda restante.


La cuestión ya no es si China puede competir al más alto nivel científico, sino si Estados Unidos puede responder confiando en sus puntos fuertes. 


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Policy Note # 16

China’s Historic Rise to the Top of the Scientific Ladder 

Caroline S. Wagner

Posted on October 24, 2025


Overview

For decades, Western scientists and policymakers dismissed China’s research boom as a matter of quantity over quality. Those days are over. In 2024, China achieved what seemed impossible just a few years ago, overtaking the United States in the number of publications appearing in the world’s most prestigious scientific journals. As China takes a firm place as the world leader in scientific innovation, the implications for U.S. policy are profound. The United States can no longer hope to prevent this development through an isolationist policy of cutting off scientific collaboration with China. Instead, long-term U.S. innovation potential will depend on renewing our own scientific capacities and remaining in touch with the global scientific frontier.  

A further barrier falls

The Nature Index, which tracks publications in 145 of the world’s most elite natural science journals — including Nature, Science, Cell, and Physical Review Letters — shows China’s lead in 2024 with 37,273 articles compared to America’s 31,930. This represents a stunning 17 percent advantage for China in what has long been considered the gold standard of scientific excellence and follows earlier work in the Web of Science and other databases showing China overtaking the United States.  

This isn’t just another data point. The Nature Index represents the final frontier — the last major metric where the United States maintained clear scientific superiority. Unlike broader publication counts that lower-tier journals can inflate, these 145 journals employ rigorous international peer review and have rejection rates often exceeding 90 percent. Getting published in Nature or Science demonstrates a genuine scientific breakthrough, not just productivity.

How did we get here?  

China’s takeover happened with remarkable speed. As recently as 2020, the United States led China by 53 percent in Nature Index publications (29,172 to 19,097). But China’s growth rate of 18 percent per year vastly outpaced America’s 2.3 percent annual growth. By 2023, the gap narrowed to just 7 percent. In 2024, China pulled decisively ahead — partly due to returnees who are now publishing in China.

To understand the magnitude of this shift, I looked across multiple databases that track scholarly output: Web of Science, Scopus, OpenAlex, and Nature Index. The results appear in Figure 1 below. China now produces nearly twice as much total scientific research output as the U.S., and has a 17 percent advantage in elite publications. 




A trend decades in the making

I have been tracking China’s trajectory for years. In earlier work documenting changing patterns in global research, my colleagues and I identified the shifting dynamics that would reshape the international research landscape. By 2024, when I published a comprehensive analysis of China’s position in the global system, the scale of China’s research growth was undeniable — but questions about quality persisted.

The skeptics’ quantity-not-quality argument had some merit in the early 2000s. But my research on the world’s top 1 percent of most highly cited papers showed China’s share of these elite publications growing steadily. By the time that analysis was completed, China had already achieved rough parity with the United States in this crucial quality metric — papers cited frequently enough to rank in the top 1 percent globally, indicating the frontiers of research. 

The Nature Index results now confirm what the highly cited paper data suggested: China isn’t just producing more research, it’s producing quality research. These aren’t publications padding CVs in obscure journals, or from paper mills, or the results of plagiarism. These are breakthrough papers in Nature, Science, and Cell that shape entire fields.

China first overtook the United States in total publication volume around 2018 to 2020, depending on the database consulted. Analysts (including the National Science Foundation) argued this reflected quantity, not quality. They pointed to citation patterns showing 57 percent of citations to Chinese papers came from within China, compared to 37 percent for American papers — suggesting less international impact and a pattern of “citation stacking.”  

But the data tells a different story. The Nature Index journals are inherently international. Global experts review papers, which must meet universal standards of novelty and rigor. China’s success here demonstrates scientific leadership, not just increased output or chummy cross-citation.

Where China dominates and where America still leads  

The field-by-field breakdown reveals a hilly landscape. China is leading the United States in outputs in chemistry (2.5 times more than the United States), physical sciences (1.7 times more than the United States), and earth and environmental sciences (1.2 times more than the United States). The United States leads China in biological and health sciences outputs. 

This pattern reflects strategic choices. China, by design, has invested heavily in fields seen as crucial for economic competitiveness and technological sovereignty — materials science, quantum computing, renewable energy, and advanced manufacturing. The United States maintains advantages in biomedical research, where decades of National Institutes of Health funding and pharmaceutical industry partnerships create deep institutional advantages. However, recent U.S. cuts to science funding put even this advantage into jeopardy.  

The cooperation paradox

Curiously, as China’s research output has soared, its international collaboration rates have declined. In earlier work tracking global research networks, my colleagues and I documented how China’s rise initially coincided with increased international co-authorship. Chinese researchers partnered extensively with American, European, and Japanese scientists. The figure below illustrates the rapid increase in China’s output alongside the rise and fall of international cooperation. 



In part due to policy, and in part due to geopolitics, Chinese research is becoming more domestically oriented. This raises critical questions: Is world science fragmenting into competing blocs? Will reduced collaboration slow scientific progress for everyone?

What this means

The implications extend far beyond academic rankings to include the very foundations of innovation and national security.

The narrative that compelled U.S. researchers to back away from cooperation with China — that America needed to protect its scientific edge — looks increasingly questionable. If China already leads or matches the United States across most metrics, restriction-based policies may accelerate rather than prevent U.S. decline. 

The best researchers follow the best science. China’s rise in elite journal publications signals growing attractiveness to international talent. American universities have long benefited from being presumed leaders; however, that assumption no longer holds, and the increase in the price of an H–1B visa will further reduce the attraction of the United States.

Today’s Nature papers become tomorrow’s patents and products. China’s dominance in chemistry, physics, and materials science positions it to lead in quantum computing, advanced batteries, and next-generation semiconductors. China is already the largest filer of patents in the world.

Scientific leadership has underpinned American economic and military primacy since World War II. That era is ending, as China’s research ascendancy will translate into broader geopolitical influence.  

Can America Respond?

The United States faces stark choices: 

  • Option one: Accept multipolarity in science as the new normal and focus on areas of continued strength — biomedical research, artificial intelligence, and fundamental theory. 

  • Option two: Attempt to rebuild comprehensive research leadership through dramatically increased federal research and development investment. 

  • Option three: Work closely with world leaders wherever they are located, even in China.  

What won’t work is the current approach — incrementally reducing research budgets while adding security restrictions that discourage international collaboration. China grew its Nature Index output by 95 percent from 2020 to 2024, while America’s rose just 9.5 percent. That’s not a competition — it’s a rout.

The uncomfortable truth is that China’s research rise reflects genuine scientific achievement. Chinese universities have hired aggressively, built world-class facilities, and created competitive funding systems. Chinese researchers are publishing breakthrough work in quantum computing, CRISPR therapeutics, and renewable energy that merit publication in Nature and Science regardless of the authors’ nationality.

The path forward  

Rather than viewing China’s success as a threat requiring containment, the United States might recognize it as an evolution of the global research network. Science advances fastest when strong competitors push each other as well as cooperate. The Soviet Union’s Sputnik launch catalyzed NASA and decades of American scientific leadership. Perhaps China’s Nature Index achievement will similarly catalyze American renewal.

But that requires honest assessment. The data across four independent databases — Web of Science, Scopus, OpenAlex, and Nature Index — tell the same story with remarkable consistency. China has reached parity or superiority across virtually all measures of research output and quality. The 2024 Nature Index results remove any remaining doubt.

The question is no longer whether China can compete at the highest levels of science, but whether the United States can respond by relying on its strengths.

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