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martes, 9 de diciembre de 2025

Visita de representantes del MEXT de Japón a SciELO México fortalece el intercambio internacional en comunicación científica

 



Visita de representantes del MEXT de Japón a SciELO México fortalece el intercambio internacional en comunicación científica

El comité “2030 Digital Library” y SciELO México

A finales de 2025, SciELO México recibió la solicitud de una visita de trabajo por parte de representantes del Ministry of Education, Culture, Sports, Science and Technology (MEXT) de Japón, en el marco de los trabajos del comité “2030 Digital Library”, un grupo que desde 2023 analiza el papel de las bibliotecas universitarias en un entorno marcado por la ciencia abierta y la transformación del ciclo de comunicación académica.

Para este comité japonés, las bibliotecas se encuentran en un punto crítico: durante los últimos 25 años han sido actores centrales en la promoción del acceso abierto, pero hoy enfrentan un escenario mucho más complejo, donde conviven distintos modelos —vía dorada, vía verde y vía diamante—, la presión económica de los acuerdos transformativos y la necesidad de garantizar un acceso estable y equitativo a las revistas científicas. En Japón, parte del ecosistema académico opera en acceso abierto diamante mediante repositorios institucionales o plataformas gubernamentales, pero su estabilidad y alcance global siguen siendo temas de debate.


En contraste, observan que América Latina, y particularmente SciELO, ha desarrollado desde los inicios del movimiento de acceso abierto un modelo diamante sólido, sostenido durante décadas, con gobernanza regional, articulación interinstitucional y una comunidad académica comprometida. El comité japonés identificó este caso como una referencia indispensable en sus discusiones sobre el futuro de las bibliotecas y los sistemas de publicación académica.  

Con ese propósito, el comité designó a dos representantes para visitar México: el profesor Hiroya Takeuchi, profesor de bibliotecología y ciencias de la información de la Universidad de Chiba y presidente del comité “2030 Digital Library” japonés, y la profesora Emi Ishita, profesora de la Data-Driven Innovation Initiative de la Universidad de Kyushu y también integrante del proyecto. Su interés principal fue conocer de primera mano las prácticas, estructuras y decisiones que han permitido a SciELO sostener un ecosistema editorial robusto basado en el modelo de acceso abierto diamante, así como comprender los retos, mecanismos de gobernanza y experiencias de transición hacia la ciencia abierta dentro del ámbito universitario mexicano.



Sesiones de trabajo

Un diálogo estratégico sobre ciencia abierta y el papel de las bibliotecas universitarias

La visita, realizada el 25 de noviembre de 2025, fue organizada por la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI-UNAM) a través de la Subdirección de Servicios de Información Especializada, encabezada por el Dr. Antonio Sánchez Pereyra, en coordinación con el área editorial de SciELO México, dirigida por el Mtro. Julio Zetter Patiño. Aquí se articularon la agenda académica, las sesiones de intercambio y la logística institucional, asegurando que la delegación japonesa conociera de manera integral el funcionamiento, los alcances y las perspectivas del ecosistema SciELO en la UNAM y en México.  

Seminario: Arquitecturas de información, profesionalización editorial y comunicación científica abierta en la UNAM 

El breve seminario Arquitecturas de información, profesionalización editorial y comunicación científica abierta en la UNAM fue concebido específicamente para atender el interés de la delegación del MEXT, cuyo objetivo central era comprender cómo la UNAM, a través de sus programas y diversas iniciativas, ha logrado articular un ecosistema estable, público y cooperativo de comunicación científica abierta. Ante las preguntas que la delegación planteaba —sobre gobernanza, operación técnica, sostenibilidad del modelo diamante de acceso abierto y formación de recursos humanos— SciELO México organizó una sesión estratégica que permitió mostrar, de manera integrada, las infraestructuras, prácticas y redes profesionales que sostienen la edición académica en la universidad.

Puntos sustanciales de la discusión:

La jornada comenzó con una exposición general del Dr. Antonio Sánchez Pereyra sobre la evolución regional de SciELO, a partir de la presentación Red SciELO y la Colección SciELO México. La primera intervención del seminario ofreció una panorámica clara sobre la trayectoria y el sentido institucional de SciELO dentro del ecosistema global de comunicación científica. Se explicó que SciELO surgió en Brasil a finales de los años noventa, antes incluso de la formalización del movimiento internacional de acceso abierto, y que posteriormente se consolidó como una red regional que articula a América Latina, el Caribe, España, Portugal y, más recientemente, Sudáfrica. La presentación subrayó que las colecciones nacionales operan como infraestructuras públicas alojadas en agencias de ciencia o universidades, lo que garantiza su carácter público orientado hacia el fortalecimiento de la investigación en contextos históricamente desiguales. Se describió también la gobernanza del programa, basada en la certificación de SciELO Brasil, evaluaciones periódicas, comités nacionales y lineamientos compartidos, así como las tensiones que enfrentan las revistas latinoamericanas entre su alta visibilidad en acceso abierto y su baja valoración en sistemas de evaluación dependientes de índices internacionales. Finalmente, se destacó el papel de SciELO en la profesionalización editorial de la región mediante estándares interoperables, publicación continua y la incorporación de prácticas de ciencia abierta como SciELO Data y SciELO Preprints. Para la delegación japonesa, este apartado ofreció una lectura histórica de cómo se construye un modelo de acceso abierto sostenido por cooperación institucional y gobernanza compartida, pero también de sus alcances y limitaciones. 


A la izquierda el Dr. Antonio Sánchez Pereyra, a la derecha destacan la magíster Patricia Garrido Villegas y el Dr. Bardo J. García Martínez

A continuación, el Mtro. Julio Zetter Patiño desarrolló la dimensión más operativa de SciELO México, mediante la presentación de sus dimensiones ejecutivas, que organizan el trabajo técnico, editorial y estratégico del nodo mexicano. Estas dimensiones abarcan el mantenimiento de la colección, en donde la magíster Patricia Garrido Villegas esbozó las etapas de publicación, indización, marcación y monitoreo de la producción. Se tomaron en cuenta otras etapas críticas como la evaluación editorial y el seguimiento del cumplimiento de criterios, el desarrollo y actualización de políticas y lineamientos, la generación de estadísticas y diagnósticos, la formación y acompañamiento técnico para equipos editoriales, así como la coordinación de proyectos especiales e iniciativas de interoperabilidad con sistemas nacionales e internacionales. Este marco se completa con un esfuerzo sostenido de difusión y comunicación, que mantiene informada a la comunidad científica y permite visibilizar el avance de las revistas mexicanas en prácticas de apertura, transparencia e innovación editorial.

El tercer apartado, guiado por el Lic. Manuel A. Flores Chávez, ofreció un panorama del papel de BIBLAT como iniciativa de larga trayectoria y una plataforma que por sí misma ya forma un sistema de información robusto, el cual brinda una complementación esencial a los programas que pertenecen al Departamento de Bibliografía Latinoamericana. Se destacaron sus bases CLASE y PERIÓDICA, el trabajo de normalización y valoración de metadatos, así como los indicadores bibliométricos que permiten analizar la producción regional, las redes de colaboración y la participación internacional de las revistas. Este bloque evidenció cómo la interoperabilidad entre SciELO México y  BIBLAT potencia la visibilidad y solidez analítica de las publicaciones.



Selección para la hora del almuerzo: Restaurante Casa Club del Académico

Finalmente, el Dr. Bardo J. García Martínez presentó Experiencias del Seminario Permanente para Editores, que mostró la trayectoria de dicho Seminario y la Red de Directores y Editores de Revistas Académicas y Arbitradas (REDIERAA) como espacios de profesionalización comunitaria. Se destacó la construcción de un colectivo editorial que, desde 2014, ha construido una comunidad técnica e intelectual que ha dotado a las revistas universitarias de un marco común de profesionalización, metodologías compartidas, estándares internacionales y procesos de formación continua. Más que un espacio de acompañamiento, el Seminario ha actuado como motor de transformación editorial dentro de la UNAM y del sistema público de educación superior, articulando prácticas de acceso abierto, normalización técnica, cultura colaborativa y fortalecimiento institucional. Su presencia en el seminario ofrecido a la delegación japonesa permitió subrayar que la sostenibilidad del modelo de comunicación científica en la UNAM no descansa únicamente en infraestructuras tecnológicas o programas oficiales, sino también en una comunidad organizada, con memoria histórica, capacidad formativa y visión estratégica de largo plazo.


Visita guiada al Campus Central de Ciudad Universitaria de la UNAM – Patrimonio Mundial, impartida por la Unidad de Promoción y Difusión del Campus Central de Ciudad Universitaria.

Perspectivas finales del seminario

Quedó claro que el diálogo entre la delegación japonesa y los equipos de la UNAM abrió un espacio de reflexión estratégica para ambos contextos: Japón enfrenta el reto urgente de repensar su sistema de publicación científica ante la reducción de recursos destinados a las grandes editoriales comerciales, mientras que el modelo de acceso abierto diamante, ya consolidado en América Latina, surge como una alternativa viable que requiere ser analizada y reinterpretada según las necesidades y prácticas del sistema de investigación japonés. Las discusiones también señalaron que las bibliotecas universitarias ocupan un lugar decisivo en esta transición: son agentes de preservación, de circulación y de integridad del conocimiento, pero deberán adaptarse a nuevas exigencias técnicas, económicas y de gobernanza para impulsar, de manera sostenible y participativa, infraestructuras nacionales capaces de garantizar el acceso abierto a la literatura científica. La sesión, aunque breve, permitió identificar coincidencias, desafíos compartidos y un horizonte posible de colaboración donde ambos sistemas pueden aprender de sus respectivas fortalezas. 


De izquierda derecha: Bardo J. García Martínez, Nidia Zuñiga Murrieta, profesora Emi Ishita, Julio Zetter Patiño, profesor Hiroya Takeuchi, Patricia Garrido Villegas, Manuel Alejandro Flores Chávez







lunes, 27 de enero de 2025

¿Puede la ciencia ser abierta y segura a la vez? Los países se enfrentan a una mayor seguridad en la investigación a medida que crece el dominio de China

Publicado en Cancer Therapy ADVISOR
https://www.cancertherapyadvisor.com/features/can-science-be-both-open-and-secure-nations-grapple-with-tightening-research-security-as-chinas-dominance-grows/ 




¿Puede la ciencia ser abierta y segura a la vez? Los países se enfrentan a una mayor seguridad en la investigación a medida que crece el dominio de China


Caroline Wagner, The Conversation | Publish DateJanuary 17, 2025


En medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China, ambos países firmaron el mes pasado un acuerdo bilateral sobre ciencia y tecnología. El acto se anunció como una «renovación» de un pacto de 45 años de antigüedad para fomentar la cooperación, pero eso puede ser engañoso.


El acuerdo revisado reduce drásticamente el alcance del acuerdo original, limita los temas que pueden estudiarse conjuntamente, cierra oportunidades de colaboración e inserta un nuevo mecanismo de resolución de disputas.


Este cambio coincide con la creciente preocupación mundial por la seguridad de la investigación. A los gobiernos les preocupa que rivales internacionales obtengan ventajas militares o comerciales o secretos de seguridad a través de colaboraciones científicas transfronterizas.


La Unión Europea, Canadá, Japón y Estados Unidos han presentado, con pocos meses de diferencia, nuevas y radicales medidas para proteger la investigación sensible de injerencias extranjeras. Pero hay un problema: Un exceso de seguridad podría estrangular la colaboración internacional que impulsa el progreso científico. 


Como analista político y profesor de asuntos públicos, investigo la colaboración internacional en ciencia y tecnología y sus implicaciones para la política pública y exterior. He seguido de cerca la relación cada vez más estrecha en ciencia y tecnología entre Estados Unidos y China. La relación pasó de ser una transferencia de conocimientos a una auténtica colaboración y competencia.


Ahora, a medida que las disposiciones de seguridad modifican esta relación antes abierta, surge una pregunta crucial: ¿Pueden las naciones reforzar la seguridad de la investigación sin socavar la misma apertura que hace que la ciencia funcione?


El ascenso de China cambia el panorama mundial


El ascenso de China en la publicación científica marca un cambio drástico en la investigación mundial. En 1980, los autores chinos producían menos del 2% de los artículos de investigación incluidos en la Web of Science, una base de datos de producción académica. Según mis cálculos, en 2023 habrán producido el 25% de los artículos de la Web of Science, superando a Estados Unidos y poniendo fin a su reinado de 75 años en la cima, que había comenzado en 1948, cuando superó al Reino Unido.


En 1980, China no tenía invenciones patentadas. En 2022, las empresas chinas lideraban el número de patentes concedidas a empresas extranjeras, con 40.000 patentes, frente a las menos de 2.000 de las empresas británicas. En muchos campos avanzados de la ciencia y la tecnología, China está en la frontera mundial, si no a la cabeza. 


Desde 2013, China es el principal colaborador científico de Estados Unidos. Miles de estudiantes y académicos chinos han realizado investigaciones conjuntas con homólogos estadounidenses.


La mayoría de los responsables políticos estadounidenses que defendieron la firma del acuerdo bilateral de 1979 pensaban que la ciencia liberalizaría China. En lugar de ello, China ha utilizado la tecnología para apuntalar los controles autocráticos y construir un ejército fuerte con la vista puesta en el poder regional y la influencia mundial. 


El liderazgo en ciencia y tecnología gana guerras y construye economías prósperas. La creciente pujanza de China, respaldada por un gobierno controlado por el Estado, está modificando el poder mundial. A diferencia de las sociedades abiertas, donde la investigación es pública y compartida, China suele mantener en secreto el trabajo de sus investigadores, al tiempo que se apropia de la tecnología occidental mediante piratería informática, transferencias forzosas de tecnología y espionaje industrial. Estas prácticas son la razón por la que muchos gobiernos están aplicando ahora estrictas medidas de seguridad.


Las naciones responden


El FBI afirma que China ha robado tecnologías sensibles y datos de investigación para aumentar sus capacidades de defensa. La Iniciativa China bajo la administración Trump trató de erradicar a ladrones y espías. La administración Biden no aflojó la presión. La Ley de Chips y Ciencia de 2022 exige a la Fundación Nacional de la Ciencia que establezca SECURE, un centro para ayudar a universidades y pequeñas empresas a ayudar a la comunidad investigadora a tomar decisiones informadas sobre seguridad. Estoy trabajando con SECURE para evaluar la eficacia de su misión.


Otros países también están en alerta. La Unión Europea aconseja a sus Estados miembros que refuercen las medidas de seguridad. Japón se unió a Estados Unidos en la presentación de nuevas y radicales medidas para proteger la investigación sensible de interferencias y explotaciones extranjeras. Los países europeos hablan cada vez más de soberanía tecnológica como forma de protegerse de la explotación china. Del mismo modo, las naciones asiáticas desconfían de las intenciones de China cuando trata de cooperar. 


Australia se ha manifestado especialmente sobre la amenaza que supone el ascenso de China, pero otros países también han lanzado advertencias. Los Países Bajos promulgaron una política de colaboración internacional segura. Suecia dio la voz de alarma después de que un estudio mostrara cómo los espías habían explotado sus universidades.


Canadá ha creado el Centro de Seguridad de la Investigación para la seguridad pública y, al igual que Estados Unidos, ha establecido asesores dispersos por regiones para prestar apoyo directo a universidades e investigadores. Canadá exige ahora una evaluación obligatoria de los riesgos de las asociaciones de investigación que impliquen tecnologías sensibles. En Australia y el Reino Unido se están aplicando enfoques similares.  


Las disposiciones alemanas de 2023 establecen unidades de cumplimiento y comités de ética para supervisar la investigación relevante para la seguridad. Se encargan de asesorar a los investigadores, mediar en los conflictos y evaluar las implicaciones éticas y de seguridad de los proyectos de investigación. Los comités hacen hincapié en la aplicación de salvaguardias, el control del acceso a datos sensibles y la evaluación de posibles usos indebidos.


La política japonesa de 2021 obliga a los investigadores a revelar y actualizar periódicamente la información relativa a sus afiliaciones, fuentes de financiación -tanto nacionales como internacionales- y posibles conflictos de intereses. Un sistema interministerial de gestión de la I+D está organizando seminarios y sesiones informativas para educar a investigadores e instituciones sobre los riesgos emergentes y las mejores prácticas para mantener la seguridad de la investigación.   


La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico mantiene una base de datos con más de 206 declaraciones sobre política de seguridad en la investigación emitidas desde 2022.


La apertura disminuye


El énfasis en la seguridad puede estrangular la colaboración internacional que impulsa el progreso científico. Hasta el 25% de todos los artículos científicos estadounidenses son fruto de la colaboración internacional. Está demostrado que el compromiso internacional y la apertura producen investigaciones de mayor impacto. Los científicos de élite trabajan más allá de las fronteras nacionales.  


Y lo que es aún más importante, la ciencia depende de la libre circulación de ideas y talentos a través de las fronteras. Tras la Guerra Fría, los avances científicos se aceleraron al abrirse las fronteras. Mientras que la producción investigadora nacional se mantuvo estancada en los últimos años, las colaboraciones internacionales experimentaron un crecimiento significativo, revelando la naturaleza cada vez más global de la ciencia.


El reto para las instituciones de investigación será aplicar estos nuevos requisitos sin crear un clima de sospecha o aislamiento. El repliegue a las fronteras nacionales podría frenar el progreso. La apertura científica conlleva cierto grado de riesgo, pero puede que estemos llegando al final de una era global y colaborativa en la ciencia.




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Can Science Be Both Open and Secure? Nations Grapple With Tightening Research Security as China’s Dominance Grows


Caroline Wagner, The Conversation | Publish DateJanuary 17, 2025


Amid heightened tensions between the United States and China, the two countries last month signed a bilateral science and technology agreement. The event was billed as a “renewal” of a 45-year-old pact to encourage cooperation, but that may be misleading.

The revised agreement drastically narrows the scope of the original agreement, limits the topics allowed to be jointly studied, closes opportunities for collaboration and inserts a new dispute resolution mechanism.

This shift is in line with growing global concern about research security. Governments are worried about international rivals gaining military or trade advantages or security secrets via cross-border scientific collaborations.

The European Union, Canada, Japan, and the United States unveiled sweeping new measures within months of each other to protect sensitive research from foreign interference. But there’s a catch: Too much security could strangle the international collaboration that drives scientific progress. 

As a policy analyst and public affairs professor, I research international collaboration in science and technology and its implications for public and foreign policy. I have tracked the increasingly close relationship in science and technology between the U.S. and China. The relationship evolved from one of knowledge transfer to genuine collaboration and competition.

Now, as security provisions change this formerly open relationship, a crucial question emerges: Can nations tighten research security without undermining the very openness that makes science work?

China’s Ascent Changes the Global Landscape

China’s rise in scientific publishing marks a dramatic shift in global research. In 1980, Chinese authors produced less than 2% of research articles included in the Web of Science, a curated database of scholarly output. By my count, they claimed 25% of Web of Science articles by 2023, overtaking the United States and ending its 75-year reign at the top, which had begun in 1948 when it surpassed the United Kingdom.

In 1980, China had no patented inventions. By 2022, Chinese companies led in U.S. patents issued to foreign companies, receiving 40,000 patents compared with fewer than 2,000 for U.K. companies. In the many advanced fields of science and technology, China is at the world frontier, if not in the lead. 

Since 2013, China has been the top collaborator in science with the United States. Thousands of Chinese students and scholars have conducted joint research with U.S. counterparts.

Most American policymakers who championed the signing of the 1979 bilateral agreement thought science would liberalize China. Instead, China has used technology to shore up autocratic controls and to build a strong military with an eye toward regional power and global influence. 

Leadership in science and technology wins wars and builds successful economies. China’s growing strength, backed by a state-controlled government, is shifting global power. Unlike open societies where research is public and shared, China often keeps its researchers’ work secret while also taking Western technology through hacking, forced technology transfers and industrial espionage. These practices are why many governments are now implementing strict security measures.

Nations Respond 

The FBI claims China has stolen sensitive technologies and research data to build up its defense capabilities. The China Initiative under the Trump administration sought to root out thieves and spies. The Biden administration did not let up the pressure. The 2022 Chips and Science Act requires the National Science Foundation to establish SECURE – a center to aid universities and small businesses in helping the research community make security-informed decisions. I am working with SECURE to evaluate the effectiveness of its mission.

Other nations are on alert too. The European Union is advising member states to boost security measures. Japan joined the United States in unveiling sweeping new measures to protect sensitive research from foreign interference and exploitation. European nations increasingly talk about technological sovereignty as a way to protect against exploitation by China. Similarly, Asian nations are wary of China’s intentions when it seeks to cooperate. 

Australia has been especially vocal about the threat posed by China’s rise, but others, too, have issued warnings. The Netherlands issued a policy for secure international collaboration. Sweden raised the alarm after a study showed how spies had exploited its universities.

Canada has created the Research Security Centre for public safety and, like the U.S., has established regionally dispersed advisers to provide direct support to universities and researchers. Canada now requires mandatory risk assessment for research partnerships involving sensitive technologies. Similar approaches are underway in Australia and the U.K.

Germany’s 2023 provisions establish compliance units and ethics committees to oversee security-relevant research. They are tasked with advising researchers, mediating disputes, and evaluating the ethical and security implications of research projects. The committees emphasize implementing safeguards, controlling access to sensitive data, and assessing potential misuse.

Japan’s 2021 policy requires researchers to disclose and regularly update information regarding their affiliations, funding sources – both domestic and international – and potential conflicts of interest. A cross-ministerial R&D management system is unrolling seminars and briefings to educate researchers and institutions on emerging risks and best practices for maintaining research security.

The Organisation for Economic Co-operation and Development keeps a running database with more than 206 research security policy statements issued since 2022.

Openness Waning

Emphasis on security can strangle the international collaboration that drives scientific progress. As much as 25% of all U.S. scientific articles result from international collaboration. Evidence shows that international engagement and openness produce higher-impact research. The most elite scientists work across national borders. 

Even more critically, science depends on the free flow of ideas and talent across borders. After the Cold War, scientific advancement accelerated as borders opened. While national research output remained flat in recent years, international collaborations showed significant growth, revealing science’s increasingly global nature.

The challenge for research institutions will be implementing these new requirements without creating a climate of suspicion or isolation. Retrenchment to national borders could slow progress. Some degree of risk is inherent in scientific openness, but we may be coming to the end of a global, collaborative era in science.

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license.

Caroline Wagner, The Conversation

Caroline Wagner is a professor of public affairs at The Ohio State University. She receives funding from SECURE, a research security service funded by the National Science Foundation. SECURE is administered by the University of Washington. The Ohio State University provides funding as a founding partner of The Conversation US.


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