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viernes, 19 de diciembre de 2025

CHILE: El nuevo presidente ha prometido recortar el gasto público dedicado a la ciencia

Publicado en Science
https://www.science.org/content/article/chile-s-new-president-could-shake-nation-s-science-community?utm_source=onesignal&utm_medium=webpush&utm_content=news&utm_campaign=webpush



El nuevo presidente de Chile podría revolucionar la comunidad científica del país


El político de derecha José Antonio Kast ha prometido recortar el gasto público


17 de diciembre de 2025

Por María de los Ángeles Orfila


La comunidad científica chilena podría enfrentarse a una importante reorganización bajo el mandato del recién elegido presidente de derecha, según afirman investigadores y veteranos políticos del país. El abogado José Antonio Kast ha prometido recortar el gasto público y ha insinuado que podría reducir o eliminar el Ministerio de Ciencia del país.


Kast derrotó a su oponente de izquierda, Jeannette Jara, por un margen del 58 % al 42 % en las elecciones del 14 de diciembre. Se presentó con la promesa de tomar medidas enérgicas contra la delincuencia y la inmigración y de racionalizar el Gobierno, y algunos científicos chilenos temen que repita las controvertidas políticas relacionadas con la ciencia aplicadas por Javier Milei, el presidente libertario de la vecina Argentina.


«Kast se ha centrado principalmente en la seguridad como el principal problema del país», afirma Claudio Acuña Castillo, bioquímico de la Universidad de Santiago. «Por desgracia, ya hemos visto que, en gobiernos similares, la educación y la ciencia comienzan a desmantelarse para cumplir sus promesas».


Kast ha prometido recortar 6000 millones de dólares del gasto público en los 100 días siguientes a su toma de posesión, pero no ha ofrecido «una hoja de ruta clara» para los recortes, según Acuña Castillo. Y si se lleva adelante la propuesta de subordinar el Ministerio de Ciencia al Ministerio de Educación, la ciencia podría terminar «en las sombras», advierte Carolina Gainza, que se desempeñó como subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en el actual Gobierno. Los grupos de investigación chilenos han advertido, por ejemplo, que la inversión gubernamental en ciencia y tecnología podría pasar a ser una prioridad menor y caer por debajo del ya bajo 0,41 % del producto interior bruto de Chile. «Debilitar el ministerio tendría un grave impacto en el desarrollo y la innovación», afirma Acuña Castillo.


Gainza también teme que la administración de Kast ponga demasiado énfasis en la investigación aplicada, promoviendo lo que ella denomina «una sociedad de dos velocidades: mientras algunos disfrutan de los beneficios del progreso, otros sufren. […] Si la ciencia solo se orienta hacia la productividad [económica], áreas como el medio ambiente, la pobreza, la educación y la salud quedan relegadas a un segundo plano, lo que afecta directamente a quienes ya son más vulnerables».


Otros en Chile están preocupados por el futuro de la libertad académica y la protección del medio ambiente. Durante la campaña, Kast atacó las regulaciones medioambientales y prometió impulsar el desarrollo mediante la desregulación. Además, criticó lo que denominó la «ideologización» de las universidades. «Ha presentado ideas que son muy perjudiciales para la sociedad, pero también para las instituciones que realizan investigaciones», afirma Cristina Dorador, ecóloga microbiana de la Universidad de Antofagasta. 

Durante la campaña, Kast adoptó una postura que contó con el apoyo de algunos científicos: se opuso a un gigantesco proyecto energético en el desierto de Atacama que, según advirtieron los astrónomos, empañaría los cielos oscuros sobre algunos de los telescopios más grandes del mundo. «Estos cielos», afirmó Kast, «son únicos en todo el mundo».


No está claro hasta qué punto o con qué rapidez Kast podrá impulsar su agenda, dado que su Partido Republicano no tiene mayoría en el Congreso chileno. Está previsto que asuma el cargo el 11 de marzo de 2026.



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ScienceInsiderLatin America


Chile’s new president could shake up nation’s science community


Right-wing politician José Antonio Kast has promised to slash government spending


17 Dec 2025

By María de los Ángeles Orfila


Chile’s scientific community could face a significant shake-up under the nation’s newly elected right-wing president, say researchers and policy veterans there. Lawyer José Antonio Kast has promised to slash government spending and hinted that he might shrink or eliminate the nation’s science ministry.

Kast defeated his left-wing opponent, Jeannette Jara, by a 58% to 42% margin in the 14 December election. He ran on promises to crack down on crime and immigration and streamline government, and some Chilean scientists fear he will replicate controversial science-related policies pursued by Javier Milei, the libertarian president of neighboring Argentina.  

“Kast has primarily focused on security as the country's main problem,” says Claudio Acuña Castillo, a biochemist at the University of Santiago. “Unfortunately, we have already seen that, in similar governments, education and science begin to be dismantled in order to fulfill their promises.”

Kast has promised to slash $6 billion from government spending within 100 days of taking office but hasn’t offered “a clear road map” for cuts, according to Acuña Castillo. And if a proposal to make the science ministry subordinate to the Ministry of Education moves forward, science could end up “in the shadows,” warns Carolina Gainza, who served as undersecretary of science, technology, knowledge, and innovation in the current government. Chilean research groups have warned, for example, that government investment in science and technology could become a lower priority and fall below the already low 0.41% of Chile’s gross domestic product. “Weakening the ministry would have a serious impact on development and innovation,” Acuña Castillo says.  

Gainza also worries Kast’s administration will put too much emphasis on applied research, promoting what she calls “a two-speed society: while some enjoy the benefits of progress, others suffer. … If science is only aimed at [economic] productivity, areas such as the environment, poverty, education, and health are pushed to the background, directly impacting those who are already most vulnerable.”

Others in Chile have concerns about the future of academic freedom and environmental protection. During the campaign Kast attacked environmental regulations and promised to boost development through deregulation. And he criticized what he called the “ideologization” of universities. “He has presented ideas that are very harmful to society, but also to the institutions that conduct research,” asserts Cristina Dorador, a microbial ecologist at the University of Antofagasta.  

During the campaign, Kast did take one position popular with some scientists: He opposed a giant energy project in the Atacama Desert that astronomers warned would mar the dark skies above some of the world’s largest telescopes. “These skies,” Kast said, “are unique worldwide.”

It’s not clear how far or quickly Kast will be able to push his agenda, given that his Republican Party does not have a majority in Chile’s Congress. He is scheduled to take office on 11 March 2026.


doi: 10.1126/science.z4y0xob


martes, 9 de diciembre de 2025

El histórico ascenso de China a la cima de la escala científica

Publicado en The Quincy Institute
https://quincyinst.org/research/chinas-historic-rise-to-the-top-of-the-scientific-ladder/#


DESCARGAR INFORME COMPLETO: https://quincyinst.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/2025/10/23143041/QI-POLICY-NOTE-NO.-16-%E2%80%94-WAGNER.pdf 


El histórico ascenso de China a la cima de la escala científica


Caroline S. Wagner


Publicado el 24 de octubre de 2025


Resumen

Durante décadas, los científicos y responsables políticos occidentales descartaron el auge de la investigación en China por considerar que primaba la cantidad sobre la calidad. Esos días han terminado. En 2024, China logró lo que parecía imposible hace solo unos años: superar a Estados Unidos en el número de publicaciones que aparecen en las revistas científicas más prestigiosas del mundo. A medida que China se afianza como líder mundial en innovación científica, las implicaciones para la política estadounidense son profundas. Estados Unidos ya no puede esperar impedir este desarrollo mediante una política aislacionista de corte de la colaboración científica con China. Por el contrario, el potencial de innovación a largo plazo de Estados Unidos dependerá de la renovación de nuestras propias capacidades científicas y de mantenernos en contacto con la vanguardia científica mundial. 


Caída de otra barrera

El Nature Index, que realiza un seguimiento de las publicaciones en 145 de las revistas de ciencias naturales más prestigiosas del mundo, entre las que se incluyen Nature, Science, Cell y Physical Review Letters, muestra el liderazgo de China en 2024 con 37,273 artículos, frente a los 31,930 de Estados Unidos. Esto representa una impresionante ventaja del 17 % para China en lo que durante mucho tiempo se ha considerado el estándar de excelencia científica, y sigue a trabajos anteriores en Web of Science y otras bases de datos que muestran que China ha superado a Estados Unidos. 


No se trata solo de otro dato más. El Índice Nature representa la última frontera, la última métrica importante en la que Estados Unidos mantenía una clara superioridad científica. A diferencia de los recuentos de publicaciones más amplios, que pueden inflar las revistas de menor nivel, estas 145 revistas emplean un riguroso proceso de revisión por pares a nivel internacional y tienen tasas de rechazo que a menudo superan el 90 %. Publicar en Nature o Science demuestra un auténtico avance científico, no sólo productividad.


¿Cómo hemos llegado a esta situación?


La toma de control por parte de China se produjo con una rapidez notable. En 2020, Estados Unidos aún superaba a China en un 53 % en publicaciones del Nature Index (29,172 frente a 19,097). Sin embargo, la tasa de crecimiento de China, del 18 % anual, superó con creces la de Estados Unidos, del 2,3 %. En 2023, la diferencia se redujo a sólo un 7 %. En 2024, China tomó una ventaja decisiva, en parte gracias a los repatriados que ahora publican en China.


Para comprender la magnitud de este cambio, consulté varias bases de datos que registran la producción académica: Web of Science, Scopus, OpenAlex y Nature Index. Los resultados se muestran en la figura 1 a continuación. China produce ahora casi el doble de investigación científica que Estados Unidos y tiene una ventaja del 17 % en publicaciones de élite.




Una tendencia que se ha ido gestando durante décadas.


Llevo años siguiendo la trayectoria de China. En trabajos anteriores en los que documentábamos los patrones cambiantes de la investigación mundial, mis colegas y yo identificamos la dinámica cambiante que remodelaría el panorama internacional de la investigación. En 2024, cuando publiqué un análisis exhaustivo de la posición de China en el sistema mundial, la magnitud del crecimiento de la investigación china era innegable, pero persistían las dudas sobre su calidad.


El argumento de los escépticos de que primaba la cantidad sobre la calidad tenía cierto mérito a principios de la década de 2000. Sin embargo, mi investigación sobre el 1 % de los artículos más citados del mundo reveló que la cuota de China en estas publicaciones de élite crecía de forma constante. Cuando se completó el análisis, China ya había alcanzado una paridad aproximada con Estados Unidos en este indicador de calidad crucial: artículos citados con la frecuencia suficiente como para situarse en el 1 % más citado a nivel mundial, lo que indica las fronteras de la investigación. 


Los resultados del Índice Nature confirman ahora lo que sugerían los datos de los artículos más citados: China no solo está produciendo más investigación, sino que está produciendo investigación de calidad. No se trata de publicaciones que rellenan currículos en revistas oscuras, ni de fábricas de artículos, ni de resultados de plagio. Se trata de artículos revolucionarios en Nature, Science y Cell que dan forma a campos enteros.


China superó por primera vez a Estados Unidos en volumen total de publicaciones entre 2018 y 2020, según la base de datos consultada. Los analistas (incluida la Fundación Nacional para la Ciencia) argumentaron que esto reflejaba la cantidad, no la calidad. Señalaron los patrones de citas, que mostraban que el 57 % de las citas a artículos chinos procedían de dentro de China, en comparación con el 37 % de los artículos estadounidenses, lo que sugería un menor impacto internacional y un patrón de «acumulación de citas». 


Pero los datos cuentan una historia diferente. Las revistas del Nature Index son intrínsecamente internacionales. Expertos mundiales revisan los artículos, que deben cumplir con estándares universales de novedad y rigor. El éxito de China en este ámbito demuestra su liderazgo científico, no solo un aumento en la producción o citas cruzadas amistosas.


Dónde domina China y dónde sigue liderando Estados Unidos  


El desglose por campos revela un panorama desigual. China supera a Estados Unidos en producción en química (2,5 veces más que Estados Unidos), ciencias físicas (1,7 veces más que Estados Unidos) y ciencias de la tierra y medioambientales (1,2 veces más que Estados Unidos). Estados Unidos supera a China en producción en ciencias biológicas y de la salud. 


Este patrón refleja decisiones estratégicas. China, de forma deliberada, ha invertido mucho en campos considerados cruciales para la competitividad económica y la soberanía tecnológica: ciencia de los materiales, computación cuántica, energías renovables y fabricación avanzada. Estados Unidos mantiene su ventaja en investigación biomédica, donde décadas de financiación de los Institutos Nacionales de Salud y colaboraciones con la industria farmacéutica han creado profundas ventajas institucionales. Sin embargo, los recientes recortes en la financiación científica en Estados Unidos ponen en peligro incluso esta ventaja. 


La paradoja de la cooperación


Curiosamente, a medida que la producción científica de China se ha disparado, sus índices de colaboración internacional han disminuido. En trabajos anteriores sobre el seguimiento de las redes de investigación mundiales, mis colegas y yo documentamos cómo el auge de China coincidió inicialmente con un aumento de la coautoría internacional. Los investigadores chinos colaboraron ampliamente con científicos estadounidenses, europeos y japoneses. La siguiente figura ilustra el rápido aumento de la producción científica de China junto con el auge y la caída de la cooperación internacional.





En parte debido a la política y en parte debido a la geopolítica, la investigación china se está orientando cada vez más hacia el ámbito nacional. Esto plantea preguntas fundamentales: ¿Se está fragmentando la ciencia mundial en bloques rivales? ¿La reducción de la colaboración ralentizará el progreso científico para todos?


Qué significa esto


Las implicaciones van mucho más allá de las clasificaciones académicas y abarcan los fundamentos mismos de la innovación y la seguridad nacional.


La narrativa que obligó a los investigadores estadounidenses a alejarse de la cooperación con China —que Estados Unidos necesitaba proteger su ventaja científica— parece cada vez más cuestionable. Si China ya lidera o iguala a Estados Unidos en la mayoría de los indicadores, las políticas basadas en restricciones pueden acelerar, en lugar de prevenir, el declive de Estados Unidos. 


Los mejores investigadores siguen la mejor ciencia. El aumento de las publicaciones de China en revistas de élite indica un creciente atractivo para el talento internacional. Las universidades estadounidenses se han beneficiado durante mucho tiempo de ser consideradas líderes; sin embargo, esa suposición ya no es válida, y el aumento del precio del visado H-1B reducirá aún más el atractivo de Estados Unidos.


Los artículos de Nature de hoy se convierten en las patentes y los productos de mañana. El dominio de China en química, física y ciencia de los materiales la posiciona para liderar la computación cuántica, las baterías avanzadas y los semiconductores de próxima generación. China ya es el mayor solicitante de patentes del mundo.


El liderazgo científico ha sustentado la primacía económica y militar estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. Esa era está llegando a su fin, ya que el ascenso de China en materia de investigación se traducirá en una mayor influencia geopolítica.


¿Puede Estados Unidos responder?

Estados Unidos se enfrenta a decisiones difíciles:


  • Opción uno: Aceptar la multipolaridad en la ciencia como la nueva normalidad y centrarse en áreas en las que sigue siendo fuerte: investigación biomédica, inteligencia artificial y teoría fundamental.

  • Opción dos: Intentar reconstruir el liderazgo en investigación integral mediante un aumento drástico de la inversión federal en investigación y desarrollo.

  • Opción tres: Trabajar en estrecha colaboración con los líderes mundiales, independientemente de dónde se encuentren, incluso en China.



Lo que no funcionará es el enfoque actual: reducir gradualmente los presupuestos de investigación y añadir restricciones de seguridad que desalientan la colaboración internacional. China aumentó su producción en el Índice Nature en un 95 % entre 2020 y 2024, mientras que la de Estados Unidos solo creció un 9,5 %. No se trata de una competencia, sino de una derrota aplastante.


La incómoda verdad es que el auge de la investigación en China refleja un auténtico logro científico. Las universidades chinas han contratado personal de forma agresiva, han construido instalaciones de primera categoría y han creado sistemas de financiación competitivos. Los investigadores chinos están publicando trabajos revolucionarios en computación cuántica, terapias CRISPR y energías renovables que merecen ser publicados en Nature y Science, independientemente de la nacionalidad de los autores.


El camino a seguir


En lugar de considerar el éxito de China como una amenaza que hay que contener, Estados Unidos podría reconocerlo como una evolución de la red mundial de investigación. La ciencia avanza más rápidamente cuando los competidores fuertes se empujan mutuamente y cooperan entre sí. El lanzamiento del Sputnik por parte de la Unión Soviética catalizó la NASA y décadas de liderazgo científico estadounidense. Quizás el logro del Índice Nature de China catalice de manera similar la renovación estadounidense.


Pero eso requiere una evaluación honesta. Los datos de cuatro bases de datos independientes —Web of Science, Scopus, OpenAlex y Nature Index— cuentan la misma historia con una coherencia notable. China ha alcanzado la paridad o la superioridad en prácticamente todas las medidas de producción y calidad de la investigación. Los resultados del Nature Index de 2024 eliminan cualquier duda restante.


La cuestión ya no es si China puede competir al más alto nivel científico, sino si Estados Unidos puede responder confiando en sus puntos fuertes. 


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Policy Note # 16

China’s Historic Rise to the Top of the Scientific Ladder 

Caroline S. Wagner

Posted on October 24, 2025


Overview

For decades, Western scientists and policymakers dismissed China’s research boom as a matter of quantity over quality. Those days are over. In 2024, China achieved what seemed impossible just a few years ago, overtaking the United States in the number of publications appearing in the world’s most prestigious scientific journals. As China takes a firm place as the world leader in scientific innovation, the implications for U.S. policy are profound. The United States can no longer hope to prevent this development through an isolationist policy of cutting off scientific collaboration with China. Instead, long-term U.S. innovation potential will depend on renewing our own scientific capacities and remaining in touch with the global scientific frontier.  

A further barrier falls

The Nature Index, which tracks publications in 145 of the world’s most elite natural science journals — including Nature, Science, Cell, and Physical Review Letters — shows China’s lead in 2024 with 37,273 articles compared to America’s 31,930. This represents a stunning 17 percent advantage for China in what has long been considered the gold standard of scientific excellence and follows earlier work in the Web of Science and other databases showing China overtaking the United States.  

This isn’t just another data point. The Nature Index represents the final frontier — the last major metric where the United States maintained clear scientific superiority. Unlike broader publication counts that lower-tier journals can inflate, these 145 journals employ rigorous international peer review and have rejection rates often exceeding 90 percent. Getting published in Nature or Science demonstrates a genuine scientific breakthrough, not just productivity.

How did we get here?  

China’s takeover happened with remarkable speed. As recently as 2020, the United States led China by 53 percent in Nature Index publications (29,172 to 19,097). But China’s growth rate of 18 percent per year vastly outpaced America’s 2.3 percent annual growth. By 2023, the gap narrowed to just 7 percent. In 2024, China pulled decisively ahead — partly due to returnees who are now publishing in China.

To understand the magnitude of this shift, I looked across multiple databases that track scholarly output: Web of Science, Scopus, OpenAlex, and Nature Index. The results appear in Figure 1 below. China now produces nearly twice as much total scientific research output as the U.S., and has a 17 percent advantage in elite publications. 




A trend decades in the making

I have been tracking China’s trajectory for years. In earlier work documenting changing patterns in global research, my colleagues and I identified the shifting dynamics that would reshape the international research landscape. By 2024, when I published a comprehensive analysis of China’s position in the global system, the scale of China’s research growth was undeniable — but questions about quality persisted.

The skeptics’ quantity-not-quality argument had some merit in the early 2000s. But my research on the world’s top 1 percent of most highly cited papers showed China’s share of these elite publications growing steadily. By the time that analysis was completed, China had already achieved rough parity with the United States in this crucial quality metric — papers cited frequently enough to rank in the top 1 percent globally, indicating the frontiers of research. 

The Nature Index results now confirm what the highly cited paper data suggested: China isn’t just producing more research, it’s producing quality research. These aren’t publications padding CVs in obscure journals, or from paper mills, or the results of plagiarism. These are breakthrough papers in Nature, Science, and Cell that shape entire fields.

China first overtook the United States in total publication volume around 2018 to 2020, depending on the database consulted. Analysts (including the National Science Foundation) argued this reflected quantity, not quality. They pointed to citation patterns showing 57 percent of citations to Chinese papers came from within China, compared to 37 percent for American papers — suggesting less international impact and a pattern of “citation stacking.”  

But the data tells a different story. The Nature Index journals are inherently international. Global experts review papers, which must meet universal standards of novelty and rigor. China’s success here demonstrates scientific leadership, not just increased output or chummy cross-citation.

Where China dominates and where America still leads  

The field-by-field breakdown reveals a hilly landscape. China is leading the United States in outputs in chemistry (2.5 times more than the United States), physical sciences (1.7 times more than the United States), and earth and environmental sciences (1.2 times more than the United States). The United States leads China in biological and health sciences outputs. 

This pattern reflects strategic choices. China, by design, has invested heavily in fields seen as crucial for economic competitiveness and technological sovereignty — materials science, quantum computing, renewable energy, and advanced manufacturing. The United States maintains advantages in biomedical research, where decades of National Institutes of Health funding and pharmaceutical industry partnerships create deep institutional advantages. However, recent U.S. cuts to science funding put even this advantage into jeopardy.  

The cooperation paradox

Curiously, as China’s research output has soared, its international collaboration rates have declined. In earlier work tracking global research networks, my colleagues and I documented how China’s rise initially coincided with increased international co-authorship. Chinese researchers partnered extensively with American, European, and Japanese scientists. The figure below illustrates the rapid increase in China’s output alongside the rise and fall of international cooperation. 



In part due to policy, and in part due to geopolitics, Chinese research is becoming more domestically oriented. This raises critical questions: Is world science fragmenting into competing blocs? Will reduced collaboration slow scientific progress for everyone?

What this means

The implications extend far beyond academic rankings to include the very foundations of innovation and national security.

The narrative that compelled U.S. researchers to back away from cooperation with China — that America needed to protect its scientific edge — looks increasingly questionable. If China already leads or matches the United States across most metrics, restriction-based policies may accelerate rather than prevent U.S. decline. 

The best researchers follow the best science. China’s rise in elite journal publications signals growing attractiveness to international talent. American universities have long benefited from being presumed leaders; however, that assumption no longer holds, and the increase in the price of an H–1B visa will further reduce the attraction of the United States.

Today’s Nature papers become tomorrow’s patents and products. China’s dominance in chemistry, physics, and materials science positions it to lead in quantum computing, advanced batteries, and next-generation semiconductors. China is already the largest filer of patents in the world.

Scientific leadership has underpinned American economic and military primacy since World War II. That era is ending, as China’s research ascendancy will translate into broader geopolitical influence.  

Can America Respond?

The United States faces stark choices: 

  • Option one: Accept multipolarity in science as the new normal and focus on areas of continued strength — biomedical research, artificial intelligence, and fundamental theory. 

  • Option two: Attempt to rebuild comprehensive research leadership through dramatically increased federal research and development investment. 

  • Option three: Work closely with world leaders wherever they are located, even in China.  

What won’t work is the current approach — incrementally reducing research budgets while adding security restrictions that discourage international collaboration. China grew its Nature Index output by 95 percent from 2020 to 2024, while America’s rose just 9.5 percent. That’s not a competition — it’s a rout.

The uncomfortable truth is that China’s research rise reflects genuine scientific achievement. Chinese universities have hired aggressively, built world-class facilities, and created competitive funding systems. Chinese researchers are publishing breakthrough work in quantum computing, CRISPR therapeutics, and renewable energy that merit publication in Nature and Science regardless of the authors’ nationality.

The path forward  

Rather than viewing China’s success as a threat requiring containment, the United States might recognize it as an evolution of the global research network. Science advances fastest when strong competitors push each other as well as cooperate. The Soviet Union’s Sputnik launch catalyzed NASA and decades of American scientific leadership. Perhaps China’s Nature Index achievement will similarly catalyze American renewal.

But that requires honest assessment. The data across four independent databases — Web of Science, Scopus, OpenAlex, and Nature Index — tell the same story with remarkable consistency. China has reached parity or superiority across virtually all measures of research output and quality. The 2024 Nature Index results remove any remaining doubt.

The question is no longer whether China can compete at the highest levels of science, but whether the United States can respond by relying on its strengths.

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