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viernes, 19 de diciembre de 2025

CHILE: El nuevo presidente ha prometido recortar el gasto público dedicado a la ciencia

Publicado en Science
https://www.science.org/content/article/chile-s-new-president-could-shake-nation-s-science-community?utm_source=onesignal&utm_medium=webpush&utm_content=news&utm_campaign=webpush



El nuevo presidente de Chile podría revolucionar la comunidad científica del país


El político de derecha José Antonio Kast ha prometido recortar el gasto público


17 de diciembre de 2025

Por María de los Ángeles Orfila


La comunidad científica chilena podría enfrentarse a una importante reorganización bajo el mandato del recién elegido presidente de derecha, según afirman investigadores y veteranos políticos del país. El abogado José Antonio Kast ha prometido recortar el gasto público y ha insinuado que podría reducir o eliminar el Ministerio de Ciencia del país.


Kast derrotó a su oponente de izquierda, Jeannette Jara, por un margen del 58 % al 42 % en las elecciones del 14 de diciembre. Se presentó con la promesa de tomar medidas enérgicas contra la delincuencia y la inmigración y de racionalizar el Gobierno, y algunos científicos chilenos temen que repita las controvertidas políticas relacionadas con la ciencia aplicadas por Javier Milei, el presidente libertario de la vecina Argentina.


«Kast se ha centrado principalmente en la seguridad como el principal problema del país», afirma Claudio Acuña Castillo, bioquímico de la Universidad de Santiago. «Por desgracia, ya hemos visto que, en gobiernos similares, la educación y la ciencia comienzan a desmantelarse para cumplir sus promesas».


Kast ha prometido recortar 6000 millones de dólares del gasto público en los 100 días siguientes a su toma de posesión, pero no ha ofrecido «una hoja de ruta clara» para los recortes, según Acuña Castillo. Y si se lleva adelante la propuesta de subordinar el Ministerio de Ciencia al Ministerio de Educación, la ciencia podría terminar «en las sombras», advierte Carolina Gainza, que se desempeñó como subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en el actual Gobierno. Los grupos de investigación chilenos han advertido, por ejemplo, que la inversión gubernamental en ciencia y tecnología podría pasar a ser una prioridad menor y caer por debajo del ya bajo 0,41 % del producto interior bruto de Chile. «Debilitar el ministerio tendría un grave impacto en el desarrollo y la innovación», afirma Acuña Castillo.


Gainza también teme que la administración de Kast ponga demasiado énfasis en la investigación aplicada, promoviendo lo que ella denomina «una sociedad de dos velocidades: mientras algunos disfrutan de los beneficios del progreso, otros sufren. […] Si la ciencia solo se orienta hacia la productividad [económica], áreas como el medio ambiente, la pobreza, la educación y la salud quedan relegadas a un segundo plano, lo que afecta directamente a quienes ya son más vulnerables».


Otros en Chile están preocupados por el futuro de la libertad académica y la protección del medio ambiente. Durante la campaña, Kast atacó las regulaciones medioambientales y prometió impulsar el desarrollo mediante la desregulación. Además, criticó lo que denominó la «ideologización» de las universidades. «Ha presentado ideas que son muy perjudiciales para la sociedad, pero también para las instituciones que realizan investigaciones», afirma Cristina Dorador, ecóloga microbiana de la Universidad de Antofagasta. 

Durante la campaña, Kast adoptó una postura que contó con el apoyo de algunos científicos: se opuso a un gigantesco proyecto energético en el desierto de Atacama que, según advirtieron los astrónomos, empañaría los cielos oscuros sobre algunos de los telescopios más grandes del mundo. «Estos cielos», afirmó Kast, «son únicos en todo el mundo».


No está claro hasta qué punto o con qué rapidez Kast podrá impulsar su agenda, dado que su Partido Republicano no tiene mayoría en el Congreso chileno. Está previsto que asuma el cargo el 11 de marzo de 2026.



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ScienceInsiderLatin America


Chile’s new president could shake up nation’s science community


Right-wing politician José Antonio Kast has promised to slash government spending


17 Dec 2025

By María de los Ángeles Orfila


Chile’s scientific community could face a significant shake-up under the nation’s newly elected right-wing president, say researchers and policy veterans there. Lawyer José Antonio Kast has promised to slash government spending and hinted that he might shrink or eliminate the nation’s science ministry.

Kast defeated his left-wing opponent, Jeannette Jara, by a 58% to 42% margin in the 14 December election. He ran on promises to crack down on crime and immigration and streamline government, and some Chilean scientists fear he will replicate controversial science-related policies pursued by Javier Milei, the libertarian president of neighboring Argentina.  

“Kast has primarily focused on security as the country's main problem,” says Claudio Acuña Castillo, a biochemist at the University of Santiago. “Unfortunately, we have already seen that, in similar governments, education and science begin to be dismantled in order to fulfill their promises.”

Kast has promised to slash $6 billion from government spending within 100 days of taking office but hasn’t offered “a clear road map” for cuts, according to Acuña Castillo. And if a proposal to make the science ministry subordinate to the Ministry of Education moves forward, science could end up “in the shadows,” warns Carolina Gainza, who served as undersecretary of science, technology, knowledge, and innovation in the current government. Chilean research groups have warned, for example, that government investment in science and technology could become a lower priority and fall below the already low 0.41% of Chile’s gross domestic product. “Weakening the ministry would have a serious impact on development and innovation,” Acuña Castillo says.  

Gainza also worries Kast’s administration will put too much emphasis on applied research, promoting what she calls “a two-speed society: while some enjoy the benefits of progress, others suffer. … If science is only aimed at [economic] productivity, areas such as the environment, poverty, education, and health are pushed to the background, directly impacting those who are already most vulnerable.”

Others in Chile have concerns about the future of academic freedom and environmental protection. During the campaign Kast attacked environmental regulations and promised to boost development through deregulation. And he criticized what he called the “ideologization” of universities. “He has presented ideas that are very harmful to society, but also to the institutions that conduct research,” asserts Cristina Dorador, a microbial ecologist at the University of Antofagasta.  

During the campaign, Kast did take one position popular with some scientists: He opposed a giant energy project in the Atacama Desert that astronomers warned would mar the dark skies above some of the world’s largest telescopes. “These skies,” Kast said, “are unique worldwide.”

It’s not clear how far or quickly Kast will be able to push his agenda, given that his Republican Party does not have a majority in Chile’s Congress. He is scheduled to take office on 11 March 2026.


doi: 10.1126/science.z4y0xob


viernes, 12 de septiembre de 2025

MÉXICO redujo presupuesto educativo de 15 a 13% del gasto total en 7 años: OCDE

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/2025/09/09/politica/008n3pol




México redujo presupuesto educativo de 15 a 13% del gasto total en 7 años: OCDE

Alexia Villaseñor
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de septiembre de 2025, p. 8

En México persisten los retos a nivel educativo, pues sólo 60 por ciento de los jóvenes de 15 a 19 años está matriculado (en algún programa de educación), cifra por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es de 84 por ciento, e incluso de otros países de la región (Chile 85 por ciento, Brasil 72 por ciento), de acuerdo con su informe Panorama de la Educación 2025.

El porcentaje de niños de 3 a 5 años inscritos en programas de educación también es inferior a la media, pues corresponde a 66 por ciento, mientras el promedio es de 85 por ciento; además, este indicador disminuyó desde 2013, cuando fue de 69 por ciento en México.

La analista en la Dirección de Educación de la OCDE, Viktoria Kis, en entrevista virtual realizada desde Chile con La Jornada, explicó que este informe tiene datos administrativos; “es decir, no es una encuesta, sino que (los gobiernos) juntan datos como el número de estudiantes, cómo progresan en el sistema educativo, características en el financiamiento en el rubro”.

Asimismo, indicó que este año se enfocó en la educación superior. En este rubro, México “tuvo avances importantes, por ejemplo el porcentaje de personas de 25 a 34 años sin educación media completa (Below upper secondary attainment, en inglés) bajó de 49 por ciento en 2019 a 41 por ciento en 2024”.

El informe precisó que los gobiernos son la principal fuente de financiamiento para la educación en todos los países de la OCDE, especialmente para los niveles de educación obligatoria, cuyo promedio es de 90.1 por ciento.

“A pesar de que el gasto por estudiante desde la educación primaria hasta la superior aumentó en promedio en los países miembros, entre 2015 y 2022, en términos reales de 11 mil 955 dólares (224 mil 248 pesos) a 13 mil 210 (247 mil 789), el gasto público en educación disminuyó en términos relativos del 10.9 por ciento de los presupuestos públicos al 10.1 por ciento”, según el documento.

En el caso de México, el gasto por estudiante disminuyó de 4 mil 79 dólares (76 mil 512 pesos) a 3 mil 650 dólares (68 mil 465 pesos), mientras la proporción dedicada a la educación se redujo de 15.8 por ciento de los presupuestos públicos a 13.2 por ciento durante el mismo periodo.

miércoles, 20 de agosto de 2025

MÉXICO: sin fondos, se rezaga investigación universitaria, declara rector de la UNAM

Publicado en La Jornada
https://www.jornada.com.mx/2025/08/20/politica/010n2pol?partner=rss 





Sin fondos, se rezaga investigación universitaria en México: UNAM

Lilian Hernández Osorio
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de agosto de 2025, p. 10

La inversión en la investigación y desarrollo en las instituciones de educación superior en el país refleja “profundas desigualdades”.

Mientras los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) destinan en promedio 3.02 por ciento del producto interno bruto, las naciones de América Latina y el Caribe invierten 0.62 por ciento y México apenas 0.27, lamentó el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas.

También existe una marcada diferencia en el número de investigadores por millón de habitantes: México cuenta con 272, frente a mil 296 en Argentina, 3 mil 387 en España o más de 5 mil en Canadá y Japón.

A ello se suma el rezago en innovación: en 2023, México registró 10 mil 471 patentes, de las cuales sólo 5 por ciento correspondió a residentes, lejos de China (89 por ciento) Japón (76) y Estados Unidos (47).

“Estos datos nos convocan a redoblar esfuerzos para que los proyec-tos de nuestros investigadores cuenten con los recursos y acompañamiento institucional para materializar ideas en soluciones”, apuntó.

Pese a las dificultades, destacó, la universidad cuenta con más de 6 mil 500 académicos en el Sistema Nacional de Investigadores y una producción anual que supera las 7 mil 200 publicaciones especializadas.

Al inaugurar el primer coloquio Divulgación de la investigación universitaria: una mirada desde los proyectos PAPIIT, manifestó que el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica es una de las expresiones más representativas del papel de la universidad como motor de investigación de excelencia en México, América Latina y el mundo.

“Entre 2015 y 2024 la UNAM financió 18 mil 669 proyectos con la participación de más de 91 mil académicos y casi 96 mil estudiantes. Sólo el año pasado se apoyaron mil 884, que involucraron a 7 mil 250 docentes y 9 mil alumnos”, detalló

domingo, 18 de mayo de 2025

¿Sobrevivirá la ciencia estadounidense a Trump 2.0?

Publicado en SinPermiso
https://sinpermiso.info/textos/sobrevivira-la-ciencia-estadounidense-a-trump-20



¿Sobrevivirá la ciencia estadounidense a Trump 2.0? 


04/05/2025

El presidente Donald Trump y su administración han desmantelado agencias científicas, cancelado programas de investigación y recortado miles de millones de dólares en subvenciones a universidades. ¿Cuáles serán las repercusiones a largo plazo para Estados Unidos y el mundo?

 

En solo los tres primeros meses de su segundo mandato, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha desestabilizado ocho décadas de apoyo gubernamental a la ciencia. Su administración ha despedido a miles de científicos del Gobierno, lo que ha paralizado gran parte de la investigación del país y ha detenido muchos ensayos clínicos. Ha amenazado con recortar miles de millones en fondos destinados a las universidades de investigación estadounidenses y ha cancelado más de 1000 subvenciones en áreas como el cambio climático, el cáncer, la enfermedad de Alzheimer y la prevención del VIH.

Todo esto parece ser solo el principio. El 10 de abril, el Congreso aprobó un proyecto de ley presupuestaria que podría sentar las bases para recortes masivos del gasto durante la próxima década. Se espera que la Casa Blanca proponga un presupuesto para 2026 que recortaría las inversiones en ciencia en todo el Gobierno federal; por ejemplo, la Administración Trump está considerando recortar el presupuesto científico de la NASA casi a la mitad y el gasto en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en un 40 %. La administración también ha comenzado a aplicar medidas estrictas de inmigración que han dejado a algunos estudiantes e investigadores en centros de detención, y muchos académicos temen que estas y otras medidas futuras puedan empujar a los investigadores a buscar oportunidades fuera de Estados Unidos.

El desmantelamiento de las instituciones científicas y de gran parte del ecosistema de investigación ha llevado a un número cada vez mayor de personas, tanto dentro como fuera del ámbito de la investigación, a preguntarse cómo sobrevivirá la ciencia a Trump. En marzo, unos 1900 miembros de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, que representan a los científicos más destacados del país, publicaron una carta abierta en la que declaraban: «Enviamos este SOS para lanzar una clara advertencia: la empresa científica de la nación está siendo diezmada».

En una encuesta realizada en abril entre los lectores de Nature, el 94 % de los casi 1600 encuestados afirmaron estar preocupados por el futuro de la ciencia en el país. Y la misma proporción afirmó que las políticas científicas de la Administración Trump tendrán efectos negativos en el mundo. Aunque la encuesta no incluía una muestra estadísticamente representativa, ofrece una visión de las preocupaciones de un amplio abanico de investigadores (véase «Los efectos de Trump»).

Los expertos en política científica advierten de que el daño causado por la administración Trump podría hacer retroceder a Estados Unidos décadas. «Muchos de los efectos perjudiciales serán extremadamente difíciles de revertir y llevará mucho tiempo recuperarse de ellos», afirma John Holdren, asesor científico del expresidente estadounidense Barack Obama y actual especialista en política científica de la Harvard Kennedy School de Cambridge, Massachusetts.

 

Planes presidenciales

Estados Unidos se convirtió en la superpotencia científica por excelencia tras la Segunda Guerra Mundial gracias a las inversiones federales sostenidas en investigación y desarrollo. Esto dio lugar a innovaciones y tecnologías que son parte integral de la vida moderna, como Internet, el motor de búsqueda de Google, el GPS y la resonancia magnética (RM). En 2024, el Gobierno federal gastó alrededor de 200 000 millones de dólares en investigación y desarrollo, de los cuales aproximadamente la mitad se destinó a trabajos relacionados con la defensa.

La mayor parte de la financiación científica no destinada a la defensa, casi 48 000 millones de dólares, se destina a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), a veces considerados la joya de la corona de la ciencia estadounidense, que suelen conceder más de 60 000 becas de investigación al año. Como medida de su impacto, los NIH proporcionaron financiación que contribuyó a más del 99 % de los medicamentos aprobados en Estados Unidos entre 2010 y 2019 (E. Galkina Cleary et al. JAMA Health Forum 4, e230511; 2023).

En el período previo a su toma de posesión, Trump afirmó que su administración «desataría avances científicos, garantizaría el dominio tecnológico de Estados Unidos y marcaría el comienzo de una edad de oro de la innovación estadounidense». Su Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por el multimillonario Elon Musk, ha justificado los recortes drásticos de fondos y los despidos masivos en organismos como los NIH como medidas para erradicar el despilfarro, el fraude y los abusos, aunque no ha presentado pruebas de ello.

Muchas de las medidas del Gobierno reflejan las sugerencias del Proyecto 2025, un plan para una segunda presidencia de Trump elaborado por el think tank conservador Heritage Foundation, con sede en Washington D. C. Uno de sus cuatro objetivos centrales es «desmantelar el Estado administrativo», lo que incluye a miles de trabajadores de organismos como los NIH, la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) y la Agencia de Protección Medioambiental. Los autores del Proyecto 2025 acusan a estos trabajadores federales de despilfarro, corrupción y «propaganda woke», un lenguaje que la Administración Trump ha utilizado para explicar sus acciones.

Algunos conservadores llevan mucho tiempo cuestionando el valor de las inversiones federales en investigación fundamental, y estas opiniones han ganado adeptos entre algunos industriales de la tecnología moderna, según William Press, informático de la Universidad de Texas en Austin. La idea de que el sector privado puede tomar el relevo ha ganado terreno a medida que la administración Trump trabaja para reducir las inversiones públicas en ciencia. Press lo califica de experimento arriesgado. «Habrá muchas víctimas colaterales».

Un portavoz de la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca declaró a Nature que el presidente ha «esbozado las prioridades de la administración en materia de ciencia y tecnología para garantizar que el dominio estadounidense continúe en la próxima generación».

Pero decenas de científicos entrevistados por Nature desde la toma de posesión de Trump afirman que las medidas del Gobierno están desmantelando la ciencia estadounidense en lugar de mejorarla. «No es que no se puedan hacer cosas para mejorar la financiación de la ciencia», afirma Pamela Herd, socióloga de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, que estudia la política sanitaria y la burocracia. Lo que está haciendo el Gobierno de Trump corre el riesgo de matar a «la gallina de los huevos de oro» que es la ciencia estadounidense, afirma Herd.

«La ironía», afirma, «es que lo único que conseguirá es aumentar el riesgo de fraude, despilfarro y abuso».

En algunas agencias, la intención parece ser «recortar hasta que ya no puedan cumplir su misión», afirma Rachel Cleetus, investigadora de política climática de la Unión de Científicos Preocupados de Cambridge, Massachusetts. Señala los despidos en el Servicio Meteorológico Nacional (NWS), que han obstaculizado su funcionamiento y su capacidad de previsión. Si el NWS no pudiera funcionar, sería más fácil disolver la agencia por completo, lo que abriría la puerta a que los servicios meteorológicos privados ocuparan su lugar, afirma Cleetus. «Quieren privatizar muchos de estos bienes públicos esenciales».

Pero es poco probable que se sustituya la investigación fundamental, que es masiva y costosa, advierten los expertos en política. «Nadie tiene la capacidad del Gobierno federal», afirma Herd. «Se investiga, pero también se forma a la próxima generación de científicos. La industria privada no puede hacer eso».

En particular, el Gobierno proporciona fondos cruciales para la investigación fundamental, cuyo objetivo es adquirir conocimientos, pero que no se lleva a cabo necesariamente con una aplicación práctica en mente (véase «Gasto en innovación»). Según Ufuk Akcigit, economista de la Universidad de Chicago (Illinois), este tipo de investigación puede tardar años o incluso décadas en dar lugar a una nueva tecnología, y muchos estudios de ciencia fundamental nunca llegarán a ese punto. Esto hace que sea arriesgado para las empresas invertir en una fase tan temprana. En su lugar, suelen esperar a que la aplicación de un descubrimiento sea clara y entonces financian las fases finales del desarrollo, afirma.

 

Recortes en la ciencia federal

Una de las medidas más claras e inmediatas que ha tomado la administración Trump para reformar la ciencia ha sido recortar la amplia red de científicos y expertos que trabajan para el Gobierno federal. En 2020, alrededor de 280 000 científicos e ingenieros formaban parte de la plantilla federal de dos millones de empleados, que ahora se está reduciendo. En sus tres primeros meses, la administración Trump ha recortado miles de puestos de trabajo en organismos científicos como los NIH, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, aunque es difícil calcular las cifras exactas porque los departamentos no han publicado los datos.

Por su parte, el Departamento de Salud y Servicios Humanos, que incluye los NIH, los CDC y la FDA, anunció que despediría a unos 10 000 empleados. Muchos de los despedidos de las agencias científicas son investigadores o personal de apoyo a la investigación. En los debates sobre el presupuesto para 2026, el presidente y el Congreso se han comprometido a realizar recortes aún mayores en la plantilla federal.

Los científicos del Gobierno están acostumbrados a los cambios presupuestarios y a las medidas de reducción de plantilla, pero los expertos afirman que el grado de hostilidad y la magnitud de los posibles recortes de personal hacen que esta vez sea diferente.

Los investigadores entrevistados por Nature afirman que se necesita tiempo para formar a una nueva generación de contratados, en parte debido a las realidades institucionales únicas que conlleva ser científico del Gobierno: los investigadores deben comprender los procedimientos gubernamentales, así como el contexto administrativo y legal de su trabajo. «La destrucción es tan generalizada y grave que no será posible volver a la situación anterior», afirma Blake Emerson, investigador de derecho administrativo de la Universidad de California en Los Ángeles.

«Lo que la gente debe comprender a largo plazo es que, cuando se despide a personas y se desmantelan proyectos, no se puede recrear todo eso en el momento en que llega una nueva administración», afirma Holdren. «Se ha perdido el impulso. Se ha perdido el conocimiento, y reconstruirlo puede llevar años o décadas».

 

Ataques a las universidades

Las universidades de todo el país se están recuperando de una serie de medidas agresivas por parte del Gobierno, entre las que se incluyen investigaciones federales, amenazas de recortes masivos de fondos, cancelación de becas de investigación, órdenes de eliminar iniciativas de diversidad y detenciones de algunos estudiantes y académicos extranjeros. Aunque el Gobierno no ha revelado toda la información sobre la cancelación de becas, los investigadores han contabilizado más de 1000 hasta ahora solo en los NIHla NSF y la NASA.

Según los investigadores, todos estos cambios ponen en peligro no solo a una generación de científicos, sino también el futuro de la colaboración entre el Gobierno y la educación superior, que se remonta a décadas y que fue diseñada para promover la ciencia y fomentar la innovación en beneficio del bien público. En 2023, las universidades estadounidenses gastaron alrededor de 109 000 millones de dólares en investigación y desarrollo, de los cuales casi 60 000 millones procedían del Gobierno federal.

«Existe una duda muy real sobre si el actual sistema de universidades de investigación estadounidenses seguirá intacto a finales de este año», afirma David Goldston, que se jubiló en abril como jefe del equipo de relaciones gubernamentales del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Washington D. C. y que anteriormente trabajó en cuestiones científicas como miembro del personal del Congreso de los Estados Unidos. Afirma que la ciencia estadounidense se basa en la creencia arraigada de que el país es un lugar estable y acogedor para investigar. «Una vez que se rompe ese hechizo, se acaba», afirma Goldston, y no reaparecerá por arte de magia tras otras elecciones.

Una de las pruebas más importantes llegará en los próximos meses, cuando el Congreso examine la propuesta de la Administración Trump para el presupuesto de 2026, que casi con toda seguridad requerirá recortes sin precedentes en las inversiones federales en ciencia e innovación. Durante la primera administración Trump, los republicanos se unieron a los demócratas para defender los recortes a gran escala en ciencia, pero la actual mayoría republicana se ha alineado hasta ahora con las políticas y prioridades de Trump.

«La idea de que el sector privado intervendrá mágicamente para sustituir la financiación gubernamental de la ciencia ha demostrado ser completamente errónea y empíricamente falsa», afirma Robert Atkinson, economista y presidente de la Fundación para la Tecnología de la Información y la Innovación, un grupo de expertos en política científica con sede en Washington D. C. Atkinson afirma que el objetivo final de la administración Trump parece ser una estructura científica federal un 30-40 % más pequeña que la actual, «y simplemente no les importa cuáles puedan ser las consecuencias para la ciencia, la innovación, la competitividad y el crecimiento económico».

Aún no está claro cuál será el tamaño del presupuesto federal para ciencia en 2026, pero las universidades de investigación también podrían verse muy afectadas en otros frentes, afirma Tobin Smith, vicepresidente de política científica y asuntos globales de la Asociación de Universidades Americanas (AAU), que representa a docenas de las principales instituciones de educación superior del país y tiene su sede en Washington D. C. Smith señala una serie de cambios propuestos en la financiación que reducirían sustancialmente la capacidad de las universidades para investigar, como la reducción de los costes indirectos que cubre el Gobierno para que las universidades puedan ejecutar las subvenciones federales concedidas a los investigadores académicos.

Al mismo tiempo, según Smith, la Administración Trump ha adoptado la postura de que la financiación federal de las universidades es un privilegio que solo debe concederse si las instituciones se adhieren a determinadas exigencias políticas. Ha cancelado o suspendido miles de millones de dólares en subvenciones y contratos a universidades como Harvard, Columbia, Princeton, Cornell y la Universidad de Pensilvania, entre otras, por cuestiones políticas como las protestas estudiantiles y los atletas transgénero. Al menos una institución lo ha ya rechazado: los dirigentes de la Universidad de Harvard anunciaron el 14 de abril que no cumplirían las exigencias de la Administración Trump, que horas más tarde dijo que congelaría 2 200 millones de dólares en subvenciones a Harvard. La universidad ha demandado a la Administración Trump.

Todo esto representa una amenaza sin precedentes para las universidades y sus resultados económicos, según muchos líderes en investigación. «La retirada de la financiación de la investigación por motivos ajenos a la investigación sienta un precedente peligroso y contraproducente», afirmó la junta directiva de la AAU en un comunicado a finales de marzo.

Christopher Eisgruber, presidente de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, advirtió sobre las amenazas a las universidades y las contribuciones que estas aportan en un artículo publicado en la revista The Atlantic: «El reciente ataque de la administración Trump a la Universidad de Columbia pone todo eso en peligro y supone la mayor amenaza para las universidades estadounidenses desde la «caza de brujas» de los años cincuenta. Todos los estadounidenses deberían estar preocupados».

«Creo que se reducirá la cantidad de investigación que nuestras universidades pueden realizar en algunas áreas críticas que apoyan los intereses y las necesidades nacionales», afirma Smith. «Y si tenemos universidades más débiles, ¿estamos poniendo en peligro nuestra capacidad como nación para competir a nivel internacional?».

Con la cancelación de muchas becas de investigación y la amenaza de futuros recortes, algunas universidades ya han reducido el número de estudiantes de posgrado que aceptarán para el próximo año. Y la NSF redujo a la mitad el número de becas de posgrado que concedió este año.

También hay indicios de que Estados Unidos se está convirtiendo en un lugar menos atractivo para que los científicos estudien y trabajen. Los estudiantes internacionales representaron el 39 % de los doctorados concedidos por instituciones académicas estadounidenses en ciencias e ingeniería en 2023, pero los líderes científicos advierten de que esto podría cambiar rápidamente si Estados Unidos pierde su reputación de país políticamente estable, que apoya la ciencia y está abierto a los extranjeros.

«Mi mayor preocupación es la cantera de talentos», afirmó Marcia McNutt, presidenta de la Academia Nacional de Ciencias, en un artículo publicado en el sitio web de la institución. Según ella, los recortes presupuestarios y de personal podrían dar lugar a una disminución del número de estudiantes nacionales que reciben formación, y los mejores investigadores extranjeros serían menos propensos a cursar estudios y desarrollar su carrera en Estados Unidos. «En cambio, la fuga de cerebros se producirá en sentido contrario», afirma.

Esa fuga de cerebros podría incluir a Elise Dietmann, investigadora de posgrado en la Universidad de Wisconsin-Madison que trabaja en genómica del cáncer y que ahora no tiene claros sus planes. «Quiero estudiar en Estados Unidos», afirma. «Pero ahora que está pasando todo esto, estoy centrando gran parte de mis esfuerzos en buscar universidades en el extranjero».

Sus comentarios coinciden con lo que Nature descubrió en su encuesta a los lectores. Más del 80 % de los aproximadamente 750 científicos fuera de Estados Unidos afirmaron que la situación política actual les hace menos propensos a considerar la posibilidad de dedicarse a la ciencia en ese país. Y dos tercios de los 825 científicos que viven en Estados Unidos afirmaron que eran menos propensos a recomendar a los estudiantes que siguieran una carrera científica en ese país. La encuesta también sugiere que los científicos extranjeros en el país están buscando otras opciones: 84 de las 92 personas que no son ciudadanos estadounidenses ni residentes permanentes afirman que la situación política actual les hace más propensos a plantearse marcharse a estudiar o trabajar a otro país (véase «Un futuro incierto»).

Es posible que encuentren puertas abiertas en otros lugares. Varios países, incluidos algunos europeos, tienen previsto contratar científicos de Estados Unidos.

 

La ciencia, paralizada

Una caída precipitada de la financiación federal para la investigación podría tener enormes repercusiones en la capacidad de innovación tecnológica del país, así como en las industrias y las personas que dependen de ella.

Cuando los investigadores se ven obligados a pasar de la financiación pública al apoyo de la industria debido a los recortes en el gasto federal en investigación, esos científicos acaban registrando más patentes, pero publican con menos frecuencia y crean menos empresas que antes (T. Babina et al. Q. J. Econ138, 895-954; 2023). «Otras fuentes de financiación no son un buen sustituto de la financiación gubernamental», afirma Sabrina Howell, que estudia la innovación en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York, en la ciudad de Nueva York.

Ni las organizaciones benéficas ni los estados individuales tienen los fondos necesarios para cubrir el déficit, afirma Jonathan Thomas, director ejecutivo del Instituto de Medicina Regenerativa de California, una agencia de financiación estatal con sede en el sur de San Francisco que apoya la investigación en terapias celulares y genéticas. Y las fuentes alternativas de financiación no suelen poder hacer frente a grandes y costosas instalaciones de investigación, como potentes sincrotrones y grandes telescopios, que requieren un apoyo federal sostenido, afirma Cynthia Friend, directora ejecutiva de la Fundación Kavli de Los Ángeles (California), que financia la investigación fundamental en campos como la astrofísica y la neurociencia.

Este cambio también podría reducir la investigación en áreas que la sociedad valora, pero que probablemente no generen beneficios, como los tratamientos contra el cáncer infantil. Solo alrededor del 1 % de todos los cánceres en Estados Unidos se producen en personas menores de 20 años.

«Ninguna empresa va a ganar dinero desarrollando un medicamento para el cáncer infantil», afirma Douglas Hawkins, oncólogo pediátrico del Seattle Children's Hospital de Washington.

Con el tiempo, el impacto se dejará sentir en muchos sectores, a medida que los avances tecnológicos impulsados por la investigación fundamental comiencen a agotarse, afirma Akcigit. «Sin estos descubrimientos fundamentales iniciales, no podemos desarrollar nuevas tecnologías», afirma.

Algunos investigadores y líderes científicos advierten de que otros países adelantarán a Estados Unidos en el desarrollo de innovaciones cruciales. «Si se desmantela la empresa investigadora de nuestro país, perderemos nuestra ventaja científica. Otros países liderarán el desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades, fuentes de energía limpia y las nuevas tecnologías del futuro», afirma la carta abierta firmada por los 1900 miembros de las Academias Nacionales de Estados Unidos.

Será difícil reconstruir la ciencia estadounidense una vez que se haya desmantelado, afirma Bart Gordon, excongresista demócrata y presidente del Comité de Ciencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que ahora es socio del bufete de abogados K&L Gates en Washington D. C. «En este momento nos encontramos en una situación delicada», afirma Gordon. «Si le quitamos las patas a nuestra máquina de innovación, será difícil volver a montarla».

escribe sobre clima y medio ambiente para la revista Nature desde 2007. Su trabajo se ha centrado en las ciencias de la tierra y la tecnología, así como en la economía, la política y el desarrollo mundial.
licenciado en Física por la Universidad de Columbia, és un periodista científico free-lance que escribe para varias publicaciones, entre ellas Nature Magazine. Escribe sobre temas de física y el funcionamiento de la ciencia como institución.
periodista científica de Nature Magazine, que escribe sobre todo de biomedicina, también en otras publicaciones científicas.
Fuente:
https://www.nature.com/articles/d41586-025-01295-6  

Indicadores de calidad para revistas de ciencias sociales en la era de la bibliometría narrativa

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